-Bueno...Ya que acabo de realizar mi acción buena del año...-comenzaste a hablar justo antes de que el volviera a su lectura haciendo que esa mirada zafiro vuelva a ti- Creo que debería conocer a la persona con la cual la he desperdiciado ¿no lo crees?- recostaste tu espalda en la banca con ese aire de "Oye, estoy tratando de ligar contigo, préstame atención" que usabas con las chicas difíciles, aunque en este caso es un chico.
-No necesito tu amabilidad. Si piensas que es un desperdicio para ti cederme el asiento libre de esta mesa me iré a otro lado- el chico estuvo a punto de volver a levantarse pero tú de nuevo lo de tuviste.
-Oye, oye, Calma. No es para tanto. Solo busco charlar un poco ¿Ok?- sus miradas se quedaron conectadas por unos segundos, él te miraba con cierta desconfianza y tú con una mirada llena de seguridad tratabas de convencerlo de que se quedara sentado. Momentos después volvió a recostar su espalda en la banca y se crudo de brazos mirándote, tú lo imitaste sonriendo triunfante.
Antes de que pudieras volver a hablar la chica que te había atendiendo volvió con tu orden. Colocó las cosas frente a ti dándote otra sonrisa nerviosa y tú observaste como discretamente colocó un pequeño papel en la mesa con un número de teléfono y tú le sonreíste de vuelta.
-¿Desea otra cosa?- te pregunto la chica.
-Yo no- fue lo único que dijiste y luego ambos miraron al peli verde frente a ti.
-Un café negro sin azúcar, por favor- pidió amablemente. La chica volvió a hacer su reverencia antes de irse y mientras se alejaba no pudiste evitar clavar tu mirada en donde la espalda pierde su nombre mordiéndote ligeramente el labio inferior. Definitivamente los pantalones ajustados son una bendición, y ni hablar de las faldas cortas.
Miraste al frente ignorando completamente que acababas de tener pensamientos indecentes con esa chica notando como el peli verde te miraba alzando una ceja y sin descruzar sus brazos, como si estuviera diciéndote "¿Es enserio?". Tu sólo tomaste tu Late tratando de ignorar la indirecta mirando fuera de la ventana, luego le diste un pequeño sorbo para después hacer una mueca al darte cuenta de que no tenía la suficiente azúcar, tomaste los pequeños sobres que estaba al lado de la taza y uno a uno comenzaste a echarlos dentro de la misma.
-A mi parecer comenzamos con el pie izquierdo…- dijiste tomando una pequeña cuchara y mezclando tu bebida, él se quedo callado viéndote hacerlo- Comencemos de nuevo entonces. Mi nombre el Ryuga ¿Cuál es el tuyo?- dijiste dándole otro sorbo a tu taza con gusto aún sin despegar tu viste de ese color azul que te tenía tan cautivado. Él no dijo nada mientras todavía te miraba con desconfianza, pero luego descruzó sus brazos colocándolos a cada lado de su cuerpo y relajando su porte serio.
-...Kyoya- dijo con simpleza y juraste que casi viste una pequeña sonrisa adornar su cara.
-Vez, así está mejor- dijiste sonriéndole.
-Já- dio una corta risa desviando por un momento su mirada al gran ventanal a su lado.
-¿Edad?- dijiste comiendo un donut.
-25- dijo de nuevo con simpleza y casi sin interés, mientras que tú te comenzaste a ahogar causando una mirada extrañado en Kyoya- ¿Estás bien?- preguntó algo preocupado mientras le entregaban su orden, y de nuevo la chica se fue dejándolos solos.
-S-Si...- tomaste un poco de tu Late y lo miraste un poco sorprendido- Sólo es...que no aparentas ser casi 10 años mayor que yo- dijiste recuperándote un poco. Estabas un poco frustrado, pensaste que habías encontrado a un lindo estudiante al menos un año menor que tu para corromperlo y hacerle básicamente todas esas cosas que le haces a todas tus conquistas. Pero pensándolo bien, estar con alguien mucho más maduro y serio que tu, y sacarle el lado sumiso y dulce...No sería mala idea.
-¿Enserio?- dijo con una leve sonrisa casi burlona tomando un poco de su taza de café- ¿Qué edad tienes?- dijo para luego colocó sus codos en la mesa y su barbilla descasaba sobre sus propios dedos entrelazados.
-17- dijiste alzando un poco tu rostro y cruzando tus brazos, sonreíste demostrando el orgullo por tu edad- Los cumplí hace unos meses- dijiste de la misma forma.
-No eres tan joven entonces, unos cuantos meses más y eres mayor de edad- dijo sin cambiar posición.
-No me lo recuerdes, ser adulto suena tan fastidioso…- diste otra mordida a tu comida fingiendo lamentarte.
-Y lo es- afirmó- No te imaginas lo afortunado que eres. Todas esas cuentas, comprar, deudas, falta de sueño, infinitas preocupaciones y compromisos…- suspiro con pesadez- Son una tortura- terminó de decir y tú escuchabas atento, otra cosa que no pasaba muy a menudo. Luego el tomó más de su café casi terminándolo a pesar de que prácticamente se la acababan de llevar, la taza en sí no era muy grande.
-Ahora que recuerdo. Ese libro que tienes debe ser muy interesante, después de todo, por estar tan metido en el no te diste cuenta de que la mesa estaba ocupada- la verdad es que no estabas tan interesado, no lees mucho, al menos no por gusto, pero para no notar que tienes una persona frente a ti hablándote casi a gritos debe ser bueno.
-¿Esto?- dijo mirando por un segundo el libro sobre la mesa- Es increíble. Su nombre es Un asesino cualquiera*, Y básicamente se trata de un periodista italiano que fue contratado para hacer un reportaje en Alemania. En ese país, se encuentra con un hombre extraño que lo invita a un “evento con animalitos” que se trataba realmente de ver como masacran a un niño vivo. Después de eso el hombre se vuelve adicto a esas escenas que para el eran excitantes y comienza a secuestrar niños para hacerles las mismas cosas para su propia satisfacción- explicó el chico completamente emocionado y tú lo mirabas con una sonrisa analizando cada una sus facciones y el brillo que se formo en sus ojos- Se podría decir que hasta ahora es lo único que he leído del libro- dijo encogiéndose de hombros sin quitar esa sonrisa soñadora de sus labios.
-Suena como si hubiese sido escrito por alguien que está totalmente mal de la cabeza- dijiste divertido- Pero extrañamente, el libro suena bastante interesante, para solo relatarme un poco de él, está muy bien- viste como luego sacar un celular, imaginaste que para chequear la hora- Y dime ¿En que trabajas?- tomaste lo último que te quedaba del Late.
-Yo…- estuvo a punto de responderte pero se levanto repentinamente- ¡Diablos, Voy tarde!- dijo exaltado, tomó lo poco que le quedaba del café y buscó algo dentro de su bolsillo sacando su cartera y dejando unos cuantos billetes sobre la mesa- Gracias por la charla. Quiera quedarme más, pero tengo que irme- dijo antes de salir corriendo fuera del lugar, lo viste pasar por enfrente de la vitrina antes de que desapareciera de tu vista. Decepcionado, pegaste tu cabeza contra la mesa, querías seguir hablando con ese chico, y para colmo ni siquiera lograste conseguir su número.
Tu teléfono vibró un par de veces y alzaste tu cabeza viendo que tu padre estaba volviendo a llamarte. Lo ignoraste notando que el increíble y entretenido libro que Kyoya te estaba describiendo estaba frente a ti. Con tanta agitación se le habrá olvidado. Lo tomaste y viste la portada, no era muy llamativa pero le daba ese toque de suspenso y misterio que el libro debía tener. Es verdad que los libros en sí no son tu hobby, pero ese libro extraño que debería ser quemado junto con su autor por tal extraño contenido, tiene algo que de verdad lo hace parecer interesante.
Pasó al menos una hora y tu seguías leyendo el libro, que efectivamente era muy bueno. Pero ya estabas aburrido de no hacer nada, cosa rara, así que te levantaste, dejaste al igual que Kyoya algo de dinero en la mesa, y te fuiste tranquilamente guardando el número de la chica en tu bolsillo para no perderlo. Te colocaste el casco antes de salir, no soportarías volver a quemar tus ojos con esa molesta estrella en el cielo. Y te montaste en tu moto para ir a la supuesta reunión que tenías en la nueva preparatoria donde tendrá que estudiar.
Muy pocos minutos después llegaste a tu destino, y claro está, que ibas a exceso de velocidad. Entraste y comenzaste a divagar por los pasillos buscando la habitación donde se supone debías estar hace más una hora, no recuerdas muy bien el camino por lo que te sentías como si estuvieras dando vueltas como un idiota. Pero después de todo lograste llegar a tu destino: La oficina del director.
Justo al abrir la puerta todas las miradas se dirigieron a ti con enojo, pero la única que notaste fue la de tu padre, haciéndote sentir bien. Adorabas ver la frustración en los ojos de alguien por tu culpa. Escuchaste un sermón de su parte, parecía enojado, pero lo ignoraste como si nada prosiguiendo a entrar a la habitación.
-¡Tú…!- escuchaste una voz muy conocida y volteaste de inmediato hacia la persona que estaba a un lado de ti, tus ojos se iluminaron al ver ese hermosos ojos azul zafiro que te miraban entre sorprendido y molesto.
-Tú…- susurraste sonriendo levemente, no podías crees que de verdad el mismo chico de hace unas horas estaba compartiendo una mesa contigo, este frente a ti.
Oh sí, ya comenzabas a amar esta escuela.