Cada día que despierto en la mañana, con los rayos del sol iluminar mi rostro, lo primero que hago, es ver a mi lado. Ver el lado de mi cama. ¿Qué porque hago algo tan ridículo y extraño? Es simple. Es normal.
El hombre que más amo, está allí, todas las noches y todas las mañanas, acompañándome. Bridándome su calor y su afecto incondicional.
—Sasuke…
Es una costumbre que no creo poder dejar de lado. Me encanta observarlo cuando despierto, podría quedarme horas sentado sobre la cama y admirando su rostro, sus labios, sus ojos cerrados, su cabello y su respiración pausada. ¿Por qué es que hago esta extraña costumbre? Porque siempre temo que sea “Solo un sueño” es estúpido pero el miedo siempre me consume y despertar solo en mi cama sin él, es una maldita pesadilla. Yo ya no puedo volver atrás, no hay manera de que logre vivir sin él en mi vida, es tarde para eso.
—Sasuke, te amo.
Cada día en la mañana, el duerme tranquilamente, y yo le susurro todos mis sentimientos, todas mis debilidades, todos mis miedos y alegrías. Porque cuando estaba solo, jamás me sentí así de impotente y al mismo tiempo, completamente feliz. Mucho antes, solo era un chico solitario que solo quería encajar en la sociedad. Pero entonces, Sasuke apareció y cambió mi vida para siempre.
¿Quieres saber cómo él y yo nos conocimos?
Es una larga historia, pero intentare resumirla para ti.
El día que él entró al colegio de Konoha, puso a todas las chicas de cabeza. Yo tenía dieciséis años, cuando por primera vez, me enamoré de un hombre, pero luego me rompieron el corazón y un abismo fue mi único refugio del exterior.
—Les presento su nuevo compañero, su nombre es Uchiha Sasuke, viene de Hong Kong, y terminará su año escolar con nosotros. Sasuke, saluda.
—Espero llevarme bien con todos ustedes, un placer conocerlos y ser su compañero.
—Ahh, es muy guapo.
—Su japonés es perfecto.
—Tonta, todo en él es perfecto.
—¡Tienes razón!
—Llegó otro príncipe azul-murmuró con fastidio.
—¡Oye, torpe, te escuchamos!-gritó un grupo de féminas al blondo, quien simplemente, decidió ignorarlas.
—Sasuke, siéntete allí-indicó en la parte del medio, casualmente delante del rubito.
—Sí, sensei.
—Mientras tanto, continuaremos con lo de ayer. Después quisiera que alguno le prestara el material a su nuevo compañero, y de paso, mostrarle el colegio.
—¡Con gusto!-vociferó el grupo femenino. Los muchachos suspiraron un tanto envidiosos, pero no guardarle un rencor fiero al nuevo, no hasta conocerlo con más cuidado.
Sasuke se acomodó en silencio en su lugar y sacó sus útiles nuevos. El rubio tan solo podía observar su espalda y sus movimientos de brazos, cerró los ojos unos instantes intentando apartar su extraño y atractivo aroma, un fuerte perfume que desprendía su cuerpo, su portador parecía no darse cuenta o era el único estúpido en detectarlo.
Quizás porque no era la primera vez en que se fijaba en otro chico, pero ahora con experiencia, los muros eran altos y protegían su corazón, eso pensó hasta que el Uchiha se dio vuelta y le sonrió de medio lado.
—¿Disculpa, me prestarías el material de las clases anteriores?
Toda la clase miró aquel particular gesto dirigido a Uzumaki Naruto, el raro de la clase, el gay del salón.