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DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, perdon por la tardanza, problemitas de ultima hora, aqui les dejo el capitulo, disfrutenlo.

18-Fuera de mi vida o dentro ¿quizás?

 

— ¿Me quieres explicar qué demonios haces en Kioto?

 

Hiroki hubiese querido gritar aquella pregunta, pero cuando se le informo que su hermano había viajado aquella mañana, su hija estaba a su lado esperando entusiasmada para salir a dar un paseo.

 

No le quedó otra que preguntar con fingida calma mientras la miraba sonriendo.

 

Misaki al otro lado de la línea suspiró con cansancio, apenas había tenido tiempo de llegar a la casa y hacer una pequeña maleta para salir casi en huida esperando no ser visto por su hermano. Necesitaba pensar, pero no podía hacerlo con Hiroki a su alrededor, él sabía que este era muy perceptivo y no quería angustiarlo con sus problemas.

 

—Tenía que terminar algunas cosas que quedaron pendientes aquí.

 

Mintió y no se sintió muy a gusto con eso, menos aun cuando supo que Hiroki no le creía nada de lo que había dicho.

 

—Miyagi terminó todo lo que había pendiente en Kioto.

 

Misaki suspiro porque aquello era muy cierto.

 

— ¿Desde cuándo tengo que darte explicaciones de lo que hago?

 

Hiroki se quedó atribulado ante aquel súbito ataque, manejó lo mejor que pudo sus emociones y agradeció como nada el que Shinoda llegara en ese momento a rescatarlo.

 

Su novio pareció leerle la mente y con una voz suave y dulce le habló a la niña.

 

—Hanari ¿Por qué no vienes conmigo y te muestro los jardines? Así le damos tiempo a Hiroki san para que termine de conversar.

 

La niña asintió sin protestar y le dio un beso a Hiroki en la mejilla antes de partir con Shinoda.

 

Hiroki sintió que su corazón se llenaba de orgullo y de amor, pero en ese momento tenía algo importante que resolver y le habló entonces a su hermano con molestia.

 

—Muy bien Misaki, ahora me vas a decir qué demonios te pasa o voy a tomar uno de los aviones de Makoto y voy a ir a buscarte yo mismo.

 

Escuchó el resoplido de Misaki y rogó porque este no le colgara.

 

—Deja de tratarme como a un niño, Hiroki. —Le dijo finalmente, después de largos segundos de silencio.

 

Hiroki se sentó en un mueble, estaba preocupado por aquella actitud de su hermano ¿acaso no todos deberían estar felices?

 

—No te trato como un niño. —le dijo con suavidad. —Sólo estoy preocupado por ti. Estas esperado un bebé Misaki, tienes que cuidarte, ni siquiera has ido a que te vea un médico y…

 

—Iré cuando regrese.

 

— ¿Y cuándo será eso? — preguntó Hiroki más preocupado aun al escuchar el cansancio en la voz de su hermano.

 

Misaki apretó el teléfono con fuerza, no quería preocupar a su hermano, no ahora que era tan feliz.

 

—Solo serán unos días Hiroki, necesito pensar. No quiero arruinarte la felicidad, disfruta de tu hija, yo regresaré en unos días lo prometo.

 

—Pero Misaki…

 

—Por favor. —Misaki de verdad estaba rogando por un tiempo a solas.

 

—Está bien. —concedió Hiroki. —Te extrañaré.

 

Misaki sonrió él también lo extrañaba y lo necesitaba, pero no podía darse el lujo de ser débil.

 

—Te amo. — le dijo con ternura y colgó rápidamente para no echarse a llorar.

 

—Yo también. —murmuró Hiroki a pesar de que sabía que ya Misaki no le escuchaba.

 

Hiroki se recostó del mueble y cerró los ojos contendiendo el dolor que sentía. Maldijo muchas veces a Nowaki y a todos aquellos culpables de haber trastocado su vida y agradeció como nunca que ahora estuvieran pudriéndose tras las rejas.

 

Shinoda se asomó por la puerta y le sonrió amorosamente, aquella sonrisa que desarmaba todas las defensas de Hiroki y lo hacía creer que la felicidad existía en aquella mirada oscura y serena.

 

—Hay una pequeña impaciente que espera por su sequito para salir a pasear.

 

Hiroki sonrió, su hija era ya la princesa de aquella enorme mansión y todo el mundo la adoraba.

 

— ¿Te recuerda a alguien? —preguntó Hiroki sonriendo con picardía, mientras Shinoda lo envolvía en un dulce abrazo.

 

—Oh si, a un pequeño príncipe mimado que desde el principio se robó el corazón de este hogar. Es igual de hermosa, de vivaz, de curiosa, de traviesa y voluntariosa que tú.

 

—Yo no… soy voluntarioso. —protestó Hiroki entre besos.

 

Shinoda sonrió y atrapo sus labios en un largo, profundo y sincero beso de amor.

 

—Si lo eres y yo amo cada pedazo de ti. —Le dijo con amor, extasiado en aquella mirada dulce y enamorada que tanto le gustaba. —Ahora vamos, la princesa nos espera.

 

Hiroki asintió y cuando salió tras Shinoda sintió que en su corazón no cabía un gramo más de felicidad.

 

Pero la felicidad no reinaba aquella mañana en todos los corazones.

 

—Entonces no hay nada que hacer, Sumi. —preguntó un atribulado Akihiko al joven que lo miraba con disculpa y tristeza.

 

Este negó con la cabeza y tomó sus manos tratando de confortarlo.

 

—Lo siento Akihiko, la fiscalía fijo un fianza altísima, ni siquiera con todos mis ahorros podría pagarla.

 

—¿Y mi dinero, mis bienes? Mi madre me dejo una herencia, el dinero era de mis abuelos, no tiene nada que ver con Fuyuhiko Usami.

 

—Las cuentas están congeladas y los bienes incautados hasta que termine la investigación. —Le informo Sumi con pesar. —El único que puede ayudarte ahora es tu esposo, pero si como dices…

 

—Misaki debe estarme odiando. —espeto Akihiko con dolor. —y no lo culpo, lo que le hizo mi familia a su hermano y a él mismo, es imperdonable.

 

Keiichi que ya había escuchado la parte de la historia que conocía Akihiko, asintió con pesadez. Hiroki Shinojara tenía todos los motivos para ver aquella familia destruida.

 

—Akihiko voy a pedirle ayuda a mi papá, los cargos son muy graves. —le dijo entonces el joven abogado con seriedad. —Necesitamos comprobar que ni tu ni tu hermano estaban al tanto de los negocios fraudulentos de su padre. Si no lo logramos te estarías enfrentando a muchos años de prisión y quizás a… no salir de aquí…jamás.

 

Akihiko suspiro y bajo la cabeza ocultando el rostro entre sus manos. Él sabía que era inocente, pero ¿y su hermano? Le asustaba siquiera hacerse esa pregunta.

 

— ¿Akihiko?

 

—Haz lo que puedas Keiichi. —le dijo levantando el rostro y mirándolo tristemente. —Yo…ahora no puedo pagarte, pero…

 

—No digas tonterías Akihiko, tú eres mi amigo, te quiero y confió en ti. Voy a poner todo mi esfuerzo en ayudarte.

 

Akihiko suspiro y le sonrió tenuemente.

 

—Si pudieras…—le pidió de pronto, sin saber si su amigo podría lograrlo... —Si pudieras ponerte en contacto con Misaki, necesito saber si él y el bebé están bien.

 

Akihiko respiró profundo y se tragó el nudo que atenazaba su garganta.

 

—Dile que lo amo, dile que le pido perdón por todo lo que le hicieron…Dile que…

 

Sumi apretó su mano cariñosamente y le sonrió con confianza.

 

—Ten esperanza Akihiko, no la pierdas y no te preocupes, yo buscare hablar con él. Te lo prometo.

 

Cuando Akihiko regresó a su celda en compañía del guardia que lo escoltaba, solo encontró a su hermano en la otra celda, su padre no estaba.

 

—Se lo llevaron para interrogarlo. —le informó Nowaki cuando el guardia se marchó.

 

Akihiko se recostó en el catre dándole la espalda a su hermano. Ya no le importaba lo que le pasara a Fuyuhiko, él los había metido en aquel lio.

 

—Espero que diga la verdad y nos libere de toda culpa. Si es que ambos somos inocentes.

 

Nowaki sintió la tensión de su hermano y comprendió su recelo.

 

—Yo, sé que no es una excusa. —dijo después de unos segundos. —Akihiko yo no sabía todo lo que le paso a Hiroki, creo que aun ahora no lo sé. Solo tengo cabos sueltos de las cosas que nos dijo en la casa.

 

Akihiko se sentó en el catre y miró a su hermano con rencor.

 

—Misaki me conto que lo mandaste a encerrar para quitarle al bebé. Nowaki, incluso lo mandaste a asesinar ¿Cómo pudiste hacer algo tan monstruoso?

 

—¡Yo no lo mande a asesinar! —grito Nowaki indignado.

 

—Pero si lo encerraste ¿no? Eso no lo niegas. —lo atacó Akihiko.

 

—Porque creí que iba a deshacerse del niño, porque acababa de descubrir que si era mío él bebé que esperaba.

 

Akihiko se paró del camastro, mirando a su hermano, desconcertado.

 

Nowaki se sentó en el piso de la celda y recostó su cabeza de los fríos barrotes.

 

—Veras mi padre me llego un día con un montón de pruebas…

 

Nowaki le relató a su hermano todo lo que había pasado y Akihiko escuchó atentamente la otra parte de la historia, la que Misaki y su hermano no sabían.

 

—Entonces, si alguien es culpable de todo esto… es Fuyuhiko. —murmuró Akihiko, asqueado de pensar en todo lo que era capaz de hacer aquel hombre. — ¿Cómo pudiste creerle? Por más pruebas que hubiese tenido, si tú amabas a Hiroki ¿por qué no le diste la oportunidad de defenderse?

 

Nowaki permaneció en silencio, hasta que finalmente pareció salir de su letargo.

 

—Ella siempre me lo recordaba, sus gestos su carácter. Se parecen tanto.

 

Akihiko miro a su hermano con tristeza.

 

—Tienes que decirle la verdad, Nowaki, tienes que hablar con él, decirle que todo fueron maquinaciones de tu padre.

 

Nowaki negó con la cabeza.

 

—Él no va a creerme ¿No viste su rostro? Me odia, me desprecia a tal punto que me atrevo a pensar que quiere verme muerto.

 

Akihiko sabía que su hermano tenía razón y entendía a aquel joven, entendía su rencor. Había perdido diez años de su hija por culpa de las maquinaciones de un hombre egoísta y malvado.

 

Pero ese hombre no era Nowaki y su hermano merecía ser escuchado, ambos merecían aclarar la historia. Sobre todo por el bien de Hanari que era la más inocente en todo aquello.

 

Cuando iba a decir algo llego un guardia en compañía de Fuyuhiko e inmediatamente se llevaron a Nowaki para interrogarlo.

 

Akihiko miro al viejo Usami con odio y decidió darle la espalda para recostarse en el catre y pensar en cómo hacer para que Hiroki supiera la verdad de su tragedia.

 

******

 

Ajeno a todo aquello, Hiroki pasaba un día feliz en la isla de Odaiba

 

Hanari iba colgada de su brazo y juntos reían alegremente, mientras Shinoda y el propio Miyagi se encargaban de la seguridad.

 

—Hiroki kun. — dijo Hana con un guiño, corrigiéndose al instante— digo, Hiroki ojisan ¿podemos ir al parque?

 

Hiroki le sonrió y besó su frente.

 

—Me gusta cuando me dices Hiroki kun. —le dijo sonriendo, pues la verdad era que no le gustaba que le llámese tío, ese no era su lugar, él no era su tío, pero aún era muy pronto para decirle la verdad de quien era él en su vida.

 

La niña rio feliz.

 

—Entonces te diré Hiro kun, ese será tu nombre solo para mí.

 

“Hiro san, ese será tu nombre solo para mi”

 

Hiroki sintió su corazón romperse al recordar aquellas palabras dichas con tanto amor, un amor que fue mentira, un amor que destruyo su vida.

 

—Hiro kun ¿te pasa algo? ¿Fue algo que dije?

 

Hiroki volteo a mirar a su hija que lo veía con su carita llena de temor.

 

—No cariño. —le dijo abrazándola con ternura. —Solo estoy un poco cansado ¿Por qué no nos sentamos a comer un helado y luego vamos al parque?

 

Hana asintió sonriente y feliz, pero Shinoda se percató de la palidez de Hiroki y se sintió tentado a acabar con aquel paseo. Hiroki pareció leer la aprensión en los ojos de su novio y le dibujo un “estoy bien” con los labios que apaciguó un poco la preocupación de Shinoda.

 

 

Ya en la noche llegaron a la mansión, Hana se dio un largo baño y ella y Hiroki cenaron a solas en la habitación. Después de conversar un rato Hiroki la arropo y se recostó a su lado.

 

Ella había intentado en varias oportunidades hablar de su madre, pero sentía que Hiroki se tensaba y evadía la conversación. Pensó que algo muy grave debió suceder entre ellos para que se separaran molestos, pero aun así se arriesgó a preguntar.

 

—Hiro kun, sé que no te gusta hablar de mamá, imagino que tendrás tus razones, pero solo quisiera saber una cosa ¿Ella me amaba? —Hana se acurrucó en el regazo de Hiroki. — Papi no habla mucho de esa época, supongo que le dolió mucho que muriera, pero a mí me hace mucha ilusión saber si ella me quería, como se sintió cuando supo que iba a tener un bebé.

 

Hiroki beso sus suaves cabellos, cerró los ojos y se dejó llevar por los recuerdos.

 

—Te amó desde el mismo momento en que supo que crecías en su barriguita. Se imaginaba como seria tu carita, añoraba tenerte entre sus brazos y poder besar tus deditos. Le encantaba sentirte moverte dentro de ella y te hablaba, siempre te hablaba. Eras su más grande amor. Te contaba cuentos y te cantaba canciones y tú le respondías con pataditas que le hacían reír.

 

Hana sonrió y vencida por el cansancio del largo día, se durmió soñando con una madre que la adoró desde siempre, sin saber que esa persona que le dio la vida la sostenía dulcemente ahora entre sus brazos y lloraba silenciosamente por aquellos recuerdos que eran lo único que le había quedado de aquella época en la que debió ser feliz.

 

Hiroki salió de la habitación luego de darle un beso a su hija y desearle buenas noches en silencio para no despertarla. Caminó como sonámbulo por los pasillos oscuros y encontró a Shinoda leyendo sobre la cama en su nueva habitación.

 

Caminó hasta él y se acurrucó en su pecho.

 

—Abrázame. —le susurró. —Abrazarme toda la noche Shinoda, no dejes que las pesadillas me alcancen.

 

Shinoda lo abrazó toda la noche y como a un niño, lo arrulló hasta hacerlo dormir, velando su sueño como un fiel guardián, manteniendo así lejos, a los monstruos que perseguían a Hiroki desde las sombras de su mente.

 

Cuando despertó era aún muy temprano, pero se sentía lleno de energía y tan relajado que su rostro tenia dibujado una brillante sonrisa. Miró al que a su lado dormía profundamente y besó delicadamente los labios entreabiertos.

 

—Gracias. —susurró conmovido.

 

Shinoda no había dormido en toda la noche vigilando su sueño, pendiente de cada movimiento, presto a combatir cualquier pesadilla que decidiera perturbar el sueño de su dulce amor.

 

Quizás por eso ahora dormía profundamente, cansado sí, pero satisfecho por haber cumplido su deber.

 

Mientras Hiroki se vestía despacito para no despertarlo, pensó que iba a convencerlo para que desistiera de su idea de no dormir con él. Quizás era hora de decirle a su hija la relación que ellos dos tenían, después de todo él iba a ser muy pronto su padre.

 

Hiroki abrió la puerta y le dio una última mirada a su novio. Padre era una palabra muy bonita, acaricio su vientre con cariño y atesoró la idea de tener un hijo con aquel hombre que lo llenaba de tantas formas, que lo colmaba de amor, de protección, de dicha.

 

Quizás, no, quizás no cabía con Shinoda. Hiroki tenía la certeza de que esta vez seria todo diferente, de que viviría un embarazo feliz. Era hora de perder el temor, era hora de darle a su cuerpo la tarea que el destino le había asignado, era hora de gestar de nuevo una vida dentro de él. Una vida que sería recibida dentro del amor, la confianza y la felicidad que merecía.

 

Iba sonreído camino al comedor pensado en aquella idea, cuando el mayordomo llamó su atención.

 

—Shinohara sama, el joven Isaka llego hace una hora y lo está esperando en el estudio.

 

A Hiroki le llamó la atención aquella novedad, después de todo Ryu era uno más de aquella familia y se movía por la casa a sus anchas ¿Qué podía estar haciendo en el estudio?

 

—Gracias Tanaka san, por favor lleven el desayuno para allá. —pidió Hiroki cordialmente y preguntó sonriendo. — ¿Mi hija ya despertó?

 

El rostro de Tanaka siempre tan serio y correcto se ablandó al instante.

 

—Ella sigue dormida, pero estaré pendiente y le avisaré en lo que despierte para que pueda desayunar con ella.

 

Hiroki le sonrió y asintió con la cabeza. Cuando el hombre se marchó y Hiroki se dirigió al estudio, iba agradeciéndole a Makoto la vida maravillosa que le había dado. Lo había dejado rodeado de gente que lo cuidaba y le querían y eso era algo invalorable.

 

Al traspasar la puerta del estudio supo que algo malo sucedía, pues el rostro de Ryu lo recibió compungido y demacrado.

 

—Hiroki, gracias al cielo, tienes…tienes que ayudarme. Busca la forma de sacarme del país… por favor…por favor ayúdame.

 

—Ryu ¿Qué ocurre? —preguntó Hiroki, asustado. Ryu parecía estar conmocionado y apretaba sus manos con nerviosismo.

 

— ¿Qué ocurre? —gritó Ryu fuera de sí. —Esto, esto es lo que ocurre.

 

Hiroki miró lo que Ryu había colocado en sus manos, un delicioso aro. Estaba delicadamente cubierto con pequeños diamantes azules, era una verdaderamente exquisita joya, sencilla y perfecta.

 

—Ese maldito me tendió una trampa. —gritó Ryu enardecido y se sentó derrotado en una de los muebles que habían en la habitación. —Habló con mis padres aprovechando que yo estaba en la oficina, cuando llegue a casa todo el mundo estaba reunido celebrando la buena nueva.

 

Ryu volvió a ponerse de pie y caminó desesperado por el estudio.

 

—Lo van a anunciar el sábado en la reunión del Clan ¿puedes creerlo? —Ryu miró a Hiroki con indignación y entonces notó que este sonreía.

 

— ¿Por qué demonios te ríes? —preguntó indignado y a punto de echarse a llorar.

 

Hiroki lo abrazó con ternura y esperó hasta que este se le pasara la rabieta. Ryu recostó la cabeza en el hombro de su amigo y respiró profundo controlando su enojo.

 

—Es un anillo hermoso. —dijo Hiroki unos segundos después tomando la mano de Ryu y poniendo el aro en el lugar en donde debía estar.

 

Ryu alzó la mano y miró el hermoso anillo reluciendo en su dedo, luego dirigió su mirada desesperada hacia Hiroki preguntándole con tristeza mientras dos lágrimas rodaban por sus mejillas.

 

— ¿Dónde me deja esto? No me he casado aun y mírame llorando como niña. Él va a anularme, va a convertirme en un adorno de su prestigiosa casa, en poco menos que una sirvienta, va a convertirme en una…madre.

 

Ryu caminó derrotado y se tiró sobre el sofá haciéndose un ovillo en este.

 

Hiroki se sentó a su lado acariciando su cabello con ternura.

 

—Yo no sé ni siquiera si quiero hacer eso. Nunca lo pensé y ahora él viene y… viene y toma todas las decisiones por mí. —murmuró Ryu apesadumbrado. — ¿Quién se cree que es?

 

—La persona que tú amas y la persona que te ama. —le recordó Hiroki cariñosamente.

 

Las palabras eran tan simples como exactas. Tanto, que Ryu no pudo ni siquiera protestar.

 

—Pero no tiene derecho. — se quejó Ryu.

 

Hiroki se rio y le dio la mano conminándolo a sentarse y a mirarlo con franqueza.

 

—Lo hizo porque si no, tú no lo ibas a hacer. Te dio mucho tiempo, Ryu y la paciencia se le acabó. Tiene cortejándote desde que eran unos adolescentes y te ama desde niño, demasiado y no lo hizo todo a la fuerza secuestrándote.

 

—Tengo miedo. —murmuró Ryu. — ¿Y si no soy suficiente para él? ¿Y si no soy lo que él espera? Mi padre lo adora, todo el mundo lo ve como el señor perfecto. No puedo entender cómo es que me quiere a mí.

 

Allí radicaba todo el problema, en la poca confianza que tenía Ryu en sí mismo y en la poca fe que le tenía al amor inmenso que le tenía Kaoru Asahina.

 

Hiroki tomó su mano apretándola afectuosamente.

 

—Ryu, Asahina san te conoce mejor que tú mismo, ama todo de ti, eso se ve en su rostro cada vez que te mira. Si Misaki estuviera aquí te golpearía por ser tan ciego y terco. Ese hombre solo quiere hacerte feliz, no te cierres a esa posibilidad tan maravillosa.

 

Ryu hizo un mohín de disgusto y suspiró resignado, en el fondo él sabía que era cierto. Kaoru lo amaba y él estaba feliz porque eso fuera así.

 

—Quiero que Misaki y tu sean mis padrinos. —murmuró sonreído. — ¿Dónde está el tonto ese?

 

Hiroki respiró profundo, su semblante se tornó triste antes de responder.

 

—Está en Kioto, se fue ayer en la mañana sin decirle nada a nadie. Dice que necesita estar solo, por unos días.

 

Ryu miró a Hiroki con preocupación.

 

— ¿Solo? Pero ¿Por qué? Yo creí que estaría aquí contigo celebrando el tener a Allegra con ustedes, por cierto con todo esto del compromiso no te he preguntado ¿cómo está la princesa?

 

Hiroki sonrió.

 

—Ella está muy bien, ayer salimos a pasear y está muy contenta con su habitación. Todo el mundo la adora, Ryu y yo me siento muy feliz.

 

—Entonces ¿qué pasa con Misaki? Debería estar aquí contigo. —Ryu se oía molesto, pero de pronto su rostro cambio de expresión. —Hiroki el sábado también se anuncia la próxima boda de Ijuuin Kyo con Shisuku Ishi. Yo sé que Ijuuin y Misaki se veían.

 

Hiroki suspiró, su hermano era muy hermético con sus cosas, no podía saber a ciencia cierta qué era lo que le ocurría.

 

—No sé qué decirte Ryu, Misaki no habla conmigo de esas cosas. Además, hay algo que aún no te he contado, Misaki está esperando un bebé de ese hombre.

 

— ¿De Usami Akihiko? —preguntó Ryu asombrado, Hiroki le respondido con un asentimiento. —Mierda, Misaki cada día me sorprende más. Amarró a ese hombre de todas las formas posibles para que sirviera a sus propósitos.

 

—Un propósito que involucra ahora a un inocente. —se quejó Hiroki con sorna. —No sé ni que tiene planeado Misaki hacer ahora, ni siquiera ha ido al médico para que lo revisen, y me tiene preocupado que todo esto le haga daño a él o al bebé.

 

Ryu miró a Hiroki con condescendencia, a veces parecía que el joven no concia a su hermano.

 

—Misaki de seguro ya tiene todo muy bien planeado. —le dijo Ryu con suavidad.

 

— ¿Entonces porque se fue así? ¿Qué es lo que le preocupa?

 

Ryu no tenía respuestas para aquellas preguntas, pero fuera lo que fuera lo que le estaba pasando a Misaki, Ryu estaba seguro que no tenía que ver con Akihiko o con los planes que este tenía para él.

 

Misaki se dedicó a caminar por Gion unos de los barrios más visitados de la ciudad de Kioto. Las callecitas pintorescas y atestadas de gente se le antojaron relajantes y espantaban un poco su mal humor.

 

Llevaba en las manos unas compras que había hecho para su sobrina y para su hermano. Pensaba regresar al día siguiente para no preocupar más a Hiroki, esperaba haber resuelto sus dudas para entonces.

 

Se sentó en un banco en un colorido parque mirando a los turistas pasar, aquel lugar parecía mágico y eso le gustaba, hacía tiempo que no apreciaba la maravilla de las cosas que le rodeaban.

 

Desde que Makoto había entrado a sus vidas nada le faltaba, dinero le sobraba para comprar lo que quisiera, pero él no había apreciado eso. Él había vivido toda su vida con un propósito y ese propósito se estaba cumpliendo, quizás eso era lo que lo tenía tan confundido, el hecho de que ahora estaba logrando lo que pensó jamás lograría.

 

Su celular sonó y Misaki suspiró, pensando en no responder. Luego se lo pensó mejor, podría ser su hermano y lo menos que quería era preocuparlo. Pero no era Hiroki y sintió cierta aprensión al responder.

 

—Pensé que habíamos quedado en que me darías tiempo.

 

—No recuerdo que dijeras que no podía llamarte. —Le dijo Ijuuin con una sonrisa en sus labios, intuyendo el gesto de disgusto en el rostro de Misaki.

 

—No, no lo dije. —reconoció este. —Pero puedo decirlo ahora, no quiero que me llames, ocúpate de tu prometido.

 

—Solo quería saber cómo te sientes, saber si tú y él bebé están bien.

 

Misaki no pensaba en el ser que crecía en su vientre sino como un instrumento para su venganza, pero Ijuuin lo hacía algo real, con su voz suave y preocupada, con esa imagen que Misaki evocaba soñadora, dulce, romántica. Ijuuin lo desarmaba dejándolo sin defensas, desnudo ante todas las realidades que lo rodeaban.

 

—…estamos bien, el…bebé. Bien, aún no he ido al médico, pero iré cuando regrese.

 

— ¿Cuándo regreses? ¿Dónde estás? —preguntó Ijuuin preocupado al oír el tono de voz de Misaki sintiéndolo vulnerable y cansado.

 

—Estoy en Kioto, necesitaba alejarme para pensar.

 

—Donde te estas alojando, iré para allá. —espetó Ijuuin enérgicamente.

 

Misaki apretó el teléfono sintiéndose de pronto muy cansado.

 

—No quiero que vengas. —murmuró quedamente.

 

—Miéntete todo lo que quieras, a mí no puedes mentirme. Me necesitas y voy a ir quieras o no.

 

Misaki suspiró y finalmente le dijo donde se hospedaba, no tenía sentido luchar contra Ijuuin y menos ahora que se sentía tan vulnerable.

 

—Estaré allí en unas horas por favor descansa, te prometo que no tardaré.

 

Misaki sonrió, Ijuuin lo trataba como si fuera de cristal, era verdad que a veces se sentía muy frágil y vulnerable, pero solo con él, solo para él era ese rostro, esa necesidad ¿Qué significaban aquellos sentimientos?

 

Decidió no pensar en eso y se puso en camino para el hotel, quizás debía hacer lo que Ijuuin le pidió, descansar y esperarlo.

 

Cuando su teléfono volvió a sonar lo contestó con desgano.

 

—Ya voy al hotel deja de fastidiar y vente de una v…

 

—Shinojara Misaki sama, le habla el abogado de Usami Akihiko, quisiera fijar una cita con usted, si fuera posible.

 

Quizás después de todo si necesitaba a Ijuuin para que lo sostuviera una última vez en la luz, antes de caer completamente en la oscuridad de la venganza que había planeado por años.

 

*******

— ¿A dónde vas?

 

A Ijuuin casi se le cae el teléfono al oír aquella voz.

 

¿Cuánto de su conversación había escuchado Ishi y como era que no lo había escuchado entrar?

 

— ¿C-como entraste? —preguntó tratando de sonar normal.

 

Ishi le sonrió con ternura.

 

—Me diste una llave ¿recuerdas? Cuando te enfermaste con aquel resfriado y yo insistí en quedarme unos días para cuidarte.

 

Ijuuin sonrió cuidadosamente, había olvidado aquel detalle.

 

— ¿Tienes mucho rato aquí? —preguntó besando su frente.

 

Ishi le sonrió y tomó su rostro besando sus labios suavemente.

 

—Acabo de entrar. —le respondió serenamente. —No me has dicho a dónde vas. Te oí decirle a alguien que te esperara.

 

—Ah sí, voy a…Osaka. Negocios ya sabes cómo es eso.

 

—Osaka, que bien. —le dijo Ishi sentándose en uno de los muebles del salón. —Podría acompañarte, me encanta Osaka. Además mientras tu estas en tus…negocios, yo puedo comprar cosas para nuestra nueva casa.

 

Ijuuin se puso tenso, pensó que lo mejor era salir de aquello de una vez. No quería herir a Ishi y al diablo con las tres semanas que le había pedido Misaki. No podía ni quería seguir adelante con aquel compromiso.

 

—Ishi yo…

 

El celular del chico sonó interrumpiendo a Ijuuin.

 

—Es mi papá, lo siento Kyo dame unos segundos.

 

Kyo lo escuchó hablar con su padre, sonreír, mencionar los preparativos de la boda y algo que le fue muy conveniente también.

 

—Lo siento Kyo tengo que irme, papá me tenía una cena con la familia de sorpresa y no puedo desairarlos. —Le dijo el chico besando sus labios cálidamente para despedirse. —Que te vaya bien en Osaka y regresa pronto.

 

Ijuuin no pudo más que sonreír y asentir. Cuando el chico salió del departamento corrió a su habitación para hacer una pequeña maleta, ya pensaría en como terminar con ese compromiso cuando regresara de Osaka.

 

Por su parte Ishi pulso el botón del ascensor con los ojos llenos de lágrimas. Había sido una suerte que llamaran para ofrecerle una promoción en aquel momento, el vendedor debió pensar que estaba loco, pero no le importaba, debía evitar que Ijuuin dijera lo que Ishi sabía que iba a decir. Necesitaba tiempo para pensar que hacer.

 

Cuando salió del ascensor en el vestíbulo del edificio, estaba decidido.

 

—Misaki Shinojara y yo vamos a tener una seria conversación. —Se dijo en voz alta, para darse ánimo.

 

Ishi se subió a su auto pensando en toda la conversación que había escuchado. Misaki iba a estar con su prometido aquella noche, pero aún no perdía la guerra y él no era de los que se daban por vencidos fácilmente.

 


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