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Beso de demonio por Yahir Abisai

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Beso de demonio


 


 


 


El eco de sus pasos podían percibirse por el pasillo, vacío y oscuro...
El reloj marcaba casi las diez de la noche dejando en el ambiente el sonido debil de sus manecillas moviendose al compaz del aire que los humanos solían utilizar en la respiración... todos en la mansión Phantomhive descanzaban en sus camas perdidos en el interior de brumosos sueños cubiertos por las cálidas mantas. Pero, como siempre, en todo sueño de ilusiones, pesadillas o destellos claroscuros que se debilitan al amanecer, existía una excepción: por los pasillos vagaba la figura diestra y atractiva del mayordomo que vestía a negro... Sebastian Michaels; aquel que servía de forma magestuosa e incodicional al pequeño ser pragmatico cargado de astío y belleza ante sus ojos de demonio...
 
 
—Bocchan... —murmuró cuando sus manos cubiertas por los guantes negros tocaron a la puerta, a aquella puerta de madera que obstruía su paso al estudio de Ciel Phantomhive, el conde de la mansión. No hubo respuesta, ni al fino toque ni al murmullo de sus suaves palabras, por lo que se dio a la tarea de abrir sigilosamente la puerta encontrandose con una estancía semioscurecida donde las cortinas de los grandes ventanales se hallaban corridas dejando entrar atravez de los cristales, la dorada luz de la luna llena... —Joven amo...
 
 
Y ahí estaba...
Sebastian cerró los ojos al soltar un suspiro cansino y de reprobación al observar que su pequeño amo se hallaba aun sentado frente a ese elegante escritorio donde solía llevar a cabo toda deliberacion de negocios entre interminable documentación de inutil e importante papeleo. Caminó lentamente hacía él dispuesto a tomarle en brazos y llevarle a su habitación, se estaba cansando de esa fea costumbre que ese conde malcriado tenía de quedarse dormido mientras revisaba documentos. Inumerables pensamientos de como llamarle la atención surcaban su privilegiada mente cuando, se detuvo en seco...
 
Y en verdad que no pudo evitar quedarse ahí, de pie, a unos pasos de su joven señor observando en silencio aquella imagen que se presentaba tan terriblemente hermosa a sus ojos... Entre la oscurecida habítación, sentado en esa silla y recargando su mejilla en una de sus manos flexionadas. Ciel Phantomhive dormía dejando en el ambiente ese aroma a inquietud y frustración plagada de esas ilusiones que unicamente eran percibidas por ese demonio de ojos escarlatas...
 
Verdaderamente hacía tiempo que no podía apartar sus ojos de él...
Siempre lo había considerado un ser demasiado hermoso, pero...
Suspiró y cerró los ojos apartando pensamientos no 'dignos' para un demonio de tan alto rango como lo era él.
 
 
—Joven amo.. —murmuro suavemente y de alguna forma sus palabras en voz baja habían adquirido un tono mucho más profundo—... Se ha portado mal... mi señor
 
Y Ciel se movió un poco, Sebastian ya no sabía en que momento se había acercado lo suficiente como para acariciarle los cabellos y sus ojos escarlatas adquirieron un brillo sobrenatural justo en el instante en que el menor se removió desde sus sueños murmurando el nombre de su mayordomo con palabras sólo audibles para él...
 
—...Sólo buscaba su alma... —habló el mayordomo en voz baja, tocando aquella carita de ojos cerrados mientras le miraba con demasiada devoción—. me convertí en su mayordomo y usted se transformó en mi señor... se ha portado mal Bocchan... yo jamás le otorgué el permiso para ser algo más que eso...
 
Sujetó aquel rostro de ojos cerrados con ambas manos de forma delicada y le miró fijamente... Sebastian no mentía... no era algo que realmente pudiera hacer... él, un demonio tan perfecto... ¿En que instante permitió que aquello se le fuera de las manos?... -suspiró- no sabía si aquello era una maldición o una bendición
Tomó al pequeño en brazos sin dejar de observarle de forma profunda.
 
 
—Debería ser un crimen... —murmuraba al dirigirse a la puerta—. Que un ser tan pequeño posea tanta perfección en eso que lo humanos llaman 'belleza'... Pero si yo le elegí no podía ser de otra manera... desde que mis ojos se fijaron en usted, sabía a la perfección que usted sería muy importante mi joven amo...
 
Quizás lo sabía...
Pudiera ser que no...
Pero Sebastian Michaels caminaba por los oscuros pasillos de la mansión llevando en brazos a su amo mientras de sus labios se escapaban aquellas nitidas palabras que nadie que se encontrara dormido podría escuchar... o podría ser que de pronto sus pensamientos se escapaban de su ser llevando voz propia... como fuera, las palabras del demonio sólo pertencecian al menor que llevaba tan magestuosamente en brazos
 
Pronto cruzó la puerta de las habitaciones del menor yendo a recostarlo sobre la cama donde ya tenía listo el pijama... lentamente lo desnudó observandole el torso desnudo, el cual... quitandose los guantes blancos, le acarició con una suavidad similar a la seda... la piel de joven amo, en verdad era tan suave...
 
—Suave... vulnerable, tan.... triturable... desearia que fuera mío en este instante... que su alma y su corazón, su cuerpo y su ser me pertenecieran por completo... mi joven amo... usted jamás podría comprender los 'extintos' sentimientos de un demonio como yo... esos que sólo surgen cuando un humano como usted los vierte sin siquiera estar conciente.—acarició sus labios con uno de sus dedos observandolo, sintiendolo.. deseando poder morder esa boca y sentir sus labios contra los suyos... era una maldición si... pero ese pequeño lo tenía atrapado y lo peor... nisiquiera lo sabía...—Será mío a su tiempo... soy paciente y puedo esperar... 
 
 
Le vistió por completo y le metió bajo las cobijas luchando con las ansias de dormir a su lado, tocó una vez más aquel hermoso y suave rostro y se permitió una sonrisa que nadie concocía...
 
—Usted es toda mi vida mi señor... vine a este mundo para acatar sus ordenes, vivir y morir por usted... —murmuró al acercarse a él casi como si fuese a dejar un beso en aquellos pequeños labios pero prefirió acercarse a la fina oreja del menor—. Sé que para alguien de mi nivel puede ser un problema tener sentimientos por un humano... pero, después de todo, no son míos... le pertenecen a usted, como toda mi persona aunque realmente usted no lo sepa... le amo mi señor...—luego de las palabras, se dirijió a sus labios y dejo un beso en ellos, un beso tan suave como intenso con el que el demonio juraba que sentía al menor vibrar, aquello le gustó...
 
Le había besado y eso era una marca más poderosa que un sello o un contrato, Ciel ya había sido reclamado por el beso del demonio
 
Apartandose compacido cerró en esos momentos las cortinas... y dejando la habitación en silencio y oscuridad, se encaminó a la puerta no sin antes observar por última vez a aquel ser dueño de mundo y sonrió.. 
 
—Usted es mío... mío hasta el fin de sus días...—se escucharon sus palabras por la habitación tan cargada de erotismo y el tipo de perfume que dejaban en la piel el beso de un demonio—...  Nunca permitiré que nadie me aleje de usted ni lo aparte de mi... porque usted me pertenece así lo he decidido... aunque me cause problemas aunque mi vida se vaya al infierno... siempre seré su dueño... después de todo ¿Qué pasaría si siendo el mayordomo de la casa Phantomhive no pudiera hacer algo tan sencillo como eso?
 
La puerta se cerró. el demonio se fue.
 
Una sonrisa se curvó en aquellos bellos labios del ocupante de la cama
Los ojos azules de Ciel Phantomhive se abrieron...
 
 
—Baka...—y el conde cerró los ojos y se dispuso a dormir.
 
 
Sebastian sabía que ese niño lo tenía atrapado...
Pero escapaba a su conocimiento que... Ciel Phantomhive estaba verdaderamente enterado de ello.
 
 
 
 
 
 
.............
 
 
 
 
 
 
 
By Yahir Abisaí
 
 
 
 

  


 


 


 


 


 


 


 


 


 


Lo repito porque no me permite tan pocas líneas.


 


 


El eco de sus pasos podían percibirse por el pasillo, vacío y oscuro...
El reloj marcaba casi las diez de la noche dejando en el ambiente el sonido debil de sus manecillas moviendose al compaz del aire que los humanos solían utilizar en la respiración... todos en la mansión Phantomhive descanzaban en sus camas perdidos en el interior de brumosos sueños cubiertos por las cálidas mantas. Pero, como siempre, en todo sueño de ilusiones, pesadillas o destellos claroscuros que se debilitan al amanecer, existía una excepción: por los pasillos vagaba la figura diestra y atractiva del mayordomo que vestía a negro... Sebastian Michaels; aquel que servía de forma magestuosa e incodicional al pequeño ser pragmatico cargado de astío y belleza ante sus ojos de demonio...
 
 
—Bocchan... —murmuró cuando sus manos cubiertas por los guantes negros tocaron a la puerta, a aquella puerta de madera que obstruía su paso al estudio de Ciel Phantomhive, el conde de la mansión. No hubo respuesta, ni al fino toque ni al murmullo de sus suaves palabras, por lo que se dio a la tarea de abrir sigilosamente la puerta encontrandose con una estancía semioscurecida donde las cortinas de los grandes ventanales se hallaban corridas dejando entrar atravez de los cristales, la dorada luz de la luna llena... —Joven amo...
 
 
Y ahí estaba...
Sebastian cerró los ojos al soltar un suspiro cansino y de reprobación al observar que su pequeño amo se hallaba aun sentado frente a ese elegante escritorio donde solía llevar a cabo toda deliberacion de negocios entre interminable documentación de inutil e importante papeleo. Caminó lentamente hacía él dispuesto a tomarle en brazos y llevarle a su habitación, se estaba cansando de esa fea costumbre que ese conde malcriado tenía de quedarse dormido mientras revisaba documentos. Inumerables pensamientos de como llamarle la atención surcaban su privilegiada mente cuando, se detuvo en seco...
 
Y en verdad que no pudo evitar quedarse ahí, de pie, a unos pasos de su joven señor observando en silencio aquella imagen que se presentaba tan terriblemente hermosa a sus ojos... Entre la oscurecida habítación, sentado en esa silla y recargando su mejilla en una de sus manos flexionadas. Ciel Phantomhive dormía dejando en el ambiente ese aroma a inquietud y frustración plagada de esas ilusiones que unicamente eran percibidas por ese demonio de ojos escarlatas...
 
Verdaderamente hacía tiempo que no podía apartar sus ojos de él...
Siempre lo había considerado un ser demasiado hermoso, pero...
Suspiró y cerró los ojos apartando pensamientos no 'dignos' para un demonio de tan alto rango como lo era él.
 
 
—Joven amo.. —murmuro suavemente y de alguna forma sus palabras en voz baja habían adquirido un tono mucho más profundo—... Se ha portado mal... mi señor
 
Y Ciel se movió un poco, Sebastian ya no sabía en que momento se había acercado lo suficiente como para acariciarle los cabellos y sus ojos escarlatas adquirieron un brillo sobrenatural justo en el instante en que el menor se removió desde sus sueños murmurando el nombre de su mayordomo con palabras sólo audibles para él...
 
—...Sólo buscaba su alma... —habló el mayordomo en voz baja, tocando aquella carita de ojos cerrados mientras le miraba con demasiada devoción—. me convertí en su mayordomo y usted se transformó en mi señor... se ha portado mal Bocchan... yo jamás le otorgué el permiso para ser algo más que eso...
 
Sujetó aquel rostro de ojos cerrados con ambas manos de forma delicada y le miró fijamente... Sebastian no mentía... no era algo que realmente pudiera hacer... él, un demonio tan perfecto... ¿En que instante permitió que aquello se le fuera de las manos?... -suspiró- no sabía si aquello era una maldición o una bendición
Tomó al pequeño en brazos sin dejar de observarle de forma profunda.
 
 
—Debería ser un crimen... —murmuraba al dirigirse a la puerta—. Que un ser tan pequeño posea tanta perfección en eso que lo humanos llaman 'belleza'... Pero si yo le elegí no podía ser de otra manera... desde que mis ojos se fijaron en usted, sabía a la perfección que usted sería muy importante mi joven amo...
 
Quizás lo sabía...
Pudiera ser que no...
Pero Sebastian Michaels caminaba por los oscuros pasillos de la mansión llevando en brazos a su amo mientras de sus labios se escapaban aquellas nitidas palabras que nadie que se encontrara dormido podría escuchar... o podría ser que de pronto sus pensamientos se escapaban de su ser llevando voz propia... como fuera, las palabras del demonio sólo pertencecian al menor que llevaba tan magestuosamente en brazos
 
Pronto cruzó la puerta de las habitaciones del menor yendo a recostarlo sobre la cama donde ya tenía listo el pijama... lentamente lo desnudó observandole el torso desnudo, el cual... quitandose los guantes blancos, le acarició con una suavidad similar a la seda... la piel de joven amo, en verdad era tan suave...
 
—Suave... vulnerable, tan.... triturable... desearia que fuera mío en este instante... que su alma y su corazón, su cuerpo y su ser me pertenecieran por completo... mi joven amo... usted jamás podría comprender los 'extintos' sentimientos de un demonio como yo... esos que sólo surgen cuando un humano como usted los vierte sin siquiera estar conciente.—acarició sus labios con uno de sus dedos observandolo, sintiendolo.. deseando poder morder esa boca y sentir sus labios contra los suyos... era una maldición si... pero ese pequeño lo tenía atrapado y lo peor... nisiquiera lo sabía...—Será mío a su tiempo... soy paciente y puedo esperar... 
 
 
Le vistió por completo y le metió bajo las cobijas luchando con las ansias de dormir a su lado, tocó una vez más aquel hermoso y suave rostro y se permitió una sonrisa que nadie concocía...
 
—Usted es toda mi vida mi señor... vine a este mundo para acatar sus ordenes, vivir y morir por usted... —murmuró al acercarse a él casi como si fuese a dejar un beso en aquellos pequeños labios pero prefirió acercarse a la fina oreja del menor—. Sé que para alguien de mi nivel puede ser un problema tener sentimientos por un humano... pero, después de todo, no son míos... le pertenecen a usted, como toda mi persona aunque realmente usted no lo sepa... le amo mi señor...—luego de las palabras, se dirijió a sus labios y dejo un beso en ellos, un beso tan suave como intenso con el que el demonio juraba que sentía al menor vibrar, aquello le gustó...
 
Le había besado y eso era una marca más poderosa que un sello o un contrato, Ciel ya había sido reclamado por el beso del demonio
 
Apartandose compacido cerró en esos momentos las cortinas... y dejando la habitación en silencio y oscuridad, se encaminó a la puerta no sin antes observar por última vez a aquel ser dueño de mundo y sonrió.. 
 
—Usted es mío... mío hasta el fin de sus días...—se escucharon sus palabras por la habitación tan cargada de erotismo y el tipo de perfume que dejaban en la piel el beso de un demonio—...  Nunca permitiré que nadie me aleje de usted ni lo aparte de mi... porque usted me pertenece así lo he decidido... aunque me cause problemas aunque mi vida se vaya al infierno... siempre seré su dueño... después de todo ¿Qué pasaría si siendo el mayordomo de la casa Phantomhive no pudiera hacer algo tan sencillo como eso?
 
La puerta se cerró. el demonio se fue.
 
Una sonrisa se curvó en aquellos bellos labios del ocupante de la cama
Los ojos azules de Ciel Phantomhive se abrieron...
 
 
—Baka...—y el conde cerró los ojos y se dispuso a dormir.
 
 
Sebastian sabía que ese niño lo tenía atrapado...
Pero escapaba a su conocimiento que... Ciel Phantomhive estaba verdaderamente enterado de ello.
 
 
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