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Una calida bienvenida. por Corgi

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Notas del fanfic:

Bienvenidos sean a mi primer fanfic. ¿Les gusta Frozen?
Aclarando, todos los sucesos van después de lo ocurrido en Arendelle. Ya saben, Hans engaña a Anna, intenta asesinar a Elsa, Anna se interpone y por resultado los planes de nuestro príncipe se ven truncados y hasta ahí es donde sabemos ¿Pero qué sucede al llegar a las Islas del sur? ¿Por qué Hans recurrió a lo que hizo? ¿Por qué estaba tan desesperado por ser rey? Sí, porque no tenía oportunidad de gobernar en su patria, pero ¿Y si habría otra cosa que le obligara a escapar de ahí?   

Notas del capitulo:

ADVERTENCIA: Este fanfic contine incesto ¿Qué es el incesto? Es la relación amorosa/sexual entre familiares, en este caso; hermanos. Si eres sensible a estos temas se recomienda discreción y puedes salir del Fanfic.

Frozen y el personaje de “Hans” no me pertenecen, son propiedad de Disney. 

Era increíble como una simple acción pudo arruinar todos sus planes. Anna quien Hans había creído muerta debido al hielo, inesperadamente apareció para interponerse entre el príncipe del sur y el trono de Arendelle. Todo fue tan repentino, esa voz alarmada, ese impacto que lo lanzo lejos y dejo inconsciente un par de minutos. Hans no terminaba de procesar la idea de cómo es que su plan había fallado, ¡Todo iba perfecto! Antes de blandir la espada contra la reina, él ya se veía así mismo regocijándose entre la gente que fervientemente aplaudían ante el fin del invierno y un nuevo gobernante. Vaya que soñó demasiado pronto.

Todo lo que había forjado con mentiras se había esfumado. La admiración de los pueblerinos, su honrado apellido y posición ahora estaban manchados, y ahora él; ahí encerrado en una prisión dentro de aquel barco como un maleante. No le quedo más que acomodarse en aquella estrecha celda en la cual habían tenido tan poco tacto con él al simplemente lanzarlo dentro de esta, y claro, no era para menos después de lo que había hecho. Hans comenzó a lamentarse mentalmente, a odiarse a sí mismo en lo que esperaba a que la nave zarpara, estaba tan ocupado maldiciendo que había olvidado preocuparse por algo muy importante: Su familia.

Un dolor agudo en el estómago le llego al escuchar muy apenas a aquel hombre dueño de la embarcación, ese hombre que se había ofrecido a llevarlo de regreso a las islas del sur pronuncio unas cuantas palabras que dejaron helado al príncipe. “Veremos si sus 12 hermanos mayores aprueban su comportamiento” Eso fue lo que escucho, esa oración le hizo temblar. Hasta el momento no se había puesto a pensar en que los malos tratos y miradas de ira de los pueblerinos  de esa nación no se compraba con lo que le esperaría al llegar a su hogar, si es que a ese lugar podía llamarle hogar.

El viaje demoro un par de horas, por desgracia para Hans no hubo ningún retraso que les impidiera demorara más en llegar al destino planeado. Era en este momento en el que el príncipe suplicaba porqué alguna desgracia ocurriera, una falla, una tormenta que acabe con la vida de todos en la embarcación, similar a lo sucedido con los antiguos reyes de Arendelle, un horrible suceso del cual ahora envidiaba no ser parte, sin duda la muerte era algo que deseaba como su única solución a la cual podía recurrir ahora, pero hasta él sabía que no tenía tanta suerte como para que algo así le sucediera.

“¡Hemos llegado!” Exclamo el capitán justo al momento en el que el barco yacía en el puerto. Las ordenes y gritos despertaron al pelirrojo, bostezo cubriéndose la boca con una mano para luego asomarse de reojo a ver que era todo ese escándalo. Sus ojos se abrieron ante la sorpresa de reconocer el lugar a lo que la escasa vista le permitía, no hacía falta que le avisaran donde estaban, bien lo sabía, eran las Islas del Sur. No se hizo esperar la orden del capitán sobre el prisionero y en dos segundos un guardia bien uniformado (El mismo que había encerrado y lanzado al príncipe con peor delicadez en la celda) abrió la reja para luego ordenar con una voz potente que se pusiera de pie, Hans hizo caso a esto e imaginando que seguía levanto ambas manos poniéndolas frente a él, justo a la altura donde sus codos flexionaban y juntando la muñecas con las manos palmas arriba le miro al guardia. El hombre se limitó a sonreír ante esta acción, seguramente porque quizá era el primer prisionero educado y listo con el que trataba. Luego de esto mostro las esposas y seguido se las coloco al pelirrojo.

— “Ahora a fuera”. — Acompañada de esa orden vino uno empujón a la espalda por parte del “amable” hombre de servicio. Hans se controló para no quejarse y únicamente le regalaba una que otra mirada molesta al arrogante uniformado, después de todo, el príncipe seguía siendo eso; un príncipe y sus modales y educación no perecerían aun siendo un criminal.
Camino junto con el hombre hasta la escalera que ya antes había sido instalada para desembarcar, se detuvieron junto al dueño del navío, este hombre tenía una apariencia delgada y con parte de ser una persona importante, Hans lo identificaba bien por ser un socio comerciante importante con el que su patria actual mente tiene tratos, o tenia, si es que la situación afectaba las relaciones entre ambos estados. Si el hombre lo estaba esperando ahí y no debajo en el muelle era porque su tarea había terminado y era tiempo de despedirse.

— Señor. — El príncipe inclino suave su cabeza en forma de una pequeña reverencia en agradecimiento por las molestias de traerlo hasta aquí, simples modales. — Debo suponer que este es el fin de nuestro trayecto, agradezco su amabilidad y le deseo buen viaje. — Expreso con clase y tranquilidad aun con sus manos esposadas y ese guardia como su sombra.

— “Debo admitir que me impresiona que conserve tan buenos modales, pero déjeme asegurarle que esa buena conducta no le servirá de nada”. — La sonrisa cortes del príncipe de desvanecido ante tales palabras. Se mostró serio por lo que el hombre asintió notando que sus palabras dieron el efecto deseado en el pelirrojo. —“Que quede claro, si me ofrecí a traerlo fue por el respeto que le tengo a su padre, evitarle la molestia de ir personalmente a recoger a su hijo menor en una prisión de una nación donde claramente se le vería como alguien indeseado es mi forma de agradecer nuestra sociedad. Estoy muy decepcionado de usted, joven príncipe Westergaard y no dudo que su padre igual compartirá el mismo sentimiento”. — Hans no dijo nada, no pudo, antes de poder hacerlo; el hombre ordeno con la mirada al guardia que despachara al pelirrojo fuera del barco para luego así entregar el cargo de cuidarlo a alguien más. Dos guardias reales del palacio informados sobre la llegada del menor de los príncipes del reino se hicieron presentes a ambos lados del joven. El barco se marchó minutos después de que el pelirrojo fuera escoltado fuera del muelle.

El camino fue incomodo, durante la corta caminata las personas murmuraban y miraban juzgando al príncipe, Hans no les tomaba mucha importancia pero era inevitable no sentir ese escalofrió y sensación de miles de ojos mirándole. El traslado al castillo fue a caballo luego de salir del muelle, sin duda el rey quería ver a su hijo lo antes posible pues de otra forma se hubiera seguido la costumbre de ir a pie con el criminal como humillación pero el pelirrojo era un caso especial después de todo. 
Antes de entrar le dio un pequeño vistazo al prominente castillo, esa estructura fina de mármol fue su golpe a la realidad, oficialmente estaba de regreso.

Estuvo acompañado de los dos guardias asignados hasta llegar a la entrada del salón principal, ahí se detuvieron. La puerta se encontraba cerrada y basto un golpetear por uno de los hombres uniformados para que se escuchara un: “adelante”. Antes de que se abriera la puerta, Hans ya se sentía nervioso, trago profundo antes de se pudiera visualizar aquella figura masculina y madura sentada al fondo del salón; en un trono finamente moldeado y color dorado. Un hombre de más de 60 años cuya cara a simple vista intimidaba, para Hans ese hombre no le inspiraba confianza a pesar estar emparentados por sangre. Mientras el décimo tercer príncipe avanzaba pudo reconocer un segundo trono de menos tamaño y altura junto al de su padre, aquel trono perteneciente a la difunta reina de las islas de sur, sin duda ver ese lugar vacío le traía un dolor en pecho al pelirrojo.
Algo más que se podía destacar eran 12 figuras masculinas que se repartían 6 y 6 en cada extremo como si de guardias se trataran, esos hombres eran los primeros príncipes antes que Hans: sus hermanos mayores, cada uno con un porte imponente y una característica que les diferenciaba y hacia únicos.
Las miradas acusadoras, de decepción e incluso de burla no faltaron en el camino hasta llegar frente al rey, el príncipe solo se mantenía cabeza baja, no quería ver sus caras.

— “Retírense”. —Ordeno la voz del rey dirigiendo su vista a los guardias que habían escoltado a su hijo e inmediatamente los uniformados salieron de la gran habitación cerrando la puerta. — “Creo que no hace falta que mencione cuando decepcionado me siento”. — El pelirrojo alzo la mirada que llevaba escondiendo desde que entro para ahora ver a su padre. — Yo en verdad lo…— No acabo la frase cuando el rey alzo la voz callándolo, ese “Cállate” resonó en toda la habitación e hizo que Hans sintiera un horrible escalofrió, su hermanos claramente notaron como ahora el menor de los príncipes parecía un perro con la cola entre la patas, los gemelos intentaron contener la risa.

— “No tienes derecho a portar el apellido, ¿Sabes cuánto nos costara esto? ¿Acaso sabes lo mucho que perjudicara nuestra imagen? Esto es algo de lo que no se te perdonara”. — Esa sentencia sin duda era un anuncio a que Hans tendría que pagar sus errores, pagar con su vida, no esperaba que su padre se tentara el corazón ni por su hijo, nunca lo había hecho.

— “Espera, padre. ¿Realmente estas considerando el sentenciarle a muerte?” — Hablo abruptamente el segundo hijo; Maximilius, un hombre de 42; alto, castaño y muy bien afeitado, de una apariencia apacigua y reconfortante que sin duda a las mujeres atraía. Hans le observo con indiferencia mientras este intercambiaba diálogos con el rey ¿Era acaso que su hermano estaba abogando por él?

— “No creo que sea conveniente ni bueno para tu imagen”. — Hablo por último el cuarentón antes de que otro de sus hermanos tomara la palabra, esta vez fue turno de Nikolaus; el cuarto hijo de 38, cabellos negros ya decorados de un canoso mechón y barba de candado la cual hacía de su apariencia todo un misterio agrego: — “¿No sería sospechoso que luego de aquel escandalo el menor de los hijos haya muerto? No quiero imaginar las especulaciones a su majestad”. — Inmediatamente el rey respondió con un “¡Nunca me ha importado lo que las habladurías dicen de mí!“. Hans se encontraba un tanto confundido escuchando como sus hermanos mayores se unían intentando hacer cambiar de parecer al rey del sur; el cual no parecía querer doblegarse por la insistencia de sus hijos los cuales volvió a callar.

— “Vamos padre, piensa en que hay mejores castigos que la muerte”. — Uno de los gemelos hablo, Frederick que junto a su hermano Dereck recién cumplieron los 25 y ambos gozaban de juventud y belleza en eso zanahorias cabellos más claros que los de Hans. Lo destacable en estos es su real falta de respeto a todo al igual que su mentalidad infantil y bromista lo cual obviamente se demostraba al intentar alegar con su padre.
— “Nuestro hermanito tiene derecho a un juicio”. — Declaro Dereck con una expresión aniñada de molestia tal como si estuviera presenciando una injusticia cuando obviamente solo hablaba por hablar.

— “¿Y en que se supone que crees que estamos, bufón?”. — Liam decidió hablar por fin solo para corregir al menor. Se acomodó esos característicos lentes de lectura mientras apartaba unos pequeños cabellos rizados color marrón de su frente. Él era entre todos el más centrado a sus 33 años.

Poco a poco cada uno de los 12 hermanos presentes comenzaron a discutir y opinar cada uno a su propio ritmo y al mismo tiempo. Klaus quien era el mayor y futuro rey a sus 45 años se encontraba cruzado de brazos mientras exclamaba ocasionalmente que se callaran, pero aun con esa imagen perfecta, complexión fornida con cabellera rubia ceniza y esa elegante barba junto su destacable voz digna de un aristócrata no fue ni siquiera suficiente para destacar debido al alto timbre de William y Albert, ambos hermanos de menos de 30. Hans comenzaba a hartarse, ¿Qué se supone que estaban haciendo? ¿Qué demonios tramaban? Sea lo que sea, le estaban haciendo llegar a su límite y su color rojo delataba que estaba a nada de perder la paciencia y el décimo tercer príncipe no era el único, el rey de igual manera había llegado a su límite personal.

— “¡SILENCIO!” — Resonó en toda la habitación la voz de hombre de realeza. Fulminante vio a sus hijos, a cada uno de ellos incluso a Hans el cual no había dicho ni una sola palabra. —“Esta es una conducta que no volveré a tolerar nuevamente ¡¿Escucharon?!”. — “¡Si! Fue la respuesta afirmativa de cada uno de los príncipes, menos del pelirrojo. —“No pienso prolongar esto más y mi decisión esta tomada”. — Declaro firme y exhausto a todos los presentes antes de dirigir la mirada a su hijo menor el cual aún continuaba esperando la sentencia.

— “La muerte era mi primer opción, pero me prometí que en este castillo no habría otra muerte más antes que la mía, y es una palabra que voy a cumplir aun siendo tú”. — Quizá eso debió aliviar al príncipe pero no lo hizo, sabía que no era tan suertudo como para ganarse la muerte.

— “Serás encerrado como el criminal que eres, te sentencio al calabozo y a una vida de trabajos hasta que cumplas tu deuda, tu vida no será igual. No tienes derecho a hacerte llamar mi hijo”. — Esas palabras hubieran lastimado mucho a Hans de no ser porque desde hace muchos años él ya no se consideraba hijo de ese hombre, de hecho, si pudiera pedir un solo deseo en su vida; seria no pertenecer a esta familia.
La mirada de los príncipes era confusa, con duda, algunas sonrisas burlonas y de lastima abundaban, otros como Cormac; el quinto hijo, únicamente ignoraban la situación esperando a que terminara todo mostrándose ya aburrido.

El silencio se había prolongado más de lo que al pelirrojo hubiera deseado por lo que por fin se atrevió a hablar. — Entonces que así sea, acepto la condena hasta que se me pueda ser perdonado. — Agacho su cabeza de manera dócil, no dio lucha puesto que no tenía caso. Alcanzo a distinguir la voz graciosa de Dereck en una oración: “El punto es que jamás se te perdonara”. Nadie más entre los 12 hablo luego de eso, Hans no quería ver sus rostros, él ya podía imaginar bien lo que reflejaba cada uno y no hacía falta contacto visual, no quería presenciar algo desagradable.

De nuevo el silencio abundo hasta que el rey tomo la palabra. —“Les dejare a tus hermanos el cargo de vigilarte para que cumplas con todo lo que se te ordene, después de ese número que armaron por ti seguramente estarán más que encantados de cuidar que no hagas una locura, quien sabe, al siguiente que planees asesinar puede que sea yo”. — Esas palabras le cayeron a Hans como un balde de agua fría, casi sintió aquello como un reto. Sus ojos reflejaban coraje y su padre lo sabía puesto que sonrió y acto seguido anuncio el fin del juicio.

El rey fue el primero en retirarse a sus aposentos y como costumbre los demás príncipes esperaron a que su majestad se retirara para poder ellos marcharse de igual manera. Hans observo como uno por uno comenzaron a marcharse, extrañado les llamo la atención ante el poco interés reflejado. — Esperen, ¿No se supone que deben llevarme a una celda? — Cuestiono indiferente viendo al único hermano que se giró a verle antes de salir. — “ No seas tan orgulloso. Te daremos el lujo de dormir por última vez en el palacio, disfrútalo”. — Declaro Klaus, quien era el que definitivamente daba las órdenes y si él lo decía, suponía Hans que podía confiar en su palabra. Cuando dio un paso se percató que aun poseía las esposas. — ¿Y no piensan a quitarme esto? — Su pregunta llego demasiado tarde a oídos de los demás, el ultimo se había marchado y lo único que Hans logro escuchar como respuesta fue una risa.

Se había quedado solo en el gran salón, había algo que le parecía muy extraño, estaba acostumbrado a los malos tratos de sus hermanos pero esperaba otro tipo de bienvenida más que un simple cambio de palabras y gentileza por parte de la mayoría. Sin duda algo no le convencía, pero decidió ignorarlo pensando que tal vez por fin su hermanos había sentado cabeza, después de todo ahora la mayoría estaban comprometidos e incluso casados con bellas mujeres. Quiso suponer que esa amabilidad de todos por abogar por el ante su padre y permitirle dormir hoy en una cama era una especie de disculpa o una forma de redimir actos pasados. El príncipe aun desconfiaba pero una parte de él disfrutaba esta bienvenida tan poco convencional.

La noche llego, el palacio apenas se iluminaba con la luz disponible que aportaban las lámparas y velas, pero aun la oscuridad predominaba de sobremanera. Hans se encontraba subiendo las escaleras, iba en dirección a su habitación. Después de aquella corte se había dedicado a intentar zafarse las esposas pero sus intentos fueron inútiles, no hubiera intentado quitárselas de no ser porque el traerlas por tanto tiempo realmente le lastimaba y sin contar la dificultad para comer, entre otras cosas. Ahora por fortuna se encontraba mucho más tranquilo, no se había encontrado con su padre lo cual no era novedad pero lo extraño era ver como sus hermanos le evitaban, era desconcertante pero agradecía esto, jamás hubiera pensado que le gustara tanto ser ignorado.

Al abrir la puerta entro exhausto e inmediatamente se tumbó en su cama. Sentir esa seda, aquel acolchonado colchón y almohadas le hizo cerrar los ojos y olvidar el dolor en sus apretaduras, pensando en que esta sería la última vez en quien sabe cuándo tiempo que disfrutaría de una deliciosa siesta. Por alguna razón fue que abrió los ojos y fue ahí cuando se percató de un sobre en la mesa de noche, en cualquier otra circunstancia habría ignorado esto pero debido a que la única persona que conocía la cual entregaba cartas perfectamente selladas era su padre, supuso que debía abrirla lo más pronto posible y así hizo.  La carta estaba escrita con la letra de Liam, una letra envidiable sin duda, no era extraño que su hermano la escribiera puesto que este siempre era quien escribía los mensajes e incluso firmaba por su padre gracias a la gran confianza que este le tenía depositada. La carta no decía mucho de gran relevancia, palabras vacías en amables oraciones, eso hasta que leyó lo último: “Ven a verme a mis aposentos en cuanto leas esto, es necesario”.

Ahora se encontraba frente a la puerta del cuarto del rey, conocía lo tarde que era pero las palabras en la carta eran muy exactas y tantos años viviendo en aquel lugar le hacían saber que si era urgente no podía dejarlo para mañana. Dudo en tocar a la puerta, está nervioso, además que aun cargaba con el mismo cambio de ropa con el que llego solo que sin su saco blanco gracias a que este se encontraba sucio y tan poco presentable, sin contar que aun llevaba las esposas, ¿Qué es lo que necesitaba decirle el rey con tanta urgencia? Quizá por fin este se había tentado el corazón y había decidido revocar su sentencia o . . . no, todo sonaba maravilloso y tan poco probable por parte de su padre.
Tomo valor y toco la puerta, un simple golpe basto para que esta se abriera. El pelirrojo se mostró indiferente ante aquello y anunciando su llegada fue que entro cuidadosamente a la habitación.  

— Algo no está bien. — Declaro luego de sentir un escalofrió. La habitación era amplia, incluso la enorme cama no la hacía lucir menos espaciosa, la chimenea estaba encendida pero no había nadie donde esperaba encontrar al rey.

— “¿A quién buscas?” — Indago una voz masculina desde un sofá. La vista de Hans se dirigió en aquella dirección identificando a Viktor, este le regalo una sonrisa que al joven príncipe le resulto aterradora. Unos cuantos pasos hacia atrás bastaron para escuchar como la puerta se cerraba. Se giró observando que quien estaba en la puerta era Klaus, aquella sonrisa igual lo delataba, ahora entendía todo. Observo de reojo la carta para luego esbozar una ligera sonrisa luego de dejar escapar un aliento, se giró a buscar quienes eran los que se encontraban en la habitación ya que ahora todos estaban saliendo de su escondite.

— Nueve, diez, once. . .doce. — Termino de contar, estaban todos, sorpresivamente estaban todos con aquella sonrisa particular de cada uno, incluso Liam que era el que a duras penas mostraba expresiones tales como una sonrisa. — Sabía que era demasiado bueno como para ser verdad. — Comento en un tono de voz bajo mientras deshacía su elegante pañuelo del cuello. — Y qué . . . ¿Van a quedarse ahí observando solamente? — Cuestiono arqueando una ceja mientras dejaba caer la prenda.

—“Padre dijo que te vigiláramos”. — Andrew, el octavo hijo, color de cabello sangre y con un aire adonis a sus 31; simplemente comento mientras exploraba con su mirada todo el porte del más joven, en especial aquellos glúteos tan bien formados y tentadores aun siendo los de su hermano. Andrew no era el único que prácticamente se saboreaba con la mirada al pelirrojo, y Hans podía percatarse fácil de todos esos ojos sobre él, no disfrutaba esto puesto que decidió dar fin a las incomodas miradas de lujuriosas de sus hermanos, como si fueran un lobo observando a su próxima cena.  — Aún sigo esposado, no puedo hacerlo por mí mismo. — Al parecer aquellas palabras fueron un interruptor para hacer entrar en razón a la jauría pues hizo como si prácticamente se entregara y sin esperar más; fue atacado por el primero antes de que poco a poco uno tras otro hiciera lo mismo. 
  
— “Bienvenido de vuelta, hermanito”. 

Notas finales:

¿Y qué tal les pareció? ¿Decepcionadas por la falta de lemon? ¡Disculpen por eso! La verdad que es queria escribir un capitulo extra donde habria lemon, pero la falta de tiempo y el hecho de que no pude escribir una violacion *Cries* . . . Imposible.


Este es el final, es un One-shot con un final abierto a la imaginacion. 

Perdonen por ilusionarles con porno incestuoso, pero no pude escribirlo ( ; ; ) 

Un saludo y un besado, nos vemos a la proxima.


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