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DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola, ya volvi y regresare pronto, lo prometo, espero les guste. Besos y gracias por leer.

—No entiendo porque no podemos verlo, papi.

 

El tiempo se estaba haciendo largo y a Nowaki se le estaban terminando las excusas. Esa mañana su hija estaba haciendo más preguntas que de costumbre y sus ojitos tristes estaban rompiéndole el corazón.

 

—Recuerda que él ha pasado por un proceso muy difícil. Después del accidente el…

 

—Papi yo entiendo todo eso, pero ¿porque se fue así? ¿Acaso fue por mí? Ya no me quiere? ¿No quiere que sea más su hijita?

 

Nowaki la abrazó con amor, conteniendo el deseo que sentía de gritar su frustración.

 

—Hiroki te adora mi niña hermosa, eso nunca lo dudes. — susurró besando sus dulces cabellos.

 

Allegra se acurrucó en el regazo de su padre, sintiéndose insegura e infeliz.

 

—Desearía que de verdad fuera mi mamá, así me recordaría, así me querría de verdad, papi.

 

Nowaki se tensó al escuchar aquella suplica.

 

“Tenemos que jugar un juego con tu tío Hiroki, mi niña, el quedó muy mal después del accidente y no nos recuerda. Hay muchas personas, personas malas intentado alejarlo de nosotros, pero no podemos permitir eso. Hiroki nos ama y pasaron muchas cosas que aún no puedo contarte, así que necesito que me ayudes, necesito que me sigas en lo que voy a hacer, para recuperar a tu tío ¿Me ayudaras?”

 

Había engañado a su hija en el momento justo en el que se enteró que Hiroki no recordaba nada. Era la oportunidad para recuperar lo que había perdido y su hija era el arma perfecta. Aunque no quería utilizarla, no le quedaba otra salida, con el tiempo jugando en su contra se había inventado toda aquella trama, pero no contaba con que Hiroki huiría tirando por tierra todos sus planes.

 

La niña se separó del regazo de su padre y lo miró con confusión.

 

—Papi ¿Por qué te odia tanto el tío Misaki? ¿Que son esas cosas que pasaron que no podías contarme antes? Si pudiéramos hablar con el tío Hiroki, tú crees que…

 

La mente de Nowaki trabajaba a mil por hora, tantas preguntas, tanta inocencia, tanto amor que podría ser destruido en un minuto con toda la sórdida historia que se escondía detrás de todo aquello.

 

—No quiero hablar de eso ahora Hanari. Esas son cosas que una niña como tú no podría entender.

 

La niña lo miró dolida.

 

—Pero papi, el tio Hiroki nos odia, por eso huyó de nosotros y yo necesito saber qué pasa... —Los ojos de Allegra se llenaron de lágrimas de indignación. —No soy una niña, ya tengo once años, hice lo que pediste, te seguí en todo, incluso deje que cambiaras mi nombre ¿Porque el tio Hiroki me llama Allegra? ¿Por qué me pediste que fingiera que era su hija? ¿Por qué nos mantienen alejados de él? Quiero que me digas la verdad.

 

Finalmente había pasado lo que él había intentado por todos los medios evitar. Su hija estaba sufriendo y tenía un montón de preguntas que él no podía responder. No, sin decirle una verdad espantosa y si le mentía, seria enredarse más en aquella telaraña de engaños, que lo estaba envolviendo.

 

— ¿Por qué no volvemos a Londres? Allá está nuestra vida ¿recuerdas? Allá éramos felices.

 

Allegra limpió las lágrimas de sus ojos, mirando asombrada a su padre.

 

— ¿Y el tio Hiroki?... y la bebé, yo…yo los quiero, papá. En este tiempo me acostumbré a pensar en el cómo mi mamá y me gustaba la idea de tener una hermanita. Yo quiero ver al tio Hiroki, papá. Quiero hablar con él, tal vez si yo le explico que no queríamos que nos apartaran de él, el ya no nos odie más.

 

Nowaki se sintió entre la espada y la pared, era su corazón de padre el que sufría. La tomó de las manos mirándola con ternura y se decidió a seguir mintiendo, pues no podía hacer nada más.

 

—Ya te dije que Hiroki no te odia mi amor. Él te ama, te ama mucho, porque él es… es tu mamá. Tu mamá de verdad.

 

Ella lo miró entre el asombro y la confusión.

 

—Ven, vamos a sentarnos, tengo que contarte como pasaron las cosas.

 

La llevó hasta un sofá y se sentaron, el muy tenso, ella ansiosa por escuchar aquella historia que cambiaría las cosas.

 

—Mi esposa era una persona muy frágil, muy enfermiza y no podía tener hijos. Nosotros no teníamos una buena relación, peleábamos mucho. Hiroki era un joven muy dulce y hermoso, siempre me apoyaba cuando ella y yo discutíamos. Así fue como nos enamoramos y de aquel amor, llegaste tú. Todo el mundo se puso furioso, con ambos por lo que había ocurrido. Entonces la familia decidió que cuando tú nacieras, mi esposa debía quedarse contigo.

 

La niña estaba asombrada y dolida.

 

— ¿Y, él… él aceptó eso? ¿Dejó que lo alejaran de mí?

 

Nowaki negó con la cabeza.

 

—Lo obligaron y a mí, ella estaba muy enferma y nos hicieron ver que no podíamos seguir haciéndole daño. Nos amábamos, pero tuvimos que separarnos. Así que cuando tú naciste, él fue enviado fuera del país. Le ordenaron no volver, le pidieron que se olvidara de ti. Por eso te llama Allegra, pues ese es el nombre que deseaba ponerte, y por eso me odia tu tio Misaki, porque le hicieron mucho daño a Hiroki al alejarlo de ti.

 

Allegra se quedó en silencio, pensativa. Nowaki tomó su mano, besándola cariñosamente.

 

—El tio Misaki seguro no debe querer que el ti…que mi mamá recuerde todo lo que pasó, porque debió dolerle mucho haber tenido que dejarme.

 

Nowaki asintió aliviado. Todo aquello era una mentira, pero se acercaba mucho a lo que de verdad ocurría.

 

La niña se acercó hasta su papá y lo abrazó despacio.

 

—A ti también te dolió dejarlo ir ¿verdad papi? ¿Te quedaste por mí?

 

Nowaki la abrazó, conteniendo su dolor. Por mentirle, por traicionar su inocencia.

 

—Eres lo mejor que nos pasó, y yo te amo. No podía dejarte, eras un recuerdo de él, la parte más hermosa de nuestro amor.

 

Ella sonrió feliz y besó la mejilla de su padre con emoción.

 

—Gracias papi, gracias por contarme esto, por amarme. Ahora que lo sé todo, vamos a luchar por recuperar a mamá. Vamos a demostrarle al tio Misaki que lo amamos y que no lo lastimaremos más.

 

Nowaki no estaba tan optimista, las sombras de la verdad se ocultaban por los rincones y habían muchos que lo querían muerto.

 

******

 

— ¿No ha llamado más, el desgraciado ese?

 

Akihiko y Miyagi negaron con la cabeza. Misaki suspiró, cerrando los puños con impotencia, mientras miraba por la ventana como su hermano se subía al pequeño carro que lo llevaría a la cabaña del bosque.

 

—Hoy lleva un libro. —observó una voz tras él.

 

Misaki relajó sus hombros tensos.

 

—Ahora le lee a Jane Austen.

 

Tanto Akihiko con Misaki sonrieron. Pero Misaki no sentía alivio.

 

—Hoy me preguntó si podía llamar a Nowaki, quiere ver a su hija.

 

Akihiko lo tomó de la mano y lo llevó despacio hasta el pequeño comedor. Miyagi se despidió silencioso y los dejó a solas, mientras Akihiko le servía el desayuno a su atribulado esposo.

 

—No tengo hambre. —se quejó Misaki.

 

—Sí, si tienes.

 

Misaki suspiró cansado. Tomando con desgano el vaso de jugo.

 

—Esto se está prologando demasiado Akihiko. Ya no sé qué hacer. Mi hermano está muy triste por no ver a su hija y confundido por sus sentimientos hacia Shinoda. No podemos decirle quien es y mientras tanto también se siente mal por Nowaki, por el amor que cree tenerle, el amor que recuerda. Ese maldito amor que murió hace ya tantos años. Siento que si yo fuera el que estuviera en su lugar, ya me habría vuelto loco.

 

Akihiko puso unas tostadas en el plato de Misaki y suspiró.

 

—Tu hermano es una persona muy fuerte, Misaki.

 

El aludido estrelló su puños sobre la mesa, haciendo que todo el contenido del plato callera sobre la misma.

 

— ¡Sí, carajo, lo sé! Todo el mundo me repite lo mismo. Pero yo lo conozco, yo lo tuve moribundo en mis brazos muchas veces, destrozado, mancillado, roto. Yo se lo vulnerable que es, lo mucho que ha sufrido. Quien mejor que yo para saberlo, yo que sufrí todo eso con él.

 

Akihiko lo abrazó cuando empezó a llorar. Después de un rato, calmado y desahogado, Misaki lo miró agradecido.

 

—Gracias por no decir nada, lo necesitaba. Estoy harto de “todo pasará pronto” “él es fuerte” “las cosas se arreglaran”

 

Akihiko le sonrió con dulzura.

 

—Estoy aquí para ti, para apoyarte, sabes que cuentas conmigo.

 

Misaki asintió y miró hacia la ventana, donde una brisa fresca, levantaba las blancas cortinas.

 

—El tiempo es nuestro enemigo ahora. Temo que su mente despierte en cualquier momento. Ahora que ya sabe lo de Makoto, ahora que sospecha que Shinoda fue alguien importante en su vida. Se acerca a una verdad que no quiero que conozca aun. Me gustaría que terminara su embarazo en paz, que los disfrutara, que fuera feliz.

 

Akihiko se sentó a su lado y tomó su mano apretándola con calidez. No podía decir nada, no tenía que decir. No podía cumplir los deseos de Misaki y después de la conversación que había tenido con Nowaki hacia pocas horas, sabía que tiempos difíciles se avecinaban.

 

Mientras tanto, Hiroki se acercaba como cada mañana, a su lugar feliz.

 

—Buenos días, Shinojara sama. — le saludó el enfermero.

 

Hiroki ya se había habituado a aquel saludo formal, a la existencia de aquel apellido que aunque no recordaba sentía como suyo. Se sentía un poco más cerca de sí mismo, dentro de las paredes de aquel hogar.

 

—Buenos días, ¿cómo está el paciente hoy?

 

El joven esbozó una triste sonrisa.

 

—Igual, Shinojara sama.

 

Hiroki asintió y caminó hasta la habitación que ya conocía de memoria. Todos los días la hacía llenar de flores y esa mañana lindos tulipanes lo recibieron con sus exuberantes colores.

 

—Ummm, hoy son tulipanes. — murmuró complacido al ver el colorido espectáculo. — ¿Te gustarán los tulipanes?

 

Hiroki se acercó al durmiente y besó su nívea frente.

 

—Buenos días. — le susurró con una dulce sonrisa y caminó hasta la ventana, para abrir las cortinas de par en par.

 

—La brisa esta deliciosa esta mañana y hace un día precioso, ojalá pudieras verlo.

 

Hiroki suspiró y admiró el lindo paisaje, el riachuelo corriendo por entre las rocas, los árboles frondosos bordeando el extenso bosque, las flores en una verde pradera, el cielo azul e inmenso, sin nubes. Acarició su vientre con amor, cuando su hijo comenzó a moverse y sonrió. Se sentía en paz cuando entraba a aquel lugar y era por eso que regresaba cada día, ciegamente, llevado por una fuerza invisible que lo llevaba hasta aquel hombre que no recordaba.

 

Se acercó hasta la cama y acarició el rostro dormido e indefenso. Apartó los mechones rubios de su despeinado cabello. Delineó con sus dedos, la fuerte barbilla y los cálidos labios. Apartó su mano con renuencia y lo miró por unos segundos.

 

—Hoy es una historia romántica, te va a gustar, ya verás.

 

Se sentó en la silla y abrió el libro, comenzó a leer con su voz suave y dulce y olvidó que el mundo afuera existía.

 

—Señor, en el portón principal está ese hombre, pero hoy vino con la niña.

Misaki se puso de pie indignado, Akihiko lo tomó de la mano, antes de que hiciera algo impulsivo.

 

—Yo le pedí que vinera. — le dijo a su esposo.

 

—Tanaka déjanos solos. —ordenó Misaki, sin dejar de mirar a Akihiko. Cuando el mayordomo salió, se soltó de la mano de su esposo con furia.— ¿por qué demonios hiciste eso?

 

Akihiko se esperaba esa reacción, así que no se inmutó ante la ira de Misaki, se sentó en la orilla del escritorio mirándolo con seriedad.

 

—Hablé con Nowaki anoche, el me llamó, Hanari está muy angustiada porque no ha podido ver a Hiroki.

 

—Allegra, ella se llama Allegra y no ha podido verlo porque su padre se niega a traerla, sino entra con ella. Tú sabes que Hiroki no quiere hablar con él.

 

Akihiko asintió.

 

—Lo sé y por eso Nowaki me llamó anoche, está dispuesto a traer a… Allegra y a dejarla aquí, vendrá a buscarla cuando lo llamen.

 

Misaki entrecerró los ojos, algo mas había allí.

 

—¿Que no me estás diciendo? ¿Por qué de pronto se volvió tan colaborador el maldito cretino ese?

 

Akihiko respondió, aunque no quería hacerlo.

 

—Nowaki me contó anoche que había hablado con ella y me dijo lo que había hecho para que ella lo ayudara a participar en la farsa que elaboró, para que Hiroki creyera que están juntos.

 

Misaki se sentó en una silla, esperando escuchar lo que su esposo tenía que contar.

 

Akihiko suspiró con cansancio.

 

—Resulta que hasta anoche, Allegra seguía pensando que Hiroki era su tio. Nowaki le pidió que fingiera que Hiroki era su madre y que le siguiera el juego para que pudieran estar juntos, no le había contado toda la verdad hasta a noche cuando la niña llorando le preguntó porque tú lo odias tanto y porque no le dejamos ver a Hiroki.

 

Misaki abrió los ojos con horror.

 

— ¿Se… se atrevió a contarle la verdad? Ese loco infeliz le conto toda esa horrible historia a una niña. Hasta donde piensa llegar ese mal nacido…

 

— No Misaki cálmate, no le dijo nada de lo que ocurrió realmente.

 

Ahora si estaba confundido Misaki.

 

— ¿Entonces que verdad le dijo?

 

Akihiko cerró los puños con impotencia.

 

—No le dijo más verdad que esa donde ella si es realmente su hija, pero lo disfrazó todo con más mentiras y Allegra se creyó todo. Por eso están aquí, ella estaba deseosa de ver a su mamá y ella cree… cree que…

 

 

—¿Cree que, demonios? termina de armar este maldito rompecabezas.

 

—Ella cree que puede arreglar las cosas entre ustedes, cree que puede hacer que perdones a Nowaki y vuelvan a ser todos felices.

 

Misaki estaba ahora realmente confundido.

 

—Y ¿Por qué cree poder lograr eso? ¿Qué fue lo que le contó la basura de su padre?

 

Akihiko le relató la disparatada mentira que se había inventado Nowaki. Misaki no salía de su asombro, pero mientras más escuchaba se fue convenciendo de que allí tenía la oportunidad que tanto había buscado. Aquella que lo llevaría a destruir a su peor enemigo y sacarlo para siempre de la vida de Hiroki y de su hija.

 

Nowaki, se tensó cuando el enorme portón de la mansión Shinojara se abrió, dando paso a un muy serio Miyagi.

 

—Shinojara sama los espera en el salón principal.

 

Les dijo con seriedad, mientras los guiaba hasta el interior de la casa. Allegra iba tomada de su mano, un poco asustada pero deseosa de ver a su madre. Estaba feliz de ahora tener la certeza de que Hiroki era lo que siempre había deseado que fuera, su mamá.

 

Cuando cruzaron las puertas de la sala, no era Hiroki quien los esperaba y ambos visitantes se sintieron decepcionados y tensos.

 

—Adelante, tomen asiento. —les invitó Misaki con una afable sonrisa. —¿quieren tomar algo?

 

Nowaki negó con la cabeza y Allegra aferrada con fuerza a la mano de su padre, solo se limitó a mirar a su tío Misaki con un dejo de temor y vergüenza.

 

—Cariño, no me mires así, imagino que ya tu papá te contó como fueron las cosas ¿verdad?

 

Ella asintió levemente.

 

Misaki sonrió y se acercó a ella tomando su mano con ternura.

 

—Entonces ahora sabes que estamos del mismo lado, querida. No somos enemigos, yo te quiero mucho.

 

Ella le sonrió y se soltó de la mano de su padre para abrazar a Misaki con ternura.

 

—Siento lo que paso tío Misaki, siento lo que hice. Es que no queríamos que nos alejaran de mi mamá. —Sonrió con alegría y apretó emocionada las manos de Misaki. —Estoy tan feliz ahora que sé, que de verdad es mi mamá.

 

Misaki acarició el rostro de su sobrina con cariño.

 

—El también estará muy feliz de verte, te ha extrañado mucho estos días. Ahora tienes que prometerme que nunca más vas a hacer nada como esto de nuevo. Hiroki te ama mucho y no merece que le mientan o lo lastimen, ya ha sufrido suficiente.

 

Misaki no pudo evitar que su voz sonara un poco dura y amarga. La niña lo miraba con sus ojos grandes y expresivos, llenos de disculpa y también un poco de temor.

 

Nowaki iba a intervenir, pero Misaki clavó su mirada en él, con un odio y una advertencia tan profunda, que las palabras se quedaron atrapadas en su garganta.

 

—No lo haremos más, tío Misaki. Papi me explicó todo lo que pasó y entiendo por qué no lo quieres, pero el vino a disculparse ¿verdad papi? Queremos que…

 

—Todos volvamos a ser felices, como una gran familia.

 

Murmuró Misaki, con una sonrisa dura y fría dirigida solo a Nowaki.

 

Allegra rio contenta, Nowaki tragó saliva, tratando de deshacer el nudo en su garganta. Akihiko miraba todo, esperando intervenir si algo se salía de control. Misaki caminó hasta Nowaki aún con la dura sonrisa en sus labios.

 

—Fue muy amable de tu parte contarle todo a Allegra, porque ¿le contaste toda la verdad, no es así?

 

Nowaki sabía que si Misaki pudiera, ya lo habría matado. En aquella mirada solo había odio, promesas de tortura y dolor, era como si Nowaki pudiera ver el infierno que prometían aquellos ojos.

 

—Misaki. —le llamó Akihiko y el aludido sonrió, respirando profundo.

 

—Allegra, imagino que te quedarás esta noche. Ya mande a preparar tu habitación ¿porque no subes y te cambias para que juegues un rato en la piscina mientras llega tu mamá?

 

Ella miró a su padre, titubeando un poco.

 

—Te tenemos una sorpresa. — le dijo Misaki, sonriéndole a Miyagi para que dejara pasar a quien afuera, esperaba ansioso.

 

La niña gritó feliz, al ver quien entraba a la habitación. Shinobu había seguido al servicio de los Shinojara, después del secuestro y posterior tiroteo. La niña lo quería y el chico había demostrado ser inocente y muy servicial. Otra de las cosas que lo habían mantenido en aquel lugar, era su relación con Miyagi, que a pesar de ser reciente, le confería un toque más de confianza.

 

—Shinobu kun. —gritó Allegra, abrazándolo con emoción.

 

El rio contento y la cargó, dando vueltas con ella, emocionado.

 

—Hola pequeña princesita, estoy feliz de verte.

 

—Llévala a su habitación Shinobu kun, para que se cambie, así juegan un rato en la piscina. Hiroki llegará más tarde.

 

— ¿Donde esta mamá?

 

Misaki se acercó y besó con cariño sus rosadas mejillas.

 

—El está atendiendo unos asuntos importantes, pero vendrá pronto y se pondrá feliz de verte.

 

Shinonbu y Allegra salieron riendo y conversando. Hasta que sus voces felices se perdieron por las escaleras, Misaki no cambió su expresión risueña y serena. Cuando ya no les escuchó más, puso su mirada hosca sobre Nowaki.

 

—Sabes que estas vivo solo por ella ¿verdad?

 

Nowaki no se amilanó.

 

—No vine a discutir, yo solo quería que ella viera a Hiroki, ha estado muy preocupada y…

 

No lo vio venir, el golpe cayó sobre su rostro y fue a dar al suelo con el labio roto.

 

—No digas su nombre, te queda muy grande, asquerosa basura. — murmuró Misaki, cerniéndose sobre él con la pistola que siempre llevaba consigo, entre sus manos.

 

Miyagi seguía impávido, apostado en la entrada de la sala. Akihiko se había quedado paralizado al ver el violento ataque, pero aun así, no intervino.

 

—No sé qué estas tramando. Cada vez te enredas más en tus mentiras. No sé por qué trajiste hoy a la niña, con qué fin oscuro la estarás utilizando…

 

—Hanari…Hanari quería ver a…

 

Otro golpe se estrelló sobre su rostro.

 

—Allegra, infeliz, ella se llama Allegra…

 

— ¡Misaki!

 

Justo cuando Misaki iba a propinarle otro golpe a Nowaki, Hiroki entró a la habitación, mirando horrorizado el violento espectáculo.

 

Ya era tarde para guardar la pistola, el rostro golpeado y el labio partido de Nowaki tampoco podían esconderse. Misaki lo miró entre la preocupación y la ira, por haber sido descubierto.

 

Hiroki caminó hasta Nowaki, justo cuando Akihiko apartaba a Misaki de él.

 

— ¿Qué está pasando aquí? —preguntó, mientras ayudaba a Nowaki a ponerse de pie. — ¿Por qué lo estabas golpeando? y ¿de dónde demonios sacaste un arma?

 

Ni Miyagi, ni Akihiko y mucho menos Misaki, sabían que decir. Así, le dieron oportunidad a Nowaki de ser el primer en hablar.

 

—No pasa nada mi amor, me merecía estos golpes. Tranquilizate.

 

Hiroki miró a Nowaki con preocupación.

 

—Miyagi san, pídele a Tanaka san que me traiga con que limpiar la herida de Nowaki, por favor.

 

El hombre asintió y salió rápidamente de la habitación. Tras el salió Misaki, sin atender los llamados de su hermano.

 

Akihiko se paró al lado de Hiroki e intentó tranquilizarlo.

 

—Déjalo que se vaya, está muy alterado. Pensó que Nowaki había venido a llevarte de nuevo con él. Recuerda que pasó unos días terribles cuando no lo dejaron verte o hablar contigo.

 

Akihiko jugó muy bien sus cartas y un brillo siniestro cruzó su mirada, cuando esta se encontró con la de un molesto Nowaki. No le habían salido tan bien las cosas a Nowaki, después de la intervención de su hermano, pues dio al trasto con su plan de hacerse la víctima.

 

Cuando Akihiko salió, dejándolos a solas, Hiroki llevó a Nowaki a sentarse en un mueble.

 

— ¿Qué haces aquí?

 

—Te traje a Allegra, ella quería verte.

 

Fueron interrumpidos por Tanaka y cuando este colocó un kit de primeros auxilios sobre la mesa, se retiró silencioso.

 

Hiroki sacó algodón y un poco de antiséptico para limpiar la herida. Despacio fue borrando la sangre y luego de dejar todo listo, se quedó mirando unos segundos a Nowaki.

 

—Tú la llamas Hanari, te escuché varias veces. Tampoco quieres al bebé que espero y…

 

—Hiroki yo…

 

—No, déjame terminar. —Hiroki se puso de pie, necesitaba alejarse de Nowaki, y de las emociones conflictivas que este despertaba en él. —Intentaste aislarme de mi familia, me mentiste con respecto a nuestra relación. Yo estuve casado, hace poco me enteré.

 

Suspiró y cerró los puños con impotencia. Nowaki se acercó y lo tomó de los hombros para que lo mirara.

 

—Hay tantas cosas que no sé, pero tú eres el mayor misterio de todos. —susurró Hiroki, mirándolo con angustia. — Ya no sé quién eres. La persona de la que me enamoré, ese muchacho dulce y honesto, no es el mismo que veo ahora en tus ojos.

 

—Lo único que tienes que saber es que te amo, Hiroki. —le dijo Nowaki, rozando sus labios con un suave beso. —Te amo y voy a hacer lo que sea por no perderte de nuevo.

 

Hiroki, sintió temor ante aquella afirmación, el bebé en su vientre se removió inquieto. Su mente se fue rauda hacia el hombre que había dejado dormido en la cálida habitación de una bonita cabaña. Ese que lo hacía sentir emociones que ya por Nowaki no sentía. Con él se sentía seguro, amado, feliz, con el no sentía temor y aunque no había visto sus ojos o escuchado su voz, sabía que estos le daban consuelo. Entonces deseó que aquel hombre estuviera despierto y lo rescatara de aquel temor que lo estaba llenando.

 

Fue así, que el interior de la pacifica cabaña, el hombre que yacía sereno sobre blancas sabanas, pareció presentir el silencioso pedido de auxilio. Fue como si ondas de energía llenaran todo su ser y después de meses dormido, una señal de vida colmo su mente.  Sus dedos comenzaron a moverse para operar un cambio que abarcaría todo su cuerpo.

 

Las horas estaban contadas y la verdad pronto saldría a la luz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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