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El juego del amor por Elle Trancy

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Notas del fanfic:

Ahora que tengo un bebé ya no es fácil escribir fanfics nuevos. Así que subiré mis antiguos Fanfics editados para que vuelvan a disfrutarlos. 

 

Gracias por el apoyo♥

El marcador punteaba una brecha considerable entre un equipo y el otro, y es que el puntaje de Touou, así como su potencial era simplemente bestial.

 

 

 

El número 7 del equipo blanco driblo de forma que logro rebasar al 4 del equipo negro. En sus ojos se denotaba la furia, y la sed de victoria, él pelinegro lo detuvo tocándolo, a lo que el árbitro pito marcando la falta .Kise no se detuvo corrió hacia la canasta esquivando en el camino a más de uno y salto, salto tan alto que podía ver su victoria tan cerca, tan palpable que se le estrujaba el corazón de alegría.

 

 

 

- “Es suficiente, Aominechi, es mi hora de ganar... Y si no lo logro, al menos tendré la dicha de haber llegado hasta aquí...”

 

 

 

Lanzo el balón hacia la canasta y se dejó caer, sintiendo como en su alrededor el reloj se paralizaba, sólo él podía moverse, sólo él podía realizar salto, dribles y canastas. . . Sólo él...

 

 

 

Pronto el de piel morena, con una mirada llena de desprecio paro el transcurso de la bola a la canasta, así impidiendo el punto.

 

 

Kise Abrió los ojos lo más que pudo.

 

 

-“¡¿Qué diablos es él?! ¡¿Cómo pudo parar un tiro que he copiado de él mismo?!”

 

 

- Ya te lo dije, Kise, él único que puede superarme soy yo mismo... – Le dijo Aomine antes de emprender una carrera a la canasta contraria y encestar de manera sublime y limpia.

 

 

-“¡No!” – Se dijo Ryouta, y corrió a recuperar la pelota de las manos de su eterno rival y objeto de admiración – “¡Te demostraré que puedo estar a su altura, Aomine! ¡Te demostraré que puedo ser tan bueno como Kurokochi! ¡Te demostraré que puedo. . .!”

 

 

El juego continuo sin preámbulos. Todos se esforzaban por cerrar aquella brecha que los separaba de la victoria, mientras los de la banca junto a parte del público se comía las uñas...

 

 

Pero Momoi  así como todo Touou estaba confiado, que nadie dude de las capacidades de Aomine...

 

 

 

Kise Recuperó el balón que Yukio le pasó y corrió con el conteo del marcador sobre él

 

 

 

Esquivó a varios chicos del equipo contrario.

 

 

 

Se sitúo frente a la canasta.

 

 

Tomó impulso. .

Saltó...

 

 

 

- Lo siento, Kise. Aún te faltan 100 años más. – Aomine Interrumpió su camino tomándolo por sorpresa. Pero Ryouta tenía un as bajo la manga. Paso el balón por detrás de su espalda y lo arrojo encestando en el acto.

 

 

 

-¡¿Qué?! – Dijeron todos a un unísono.

 

 

 

- Estos. . . ¡Estos son los movimientos de Aomine-san! – Dijo Sakurai con la quijada totalmente abajo.

 

 

 

Kise sonrió.

 

 

 

- Siempre te admiré. Pero ahora, ahora sólo eres un reto que debo enfrentar...  – Le dijo mirándolo directamente a los ojos.

 

 

- Sabes que no es así. – Respondió Aomine, como si el tiempo a su alrededor se hubiese detenido – Esto es algo más allá de eso, esto es por Tetsu. ¿No es así?

 

 

Kise se sorprendió. Jamás se imaginó que Aomine estuviera consciente de sus sentimientos.

 

 

- Yo... – No alcanzo a pronunciar más, el nudo en su garganta había despertado su furia. – “Yo te quería, te quería demasiado... Pero yo jamás seré él...”

 

 

Copió todos y cada uno de los movimientos, trucos y jugadas del número cinco del equipo negro. Encestando así diez puntos, diez puntos que fueron recuperados por Daiki, de la manera más bestial y salvaje que podría mostrar en esos momentos.

 

 

 

Satsuki se veía preocupada en esos momentos, sus cálculos jamás le mostraron que Ryouta Kise sería capaz de dominar el estilo y el nivel del Aomine Daiki, no por los momentos...

 

 

...Y no estaba del todo equivocada, el llegar a un nivel tan alto y bestial como el de Aomine costaba caro, y sus piernas ya se lo estaban demostrando.

 

 

-“Si sigo así no aguantaré más...” – Reflexiono Kise apuntado a la realidad.

 

 

Corrió al encuentro bajo su canasta con Aomine, cuando este estaba en pleno vuelo hacia la malla. Le alcanzo parando el tiro.

 

 

-Ya no me importa si perdemos, he hecho todo lo que he podido y no lo he hecho solo, si pierdo es porque aún no soy lo suficientemente fuerte, Aomine

 

 

 

-¡No me vengas con eso ahora! – El moreno apoyó con fuerza su mano en la pelota, dirigiéndola hacia la canasta, encestando con la propia mano del rubio, quien cayó desplomado en el suelo.

 

El pito sonó dando por terminado el partido.

 

 

- ¡Todos Alinéense!

 

 

“No he podido ganar... no he podido demostrarle que yo también puedo ser suficiente, puedo ser más que Tetsu, puedo quererlo más...” – Las lágrimas se agolparon en sus ojos luego de que el nudo en su garganta trancara su respiración por completo, asfixiándolo en dolor. Gotitas cayeron al suelo después de deslizarse por aquella sudada pero nívea piel de porcelana, oculto su rostro lloroso y vergonzoso bajo su cabello y sollozo lo más bajo que pudo.

 

 

Aomine lo miró, sin una pizca de vergüenza o lastima por el chico. Sabía que había sido él el causante de aquella obsesión en Kise, quien le había “hundido” en el mundo del basket de esa manera. El que le había encantado, pero Aomine sabía que Kise se había enamorado sólo. Miro hacia el público, donde una mirada quemaba sobre él y dio con sus ojos azules como el cielo, como si una parte del limbo se le fuera otorgado en sus orbes.

 

 

 

El peliazul bajó la mirada negando con la cabeza a la vez que el pelirrojo a su lado pasaba un brazo por encima de sus hombros. A lo que Aomine respondió dándole la espalda.

 

 

 

Kise intento levantarse y correr de allí, pero sus piernas no le respondían, golpeo el suelo con sus puños y apretó los dientes.

 

 

 

-“¿Por qué ni siquiera viene a ayudarme?”  - Se preguntó esperando por Aomine. Pronto le tendieron una mano haciendo que su corazón palpitara. Levanto el rostro y dio con unos ojos azules y una mirada consoladora.

 

 

 

No se inmuto, siquiera se movió. No era a Kasamatsu a quien esperaba, y éste lo sabía. Sin embargo, ignoro el hecho de que Kise sólo quería quedarse tendido allí y lo tomo por los brazos, cargándolo sin dificultad.

 

 

 

- Esto no es todo... – Fue lo único que le dijo, como si el llanto de Kise fuera por haber perdido un partido, como si Yukio no fuera consciente ya de aquello.

 

Pero no podía hacer otra cosa más que llorar un rato más, hasta que la pena momentánea pasase. Ya después podría desquitarse con la almohada.

 

 

.

 

 

.

 

 

.

 

Suspiro mientras caminaba, notándose extrañamente solo. ¿No había alguien más acompañándole?

 

 

 

Fue allí que cayó en cuenta, Kasamatsu no estaba a su lado. Pero... ¿Dónde estaba?

 

Hubiese corrido a buscarlo de no ser porque fue detenido por su senpai, el mismo Kise sabía que no era buena idea, sin embargo, y como su egoísmo no se lo permitía, no podía dejarle solo; Ya que esto de alguna forma significaba que el también estuviese solo, porque inconscientemente Riota se había vuelto dependiente de Yukio y Viceversa.

 

 

Porque no había logrado hacer dependiente de él a Aomine, ni a Kuroko, lo haría con Kasamatsu...

 

 

Entre la penumbra oscuridad de los vestidores el joven de cabellos azabaches sollozaba en muy bajo, intentando no llamar la atención, sin embargo, sin contener aquella furia que quemaba en las yemas de sus dedos como llamas abrasadoras, golpeando los casilleros, lastimando sus nudillos.

 

 

 

Se dejó caer frente al casillero que le había pertenecido a Kise por el partido, apoyándose de sus ya adoloridas rodillas y apretando los dientes con fuerzas maldijo el día en el que Aomine Daiki había nacido... Pero más se odiaba a él, por tenerle envidia a un niño como Daiki, quien no estaba en el grado de él, rebajándose a ser el reemplazo de un amor no correspondido.

 

 

Rebajándose a ser el reemplazo de Aomine en la vida de Kise. Pero se odiaba aún más al darse cuenta que todo aquello no le molestaba en absoluto.

 

 

Que Kise no le desease como lo hacía para con el moreno. Que Kise no suspirara su nombre durante los cálidos días de verano mientras merendaban bajo algún frondoso árbol...

 

Que Kise inconscientemente le llamase en más de una ocasión “Aominechi” y luego bajase la mirada....

 

 

Todo aquello y mucho más, lo soportaba como masoquista por el simple hecho de querer tenerlo cerca. Pasase lo que pasara, aun si no era él el chico con el que Kise fantaseaba.

 

Volvió a golpear el casillero. Porque una vez más se había dado cuenta, que no podía dejar a Kise, por más que lastimase su orgullo, no le dejaría por nada del mundo...

 

 

 

.

 

.

 

Llego a casa, se ducho, comió sin ganas obligado por su madre y se encerró en su cuarto.

 

 

Ignorando las miradas sobre él. Ignorando que el mundo seguía girando.

 

Se tumbó en la cama y miro hacia la mesita al lado de su cama, donde descansaba una fotografía en el portarretratos donde se veía al equipo de Baloncesto de Kaijo, reunidos, sonrientes... Pero algo capto su atención. Kasamatsu mientras pasaba un brazo por su cuello le miraba con una ternura y amor indescriptible, como si no le importase que el fotógrafo estuviese pidiendo su atención para el retrato.

 

 

 

-“¿Cuántas veces corrí a sus brazos cuando Aomine me rechazaba tan tajante?”  - Se preguntó sin dejar de ver la fotografía. – “¿Cuántas veces soporto mi mal humor por la indiferencia de...?” – El pensamiento acallo con una lágrima que resbalo por su mejilla y descanso sobre la almohada. -“¿Cuántas veces más... vamos a hacer lo mismo...Senpai?” – Ni siquiera supo en qué momento se había levantado de la cama y había corrido en medio de la tormenta que se había desatado y había tocado con los puños la puerta del departamento de su senpai.

 

 

 

El chico salió con una toalla envuelta en la cintura y otra en el cuello. Le miro por unos instantes de arriba abajo y cuando cayó en sí, le invito a pasar colocándole la toalla que llevaba en el cuello, en la cabeza.

 

 

 

Iba empapado, tanto, que sus lágrimas se confundían con las gotas que caían de su cabello.

 

 

Yukio se sentó frente a él en el sofá, y le miró varios instantes, queriendo descifrar lo que aquel rostro lloroso revelaba.

 

 

Abrió la boca para romper el silencio, preguntar qué pasaba...Como si no supiese lo que pasaba... Sin embargo, fue interrumpido por el rubio, quien si subir la mirada susurró:

 

 

 

 

- Perdóname – Fue lo único que dijo Kise antes de lanzársele encima a Kasamatsu y besarlo.

 

 

 

Aunque le había tomado por sorpresa, no tardo en corresponder. Ya añoraba aquellos pequeños y rosados labios que le hacían llegar al paraíso. . . Porque a pesar de ser contra las verdaderas aspiraciones de Kise, y los latentes deseos de Kasamatsu, el último no desaprovechaba ninguna oportunidad que la “vida” le tendiese para demostrarle en su mayor expresión su querer hacia el rubio. Así este no lo valorase... A pesar de que tampoco le importase. Porque su egoísmo se reducía al dolor del amor no correspondido, y del reemplazo que tenía siempre incondicionalmente.

 

 

 

Porque al cerrar los ojos olvidaba con quien estaba y se permitía volar en un paraíso de emociones...

 

 

 

Paro de besarle para recostarlo en el sofá y situarse encima del rubio y acercándose a su oído le susurro muy bajito – Él jamás te va a amar como yo. – Volvió a beber del néctar de los labios de Kise para recorrer suavemente su cuerpo con las manos, apegándose a él cada vez más.

 

 

Las lágrimas de Kise volvieron a rodar por los lados de sus ojos, cayendo sobre la tela del sofá.

 

 

- No me hagas esto, me odio a mí mismo, senpai.

 

 

- Kise...

 

 

 

Se aferró a su cuerpo como si su vida dependiese de aquello, mientras el rubio arañaba su espalda y jadeaba en su oído.

 

 

 

Sus cuerpos se amoldaban el uno con el otro, mientras el frenesí de su lujuria se hacía creciente entre los chicos, casi materializándose en hilos de energía que desprendían sus cuerpos sudorosos.

 

 

 

 - Te amo, Kise – Susurró en su oído. Y aumento las estocadas.

 

 

Ryouta no respondió. Sólo cerró fuertemente los ojos, esperando ver en sus fantasías una piel más morena.

 

 

 

.

.

.

.

 

 

Mientras tanto, en otro departamento no muy lejos de allí, un pelirrojo se paseaba por la sala de su morada de un lado para el otro con su teléfono celular apoyado en el oído, esperando que la llamada sea contestada desde el otro lado de la línea.

 

 

 

- Vamos Kuroko, contesta...

 

 

- Hola, Te habla Tetsuya Kuroko, en este momento no le puedo contestar, deje su mensaje después del y le devolveré la llamada. – Beeep

 

 

- Kuroko, no sé que diablos estarás haciendo, pero te exijo que respondas el celular ¡Ya!

 

 

 

El teléfono reboto en el sofá para luego caer en el suelo inmediatamente después de que Kagami lo lanzara a un lado.

 

 

 

- No me digas que estás con él... por favor...

 

 

 

 

.

.

.

 

 

- ¿No le vas a contestar? – Pregunto moreno.

 

 

- No, mañana ya se me ocurrirá algo...

 

 

 

 

Él peliazul dejó el teléfono celular en la mesita a su lado y se volvió a acostar al lado de Aomine.

 

 

 

- Tetsu, ¿Cuántas veces más vamos a hacer esto? Tú ahora estás con el tetra ceja, no podemos seguir así.

 

 

- Seguiremos hasta que uno de los dos se canse, Aomine-kun.

Notas finales:

El apoyo lo es todo.

 

Si quieres seguir disfrutando de mis Fics, puedes dejar un review. Es muy importante para mi.

 

Gracias!


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