-P-Pero Gingka, ¿estás escuchándome acaso?- le preguntaste alterado al chico a tu lado, que era tu compañero de trabajo, profesor de literatura al igual que tú y la persona que normalmente comparte contigo las sinopsis de libros interesantes. Ambos estaban a la hora del receso de los alumnos, ya habías terminado la primera clase y siempre después de esta había receso.
-Por supuesto que si Kyoya, y me parece que estas exagerando- dijo tranquilo el pelirrojo. Aprovechaste el momento en el que pudiste estar solo con Gingka y le contaste lo que habías estado viviendo con tu alumno rebelde, sin excluir ningún detalle- Mira, sé que es algo difícil de entender, pero los chicos de hoy en día son así de lanzados con cualquier cosa- comenzó a explicarte el pelirrojo.
-Ni me lo digas…- susurraste recordando todas esas veces que Ryuga trato de aprovecharse de ti.
- Lo vez. Kyoya, si él te gusta, simplemente déjate llevar~- tu compañero comenzó a imitar el movimiento de las olas con sus manos logrando que se vea ridículo.
-¡Él no me gusta!- negaste sonrojado- Te estoy diciendo que el va a meterme en problemas si sigue así de atrevido Gingka…- bajaste la voz mirando a los lados procurando que nadie te escuche- Hoy…el me beso y…- fuiste interrumpido.
-¿¡Él te besó!?- grito Gingka, este parecía más emocionado que sorprendido.
-¡Shh! Gingka. Silencio- le regañaste y él se tranquilizó- Ayúdame ¿sí?- le pediste ya derrotado, esa clase de situaciones era nueva para ti y al mismo tiempo agotadoras.
-Ok…- susurró desanimado- Si me lo preguntas, yo diría que deberías de tratar de evitarlo lo más que se pueda. Así tu lograrás organizar tu mente y él tal vez se dé cuenta de que tú no eres lo que está buscando- dijo casi sin interés.
-Muchas gracias Gingka…- sonreíste para irte caminado a tu aula de clases, ya casi era hora de comenzar de nuevo con tus clases.
**
Acababas de terminar de dar tu clase resiente. Viste como los jóvenes iban saliendo casi disparados fuera de tu aula de clases. Tenías al menos unos 30 segundos antes de que el siguiente curso comenzara a entrar para recibir sus respectivas clases. Necesitabas relajarte lo más que podías, ya que a continuación te tocaba darles la clase al curso de tu “amadísimo” subordinado, Ryuga.
Aún te sientes extraño después de lo de hace un rato. Cuando lo viste tirado en el patio junto con Tsubasa por alguna extraña razón tu pecho se encogió y se te dio un mal sabor de boca, al igual que un extraño enojo, por lo que decidiste irte de ahí lo más rápido que pudieras.
Tranquilamente viste como los alumnos de tu siguiente clase iban entrando uno a uno, tu estomago daba cosquillas con la sola idea de que Ryuga entrara por esa puerta, pero ya la mayoría de los estudiantes estaban adentro y ya era la hora de empezar a dar tu clase, por lo que caminaste con cierto desgano para cerrar la puerta y justamente esta se volvió a abrir.
-¿Llego muy tarde?- la alta figura de Ryuga con la respiración agitada apareció de la nada junto con su compañero de largos cabellos detrás de él.
-Demasiado. Así que denme una buena razón de por qué no deba dejarlos afuera esta vez- dijiste bloqueando la puerta con tu cuerpo y te cruzaste de brazos aún frente a ellos. Al hacer esto notaste como una gran sonrisa picará se formó en los labios de Ryuga, haciendo que te pongas nervioso ya que sabes la razón de ella, por lo que dejaste tus brazos a cada lado de tu cuerpo rápidamente- ¿Y bien?- trataste de disimular.
-Es porque si no nos deja entrar, la clase sería muy aburrida- respondió Ryuga sin dejar de sonreírte.
-Respuesta equivocada- dijiste y estuviste a punto de cerrarles la puerta en la cara.
-Sensei, por favor discúlpenos esta vez, le prometemos que no volverá a pasar- hablo Tsubasa seriamente.
-…- tú te quedaste viendo a los dos chicos con desconfianza por unos segundos, más bien a Tsubasa que la verdad parecía arrepentido de haber llegado tarde- Como sea, pueden entrar sólo por esta vez, y por favor espero que la próxima vez no lleguen tarde- les pediste mientras te apartabas de la puerta y los dejabas pasar.
-Por favor, Sensei. Todo el mundo sabe que nos deja entrar sólo porque no puede apartarse mí. Nadie puede- dijo presumidamente Ryuga sentándose en su lugar que era ahí, justamente frente a ti por desgracia.
-Una palabra más y estás fuera, Ryuga- advertiste seriamente, y el resto del aula comenzó a reírse- Callado todos- ordenaste y comenzaste con tus clases.
En general, no te molestaba mucho el curso de Ryuga, después de todo la mayoría entienden rápido y son muy fáciles de tratar. Incluso acababas de entregar los exámenes de la última evaluación que habías hecho y todos tenían una nota considerable, además de que increíblemente Ryuga había sido la puntuación más alta de toda la clase…Como siempre.
Pero lo peor de todo, es que siempre hay un momento en el que Ryuga comienza con sus payasadas y todo comienza a formarse un caos.
En este momento lo vez coqueteando con la chica que estaba detrás de él, se supone que deben de estar prestando atención a lo que tu estas explicando y éste simplemente te está ignorando.
-¡Auch!- se quejó Ryuga cuando le pasaste por al lado y dejaste caer un libro sobre su cabeza. El resto de grupo rió por lo bajo- ¡Kyoya!- se quejo molesto.
-Para ti es Profesor Kyoya. Y deja de estar hablando tanto, estas distrayendo al resto de grupo- le regañaste y ya estabas listo para seguir con tu explicación.
-¿Es eso o es que está celoso, Sensei?- ahí está otra vez. Esa personalidad altanera y presumida que últimamente sólo te causa problemas.
-¡Uhhhh!- gritó el resto del salón haciendo que te aparezca un tic en el ojo izquierdo.
-¡Ha callar!- gritaste y de inmediato se callaron. Volteaste a ver a Ryuga que te miraba con una sonrisa desafiante, como si estuviera probándote para saber hasta dónde llegaba tu auto control- Todos van a leer los tres primeros capítulos del libro asignado y van a hacer un análisis de 2.000 palabras, así que los quiero ver a todos leer ahora- ordenaste a tu salón y todos comenzaron a bufar molestos-Y tú…- miraste a Ryuga que sin dejar de sonreírte se levantó de su asiento- Ven conmigo- caminaste hasta la puerta siendo seguido por Ryuga y ambos se quedaron parados en el pasillo.
-¿Y bien, Sensei?- Ryuga estaba muy cerca nuevamente, pero estabas tan molesto que ni te inmutabas por eso.
-…- suspiraste derrotado y trataste de relajarte un poco. Ryuga al parecer entendió que era suficiente de juegos y se enderezó mirándote casi preocupado- ¿Qué voy a hacer contigo?- preguntaste tapando tus ojos con una de tus manos- ¿No crees que ya es suficiente de tus juegos, Ryuga?-.
-No Sensei- negó inmediatamente- Esto no es un juego- lo miraste sorprendido, era la primera vez que escuchabas hablar a Ryuga tan serio.
-¿Ah no? ¿Entonces qué es?- lo mirabas fijamente a los ojos como si de esa manera pudieras descifrar que es lo que estaba pensando, y por primera vez no lo sabías. Ryuga se acercó más a ti aún serio, retrocediste unos pasos alejándote de él pero te tomó nuevamente de las muñecas y te hizo mirarlo directamente a los ojos otra vez.
-Estoy enamorado de usted…- dijo sin parpadear siquiera, dándote a entender que de verdad él no estaba jugando, pero querías pensar que si.
-… ¿Qué? ¿E-Es enserio?- preguntaste completamente aturdido por lo que acababas de escuchar, y por alguna razón al mismo tiempo te sentías intimidado y con miedo. Trataste de retroceder sin recordar nuevamente que estabas contra una pared y que tus manos estaban sujetas por el chico frente a ti.
-¿Qué sucede, Sensei? ¿Acaso no fui lo suficientemente claro estaba mañana?- preguntó Ryuga apretando aún más el agarre de tus muñecas y en su cara se reflejaba la misma sonrisa juguetona que siempre te lograba poner más nervioso- Si es así…Entonces déjeme recordárselo- comenzó a acercarse lentamente a tu rostro y tu no hallabas a donde ir.
-R-Ryuga… E-Estamos a mitad del pasillo- tu voz sonó aguda por causa del nerviosismo, y Ryuga lo único que hizo fue reír ante tu reacción.
-¿Y eso qué? Aquí no hay nadie…- susurró pasando su lengua por sobre tus labios tan lento que casi pensaste que quería torturarte- No aprietes tus labios, Kyoya. Es molesto- reprochó sin dejar de susurrarte de una manera que al escucharlo cada vello de tu cuerpo se colocaba en punta.
-A-Aléjate, es enserio…- querías salir de ahí, pero ¿cómo ibas a hacerlo?, Ryuga te tenía tan bien agarrado que no podías alejarte de él ni un centímetro.
-¿Qué se supone que está pasando aquí?- estuviste a punto de tener una ataque cardiaco cuando escuchaste esa voz.
¿Cómo demonios explicarías esta clase de situación al padre de tu acosador?
Ryuga al escuchar la voz de su padre se alejo un poco de ti pero sin soltar tus muñecas, tú estabas tan avergonzado que ni siquiera podías alzar la mirada y verlo directo la cara.
-¿Y bien? ¿Alguno de ustedes me dirá que es lo que acabo de ver?- el señor Doji se oía bastante molesto con la situación y aún ninguno de los dos había respondido.
-¿Qué? ¿Acaso tengo que explicarte paso a paso lo que hacías con mi madre?-respondió Ryuga indiferente alejándose más de ti y caminando hacía su padre y encarándolo.
- No hables así de tu madre- le replicó su padre bastante indignado- Qué no te dije que no arrastraras a tu tutor a tus tontos jueguitos de manipulación- siguió hablando el padre. Conocía tanto a su hijo que sabía lo que estaba pasando entre ustedes.
-Puedo hacer lo que quiera. Además el es mío- gruñó volviendo hacía ti, te tomó de la mano y la alzó como si tú fueras una clase de trofeo.
-¡¿Ha?!- te sonrojaste más por la vergüenza de que lo estuviera hacía frente a su padre, y no sabías si mirar al padre o al hijo. Estabas tan confundido.
-Lo lamento mucho Sensei. Por favor persone a mi hijo- pidió el padre inclinándose ante ti -Ryuga…por favor entra a la clase- ordenó seriamente el padre.
-No quiero que te quedes sólo con él- le habló firmemente sin haberte soltado siquiera.
-Ryuga- lo llamaste en forma de regaño. El te volteó a ver y tú asentiste con la cabeza, chasqueó la lengua y le dio la espalda a su padre quedando frente a ti, acercó tu mano a su boca y beso la palma de tu mano y susurró nuevamente que tú eras suyo antes de entrar finalmente al aula. Para ser sincero contigo mismo eso te pareció realmente adorable. La forma tan inmadura en la que te reclamó como suyo te dejó mínimamente conmovido. Cuando por fin estuvieron solos ustedes dos no dudaste en disculparte con Doji.
-Lamento que haya visto esta escena, Sr. Doji. Le prometo que haré lo posible por que Ryuga respete más a sus mayores- dijiste haciendo una reverencia frente al hombre. Lo que esperabas era que él te mirara nuevamente con una de esas caras de desaprobación y como no, si vieras al profesor guía de tu hijo siendo acorralado por el mismo a mitad del pasillo en una posición comprometedora también sospecharías de que lo estaba seduciéndolo.
-No Sr. Kyoya. Yo me disculpo de los malos ratos que sé que mi hijo le ha hecho pasar- dijo el hombre, y esta vez fue él el que se inclinó para disculparse.
-No por favor no lo haga. Dígame que está haciendo por aquí. Es raro verlo-.
-Bueno. Aunque le parezca extraño yo…Vine a verlo a usted- Doji parecía avergonzado de lo que estaba diciendo, como si fuese raro que el padre de un alumno viniera al instituto sólo para verte…Espera. Si es algo extraño.
-Oh. Bueno, tengo un tiempo libro después de esta clase. No es mucho, pero si gusta podemos hablar con tranquilidad- dijiste tratando de ser amable con él.
-Me parece bien- dijo con una sonrisa- Hasta entonces Sensei-. Dijo para luego irse y por fin pudiste entrar a la clase, donde extrañamente todos estaban en silencio y con la mirada pegada a un libro. Incluso Ryuga, que por obvias razones tenía el seño fruncido.
-Amo esta clase…- susurraste muy bajo y fuiste a sentarte a tu escritorio para por primera vez en el día tener un momento de paz y silencio.
Y en ese momento vino hacia ti la extraña curiosidad de qué podría llegar a ser tan importante como para que Doji fuera hasta allá sólo para verte.