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Destino por shipa-chan

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Fuimos rodeados por un escuadrón militar, ¿Cómo es posible que dieran con nosotros tan pronto? Un cosquilleo en mi espalda me hizo estremecer mi mano tomo la de Alfred inconscientemente, el sin embargo mantenía sobre la otra su arma, los que quedaban fuera de la entrada solo eran Marcus y algunos omegas, estábamos tan cerca de la salida pero sabía que con cualquier movimiento en falso los soldados dispararían, sudor frio recorrido por mi coronilla, el sentimiento de frustración e ira comenzaba a inundarme, pude sentir como el aroma de Marcus y Alfred cambiaba, era más amenazador no podía ver sus rostro pero estaba seguro de que mostraban los dientes de manera amenazadora, siempre juzgue su actitud poco evolucionada de los alfas al comportarse como bestias reclamando lo que creían que era suyo, pero en estos momentos me sentía tan aliviado de tenerlos como escudo, los soldados cubrían sus rostros con pasamontañas sus armas apuntando a cada uno de nosotros, uno de ellos dio algunos pasos frente a nosotros.


- ¡Por orden del comandante supremo quedan arrestados por alta traición!


-No permitiré que toques a estos niños- Marcus apretó la empuñadura de su arma mientras daba un paso al frente-


-Que lamentable ex General Reinols, pensar que alguien con su posición terminara perdiendo la cabeza…por simples omegas-


Tenía una rabia dentro de mí, sin embargo los temblores en mi vientre me impidieron decir algo, por una vez en mi vida me fue imposible decir algo a un miserable alfa, Alfred se mantenía frente a mi sujetando fuertemente mi mano, lo cual fue un gran consuelo, levante un poco la mirada y me sorprendí por su dura  y fría expresión, me era imposible crear que ese soldado burlón y sonrisa boba tuviera esa cara, era como si estuviera a punto de matar.


Los soldados comenzaron a acercarse poco a poco, Marcus intento cubrir a los omegas restantes, conforme avanzaban nosotros retrocedíamos, no habían disparado por temor a dañar a su “mercancía”, sin embargo, nos quedábamos sin espacio y aunque no dudaba de las habilidades de Alfred y Marcus los soldados que nos rodeaban eran más.


- ¡Cúbranse los oídos!


No tuve tiempo para reaccionar, Alfred mi tiro al suelo y cubrió con su cuerpo, después un estallido, creí que era mi fin sin embargo en su lugar solo hubo silencio, me sentí mareado, un poco de tierra entro por mi nariz y boca, tener la entrepierna de Alfred en mi espalda no ayudo a mi estado sin embargo sentí una agradable sensación en mi cuello y trasero. No pude seguir disfrutando del momento ya que fui levantado con fuerza, a mi alrededor todo aparecía en cámara lenta, una nube de polvo se había levantado, el soldado que en primer momento se había dirigido a Marcus yacía sobre el suelo desangrándose, gire el rostro buscando  la causa, en su lugar vi algunos hombres de los nuestros, peleaban contra nuestros perseguidores que se encontraban igual de aturdidos que nosotros, Alfred tomo mi hombro vi como su boca se movía pero solo podía escuchar un zumbido, entiendo utilizaran bombas sónicas para ayudarnos, Marcus Nos guio a la salida junto con los sobrevivientes, no pude escuchar hasta después de un tiempo, el camino era húmedo y oscuro, ni siquiera con las linternas podíamos vislumbrar bien el suelo, cada vez se me hacía difícil respirar y moverme, el aire se encontraba viciado no precisamente por el celo, Alfred se acercó lo suficiente, ¿cuándo solté su mano?,  todo había ocurrido tan rápido sin mencionar que a pesar de que Marcus sello  la mina aun podíamos estar en peligro.


Después de unos minutos que parecieron horas nos reunimos con nuestro grupo original, al parecer no era el único sintiéndome como un costal de papas, varios de los omegas mantenían un rostro lamentable, tomamos un pequeño descanso antes de continuar afortunadamente sobre nosotros se encontraba una vía por donde circulaba aire refrescante, Marcus se reunió con los líderes de escuadrón, mientras tanto Alfred se había alejado de todos, de pie frente a uno de los muros de la mina se encontraba sumido en sus pensamientos, quise acercarme a e pero sentí que ya me había aprovechado de él demasiado.


-Talvez deberíamos regresar- murmuro uno de los omegas frente a mi


-Si vuelves solo te convertirás en una muñeca para ellos- conteste


-Somos la única salvación de la humanidad, debemos cumplir con nuestro deber- respondió otro más, no importa como lo vieras, solo eran palabras programadas


-No tienes idea de lo que te espera en ese lugar-


-Al menos teníamos comida


-Y un lugar para dormir-


-Me gustaba mi cuarto-


-Me pregunto si Carl esta con vida


-Mi niñera era amable


-Tengo frio


-Me siento mareado


-Quiero que me abrasen


Uno a uno comenzó a decir un montón de estupideces, mis nudillos se volvieron blancos por la rabia, como podían decir aquello, todas las vidas que se perdieron por intentar darles una vida, acaso no entendían lo que eran para ellos, ¿Cómo pueden siquiera…?, no… yo era el que estaba mal, estos omegas no tenían idea de lo que era tener una opinión, se les entreno como mascotas, no se les dio oportunidad de ver más allá de las cuatro paredes de su cuarto, se les lleno la cabeza de propaganda basura, les arrancaron cada parte de su identidad.


No pude evitar reír amargamente, debido a esto más de uno volteo a verme, sus rostros enojados se volvieron temerosos, más de uno se acurruco en su pequeño circulo.


-¿Que se ha de esperar de simple ganado como ustedes?- mi voz había regresado, posiblemente se debía a los efectos del supresor y daba gracias si era eso


Me levante y mire amenazadoramente a cada uno de los omegas.


-Mi nombre es Arthur Kirkland, me convertí en uno de los mejores genetistas a una corta edad, cree el primer supresor hormonal para omegas, fui tan astuto que pude engañar a uno de los líderes del centro de investigación y me adentre en el centro de recrió vigilado y protegido por los mejores hombres del comandante supremo, me convertí en uno de los conspiradores principales de la rebelión y puedo asegurarles que un arma en mi cabeza o mi condición de omega no me detendrá a alcanzar mis metas- mi voz retumbo por las paredes de la mina, más de uno dejo de hacer lo que tenían en frente, incluso el grupo de Marcus volteo- Ahora díganme ¿Cuánto tiempo más seguirán dentro de su jaula? ¿cuándo dejaran de lamentarse por algo que nunca les perteneció?


- ¿Q-que se supone que deberíamos hacer?


- ¿Qué es lo que quieres hacer? - mis palabras lo dejaron sin palabras, pero su mirada ya no tenía temor, era pequeña, pero estaba ahí, una luz de clara determinación.


- ¿Puedo cortar mi cabello?


-Odio mi ropa


-Yo quiero dormir con mi hermano


-Quiero usar zapatos como los de mi niñera


-Yo quiero un libro


-Pero no sabes leer


-Pero puedo aprender idiota


Cada vez más se sumaban a la conversación, sus voces aminoraron la tensión presente, algunos de los rebeldes comenzaron a reír al verlos tan animados.


-Tu padre tenía razón con respecto a ti-


La mano de Marcus sobre mi hombro me sorprendió, su cara mantenía una cálida sonrisa, por un momento creí ver a mi padre, la nostalgia me obligo a soltar una lagrima traicionera que fue recogida a mitad de camino por los dedos rasposos de Marcus.


-Eres un claro ejemplo de que tu naturaleza no impedirá que logres lo que te propongas.


No puede evitar bajar el cabeza avergonzado, murmure un tembloroso gracias, recibir tales palabras de alguien como el general eran todo para mí, no por el hecho de que era un alfa, sino porque a pesar de todo lo que sufrió el en su carrera fue uno de los pocos en mantener su cabeza después de protestar contra las normas de exclusión de betas en el ejército.


El lugar se llenaba cada vez mas de las voces exaltadas de los omegas que no paraban de decir lo que querían hacer una vez fuera, algunos de los betas se unieron a la conversación, prometiéndoles que les ayudarían.


Mi mirada se dirigió hacia un solitario rubio de ojos azules, no se había movido de su posición, di un largo suspiro y me acerque a él, cuando me entraba lo suficientemente cerca toque su espalda, no se había dado cuenta de mi presencia, pero cuando mi mano toco su hombro pareció volver en sí, me miro sorprendido unos segundos, parecía mortificado por algo.


- ¿Que ocurre?


- Losiento Arti, creo que fue mi culpa


- ¿de qué hablas?


- Lo he estado pensando todo este tiempo, fui un estúpido por no darme cuenta antes


Estaba por decirle que se explicara mejor pero entonces lo note, su brazo izquierdo sangraba y en su mano sostenía un aparato pequeño que emitía luz


- ¿Qué es eso Alfred? – soltó el pequeño aparato y después lo piso con fuerza cuando su pie se retiró solo quedaban pedazos de lo que alguna vez fue


-Es un rastreador- mi sangre se congelo, ¿Acaso Alfred me mintió? ¿era un espía? No, el no lo haría, de lo contrario lo habría mantenido dentro de su brazo, ¡su brazo!


Rasgue mi camisa eh improvise un vendaje en su herida, pareció funcionar ya que se detuvo un poco el sangrado, su mirada era melancólica, cuando termine de ajustar la venda lleve mis manos a su rostro.


-Está bien Alfred, no fue tu culpa, te diste cuenta a tiempo- una extraña sensación recorrió mi espina dorsal cuando su cara formo un puchero- Ahora ya no van a seguirnos


-Lo lamento Arti…soy un estúpido


-Te equivocas…si no fuera por ti no estaría aquí-


Antes de que me diera cuenta mis brazos envolvían se enorme espalda, los latidos de su corazón calmaban al mío, sentir su aroma me lleno de una paz que no sabía que necesitaba.


-Si ya han dejado de frotarse uno con el otro entonces deberíamos seguir nuestro camino- la voz de Marcus nos sobresaltó.


-L-lo siento-Alfred se alejó un poco, pero sus manos aún estaban sobre mis caderas


Para cuando logramos salir de la mina, la luz de la luna nos recibía en lo mas alto, por años soñé con la vista de un cielo nocturno, solo las imágenes de los libros que el general Vargas tenía ayudaban a saciar mi curiosidad, no fui el único maravillado con la vista, no todos los rebeldes que nos ayudaron en el escape provenían del exterior, fue una sensación completamente nueva, el aire ya no era pesado, el horrible bochorno causado por el celo era apagado por la suave brisa, mi nariz se llenaba de nuevos olores, no estaba seguro de donde provenían pero causaban una sensación de alivio, debe de haber comenzado a llover ya que mi rostro ha comenzado a sentirse húmedo.


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