Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi Profesor Favorito [Ryuga x Kyoya] por Midori-Hikari1312

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaaa!!!

Hey!! estoy actualizando a tiempo *-*

Amenme!! *Q*

Okno xD

Muchas gracias por volver qwq

Espero les guste <3

Tu respiración estaba agitada. El cabello se te pegaba al rostro pero no te molestaste en quitarlo, tus manos estaban ya lo suficientemente ocupadas para hacer algo tan simple como eso.

Movías tus caderas tan fuerte como podías haciendo que sus pieles al chocar produjeran un sonido obsceno característico del sexo, logrando arrancarle numerosos gemidos a la persona que se encontraba debajo de ti.

Tus manos se sostenían fuertemente de esa pequeña cintura, rasguñándola levemente al sentirte cerca. Una de ellas acarició lentamente toda la espalda de tu víctima, para finalmente bajar hasta su entrepierna la cual tomaste masturbándolo al compás de tus brutales embestidas.

Los gemidos se oyeron con más fuerza que no dudaste que era posible que se escucharan por toda la casa. Recostaste tu pecho sobre la espalda de tu acompañante mientras te aferrabas casi desesperadamente a él derramando tu esencia dentro de aquel agujero que te brindaba tanto placer. Segundos después sentiste tu mano pegajosa y sonreíste satisfecho al lograr hacerlo llegar a su límite.

-Sensei…-

*****

.

.

.

-¿Pero qué demonios…?- susurraste sentado en tu cama viendo tu ropa interior incrédulo.

¿Qué…demonios…estaba…pasándote?

-¿Es enserio?, ¿De nuevo?- te cuestionaste a ti mismo sin dejar de observarte. La delgada tela del bóxer color gris que llevabas puesto tenía una gran mancha oscura en esa zona tan comprometedora, tus músculos aún estaban contraídos y tu respiración seguía siendo agitada. Los claros síntomas de un orgasmo.

Ya iban... ¿Cuántas veces? Unas cinco o seis aproximadamente eran las veces que habías tenido sueños húmedos con tu querido profesor en esos últimos dos meses.

Te estremeciste al recordar nuevamente ese sueño tan apasionado que acababas de tener: Esa espalda perfecta y esas caderas tan sexys que se movían al compás de tus embestidas, esos fuertes y casi desesperados gemidos que sólo sabían decir tu nombre una y otra vez, esos dulces labios que tanto ansias besar y que ni siquiera en tus sueños te tenía permitido hacerlo, su piel trigueña ser cubierta por una fina capa de sudor de la cual te gustaba beber recorriendo tu lengua por cada rincón de su cuerpo, esa cara tan llena de placer con ambas mejillas rojas de vergüenza, esos hermosos ojos color azul zafiro tan llenos de deseo, cristalinos, viéndote a través de  sus lágrimas pidiendo por más…

Te levantaste rápidamente y fuiste directo al baño al darte cuenta que de nuevo tu pequeño amiguito había vuelto a despertar sólo con recordar tú, hasta ahora, sueño favorito. Necesitabas un baño helado urgente antes de comenzar a prepararte para ir al instituto.

Debajo de las frías gotas de agua que se iban resbalando rápidamente por tu cuerpo, como cada mañana desde hace dos meses, lo único que se encontraba rondando tu mente era ese molesto profesor que tanto te tiene loco, en todos los sentidos. Su voz firme decir tu nombre al regañarte, sus ojos mirándote mayormente con indiferencia, otras veces con amabilidad, y otras con seriedad. Cada vez que lo veías pasar frente a ti te quedabas embobado y cada día querías saber más sobre él; ¿qué le gustaba?, ¿qué no le gustaba?, ¿cómo era de pequeño?, ¡¿quién demonios le enseñó a defenderse tan bien?! Aún recuerdas el golpe de cuando Kyoya te había tirado al suelo para poder quitarte su libro el día de tu inscripción, te sobaste la cabeza al recordarlo, ese día llegaste a tu casa con un terrible dolor de cabeza que tuviste que echarte a dormir para que se pasara un poco. Había cosas tan simples que querías descubrir de ese chico peli verde que era lo único que abarcaba tu mente.

Era muy difícil admitirlo. Muy, muy, muy, muy difícil admitir que después de tantos años de sexo sin compromiso, de tantas mentiras, corazones rotos, vagancia, egocentrismo, fiestas alocadas y un millón de cosas más que no te daría tiempo de recordarlas todas en un día; te hayas podido enamorar al fin cuando juraste que jamás lo harías. Pero es que ese estúpido profesor te tenía comiendo de su mano aunque parezca lo contrario.

Había dicho que pasarían al menos 15 años antes de que toda la vida llena de locuras y personas gimiendo a tu merced terminara para ti. Ese era tu plan desde un principio, pero algo cambio, y ese pequeño cambio alteró completamente tu visión futura.

Obviamente tus noches de pasión aún no habían terminado. Como siempre tú seguías llevando chicas candentes a casa o tú ibas y te quedabas en las suyas para casi salir huyendo al día siguiente.

Tú literalmente convertiste el sexo en una clase de ritual antes de dormir.

De alguna manera este “deporte” que antes practicabas sólo para obtener placer, se convirtió en una clase de distracción para poder sacarte de la cabeza a ese profesor al menos por un par de horas. Aunque no servía de mucho. Ya que sin darte cuanta, cada vez tenías más y más sexo con cada chica de ojos claros que te pasaba por al lado. A veces hasta repetías. Y esto pasaba porque imaginabas que tu querido profesor eran esas chicas que cada noche estaban contigo dándote placer.

Saliste del baño ya con tus pantalones puestos y regresaste a tu habitación. Te colocaste los zapatos y una camisa blanca sin mangas que no abotonaste, te dio flojera. Tomaste tu mochila y la ibas arrastrando por el pasillo y bajando las escaleras hasta llegar a la sala donde la dejaste sobre el mueble y te encaminaste hacía la cocina. Abriste el refrigerador y del sacaste un galón de jugo de naranja, y sin pensarlo dos veces tomaste directamente del embace.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que los vasos existen por algo?- escuchaste una voz tan conocida y que a la vez tan irritante.

- Las personas normales le dicen “Buenos Días” a sus hijos antes de cualquier otra cosa- dijiste colocando la bebida de nuevo a  donde pertenecía y volteando a ver a tu padre- Y cada vez que me dices eso ciento que estas malgastando tu saliva- luego de terminar la oración bostezaste ruidosamente sin preocuparte por tapar tu boca.

-¿Ya te vas a la escuela?-  preguntó tu padre tomando una taza de la despensa y sirviéndose café y el olor inconfundible de la bebida caliente comenzó a llenar la habitación.

-Sí, ya voy de salida- respondiste comenzando a abotonarte la camisa dejando los primero dos sin hacerlo.

-¿Cómo ha estado tu profesor de tutoría? ¿Se ha estado comportando bien contigo?- pregunto nuevamente, y te pareció raro que tuviera tanto interes en la respuesta.

-Él está bien...- respondiste mirándolo extrañado, no era la primera vez que tu padre preguntaba muy ansioso acerca de Kyoya.

-¿Te vas sin desayunar?- preguntó el castaño acercando la taza hasta sus labios.

-Desayunaré allá…- dijiste fastidiado de tantas preguntas. Lo dejaste con la palabra en la boca y fuiste a buscar tu mochica, dejaste muy suelto el nudo de una cortaba y te colocaste una chaqueta de cuero negra que arremangaste hasta tus codos, te miraste en un espejo que se encontraba pegado a la pared y sonreíste mostrando tus perfectos dientes.

Tú, siendo tan perfecto como siempre.

Comenzaste a caminar directamente hacía la puerta en la cual te detuviste por unos segundo admirando la foto que siempre se encontraba sobre uno de los muebles al lado de ella.

- Buenos días madre…- susurraste con una leve sonrisa melancólica mirando de cerca la foto antigua dentro de un marco tan sencillo que hacía resaltar más la fotografía, o así lo veías tú. Suspiraste con pesadez, te colocaste tu casco y saliste de inmediato a la preparatoria. No es que estés retrasado, es más, todo lo contrario. Lo que sucedía es que ahora estabas llegando más temprano para ver a Kyoya un rato más antes de tus clases. Completamente ridículo, lo admites.

Conducías casi a todo lo que daba la motocicleta, ibas tan rápido que “sin querer” te saltaste algunas luces rojas ¿pero que se le iba a hacer? tu mano se resbalaba de vez en cuando y no alcanzabas a tocar el freno… Ok, Mala excusa.

Llegaste finalmente a tu destino y por alguna razón no podías dejar de sonreír como un idiota, estabas ansioso. Entraste al estacionamiento y dejaste tu moto por ahí, prácticamente saltaste fuera de ella y caminaste lo más rápido que pudiste hasta dentro del edificio. Todo estaba muy calmado, había muy pocos estudiantes a esa hora por lo que apenas y se podía escuchar un pequeño murmullo en cada pasillo. Sin detener tu caminar cruzando un par de pasillos y subiendo en el segundo piso de lugar, y te paraste unos segundos frente a una puerta, con lentitud la abriste, tan lento y silencioso cómo pudiste. Sabías que antes de cada clase, Kyoya se tomaba unos minutos para leer un rato, y como era el, se metía tanto en ello que no notaba lo que pasaba a su alrededor, era realmente adorable a decir verdad.

Al entrar, te quedaste unos segundos parado junto a la puerta admirando el perfil de la persona que estabas buscando, suspiraste nuevamente, y al darte cuenta frunciste el ceño enojado contigo mismo, sabías que te veías ridículo haciendo cosas como esa. Ryuga Kishatu no puede darse el lujo de verse ridículo o vulnerable, eso nunca.

Caminaste tranquilamente hasta estar frente al escritorio donde el peli verde se encontraba.

-Pero miren que belleza me he encontrado- dijiste inclinándote un poco y quitándole el libro de un jalón.

-¿Pero qué…?- al notar que eras tú el que se encontraba con él, acaricio sus sienes en señal de enojo y tú no dejabas de sonreír- ¿Qué haces aquí…?- preguntó entre diente, sabías que estaba controlándose, ya lo tenías suficientemente fastidiado estos últimos dos meses y estaba casi en su límite, eso te causaba mucha satisfacción.

-Yo estudio aquí- respondiste con ironía y el bufó enojado ante tu respuesta. Arrastrando una silla para poder sentarte frente a Kyoya y que sólo los separara el escritorio- Veamos que tenemos el día de hoy…- te sentaste y colocaste tus piel sobre el escritorio leyendo la portado del libro- Que aburrido, Sensei- dijiste tirándolo sin interés alguno sobre el escritorio y cruzaste tus brazos.

-Se supone que el que lo está leyendo soy yo, niño…- al escuchar esa última palabra un tic apareció en tu ojo izquierdo pero no dejaste de sonreír haciendo que la escena se vea un poco bizarra. Él tomó el libro de nuevo para guardarlo dentro de su bolso, te echaste sobre el escritorio recostando tu mejilla cerca de tu hombro mientras tú mirabas detenidamente cada movimiento que hacía. Kyoya se te quedo viendo y ambos conectaron nuevamente sus miradas por unos segundos, amabas cuando sucedía eso, lo único que cruzaba por tu mente es esos momentos era “Que ojos más hermoso” y lo repetías una y otra vez en tu mente como si trataras de convencerte de algo que ya sabías.

Estuvieron así por unos segundos más hasta que Kyoya aparto su mirada de la tuya para mirar a cualquier lugar de la habitación. Tus ojos brillaron emocionados al darte cuenta de que sus mejillas adquirieron un hermoso color rojizo y se mordía levemente el labio inferior, era la primera vez desde que se conocieron que mostraba ese lado tan lindo y te entusiasmó con demasía.

¿Cómo demonios ese hombre podía llegar a ser tan lindo?

Notas finales:

La cosa se puso buena ewe!!

Espero le haya gustado *-* 

Ok, ahora a lo sería <3

Otra vez necesito que ustedes me ayuden con ponerle un nombre a la mamá de Ryuga.

Namiko y Hinata son los nombres con los que me han estado ayudando. Si quieren pueden votar por unos de esos dos o darme uno nuevo. Es su decisión.

Recuerden que Ryuga tendrá un tatuaje con el nombre de su amada madre en algún lugar de su cuerpo.

Espero su sugerencia en los review! *-*

Los veo la semana que viene *-*

Nos vemos >wo

Besos <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).