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Km. 125 por Satommy

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Notas del fanfic:

Little Stories - N° 2

El viento le daba de lleno en la cara, sus ojos entrecerrándose por lo mismo pero su sonrisa ensanchándose a cada segundo. El sol brillaba en lo alto y la pequeña bata que tenía, junto con ese pantalón de algodón que combinados tenían diseños y colores celestes, le hacían parecer parte del cielo despejado y perfecto que estaba sobre ellos.

TaeMin parecía un niño, parecía feliz. Tenía 23 años y su mentalidad de 6, le hacían parecer sólo un personaje de cuento pero era la realidad, su realidad.

 

-          TaeMin, hora de la medicación.

 

El joven pelicastaño hizo morritos, acercándose a la joven enfermera, estirando las manos para tocar un punto al aire por encima de su hombro.

 

-          Nae, tienes unas mariposas muy bonitas sobre ti.

 

La joven mujer sonrió con ternura y con pena, el apuesto chico delante suyo podría simplemente tratar de re-hacer su vida con sus padres y hermano pero el accidente en el que se vio involucrado, no sólo le había borrado la memoria en gran parte y lo había atrofiado mentalmente, sino que también, le había causado una alteración mental donde tenía alucinaciones constantes. No sonaba riesgoso, pero una vez ya habían sufrido la catástrofe que era no tenerlo sedado.

 

-          Nae, ¿hoy vendrá?

 

La pregunta de siempre, la historia de nunca acabar. La joven negó despacio, dejando un beso en la frente del joven que saltó jovial como un niño y se apenó igual, como tal, escabulléndose por entre los arbustos.

 

TaeMin buscó con paciencia un lugar para acomodarse, escogiendo como siempre un paraje abierto para tirarse al medio y ver hacia arriba. Entre sus ojos siguiendo nubes que no existían, aparecía el rostro del mismo joven una y otra vez. Tez ligeramente tostada, ojos grandes, cabello negro y algo ondeado. Entre sus recuerdos –o sueños-, siempre variaba su largo. A veces le llegaba más allá de la oreja, otras era corto y muy bien arreglado con gel. Su rostro siempre se mostraba sonriente y a veces, podía verlo mover los labios.

 

En su mente, creía que decía “Te amo”.

 

El joven castaño se sonrojó y sintió mal de pensar así con un hombre mayor. Porque, era mayor ¿cierto? Mayor que él y con un corazón alegre y gordo, feliz…

Sus ojos se apagaron y la medicación empezó a afectarle, desapareciendo de su mundo los colores y figuras extrañas que siempre revoloteaban por ahí para darle paso a esa sensación de adormecimiento y pesadez. De abandono. Su cuerpo encogiéndose ahora, se dejó abrazar por la desidia en lo que retazos de emociones de dolor se cernían en él.

 

No era tonto, entendía.

 

Sabía que había pasado un accidente de algún modo y que se había visto comprometido su desarrollo como persona a nivel mental, comprendía que no podía volver a ser el mismo jamás ni aunque lo quisiera y por algún tipo de factor, veía cosas que nadie más lo hacía. Todo ello siempre se lo recordaba apenas su mundo se ponía gris cada 12 horas –que repetía la medicación y se extinguía su vitalidad-, todo eso, tratando de asimilarlo.

 

-          ¿Quién eres? - Y al igual que muchas veces en el pasado, se quedó dormido en su rincón del patio.

 

*

 

NaEun caminaba por los pasillos, flaqueada por dos enfermeros, salía nuevamente al patio de la clínica para buscar a su paciente favorito, no tardando en encontrarlo dormido en el mismo lugar de siempre, en la misma posición.

 

-          ¿La medicación no será muy fuerte para él? – uno de los jóvenes habló. Era nuevo, era normal que no supiera o estuviese informado.

-          Tal vez, pero lo necesita. –la mujer acomodó el pijama del paciente, no dejando expuesta ningún poquito de piel -. Si TaeMin no toma su medicación, empieza a alucinar sus recuerdos, llevándolo a la desesperación… Su mente es un poco traicionera. –acomodó un pequeño mechón de cabello del menor y siguió caminando, indicando la habitación donde debían dejarlo-. Las alucinaciones que tiene, siempre lo llevan a rememorar el día de su accidente. A recordar que ahí murió su prometido.

 

Los dos enfermeros se miraron, uno sorprendido y otro sólo con pena. Todos ahí, de alguna manera habían oído hablar sobre la historia de amor prohibida del paciente Lee y el joven Choi. Había salido en las noticias nacionales e internacionales, iniciando un debate social sobre leyes que involucraban a la comunidad LGBT y muchas marchas de apoyo en Corea del Sur.

 

Jóvenes enamorados, señalados por la sociedad y rechazados por sus padres. Escapaban de un ataque de odio y discriminación, pisando el acelerador cuando sus agresores hacían sonar sus vehículos sólo para intimidarlos. MinHo consolaba el llanto del menor, TaeMin sólo rogaba que los dejaran en paz.

Nadie sabía a ciencia cierta qué había ocurrido después del kilómetro 125, sólo se supo que la pareja terminó estampándose contra un muro de contención, teniendo como saldo la muerte del mayor y el daño mental irreparable del menor.

 

La enfermera despachó a sus colegas y se quedó en la habitación del menor, arropándolo y velando su sueño un poco más de tiempo, a pesar que no era su deber. Ella sabía que tal vez la medicación era muy fuerte, pero había conocido a TaeMin como un hombre enamorado de su pareja, no se veía capaz de negarle la paz de un sueño sólo por el capricho de los médicos. ¿Qué iban a saber ellos de amor?

Ella prefería cuidar de su mejor amigo, hacerlo dormir para que soñara con lo único que lo mantenía con vida: MinHo.

Notas finales:

El segundo que subo(?). La verdad, ando muerta de sueño y la idea me vino de la nada. No sé si se plasmó como quería pero ojalá sí.

No es un angst, creo, es más un drama corto y sin mucha trama. Ojalá les guste.

P.D.: Una niña me pidió continuación del drabble pasado, intentaré hacer otro como que pueda seguirle. Gracias por leer~!


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