— Te falto un parte. — Una voz firme le dijo aquello al joven Ben. Esa voz era de nada más ni menos que de Hux, un joven adulto pelirrojo de 22 años; bien peinado y con el característico uniforme de la tienda perfectamente ordenado, que ahora se encontraba detrás el mostrador principal contando el fondo más reciente en caja sin despegar su vista a su labor.
— No, no es cierto. — Ben, contradijo con una voz molesta justo al mismo tiempo en que dejo en el suelo un trapeador junto con una cubeta llena de agua que llevaba al cuarto de intendencia. Recién acababa de terminar de asear el suelo de la tienda.
— Revisa. — La voz de Hux sonó igual como si le ordenara, y eso estaba haciendo. Las manos del azabache se aferraron con fuerza al palo del instrumento de limpieza, tanto que se resaltaron unas venas en estas. Si había algo que al joven veinteañero le enfurecía era que le dieran ordenes, no, quizá podía soportar eso debes en cuando. Lo que realmente le molestaba era que el pelirrojo le ordenara.
— ¿Y tú que vas a saber? No has ni siquiera levantado la vista para ver el suelo. — En efecto, el pelirrojo no había despegado ni un segundo sus ojos del dinero mientras lo contaba, obviamente porque no quería distraerse y hacer alguna cuenta mal.
— No hace falta que lo vea para saber que te falta una parte. — A pesar de la voz seria del pecoso, Ben noto claramente como este se estaba burlando de él e inmediatamente frunció el ceño dejando caer con furia el trapeador junto con un gruñido. Estas escenas no eran novedad, en el pequeño mini super siempre era lo mismo: Hux tentando contra la escasa paciencia de Ben y este; perdiendo los estribos. Pareciera que el pelirrojo disfrutara de hacer esto aunque en su rostro siempre se reflejara una expresión seria y malhumorada, en el fondo si que le causaba placer molestar al menor.
El azabache estuvo a nada de soltar una maldición a su compañero cuando una mujer entro a la tienda, esta dama era alta, tez pálida y cabellos rubios en un corte corto y moderno; ella era la encargada de la tienda a sus 25, la señorita Phasma.
— Buenas tardes caballeros. — Saludo esa mujer con aquel rostro que si bien resultaba amable, era apariencia, quienes le conocían sabían bien que era una mujer con una personalidad muy dura cuando le provocaban.
Todos dentro del negocio lucían perfectamente arreglados, su cabello peinado y el uniforme y delantal gris planchado, todos menos Ben que era la excepción con sus largos cabellos ondulados mal peinados sujetos en un chongo, ni hablar que a duras penas se fajaba, puesto que creía que nadie lo notaba con el delantal gris puesto.
— ¿Esta todo en orden? — Indago la capitana (Como se le conocía de igual manera) a sus dos trabajadores. Fijo su vista a las tareas que cada uno estaba haciendo ahora y sonrió.
— El fondo esta contado, y toda el nuevo inventario se hizo. — Explico Hux guardando el dinero en caja para luego cerrar esta.
— Si, trabajo hecho. — Respondió Ben con un tanto de malhumor dirigiendo su mirada de desagrado al pelirrojo esperando que no bromeara nuevamente con que le había faltado una parte, puesto que si lo decía la gerente creería en esto y le obligarían a volver a trapear. Hux únicamente miro con indiferencia al menor antes de rodar los ojos y evitar cruzar nuevamente su mirada con el azabache.
— Estupendo, ahora si me disculpan iré al despacho a revisar que esté en orden todo, cuando regrese yo me encargo de la caja, Hux. — El hombre asintió tras escuchar aquello mientras que Ben se encargaba de levantar el trapeador del suelo junto con la cubeta y ahora sí, guardar el equipo sin ningún otro contratiempo.
— Por cierto, Ben. Te falto una parte. — Informo Phasma antes de entrar por la puerta de “Solo personal autorizado”. La cara del azabache al escuchar eso fue única, un tic nervioso le dio en el ojo mientras Hux contenía las ganas de reír.
— ¡AHHH! — El grito espartano fue un aviso a lo que estaba por venir. El trapeador golpeo violentamente contra las baldosas del suelo y la cubeta disparada vertiendo toda el agua en el pasillo. El coraje del día de “Kylo”.
Hux suspiro cansado con una mueca irritada, en vez de darle risa esos berrinches, solo le estresaban al punto de querer ahorcar al menor. La gerente Phasma se asomó por la puerta observando el caos.
— Señorito Ben Solo, creo que será mejor que se tome un descanso. — Sugirió la rubia tras ver al joven jadeante en ira sobre el piso mojado. Este no dijo más y se retiró entrando por la puerta del personal donde los empleados pasaban su descanso, no sin antes notar la cara del pelirrojo juzgándole. — Muy bien, ahora; Hux. Limpia el desorden que tu compañero causo. — La orden hizo que el pelirrojo abriera los ojos en sorpresa e inconformidad.
— ¿Qué? — Casi alzo la voz, el pecoso se encontraba indignado mientras Ben tras escuchar aquello soltó un “¡JA!” como si hubiera ganado. Hux gruño leve observándole antes de que la gerente entrara al cuarto de personal junto con el azabache.
Hux en múltiples ocasiones era quien terminaba pagando los platos rotos de Ben. Karma tal vez.
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— Entonces, ¿Tu nombre es? — Interrogo Dameron con una voz amable mientras sostenía un vaso de plástico y en otra mano un marcador negro. Esperaba a que su cliente le respondiera para poder anotar el nombre en el plástico como era costumbre.
— FN-2199. — Contesto el afroamericano mientras sacaba guardaba su cartera en el bolsillo de su pantalón.
— FN.. 1, 2 ¿Qué? — El gerente le miro confundido ante el extraño nombre que el caballero le había proporcionado. — ¿Qué nombre es ese? — Indago nuevamente hacia su cliente, simplemente hubiera escrito lo que entendió pero ahora la curiosidad le picaba.
— Es el único nombre que conozco. — La mirada de ambos se cruzó en un segundo, Poe prefirió no preguntar más acerca y por la mirada del contrario supuso que sería lo mejor. — ¿Sabes qué? Te pondré Finn. — Dameron le regalo una amable sonrisa al recién nombrado Finn para después firmar el vaso con aquel nombre. El cliente se mostró impresionado pero al mismo tiempo feliz.
— ¿Finn? Finn, me gusta. — Aprobó el nombre sin dudarlo. En su cara se formó una gran sonrisa que sin duda cautivo al gerente por lo que antes de retirarse a preparar el pedido del hombre; le extendió la mano en forma de saludo.
— Poe Dameron. Un placer conocerte, Finn. — El azabache se presentó de manera muy amigable esperando a que fuera correspondido de igual manera, y así fue. Finn estrecho su mano contra la del trabajador y sacudió esta. Cualquiera que los hubiera visto habría dicho que se miraban como si de almas gemelas se trataran, una gran amistad sin duda surgiría o al menos eso uno de ellos quería pensar.
Luego de aquella presentación, el encargado se dio la vuelta para preparar el pedido de Finn, sirvió el café y sello con una tapadera. Regresaba al mostrador con toda naturalidad aun mostrando una sonrisa, pero esta desapareció al momento en que resbalo con algún líquido que yacía vertido en el suelo. El afroamericano noto enseguida esto y en su intento por ayudar a aquella persona tan amable; se inclinó hacia dentro del mostrador extendiendo su brazo para tomar a Poe y evitar que cayera de espaldas, al mismo tiempo sus reflejos hicieron que atrapara el café que el trabajador recién había dejado caer por la sorpresa.
— Tú me salvaste, oye… ¿No te gustaría trabajar aquí? —Poe soltó aquella propuesta mientras aún se encontraba siendo sujetado por la mano de aquel hombre. Finn inmediatamente se mostró anonado por aquello dejando escapar un: ¿Qué?
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