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DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Aqui les dejo el segundo regalito espero lo disfruten.

El silencio tiene voces.

 

Es difícil dormir cuando tu mente no para, cuando en el silencio de la noche murmuran voces que no sabes de donde provienen.

 

Hiroki abre los ojos, aun las escucha, ha despertado de su sueño superficial, pero no, no estaba soñando. Puede escuchar aun esos murmullos, esas voces que no sabe que le dicen, pero que siente es importante.

 

Cuidadosamente se pone de pie, mira a la cama donde hasta hace pocos segundos dormía y encuentra la figura serena de un hombre. Debería sonreír, siente que debería ser feliz, pero el problema está en que su corazón no siente, no entiende. Poco a poco, en el transcurrir de los días se ha ido sintiendo más y más intranquilo. No lo serenan sus sonrisas, sus caricias no le llenan, su cercanía física lo colma de temor, sus besos que recordaba cálidos y dulces le dejan con una sensación de desasosiego que lo ahoga. Su cuerpo lo rechaza y no entiende por qué.

 

Camina sin hacer ruido fuera de la lujosa habitación, aquel impersonal apartamento lo asfixia. Lo ve como una lujosa jaula donde se siente atrapado. Se asoma cuidadosamente en la habitación de su hija y la mira dormir, serena, feliz, como un ángel. Con ella es diferente, no la conoce, no sabía nada de ella hasta hace poco, pero siente que la ha amado desde siempre, siente que ella es lo más importante de su vida.

 

¿Lo más importante?

 

No, y lo sabe al tocar su vientre, allí también hay amor, hay ilusión, allí también hay alguien importante, que ama con adoración. Besa a su hija cuidosamente y sale silencioso de la habitación. Camina sigiloso por los oscuros pasillos y finalmente sale hasta una pequeña terraza. El paisaje podría ser mágico, si sus ojos lo miraran con interés, pero no, no le importan las largas avenidas atestadas de árboles frondosos y adornados por la luz nocturna.

 

Hace frio, pero eso tampoco le perturba. Es la sensación de sentirse atrapado lo que lo abruma, lo que mantiene su mente en constante conflicto. Es como haber enloquecido, como encontrarse en medio de dos vidas, la real y la que su mente le mantiene oculta tras una puerta que por más que intenta no logra abrir.

 

Su cabeza empieza a doler, como cada vez que intenta forzar unos recuerdos que se niegan a acudir a él.

 

¿Quién es ahora? ¿Quién fue en esos diez años que ha perdido?

 

Misaki le dio escuetas explicaciones. Nowaki lo tranquiliza diciéndole que todo llegará a su tiempo. Su médico le dice que es inútil forzar las cosas y se siente enfermo con todo el mundo tratando de decidir por él. Golpea su puño contra el duro barandal de piedra y siente que la desesperanza se apodera de su corazón.

 

Tiene miedo de recordar, lo reconoce cuando después de su pequeño arrebato de ira, se deja caer en el frio suelo de la terraza y suspira. Mirando el oscuro manto que cubre el cielo, se sosiega. Necesita pensar con claridad, ha estado muchos días obnubilado, se ha sentido mucho tiempo inmerso en una burbuja, desapegado de sí mismo, como si de verdad hubiese enloquecido y se mirara desde el exterior en esa pantomima en la que se había transformado su vida.

Necesita retomar las riendas de sí mismo. Necesita hacer preguntas y necesita respuestas. Sabe que va a ser difícil. Es con Nowaki con quien debe comenzar, es él quien concentra gran parte de sus inquietudes.

 

— ¿Por qué no quieres a nuestro bebé?

 

Susurra despacio, la pregunta que ha deseado muchas veces hacer. Nowaki se muestra osco y frio en cada momento en el que su embarazo es tema de conversación. Se desvive por su hija, eso es absoluto pero ¿por qué rechaza al bebé que esperan?

 

Hiroki cierra los ojos y respira profundo, tratando de reunir fuerzas. Tiene que ser valiente, pues su vida está en un punto muerto. Comienza desde cero, no tiene un pasado al que aferrarse y su futuro es tan incierto, que lo abruma.

 

—También está Misaki. — se recuerda con nostalgia. Como si su conversación interna lo llevara a reafirmar en voz alta que tiene que solucionar las cosas con los que ama.

 

— ¿Por qué me está evitando? ¿Qué pasa que no quiere hablar conmigo?

 

Se pregunta, cansado de tratar de explicarse el frio comportamiento de un hermano que apenas reconoce como el niño dulce de trece años que una vez fue.

 

—Estoy cansado. —murmura tristemente. —y deberías estar en la cama durmiendo, no aquí con este frio.

 

Hiroki se sobresalta al oír esa suave voz, con un ligero tono de reproche. Cuando ve al dueño de la misma de pie en la puerta de la terraza, siente de nuevo esa sensación de temor. Las voces en su mente no se apagan, se vuelven un zumbido, atropelladas, incoherentes, como si gritaran todas a la misma vez. Pero no las entiende, no las entiende y allí está su desgracia, porque él sabe que debe oírlas, debe saber lo que ellas le dicen, es importante, es necesario que entienda su mensaje, lo necesita si desea salir ileso de la trampa en la que está siendo envuelto sigilosamente.

 

—No podía dormir. —se disculpa mientras intenta ponerse de pie y cuando la mano de Nowaki toma la suya para ayudarlo, no puede evitar el escalofrío de rechazo que hiela su piel.

 

A Nowaki tampoco le pasa desapercibido el respingo que hace Hiroki, siente su mano helada, dura y su mirada se ha vuelto cauta, temerosa.

 

— ¿Quieres que te prepare un té?

 

Hiroki niega con la cabeza y separa suavemente su mano de la de Nowaki. Sonríe componiendo su rostro para evitar que sus temores trasciendan.

 

—No, no te preocupes, supongo que es porque no he parado de descansar. Quisiera comenzar a hacer algo productivo, sabes que me gusta trabajar.

 

—No te hace falta trabajar.

 

La respuesta de Nowaki le parece un poco brusca, pero no hace comentario al respecto. Suspira, dibuja una tenue sonrisa y camina hacia el interior del departamento con Nowaki siguiéndole silenciosamente.

 

—No sé nada de la persona que soy ahora, Nowaki. — Le dice suavemente, cuando ya en el interior de la habitación, se dispone a volver a la cama —. Tengo dinero y todas esas propiedades y puedo darme lujos que ni siquiera soñé, pero en mi mente sigo teniendo diecisiete años.  En ese tiempo trabajaba para vivir y lo disfrutaba. Disfrutaba trabajar, ganarme la vida.

 

Nowaki se sienta a su lado y suspirando toma su mano.

 

—No sé qué hacer ahora, no sé cómo llegó ese dinero a mí, no sé qué hacer con él o con mi vida. —le dice Hiroki con tristeza, cuando lo ve tratando de buscar algo que decirle.

 

—No pienses en nada de eso ahora, date tiempo. Con el tiempo todo volverá. Haremos recuerdos nuevos.

 

Y allí esta esa respuesta que tanto lo exaspera, ese beso que lo deja frio, el rostro hermoso que tanto amó y que ahora lo amenaza, que ahora lo lastima.

 

—Sí. — responde con una media sonrisa y se acomoda entre las sabanas para intentar dormir o por lo menos para fingir que lo hace. Todo para evitar que Nowaki lo mire, para evitar que lo siga tocando, para no pensar en que poco a poco se alejan más.

 

******

La mañana llegó sin ningún contratiempo y sin saber cómo había logrado dormir un poco.

 

— ¡Buenos días mami! —lo despierta una voz cantarina y risueña.

 

—Buenos días tesoro. —le saluda con una genuina y feliz sonrisa y acomodándose en la cama recibe la bandeja llena de un delicioso desayuno que su hija le trae, feliz.

 

—Papi y yo te hicimos el desayuno, todo nutritivo para que mi hermanita crezca muy grande y sana.

 

Allegra no tiene problema alguno con su embarazo, como hermana mayor se ha encomendado la tarea de cuidar de su mamá y de su hermanito por venir. Ella ha sido atenta y se ha mostrado ilusionada en todo momento con la llegada del nuevo miembro de la familia.

 

“¿Familia?”

 

Hiroki aparta con una sonrisa los tristes pensamientos y besa cariñosamente el rostro feliz de su hija.

 

—Gracias mi niña hermosa, tu hermanito y yo te lo agradecemos mucho.

 

—Hermanita, mamá, hermanita. —Lo corrige ella con un dramático gesto de fastidio.

 

Hiroki río esta vez emocionado. Allegra no ha parado de decir que su mamá tendrá una niña, para que ella pueda vestirla y ponerla hermosa, como si de una muñeca se tratase.

 

—Está bien cariño, tu hermanita. —la abraza y besa sus sonrojadas mejillas. —pero si es un hermanito también lo querrás ¿verdad?

 

Allegra compone un mohín de disgusto, luego de pensarlo unos segundos, responde.

 

—Los niños son unos latosos, pero sí, claro que lo voy a querer mucho.

 

— ¿A quién vas a querer mucho?

 

— ¡Papiiii! —gritó desaforada lanzándose a los brazos de su padre que la recibe con una hermosa y feliz sonrisa. —Estábamos hablando del bebé ¿Tu qué quieres que sea, niño o niña?

 

Y esa respuesta la esperó Hiroki ansioso, pero no fue lo que deseaba escuchar.

 

—Mi niña traviesa ¿porque no dejas comer a tu mamá con tranquilidad? Ve a cambiarte para que cuando mamá termine salgamos de paseo.

 

Hiroki ocultó su decepción dándole una probada al desayuno que ya no se le hacía tan apetecible.

 

— ¿Vamos a salir? —preguntó sereno, cuando Allegra salió de la habitación dando gritos de emoción.

 

Nowaki le dio la espalda y comenzó a sacar ropa del closet.

 

—Sí ¿no recuerdas que te comente ayer que iríamos a dar un paseo por los museos?

 

—Eso ya lo hicimos hace unas semanas.

 

—No los visitamos todos. —respondió Nowaki, tenso.

 

Hiroki sabía que mentía, no habían parado en todo aquel mes de visitar todos los parques, museos, plazas, galerías que había en Londres. Parecía que Nowaki buscaba mantenerlo ocupado y también agotado, porque aquellos paseos lo desgastaban físicamente, aunque su mente se empeñara en mantenerse alerta.

 

— ¿Por qué no nos quedamos hoy en casa? Estoy un poco cansado y quisiera llamar a Misaki…

 

— ¡No!

 

El grito y la negativa de Nowaki lo sobresaltaron, pero la inoportuna aparición de su hija, dejó en el aire más interrogantes en la mente de Hiroki.

 

—Mami podemos ir al Museo de historia natural, hay un dinosaurio y un montón de animales, es enorme y…

 

Hiroki dejó de escuchar la perorata de su hija, mientras buscaba respuestas en la mirada de Nowaki, pero este solo le dio la espalda y siguió acomodando la ropa que se pondrían.

 

—Si mi princesa, iremos al Museo de historia natural. —respondió Nowaki tranquilamente, sin percibir la molestia de Hiroki ni su preocupación.

 

Allegra le sirvió de distracción pues parloteaba emocionada sentada en la cama con Hiroki. Este no pudo hacer más que tomarse el té que Nowaki le había servido y pensar silenciosamente en la conversación que era obvio debían tener.

 

—Te dejaré la ropa en el baño para que te cambies y te arregles, ya verás que nos vamos a divertir.

 

Hiroki sintió deseos de abofetearlo cuando con el mayor cinismo y como si nada hubiese pasado, besó su frente y salió de la habitación.

 

—El agua está calentita, te das un baño,  te pones hermoso y salimos los tres, es tan emocionante.

 

Hiroki sonrió ante el entusiasmo de su hija, pero Allegra no pudo notar que aquella sonrisa estaba afectada, no pudo ver el miedo y la preocupación en los ojos de su madre ¿Cómo podría? Su inocencia lo hacía ver todo color de rosa y aquello para ella debía ser una aventura maravillosa.

 

Según lo poco que le habían contado ellos, habían estado separados un tiempo, no le habían dado mayores detalles, pero entendía porque la niña a veces se sentía tan apegada y posesiva con él.

 

—¿Por qué no buscas un suéter para ponerte? recuerda que el clima es frio y seguro volveremos tarde.

 

Allegra asintió y salió corriendo de la habitación. Hiroki se puso de pie y recogió la bandeja con los restos de su atrofiado desayuno. Iba a dejarlos sobre la cómoda pero decidió llevarlos él mismo a la cocina y esa decisión lo ayudó a escuchar algo que lo encaminaría a despertar de su letargo.

 

—Hola tío Usagui…muy bien, aquí en Londres todo es divertido, papi dice que no regresaremos a Japón.

 

Hiroki se detuvo en medio del pasillo cuando escuchó la voz emocionada de su hija.

 

¿No regresarían a Japón? ¿Cuándo Nowaki había tomado esa decisión? Y ¿por qué no le había consultado nada?

 

—No tío Usagui, no puedo ponerte a mi mami porque aun duerme, mi Tío Misaki también llamó y le dije lo mismo. Mami últimamente duerme mucho, es por el bebé ¿sabes?

 

¿Misaki había llamado? ¿Por qué no se lo pasaron?

 

Hiroki apretó con violencia la bandeja que sostenía entre sus manos.

 

—¿Con quién hablas, Hanari?

 

Hiroki se estremeció al escuchar la voz de Nowaki y lo perturbó como siempre escuchar aquel nombre con el que a veces llamaba a su hija. Caminó para ocultarse en una pequeña habitación que estaba en medio del pasillo y que fungía de comedor. Esta se comunicaba con la cocina y con la sala donde estaban Nowaki y su hija con pequeñas puertas que para fortuna de Hiroki, estaban cerradas, pero que le permitían escuchar la conversación que llevaban a cabo aquellos dos.

 

—Es el tío Usagui, papi, quiere hablar con mami, ya le dije que estaba durmiendo.

 

Hiroki pudo notar cierta nota de fastidio en la voz de su hija y se preguntó desde cuando estarían negándole las llamadas. Sabia poco de Usami Akihiko, había cruzado pocas palabras con él, pero era el hermano de Nowaki y más aún el esposo de Misaki, siendo familia no entendía porque no le permitían hablar con él. Y Misaki ¿Cómo es que su hermano le había llamado y no le habían avisado, ni siquiera le habían dicho nada?

 

—Déjame hablar con tu tío.

 

—Sí, voy a buscar un suéter, mami dijo…

 

La voz de su hija se interrumpió y luego Nowaki habló con suavidad.

 

—Anda, ve a tu habitación, te avisaré cuando estemos listos para salir.

 

Hiroki pudo escuchar el tropel que hizo su hija al correr a su cuarto y se acomodó pegado a la puerta, para escuchar lo que le diría Nowaki a su hermano.

 

—¿Qué quieres? …Ya te dijo mi hija que está dormido…No es mi culpa que llames en momentos inopor… ¿me estas amenazando?...¿porque no nos dejan en paz? Hiroki aquí es feliz conmigo y con nuestra hija…Misaki me odia y va a hacer todo lo posible por separarnos, tú lo sabes…Pues mientras esté en mis manos Hiroki no va a volver a hablar con Misaki… No me amenaces Akihiko, tú sabes que soy yo el que tiene el poder en sus manos… No serias capaz de hacerle eso a Hanari… ¡No voy a volver a Japón, maldita sea!... Akihiko si me obligas voy a desaparecer con Hiroki y con mi hija, no nos encontrarán jamás… Hiroki creerá lo que yo le diga… ¡Él no va a recuperar la memoria jamás!... Si te atreves a hacer eso… ¡Akihiko!…!Akihiko!… ¡Maldita sea!

 

Hiroki corrió con el corazón acelerado hasta el interior de su habitación, dejó la bandeja tirada sobre la cómoda y se encerró en el baño con el corazón latiéndole a mil.

 

Los pedazos sueltos de aquella conversación lo tenían entre el asombro y la histeria ¿Qué era lo que le estaban ocultando? ¿Por qué Nowaki estaba comportándose de aquella manera?

 

Los golpes a la puerta a la que se mantenía recostado muerto de miedo y de asombro, lo sobresaltaron.

 

— ¿Hiroki, amor, ya estás listo? Allegra y yo te estamos esperando.

 

Hiroki trató de respirar con calma, tenía que hacer algo, pero Nowaki no podía darse cuenta de su intranquilidad, no podía saber lo que estaba pensando.

 

—S-si ya…ya casi estoy listo. — afirmó a través de la puerta, rogando para que Nowaki le creyera y se largara.

 

—Bien, te esperamos en la sala, no te tardes mucho. Ya verás que nos vamos a divertir.

 

Hiroki cubrió su boca con la mano tratando de ahogar los gritos de ira, indignación y miedo que pugnaban por salir. Se dio un baño rápido y se arregló en automático, tratando de pensar sobre la marcha que iba a hacer.

 

Para cuando salió del baño aun no tenía claro que debía hacer ¿debía confrontar a Nowaki? ¿Preguntarle el porqué de su comportamiento irracional? Caminó con pasos débiles a la sala y allí los encontró sonriendo alegremente. Se sintió mal por pensar que eran dos conspiradores que buscaban mantenerlo encerrado en aquel lugar, incomunicado de sus seres queridos, ajeno a una realidad que desconocía.

 

—Ah, allí estas, que bueno que ya estás listo. Allegra ya empezaba a pensar que no íbamos a ir al museo.

 

Hiroki trató de sonreír cuando su hija corrió a abrazarle, pero su sonrisa salió como una mueca y Nowaki se inquietó.

 

— ¿Pasa algo, Hiroki? ¿Te sientes mal?

 

“Dímelo tú, Nowaki, dime que pasa, dime porque me tienes aquí secuestrado.”

 

Habría querido gritarle aquellas dudas a Nowaki, pero algo en su mente le advirtió que no lo hiciera, que no se pusiera en evidencia.

 

—Solo estoy cansado. Insisto en que deberían ir ustedes y dejarme en casa descansando.

 

Nowaki no mostró emoción alguna. Sonrió con suavidad y se puso de pie para abrazarlo y besarlo en unos labios que se le antojaron secos y temblorosos, pero que no le advirtieron que algo malo estuviera pasando.

 

—Si tú te quedas, nosotros también, no vamos a dejarte solo ¿verdad Allegra?

 

Hiroki sintió los pequeños bracitos de su hija abrazándole y no supo porque las palabras de Nowaki le parecieron una amenaza. Sintió repulsión y las náuseas amenazaron con hacerlo devolver lo poco que había comido. Hizo todo un esfuerzo para recomponerse y sonreír.

 

—No quiero arruinarles el día, vamos, pero tratemos de no volver tarde.

 

En ese punto sabía que debía huir. Lamentaba pensar en dejar a su hija, pero no sabía hasta qué punto estaba ella implicada en lo planes de Nowaki y alertarla seria como anunciarle a Nowaki su deseo de huir. Le dolía toda aquella situación, pero en ese instante solo había cabida para la increíble sensación que tenia de escapar de aquel lugar.

 

Las ideas agarrotadas en su mente tomaron forma cuando llegaron al ascensor.

 

—O-olvide algo, bajen ustedes, ya los alcanzo.

 

— ¿Qué olvidaste? — preguntó Nowaki, suspicaz.

 

—Yo…u-una bufanda. —Hiroki agradeció que su mente estuviera despejada y lo ayudara a pensar rápido. —Sí, el clima está frio y solo con el suéter no basta.

 

Nowaki no pareció creerle mucho, por un momento Hiroki pensó que insistiría en ir con él, pero la suerte lo favoreció.

 

—Está bien, búscala y te esperaremos abajo.

 

Hiroki sonrió y caminó con toda la serenidad que pudo reunir hasta el departamento. Suspiró con alivio cuando se vio en el interior de este y corrió hasta la habitación. Lo primero era su pasaporte, sin eso no podría viajar. Lo encontró en las gavetas del escritorio de Nowaki, junto con algunas tarjetas de crédito que estaban a su nombre. Tomó el pasaporte y una de las tarjetas tratando de dejar todo como estaba. Necesitaba dinero efectivo, pensó frenético y corrió al closet para ver si entre las chaquetas o pantalones de Nowaki, conseguía algo que le permitiera moverse en el transporte urbano.

 

Cuando estaba de rodillas revisando el armario oyó con sobresalto la voz de Nowaki.

 

—Las bufandas están en los cajones.

 

La mano que sostenía el pasaporte y la tarjeta comenzó a temblar con violencia, sintió que no podría huir de allí, tuvo terror por primera vez por lo que estaba pasando y quiso gritar de frustración. En un momento de lucidez, intentó controlarse, como estaba de rodillas dándole la espalda a Nowaki metió el pasaporte y la tarjeta en el bolsillo de su suéter esperado que Nowaki no hubiese notado aquel movimiento. Tomó unos guantes que ni sabía que estaban allí y se dio la vuelta con una gran sonrisa.

 

—Estaba buscando unos guantes, el frio en la noche se hace más fuerte y conociéndolos vamos a llegar tarde.

 

Su voz salió con aplomo y su sonrisa pareció convencer a Nowaki que lo miraba extrañado.

 

—Tus guantes también están en el cajón. —Nowaki sacó una bufanda y un juego de guantes de un cajón, extendiéndoselos a Hiroki. —Esos son míos.

 

Nowaki quito de sus manos el par de guantes que Hiroki apretaba como si de un salvavidas se tratase y le dio la bufanda y los otros guantes con una galante sonrisa.

 

—Tus manos son muy pequeñas para estos.

 

Hiroki sintió el beso que Nowaki le dio en las manos como si de un jarrón de agua helada se tratara. Aun así sonrió con amabilidad.

 

—Sabes que a veces se me olvida donde están las cosas.

 

—Sí, eres un olvidadizo, siempre has sido así.

 

¡Él no va a recuperar la memoria jamás!

 

Hiroki recordó las palabras que le había escuchado gritar a Nowaki.

 

Y te conviene que yo no recuerde ¿verdad? pero ¿Por qué? ¿Qué es lo que quieres que olvide?

 

—¿Nos vamos? —lo conminó Nowaki sacándolo de sus pensamientos.

 

Hiroki asintió y se dejó llevar, no había nada de que despedirse porque no volvería a aquel lugar.

 

No demostró sus nervios en ningún momento del camino. Llegaron al museo y pareció disfrutar genuinamente del paseo y del entusiasmo de su pequeña hija. La disfrutó hasta que la oportunidad perfecta se presentó. Nowaki estaba tomando algunas fotografías, estaban en una de las galerías del museo y un grupo enorme de estudiantes se acercaba junto con un guía. Allegra miraba entusiasmada una vidriera, Hiroki se acercó y la besó dulcemente.

 

—Te amo mi niña. — le susurró con amor.

 

Ella le miró complacida y el tumulto de personas los alcanzó. Sus manos unidas se soltaron y Hiroki desapareció entre el barullo y la gritería de los jóvenes que llenaron el lugar. Nowaki que los estaba observado desde lejos lo perdió de vista unos segundos y ya no le vio más. Cuando llegó hasta donde estaba su hija, esta también buscaba a Hiroki.

 

—Me tenía de la mano papi, no sé qué pasó. — respondió ansiosa a su azoradas preguntas.

 

Hiroki salió casi sin aliento del museo. Paro el primer taxi que pasaba y le grito frenético al conductor.

 

—Al aeropuerto por favor.

 

Cuando recobró el aliento y la calma, pensó que ya estaba hecho, había huido y ¿ahora qué?

 

Comprar el boleto no fue difícil, lo malo fue que no consiguió vuelo para ese día, todos partían al amanecer del día siguiente. Decidió pasar la noche en un hotel y rogar para que Nowaki no lo encontrara.

 

Con eso en mente se paró en una cabina y llamó a Misaki. En ese punto estaba cansado, triste y asustado.

 

Se sintió aliviado cuando por fin escuchó la voz de su hermano.

 

—Misaki, regreso mañana, por favor búscame en el aeropuerto, el vuelo llega a las seis de la tarde.

 

Cuando Misaki le preguntó que pasaba y le informó sus planes de ir a verle, ya no pudo aguantar la rabia y el dolor que sentía. Ahogó un sollozo entre sus manos y como pudo respondió.

 

—Ese es el problema Misaki, que Nowaki no me dijo nada, que Nowaki ha estado ocultándome muchas cosas, como por ejemplo tus llamadas. —Respiró profundo y pensó en su bebé, había estado muy alterado todo aquel día, necesitaba calmarse. Con aplomo le habló otra vez a su hermano —No puedo hablar mucho Misaki, pasaré la noche en un hotel, ya tengo el pasaje para Japón, te veo mañana hermano y vamos a hablar de muchas cosas.

 

Cuando colgó con Misaki se sentía más tranquilo, tenía un plan y el camino hacia las respuestas que necesitaba, en sus manos. Tal vez esa noche si lograría dormir, pues las voces parecían haberse apagado, a lo mejor era eso lo que habían estado gritándole por tanto tiempo.

 

“Huye”

 


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