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DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Holaaaa, yeiii casi llegamos al los 100 mensajes. Gracias a los que se han animado a escribirme a los que no los invito a hacerme saber con sus mensajes si les gusta la historia. Espero tenerlos por aqui y que disfruten el capitulo. Saludos, besos y gracias por leer.

23-Toca mi corazón.

 

—Te esperaré aquí afuera.

 

— ¡No! —pidió Hiroki serenamente. —Vete a la casa, vigilen a mi niña, te llamaré cuando esté listo para regresar.

 

Shinoda estaba de manos atadas, sentía a Hiroki tan lejano, tan desvalido y no podía hacer nada para acercarse a él, para traspasar esa barrera invisible que lo había cubierto desde que salieron de la prisión.

 

Moría por saber que le había dicho Nowaki, quería borrar del rostro de su hermoso novio aquella profunda tristeza que lo marcaba. Por nada del mundo quería dejarlo solo, pero Hiroki ya se alejaba de él, sin una despedida, sin una de sus miradas dulces y apasionadas. Su caminar lento demostraba que Hiroki llevaba un gran peso en su corazón.

 

Shinoda suspiró y se marchó esperando que Hiroki encontrara en aquel lugar a donde había acudido ciegamente, el sosiego que necesitaba.

 

Hiroki se detuvo en el medio de un largo pasillo, este estaba bordeado por un acogedor jardín, la luz del día iluminaba los frondosos árboles y las flores se mecían con el vaivén de la brisa fresca.

 

—Lo está esperando Shinojara sama. —le dijo una mujer alta y regordeta que le sonrió con simpatía.

 

Hiroki asintió con una ligera sonrisa y le dio un último vistazo al jardín antes de seguir a la mujer.

 

—Que maravillosa sorpresa verte mi pequeño ángel.

 

—Yashiro. —murmuró Hiroki casi sin aliento y corrió a cobijarse en los endebles y amados abrazos de quien fuera un padre para él.

 

—Como quisiera ahora no ser este viejo endeble y enfermo, mi ángel. —murmuró Yashiro besando los suaves cabellos de Hiroki. —Agarraría a todos esos miserables que han causado esas lágrimas y los mataría con mis propias manos.

 

Hiroki no estaba llorando y sonrió recostado del tibio pecho al percibir como este se tensaba y los puños que alguna vez fueron fuertes se cerraban con ira.

 

—Viejo pendenciero. —susurró con ternura, acurrucándose más en aquel cálido regazo.

 

Yashiro rio contento, su pequeño niño no lloraba, no, Hiroki estaba hecho de un material muy fuerte, él siempre se lo había dicho a Makoto. Hiroki era más fuerte de lo que ellos pensaban, pero algo lo había llevado hasta allí y el quería saber que era.

 

—Por ti mi pequeño ángel, mataría hasta a la misma muerte.

 

Hiroki rio y besando la mano del anciano se separó a regañadientes del tibio cuerpo para sentarse a su lado en la cómoda cama.

 

—No me molesta que hayas venido. —le dijo el anciano envolviendo las manos de Hiroki con las suyas. —, pero sé que esta no es una visita casual ¿en qué te puede ayudar este anciano?

 

Hiroki apretó las cálidas manos y las besó con dulzura.

 

—Eres el único padre que he conocido, tú me enseñaste muchas cosas, me diste el amor y la guía que solo un padre puede dar.

 

Se puso de pie y caminó hasta un enorme ventanal que estaba abierto de par en par. Cuando supo que su amigo y mentor estaba enfermo no había escatimado en gastos para tenerlo lo más cómodo y cuidado posible. Aquella enorme casa rodeada de un espeso bosque, llena de flores llamativas y de alegres aves fue escogida para hacer los días de Yashiro más felices y llenos de paz.

 

—Recuerdo cuando Makoto tenía que irse de viaje. —murmuró Hiroki mirando el frondoso bosque. —tu sabias que Misaki era independiente y estaba feliz de ser mimado y consentido en aquella enorme casa, pero yo…yo siempre tenía miedo de que Makoto se marchara, siempre temía que no fuera a regresar.

 

Hiroki se sentó en el alfeizar de la ventana y miró con amor al anciano que recostado en la enorme cama lo miraba intensamente.

 

—Me enseñaste a pescar, me enseñaste de literatura y matemáticas. Me contaste mil historias de tu pasado en el ejército. —Hiroki suspiró y sonrió perdido en sus recuerdos. —Me enseñaste a pelear, a no tener miedo. Siempre me decías que Makoto me amaba tanto que sería incapaz de abandonarme, siempre estabas a mi lado, acompañándome, recordándome que ya no estaba solo, dándome valor cuando el calor de Makoto me faltaba.

 

Hiroki suspiró pesadamente y puso una mano en su pecho como si el dolor que estaba conteniendo fuera a escaparse fuera de él.

 

— ¿Tú crees Yashiro, que si Makoto hubiese sabido algo muy horrible de mí, habría sido capaz de abandonarme?

 

—Jamás mi niño. —contestó el anciano sin titubear. —Aun si tú hubieses sido el más vil de los asesinos o una escoria repudiada por el mundo entero, Makoto jamás habría dejado de amarte.

 

Hiroki rio con amargura y giró su mirada hacia el brillante atardecer.

 

—Hiroki ven aquí, siéntate conmigo y dime que es lo que te está atormentando.

 

Hiroki obedeció cándidamente, se sentó despacio al lado del anciano y lo miró con dolor.

 

—Hoy me contaron una historia, Yashiro. Una historia diferente a la que yo conocía. —murmuró quedito. —Esa historia le da un nuevo enfoque a los acontecimientos que cambiaron mi vida. Cuando la escuché, cuando la entendí, tuve que preguntarme hasta que punto es fuerte el amor, hasta donde somos capaces de llegar, de entender, de escuchar, por amor.

 

Hiroki sintió deseos de llorar, pero contuvo el aliento y sosegó su espíritu, tenía mucho que discutir ese día con su padre.

 

—Nowaki me dijo hoy que nos habían tendido una trampa. Su padre falsificó unas pruebas donde me condenaban como un prostituto. Según todo aquello yo me vendía por dinero al mejor postor, he iba a hacer de Nowaki mi siguiente víctima. En aquellos documentos había pruebas fotográficas y uno de mis cómplices era el hijo de mis jefes en aquel momento. El padre de Nowaki hizo ver que el bebé que yo esperaba era de aquel muchacho y ambos en complicidad con la familia de él, habíamos tramado hacer pasar al bebé como hijo de Nowaki para quitarle parte de su herencia.

 

Hiroki suspiró cansado y Yashiro apretó sus manos cariñosamente, instándolo a seguir el relato.

 

—Un tiempo después de que Nowaki se creyera todo aquello y me abandonara, su padre lo buscó y le dijo que tenía pruebas de que el hijo que yo esperaba si era suyo y también le dijo que yo estaba en trámites con una clínica clandestina para vender al bebé.

 

Hiroki apretó los puños y cerró los ojos con fuerza.

 

—Nowaki él…él me creyó capaz de querer vender a mi bebé y por eso fraguó con su padre el detestable plan de encerrarme hasta que mi hijo naciera. Según Nowaki ellos iban a quedarse con el bebé y a mí me darían dinero para que me desapareciera. Después de todo el padre de Nowaki decía que eso era todo lo que yo quería, dinero.

 

Con el corazón desolado se puso de pie y comenzó a caminar por la habitación tratando de controlar su ira, su dolor.

 

—Nowaki niega saber lo que pasó, él dice que jamás ordenó encerrarme en aquel inmundo lugar. Que como estaba herido y furioso se negó a saber nada de mí, pero jamás ordenó que me mataran o encerraran. Creía que yo estaba en una casa segura esperando que naciera él bebé para cambiarlo por el dinero que me daría su padre. Cuando habló conmigo aquella ultima vez, lo hizo porque Fuyuhiko le dijo que yo había amenazado con causarme un aborto si él no hablaba conmigo, le dijo que yo estaba exigiendo más dinero que el acordado y por eso él se negó a escucharme aquel día.

 

Hiroki se sentó en el medio de la habitación sobre un cómodo sofá. Mirando al suelo, cruzó las manos sobre su regazo.

 

—Se disculpó por no haberme escuchado. —murmuró desvalido, triste y cansado. —Si lo hubiese hecho, si me hubiese dado una oportunidad, todo esto podría haberse evitado.

 

No pudo evitarlo, sus ojos se llenaron de finas gotas que lentamente fueron humedeciendo sus pálidas mejillas.

 

—Si me hubiese amado…aunque fuera un poco. —susurró entre sollozos. —Me habría creído, me habría escuchado, no habría dudado de mí…jamás.

 

Hiroki apretó los puños con rabia y luego se puso de pie limpiando las lágrimas de su rostro con violencia.

 

— ¿Qué es el amor Yashiro? —Le espetó lleno de ira, al anciano que lo miraba pacientemente. —El me juró que me amaba, que jamás me haría daño y yo le creí ¡LE CREI MALDITA SEA!

 

Hiroki comenzó a caminar por la habitación violentamente.

 

— ¿Qué es el amor entonces? Un rostro vacío, una palabra sin razón, una mentira disfrazada de sueño, un puñal presto a atacarte por la espalda cuando ya no necesita de ti.

 

Hiroki se arrodilló frente a la cama y ocultó su rostro entre las mullidas sabanas cerca del regazo de Yashiro.

 

— ¿Que es el amor? —murmuró acongojado, mirando entre las lágrimas el rostro apesadumbrado del anciano que ahora acariciaba sus húmedas mejillas. —Nowaki estremeció mi mundo hoy con su confesión, pero no por las verdades que estaban impresas en sus palabras. Fueron las mentiras, Yashiro. Las mentiras que también fueron transparentes en todo lo que me dijo.

 

Yashiro lo tomó de la mano y lo conminó a sentarse a su lado.

 

Con las manos del anciano entre las suyas, Hiroki le dijo con tristeza.

 

—Me pasé todo el camino hacia aquí, preguntándome ¿si es el amor tan débil que frente a una ventisca se doblega? Me hizo pensar si Makoto también me habría traicionado de esa forma de haber estado en el lugar de Nowaki. Me hizo pensar en Shinoda, en todo lo que hemos vivido y…

 

Yashiro negó con la cabeza.

 

—Ve hacia esa pared y quita el cuadro que pende de ella. —le pidió el anciano a Hiroki. —la clave es ab1408z.

 

Hiroki obedeció, abrió la pequeña caja fuerte que se ocultaba tras el cuadro.

 

—Tráeme la cajita café que descansa al final de todos esos papeles.

 

Cuando Hiroki se sentó de nuevo en la cama, le entregó la pequeña caja a Yashiro.

 

—No, ábrela, eso te pertenece.

 

Hiroki la abrió con un dejo de temor y cuando se encontró con el objeto que allí descansaba, miró a Yashiro sin entender.

 

El anciano con su mano temblorosa sacó la pequeña peineta de la caja. Una rosa de cristal brillaba con destellos de luz que contrastaban con los rayos del sol que iluminaban la habitación. Yashiro la colocó cuidadosamente en el suave cabello de Hiroki y sonrió.

 

—Makoto volvió a tu casa cuando ya estabas recuperado, según él fue a ver si no se te había quedado nada que pudieras extrañar. Según yo, fue a buscar esa pequeña peineta.

 

El anciano acarició con amor el rostro hermoso de su ángel.

 

—De no haber sido por el destello de luz que lanzó esa rosa y lo encandiló esa noche, él no te hubiese visto. —Le contó Yashiro sonriéndole dulcemente. — Cada vez que pensaba en eso se estremecía con temor. No volvió a ser el mismo desde que salió de esa habitación aquella noche, pasó horas caminando como un zombi por la mansión, me habló de tu mirada, de tu piel, de lo hermoso que eras. Jamás habló de tus lesiones o mencionó que fueras un prostituto, para él simplemente eras el muchacho hermoso que robó su corazón en un segundo. Cuando por fin fue a buscarte y te supo seguro a su lado, recobró la paz que había perdido cuando te dejó en aquel lugar.

 

Yashiro tomó la mano de Hiroki y la besó con ternura.

 

—Makoto te amaba con un amor tan inmenso que solo el de Shinoda puede comparársele en intensidad. Esa peineta era su amuleto. Cuando estaba contigo yo se la guardaba porque él tenía miedo que si tú la veías te sentirías triste por los malos recuerdos. Cuando se iba de viaje la llevaba con él, porque él consideraba que era como llevarse un pedazo de ti, el que obró el milagro de haberlos juntado. Esa pequeña rosa era su amuleto, lo que lo mantenía cuerdo cuando tenía que alejarse de ti por negocios, al igual que tú, el sentía temor de que al regresar a su hogar tú ya no estuvieras allí.

 

Yashiro sonrió indulgente pensando en su buen amigo.

 

—Sí, el gran Makoto Shinojara, que todos veían como un hombre indestructible, tenía un solo temor en su vida, y ese era perderte. Antes de morir me pidió que guardara la peineta y se la diera a Shinoda cuando fueran felices, para que él recordara el amor tan grande que Makoto te había tenido, para que supiera que tú eras un milagro, su milagro.

 

Le sonrió a Hiroki con amor.

 

—Makoto te conocía más que tú mismo, limpió tu nombre y te dio una vida nueva. Jamás dudes de su amor y créeme cuando te digo que Makoto Shinojara jamás, jamás habría faltado a la promesa que hizo en el altar el día que se casó contigo, él té honró, te amó y te protegió hasta que la muerte lo separó de ti.

 

—Entonces es verdad. Era el amor de Nowaki el que fue una mentira desde el principio. Una mentira que lo llevó a creer en las falsas pruebas de su padre y que lo hizo condenarme sin siquiera escucharme. —Dijo Hiroki con una mueca de desprecio en su rostro.

 

—Era solo un muchacho…

 

— ¿Lo justificas? ¿Justificas todo lo que me hizo? —preguntó Hiroki al anciano, indignado por lo que intuía era una defensa a algo imperdonable.

 

—No mi niño, intento entenderlo. —le dijo el anciano pacientemente. —Él cometió un error muy grave al no creer en ti y ahora lo está pagando con creces.

 

—Y yo lo odio Yashiro, si es posible creo que lo odio aún más ahora que se toda la verdad de lo que ocurrió.

 

—Eso es mucho rencor, mucho odio para un corazón tan dulce como el tuyo mi pequeño ángel. —le dijo el anciano con suplica. —Escúchame mi niño, ahora que estoy a un paso de enfrentar la muerte miro las cosas con diferente perspectiva. No te pido que olvides lo que te ocurrió, pero ahora que finalmente ya sabes porque él actuó de esa forma, intenta perdonarlo. No por él, hazlo por ti, el odio envenena la mente, el cuerpo, el odio no te dejará ser feliz. Toma esta oportunidad que te dio la vida para que puedas ser feliz al lado del hombre que te ama.

 

—Shinoda. —murmuró Hiroki.

 

Yashiro sonrió y asintió.

 

—Si mi niño, créeme que ese hombre ha esperado muchos años por ti, te ama y te hará feliz justo como Makoto hubiese deseado que fueras.

 

Hiroki suspiró y se recostó del pecho de Yashiro, este lo abrazó dulcemente cobijándolo entre sus brazos.

 

—Yashiro yo…creo que estoy esperado un bebé.

 

Yashiro sonrió lleno de felicidad.

 

—Así que finalmente es eso por lo que has venido.

 

Hiroki se separó de sus brazos y sonriendo asintió.

 

—El viejo debe estar feliz allá donde este.

 

— ¿Tú crees, Yashiro? —preguntó Hiroki apesadumbrado —Tenía miedo de decirlo, hasta de pensarlo, sentía que… siento que traicioné a Makoto, yo sé que él quería que tuviéramos un hijo pero…

 

—Tonterías, Hiroki. —espetó Yashiro desestimando los miedos de Hiroki. —Makoto siempre supo que tendrías más hijos, pero no con él y cuando se supo enfermo rogó para que cuando el muriera, consiguieras enamorarte de Shinoda. Makoto sabía que si alguien te haría feliz, ese sería Shinoda.

 

— ¿Puedo pedirte algo, Yashiro? —murmuró Hiroki recostándose de nuevo del regazo de su padre.

 

—Lo que sea mi niño.

 

—Aún no te vayas. — rogó el joven entre lágrimas. —Te necesito conmigo y tu nieto también te necesita.

 

Cuando Hiroki, comenzando la noche, abordó el automóvil que lo esperaba, sonrió, recordando las palabras del anciano.

 

“Le pediré un permiso especial a la vieja parca, para que me permita quedarme en este mundo un tiempo más y por lo menos ver a mi nieto nacer”

 

Suspiró tranquilo porque conociendo al viejo terco ese, iba a lograr que la muerte le diera una extensión. Sonriendo emprendió el regreso a su casa donde lo esperaba el amor y nuevos planes.

 

“— ¿No vas a perdonarlo verdad?

 

—Jamás, Yashiro, no puedo.”

 

Yashiro se había quedado pensativo recordando el rostro decidido de su pequeño ángel. No había ido hasta allí buscando consuelo por lo que acababa de descubrir. Nowaki se había hundido si se podía un poco más con su confesión.

 

Hiroki había ido hasta allí buscando un padre, un amigo, eso que le reafirmara el amor de Makoto, que lo ayudara a perdonarse por estar esperando un hijo, un hijo que le negó a Makoto porque aún no estaba listo.

 

 

—Si no perdonas a ese hombre no vas a poder ser totalmente feliz, mi pequeño ángel. —Murmuró Yashiro con tristeza. —Ese hombre no ha sabido sino traer desgracias a tu vida. Ojala y jamás lo hubieses conocido.

 

Yashiro no era el único que pensaba aquello.

 

—El maldito de Nowaki, ese hombre jamás debió cruzarse en el camino de mi hermano. —vociferaba Misaki iracundo paseándose furioso por el estudio.

 

—Misaki por favor cálmate, hazlo por…

 

—No se te ocurra terminar esa oración. —Le espetó Misaki furioso a un Ryu que lo miró preocupado y ansioso.

 

—Recuerda que Hanari está en la casa, podría escuchar tus gritos y descubrir lo que aún no queremos que sepa.

 

—Que su padre es una rata. —murmuró Misaki entre dientes, mirando a Shinoda con rabia por recordarle lo inconveniente de su rabieta.

 

Shinoda suspiró cansado y salió del estudio donde todos estaban reunidos esperando el regreso de Hiroki. Caminó hasta la entrada de la mansión y se paseó por los jardines principales, su mente estaba en blanco, esperando, rogando para que Hiroki regresara sano y salvo a sus brazos.

 

En medio de su caminata escuchó el rugido de un motor y suspiró tranquilo. Hiroki regresaba con la escolta que había enviado a buscarle. Se detuvo y esperó a que los autos entraran a la mansión.

 

—Shinoda sama. —le saludó el guardia principal.

 

Shinoda lo ignoró, caminó a abrirle la puerta a su novio y sonrió cuando vio que este lo miraba con una pacífica expresión.

 

Hiroki salió del auto y Shinoda lo envolvió en un cálido abrazo.

 

— ¿Conseguiste lo que fuiste a buscar?

 

Le susurró Shinoda al oído. Hiroki asintió y sonrió recostado en el amplio pecho de su novio, pensando en que esa noche cuando estuvieran a solas, le daría la peineta que Yashiro le había dado y le diría que tendrían un bebé muy pronto.

 

Misaki respiró con alivio cuando vio entrar a su hermano en el estudio, pero su alivio se convirtió en indignación cuando escuchó las horas siguientes todo lo que este le relató.

 

—Antes de que el guardia de seguridad fuera a buscarle. —les contó Hiroki para finalizar su historia. —lo último que me dijo es que se arrepentía de no haber confiado en mí y que me pedía perdón por todo lo que su padre me había hecho.

 

— ¡Todo eso es mentira! —espetó Misaki con violencia, golpeando con su pequeño puño la mesa frente a él.

 

Hiroki de pie frente a la ventana no se inmutó ante el estallido de su hermano. Shinoda sentado junto a Ryu en uno de los sofás sólo arrugó el ceño sin decir palabra. Ryu suspiró recostándose del sofá cansadamente, aquel había sido un largo día.

 

Misaki se puso de pie y caminó hasta su hermano, lo tomó del hombro y lo hizo girarse para que lo mirara de frente.

 

—¿Le creíste todo ese cuento?

 

Hiroki lo miró por unos segundos antes de responder.

 

—Le pedí a Miyagi que fuera a la casa Usami y buscara en todos partes. Si Nowaki está diciendo la verdad, estoy seguro que Fuyuhiko Usami conserva las falsas pruebas con las que me inculpó, si eso es verdad de seguro las tendría guardadas para utilizarlas cuando lo necesitara.

 

Misaki lo miró con indignación.

 

— ¿Si todo eso es verdad? ¿Estas escuchándote? —gritó Misaki fuera de sí. — ¿y entonces qué? ¿Consigues las pruebas y que pasa? ¿Vas a olvidar todo lo que pasó?

 

—Misaki por favor cálmate.

 

— ¡Dejen de decirme que me calme, maldita sea! —gritó Misaki furioso— Contesta mi maldita pregunta ¿vas a perdonar a ese desgraciado?

 

Hiroki sintió que el cansancio de aquel día lo aplastaba de un solo golpe, los reproches de su hermano, las palabras de Nowaki, el peso de las decisiones que tenía que tomar.

 

Misaki lo vio palidecer y asustado lo llevó a sentarse en un cómodo sillón. Shinoda corrió a servirle agua. Misaki iba a marcharse pues no quería discutir más con su hermano ese día, pero Hiroki tomó su mano y le impido irse.

 

— ¿Crees que podría perdonarlo? —le preguntó sereno —Después de todo lo que me pasó, de lo que nos pasó ¿crees que podría olvidarlo todo con una simple disculpa?

 

Misaki suspiró y se sentó al lado de su hermano.

 

—Aunque esas pruebas existan, aunque todo eso sea verdad. Nunca…nunca podre perdonarlo, Misaki. —Hiroki apretó el vaso de agua que le había dado Shinoda, entre sus manos y miró a todos los que estaban en la habitación. —Me siento como si estuviera al final de una pesadilla. Después de correr y correr por años finalmente abrí la última puerta. Siempre me pregunté por qué Nowaki me había tratado de aquella forma, ahora tengo la respuesta y aunque de cierta forma es inocente, también es culpable. Culpable por no haber creído en mí, culpable por no escuchar, por no haber sido fiel a sus promesas de amor.

 

Misaki escuchó aquellas palabras con un dejo de tristeza, pero también con complacencia, porque él tampoco le iba a perdonar a Nowaki todo lo que hizo pasar a su hermano. Mucho menos ahora que sabía el porqué de todo aquello.

 

— ¿Que vas a hacer ahora?

 

Hiroki se tomó despacio el agua.

 

—El abogado de Nowaki fijó otra cita para dentro de una semana. Quiero tener las pruebas en mi poder antes de eso, como un instrumento más para hundir a Fuyuhiko Usami y toda su familia, pero también necesito que Nowaki confíe en mí para así poder averiguar cuáles son las conexiones que aún tienen afuera. Necesito alejar el peligro de mi hija.

 

Misaki se puso de pie y sonrió con alivio.

 

—Eso déjamelo a mí, mañana mismo iré a hablar con Akihiko Usami y si es posible lo sacaré de la cárcel para utilizarlo por un tiempo hasta que logremos erradicar a todos los que siguen a los Usami.

 

— ¿Y luego qué? —preguntó Ryu consternado.

 

—Lo volveré a hundir en la cárcel, donde debe estar, pero claro, eso él no lo sabe.

 

A Hiroki y a Misaki no les pasó desapercibida la mirada aprensiva de Ryu.

 

— ¿Te parece demasiado malvado mi plan? —preguntó Misaki con un tono cargado de sarcasmo y de molestia.

 

Ryu negó rápidamente. Hiroki notó algo raro en su amigo y quiso saber que era.

 

—Misaki no molestes a Ryu. —le pidió a su hermano con suavidad, luego se dirigió a Ryu. —Dime que te preocupa Ryu, somos amigos sabes que puedes decir lo que quieras.

 

El joven abogado se tensó un poco pero finalmente con un suspiro dejo salir sus dudas.

 

—Hoy cuando te estaba esperando, pedí los archivos del caso y me puse a leerlos, yo sé que Takahiro es el que lleva todo eso pero sentí curiosidad. —Ryu retorcía las manos con nerviosismo. —La verdad es que en todo lo que leí y pude revisar no hay nada que condene a Akihiko o a Nowaki Usami, nada que diga que ellos fueron cómplices en cualquiera de los negocios sucios de Fuyuhiko.

 

— ¿Quieres decir que son inocentes? ¿Qué no están involucrados en los negocios fraudulentos de su familia? —preguntó Misaki con desdén.

 

—Podría ser una posibilidad. —murmuró Ryu con un dejo de temor.

 

Hiroki miró a su hermano y este le dijo sin rastro alguno de preocupación.

 

—Si resulta que Akihiko ha sido víctima de su familia, pues servirá para el propósito que se le asignó y luego será dejado en libertad, sea culpable o no es un peón más en esta guerra y lamentablemente para él ya no puede escapar. No puedo decir lo mismo de Nowaki, a la luz de los nuevos acontecimientos sabemos que el viejo Fuyuhiko es capaz de manipularlo y usarlo para sus propósitos, puede que no haya pruebas escritas, pero quien manejaba los negocios en Londres era Nowaki y eso tú lo sabes.

 

Ryu asintió pues él también había pensado lo mismo.

 

—Si, según todo lo que hemos investigado, como abogado es Nowaki el que se hizo cargo de la mayoría de negocios y propiedades que tenían en Londres y muchos de los documentos encontrados tienen la firma de Nowaki Usami. —Aun a riesgo de importunar a Misaki, Ryu terminó de exponer sus dudas. —, pero es Akihiko Usami de quien no tenemos pruebas que lo inculpen y… para ser sincero, desde que he estado estudiando todo el movimiento de la importadora siempre he pensado que Akihiko Usami no tiene que ver con los negocios fraudulentos de su padrastro.

 

Hiroki se quedó pensativo, mientras que Misaki no tenía nada que pensar.

 

—Eso está por verse. —dijo con resolución. —Mañana mismo iré a verle, hablaré con Takahiro para que consiga que tramiten una fianza solo para él y lo sacaré de la cárcel. Antes de que Hiroki vuelva a hablar con Nowaki ya sabremos quienes son los hombres de Fuyuhiko que están buscando acercarse a Allegra.  

 

—Misaki. —le llamó Hiroki cuando lo vio ponerse de pie para marcharse.

 

—Tengo un trabajo pendiente Hiroki, solo esperaba que tu regresaras para marcharme. —Le espetó a su hermano con molestia.

 

— ¿Que trabajo? y ¿Qué vas a hacer con ese hombre cuando lo saques de la cárcel mañana? —Hiroki no estaba dispuesto a dejarlo ir.

 

Misaki suspiró y se volvió para encarar a su hermano.

 

—No es de tu incumbencia el trabajo que voy a hacer. —levantó la mano callando así la protesta de su hermano. —En cuanto a que voy a hacer mañana, ya eso está decidido, me iré por un tiempo a mi departamento en el centro. No voy a traer a ese hombre aquí donde está mi sobrina y para mantener la farsa debo seguir viviendo con él.

 

Misaki besó la mejilla de Hiroki dejándolo perplejo cuando se marchó sin decir nada más.

 

Cuando bajó la escaleras sintió deseos de devolverse, no quería causarle más preocupaciones a Hiroki, pero una llamada en su celular lo hizo desistir.

 

—Está todo listo Misaki sama, lo estamos esperando.

 

—Voy en camino. — murmuró y colgó rápidamente. Ya hablaría con su hermano después, ahora era momento de saber algunas verdades y el hombre que tenían sus hombres atado y amordazado en un viejo galpón, tenía las respuestas que necesitaba.

 

Mientras conducía hasta el desolado paraje iba pensando en las palabras de Ryu, a regañadientes tuvo que reconocer que había motivos para pensar que Akihiko era inocente ¿Cómo lo dejaba entonces aquel hallazgo? Había arriesgado mucho para perder el camino andado. Akihiko como bien lo había expresado era un peón luchando en una guerra en la que quizás nunca debió estar involucrado.

 

—En las guerras siempre caen inocentes. —murmuró decidido. —aunque resultes inocente ya es muy tarde para echarme atrás.

 

Misaki pensó involuntariamente y en todo el camino hacia su destino en lo poco que conocía a Usami Akihiko, rememoró cada uno de sus encuentros y se encontró cada vez más convencido de que había detalles que había dejado pasar. Detalles que ciertamente hacían de Akihiko Usami alguien muy ajeno a la porquería de la peor calaña que era Fuyuhiko.

 

“Debo ir con cuidado de ahora en adelante”

 

Pensó al bajarse del vehículo y ser recibido por uno de sus hombres

 

“Quizás deba deshacerme de Akihiko Usami más rápido de lo que pensé antes de que se vuelva una verdadera amenaza”

 

Decidió con firmeza y su rostro se tornó inexpresivo cuando recibió su arma de mano de otro de sus hombres y caminó hasta una figura que yacía en medio de la semioscuridad atado a una silla.

 

—Así que tú eres la escoria que se atrevió a acercarse a mi hermano. Tienes mucho que contarme, basura, antes de que respires por última vez.

 

Aquella voz siniestra sería lo último que escucharía aquel hombre y se estremeció de terror por lo que sabía, le esperaba.

 

******

 

El celular de Ryu sacó a todos del silencio que había dejado Misaki al marcharse.

 

—Ok, ya voy a bajar. —murmuró el joven a quien le llamaba.

 

Hiroki le sonrió cuando este se apresuró a abrazarle.

 

—Tengo que irme, vino Kaoru a buscarme. —se disculpó sonriendo con un ligero sonrojo.

 

—Gracias por haberme acompañado hoy. Saluda a Asahina san de mi parte.

 

Ryu asintió y sonriendo se despidió de Shinoda antes de marcharse.

 

Cuando finalmente se quedaron a solas, Shinoda se acercó para envolver a Hiroki en un dulce abrazó.

 

—Como está Yashiro. — preguntó besando los suaves cabellos de su amor.

 

—Viejo y terco. — susurró Hiroki con una sonrisa. —me prometió que haría un trato con la parca para no morirse antes de…

 

Hiroki pensó que no era el momento de decir lo que debía decirle a Shinoda, no así estando tan casado, no ese día que había sido tan difícil.

 

— ¿Antes de? — le preguntó Shinoda separándolo un poco de él y mirándolo enamorado.

 

— Antes de que yo sea feliz. — murmuró Hiroki ofreciéndole sus labios.

 

Shinoda aceptó la ofrenda y lo besó suavemente por un largo rato.

 

Hiroki se separó a regañadientes de los apasionados besos y suspirando se recostó en su pecho.

 

—Voy a ir a ver a mi hija y luego tú y yo visitaremos una pequeña cabaña en el bosque ¿te parece?

 

—Te espero en la sala. —le dijo Shinoda dándole un último beso.

 

El último beso que le daría en mucho tiempo.

 

Hiroki caminó hasta la habitación de su hija sonriendo, esa noche le daría la sorpresa a Shinoda, esa noche comenzaría a ser feliz. Antes de entrar a la habitación acarició la rosa que descansaba en su bolsillo. Estaba seguro de que Shinoda sería feliz con la idea de ser padre y muy pronto cuando todo estuviera arreglado y su niña supiera la verdad, ella también se alegraría de tener una hermanita o un hermanito.

 

Al entrar encontró la cama hecha a pesar de que su niña debería estar durmiendo, la luz de un mensaje titilaba en un celular sobre la cama. Hiroki reconoció el celular, era de Shinobu, se lo había visto muchas veces.

 

Supo de inmediato que algo andaba mal y tomó el teléfono para leer el mensaje.

 

“Ella está con nosotros, si sigues las ordenes que te daremos no le pasara nada”

 

Decía el primer mensaje, Hiroki con dedos temblorosos leyó el siguiente.

 

“Llama a este número cuando veas el mensaje. Nadie entró a tu casa, ella se salió sin que nadie se diera cuenta, cree que su papá es quien le escribe, si no quieres que sepa toda la verdad seguirás las instrucciones”

 

Hiroki se sentó en la cama y con un aplomo que no sentía llamó.

 

—Hiroki kun… Hiroki kun, estoy con Shinobu kun, perdona por salir de la casa así, es que mi papi quería verme y quería que fuera sorpresa por eso me escape. Lo siento si te asuste, estoy en…

 

De inmediato le quitaron el teléfono a la niña y otra voz habló serena.

 

—Ve a jugar con Shinobu kun, Hanari, yo le diré a tu tío donde estamos para que venga.

 

Hiroki escuchó como el hombre le hablaba a su hija, supuso entonces que era alguien conocido y esperó aprensivo las instrucciones que este le daría.

 

—Te enviaré un mensaje con una dirección, a donde iras solo. Entiende esto, si vas con alguien ella pagará las consecuencias, tienes una hora para llegar.

 

—¿Quién es usted? — preguntó Hiroki, pero no hubo respuesta, pues el hombre ya había colgado.

 

Tenía que moverse y moverse rápido, pero primero tenía que desaparecer sin levantar sospechas. Trató de sosegarse y bajó las escaleras con rapidez. Shinoda lo esperaba en el salón.

 

— ¿Listo para escaparnos? — preguntó el hombre abrazándolo con ternura.

 

Hiroki tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no pedirle ayuda, tenía que pensar en su hija.

 

—Yo...yo lo siento, Shinoda, pero estoy muy cansado, creo que mejor iré a dormir, este día ha sido muy largo y…

 

—Está bien mi amor, lo entiendo. — le dijo Shinoda sonriéndole. —Ve a dormir, tenemos mucho tiempo por delante para escaparnos a nuestra casita en el bosque.

 

—Gracias…hasta mañana.

 

Hiroki sonrió y le dio la espalda para subir con toda la tranquilidad que pudo reunir, las escaleras. Quince minutos después, salió por el jardín trasero y trepando el amplio muro se perdió en el bosque que circundaba la casa, al llegar a la avenida corrió hasta que avistó un taxi.

 

Con el corazón desbocado le dio la dirección al hombre y esperó que nadie en la casa se diera cuenta de su ausencia hasta que estuviera con su hija.

 

 


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