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Angel. por ArtOfMovingOn

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Notas del fanfic:

 

Los personajes no me pertencen.

Este fic participa en el día 7 del Hikari Month del grupo de Facebook AoKaga 5x10 (Aomine x Kagami)

Notas del capitulo:

 

Bueno, aquí esta mi aportación para el Hikari Month. Lamento la tardanza pero mañana entro a la escuela y he tenido que revisar algunas cosas. En fin, espero que les gusten, esta un tanto raro  xD

Sin más que decir... ¡A Leer!

Angel.

 

Estaba emocionado, muy emocionado. Hace siete años que estuvo esperando este momento, por fin podría ir a la Tierra y con ello cuidar y guiar  al niño que se le había sido asignado. Por fin podría aplicar todo lo aprendido durante ese tiempo.

¡Sería el mejor ángel custodio!

Ya estaban asomándose los primeros rayos del sol. Extendió sus alas.

- Kagami-kun aún es pronto para que bajes -. La voz de Kuroko le detuvo.

- Lo sé, pero ya no puedo esperar -. La mirada de Kuroko le hizo refunfuñar -. Si, paciencia. Lo entiendo, la he tenido los últimos siete años.

- Entonces podrás tenerla unos minutos más -. Le sonrió. Su ceño se frunció pero en seguida sonrió. No debía enojarse.

Kuroko, el que le había enseño todo lo que utilizaría para poder hacer un buen trabajo. Desde lo más básico hasta luchar con cualquier demonio. Ahora pondría en práctica todo aquello. Ya quería poder contarle sus experiencias como hacía con él. Visitar lo que había visitado. Su sonrisa era aún más grande.

- ¿Planeabas irte sin despedirte Tai-chan? -. A sus espaldas estaban Takao y Midorima -. ¡Que malo eres!

- Claro que no Takao, solo me estaba preparando. Claro que me iba despedir de ustedes. Sobre todo de Midorima -. Takao comenzó a reír.

- Ya es hora de que vayas Kagami -. Asintió.

- Ya Shin-chan no seas aguafiestas -. Miro a Kagami y sonrió -. Espero que te vaya muy bien Tai-chan. Todos lo esperamos.

- Gracias a los tres. Han sido un gran apoyo. No les fallare, ni siquiera a ti zanahoria.

Antes de que pudiera escuchar algún reclamo se dejó caer de espaldas.

Lo único que podía escuchar era el viento y su insiste zumbido, cerró los ojos y estiro los brazos. Justo ahora pensaba en que un humano le vería y diría algo como: ¡Es Superman! Rio.

Abrió los ojos, cada vez se encontraba más cerca. Se dejó caer en picado para después abrir sus alas. Ahora entendía la emoción de todos, era fantástico. Rápidamente serpenteo entre los edificios y no tardó en llegar a la casa del pequeño. Apareció en la alcoba de este, era azul y blanca muy linda y tenía muchos juguetes.

Escucho unos ruidos abajo y los siguió, en la cocina estaban cantando la canción del cumpleaños y Jonathan  estaba en medio de su familia, se le veía muy feliz y procuraría que siempre fuese así.

-_-_-_-

Ya habían pasado varios días desde que había comenzado su tarea. Y todo iba bien, muy bien. Jonathan  era un niño muy tranquilo a decir verdad. Si, había tenido sus contratiempos pero cosas muy típicas a esa edad. Justo ahora Jonathan tomaba una pequeña siesta después de haber jugado toda la tarde. Se le veía muy tranquilo. Se acercó y comenzó acariciarle su cabello, hasta que algo a sus espaldas lo alertó. Se giró y miro a su alrededor, no había nada, todo estaba en su lugar pero a pesar de ello sentí que alguien lo miraba. Cerró los ojos y se concentró.

¡Bingo!

Estaba ahí, justo al lado del ropero. Suspiro, lo que sea que fuese no era bueno, actuaría como si nada y cuando menos lo esperara lo atacaría. Acomodo a Jonathan y rápidamente desenrollo la cadena que tenía enredada en la muñeca pero ya no estaba, ya no sentía su presencia. Estaba seguro que se había tratado de un demonio o algo peor, sea lo que fuese acabaría con él.

Sucedió varias veces más, siempre de la misma manera.

Hasta que un día se cansó.

- Sera mejor que salgas. Ya me harte de tus jueguitos tontos -. ¡Ahí! Se había movido lo sentía acercándose pero no lo podía ver -. Si lo que quieres es pelear, adelante. No te tengo miedo.

- Sera mejor que lo tengas -. Eso se había escuchado detrás de él, giro pero siguió sin ver nada. Esto le estaba irritando.

- Pues eres tú el que tiene miedo -. Sonrió -. No te atreves aparecer.

Escucho su risa, estaba vez no de un lado en específico.

- ¿Ahora lo tienes? -. Estaba frente él, un demonio. Y le sonreía de una manera que le hacía cabrear -. Por tu mirada puedo deducir que no. ¿Estas decepcionado? Por supuesto que no. -. Le tomo del mentón y le hizo ver sus ojos, eran azules. Un azul muy profundo -. ¿Querías pelear lindura? Aquí me tienes.

Altanero algo típico.

Se zafo de su agarre y le miro. Era un demonio. Unos cuernos sobresalían de su frente, sus orejas eran muy puntiagudas y sus uñas eran garras. Las alas eran un poco más chicas que las suyas y al parecer no se conformaban de plumas. Su vestimenta era negra, y tenía vendajes en los brazos. Ahora él como… él, rio. Su piel era de una tonalidad morena y su cabello azul idéntico a sus ojos. La mirada que le dirigía era rara…Tenia la ceja derecha arriba y su boca una sonrisa de lado.

- Ya sé que soy muy impresionante. Tu mirada me halaga.

- Solo estudiaba tus puntos débiles -. Desenrollo su cadena y le sonrió.

- Dudo que encontraras alguno.

- Todos tiene su talón de Aquiles -. Se lanzó hacia él pero nuevamente se había hecho invisible -. Eres un cobarde.

- Oh no me malinterpretes pero hoy no me apetece tener una lucha con un ángel. Hoy quiero otra clase de diversión pero eres un niño bueno -. Apareció detrás de él y le beso la mejilla -. Nos veremos después ángel.

Aquello le desconcertó y antes de que pudiera reclamarle ya se había ido.

-_-_-_-

Después de eso no había vuelto hasta tres días después. Mientras el hacia su meditación y velaba por el sueño de Jonathan.

- ¿Me extrañaste ángel? -. Escucho su voz justo enfrente de él pero decidió ignorarle -. No me digas que te has enfadado.

Silencio.

- Bueno -. Tomo la misma posición que él y cerró los ojos. No pasaron ni cinco minutos cuando volvió a escucharle -. Vamos ángel, tenía que hacer algo importante.

- ¿Condenar a las personas? -. El peli azul sonrió ante ese comentario.

- ¿Crees que es lo que hago? -. Asintió con una diminuta sonrisar13;. Pues sí, fui a condenar muchas almas.

Soltó una carcajada que el peli azul le siguió.

- ¿Y tú? ¿Qué has estado haciendo? Aparte de extrañarme claro está -. Le sonrió como la primera vez.

- No te creas la gran cosa. No te he extrañado he tenido cosas más importantes -. Miro en dirección a la cama Jonathan seguía dormido aunque no tardaría en despertar para ir al baño.

- Así que ese niño me ha vencido, que decepción -. Le miro con duda.

- ¿De que estas hablando?

- Nada ángel. Lo comprenderás algún día, si quieres claro está -. Se levantó -. Sera mejor que me vaya esas almas no se condenan solas.

Y salió por la ventana. En ese instante Jonathan se levantó para el baño.

Así paso el tiempo, entre visitas de Aomine, finalmente sabia su nombre, y el cuidar a Jonathan. Todo iba bien, eliminando que no le había dicho a Kuroko sobre ello. Que hablaba con un demonio como si fueran amigos. Pronto le diría no podía seguir ocultándoselo, eso les estaba costando algunas pumas.

Llego el día en el que podía ir por una visita rápida a los tres. En seguida que llego fue recibido por un entusiasta Takao que le hizo toda clase de preguntas, no pudo separase de él hasta que llego Midorima y se lo llevo alegando que aún no había terminado sus tareas. Fue en busca de Kuroko y le encontró meditando, no tuvo que esperar mucho ya que al sentir su presciencia fue corriendo hacia él. Platicaron como siempre, se pusieron al día el uno con el otro hasta que llegó la hora de decirle su pequeño secreto.

- Kuroko yo me he estado viendo con alguien -. El rostro del contrario se mostró sorprendido -. Es alguien que es malo pero no lo es.

- No te entiendo Kagami-kun.

- Es… un demonio -. Susurro -. Se llama Aomine Daiki, es un demonio, y sé que suena tonto pero es bueno.

- Aléjate de él Kagami-kun -. Su rostro había cambiado a uno de molestia y tristeza -. Sabes que no debes hacer eso. Sabes que cuando eso sucede tienes que aniquilarle o en el peor de los casos pedir ayuda.

- Pero ya te lo dije, no es malo -. Suspiro -. Lo es, pero no ha hecho nada malo. Ni a mí ni a Jonathan o a su familia.

- Aléjate de él. No le vuelvas hablar o yo mismo iré y me hare cargo de él.

- Sabes… todos merecen una segunda oportunidad.

- Él ya la tuvo -. Aquello le asombró -. Y ya es hora de que regreses.

Kuroko dio media vuelta y se marchó. No quería que eso terminara así pero si iba detrás de él sería mucho peor.

-_-_-_-

Después de eso por alguna extraña razón Aomine dejo de ir, por una parte le dolía y por otra le hacía más fácil todo aquello. Así que lo dejo pasar hasta que una noche apareció frente de él. Estaba empapado. Los últimos días había estado lloviendo muy fuerte y hoy no era la excepción.

- Se lo que estabas pensando. Se lo que sucedió pero no puedo. Es muy divertido pasarla contigo Taiga.

- Yo…

- Sé que piensas lo mismo -. Le tomo la mano -. Anda tengo muchas cosas que mostrarte. La noche es joven.

- Lo siento pero tengo que cuidar a Jonathan.

- El estará bien, lo prometo.

Lo miro y confió en él.

Le mostro el mundo, todo lo que él había soñado ver algún día. Era asombroso como los humanos habían progresado de esa manera. Al principio sus casas hechas de lodo y ahora vivían en rascacielos. De caminar habían pasado a construir autos que los trasportaran de una manera sencilla. Todo era admirable. Sonrió y miro Aomine.

- Gracias.

- No hay de qué. Había querido hacer esto mucho tiempo atrás pero no había encontrado con quien y tú eres el candidato perfecto.

- Pues me alegra hacerlo. No hay nada mejor.

- Ven -. Tomo su mano y lo hizo aparecer en una terraza. Desde ahí podía admirar toda la ciudad. Aunque no sabía dónde se encontraba pero eso era lo de menos. Era increíble aquel lugar. Aomine le tendió un copa con lo que parecía contener vino sin preguntar más la bebió de un sorbo.

 

Cada embestida que le daba lograba que su cuerpo ardiera y que su cuerpo comenzara a llegar al límite. No sabía lo que estaba pasando solo que Aomine era muy bueno en ello y le fascinaba. Espasmos comenzaron a recorrer su cuerpo y los sonidos que salían de su boca eran difíciles de evitar, se abrazó al moreno para sentirle más cerca y sus uñas se enterraban en la espada de este. Ambos se movían de una manera frenética, ansiando aún más contacto con cada mordida y beso que se daban. Cuando sintió algo dentro de sí, arqueo la espada y se pegó aún más a él. Soltó un último grito con el nombre del moreno en él. A pesar de ello no fue hasta que Aomine grito su nombre que se sintió completamente satisfecho.

 

Despertó.

Por alguna razón había logrado dormir, cerrar los ojos y dejarse llevar. Si eso le esperaba a lado de Aomine podría acostumbrarse. Nunca se había sentido como ahora, tan ligero y liviano. Sin preocupaciones y mucho menos reglas. Así era como vivía Aomine, siempre libre. Sonrío aunque aquello significaba abandonarlo todo. Abandonar el cielo, abandonar a sus amigos, abandonar sus alas. Desobedecer todo lo que se le había enseñado.

Negó con la cabeza. Ahora no pensaría en ello, no era el momento correcto. Ya lo hablaría con Aomine más tarde, ahora solo disfrutaría ese día lo más que pudiese.

Se giró y ahí estaba el dueño de sus pensamientos. Sonrío aún más, aunque aquellas marcas en su espalda le sorprendieron y llamaron la atención, anoche las había sentido pero creyó que eran simples cicatrices de guerras pasadas, aun así aquella forma se le hacía tan familiar… Una V invertida,  varios centímetros separada en la parte de la punta.

Su mano fue lentamente a aquella cicatriz algo en ella le era muy atrayente y le hacía querer tocarla pero a medio camino se detuvo. Sabía que para los demonios las cicatrices de guerras eran muy importantes sin embargo ya habían intimado aquello le dio la confianza suficiente y lentamente comenzó acercar su mano y fue su dedo índice* el que tuvo la dicha de tocar aquellas marcas. Parecía que le hubieran levantado la carne y luego se la hubiesen cosido sin mucho cuidado, de alguna manera le recordó a las ¿montañas? Que Kuroko le había contado visito hacía mucho tiempo…

 

Todo estaba oscuro y en silencio, aunque poco a poco una pequeña luz ilumino el lugar y lo susurros de tres voces se hicieron presentes. Se encontraba detrás de uno de los muros que sostenía el templo ¿Cómo había llegado ahí?

Se asomó y pudo distinguir la cabellera verde de Midorima y la azul cielo de Kuroko pero enfrente de ellos había alguien más… ¿Aomine? ¿Cómo había sido capaz de llegar? Es un demonio, ya no podía entrar. Bueno, tal vez era de mucho tiempo atrás antes de que el salvador se hiciese presente… pero las alas, eran blancas y no negras. Escucho una risa que le helo la sangre y volvió su atención a los presentes. Aomine iba rumbo a la salida, la cara de Kuroko y Midorima eran de horror y antes de que pudiera acercarse ya había caído al vacío…

 

Caía, estaba cayendo, sentía el aire en su cara pero de una manera totalmente diferente a su anterior experiencia entre más cerca se encontraba del suelo todo a su alrededor se hacía más asfixiante, intento abrir sus alas pero estas no le respondían y el lugar donde se suponían se encontraban estaba ardiendo de una manera insoportable. Giro su vista para ver que sucedía y para su sorpresa estas estaban quemándose de una manera lenta y constante, cada pluma comenzaba a volverse de un negro carbón. En un intento desesperado por detenerlo giro en círculos pero eso solo acelero su caída y el suelo se hizo aún más cercano… 

 

- Pronto estará la luna nueva -. Aquella voz -. Y quiero que estés a mi lado cuando eso suceda.

- No tengo elección ¿Cierto? -. Enfrente de él aparecieron un par de ojos. Uno rojo y uno amarillo.

- Por eso eres mi favorito Daiki -. La risa se escuchó por todo el recinto e hizo eco por cada túnel del lugar, llegando hasta el último rincón -. Contigo tengo la victoria está asegurada… Más vale que aquel no interfiera… -. Silencio -. Me parece que tienes visitas Daiki.

- Taiga…

El grito se quedó atascado en su garganta.

 

Abrió sus ojos y trato de acostumbrase a la oscuridad que le rodeaba. ¿Qué había sido todo eso? La marca… Sus ojos se hicieron como platos y su garganta se secó. Esa V. Los ojos de Aomine le miraban con rabia.

Antes de que pudiera decir algo Aomine ya se le había tirado encima y le aferraba de las muñecas.

- ¡¿Qué estabas haciendo?! ¡¿Qué viste?! ¡Tú maldito… -. Se lo quito y le hizo rodar en la cama y le sujeto con brazos y piernas.

- La V. No naciste demonio, eras un ángel. Tu… eras un ángel. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

- ¿Querías que te contara todo? -. La sonrisa altanera de Aomine se hizo presente -. ¿Quién te crees que eres?

- Yo… Me importas.

- ¿Qué? ¿Por lo de anoche? ¿Lo de todos los días? -. Su risa era similar a la que había escuchado en los recuerdos y le dio pavor -. No me digas que te creíste todo aquello. Pues si es así soy un gran actor. Solo quería acostarme contigo, nada más. Eres un ángel, algo sagrado y divino -. Rodo los ojos y con ello se le fueron las fuerzas lo cual fue aprovechado por Aomine quien se le subió encima y le aferro como al inicio -. Para nosotros ustedes son una grande atracción. Como te has podido dar cuenta soy algo rudo y tú lo has resistido muy bien. Los humanos no, se desangran y mueren pero mírate a ti, estas perfecto.

- Pero… Tú eras un ángel.

- Taiga -. Las orbes azules se acercaron a las suyas -. Soy un demonio. Siempre lo fui, aquello fue un error. Un grave y enorme error, mi destino siempre fue este. Y Akashi lo sabía, el solo me guio -. El silencio reino la habitación. Hasta que las carcajadas de Aomine comenzaron a hacer acto de presencia -. Anda, llora si lo deseas. Eso solo lo hará todo más satisfactorio para mí.

-_-_-_-

La furia se hizo presente en los ojos de Kagami. Estaba funcionando. Soltó un poco el agarre en sus muñecas y aquello fue aprovechado por el pelirrojo que rápidamente le pegó un puñetazo en la cara. Se lo merecía.

- Tendría que haberle hecho caso a Kuroko cuando me lo advirtió. Solo eres un maldito ángel caído. No mereces ni el título de demonio. Eres nada, tanto como para ellos y para nosotros.

- Anda Taiga mi amor, no es para tanto. Lo disfrutaste ¿o me equivoco? -.  Una horda de golpes fueron a parar en todo su ser, cada uno de ellos le sacaba sangre de algún lugar pero rápidamente se curaba. Ah, que gracioso. Sonrío y aquello pareció aumentar la ira de Kagami que siguió hasta que sus nudillos quedaron destrozados -. Ya te cansaste bombón.

No le dijo nada. Cogió su ropa y se vistió.

- ¿Ya te vas? ¿No hay segunda ronda? -. Silencio -. Tus alas ángel. No te recomiendo ir arriba. Te darán un castigo de los buenos.

- Esta bien por mí prefiero eso a ver tu jodida cara -. Y se marchó. Unos minutos después se dejó caer en el suelo.

- Perdóname Taiga.

-_-_-_-

Volar le costaba más de lo que desearía aunque ese no era el mayor de sus problemas. Había descuidado a Jonathan y eso era grave, era una de las mayores faltas que podía cometer como ángel custodio. Suspiro, llegaría más rápido si en vez de volar comenzaba a caminar o correr.

Se aseguró que nadie anduviera cerca y toco la acera, todo lo divino desapareció dejando a un simple adolescente de 16 años, suspiro. Al parecer sería un manojo de suspiros.

La casa de Jonathan no estaba muy lejos, solo a unas cinco cuadras y… El sueño o recuerdo, lo que fuese. Tendría que avisarles lo más pronto posible, si Akashi planeaba algo no sería nada bueno. Se quedaría con Jonathan y ya en la noche mientras este durmiera iría a contarle a Kuroko todo aquello aunque tuviera que delatarse y recibir un castigo, el castigo le importaba lo más mínimo. Decepcionaría a Kuroko.

Ya estando frente a la casa del pequeño Jonathan volvió a su forma original y subió directo a la habitación de este. Estaba recostado en su cama y por su alcoba estaba regados diversos juguetes, había estado jugando las últimas horas así que no había de nada de lo que temer. Soltó un suspiro, se acercó le aparto el cabello del rostro y le beso la frente, una dimunta sonrisa apareció en el rostro del infante.

Algo le hizo tensarse y con determinación se giró listo para atacar a cualquier monstruo que estuviera ahí pero bajo la guardia.

¿Qué hacia Kuroko aquí?

- Kuroko…

- Se lo que has hecho Kagami-kun -. La mirada del peli azul era de  indiferencia.

- Yo… Kuroko…

- Sera mejor que calles Kagami-kun. Te dije que no lo hicieras y me desobedeciste. Dejaste a Jonathan solo y te fuiste con…

- Lo sé Kuroko, y me arrepiento -. Le freno, no quería escuchar su nombre -.  No sabes cómo me arrepiento pero descubrí algo. Akashi planea atacar justo con la luna nueva -. La mirada del pequeño demostraba incredulidad -. Sé que suena loco pero lo vi… toque las marcas de él y lo vi. Se lo dijo.

- ¿Qué? ¿Lo sabes? -. Asintió con desgana -.  Kagami-kun, lo siento. Lamento no haberte dicho el porque te alejaras de él.

- Yo también lo lamento, debí haberte hecho caso y ahora ya es demasiado tarde. Sé que merezco un castigo pero ahora lo importante es avisar a los demás.

- Te juzgaran con la espada de Miguel, y tus alas no ayudaran en mucho -. Algunas plumas estaban totalmente negras y otras comenzaban a tornarse grises.

 

- En verdad lo siento pero si no hubiera sucedido no había descubierto el plan de Akashi -. En la sonrisa de Kagami podía ver que era completamente sincero. Suspiro, eso era lo que más le gustaba de él. Era tan blanco y puro, a pesar de todos los pecados que cometiese lo seria siempre. Se acercó lentamente y le abrazo, sintió los brazos de este rodearle también y pensó “Yo abogare por ti Kagami-kun”

- Sera mejor irnos. Midorima espera -. Asintió y extendió sus alas -. Con ellas no podrás llegar ni de broma -. Apareció un círculo brillante frente a ellos.

- Oh no -. Eso le hizo reír -. Sabes que no es mi fuerte.

- Pues te servirá de práctica. Así que anda, voy detrás de ti.

Regresarían a casa.

-_-_-_-

Cuando aterrizo trastabillo un poco pero rápidamente retomo la compostura. Delante de él estaban Midorima y Takao y por sus rostros podía deducir que lo sabían todo. Enseguida apareció Kuroko.

- Lo has traído -. La voz del peli verde denotaba desprecio.

- Tiene algo importante que decirnos a todos -. Antes de que Midorima pudiera hablar le interrumpió.

- Se trata de Akashi -. La sorpresa se hizo notable en el rostro de ambos -. Solo nos quedan tres días para decidir que aremos.

- Le avisaremos a Nijimura -. Se iban a retirar pero Midorima se detuvo -. Kagami será mejor que estés listo para ser juzgado. Él lo sabe.

Asintió.

Kagami y él comenzaron a caminar sin rumbo.

- Sobre…  -. La mirada de Kagami le decía que no quería escuchar su nombre -. Él. Te contare que sucedió.

- Ya no creo que sea necesario, ya es demasiado tarde para remediarlo. Un ángel caído. No es de ellos ni de nosotros, y tal vez yo tenga el mismo destino.

- No Kagami-kun, tu seguirás siendo un ángel. Nijimura no será tan duro contigo, era tu primera vez haya. Y su historia te la diré, si quieres o no escucharme es tu problema. Aomine-kun fue un niño alegre, su actitud no cambio a pesar de los años y dificultades que tuvo. Su ángel era yo -. La cara de Kagami denotaba sorpresa -. Es de los mejores niños que me ha tocado cuidar, siempre alegre y generoso, a su manera claro está. Tenía una familia pequeña, su hermana y su mamá. Su padre era un viejo alcohólico que desapareció cuando su hermana nació. Tuvo que cuidar de ambas y en la época que le toco vivir era todo un reto pero lo logro, sacrifico varias cosas en el camino aun así era feliz. Luego le vino una oportunidad que yo le dije que rechazara, no era nada bueno y solo le traería desgracias, le di muchas señales pero decidió ignóralas y aquello le costó la vida de su hermana y su madre. Comenzó a cambiar su actitud, al final decidió planear su venganza que le salió como quería pero se arrepintió. Y comprendió que todo aquello había sido su culpa, volvió a ser alguien alegre un tanto arrogante pero ayudo a muchos, murió por una enfermedad que ahora se logra curar con una pastilla -.  Sonrió nostálgico -. Pude haberlo evitado pero no, ya sabes que no podemos intervenir directamente en la vida de un humando. Al final se decidió que sería mejor se convirtiera en un ángel custodio, era alguien muy bondadoso y sería perfecto para ello.

- Kuroko… -. Le sonrió para demostrarle que estaba bien contando todo aquello.

- Se convirtió en un ángel custodio y olvido su pasado, como debe ser. Yo lo entrene. Era muy feliz aquí y aprendía muy rápido, en menos de un año ya estaba listo para su primer custodio. Lo hacía bien con cada niño, hasta que llego uno con una enfermedad incurable y no pudo hacer nada para salvarlo. Se culpó durante mucho tiempo y ya no volvió a cuidar a nadie. Hasta que un niño le llamo la atención y le rogo a Midorima por ser su ángel custodio, Midorima acepto. Ese niño fue el más especial que Aomine haya tenido jamás…

- ¿Aomine se enamoró del niño? -. El peli azul asintió.

- Lo amaba y adoraba pero Aomine mismo le condeno. El niño murió y se culpó pero esta vez nada lo hizo salir, tratamos de alentarle a cuidar a otros niños. Comenzó a bajar a la tierra, primero horas luego días y finalmente semanas. Trate de hablar con él pero solo me ignoraba y cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. Aquella vez sus aspecto cambio por un momento, tal cual como está ahora. 

- ¿La última vez estaban tú y Midorima? ¿Aquí mismo?

- ¿Lo viste? -. Kagami asintió.

- Vi varias cosas, entre ellas lo de Akashi.

- Yo todavía lo vi después -. La voz de Takao se escuchó en todo el lugar -. Y fue el mismo. Aún tenía momentos cuerdos.

- No se volvió loco Takao -. Sonrió Kagami.

- Pues… Te diré.

Antes de que pudiera responder una cuarta voz se escuchó -. Es hora Kagami.

Los tres se voltearon hacia Midorima y caminaron en su dirección.

 

Estar frente a Nijimura era algo complicado, siempre, inconsciente o no su mirada juzgaba de una manera dura.  Más aún que ya estaba enterado de lo que había hecho. Y no era el único que estaba ahí para juzgarle, había otros tres ángeles que jamás había visto.

- Kagami, ya sabes por qué estás aquí -. Asintió -. Bien, serás juzgado con la espada de Miguel.

La espada de Miguel, aquella que no te permite mentir. Uno de los objetos más importantes. Suspiro y volvió asentir, frente a él apareció la espada. Siempre se le había hecho interesante como de ella desprendía una luz, su luz propia. Se arrodillo frente a ella y la tomo del mango, una pequeña descarga recorrió su cuerpo.  Y comenzaron las preguntas, y respondió todo tal cual había sucedido, no podría evitarlo y no lo haría; las palabras fluían como agua.

 

Después de aquello salió de la sala y ahora no le quedaba más que esperar. Lo curioso era incluso sin importar que con la espada era imposible mentir uno de ellos no le creería. Que estu… Se detuvo, no debía pensar así. Suspiro.

Estuvo un buen rato ahí esperando hasta que escucho que alguien abría la puerta. Era Kuroko.

- ¿Qué ha sucedido? -. Se levantó y camino hacia él.

- Te han creído, algo. Los ángeles caídos tiene la habilidad de implantar recuerdos -. Suspiro -. Sobre tu castigo, dejaras tu puesto como ángel custodio -. Por el rostro de Kuroko sabía que estaba a nada de ponerse a llorar.

- ¿Por cuánto tiempo? -. El peli azul se encogió de hombros r13;. No quieren que tengas ningún contacto con nadie.

- Lo merezco. Caí en su juego después de todo.

- Encontrare la forma de que eso se reduzca pero no te aseguro nada -. Miro a Kuroko y le sonrió.

-_-_-_-

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado ya aunque no debería de ser mucho. A veces venia Nijimura verlo. Suponía que ya había pasado el peligro puesto que este estaba alegre.

Perdóname Taiga, llevaba escuchando eso desde hace unos días. Tal vez ya se estaba volviendo loco y no le parecía para nada extraño. Escucho como afuera todos se alertaban, tal vez Akashi…

Suspiro, no. No podía entrar ahí. No después de que fueron oficialmente expulsados pero… bueno, él no había conocido Akashi, y por lo que muy rara vez se escuchaba de él, pues a nadie le gustaba mencionarle, sabía que era alguien de mucho temer. Sus ojos eran especiales decían muchos y los entendía ver esos ojos era demasiado.

Volvió escuchar el ajetreo de afuera pero donde se encontraba no había ninguna ventana por donde asomarse. Paso un rato de silencio y después escucho una explosión. Se levantó del suelo y pego su oreja a la pared. Escucho la voz de Nijimura y Midorima.

Espero que lo sacaran de ahí. Quería luchar contra ellos, quería luchar contra él, si es que aprecia pero nada sucedió. Nadie fue a buscarlo, ni Kuroko, Takao o Midorima. Se estaba comenzando a molestar. Trato de derribar la puerta aunque sabía que era inútil.

Pasaron lo que parecían horas pero nada sucedió. Hasta que escuchó que abrían la puerta se levantó esperando encontrar a Kuroko pero en su lugar estaba Aomine. Justo ahora deseaba tener su cadena y lanza pero se lo habían quitado como parte del castigo.

 

- Sera mejor que vengas -. Se acercó para tomarle la muñeca pero Kagami se había hecho un lado.

- No me toques . Siseo el pelirrojo -. Será mejor que te largues ahora.

- ¿Qué? ¿Ahora ya no quieres que te toque? -. El puño que le golpeo en el estómago le tomo desprevenido.

- Eres un maldito infeliz -. Su rostro demostraba ira y tristeza. Estúpido Aomine, se levantó del suelo y le sonrió.

- Wow, cuidado ángel. Eso solo aumentara tu castigo.

- Ya se lo que paso contigo. Se tu vida de humano y ángel -. ¿Qué? Kuroko, lo más posible. Nadie sabía más que él.

- ¿Y? Ninguna significa nada para mí.

- Ni aquel niño -. Golpe bajo. Ese tema aún le era muy importante y delicado.

- Él, es cosa del pasado. No importa, murió. Yo lo mate y valió la pena. Kuroko te dijo lo que él sabe. No te dijo que rogué para que su vida fuera algo mejor y para que le dieran otra oportunidad que Nijimura me negó, pero al final acepto. No era lo que yo esperaba pero me alegra que estés aquí Taiga.

- ¿Qué? -. Esa cara de sorpresa era justo lo que él esperaba.

- Así es, el niño que cuide eras tú. Se supone que no debería decirte nada pero que importa más. Yo te cuide y te amé como a nadie más, pero Nijimura se enteró y no le pareció, cambio tu destino a algo que yo no podría soportar te sucediera así que lo mejor que pude hacer fue hacer algo menos doloroso. Después rogué porque se te diera otra oportunidad pero él no lo acepto. Pero ahora estas aquí y esta vez no te dejare ir. Así tenga que pesar por Nijimura y para ello me alié con Akashi.

- No… Tú deberías saberlo. Tú debes entenderlo Aomine. Las cosas pasan por una razón y si así fue así se quedara. No puedo irme contigo.

- Pero tú lo quieres también.

- Si pero no así. Lo siento Aomine -. Le empujo y corrió rumbo a la puerta.

 

No miro atrás. Si lo hacía regresaría y se iría con él. Ahora tenía que ayudar a sus amigos. Corrió al salón de armas donde se encontró con su cadena y su lanza, estaban en perfecto estado. Sonrió. Esto era lo que había querido hacer hace mucho tiempo. Se dirigió hacia donde se escuchaban los ruidos de guerra, en el gran salón. Sabía que en ese momento su quijada podría tocar el suelo pero había cientos de demonios ahí y bien podrían estar todos los ángeles custodios, y los de otros rangos. Se abriría paso entre la multitud y mientras tanto buscaría a Kuroko, Takao y Midorima.

Comenzo a lucha con uno, dos incluso tres al mismo tiempo no eran tan difíciles de vencer pues  al parecer eran de rangos inferiores pero entre más se acercaba al centro sus rangos se iban haciendo más difíciles, solo podría pelear con uno.

A lo lejos vio la cabellera de Kuroko trato de acercarse pero cada vez que lo intentaba un demonio se le cruzaba en su camino. Cuando por fin se despegó el camino vio que era Aomine con quien estaba peleando Kuroko.

- No te acerques Kagami-kun -. Por la cara de Kuroko deslizaba sudor se veía que estaba haciendo un gran esfuerzo por mantener el ritmo de Aomine.

- No me digas Tetsu, tu defenderás Kagami -. Con un movimiento de perfecto esgrima le había quitado una de las espadas que poseía -. Sabes que yo no sería capaz de hacerle daño.

- Ya se lo has hecho. Sabías que no debías acercarte a él -. El rostro de Kuroko reflejaba furia.

- Tú sabes que podrías pedirme cualquier cosa pero no eso.

Se encontraba ahí, estático. Escuchando aquella riña, pero muy en el fondo sabía que tenía que hacer. Se acercó a ellos justo cuando Aomine ya tenía la espada en el pecho de Kuroko y de esa hendidura comenzaba a salir un líquido dorado. Rápidamente con su lanza desvió la espada de Aomine antes de que pudiera causar un daño mayor y comenzó a luchar. Se lanzaba y esquivaba, Aomine lo imitaba. Una burbuja se ciñó sobre ellos, y la batalla que se estaba llevando acabo a un lado de ellos ya no importaba.

- Eres muy bueno, no puedo negarlo -. Tenía su cadena enredada en el cuello de Aomine y su lanza estaba junto a ella, lista para cortar -. Pero el único que puede vencerme soy yo mismo -. Sonrió de manera arrogante

Soltó una carcajada -. Siempre tan arrogante, esa arrogancia va a costarte un día de estos -. Cuando menos lo sintió Aomine ya se había zafado de la cadena y ahora lo besaba. Le abrazo y le susurro . Lo siento Aomine.

Salió del salón y se acercó a donde estaba Kuroko y le entrego el cuerpo de Aomine inconsciente -. Cuídalo.

No espero respuesta y regreso a la batalla. Aún quedaban varios pero sabía que no debía confiar. En la cima cerca de donde se encontraba la espada de Miguel estaba peleando Nijimura y Akashi. Por lo que podía notar Nijimura se encontraba cansado, tendría que ayudarle. En ese momento vio caer el cuerpo del pelinegro y la sonrisa triunfante de Akashi. No lo permitiría. Voló lo más rápido que pudo y se colocó frente a este. La sonrisa de Akashi creció aún más y sin previo aviso comenzó atacar. Era muy bueno, demasiado bueno. Sus golpes eran precisos y constantes, era complicado mantenerle su ritmo. Cuando creyó que por fin podría acertarle un golpe llegaron varios de los aliados de Akashi que lo sostuvieron y pusieron de espadas.

- Has sido un buen contrincante Taiga -. Sonrió -. Pero solo hemos postergado lo inevitable.

La espada de Akashi se convirtió en un arco, estiro la cuerda y apareció una flecha. Por le expresión de Takao, que estaba justo frente suyo sabía que ya había soltado la flecha pero no sintió nada. La expresión de un sudoroso Kuroko le hizo saber que había sucedido, en ese momento sintió el mentón de Aomine en su hombro, su mano intentaba cubrirle el rostro y la otra fue a su pecho. Tomo ambas.

- Por favor no llores Taiga -. La voz del moreno se escuchaba algo pesada . Por fin hice lo que quería, salvarte. Tal vez algún día nada termine así… Aunque ahora después de todo este tiempo me siento ligero.

Se giró, lo tomo en sus brazos y susurro -. Prometo que todo será diferente r-. Lo dejo ahí y ataco. En ese instante algo se apodero de él y ataco a todo aquel que se le ponían enfrente. Hasta que luchando algo por fin se quebró.

-_-_-_-

Despertó a media noche, sudoroso y con marcas de lágrimas en las mejillas.

- ¿Estas bien? -. A su lado estaba Aomine. Todo estaba bien. Se le lanzo encima y le abrazo -. Oye eso es preocupante.

- Perdón, tuve una pesadilla. Y no, no quiero pensar en ello -. Se acurruco a su lado -. Estas bien y eso es lo que importa.

- Esta bien -. Aomine que no era muy cariñoso, le beso la frente y le abrazo.

- Buenas noche Daiki.

- Buenas noches ángel.

 

 

Notas finales:

¿Que tal?

Espero les haya gustado, lo hice con todo mi cariño para todas las amantes del AoKaga. c:

Esta raro si, espero al final se entendiera que volvieron a ser humanos. Como una recompensa para ambos.

¡Que tengan lindo día! :D


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