Había conocido a Minho en la universidad, era imposible no notarlo; el mejor en todos los deportes, líder del equipo de baloncesto, alto, con una sonrisa preciosa, guapo, muy guapo, algo torpe y simplemente encantador. Eran carreras diferentes, Minho iba a ser el mejor doctor que el mundo hubiese visto y el… bien, él iba a ser un gran coreógrafo al menos, aunque soñaba con más… quería ser el mejor bailarín, el mejor cantante, el mejor en todo lo que pudiese. Su sueño siempre había sido ser un idol, pero jamás iba a decirlo en voz alta, suficiente ya habían destrozado sus sueños antes como para arriesgarlo todo por levantar la voz. Pero a Minho… oh, Minho… a él no le molestaba en lo absoluto.
¿Ya se había dicho lo encantador que era? Un príncipe.
¿Por qué Choi Minho iba a fijarse en un chico flacucho, distraído, introvertido, egoísta y sin suficiente seguridad?
No había ningún motivo a los ojos de Taemin, y a pesar de ello Minho le había pedido que salieran. Minho se había ofrecido a ser el príncipe de su cuento. ¡Tan perfecto! El príncipe que salva a su princesa y la hace feliz con ese final de cuentos de hadas en el que acabas con una boda gigante y un gran beso de amor verdadero.
Sabía lo mucho que Minho lo amaba, no hacía falta que se lo dijera directamente, el brillo dulce en sus ojos ya se lo decía… la forma en que sus manos grandes apretaban su cintura con tanta fuerza mientras follaban… él sabía que Minho quería marcar sus dedos en su sensible piel, porque con el amor inevitablemente llegan los celos, las inseguridades, esa necesidad de marcar territorio a los ojos de todos los demás… Por eso mismo Taemin ni siquiera se molestaba en notar cuando los toques “salvajes” durante el sexo se volvían grandes hematomas en sus piernas o brazos.
No era como si fuese una víctima de cualquier forma, ni como si los demás se preocupasen, nadie podía ver a Minho como alguien malo; Minho no era alguien malo. No, él era encantador, Taemin lo sabía. Lo amaba más que cualquiera en todo el planeta, incluso se atrevía a decir que cuando marcaba ansiosamente su piel Taemin podía llegar a sentirse un poco vivo… pero no era suficiente, y Minho, aunque lo sabía, no quería enterarse, no quería afrontarlo.
Durante los años de universidad ambos conocieron a un chico; su voz era increíble. Taemin nunca iba a admitirlo, pero estaba tan celoso de esa voz… lo admiraba tanto. Lo deseaba tanto. Pero estaba prohibido. Era inalcanzable de cualquier manera; Kim Jonghyun estaba enamorado de alguien, ese sentimiento que Taemin nunca había entendido, y era correspondido, cosa que Taemin si comprendía; estaba seguro de que Jonghyun podía cautivar a cualquiera con esa voz, con esos ojos de cachorro bajo la lluvia… Estaba rodeado de seres encantadores.
- ¿Vendrán al club hoy? Hay alguien a quien quiero presentarles.
- ¿Alguien? Vaya, vaya… -Minho se burlaba del más bajo- ¿Ese alguien tiene que ver con el hecho de que ya no irás al club después hyung?
No era realmente una pregunta, todos sabían que era por ello. Entre risas Minho acepto la oferta por ambos. Taemin solo se dedicó a sonreír, no era como que tuviera algo mejor que hacer y con suerte podría aferrarse a Minho un poco más. Quizás esa noche podría sentir un poco.
Minho conocía el cuerpo de Taemin, sabía que lugares tocar, qué hacer con cada parte de él para llevarlo al orgasmo, y el solo hecho de ser Taemin bastaba para que Minho tocase las estrellas, y eso era lo que Taemin estaba buscando esa noche.
Pero no fue nada de eso…
La música estaba tan fuerte que Taemin sentía las vibraciones en sus pies, recorriendo su cuerpo hasta sus orejas, las cuales luego de un rato se habían acostumbrado. Ya habían comenzado la fiesta a pesar de que Jonghyun aún no estaba allí. Taemin ya empezaba a sentir ese delicioso mareo, sus ojos solo veían luces, las disfrutaba, le gustaba la vista y bailar con esos puntos de luz.
Y entonces, lo vio. Jonghyun había llegado hasta ellos de alguna forma, Minho había tomado su mano para acercar a Taemin hacia ellos.
- Kibummie, ellos son Minho y Taeminnie, te había hablado antes de ellos, Minho, Taemin, les presento a mi pareja: Kim Kibum.
Por alguna razón, cuando Jonghyun habló, Taemin ya no sentía las vibraciones de la música estridente en sus oídos. Ya no sentía sus pies retumbando en la pista, difícilmente podía descubrir lo que sentía; ya no veía nada que no fuera esa persona a lado de Jonghyun. Estaba flotando, como si todo hubiese desaparecido y estuviese en algún lugar del universo, solo con él; Kim Kibum.
¿Cómo iba a hacerlo? “Por favor conóceme” Un millón de estrellas habían despertado y brillaban en él… quería conocer a Kibum. El deseo estaba eclipsando el calor que le transmitía la mano de Minho. Todo su cuerpo estaba muy alerta, muy despierto a todo roce, a toda sensación.
Despertó al sentir dolor en su pecho. Lo había estado esperando, y estaba lejos de él, no podía hacerle eso a Jonghyun, no podía hacerle eso a Minho.
Lo mejor era olvidar esa noche. Lo mejor era hundirse en los brazos de Minho, tocarlo hasta que sus manos dolieran, tan solo para borrar el toque de la mano de Kibum, ese que le dio cuando se presentaron. Estaba hundiéndose.
Pasaron los meses, y Taemin no había vuelto a ver a Kibum, perdió la cuenta del tiempo, incluso olvidó el nombre de esa persona que le había robado el aliento sin siquiera hablar, o al menos eso intentó. Y lo intentó muy bien, hasta una noche en la que Minho se había sobrepasado con las bebidas. El mismo estaba muy atontado para darse cuenta, hasta que una mano acarició lentamente su espalda baja, y el toque fue casi eléctrico, Taemin volteo su mirada, solo para encontrarse con esos ojos que lo hacían rozar las estrellas.
“Oh… Está bien, esto es un deja vu.”
- Hey, no parece que vayan a poder ir a casa apropiadamente, ¿Por qué no me dejan ayudarlos un poco, hm? Déjenme llevarlos a otro lugar.
“¿Me llevarás a la galaxia? Si es así, por favor ayúdame.”
Esa noche, Minho se quedó dormido, Taemin estaba seguro de que se había desmayado, pero no hizo nada por despertarlo.
Esa noche, Kibum le fue infiel a Jonghyun, Taemin sabía que solo estaba usándolo, pero no hizo nada para detenerlo.
Esa noche, Taemin estaba ansioso, se estaba quedando sin oxígeno, y la atracción hacia Kibum era imparable.
Esa noche, fue la primera.
Ir al club se había hecho costumbre desde hace mucho para Minho y él, pero ahora, más que solo una costumbre, era una necesidad para Taemin. Si Kibum estaba con él podía enfrentar cualquier cosa; nunca se había sentido tan vivo como lo hacía con él. Sentía peligro, adrenalina, como si estuviese constantemente en algún deporte riesgoso.
Poco a poco Kibum y Taemin formaron sus propias señales secretas, así sabrían cómo iban a hacerlo esa noche. No importaba demasiado el lugar, se las ingeniaban, y Minho nunca se enteraba de ello. Estaba mal, y el delito estaba llenando el ser de Taemin, estaba corrompiéndolo, pero Kibum era tan brillante, y él siempre había estado en la oscuridad… Kibum hacía brillar el universo en la oscuridad. Dejo entrar a Taemin, a un desconocido, y ahora Taemin no podía seguir sin él.
- Hola… Te he estado esperando. –Taemin le dijo al oído, Kibum se estremeció y le dedico una de sus brillantes y peligrosas sonrisas mientras le daba una señal, Taemin la notó de inmediato y se alejó de él tan solo para volver a lado de su novio, el cual había ido por unas bebidas. Tras eso, luego de un rato, Taemin le dijo a Minho que tenía que ir a orinar, si no se lo decía de esa manera Minho lo tomaba como una invitación a hacer algo en los baños del lugar, pero no era eso lo que tenía planeado hoy.
A Taemin le gustaba probar a Kibum. Lamía con suavidad, besaba su piel con dedicación, siempre intentaba controlarse, no quería dejar marcas en el mayor que pudiesen causarle problemas con Jonghyun, siempre era cuidadoso. Y Kibum era tan suave con él… Sus manos se deslizaban por su cuerpo, sin saber a dónde ir, sin saber donde debía tocar, lo exploraban lentamente, con cuidado; era terreno desconocido.
- Dios… ¿No te duele? –Kibum estaba acariciando uno de los moretones de Taemin, era grande, en su brazo derecho, la piel se veía extraña; era una mezcla de mucho azul con destellos morados, algunas zonas en los extremos tenían un tono algo verdoso. Taemin negó suavemente, besando a Kibum, conteniéndose, siempre se contenía. Kibum lo sabía.- No es normal, Taemin... deberías pedirle a Minho que... mh.. sea menos rudo… -Taemin no estaba escuchándolo. Se dedicó a llevarlo al límite hasta que casi no podía calmar sus gemidos, y entonces se sentía vivo. Se sentía bien; le gustaba tener el control sobre el mayor, que su cuerpo reaccionara tan correctamente. Sus manos eran adictas a la piel de Kibum, adictas a aquel que quería salvarlo de los celos, pero que era probablemente el más culpable de ellos.
Pero todo eso tenía que acabar. No podía seguir de esta manera… él no quería lastimar a Minho, no quería seguir haciéndolo con Kibum en los baños o en el estacionamiento, tampoco tener que escapar con él a la casa de alguno… Pero no podía levantar la voz. No quería que todo se rompiera.
Eso cambió una noche en la que hablaba con Kibum mientras Minho estaba en el baño. Kibum había tenido que irse para contestar una llamada, no alcanzo a ver de quien, pero la cara de Kibum le había dicho todo; Jonghyun.
Eso le había caído como un balde de agua helada. Esto tenía que terminar.
Se alejó de la barra, sus pies buscaban a Minho, tenía que ir con él y pedirle que lo hiciera suyo, pedirle que no volvieran al club nunca más, darle cualquier excusa, con un “un tipo acaba de tocarme el trasero” bastaría. Pensaba en algo creíble y que no hiciera que Minho le rompiera la nariz a alguien, hasta que alguien tomo su mano, jalándolo afuera; Kibum estaba arrastrándolo fuera del bar.
- ¡Espera! Minho va a buscarme, está en el baño así que déjame decirle que saldré un momento… Kibum, ¡espera un poco! –
Kibum no esperó en ningún momento; cruzaron la calle y el mayor lo azotó contra la pared del hotel frente al bar, Taemin notó las lágrimas en el rostro ajeno, sintió que algo en su pecho se apretaba con fuerza y le causaba una punzada. Lo siguiente que sintió fueron los labios del mayor, estrellándose contra los suyos, besándolo con torpeza y rudeza; una rudeza que no había sentido desde la primera noche en que lo hicieron, como si al mayor ya no le importara que sus labios estuviesen hinchados cuando volviese a casa.
Y entonces, con ese solo beso, Kibum lo arrastro a la gravedad. Kibum no merecía esto; Taemin ya no quería esto. Quería tomar su mano, quería besarlo hasta desgarrarle esos labios mullidos y en forma de corazón. Quería rasguñarlo, quería follarlo, quería que Kibum lo amara tanto como él lo amaba. Quería que ese sentimiento fuese amor. Quería llevarlo a la oscuridad, donde Kibum pudiese brillar más, donde lo llevara a la galaxia.
Fue por ello que Taemin correspondió esa noche.
Fue por ello que Taemin no llegó a dormir con Minho esa noche.
Fue por ello que dos días después, Minho y Taemin terminaron.