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Cuidando del pajarito. por Juuri Kiryu

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Notas del capitulo:

Bueno... Como ya muchos habrán leído, el omegaverse es una temática algo diversa. 

En estos mundos, a parte de la diferenciación de hombre y mujer, se reconocen otras 'castas'. Los alfas, betas y omegas. 

La interpretación de las autoras puede llegar a variar, pero no demasiado. A diferencia de Elena Grayson, y ella sabe que amo sus omegaverse, yo voy a tomarlo un poco más simple y sencillo. Aunque como saben, tengo un doki doki por los cracks. En esta ocasión y a sugerencia de Andy, hice un trío. Bueno, no yo, los hice hacer un trio. 

El alfa es lo que se conoce como 'dominante' ya sea hombre o mujer. Tiene un olfato agudo, suele ser más agresivo, rudo y demás. Las mujeres y los hombres pueden ser alfas. Son los activos de las relaciones por así decirlo. 

Están despues los betas, hombres y mujeres normales. No huelen nada más de lo que nosotros lo hacemos, y eso los hace ideales para encargarse de ciertas tareas. 

Los omegas, son los pasivos por excelencia. Fértiles, son dominados sexualmente, o mejor dicho, penetrados. Experimentan un periodo de celo, justo como los animales, en donde sus probabilidades de aparearse y ser preñados son muy altas. En resumen, se vuelven medio sexopatas los pobres por instinto. Los alfas suelen ser atraídos a ellos por su olor durante el celo.

Cualquier duda, me la comentan.

Como siempre agradezco a Andy por betearlo y por animarme a escribirlo.  

Dick arrugó su nariz al percibir el fuerte aroma a alfa. No un alfa cualquiera, y al saberlo y pensarlo se maldijo internamente. Caminó con cuidado. Necesitaba salir de forma secreta, o lo que más se acercara a ello. Porque si algo había aprendido en los pocos meses de trabajar en Spyral, era que los agentes alfas eran todo un caso con el olor. Y Tiger se había tomado bastante en serio el protegerlo en los días previos a su celo. Helena, podía ser comprensiva, e incluso maternal como su misma casta lo dictaba. Pero maldecía infinitamente su instinto sobre protector. Cuando se enteró que los supresores que él utilizaba habían sido usados por una agente en apuros, declaró que hasta que tuvieran nuevamente la dosis de Dick, él no saldría. Porque los supresores de sus agentes eran hechos a medida. Claro, a la agente la había sacado de un pequeño problema, pero no había servido para inhibir totalmente su celo. Dick con todo el desenfado del mundo había insistido en que no había problema, en que podría resistir el estar en su celo encerrado. Lo que nunca esperó, fue quedarse encerrado durante semana y media para prevenir.

Prevenir sus calcetines sucios. A él solo le daba la impresión de que ella exageraba, y que poner a Tiger a cuidarlo solo había sido un castigo por llamarla “Vieja loca” cuando reveló sus condiciones para que permaneciera en las instalaciones cercanas a la ciudad y no en un cuarto aislado de todo tipo de vida humana.

Se mordió la lengua mientras intentaba pasar desapercibido para su compañero actual de misiones. Necesitaba un lugar con buena recepción para poder reportarse con Tim y Jason, quienes seguro le llamarían pronto para asegurarse de que su hermano mayor estaba sano y salvo. Al igual que lo haría más tarde Damian, su pequeño hermano alfa sobre protector. No los quería merodeando y metiendo sus naricitas en cosas que no eran de su incumbencia.

Se coló en una de las rendijas de ventilación, aprovechando que eran más anchas que la mayoría. Porque sí, para ser un Omega, Dick lucía con mucho orgullo una figura masculina y fornida. Claro, sus caderas eran un poco más anchas y en consecuencia su turgente y firme trasero se robaba la atención de cualquier alfa y beta. Era más alto que muchos omegas, además. Su rostro era curiosamente una mezcla exacta de rasgos amables y gentiles con otros más firmes y retadores.

Una completa belleza, en resumen.

Y Tiger frunció el ceño cuando notó que cierta belleza, se le había escapado bajo sus narices cuando tocó la puerta para ofrecerle un poco de helado que la doctora Netz había enviado para el agente. No tuvo que pensar demasiado, el aroma de Dick era inconfundible, especialmente cuando él era quien pasaba más tiempo con el omega. Gruñó al notar que el aroma dulce, con toques cítricos se iba esparciendo. Y entonces lo entendió. Ese cabeza hueca se había atorado en el ducto de la ventilación. Frunció el ceño aún más si era posible, y se planteó el informar a Helena. Seguramente la mujer lo castigaría por ser tan descuidado y además se burlaría de él por no haber notado el olor a Pre celo que su compañero desprendía.
Sí, un delicioso aroma que se iba metiendo en su cabeza y le exigía encontrar al muchacho para hacerlo suyo.
Cuando se dio cuenta de lo que estaba pensado, no sólo se golpeó a sí mismo, también se obligó a respirar por la boca, para evitar que la esencia del menor llegara con rapidez a su sistema.

Grayson idiota. Ahora debía salvarlo, salvar su reputación y salvar su trabajo. Menudo día.

Dick maldijo una quinta vez, y recordó casi de inmediato que Alfred lo habría regañado por usar semejante palabra. Soltó una risita y estiró un poco los brazos en busca de señal. Estaba atorado, sí, pero había conseguido tener una barrita. Así que dejó de quejarse y meneó su cuerpo sin ser consciente de que así, liberaba más y más su aroma por todo el lugar.

El mensaje de Tim y Jason llegó enseguida de una video llamada. Por suerte, creyeron cuando él dijo que estaba en una misión sencilla y que volvería a tiempo para pasar su celo tranquilo en su cuarto. Ahora solo debía esperar una hora más para que Damian llamara.

Mientras tanto, Tony, refunfuñaba y observaba sus opciones. Ninguna le hacía gracia.

Pero estaba seguro. No quería invitar a más murciélagos a aquella pequeña y reducida base. Y por otro lado, el vigilante era más o menos serio cuando de Richard se trataba. Intuía que a Trent, el precioso culo de su compañero lo traía babeando desde siempre. No era para menos, se dijo cuando se descubrió mordiéndose el labio ante la mención de tal tesoro.

Entonces decidió que prefería soportar las burlas del vigilante, a tener que lidiar con los famosamente molestos hermanitos de su compañero.

Dick se despidió amorosamente de Dami, quien miraba con recelo a su hermano mayor. Tal vez los sin cerebro de Todd y Drake habían quedado convencidos, porque les urgía ir a encamarse y follar como condenados conejos hasta que el celo de Drake acabará. Y tal vez un poco más. Pero alguien de su clase, acostumbrado a tratar con omegas –los omegas del harem de su abuelo– sabía distinguir entre las distintas etapas del maldito ciclo. Y además, claro está, de la fuerza con que azotaría a su hermano quien rara vez compartía sus calores con alguien. Quien, de hecho, parecía rara vez ocupar su posición de omega. Claro, su padre seguramente le habría enseñado a imitar a los alfas, pero con el tiempo, la condición de Dick se había vuelto obvia.


— >Tt< Te llamaré dentro de unas horas, Grayson. Ten cuidado y cierra bien las piernas.

— ¡Damian! ¡Ay! ¡Maldición! — se quejó avergonzado y adolorido. La sorpresa lo había llevado a golpearse con el techo del conducto.

La sonrisa burlona de su hermano se dejó ver y la transmisión se cortó.
Maldijo entre dientes y luego sintió algo de vértigo, mientras caía... ¿Caía?

Unos fuertes brazos lo atraparon. El aroma de esa persona mezclada con el cuero de su vestimenta lo hicieron temblar. Y luego un aroma que denotaba enfado lo hizo voltear para ver la expresión de Tiger. Claro, parecía molesto, pero sobre todo exasperado.

— Creo que el lindo gatito está un poco enfadado con el pajarito. Pero seguro que se le pasa, Dickie — comentó M con risa.


Dick se avergonzó por lo dicho e inconscientemente se acunó en los brazos del moreno. Tony volvió a gruñir y él soltó una risita nerviosa, hasta que Lucas lo puso en el piso. Dick agradeció ser más alto que los otros omegas, así evitaba sentirse abochornado con sus compañeros como en ese momento. El uno noventa y tantos de Tony no le pedía nada a los casi dos metros de Lucas.


— Solo ve a tu habitación Grayson, ya hueles a celo y andas como si nada — regañó el de ojos verduscos.

— Pero yo...

— Dickie, tiene razón. Todo el lugar huele a pre celo. Será mejor que te quedes en tu habitación —aconsejó el castaño. Y entonces tuvo que sonreír ante el pucherito que el omega ofrecía.

— M, mi hermano va a llamarme, y si no les respondo en estos días lo más seguro es que se pongan insoportables.

— ¿Te llaman cuando estás en tu celo? Eso es escalofriante.

— Aún no estoy en celo.


La confesión heló a los alfas. Ellos estaban respirando por la boca y no podían evitar querer apretar esas dos nalguitas que parecían ser de bombón.

Dick pareció notarlo porque se alejó un poco y suspiró hondo. Tomó su teléfono y comenzó a caminar de vuelta a su habitación improvisada.
Se encerró allí y ocasionalmente bromeaba y discutía con sus ahora dos guardianes.

Dick sonreía coquetamente de vez en cuando, al pensar en ellos conforme iban pasando las horas. Y realmente no era su culpa, o eso se decía mientras el calor lo dominaba. Cada toque de su ropa lo excitaba así que decidió desnudarse, y se echó en la cama, abriendo sus piernas un poco.
Se sentía caliente y sabía que solo era el inicio. Su condición de omega, le exigía tener algo entre las piernas. Llevó sus dedos a su miembro erecto. Para ser omega, sabía que estaba mucho mejor dotado que algunos de sus congéneres. Se entretuvo un rato acariciando el lugar con cuidado, pasando su pulgar por la punta y presionó el frenillo de una forma que se provocó escalofríos. Pero decidió imaginar que era alguien más quien lo hacía. Eligió a Tiger, Tony siempre había sido bueno con las manos. Y ya que estaba en eso, se toqueteó de forma tímida sus pezones, hinchados y erectos.

Su mano libre viajó algo más al sur, en donde su entrada ya rezumaba de líquidos, ansiosa. Se tocó primero superficialmente, sin atreverse a meter algún dedo en ella pues sabía que le dolería. Hacía años que no compartía algún calor con un alfa. Y rara vez había permitido que lo penetraran. Se contentaba con mamarles las pollas mientras ellos metían sus dedos, y lograba controlarse gracias a los supresores que Bruce tanto se esforzaba en conseguir. O por el contrario, pasa su celo con algún beta, o algún otro omega que podía ser tan fogoso como él mismo. Y bendecía aquello porque no pasaban de algunas lenguas curiosas en ese lugar, pero era bastante satisfactorio. En resumen, era casi virgen según Jason, que como buen Alfa estaba al tanto de los tipos que su hermano metía a su cama.

Gimió profundamente cuando al fin decidió aventurar allí su dedo índice. Estaba apretado, y húmedo, y deseo que fueran dedos más gruesos los que lo abrieran. Se mordió el labio inferior con fuerza y negó una y otra vez, negándose a liberar las palabras se atragantaban en su boca. Un pujido pequeño indicó que había llegado a su primer orgasmo. Miró el reloj, y maldijo en voz alta.

Solo había pasado la primera hora.

Afuera, M estaba como fiera enjaulada. Daba vueltas frente a la puerta, porque había logrado oír aquella sesión del pajarito. Malditos supersentidos se dijo cuando lo escuchó llegar. Y es que si había alguien que lo volvía loco, era Dickie. Su eterna sonrisa, y el cuerpo de infarto eran dos puntos a favor, pero sobre todo el olor lo atraía. No muy dulce, lindo, incluso varonil. Se mordió el labio y suspiró, tratando de controlarse. El olor a celo había sido dispersado por toda la casa de seguridad y ni quiera era el celo aun. Se preguntó cómo sería el verdadero. Si sería más fuerte, más penetrante. Y poco a poco, perdido en su imaginación, logró calmarse solo un poco.

Le sonrió descaradamente a Tony, que tenía una nada disimulada erección. Este masculló en árabe y miró al cielo. Maldita biología, y maldita madre naturaleza, y también maldita Gotham por permitir que una criatura así existiera. Una que tuviera a dos de los mejores y más letales agentes del mundos como un par de animales amaestrados.


Pronto la atmósfera se volvió pesada para ellos. El olor del omega pedía a gritos un alfa, y ellos estaban luchando por controlarse. Pero era tan sublime el olor del menor. Pareció calmarse un momento, y ellos también, como si les hubieran aflojado la soga que tenían al cuello. Lucas suspiró y se rascó la nuca. No comprendía que tenía el pajarito que lo atraía con tanta fuerza. Y es que no mentía cuando decía que el hijo mayor del murciélago lograba que su atención se concentrará en él. Claro, Dick llamaba la atención. A pesar de ser un omega, su fisonomía era distinta de los demás. No tenía un cuerpo menudo, delicado. Más bien era un atleta nato. Y eso le gustaba. Además su instinto maternal era opacado por su necesidad de evitar los conflictos violentos. En resumen, no parecía ser el tipo de Omega cuya prioridad es tener a sus propias crías.

— Está volviéndome loco. Iré a tomar a un respiro, ¿puedes quedarte solo? — le preguntó Tony luego de un rato mientras se estiraba.

— Seguro. Trata de no tardar, yo tampoco me siento bien. — comentó mientras pasaba su mano por su cuello, tenso por la situación. Decir que estaba ansioso de poseer el cuerpo de Dickie sería decir lo menos. Quería hacerlo suyo, su omega.

— Entiendo. Ya vuelvo.

Y el agente de Spyral salió. Lucas se mordió el labio. Olía a Dick, a necesidad. Y justamente necesidad era la palabra que mejor lo describía. Sentía que en cualquier momento su miembro comenzaría a dolerle. Hasta que el olor fue creciendo, y sobresaltado miró a la puerta de la habitación. Estaba entre abierta y lo que vio salir de ahí lo congeló. El cuerpo desnudo y un poco húmedo de Dick caminaba vacilante hacia él. Para cuando quiso reaccionar el acróbata estaba sentado en su regazo, respirando ansioso y olfateándolo.

Trató de ignorar seriamente su cuerpo. La piel que tenía algunas cicatrices, seguramente producto de sus peleas. Pero aún así se le antojaba blanca y tersa. Luego estaban sus labios enrojecidos e hinchados, como cierto par de botoncitos que alzaban en su pecho. La ereccion aún manchada de sus anteriores orgasmos y cuando se concentró en el clima de las nalgas perfectas de ese omega notó que estaba hecho todo un lío allá abajo. Los ojos de Dick lejos de denotar la siempre alegre expresión que lo caracterizaba estaban tintados de deseo, y una malicia que parecía ajena a él lo acompañaba.


Tragó en grueso, repitiéndose que tenía que controlarse.

Hasta que el condenado chico gimió en su oído y lo llamó. Entonces mandó todo al demonio. Un gemido de satisfacción provino de Dick cuando sintió las manos grandes y algo ásperas del alfa rozar su espalda. Y como un felino, se arqueó conforme era acariciado. Lucas lo observó maravillado, mientras perdía su mano entre las piernas del fuertes y torneadas de aquel hombre. Cuando comprobó el estado de su entrada, sonrió de lado. Dick se había adelantado a él al parecer. Y hundió dos dedos sin algún tipo de preparación en el hinchado y húmedo agujero. Richard onduló su cuerpo ansioso, y balbuceó:


— Más... Lucas, necesito más.

— Calma pajarito. Tengo más para ti — aseguró mientras agitaba ambos dedos para separarlo.

Podía ser muy flexible, pero sabía perfectamente que intentar meter algo tan grande como lo era su propio miembro, podría dolerle al menor si no lo preparaba como debía. Dick comenzó a alzar su trasero poco a poco. Hasta quedar encima del vigilante. Y complacido mordisqueaba el cuello de este, dejando pequeñas marcas.

Lucas desabrochó su cinturón, y dejó que el muchachito buscará su pene erecto, y liberara como era debido.


— Mételo. Lo quiero dentro — exigió el necesitado omega y Lucas sintió su ego hincharse. Frotó el glande desde el nacimiento de los testículos del acróbata hasta un poco más arriba, disfrutando de los sentones que el mismo Richard daba esperando poder empalarse así mismo.
Y repitió el juego un par de veces. Dick parecía frustrado, pues su instinto le pedía complaciera al alfa que lo estaba sosteniendo.

Fue así como Tony los halló.


— ¿Qué cara...? ¡Te dije que lo vigilaras! ¡No que lo encamaras!— y a pesar de que había intentado sonar firme, el olor del cuerpo de su compañero lo había azotado. La erección que había conseguido mitigar de nuevo de formó debajo de sus pantalones, mientras observaba el trasero fantástico en todo su esplendor ser abierto y sostenido por las manos del pelirrojo.

La entrada húmeda parecía contraerse por el placer mientras algunas gotitas del lubricante del propio cuerpo del omega lo hacían más apetecible.

Lucas gruñó dispuesto a decirle que se largará y lo dejara en paz. Pero Dick besó sus labios para silenciarlo y le tendió la mano al otro agente para que se acercara.

Ambos alfas resultaron de lo más sorprendidos, pero Tony no se hizo de rogar. Se inclinó algo receloso, sabía que Lucas podía soltarle un golpe para alejarlo, pero en lugar de eso lo recibieron los labios del menor. Le supieron a gloria. Y comprendió que al igual que Lucas, él había caído en las redes del omega.

Dick se separó del mayor, y caminó hacia la puerta de su habitación. Ambos alfas se miraron una vez antes de seguirlo. Estaban perdidos totalmente, pero si ya habían pecado, al menos pecarían bien.

El acróbata estaba echado en la cama, con las piernas flexionadas dejando a la vista su trasero y su miembro al mismo tiempo. Lucas se acercó a él, más desihinibido que Tony. Se colocó sobre el pajarito y comenzó una serie de besos salvajes que arrancaban gemidos de placer a ambos hombres. Bajó por su cuello, y luego fue a los pezones. Comprobó que a pesar de que Richard trataba de encubrirlo, como todos los omegas era bastante sensible en ese lugar. Mordió y succionó suavemente uno, mientras Dick se llevaba una mano a la boca para no gemir muy alto. El cabello revuelto del gothamita y su expresión de placer hicieron que Tiger se acercara, mientras Trent se ocupaba de cubrir de besos el cuerpo del chico, el lo ayudó a incorporarse un poco. Recargó la espalda del muchacho sobre su propio y pecho y comenzó a devorar su cuello para placer del omega.

Dick se Sentía como en el cielo. No solo estaba encendido por su celo, también por las caricias de los alfas que aprendían en donde tocarlo con rapidez. Gruñó entre dientes cuando sintió la lengua de Lucas luchar por entrar en su cavidad que si bien le permitió la entrada con relativa sencillez, se contrajo de placer conforme el músculo se presionaba con ciertos lugares. Y fue así como llegó a un orgasmo más. Tembló mientras se corría y su interior se inundaba con sus propios jugos. Lloroso buscó la boca de Tony, que con premura lo atendió. Las manos del agente aplastaron sus ya abusados pezones, y lograron que se retorciera.


Lucas soltó un silbido, maravillado por la criatura insaciable que parecía ser Richard. Claro, no le agradaba ni un poco compartir tan delicioso bocado, pero si así lo quería el pajarito, lucharía contra sus instintos de hacerlo solo suyo. Y en un gesto infantil de llamar la atención del hijo mayor del murciélago, se introdujo sin avisar en la apretada cavidad. Gruñó y tomó la cintura del menor, cuando este instintivamente trató de escapar, y dejó salir una risita cuando vio la mirada del de ojos aceitunados. Podía sentir en el aroma de Tony la resignación de ser segundo, pero lo que importaba era la expresión y el olor de Dick. Estaba deshecho de placer, y lo comprobó cuando comenzó a mover sus caderas mientras Tiger lo masturbaba, enfurruñado.

Lucas dejó que el pajarito marcara el ritmo inicial. Pero poco le duró le iniciativa, pronto se encontró embistiendo el cuerpo que el otro alfa sostenía con firmeza, y sonrió al saber que los gritos y alaridos de placer pidiendo por más eran por él. Su miembro, golpeaba las tiernas paredes que se ceñían a él, y le enviaba corrientes de placer a su cerebro. Mordió el cuello del menor, con algo de enfado porque el olor y las marcas de Tiger ya estaban allí. Le hizo una seña a este, de que empujara el cuerpo del preciado omega contra él. De mala gana obedeció.

— Esto les gustará — aseguró mientras separaba las generosas nalgas del acróbata y este se retorcía.

Dick no tardó en comprender y meneo un poquito su cadera, para invitar al otro alfa a penetrarlo. Su lujuria lejos de irse calmando, lo estaba volviendo loco. No era suficiente. No era suficiente que M lo estuviera partiendo en dos con semejante instrumento, quería aún más. Y ese algo más, seguramente provendría de su Tigre. El omega gimió alto cuando sintió los dedos gruesos de M comenzar a hacer espacio en su apretada entrada. Su ano se distendía poco a poco, poniendo resistencia. Mientras que Tiger masajeaba su miembro por encima de la ropa. Y Dick de reojo pudo ver que era similar al de Lucas. Se mordió el labio, por el morboso ruido que hacían los dedos al entrar y salir de él.

— Lucas... Por favor, date prisa — y ahí estaba de nuevo, ambos hombres habrían jurado que en sus vidas algún omega habia sido tan osado como para ordenar a dos alfas. A dos alfas que estaban a punto de partirle el trasero a susodicho omega.

— Tranquilo pajarito. Esto te va a doler — advirtió M con la voz enloquecida de placer.

— Eres irritante, Grayson — apuntó Tony mientras sacaba su miembro y lo frotaba contra las nalgas algo enrojecidas del menor. Claro, Trent era un bestia si a él le preguntaban, mira que embestir de esa forma tan brutal a un omega que desde lejos se notaba torpe.

— Así te gusto — con prepotencia, Dick sonrió a pesar de tener el culo bien alzado y vulnerable a los deseos de ambos alfas.
— Tiene un punto, Gatito — se burló M antes de hacerle otra seña y con sus dedos estirar el precioso arito de carne, indicándole que intentara entrar.

Y volvieron a ser gruñidos, gemidos, jadeos y maldiciones, sin orden alguno. Porque cuando los alfas gruñían de placer, Dick dejaba salir una palabrota pues su cuerpo le pedía ir más despacio.

Pero finalmente entró. Aunque ni Lucas ni Tony lo admitirían, era placentero sentir como sus miembros se frotaban, apretados por las paredes constrictoras del omega. Y se acomodaron de tal manera que el acróbata podría montarlos a placer. Ambos juraban que era el mejor calor que jamás habrían compartido con un omega... Y otro alfa. Pero lo importante era que se maravillaban con cada una de las expresiones del caprichoso y exigente omega. El cuerpo de Dick estaba lleno de besos, mordidas y rasguños.

Pasaron minutos o tal vez horas, el estar perdidos en el placer no se los dejó claro. Pero, llegó un momento en el que Dick, luego de haber explotado un par de veces en un dulce orgasmo, los apretó con mayor fuerza. Entonces ellos supieron que no durarían, y que estaban por anudarlo. La idea los aterró, el nudo ya era bastante para un omega, tener a dos dentro, lo desgarraría.

Pero Dick les impidió salirse, y separó sus piernas para permitirles ver el espectáculo. Ambos vieron como la entrada comenzaba a distenderse, y donde antes los fluidos salían abundantemente pronto se ciñó con precisión a ambos troncos. Ellos gruñeron, tratando de no moverse porque sabía que eso le dolería al omega que también los había complacido. Dick tembló entre los brazos de Lucas, que lo sostenían por precaución y permitió que Tiger acariciara su espalda.

Ambos alfas estaban embelesados.


Principalmente porque sabían que el celo, solo había comenzado.

Notas finales:

Y pues está aquí. Cómo habrán notado, solo quería escribir porno (?


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