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Oportunidad (Johnlock -Kidlock-) por fannigram24

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Escondidillas.

– Sabemos que será diferente al que asistías cando estabas en el orfanato, pero esperamos que te agrade la escuela.

Los Watson mayores le inscribieron lo antes posible en el colegio en el que John estaba. Fue difícil intentar registrarlo ya que no tenían los documentos legales que confirmaran que Sherlock era de esa nacionalidad. No sabían la vida antes del orfanato del joven, ni cual era en realidad su apellido, si quiera si “Sherlock” era en realidad su nombre de pila. Después de muchos intentos lo registraron como “Sherlock W.” Aun con el disgusto la directora acepto de mala gana. Sabían que eso acarrearía muchos problemas en el futuro. Los Watson eran muy persistentes y no dejarían al joven sin estudios, eso jamás.

La familia se había portado muy bien con él. Tener un hermano menor era incluso mejor que tener uno mayor.

Sherlock tomo su mochila y salió del auto, John le siguió por atrás. Se despidieron con la mano.

– ¡Que tengan un buen día! – les deseo Ella. – Pasaremos por ustedes en la tarde

 

 

– ¡La escuela te encantará! – espeto el pequeño mieras cambiaba uno al lado del otro.

– No lo creo.

Cuando aún estaba con Mycroft, este le llevaba al colegio. Pero no fue lo que esperaba. La gente era muy mediocre. No lo entendía. Al expresar sus opiniones… o deducciones, como empezó a decirles después, los niños lo trataban como raro y se alejaban de él. Eso le confundía… Muchas, muchas veces se preguntó qué era lo que estaba mal en él. ¿Por qué era diferente?

Su hermano, le decía que los chicos del colegio eran muy estúpidos y lentos. Y eso fue lo que quiso creer… que el problema no estaba en él, que los demás eran un problema. Las cosas nunca cambiaron, siempre al “adivinar” la vida de los demás estos se sentían ofendidos, otros asustados y acosados.

Mycroft no parecía importarle eso de las “amistades”, esa era la razón por la que su hermano siempre estaba solo. De seguro ahora está aún más solo que cuando se fue.

– ¿Por qué, acaso no te gusta estudiar?

– No es eso. Es solo que no es algo que no haya visto antes.

 

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La familia Holmes era muy peculiar.

El señor y señora Holmes nunca estaban en casa, siempre salían por asuntos del trabajo.

A sus hijos Mycroft y Sherlock los dejaban con alguna niñera –cambiaban de niñera cada mes, ya que no aguataban al menor de los Holmes–. Pero después de que Mycroft fuera lo suficientemente grande como para cuidar de su hermano los empezaron a dejar solos. Mycroft cuidaba muy bien de su hermano, su pequeño hermano de siete años, Mycroft era nueve años mayor.

Sus padres preferían pagarle maestros particulares, incluso ellos les impartían algunas clases. Por ello solo se la pasan dentro de su casa, una casa muy grande cabe destacar. Sherlock a pesar de ser un niño muy pequeño era muy inteligente ene y aprendía rápido. Pero era su personalidad lo que hacía a todos dudar… Era muy cambiante, había ocasiones en las que no hablaba, en otras no cerraba la boca. Su hermano y su familia pensaban que era bipolar. Pero en un niño de su edad era normal ¿no?

Mycroft al contrario de su hermano, era un chico muy educado y calmado. Su hermanito llegaba a decir que era una persona muy aburrida, ya que Mycroft no era tan imperativo y porque en ocasiones se negaba a jugar con su hermano. Incluso Mycroft gustaba de fastidiar a su hermanito, y solo por diversión.

Después, cuando Sherlock tenía ocho años había empezado una revalidad entre ellos. Más bien la rivalidad solo estaba de parte de Sherlock, Mycroft solo lo tomaba como un juego. Solo algo sin importancia. Eso molesta más al menor de los Holmes. Esto hacia crecer mas la “rivalidad”.

Para ese entonces sus padres ya no vivían con ellos… Se habían ido de Londres y continuaron con su trabajo en otros lugares, siempre viajando. Sherlock lo tomo como cualquier cosa, al fin y al cabo sus padres no estaban casi nunca. Que se fueran no cambiaría nada. Solo era Mycroft y Sherlock, no más. Mandaban dinero cada tanto tiempo, para que sus hijos no batallaran.

Mycroft llego a un acuerdo con sus padres, este consistí en continuar sus estudios en un colegio, tenía que admitir que aunque les convenció con la idea de que; “ocupaba extender sus estudios.” la verdadera razón era que quería experimentar, conocer más allá de las puertas de sus casa. Salir,… Tal vez hacer amigos. ¿Qué podría pasar?

Por esa razón, Sherlock presento un examen en un colegio y lo reintegraron a las clases cursando tercer grado de primaria. Mientras que Mycroft cursaba primer grado en preparatoria.

Pero no fue lo que esperaba, o los Holmes no eran lo que la gente esperaba.

Las personas parecían huir de él, ¿acaso sus comentarios eran los que alejaban a la gente?

Entendió su error, peor no podría huir de ellos. Un Holmes no aria aquello.

Pensaba que eso solo le pasaba a él. Hasta que recibió una llamada del colegio de su hermano; Sherlock se había peleado en la hora de receso con unos de sus compañeros y no había sido la única vez.

En vez que ganarse amigos, se habían ganado… ¿“enemigos”? ¿Esa era la mejor forma de llamarlos?

Enemigos, claro. Solo era gente idiota.

Los compañeros de clase de su hermano lo agredían, eso le hacía enfurecer. ¿Qué había pasado? ¿Acaso sus padres sabían que esto pasaría? ¿Por eso les pagaban maestros particulares?… Eso le llevaba a la siguiente incógnita ¿Qué había mal en los Holmes?

Mycroft evitaba las preguntas de su hermano diciéndole que las amistades no eran de importancia, siendo esta la razón por la que inicialmente Mycroft decidió estudiar en un colegio. “Amigos, valla idiotez”. Se arrepentía de ello. El mayor de los hermanos Holmes decidió que esto no era algo que sus padres tenían que saber y no dejo así. Sherlock empezó a ignorar a la gente de su alrededor.

 Así continuaron, solo ellos dos… Y eso no significaba que la rivalidad que Sherlock le tenía había cesado, al contrario con el tiempo se hacía más fuerte.

Sherlock anda por todos lados gritando cosas sin sentido, todas basándose en su rol de pirata. El pequeño Holmes estaba vestido con sus pantaloncitos cortos, su camisa blanca y encima de esta una gabardina azul que le quedaba grande –la encontró en uno de los closet del sótano–. Tenía una bufanda negra amarrada en la frente y tenía una espada de cartón en sus manos. Una vestimenta que intentaba asemejar a la de un pirata, la idea estaba muy descarrilada.

– Sherlock, deja de hacer alboroto. No me dejas leer en paz.

Estaba, el mayor de los hermanos Holmes, sentado en un sillón de piel, leyendo no de sus tantos libros. Estaban en temporada de vacaciones y no tenían que ir al colegio.

– Eres aburrido. – canturreo mientras que sacaba su espada falsa de su cinturón y le apuntaba a su hermano. Mycroft bufo y aparto la espada con su mano, después retomo su lectura ignorando a Sherlock.

Se sumergió tanto en su lectura que perdió la noción del tiempo. Cerró el libro y busco con la mirada a su hermano. No lo encontró. Tampoco se escuchaban sus gritos. Bostezo y dejo el libro en la mesita, sacudió su ropa del polvo inexistente y salió de la sala en busca de su hermano.

– ¿Sherlock? – lo llamo, pero no hubo respuesta. ¿Dónde se habrá metido su fastidioso hermano? Continúo a paso calmado y fue a la habitación de Sherlock, el pequeño no se encontraba ahí. Fue a la cocina y obtuvo el mismo resultado. La Afanadora –Era la mujer que le ayudaba con la limpieza de la casa. Era una mujer que pasaba los cuarenta años.– iba pasando por ahí, y Mycroft pregunto por su hermano, esta negó el haberlo viso y se ofreció a buscarlo pero Mycroft se negó a ello. De seguro andaba por ahí.

Mycroft continuó buscando a su hermano, pero esta vez con un poco de preocupación.

Entonces se acordó. “Las Escondidillas.” Un juego que acostumbraban a jugar cuando Mycroft se rendía de estar negándose a los intentos de su hermano de que lo acompañara en sus juegos absurdos. Soltó un suspiro y deseo que Sherlock solo estuviera escondido en algún rincón de la casa.

Lo llamo alzando un poco la voz, para que Sherlock le escuchara;

– Sherlock, sal de ahí.

– No me ganaras esta vez, Mycroft – escucho la vocecilla del menor de los Holmes.

Mycroft esta vez se sintió aliviado. Sabía que estaba ahí, dentro de la casa. A salvo.

– No estés tan seguro. – le contesto, y en vez de continuar buscando a su hermano se regresó a la sala, retomo su lugar y tomo un libro nuevo.

De seguro su hermano al darse cuenta de que no estaba buscándolo se molestaría, pero al menos ganaría un poco de paz.

[…]

Sherlock estaba escondido dentro de un ropero de una de las habitaciones que no tenía dueño. En el ropero había solo ropa de invierno y claro, un pelinegro escondido ahí. De vez en cuando una risilla escapaba de su labios, estaba más que convencido de que su hermano no lo contraria. Esa vez él ganaría.

[…]

Ya había pasado mucho tiempo ahí dentro y el olor a guardado le estaba molestando.

Empezaba a aburrirse, Mycroft se estaba volviendo lento. Salió a hurtadillas de su escondite y fue a donde su hermano. Se asomó por la puerta de la sala y ahí estaba su hermano, pero no estaba buscándolo, ni siquiera con signos de cansancio o frustrado… ¡Estaba leyendo! De seguro ni siquiera había salido a buscarlo. ¡Pensó que no tenía importancia! Sherlock se molestó y pensó en ir, tomar sus libros y tirarlos al cesto de basura. Estaba enojado, lo había hecho perder mucho tiempo encerrado en un ropero con olor ha guardado.

Sherlock dio un paso en dirección a su hermano con el ademán de tirarle el libro de sus manos, pero se detuvo.

“El juego aún no termina.”

Salió corriendo a su habitación. Tenía una idea. Se colocó unos zapatos cómodos, se quitó la bufanda de la cabeza y la guardo.

Tomo una hoja y con ayuda de un bolígrafo empezó a escribir las siguientes palabras;

<<Mycroft, el juego a comenzado. Yo seré el ganador. >>

Dejo la nota en su cama. ¿Qué sería bueno llevar a su aventura? Pensó en llevar su violín, pero descarto la idea, ya que tendría que cargar con él. Dejo todo de lado y camino discretamente a la puerta principal, paso por la sala y miro como su hermano seguía leyendo solo pasaba de una hoja a otra, Sherlock dejo escapar un “Aburrido.” en un susurro y salió de la casa.

Esta vez el juego de las Escondidillas había pasado a otro nivel.

Con cuidado de no lastimarse se trepo de árbol y con precaución de no llamar la atención salto la barda que estaba llena de enredaderas. Al salir, no cálculo bien la altura y callo de rodillas en el pavimento, dejo escapar un quejido. Sus pantalones cortos no le cubrieron del accidente y un raspón hizo aparición en una de sus rodillas. Miro a todos lados, y actuó normal.

 “¿Dónde sería bueno esconderse? ¿Dónde su hermano no lo encontraría?”

No sabía a donde iría, pero se aseguraría de ganar esta partida.

- El juego ha comenzado, Mycroft. – soltó después de mirar por última vez en dirección a la casa donde su hermano estaba. Camino y poco a poco se fue alejando de lo que había sido su hogar.

 

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– alumnos, hoy se integra un nuevo compañero. Él es Sherlock W. – presento la maestra. Aun lado de ella el joven de risos parado, observando a sus futuros patéticos compañeros. – Trátenlo bien, Sherlock puedes tomar asiento.

Salió de una para entrar a otra. ¿Esas personas se reproducían como cucarachas? Siempre estarían ahí, fastidiándole.

 


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