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BLACK INK por adler kid

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Notas del fanfic:

BETA READER PARA LOS PRIMEROS 4 CAPS: MAFER

ME QUEDÉ SIN BETA READER PORQUE ESTABA DEMASIADO DEPRE COMO PARA COMENTAR ALGO...ASÍ QUE, A PARTIR DEL CAP. 5, PUEDE QUE HAYAN PEQUEÑAS FALLAS ORTOGRÁFICAS O DE CONTEXTO...LO SIENTO MUCHO Y ME DISCULPO POR ANTICIPADO

Notas del capitulo:

ESTE FANFIC ES UN REGALO DE CUMPLEAÑOS ATRASADO PARA ANDREA (Debí haberlo entregado el año pasado, pero se me juntaron demasiadas cosa y terminé entregandoselo este año en su cuple 27/06)m

A pedido de ella, va a ser bastante cortavenas (Angst), así que quedan advertidos. Espero les guste.

¿Quién no probó la hiel de un desengaño,

en la primera vez que soñó amores?

¿Quién el prado que abril pobló de flores

no vio lleno de nieve a fin de año?

 

Cada nuevo placer nos deja un daño;

cada esperanza nace entre temores;

y semejando un sol por sus fulgores,

cada nueva ilusión es un engaño.

- Juan de Dios Peza. "Amargura". Fragmento

Destruido. Esa única palabra definía el estado actual de su corazón.

¿Era posible sentirse peor? Posiblemente sí, pero eso era lo de menos para él. Antes de Richard Hammond solo conocía la rutina, la vida que había escogido, no había emociones; se supone que él era el hombre de hielo, pero el calor de Richard había sido demasiado potente, había derretido sus emociones, para luego dejarlo desprotegido como nunca antes... ¿en qué momento olvidó sus propios principios?, se lo había mencionado muchas veces a su hermano menor: relacionarse con otras personas es innecesario, solo causa dolor y pena. No fue capaz de seguir su propio consejo... Pero, ¿cómo hacerlo? si ese hombre le había llegado tan profundo al alma; lo había apoyado como a nadie antes, le había mostrado lo mejor y lo peor de él... Richard lo había aceptado tal como era, con su cabello pelirrojo y sus pecas que tanto odiaba. ¿Solo había sido un juego para el actor? ¿Una herramienta para poder recuperarse y luego desechar sin remordimientos? Ya estaba agotado de llorar, de gritar, de mentirse a sí mismo pensando que Richard iba a regresar. El maldito había recuperado su fama, y lo primero que hizo fue botar a la única persona que lo había acompañado mientras estuvo inválido. Mycroft sentía rabia y deseos de venganza, los únicos sentimientos capaces de cubrir la tristeza; ya no iba a caer en eso de nuevo. No le daría a nadie la oportunidad de acercarse tanto a él, desde ese día el Mycroft que amó a alguien estaba muerto, sin posibilidades de resurrección. No iba a amar otra vez... era mejor estar solo, no existía el amor verdadero, solo esos amores falsos que causaban sufrimiento y dolor.

Ni siquiera se imaginó lo que le causaría ese hombre la primera vez que lo vio. Lo recordaba ligeramente de alguna de las pocas grabaciones a las que había ido secretamente a observar a su hermano menor: Sherlock Holmes, nombre artístico: William Scott.

Su nombre Richard Hammond. Solo dos meses antes había tenido un accidente de auto, que lo dejo en coma por dos días y al despertar, solo lo hizo la mitad superior de su cuerpo; sus piernas se negaban a responder. La prensa había hablado de él hasta el cansancio antes que despertara de su estado comatoso, al enterarse de su condición, dieron por muerta su carrera actoral, centrándose en el actor que lo reemplazaría en la nueva serie que debía haber empezado a filmar: un novato llamado Greg Lestrade. Como enfermero en jefe del área de rehabilitación del hospital, le fue encomendado el cuidado de Richard.

Era doloroso para él, pero nunca iba a olvidar la primera vez que conversó con Richard:

-Buenas, soy Mycroft Holmes, me voy a encargar de apoyarlo en su rehabilitación-

-Váyase, no quiero ver a nadie-

-Señor Hammond, mi trabajo es ayudarlo, no me voy a ir hasta que pueda verlo en la silla de ruedas y camino al área de rehabilitación-

-Jaja-la voz de Richard en aquella ocasión sonaba demasiado herida, como si hubiera perdido toda la fe y esperanza... no era la primera vez que escuchaba ese tono en un paciente suyo, pero sí la primera vez que sintió algo removerse en su interior. No iba a dejarlo revolcándose en su propia autocompasión.

Poco a poco se acercó a él y suavemente deslizó sus manos por debajo de los brazos de Richard -acción nada difícil, considerando que este se encontraba de espaldas a la puerta de la habitación por dónde entró- y lo sujetó con fuerza para dejarlo semi-sentado en la camilla.

-¡Suéltame, que crees que haces!-

-Sacándote de tu círculo vicioso de autocompasión, en este momento me odiarás, pero créeme que me darás las gracias más tarde-

Realmente no habían empezado bien.

Mycroft se había distraído acomodando sus piernas al borde de la camilla para cargarlo a la silla de ruedas, al levantar la vista, observó por primera vez su rostro. Su tez, blanca, bastante pálido por los días que pasó en el hospital; sus cabellos negros semi rizados que caían hasta casi cubrir sus ojos, los cuales eran de un azul cielo y llevaban demasiados sentimientos negativos en ellos. Richard seguía haciendo reclamos, pero el pelirrojo no escuchaba una sola de sus palabras, hipnotizado por su atractivo nuevo paciente. Por un momento se quedó sin aliento, sintió a su corazón acelerándose...pero impuso sus pensamientos a sus emociones y un momento más tarde, Richard se encontraba en la silla de ruedas camino a la sala de rehabilitación.

Entre ellos no hubo ninguna palabra; Richard le había mencionado en una ocasión que, en ese momento, había estado esperando sus burlas por haber perdido su fama y su trabajo, pero Mycroft solo estaba concentrado en hacerlo recuperarse. Las sesiones eran diarias, al inicio le costó que Richard accediera a realizar los ejercicios, pero no se había dado por vencido, ideando diferentes excusas lograba convencerlo de hacer los pasos. Poco a poco se dio cuenta que su trato era diferente para con él, ansiaba verlo, esperaba con impaciencia los momentos del día en que lo ayudaba y finalmente notó que él respondía a sus atenciones poniendo más empeño en su rehabilitación.

Le tomó 4 meses poder pararse nuevamente sin ayuda, y otros 2 meses más para caminar ayudado por un bastón. Siempre lo escuchaba cuando se ponía a hablar de su posible regreso como actor, aunque luego le aseguraba que no podría hacerlo debido a la falta de apoyo que sufrió desde su accidente.

El día de San Valentín, Richard se le había declarado. Llegó a verlo en medio de la terapia de otra paciente... en sus manos, un ramo inmenso de rosas rojas. Mycroft se quedó sin palabras pues Richard le dio el ramo a la paciente para que lo sostuviera, mientras él rodeaba al pelirrojo con sus brazos y lo besaba apasionadamente.

-No puedo pasar más tiempo sin ti a mi lado, por favor Mycroft, sé mi novio-

Con la respuesta obviamente afirmativa, iniciaron su noviazgo. Richard era el mejor novio que se podía desear. Sin embargo; poco a poco algo empezó a cambiar, Mycroft, cegado por sus sentimientos no pudo ver cómo algo cambiaba en su novio…incluso su hermano intentó avisarle, sin ningún resultado.

-Mycroft, date cuenta, ese hombre te va a dañar-

-Sherlock, no, William, deja de meterte en mi vida, no es problema tuyo-

-Ese hombre te está mintiendo, si alguna vez te amo, eso se terminó, lo he visto hablando con una actriz popular ahora, quiere regresar a actuar-

-Aún si fuera así, yo lo apoyaré-

-Estás demasiado cegado por el amor, no te has dado cuenta que ese hombre ya no es el mismo, está demasiado ocupado por recuperar su fama-

-Basta William, el que tú no seas feliz en este momento no implica que yo no pueda serlo, ya no sigas con esto-

Cuanto lamentaba no haber escuchado en ese momento a su hermano…lo que sucedió la última semana lo puso peor. Se sentía como una muchachita joven a la cual le habían quitado lo único valioso para ella: su virtud. Se había entregado a él; después de todos esos meses de novios, al fin pensó que irían más adelante, dar un paso más en su relación, demasiado emocionado, demasiado tonto.

Ese día Richard lo llevó a su casa, platicaron y finalmente le contó sus planes, le platicó de la posibilidad de que regresara a actuar… Mycroft emocionado le dijo que lo apoyaría, esa trágica noche el Holmes mayor cedió ante su propio deseo y los roces se convirtieron en caricias, las ropas cayeron, los besos se volvieron apasionados, los suspiros se convirtieron en gemidos, dos cuerpos fundiéndose en uno... Una entrega desigual de dos hombres, uno lo hacía por amor y el otro por un sentimiento de gratitud mezclado con lujuria.

A la mañana siguiente notó algo diferente en Richard, pero lo atribuyó a lo que había pasado entre ellos. Salió a su trabajo y el actor prometió llamarlo para ir a buscarlo, pero esa llamada nunca llegó. Se dirigió a la casa del actor, pero la encontró vacía. Intentó contactarse con él, pero no lo logró. Hace solo unas horas y gracia a la ayuda de su hermano, logró encontrarlo tras bastidores del set de filmación...su carrera estaba retomada.

-Ya no tengo nada que ver contigo Mycroft, fue bueno mientras duró, pero he vuelto a actuar-

-No entiendo lo que quieres decir, nosotros…-

-Ya no hay un nosotros Mycroft, yo he vuelto a actuar, y tú solo eres un enfermero de rehabilitación, me ayudaste mucho, pero… ¿no haces lo mismo por tus otros pacientes?- esas palabras solo lo lastimaron, las palabras de su hermano resonaron en su cabeza, cuánta razón había tenido, y cuan ciego había estado para no escucharlo.

-Tú…- la conversación fue interrumpida por Irene Adler, la actriz más popular del momento.

-¿Nos vamos, mi amor?- ella había agarrado a Richard del brazo mirándolo de manera provocativa. El pelirrojo sintió su corazón romperse, las lágrimas pugnando por salir de sus ojos- ¿Quién es esta persona querido?-

-Solo un enfermero que me ayudó en mi rehabilitación-

-Gracias cielo, si no fuera por ti, este bombón no hubiera vuelto a actuar, le tomó mucho tiempo, pero ya está de regreso a mi lado-habló Irene -¿estás llorando?-se inclinó para ver mejor a Mycroft, cuando lo escuchó hablar

-No, no se preocupe por mí, debo irme, adiós- Mycroft salió de inmediato, en el camino se cruzó con su hermano, pero no le dio la oportunidad de decir nada y corrió a la salida. ¿Cómo lo enfrentaría si había tenido razón siempre? ¿No era su culpa el que todo eso pasara?

Ya habían pasado dos horas desde eso, tomó un taxi y no paró de llorar en todo ese tiempo. Hace una hora había escuchado el timbre de la casa sonar; seguramente su hermano, intentando verlo… no había ido hacia la puerta, no quería que lo viera en ese estado. Pero ya era suficiente de su dolor, de sus lágrimas, lo decidió; solo volvería a su rutina de siempre, no se dejaría vencer.

“Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.”

-Gabriel García Márquez.

Notas finales:

Y eso es todo por ahora, ¿qué les pareció? ¿Merezco un comentario siquiera? Gracias por leerme, espero sus comentarios. Nos vemos…

 


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