Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Es de adolescentes. por luky_luze

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno... hello gente bonita y hermosa de AY

No tengo mucho que agregar solo lo que ya saben, los personajes no son mios y... creo que eso es todo uwu.

Notas del capitulo:

Ñeee... no se pero yo queria hacer algo asi.

Y ahora que ya me gradue del bachiller creo que puedo darme ciertos lujitos.

Pero no se crean, en septiembre empiezo la universidad -aplausos- but... hasta entonces, aun no se salvan de mi ehh ewe.

Me tendran por aca en estos dias y el proximo mes nwn.

Futura licenciada de gastronomia -waa aun no me la creo *w*-

Bueno ya, basta de mi. Mejor las dejo con la lectura.

Nos vemos abajito *3-

Es en esta etapa de la vida donde comprendes varias cosas. Una de esas era que por más que quieras, nunca serás el centro del universo, otra más era que nada en la vida era eterno. Y otra más era que a pesar de la adversidad de problemas que se te presentan, nunca estarás solo.

Sin importar lo que pase, esta es la etapa de la vida más bonita que puedas pasar.

La única donde sabes quienes son tus amigos, a quienes les importas y hasta qué punto son capaces de llegar a hacer por ti.

Bendito sea el poder del amor.

.

.

.

Esa tarde era demasiado calurosa, el gimnasio estaba extrañamente callado, mucho para el gusto de todos los integrantes del equipo. En especial para la chica peli rosa y el castaño bajito encargado de preparar deliciosos limones con miel. Pero ese no era momento para pensar en comida.

Aunque lo deseara.

-Sakurai…- dio un brinquito al escuchar la voz de Imayoshi irrumpiendo el silencio del lugar, solo siendo interrumpido por el constante rose del balón con la canasta y el chirrido de los tenis sobre el suelo de cierto moreno –quiero hablar contigo, ven un momento por favor- pidió apartándose un par de metros lejos de sus compañeros.

-Imayoshi-senpai…-

-Aomine ha estado actuado más salvaje e incontenible desde hace una semana- comento el capitán, viendo al castaño y después al moreno -¿no sabes que es lo que le pasa?-

-Bueno…- comenzó el castaño –desde que regreso de visitar a su abuela que vive en Nagoya no ha querido hablar conmigo- agrego con la mirada baja –tampoco creo que le haya dicho algo al respecto a Momoi-san. Lo siento Imayoshi-san- se disculpó haciendo una pequeña reverencia a su capitán para después buscar con la mirada al moreno.

-Déjalo así, después hablare con el- agrego el peli negro, acomodándose los lentes. Tendría que averiguar por otros medios que ocurría con su as.

Sin Aomine completamente concentrado no podrían manejarlo en el próximo partido.

-¡MALDITO AOMINE!- bramo Wakamatsu, aquel grito puso en alerta al castaño y al capitán del equipo, Momoi fue a ayudar a ponerse de pie al rubio que aún estaba en el suelo ¿Cuándo fue que Aomine había dejado de encestar y había reaccionado de manera violenta cuando el rubio le había intentado detener?

Sea lo que tuviera el moreno, le estaba preocupando a todos en el equipo.

-¡Dai-chan!- gimió preocupada la peli rosa, caminando hasta donde se encontraba su amigo con intención de regañar al moreno que se mantenía con la mirada en suelo –no puedes…- se vio interrumpida cuando Susa le hizo a un lado, alejándola de su amigo.

Por algún motivo algo no iba a salir nada bien después de esa pelea.

-No los entiendo- por fin había dicho algo el peli azul aun con la mirada en el suelo, bajo la mirada desconcertada de todos en Too –cuando por fin decido entrar al estúpido entrenamiento comienzan a reprocharme por cosas sin sentido, encesto, corro, hago lo que el maldito de Imayoshi quiere que haga y ahora resulta que tengo que contenerme con un imbécil que es tan débil que no puede siquiera detenerme- explico, viendo con ira y desafío a Wakamatsu. Por primera vez en un año de conocer y tratar a Aomine, Kosuke sintió miedo, tanto que no sabía cómo escapar de la mirada furiosa que el otro le dedicaba.

-Contrólate Aomine- intervino Imayoshi con una extraña aura de temor en sus facciones.

-¡No te metas, cuatro ojos!- bramo Aomine, transmitiendo su ira a su capitán.

-¡Dai-chan ya basta! ¿Qué tienes?- pidió la peli rosa aun en brazos de Susa, intentando de nuevo acercarse al peli azul.

-¡No interfieras Satsuki!- le advirtió, viendo con intensidad a la peli rosa.

-Daiki-san…- murmuro bajito el castaño, llamando la atención del peli azul, se acercó a paso lento a Aomine, hasta estar entre Wakamatsu y el –Momoi-san solo está preocupada por ti, todos lo estamos. No actúes de esa manera con nosotros- pidió, esperando a que el peli azul entrara en razón.

-Ryo…- verse reflejado en esas lagunas de chocolate sintió que se aminorada su pesar.

-Déjalo en paz Sakurai- exclamo indiferente el rubio, alejándose de todos los que estaban en el gimnasio, tomando el balón que hasta hace unos minutos botaba Daiki –Aomine siempre ha sido un energúmeno salvaje, solo busca que se le preste atención, no es capaz de hacer las cosas por sí mismo. Te dije que en algún momento el comenzaría a cansarse de todos nosotros, no le prestes más atención y concéntrate en tus cosas. Él es demasiado egoísta para ver el daño que le hace a quien le rodea y le importa- explico el rubio, sin prestarle atención a lo que ocurría a su alrededor.

En ese momento, el mismo Aomine Daiki furioso, corrió atrás de el con la intención de golpearlo y descargar toda su furia en él.

-¡No lo hagas, Aomine!- grito Imayoshi, deteniendo por la cintura a Satsuki.

-¡DAI-CHAN!- lloro la peli rosa aun con los brazos del mayor en su cintura.

-Pero que…- exclamo Kosuke confundido y aturdido por la adrenalina que aun corría por sus venas.

Un segundo.

Un golpe.

Un sonido sordo.

Sangre, mucha sangre.

Lágrimas y un castaño inconsciente en el suelo del gimnasio, bajo la mirada incrédula de todos de sus compañeros. Fue el resultado de la ira de Aomine.

-SAKURAI- grito Momoi, intentando hacer que el castaño despertara.

-¡Traigan una camilla de la enfermería!- grito Susa, apresurándose a socorrer a su kohai –Wakamatsu, ayúdame a llevarlo a la banca- exclamo llamando al rubio, pero este aun no comprendía de todo la situación -¡Kosuke!- grito, con eso logro que el otro acatara lo que pidió.

-Aomine…- lo llamo Imayoshi, aun con la temblorosa peli rosa llorando en su pecho.

El moreno vio como el honguito que se disculpaba por todo era llevado por sus compañeros en la camilla de la escuela, no se atrevió a ir a ver como estaba el castaño, mucho menos a acercarse a ver a su amiga. Se dedicó a bajar la mirada aun con la vista molesta de su capitán sobre él, apretó los puños y salió corriendo del gimnasio, sin importarle lo que los demás dijeran sobre el o lo que haya pasado hace cinco minutos.

-Daiki…- exclamo quedito el castaño antes de caer rendido por el cansancio. Sus ojos se cerraron pero su mete aun divagaba por el recuerdo de Daiki tan alterado y perdido de sí.

Necesitaba hablar con él.

.

.

.

Despertó luego de media hora de lo acontecido. Aún estaba mareado y cansado pero tenía que ir con el peli azul. Intento incorporarse pero el dolor en su estómago hizo que se quejara un poco, se percató de los vendajes que había en su torso, además de que el sabor de su propia sangre lo tenía aun en sus labios y garganta.

Cerciorándose de que solo estuvieran sus cosas y no sus compañeros de equipo, con cuidado fue levantándose de esa pequeña cama, apretando los vendajes de su torso con cuidado de no lastimarse, se puso sus tenis y en su espalda la chamarra del equipo. Tenía que encontrar a Aomine aun si le costaba su vida en eso.

Con pasos lentos se fue acercando a la puerta de la enfermería, sorprendiéndose que la enfermera en turno no se encontrara por los alrededores, como si de un espía se tratara se aseguró que en los pasillos no hubiera nadie del equipo o que pudiera reconocerlo con un espejo, una vez no hubo moros en la costa, salió de la enfermería cerrando con cuidado la puerta de esta, no quería tentar su suerte. Apoyándose de la pared del edificio comenzó a caminar al único lugar donde estaba seguro podría estar el peli azul.

Después de veinte tortuosos minutos se encargó de llegar a las escaleras que lo llevarían a la azotea donde normalmente se encontraba el peli azul cuando no quería entrar a clases o el entrenamiento. Lo sencillo fue andar por los pasillos de la escuela, ahora lo complicado era subir las escaleras con muchos vendajes en su cuerpo. Con cuidado y esperando no perder el equilibrio, subió el primer peldaño ahogando un grito de dolor.

Continúo con su hazaña hasta llegar al último escalón de aquel piso, esperando que Daiki se encontrara ahí. Tomo la perilla y con la poca fuerza que aun tenía empujo la puerta, feliz al ver que está aún estaba abierta. Lo busco con la mirada, pero no pudo hacer nada por los cortos cinco metros que su vista lograba enfocar.

-Daiki-san…- lo llamo con un hilo de voz, apretando los vendajes de su torso, el dolor le obligaba a cerrar los ojos. Continuo caminando sin tener muy claro hacia dónde iba, los abrazadores rayos de sol de la tarde le desorientaban, eso fue hasta que logro distinguir el sonido de muchas cosas siendo golpeadas, azotadas y rotas.

Señal que lo hizo sonreír levemente.

-¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición!- gritaba enfurecido Aomine, pateando el enorme contenedor de agua del edificio, soltando puñetazos a diestra y siniestra a aquel enorme pedazo de metal.

Necesitaba sacar todos los sentimientos que le envergaban de una vez por todas.

-¡Da-Daiki-san!- grito con las pocas fuerzas que tenía el castaño el nombre del moreno, este por reflejo volteo sorprendiéndose al ver al castaño en la azotea de la escuela. Sakurai cayo de rodillas al suelo, sujetándose con fuerza los vendajes que tenía en su estómago, el dolor le parecía insoportable.

-¡Idiota!- le reprendió el moreno, tomando el cuerpo tambaleante y herido del castaño entre sus brazos, poniéndose de rodillas como estaba el más bajo –tú no tienes nada que hacer aquí, deberías dejarme en paz como los demás hicieron conmigo- siguió, besando los cabellos castaños, tenía miedo, de eso estaba seguro Sakurai.

-No podía dejarte solo, no quiero que te sientas culpable por lo que paso, fue un accidente- explico el castaño, acariciando con dificultado una de las mejillas del moreno, buscando aminorar la pena que le albergaba -¿v-vas a decirme que paso?- pregunto, abrazando de igual forma al peli azul, poniendo sus manos sobre su espalda –todo el mundo está preocupado por ti, Momoi-san como principal. Yo también lo estoy. Dime por favor que es lo que te está aquejando-

-Ryo…- murmuro quedito el peli azul, aferrándose al castaño como si su vida dependiera de eso. Sakurai pudo darse cuenta del gran dolor y pesar por el que estaba pasando el más alto al escucharlo llorar tan desconsoladamente, siendo su único refugio sus brazos y caricias.

No se atrevió a romper el ambiente, mucho menos hacer que el peli azul parada de sollozar. Sabia de ante mano que llorar era una de las muchas formas de sacar el dolor que una persona común y corriente sentía en determinados momentos. Aomine Daiki no era de piedra, era un chico de 17 años que tiene miedos y ambiciones, sueños y sentimientos que guardaba muy dentro de sí para no dañar a los demás o a sí mismo. Era un adolescente que comenzaba a vivir y que había cosas que por más que uno deseara, existían situaciones que estaban fuera de su control.

Estuvieron por varios minutos en un cómodo y sepulcral silencio. Solo siendo interrumpido por la respiración agitada del merino sobre su cuello, buscando ser consolado y consentido por sus pequeñas manos, acaricio con cariño sus cabellos azules, sus mejillas, su espalda. Ese chico que era demasiado bruto e insensible cuando la situación lo ameritaba, parecía un pequeño niño perdido, desamparado, solitario.

No hablo hasta que el propio Aomine calmo su llanto. Pareciera ser que ya había sacado una parte considerable de los sentimientos que le aquejaban.

-Lo siento- se disculpó el moreno, apartándose unos centímetros del castaño.

-No importa Daiki-san- le restó importancia el más bajo, abrazando un poco más de tiempo al moreno –suelo hacerlo mucho en casa, no te preocupes. Yo no te juzgaré-

-Gracias- exclamo avergonzado, intentando bajar el sonrojo de sus mejillas –respecto a lo otro- refiriéndose al porque su explosivo y violento comportamiento que por poco hace que su novio vaya al hospital, siguió –como sabes, me ausente de la escuela por dos semanas, y ajenos a lo que todo el mundo piensa, no fueron mis vacaciones más deseadas y queridas de toda mi vida- explico, aguantando las ganas de llorar de nuevo.

El castaño asintió, dándole su espacio al peli azul para que continuara con su relato.

-Mi abuela paterna murió, Ryo- exclamo con dolor y pesar en cada una de sus palabras. El castaño comprendía el tamaño de la situación que el moreno pasaba, aquella tierna y adorable viejecita era la adoración total de Daiki. Ella y su madre eran las únicas personas que tenía en la vida, en su pequeña familia. Su abuela era el padre que nunca tuvo el privilegio de conocer, ni siquiera cuando supo que el vendría a este mundo. Gran parte de su niñez la paso viviendo junto con su madre en la casa de su abuela, contra todo pronóstico logro en el su amor por el baloncesto. Le mostro muchas cosas en todo ese tiempo que vivió junto a ella.

Una perdida irremplazable había tenido Aomine.

-Yo…- no agrego nada más, Daiki lo abrazaba con fuerza, temiendo que le dejara solo, mostrando debilidad y miedo. No quería que le dejara solo, no más de lo que ya se sentía sin ella –todo estará bien- aseguro, sobando la espalda del peli azul, logrando tranquilizarlo un poco –por lo mucho que me has contado de ella es que te amo muchísimo, tanto que lleno tu corazón de maravillosos recuerdos y enseñanzas, te brindo un hogar cálido, uno donde no te faltara cariño y comprensión. Te mostro lo que en un futuro esperaba tu aplicaras con tu familia. Y con eso cariño, ella ahora puede descansar en paz- añadió, limpiando las lágrimas que aun derramaba el moreno.

-Duele mucho- exclamo cohibido el peli azul, bajando la mirada.

-Lo sé, lo se… pero así es la vida, y con el tiempo tenemos que aprender a sobrellevar este dolor y volverlo fuerza, pues es lo que estoy seguro que ella hubiera querido- explico con paciencia, intentando no llorar. En esos momentos Aomine necesitaba a alguien que le escuchara, le hablara y le diera fuerzas. No podía darse el lujo de dejarse caer por el cansancio físico.

Porque estaba seguro que el dolor físico por el que estaba pasando no se comparaba con el dolor emocional y familiar por el que estaba pasando el moreno.

Notas finales:

Y se acabo uwu.

Ay mi negro adorado, pido perdon por hacerlo sufrir.

Mi honguito TnT, ustedes tranquilas que solo sufrio por el golpe una costilla rota y una pequeña hemorragia interna, pero de ahi en fuera todo bien (??)

Quise reflejar lo que muchos como yo -en su momento- sufrieron al momento de perder a un ser querido -yo no me incluyo pero muchas amigas mias si lo han sufrido, y se que es horrible, no puedo ni imaginarme como se sienten- por eso no quise entrar en detalles respecto a lo que le ocurria a Aomine y me enfoque en mi honguito lindo que al igual que yo, estuvo a su lado hasta el final -en el caso de mis amigas- Esto paso hace unos ayeres, cuando aun eramos niños desando ser adultos.

La adolescencia continua siendo una etapa dificil, pero tan bonita a la vez.

Espero me hayan entendido.

Eso es todo por el momento de mi parte.

Hasta la proxima.

Luky


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).