En aquel mundo masculino, lo mas importante era demostrar que eras el mejor, no importando las circunstancias, ni las arbitrariedades, ni si fuera correcto o no lo que hicieras, la moral, en este caso era lo que estaba mas bajo en el umbral de las cosas que debias tener en cuenta. Contradictoriamente para los civiles, el solo llevar aquel uniforme te transformaba en un ser moral automáticamente, sin importar los crímenes que cometieras ya que todos esos los hacías por el bien de tu nación.
El ruido de las armas haciendo un click, me devolvió al mundo actual, alejándome de las divagaciones que de pronto se apoderaban de mi mismo. A veces me llevaban a comprender porque habían surgido algunos grupos que nos detestaban, porque alguno civiles se atrevían a no aceptar nuestra autoridad, acaso no amaban al país?.
Frente a mi un circulo de uniformados, apuntaban todas sus armas, hacia un hombre o mas bien dicho a un adolescente que se transformaba en uno, este llevaba en uno de sus antebrazos, el distintivo del grupo anarquista de turno, una linea transversal mancillando nuestra amada bandera, el pisoteo de nuestro país, mil veces mas importante que su vida.
Su largos cabellos, eran de un tono platinado, su rostro tapado por un flequillo que ocultaba sus ojos, no podía verlo, pero algo en el, me transporto a otra época. Intrigado me acerque a él, y mis hombres automáticamente descansaron sus armas, y fijaron su vista al cielo, como si yo en realidad me encontrara en algún punto alejado de todos ellos, así era nuestros grados tenia esa función, indicaban cuan lejos estaba de los demás, a su ves cuanto derecho tenías de hacer y deshacer en sus vidas.
Rugió, cual lo haría una bestia salvaje en cuanto me puse frente a él, y le tome de sus cabellos. Un largo hilo de sangre partía su cabeza horizontalmente, rastro de un garrote metalico. Algunas manchas secas con tonos férricos en su rostro mostraban que habia sido tratado con bastante alevosía por mis muchachos. Trató de abrir sus ojos con dificulta por la hinchazón de su cara, sus ojos violetas se enfocaron en mi.
.- Si hubieras mostrado arrepentimiento, te habriamos perdonado.- Dije creyéndome mis propias palabras, mientras el sujeto trataba de resistirse a mi agarre. En el instante que dejo de luchar, presa del cansancio, sentí como si una imagen reclamara su sitio dentro de mi cabeza, trate de resistirme ante mis propios impulsos, pero no pude, cuando abrió los ojos nuevamente lo reconocí, y supe que habia hecho algo muy malo, cedía ante la peor parte de mi, mis recuerdos.
.- Minos…..- Susurre mientras me mostraba una sonrisa de satisfacción en su rostro manchado en sangre. A mi alrededor, comenzaba a sentir los murmullos de mis soldados, cada vez mas fuerte cada vez mas doloroso, hablaban de mi, se burlaban, como si el respeto que tantos años me costo ganarme se fuera por el drenaje.
El ruido toco los bordes de mis emociones, e hizo un lio en mis nervios, pronto sentí como se me escocían los ojos llenándose de agua, era doloroso pero no tanto como en mi cabeza, donde los ecos de las risas, me hacían sentir severas punzadas de dolor. Mordí mis mejillas, hasta que sentí como se agolpaba la sangre en mi boca, pero eso me ayudo, a enfrentar lo que ocurría. En seguida, barrí el rostro del sujeto, de una fuerte bofetada, haciéndolo caer de la silla en la que lo teníamos amarrado.
Todo había acabado cuando sentí su peso caer en la tierra, solo ahí mi cabeza dejo de punzar, y las risas se desvanecieron como si jamás hubieran siquiera existido.
.- ¡MÁTENLO!.- Ordene.
……….
Valentine, podría hacerse identificar como el soldado mas fiel a su señor, al menos, asi era como se pensaba a si mismo. Los motivos que lo llevaron a emprender esa carrera, eran suficientes como para irrumpir, ante el coronel superior. El sujeto mas importante del regimiento, y por supuesto que contaba con toda la confianza del gran patriarca.
.- Harpia, cual es el motivo que amerita su irrupción en mi oficina.- Dijo el hombre posando su vista en la ventana, sin interés de mirar a su interlocutor a sus ojos.
.- Sr Coronel Rose, siento haberme metido asi a su despacho.- Dijo el soldado viendo como los hombres que hacia de escolta personal para el coronel, no habían dejado de apuntarle ni siquiera porque su superior, le dirigiera la palabra.
.- Se trata de mi superior, Sr coronel, ha dado una orden, y los demás no la han cumplido.- Dijo mirando sus zapatos lleno de tierra.
.-Me llama por la incapacidad de su superior en darle ordenes.- Dijo el coronel, pero Valentine nunca estuvo seguro si eso era una repuesta o una afirmación.- Bien, ya me lo dijo….- Murmuro el hombre que solía usar su gorra con la visera muy baja, como si con eso nadie pudiera verle, como si con eso quisiera ocultar algo muy importante.-
El soldado, pensó que habia hecho un esfuerzo inútil llamando a ese hombre que no solia frecuentar a los demás soldados. Sin duda el Capitan Rose, solo salía si el hecho ameritaba su presencia y eso solo lo dirimía el mismo, su única obligación o lo que sentía como una eran las juntas que se hacían cada tres meses, el resto del tiempo, los soldados no sabían de su existencia.
………………
El golpe le había llegado como un aspaviento que dejaba en claro cual era su lugar en toda esa batalla interna, donde el único blanco parecía ser el gobierno de turno. El mismo no sabia bien que era lo que realmente estaba confrontando, ni siquiera podría decirse si realmente estaba en descuerdo con el sujeto que tomo el poder de la nación por la fuerza,, de lo único que estaba seguro, era de que esos soldados habían matado a la mitad de su familia, pero eso no los hacia malvados, al menos, no cuando su familia ya habia sido condenada por la justicia anterior, no eran criminales, solo eran un manojo de políticos corruptos, sujetos que en ninguna nación serian siquiera llevados a la cárcel, ahora estaban bajo tierra.
Minos rebusco con los ojos a su hermano, quien aun sostenía aquella cara de desconcierto mientras los soldados volvían a rodearlo, apuntando sus armas. Nuevamente el click, hecho por todo el grupo lo llevo a la realidad, dejando bien claro, que ese sería su sitio de muerte, que tras ese ruido el único que seguiría seria el de decenas de balas impactando su cráneo, una muerte rápida, y hasta cortes en comparación a lo que sabia, solía hacerse en ese tipo de casos.
.- Soldados bajen sus armas.- El desconcierto se hizo en la multitud, y llego a oídos de Minos quien solo escuchaba un chismorreo entre los soldados, que parecían confundidos ante aquella nueva orden, sin embargo al escuchar los pasos de alguien acercándose nuevamente a el, sintió como todos bajaron sus armas, a la vez pudo apreciar mirando en dirección de su hermano quien no se había movido de lugar, como era cubierto por otro para de hombres armados.
.- Eres bastante resistente…- Dijo aquella persona, e inmediatamente sintió cierta fragancia, que hacia años, no había tenido el gusto de percibir, era un intenso olor a rosas, demasiado dulce tal vez. El peliblanco, sintió nuevamente como le tomaban de la barbilla, pero el tacto de este sujeto era muy suave, y extrañamente confiable, como si se tratar de una persona incapaz de hacerle algún daño. La gorra dejaba apenas apreciable sus ojos, pero no podía ocultar el color del mar que tenia en su irises, el blanco de su piel que parecía esculpida en mármol, como tampoco el cabello que le llegaba hasta los hombros, jamás había visto a un soldado, con el cabello tan largo, ni que le produjera aquella mescla de sentimientos, jamás habia encontrado que un hombre fuera tan hermoso. Apenas pudo ver el brillo de su placa, el nombre de Albafica Rose, Grado: Coronel en jefe.-
.- Se ve que eres una persona resistente.- Dijo con una vos tan suave que hasta el dolor de sus heridas parecían calmarse, el coronel revisaba sus heridas con cuidado, como si el tiempo no fuera un obstáculo para el.- Si, creo que es oportuno, puedes quedarte …