Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

DIRECTO AL CORAZON por Butterflyblue

[Reviews - 308]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola como todos los lunes les traigo su capitulo nuevo espero los disfruten.

 

Carolina linda, el otro fanfic sera actualizado pronto, se trabaja en eso pero como es en conjunto con otra persona dependo de ella para terminar, gracias por seguir estando pendiente y por tus mensajes y apoyo.

 

Saludos y gracias por leer.

8-Dime lo que quiero escuchar.

 

—Quédate…aunque sólo sea esta noche.

 

—No puedo…no…quiero.

 

Misaki caminó desnudo por la habitación en penumbra y recogió su ropa desparramada por el suelo para vestirse rápidamente. No miró ni un segundo al que recostado en la cama con el rostro apesadumbrado lo observaba en silencio.

 

Cuando terminó de vestirse e hizo el ademan de marcharse, finalmente Ijuuin le habló.

 

—No…no vuelvas más. No quiero que regreses a menos que decidas aceptar más que un revolcón de vez en cuando.

 

Misaki suspiró y lo miró con indiferencia.

 

— ¿Te estás escuchando, Kyo? Suenas como una mujer desesperada.

 

Ijuuin se sentó en la cama mirándolo con dolor.

 

—Sí, es verdad, pero ¿sabes? No me importa. Estoy cansado de esto y tú también deberías estarlo ¿Por qué es tan difícil para ti Misaki? Yo te ofrezco amor, estabilidad, matrimonio, hijos yo…

 

—Vamos Ijuuin ¿Qué no lo sabes? Yo lo único que quiero de ti es sexo.

 

Con esas palabras amargas y una sonrisa fría, abandonó Misaki la habitación. No miró ni un momento atrás a pesar de que un sentimiento de pérdida llenaba su corazón.

 

Cuando cerró la puerta principal se permitió mirar hacia atrás. Quizás se estaba equivocando en no aceptar aquel amor ¿Cuántos tenían la oportunidad de ser amados así? Pero su corazón estaba frio y seco, había estado así desde muchos años atrás, desde la muerte de sus padres, desde la desgracia que vivió con su hermano.

 

—No. —murmuró sacudiendo la cabeza y caminando firmemente hacia el ascensor.

 

El único amor que tenía para dar estaba reservado para su hermano que siempre había dado todo por mantenerlo cuidado, protegido, a salvo. Misaki no se permitía sentir nada más y le parecía insensato comprometer a otra persona en el camino oscuro que llevaba y que seguiría transitando en un futuro.

 

—Te estoy haciendo un favor, Kyo. —murmuró cuando salió del edifico y miró por un segundo hacia atrás. — Alguien mejor que yo merece ese amor. Yo solo estoy hecho para odiar.

 

Hiroki escuchó el ruido del auto de Misaki al entrar al estacionamiento. Se salió lentamente de los brazos que lo cobijaban y se puso una bata sobre su pijama. Antes de salir de su habitación miró al que dormía profundamente en su cama.

 

—Menos mal que solo querías acompañarme. —murmuró sonreído.

 

Se inclinó y besó los labios de Shinoda con ternura. El hombre había cenado con él y Ryu y se había ofrecido a acompañar a Hiroki hasta que Misaki llegara. Pero la inocente propuesta se transformó en un apasionado y romántico encuentro que los mantuvo despiertos hasta muy tarde.

 

Shinoda se durmió, pero Hiroki no pudo pegar un ojo hasta que su hermano llegó. Cuando caminaba hasta la puerta una voz ronca y sensual lo hizo sonreír.

 

—No te tardes. No puedo dormir si no estás en mis brazos.

 

— ¿Cómo dormías antes? —Le reprochó Hiroki cruzándose de brazos con una hermosa sonrisa pintada en su rostro.

 

— ¿Quien dijo que dormía?

 

Hiroki hizo un mohín de tristeza y se acercó hasta la cama ofreciéndole sus labios para un dulce beso.

 

—Regresaré pronto, solo quiero saber que lo tenía tan molesto. No voy a poder dormir sino hablo con él.

 

Shinoda le sonrió y Hiroki fue en busca de su hermano.

 

Misaki estaba desvistiéndose cuando Hiroki tocó la puerta de su habitación.

 

—Pasa.

 

Hiroki entró cerrando la puerta tras de sí.

 

—Pensé que estabas muy entretenido como para venir a curiosear que hice esta noche.

 

Hiroki sonrió y se acercó abrazando la espalda desnuda de su hermano.

 

—Metiche. —Le reprochó sonreído, inhalando el dulce aroma del cabello de su hermano.

 

Misaki sonrió y acarició los brazos tibios que lo circundaban.

 

—Ummm, Element de Hugo Boss, el señor desconocido tiene buen gusto. —susurró Hiroki mientras atrapaba el aroma que despedía la piel de su hermano.

 

—¿Ahora quién es el metiche? —Le reprochó Misaki dándose la vuelta y mirándolo con reprobación.

 

Hiroki tomó la camisa del pijama que tenía Misaki en sus manos y se la puso despacio.

 

—Así como tú te preocupas por mi felicidad, yo me preocupo por la tuya. —Le dijo Hiroki llevándolo hasta la cama y acurrucándose con él en esta. — ¿qué te tenía tan disgustado hoy? y… ¿quieres contarme quien es el señor buen gusto?

 

Misaki se recostó de lado imitando la pose de su hermano, mirándolo serenamente.

 

—Hoy estuve con Akihiko en Odaiba. El muy idiota me mostró toda la isla como si me estuviera haciendo un regalo del cielo. Odié estar allí con él. Odié ensuciar los recuerdos de cuando Makoto nos llevó allí ¿recuerdas? — Misaki suspiró con tristeza, evocando aquellos felices momentos. —Teníamos apenas unos meses de haber llegado a la mansión y él había estado de viaje por unos días.

 

—Lo extrañamos mucho. —recordó Hiroki.

 

—Sí y él nos recompensó llevándonos de paseo a Odaiba. Comimos dulces todo el día y paseamos por los museos. Cenamos en aquel hermoso restaurant. Recuerdo que tú te dormiste en el camino de regreso, pero yo… yo estaba tan feliz que no podía ni pensar en dormir.

 

Misaki apretó los puños con fuerza.

 

—Estar con ese hombre allí me dio tanta rabia. Quería gritar en lugar de estar allí sonriéndole.

 

Hiroki suspiró y acarició el rostro compungido de su hermano.

 

—Misaki. —Le dijo con dulzura. — ¿Por qué no dejas eso? Buscaremos otra forma de…

 

— ¡No! —gritó Misaki iracundo. Se puso de pie y se alejó de la cama mirado a su hermano con dolor.

 

—Jamás…jamás voy a desistir. No voy a detenerme hasta que de esa gente no queden sino las cenizas ¿tienes idea de las noches horribles que pasé todos y cada uno de los meses que te mantuvieron en cautiverio? —Misaki arrugó su camisa entre sus puños apretados. —Pensaba en si te habían matado, pensaba que no volvería a verte. Me di cuenta de lo inútil que era en nuestras vidas. Cuando me hallé solo me di cuenta que sin ti no era nada. Entendí hasta qué punto habías sacrificado tu vida por mí.

 

Misaki se dio la vuelta para que Hiroki no viera las lágrimas correr por sus mejillas.

 

 

—Cuando por fin pude dar con tu paradero y te encontré en aquellas precarias condiciones. Iban a matarte Hiroki, te hicieron dar a luz allí en esa suciedad, te arrebataron a tu hija sin piedad y además iban a matarte. — Misaki se arrodillo en el suelo sin poder contener su llanto. —Si tu sufriste yo también lo hice Hiroki, yo lloré cada una de tus lágrimas, yo sentí en mi corazón tu profundo dolor. Hubiese querido destrozar a aquellas personas con mis propias manos, pero apenas tenía trece años.

 

Hiroki se arrodilló al lado de su hermano y lo abrazó dulcemente.

 

Misaki se recostó de su pecho llorando despacio.

 

—Después ¿recuerdas lo que paso después? Yo no lo he olvidado, Hiroki. Esas personas nos quitaron todo lo que teníamos, la casa de nuestros padres, el poco dinero que habías reunido. Ensuciaron nuestro nombre haciendo que todos nos dieran la espalda porque éramos unos ladrones.

 

Hiroki suspiró, mientras acariciaba el suave cabello de su hermano, diciendo quedamente.

 

—Me creían muerto he hicieron todo lo posible para acabar con todo lo que nos rodeaba, así nadie me buscaría o preguntaría por mí.

 

—Sí y a mí no me mandaron a asesinar pero hicieron todo para destruirme. Ya que tú no estabas y teniendo yo solo trece años, con nuestra reputación arruinada no tardaría en perderme en algún orfanato o en las calles —murmuró Misaki con los dientes apretados. —Y como si ya no nos hubiese pasado suficiente, tuvimos que huir, escondernos en ese miserable pueblo y otra vez tuve que ver cómo te destruían, día a día. Porque yo era un inútil, porque era solo un niño y no podía ayudarte más.

 

— Misaki no…

 

—Un año Hiroki. — Le dijo Misaki entre lágrimas. —Un año teniendo que ver como los hombres te envilecían. Curando tu cuerpo maltrecho. Llorando en las noches cuando te ibas a ese horrible lugar, sin saber si regresarías.

 

Misaki se aferró a la fina tela del pijama de Hiroki.

 

—No pidas. —Le dijo con dolor. —No me pidas que olvide, no me pidas que sea feliz, no lo hagas. Porque solo he vivido estos diez años esperando el momento de poder resarcirte, porque crecí y me hice fuerte, porque pase cada noche de cada día llenándome de fuerza, de odio. Porqué olvide como rezar y las únicas oraciones que quedaron en mi mente fueron aquellas que relataban todo lo que iba a hacerle a esa familia.

 

—Misaki por dios…

 

—No…no llores Hiroki, por favor. —Le rogó Misaki besando sus mejillas llenas de lágrimas. —Lo siento…perdóname por decirte esto así, de forma tan cruda, pero no quiero que vuelvas a decir que olvidemos y no quiero que te preocupes otra vez por mi felicidad. Mi felicidad es la tuya, si tu sonríes yo sonreiré y mi alegría será completa cuando Allegra esté con nosotros y todos los Usami estén en prisión o…bajo tierra.

 

Misaki besó los labios de su hermano con ternura y se puso de pie junto con él.

 

—Ahora vete a dormir, hay un hombre muy guapo esperándote allí. No desperdicies esa oportunidad.

 

Hiroki acarició su rostro mirándolo con un profundo amor.

 

— Lo sé. — le dijo Misaki, haciéndole ver cuanto lo conocía y como lo entendía. —Yo también te amo, te amo tanto que es imposible calcularse. Pero sé que tu amor es aún más grande, tanto, que sacrificaste tu vida por la mía y eso Hiroki, eso es algo que se valora.

 

Cuando Hiroki iba a decir algo, Misaki sonrió y lo sacó de la habitación con suavidad.

 

— Anda a dormir. — Le dijo dándole una nalgada y empujándolo suavemente.

 

Hiroki sonrió y negando con la cabeza se fue a su habitación. Se metió en la cama donde unos brazos tibios lo cobijaron con fuerza. Shinoda se durmió después de besar su cabello, pero Hiroki no durmió en todo lo que resto de noche. Ni tampoco Misaki que se quedó sentado en un sillón observando las horas pasar.

 

Misaki se fue tan temprano que cuando Hiroki bajó a desayunar ya no estaba. Hiroki arrugó el ceño con molestia y solo borró su expresión de enfado cuando unos brazos tibios lo envolvieron amorosamente.

 

—Adivino tu carita de enfado. —Le dijo Shinoda besando su cabello.

 

—Ni siquiera se despidió. —murmuró Hiroki con tristeza.

 

—Tienes que dejar de pensar en Misaki como si fuera un niño.

 

— Ya sé que no es un niño. — protestó Hiroki saliéndose del tibio abrazo. — ¿crees que no lo sé? Lo veo en sus ojos, esos ojos llenos de amargura, de rencor. Tan fríos a veces que me asustan.

 

Hiroki suspiró y se recostó de una pared con cansancio.

 

— ¿sabes que es lo que más me duele? Mi hermano no tuvo tiempo de ser un niño. He visto esa mirada en sus ojos desde que tenía trece años.

 

Shinoda lo tomó de la mano y lo llevó despacio al comedor donde ya la servidumbre servía el desayuno. Lo sentó en una de las sillas y le sonrió a la mujer que colocaba un suculento desayuno frente a Hiroki.

 

Cuando esta se retiró, Shinoda se sentó al lado de Hiroki mirándolo dulcemente.

 

—Tienes que confiar en Misaki. Él sabe lo que hace. Yo veo en tu hermano a un hombre fuerte y decidido, con un propósito en su mente. Ten paciencia con él, ¿sí?

 

Hiroki asintió resignado y miró a Shinoda extrañado cuando este se puso de pie para marcharse.

 

—¿no vas a desayunar?

 

Shinoda negó con la cabeza y lo besó en los labios con ternura.

 

—Tengo algo importante que hacer esta mañana, pero vendré en un rato.

 

Hiroki se quedó con las ganas de averiguar más de aquella extraña salida pues Ryu entró en ese momento con su rostro adormilado, que se volvió curioso al ver  a aquellos dos tan acaramelados.

 

—Buenos días Isaka san. —Saludó Shinoda y acariciando con amor el rostro de Hiroki se marchó.

 

— ¡Ay no preguntes! —Se quejó Hiroki al ver el gesto de picardía de su amigo.

 

Ryu hizo un mohín de disgusto y se sentó enojado en una de las sillas.

 

—Ustedes son unos… unos…odiosos. Nunca me cuentan nada ¿A qué hora llegó Misaki anoche? ¿Lograste saber dónde estaba?

 

Hiroki suspiró comiendo despacio su desayuno.

 

—Llegó en la madrugada y no…no me dijo nada. Me tiene preocupado eso que se trae con el tipo ese.

 

Ryu le sonrió a la chica que le sirvió el desayuno y despreocupadamente comenzó a comer.

 

—Yo no me preocuparía por Misaki si fuera tú. Él sabe lo que hace. En todo caso el que tiene que temer es Akihiko Usami. Cuando Misaki termine con él del pobre no quedaran ni los huesos.

 

Hiroki apretó los puños con molestia.

 

—Ninguna de esas personas merece compasión…

 

—Y ese es el Hiroki que me gusta, todo decidido y fuerte. —Dijo Ryu riendo.

 

Hiroki frunció el ceño mirando a su amigo con enojo y luego sonrió negando con la cabeza.

 

—No te soporto. —le dijo sin mirarle y siguió comiendo sin prestarle atención a la sonrisa de Ryu.

 

Ryu se marchó después de comer. Tenía trabajo que hacer en la nueva empresa y Hiroki le había pedido que cuidara a Misaki.

 

“Como si Misaki necesita que lo cuiden”

 

Pensó risueño cuando su amigo se lo pidió, pero aun así asintió sin más pues entendió que Hiroki estuviese preocupado por su hermano. Aquellos dos eran muy unidos y debían serlo después de todo lo que habían vivido juntos.

 

A mitad de mañana Hiroki estaba en el estudio, trabajando junto al abogado y el wakagashira o segundo al mando del clan.

 

Miyagi Yo era el hijo mayor de la segunda familia más poderosa dentro de los asociados del Clan Shinojara. Cuando Hiroki fue aceptado como líder él mismo se encargó de escoger a Miyagi como su segundo al mando, pues Makoto lo tenía en alta estima y Hiroki le tenía mucho respeto y admiración.

 

—Esta todo al día, Miyagi san. —Le dijo con una sonrisa —Gracias por hacerte cargo de los negocios en estos días.

 

Miyagi asintió y le sonrió amablemente.

 

—No tiene nada que agradecer Kumicho. Usted tiene todo bien estructurado y es fácil supervisar que las cosas salgan bien. Todas las familias están satisfechas con su trabajo. La manera en que lleva los negocios de forma transparente y honesta nos ha ganado una gran reputación.

 

Hiroki suspiró con nostalgia mirando la foto de Makoto que descansaba en un hermoso marco sobre su escritorio. Acarició el rostro del hombre que lo había amado con locura.

 

—A mi esposo no le gustaba que le dijeran Yakuza, yo solo sigo el legado que él dejó. Su trabajo fue el que hizo el que hoy por hoy no seamos un clan de la mafia sino una gran corporación financiera conformada por poderosas familias.

 

Hiroki hablaba con orgullo del legado de su esposo y en parte ese amor y esa veneración que Hiroki le había brindado siempre a Makoto, le había ganado la aceptación y el respeto de los asociados del clan.

 

—Tiene razón. —le respaldo Miyagi. —Shinojara sama quería que las familias pudieran estar en la sociedad con la conciencia limpia. Mi padre dice que desde que su padre le legó el liderazgo del clan, trabajó para liberarlo de todo vestigio de ilegalidad.

 

—Me gustaría seguir contando con tu apoyo, me vienen días difíciles y no quisiera descuidar los negocios. —Le pidió Hiroki.

 

Miyagi asintió inmediatamente.

 

—Estaré encantado Kumicho.

 

El abogado que había estado hasta ese momento conversando por teléfono se unió a la conversación.

 

—Ya hablé con mi contacto en la cámara de comercio, Kumicho. Si estos Usami tienen alguna otra empresa de respaldo sea que esté a su nombre o no, lo sabremos.

 

Hiroki le sonrió con alivio.

 

—Gracias Takahiro san. Cuando sepas algo infórmale a mi hermano también, el necesita esa información antes de dos semanas.

 

El abogado asintió y se dispuso a hacer otra llamada.

 

Hiroki iba a seguir con Miyagi revisando las cuentas cuando llamaron a la puerta.

 

—Kumicho, Shinoda sama le está esperando.

 

El mayordomo se veía un poco más que entusiasmado. Hiroki arrugó el ceño extrañado ante aquella efusividad.

 

—Dile que venga al estudio, Tanaka san.

 

El hombre se marchó rápidamente y cuando Hiroki se disponía a seguir trabajando entró Shinoda por la puerta, pero no venía solo y la persona que lo acompañaba arranco lágrimas de alegría en el rostro de Hiroki.

 

—Yashiro san. —murmuró maravillado y corrió a abrazar a quien había sido como un padre para él.

 

—Mírate, pequeño ángel. —Le dijo el anciano, acariciando el hermoso rostro de Hiroki con sus manos arrugadas y temblorosas. —Estas más hermoso que los mismos ángeles del cielo. 

 

Hiroki llevó al anciano lentamente a sentarse en un cómodo sillón.

 

—Si Makoto estuviera vivo, sería un infierno de viejo celoso. —proclamó el hombre riendo ruidosamente y contagiando a todos los que estaban en el estudio.

 

Miyagi se acercó a saludar al hombre y este le habló complacido.

 

—¡Ah, muchacho! Sé que has estado haciendo un gran trabajo. Me alegro de que mi ángel te haya escogido para este puesto. No había nadie mejor que tú.

 

Miyagi reverenció al hombre con un enorme respeto.

 

—Yashiro sama me honra recibir el honor de su alago. Es un orgullo para mi ocupar su lugar y hago todo lo que puedo para no defraudarle.

 

El viejo rio jocoso.

 

— ¡Bah! estos muchachos de ahora tan formales. En mis tiempos todos nos tratábamos como hermanos, como una camada de flojos que salían de un bar en la madrugada.

 

Hiroki tomó la mano del anciano y la apretó con fervor, con amor. Este besó con delicadeza la mano fina que lo acariciaba y riendo reclamó a los que estaban de pie frente a ellos.

 

— ¿Es que nadie le va a dar a este viejo una copa de sake?

 

Shinoda se carcajeó con gusto.

 

— ¿Tú quieres que la sargento esa que tienes como enfermera me mate? — Volvió a carcajearse al ver la cara de enojo del anciano y sentencio finalmente con seriedad. —Jugo de frutas es lo que vas a beber y ya le pedí a Tanaka san que lo trajera.

 

— ¡Bah! Jugo de frutas mis pelotas. —gruño el anciano, dirigió su mirada hacia Hiroki con complicidad. — ¿Tu si me darás un copita de sake verdad, mi tesoro?

 

Hiroki le sonrió con amor.

 

—Si eso te hace daño, no. Te quiero sano y bien. Tu sabes cuánto te adoro.

 

Yashiro le sonrió y acarició su rostro amorosamente.

 

—Me lo has demostrado con creces mi pequeño Ángel. Esa villa donde vivo es hermosa, oír cantar a los pajaritos en la mañana es hermoso y pasar mi vejez en ese hermoso lugar ¿Qué más puedo pedir? Me hubiese gustado que mi enfermedad y mi vejez no me separaran de ti, pero ya vez, los años pasan factura. — Yashiro miró a Shinoda con cariño y agregó. — Lo bueno es que estas rodeado de buenas personas que cuidan de ti.

 

Muy pronto quedaron solo ellos tres en el estudio. Miyagui y Takahiro se despidieron discreta y rápidamente para que ellos pudieran conversar a gusto.

 

—Makoto ha de estar feliz allá donde este. —Le dijo Yashiro a Hiroki mientras sostenía sus manos con ternura. Le lanzó un gesto cómplice a Shinoda y acarició el rostro de Hiroki con cariño. —El así lo quería mi pequeño Ángel, cuando se supo enfermo, cuando supo que moriría, rezó cada día para que cuando llegara el momento tú pudieras ver que había otro buen hombre que te amaba con el corazón.

 

Hiroki miró a Shinoda sonrojándose al ver su rostro lleno de amor.

 

Devolvió su mirada a Yashiro mirándolo con un dejo de temor.

 

—Tengo tanto que hacer aun para ser feliz, Yashiro san.

 

Yashiro le hizo una seña a Shinoda y este le pasó un conjunto de carpetas que en seguida le entregó a Hiroki.

 

—Por eso vine mi pequeño. Allí está todo lo que Makoto sabía de los Usami. Llamé a Shinoda para que me trajera, pues antes de entregarte estos papeles quería contarte porque Makoto no te habló de todo esto antes.

 

Hiroki asintió y escuchó el relato con atención.

 

—Cuando Makoto te trajo a vivir a la casa, no sabía que hacer contigo. Misaki se adaptó rápido y todo el mundo lo adoraba pues era un niño, pero tú. Tú eras un joven hermoso y encantador. —Yashiro suspiró perdido en sus recuerdos. —Recuerdo aquellos días, pensé que el pobre hombre se iba a enloquecer. Le costó mucho ganarse tu confianza. Porque tu aceptaste a todos a tu alrededor, pero con él siempre tuviste reservas.

Fue casi un año después que él logró ganarse tu confianza y para entonces ya sabía que te amaba más allá de lo posible. Cuando le contaste tu historia quedó devastado. Pasó meses moviendo cielo y tierra para encontrar a esas personas. Le tomó mucho tiempo, pero los encontró. Para entonces ya había pasado un año más y cada día te amaba con más intensidad.

Los mandó vigilar día y noche, pero no había nada en ellos que pudiera usar en su contra. Eran una familia respetable que vivía en elegante barrio londinense, con negocios prósperos en Londres.

 

Yashiro tomó la mano de Hiroki mirándolo con amor.

 

—Te lo juro mi ángel, él hizo hasta lo imposible por recuperar a la niña, pero era casi imposible. Fuyuhiko Usami había jugado muy bien sus cartas. No había ni una prueba que lo incriminara en tu secuestro ni en el posterior rapto de tu hija. Para efectos de la ley ellos ni siquiera estaban en el país en ese tiempo.

Makoto consultó a los abogados más renombrados del país y todos coincidieron en lo mismo. Iba a ser imposible arrebatarles la niña por la vía legal. Kusama Nowaki se casó con una joven de sociedad y vivían con sus padres en Londres, tenían una familia modelo y una reputación intachable. Tú en cambio… Fuyuhiko hizo aparecer pruebas de robo, de prostitución, creó una historia que se regó como pólvora en todos lados. Luego fuiste declarado muerto y aunque Makoto pudiera probar que estabas vivo.

 

El anciano hizo una pausa antes de continuar, le dolía herir a Hiroki pero era necesario para que entendiera las decisiones que había tomado Makoto.

 

—Aunque eso pudiera probarse no serviría de nada. Fuyuhiko te siguió el rastro Hiroki, sabía que vivías en aquella choza y sabía que trabajabas en aquel horrible lugar. Le pagó al dueño del burdel para que te drogara para que te diera los peores trabajos. Se aseguró de que no tuvieras manera de salir de allí y si algún día lo lograbas pues tu reputación ya estaría destrozada.

Los abogados le dijeron a Makoto que con tales antecedentes ningún tribunal te daría la custodia de tu hija.

Él se volvió loco de dolor y de ira. Averiguó todo cuanto pudo, lo intentó todo, pero solo quedaba un camino, darte una vida nueva, borrar todo lo que te marcaba. Solo que eso no iba a ser fácil pues tenía que reconstruir toda tú historia sin dejar un cabo suelto que los Usami pudieran utilizar para dañarte.

 

Yashiro tomó una de las carpetas que había traído y la puso en manos de Hiroki.

 

—No te dijo nada de lo que sabía, porque habría sido como quitarte la esperanza de raíz y sabía que eso te mataría. Así que trabajó silenciosamente. Reconstruyendo palmo a palmo tu pasado. Allí en esas carpetas está tu historia, limpia y sin ninguna mancha. Le llevó años, incluso después de que se casaran, él siguió trabajando en no dejar ni una pista de lo que habías sido.

 

Yashiro sacó unas fotos y se las mostró a Hiroki que apenas podía reconocer el lugar que le mostraba el anciano.

 

—Esa es la callejuela donde viviste. Ahora esa una bonita calle llena de sólidas y hermosas casitas. El burdel desapareció, ahora es una institución financiera que ayuda a los que solicitan préstamos para trabajar la tierra o las artesanías. Todo el pequeño pueblo fue reformado e incluso el asqueroso hombre que fungía de alcalde fue despedido y está encarcelado con la amenaza de acabar muerto si se le ocurre abrir la boca. La gente del lugar estaba tan agradecida que todos los que conocían tu historia juraron silencio.

 

Yashiro tomó otra carpeta y se la dio a Hiroki.

 

—Esto es todo lo que los informantes de Makoto averiguaron de los Usami. Allí hay información de incluso dos años después de morir Makoto, pues yo seguí con la investigación. Solo que…enfermé y ya no pude seguir. Pero Misaki siguió con las pistas que yo disimuladamente le dejé y contactó a la gente adecuada porque, Shinoda me ayudó a encaminarlo.

 

—¿Tu sabias todo esto?

 

Hiroki miró a Shinoda entre molesto y extrañado.

 

—No lo culpes por no decirte nada mi Ángel. Makoto le pidió que se mantuviera en las sombras. Él sabía que tú odiabas que te vigilaran, pero Misaki si conocía la existencia de Shinoda y eso sirvió para que yo pudiera hacerle llegar a Misaki poco a poco la información.

 

Yashiro suspiró apesadumbrado.

 

—Me costó decidirme a venir hoy, no quería que odiaras a Makoto por no haberte dicho nada, pero no podía seguir dándole la información a Misaki a cuenta gotas. Quiero que tengan todas las armas para acabar con los Usami, pues así lo quería, Makoto. Sé que a lo mejor ahora no lo entenderás, pero él lo hizo por amor, solo que el tiempo no le alcanzó para entregarte a tu hija como él hubiese deseado. Pero todo lo que hizo tiene su mérito mi Ángel, tu pasado esta completamente limpio y tienes en tu poder la información para destruir a esa gente. Ellos no tendrán como atacarte. Espero que lo perdones y a este viejo tonto que lo apoyó en todo.

 

Hiroki besó las arrugadas manos con fervor.

 

—No tengo nada que perdonar Yashiro. Todo lo que me has contado…yo…aun me sorprende todo lo que mi esposo hizo por mí.

 

— Él te amaba mi ángel, te amaba con locura.

 

Yashiro se fue casi una hora después, estaba cansado y en su condición era mejor dejarlo descansar al cuidado de quienes podían ayudarlo. Hiroki se despidió con tristeza pues intuía que aquel hombre que apreciaba tanto no duraría mucho.

 

Mientras Shinoda estaba fuera llevando a Yashiro. Hiroki se encerró en el estudio para estudiar los papeles que este había traído. Se quedó largo rato en la carpeta que correspondía a Nowaki.

 

Había fotos, muchas fotos y sintió tanta ira al verlo sonreír feliz que las rompió con violencia. Se había casado, pero su esposa había muerto a los dos años. Le dolieron profundamente las fotos de la pareja con su hija en brazos, pues aquella debió haber sido su vida. La vida que Nowaki le robo.

 

“No quiero saber nunca más de ti. Tú y ese bastardo que esperas no existen para mí. Ni siquiera sé si es hijo mío. No eres más que un cualquiera”

 

Nunca entendió porque Nowaki le había dado la espalda de aquella forma, ni porque se había comportado de manera tan brutal. Cuanto estuvo encerrado en aquella prisión el padre de Nowaki se encargó de decirle cuanto lo odiaba su hijo y que lo único que quería era a su hijo ¿Qué le había hecho cambiar de opinión con respecto al bebé? Eso jamás lo sabría, pero ¿porque eso mismo no sirvió para que hablara con él? Se casó con una mujer los pocos meses de haber nacido su hija y la crio junto con ella como si él nunca hubiese existido.

 

Hiroki caminó hacia la caja fuerte y luego de hacer la combinación la abrió para sacar un viejo y arrugado papel. De no ser por dos cosas que Hiroki guardaba, como aquel papel arrugado y una llamada que recibió el último mes de su encierro, habría dudado de que Nowaki hubiese tenido que ver con su secuestro, después de todo lo que habían compartido, de cuanto se habían amado. Hiroki le costó trabajo entender como de repente lo odiaba tanto y le había hecho todo lo que le hizo.

 

Jamás te perdonare por lo que nos hiciste. Espero que tu castigo te haga entender que conmigo no se juega. Mi hijo no se criara al lado de un ser tan despreciable como tú.

Nunca debí enamorarme de ti, me das asco.”

 

Hiroki leyó la carta con voz trémula y luego recordó la llamada. Estaba a pocos días de dar a luz y uno de los guardias le había traído el teléfono.

 

—Mi padre me dijo que pediste hablar conmigo. — La voz de Nowaki sonaba fría y dura. —Dice que se lo suplicaste en nombre de su nieto. Me dijo que tú no aun no creías que yo este enterado de lo que te está pasando. Pues no quiero escucharte Hiroki y créelo, todos en mi familia te odian empezando por mí y en pocos días cuando nazca mi hijo recibirás tu castigo.

 

Ni siquiera lo dejo hablar, le colgó el teléfono y aunque el grito, lloró y suplicó. Le quitaron el aparato y nunca más volvió a hablar con él.

 

—Yo regresé Nowaki. —murmuró Hiroki acariciado las fotos rotas. —Regresé de la muerte a la que me condenaste y tú y tu asquerosa familia conocerán lo que es el odio.

 

 

Nowaki iba entrando a la importadora cuando un escalofrió recorrió su piel. Se sintió molesto y alterado como presa de un mal augurio. Ryu entró corriendo a la oficina de Misaki.

 

—Está aquí…Nowaki está en la empresa.

 

Misaki recogió todo y se marchó. Nowaki no debía verlo, aun no. Logró divisarlo de lejos por los pasillos que llevaban al área de proyectos, supuso que iría a ver a Akihiko. Misaki deseó como nunca tener un arma en sus manos, con que gusto habría matado a aquel desgraciado.

 

—Misaki, así no, aun no es tiempo.

 

Le dijo Ryu que pareció leer sus pensamientos.

 

Misaki le sonrió.

 

—Tienes razón Ryu… tienes razón, esa rata merece morir lentamente. Sufrir todo el dolor que mi hermano sufrió.

 

Misaki se marchó rápidamente, no quería ver más tiempo a aquel hombre que tanto asco le causaba.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).