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Nuevo comienzo por seirei

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Notas del capitulo:

Hola. Este capítulo tiene -Advertencias-

 

Un niño de aproximadamente 6 años de cabello negro y ojos azules que le recordaban al vampiro, parecía estar triste mientras fijaba su mirada en el piso y se mantenía quieto y en silencio, un hombre que se parecía mucho a él, pero con los ojos negros, se arrodillaba para quedar a su altura.

 

 

-Perdóname por favor hijo mío. Si no hago esto, si no te entrego los turcos invadirán el país, tu hermano se ofreció a tomar tu lugar sin embargo ellos no lo aceptaron por su edad, si yo pudiera de alguna manera evitarte esta pena-

 

Acaricio el cabello de su amado hijo y este lo miro.

 

-Ellos prometieron que estarás a salvo, serás su rehén para garantizar que mis tropas formaran parte en su guerra contra Hungría y Moldavia, en cuanto todo esto termine regresare por ti-

 

Beso su frente y su hermano unos pocos años mayor que él, que hasta ese momento se  había mantenido apartado de ellos, se acercó rápidamente para abrazarlo con fuerza.

 

-Puede que mama ya no esté pero, recuerda que nosotros siempre te amaremos. Te prometo que me volveré fuerte y te rescatare de ese lugar.-

 

 

Sintió las lágrimas de su hermano mojar su hombro y unos pasos se escucharon acercándose hacia ellos.

 

 

 El rey se levantó, al igual que sus hijos que se mantuvieron a un lado de él mirando a aquellos hombres.

 

 

Eran los enviados por los turcos que venían para llevárselo, intento parecer firme y con una última mirada se despidió de su familia para seguir a esos hombres que lo llevarían a su encierro.

 

 

Los hombres lo escoltaron hasta sus caballos y viajaron hasta llegar a un enorme barco que navego por el mar negro convirtiéndose en días de pesado viaje, al final llegaron a su destino, un enorme castillo blanco y dorado.

 

 

Unas mujeres lo recibieron llevándolo junto a los hombres hasta el Sultán, un hombre gordo y gigante cubierto de joyas finas de oro y una túnica larga verde con adornos tejidos de hilos de oro que sonrió al mirarlo.

 

-Así que este es el hijo del rey Dracul –

 

Su cuerpo se estremeció.

 

-¿Sabes quién soy?-

 

-El sultán Mehmed…-

 

-Así es y estas aquí como garantía, más te vale comportarte adecuadamente-

 

Asintió levemente.

 

-Ustedes-

 

Señalo a las mujeres que lo veían con miedo y estas se acercaron rápidamente.

 

-Llévenlo a su habitación, pero antes escucha pequeño príncipe este no es tu hogar, no podrás salir de tu habitación, tú aquí eres solo un rehén y depende de tu padre mantenerte con vida-

 

 

El niño lo miro sin verlo realmente y el sultán hizo un movimiento con su mano a lo que las mujeres lo jalaron llevándoselo del lugar.

 

 

La habitación era blanca y espaciosa, las mujeres lo dejaron sin decir ninguna palabra y se marcharon cerrando la puerta con llave. Acomodo su pequeño cuerpo en una de las esquinas de la habitación abrazando sus piernas con sus manos y apoyando su cabeza, cerro un momento los ojos apretando lo boca, y diciéndose que todo estaría bien, que era por el bien de su padre, por el bien de su hermano y por el bien de su país, si él era necesario para que todo estuviera bien dejaría que lo utilizaran.

 

 

El tiempo pasaba, seguramente su padre y su hermano estarían participando en ese momento en la batalla, una mujer iba todos los días a llevarle comida pero no decía más que alguna palabra como, come o descansa para después marcharse, lo único que podía hacer era tomar alguno de los libros de ahí para leerlo pero eran difíciles de comprender para su edad.

 

 

De vez en cuando se asomaba por la ventana viendo  a los soldados que a veces se quedaban por ahí hablando, esperando enterarse de lo que sucedía, y un día escucho que habían avanzado hacia la frontera contra la línea enemiga apoyados por las tropas de Valaquia y habían arrasado con todo a su paso. Esas eran las tropas de su padre, entonces la guerra pronto terminaría.

 

Sonrió recargándose en la pared.

 

Los días pasaron, convirtiéndose en semanas y después en meses, en ese tiempo había escuchado que habían ganado la guerra ¿Entonces porque no habían ido por él? ¿Acaso lo habían olvidado?

 

 Negó con la cabeza. No, no es así, ellos vendrán. Le habían prometido ir por él.

 

 

Los días pasaron pero no perdía la esperanza de ver a su padre llegar a salvarlo de su encierro.

 

 

Repentinamente la puerta de su habitación se abrió azotándose contra la pared y volteo esperando ver a alguna de esas mujeres, verlas lo hacía sentir un poco menos solo, pero sus grandes ojos azules se abrieron con sorpresa al ver al sultán entrar y acercarse hacia el con una enorme sonrisa torcida.

 

 

-¡El estúpido de tu padre a muerto! ¡Al igual que tu inútil hermano!-

 

Los ojos lo miraron con un extraño brillo y de inmediato su cuerpo se tensó.

 

-¡Mientes! ¡¡Ellos no pueden estar….!!-

 

Su cara se descompuso en terror mientras un enorme dolor en su pecho lo invadía y sintió su cabello ser fuertemente jalado por aquel hombre.

 

-¡Te has convertido en el botín de guerra!-

 

Soltó una enorme carcajada mientras las lágrimas del niño comenzaban a salir.

 

El sultán lo jalo arrastrándolo de los cabellos obligándolo a caminar por el pasillo mientras las lágrimas no se detenían y las palabras pasaban por su cabeza una y otra vez. ¡Habían muerto, ambos habían muerto!..... ¡No!... ¡No podían estar muertos!

 

 

El dolor que le producía la mano de aquel hombre en su cabello le recorrió todo el cuerpo, habían llegado hasta la zona militar donde los soldados parecían estar festejando.

 

-¡Mira mocoso, admira mi trofeo de guerra! –

 

Lo alzo hasta casi levantarlo del suelo provocándole un gemido de dolor que se transformó en un grito desgarrador al mirar la cabeza de su padre en lo alto de una estaca siendo rodeada por antorchas que la iluminaban, cerró los ojos y los labios con fuerza, sus piernas fallaban y apretó la mano del hombre en su cabello intentando soltarse desesperadamente.

 

 

-El idiota de tu padre te quería de regreso, me lo pidió tantas veces que al negarme intento levantarse en armas contra mí ¡Y ahora míralo! He tomado su reino, he matado a su gente y ahora ¡tengo su cabeza!-

 

 

La risa enferma y desquiciada se dejó oír y los soldados la siguieron inundando el lugar. Intento forcejear aterrado mirando la expresión en la cara de su padre.

 

 

El agarre no cedió y fue arrastrado hacia una campaña grande, sus pies descalzos rosaban el suelo lastimándolo, al entrar vio como todo estaba lleno de cojines y adornos cubiertos de oro, fue arrojado con fuerza sobre algo suave  chocando su cara contra esto. Sujeto entre sus pequeñas manos aquello a lo que se había aferrado todo ese tiempo, la cruz de plata que había pertenecido a su madre y que ahora colgaba de su pecho.

 

 

Su cabeza fue presionada hacia abajo fuertemente por aquella horrible y pesada mano del sultán y con la otra desgarro su ropa dejándolo desnudo.

 

 

El hombre paso la lengua por sus labios saboreando el momento y manoseo el pequeño cuerpo tembloroso debajo de él, sintiendo como intentaba levantarse haciendo que se excitara más. ¿Cuánto tiempo había esperado ese momento desde que el niño había llegado a el?

 

 

Intento sostenerse con sus brazos para levantarse pero la fuerte presión de esa mano le impedía moverse, sus lágrimas mojaban la tela debajo de él, mientras veía una y otra vez la cabeza de su padre con los ojos y la boca abiertos escurriendo en sangre.

 

 

Separando las piernas del niño lo penetro en un rápido movimiento sintiendo la apretada y pequeña entrada que le negaba el paso, apresando enormemente su miembro y soltó una risa enferma gimiendo con fuerza.

 

 

El pequeño debajo de él soltó un enorme grito de dolor mientras se aferraba a los cojines y su cuerpo se retorcía intentando liberarse con todas sus fuerzas, las lágrimas inundaban su rostro y una de sus pequeñas manos seguía aferrada a la cruz de plata temblando completamente.

 

 

Mehmed comenzó a moverse de manera desquiciada dentro de él, el dolor era insoportable y podía sentir como era partido por la mitad siendo desgarrado, todo su cuerpo dolía  y su estómago quemaba incitándolo a vomitar, su corazón latía rápidamente haciéndole difícil respirar y apretó los dientes cerrando los ojos con fuerza, mientras su cabeza era presionada hacia abajo para evitar que se moviera.

 

 

¿Por qué estaba ocurriendo eso? ¿Porque tenía que pasarle eso? ¿¡Porque no podía regresar con su familia y que nada de eso estuviera pasando!? Algo inundo su interior lacerando sus heridas internas haciendo que su cuerpo se estremeciera y el hombre continuo arremetiendo contra el dejando salir su lengua y soltando gemidos de placer.

 

 

Su interior ardía y quemaba y lo único que podía hacer era esperar a que todo terminara mientras veía una de las cortinas que adornaban el lugar.

 

 

El hombre se corrió por segunda vez y cansado saco su miembro limpiandolo de su semen y la sangre con una tela para despues arrojarla sobre el niño ignorándolo por completo.

 

 

El semen salía de él, junto con una gran cantidad de sangre. No podía sentir sus piernas y el más pequeño movimiento le producía un enorme dolor, cerró los ojos poco a poco esperando que todo fuera una horrible pesadilla.

 

 

Zero miro con horror la escena frente a él, sintió su boca ser inundada por la deliciosa sangre del vampiro y llevo temblando una de sus manos a su boca para cubrirla horrorizado, sus ojos no pudieron controlar las lágrimas que comenzaban a caer por su rostro y se sujetó el pecho dejándose caer al piso, apareciendo en una habitación blanca y vacía. No podia creerlo... ¡Ese niño era….!

 

 

Alucard miro el rostro de su pareja frente a él preocupado viendo las lágrimas recorrer su rostro y quitándolas con sus dedos.

 

 

Yagari y Cross miraron a su hijo con sorpresa preocupándose y se inclinaron sobre sus lugares viéndolo.

 

-Zero….-

 

El cuerpo que sujetaba se estremeció y abrió lentamente los ojos amatistas de los que no dejaban de salir las lágrimas.

 

 

Zero parpadeo y miro al vampiro frente a él que lo miraba serio y sus ojos rojos parecían preocupados. Se enderezo en un rápido movimiento aferrándose a él, abrazándolo por el cuello y ocultando su rostro en su hombro.

 

 

Alucard se sorprendió un momento, pero cerro los ojos despacio para abrazarlo por la cintura rodeándolo con sus brazos.

 

 

Los cazadores los miraban con sorpresa y preocupados, por lo que les hizo una seña para que no se acercaran y estos se acomodaron en sus asientos solo observando ansiosamente.

 

 

Acaricio el largo cabello plateado intentando tranquilizar el cuerpo tembloroso sobre él y subió su mano hasta su cuello frente al rostro de Zero y este solo miro la mano aturdido sintiendo como lo tomaba por atrás de la cabeza pegándolo a su cuello incitándolo a beber. No se resistió y lentamente paso su lengua por el cuello enterrando los colmillos en este de manera cuidadosa para comenzar a sorber la poderosa sangre que aliviaba su dolor.

 

 

Después de unos minutos y cuando sintió el cuerpo de Zero relajarse lo aparto de su cuello sosteniéndolo entre sus brazos, este lo miro con tristeza y la boca entre abierta intentando que las palabras salieran.

 

 

 

Alucard lo noto y se acercó a su rostro cubriéndole los ojos con una mano y besándolo para después apartarse un poco.

 

 

-Descansa-

 

El cuerpo de su pareja se relajó mientras lo sostenía hasta quedarse dormido, los hombres frente a él lo miraban impacientes y les sonrió un poco.

 

-¿Que le sucedió, se encuentra bien?-

 

Alucard miro a Yagari y asintió.

 

-Tuvo uno de mis recuerdos-

 

Cross lo miro mientras sujetaba uno de las manos de Yagari con la suya mordiendose el labio.

 

-¿Porque... lloraba?-

 

-Parece que le afecto lo que vio, debido al lazo de sangre que nos une, está recordando no solo su vida anterior también la mía. Pronto estará bien, mi sangre lo ha calmado-

 

 

Yagari frunció el ceño pero asintió era demasiado para asimilar en una sola noche se levantó jalando con él a Cross quien se sorprendió viéndolo fijamente.

 

-Sera mejor que lo lleves a descansar ya hablaremos con el mañana.-

 

-Espera…. ¿Dormirán en la misma habitación?-

 

Menciono Cross alarmándose un poco y Yagari lo miro molesto.

 

-Tsk... eso no importa ahora, vamos.-

 

Alucard se levantó con Zero entre sus brazos y se dirigió a la escalera seguido por los cazadores.

 

 

Lo recostó sobre la cama y acaricio su rostro para después mirar a Yagari y Cross.

 

-Saldré un momento, pueden irse a descansar el no corre peligro-

 

Yagari asintió y Alucard se fue atravesando la pared, ambos cazadores se sobresaltaron y se acercaron a su hijo viéndolo preocupados. Cross lo tapo con las sabanas y después de un rato Yagari lo jalo por el brazo para salir del lugar.

 

 

Esperaban que su hijo se encontrara bien mañana y sentían un poco de alivio ya que por su nueva condición ya no corría peligro de caer al nivel E.  Esperaban que eso aligerara la carga sobre Zero.

 

 

Kaien le dio una última mirada para cerrar la puerta.

 

 

 

Las escenas frente a él regresaron, el niño se encontraba en una celda oscura tirado en el frio piso, su vista parecía vacía y perdida en algún lugar, su ropa estaba maltratada y sucia, unos pasos se escucharon era un soldado que se paró fuera de la celda mirándolo.

 

-Hey mocoso-

 

Se molestó al no lograr que lo mirara y le aventó un pedazo de papel doblado que cayó cerca de él.

 

-Pon atención a eso, puede ser tu única oportunidad-

 

 

Finalizo para irse, su trabajo por aquellas monedas ofrecidas estaba hecho.

 

 

Lentamente tomo el pequeño pedazo de papel abriéndolo intentando leerlo en la oscuridad.

 

 

Soy Murat hermano de tu padre.

Como sabrás mi hermano a muerto. Me entere de tu situación y he enviado a alguien para rescatarte, llegara la misma noche en que estés leyendo este mensaje.

Esta sera tu única oportunidad para sobrevivir no la desperdicies.

 

 

Apretó el papel entre sus manos arrugandolo levemente ¿Su tío... realemente lo salvaría de aquel hombre?

 

 

Oculto el papel dentro de sus ropas aguardando el momento ansiosamente y se recargo en una de las frías paredes.

 

 

Escucho unos pasos acercarse pero era el sultán quien lo miro unos momentos para después abrir la celda y adentrarse en ella. ¿Por qué en esos momentos cuando por fin podría ser libre? Apretó los pequeños puños con fuerza sintiéndolo acercarse y tomándolo por el cuello de la ropa.

 

-¿Me extrañaste pequeño mocoso?-

 

Una mano acaricio su espalda hasta bajar a su trasero el cual fue apretado, un escalofrió inundo su cuerpo, ese hombre le daba asco y lo odiaba profundamente.

 

 

Apreto los dientes con fuerza pero un movimiento en la entrada capto su atención. Un hombre le hacía señas para que lo mirara ¿era el sujeto que había enviado su tío para sacarlo de ese horrible lugar?

 

 

 

La fuerza recorrió su cuerpo sintiendo un poco de esperanza inundarlo.

 

 

Fue tomado por la cintura y levantado por las manos de Mehmed, cuando la vio en su cinturón. Traía una navaja con incrustaciones de diamantes.

 

 

Al parecer pretendía dejarlo caer sobre su miembro erguido para penetrarlo. En un rápido movimiento logro tomar la navaja y enterrarla en su estómago, para salir corriendo dejando al hombre que jadeo fuertemente por el dolor sentado en el piso y gritando por ayuda.

 

 

Miro al hombre que vestía totalmente de negro frente a él. ¡Al fin era libre! y pronto podría vengarse de aquellos que habían matado a su padre, recuperaría su país y haría sufrir al sultán hasta matarlo.

 

 

Fue un largo y cansado viaje hasta llegar a Transilvania, su tío lo recibió. Él no tenía hijos por lo que seguramente tenía planeado utilizarlo como heredero.

 

 

Recibió clases privadas donde le enseñaron a hablar varios idiomas y la manera de reinar. Se desempeñó de excelente manera en equitación, esgrima y lucha, mientras permanecía escondido del sultán quien lo buscaba para matarlo.

 

 

Los años habían pasado, ya era un excelente peleador más fuerte que cualquiera de su edad y ya contaba con el respeto de muchos de los soldados.

 

 

Había estado investigando acerca de la muerte de su padre. Los traicioneros nobles Rumanos, hombres malvados y corruptos que habían entregado a su padre a los Turcos Otomanos traicionando a su país.

 

 

Poco después se había enterado que su hermano había sido entregado a los civiles dejándolo a su suerte y estos habían arremetido contra el enterrándolo vivo.

 

 

El tomaría venganza por su padre y por su hermano, lo primero era recuperar su reino.

 

 

Con el apoyo de las tropas de su tío lideradas por él, por fin lo consiguió, su título como príncipe de Valaquia permanecía y a pesar de aun ser joven los pobladores lo apoyaron coronándolo nuevo rey.

 

 

 

Durante ese tiempo subió al país, salvándolo de la miseria en la que se encontraba.

 

 

Los nobles viendo esto comenzaron a atacarlos.

 

 

 

Sus tropas lideradas por él se volvieron más poderosas y sanguinarias con cada batalla ganándolas todas y descubrió la fuerza más grande. El miedo.

 

 

Formo un camino con los cadáveres de sus enemigos empalándolos por las fronteras del país para advertir a los que intentaran atacarlos que no regresarían si se atrevían a entrar en sus tierras. Dándolo a conocer como Vlad el Empalador. Temido por los que al intentar profanar sus tierra se retiraban por el horrendo camino de empalados. Pero a su vez era amado por su pueblo.

 

 

Había regresado el poder a su país y tomaría venganza contra los Turcos y los países que los apoyaban.

 

 

La iglesia ortodoxa rumana viendo y cuestionando sus acciones intentaron censurarlo encontrándose entre ellos traidores a su país.

 

 

Fue acusado de conspirar por sus actos crueles e inaceptables y de abandonar el mundo eterno de la ortodoxia, culpándolo de haber rechazado la luz y la verdad y aceptado la oscuridad. Amenazándolo con destituirlo de su cargo, utilizando como base las leyendas que rodeaban su nacimiento poniéndolo como un demonio, que atrajo una gran tormenta que arraso gran parte del país en ese momento. Lo tenían en la mira esperando cualquier error de su parte para deshacerse de él.

 

 

El rey de Hungria temía más agresión turca hacia su país y reunió un gran ejército favorecido por la Iglesia Romana para hechar las fuerzas del sultán, uniéndose a las fuerzas Rumanas y siendo estas comandadas por Vlad.

 

 

Arremetió contra los países que apoyaban a los Otomanos, asesinando a los reyes y asiéndose con sus cabezas para colgarlas a las afueras de su país.

 

 

Reunió con engaños a los principados de Rumania, anunciando una cena de estado.

 

 

Los hombres reían y hablaban entre ellos devorando todo sobre la larga mesa repleta de comida, algunos abrazaban a las mujeres que servían la comida y llenaban sus copas de alcohol, ebrios presumían sus logros alzándose y exagerando su posición. Los violinistas junto con los músicos interpretaban música de fondo siendo cubierta por las estridentes voces y risas.

 

 

 

Vlad miraba a todos, sentado en el extremo de la mesa con una copa de vino en su mano, siendo todo el lugar alumbrado por la luz de las velas.

 

 

Se levantó de su asiento y uno de sus guardias golpeo el piso con su espada enfundada para llamar la atención de aquellos hombres quienes detuvieron su alboroto para prestar atención al anfitrión de la reunión.

 

 

Vlad se levantó de su asiento sonriendo.

 

-He estado pensando sobre el destino de Rumania y quería saber la opinión de todos ustedes como nobles principados. ¿Bajo cuantos reyes han vivido durante sus vidas? ¿Cuántos? Es una simple pregunta-

 

Su voz se dejó escuchar seria y calmada.

 

 

-¿Cuántos príncipes de Rumania han conocido? Tu Audrei, dime tu respuesta-

 

Señalo a uno de los invitados y este lo miro dudoso.

 

-No lo sé… ¿Cinco tal vez?-

 

Vlad asintió y señalo a otro.

 

-¿Y tú Bordux?-

 

-Muchos-

 

Vlad lo miro.

 

-Ya veo, demasiados y... ¿Cómo lo explicas?-

 

Uno de los invitados se recargo en la mesa.

 

-Así es el mundo. Inestable-

 

El rey tomo de su copa y lo señalo con ella.

 

-¿Y de quién es la culpa? ¿De la gente? ¿Del reino? ¿De la naturaleza humana? Tal vez… ¿De los mismos príncipes? Yo les diré lo que creo. Ustedes…Ustedes son la razón. Su codicia. Su deslealtad. Su corrupción. Daria igual que fueran agentes de los turcos.-

 

Los hombres se levantaron furiosos por las palabras viéndolo.

 

-Y ahora, todo eso va a terminar-

 

-¡¿Qué…?!-

 

Vlad hizo una seña a uno de sus guardias quien asintió y se dirigió a las puertas abriéndolas, por donde entraron los guardias armados apresando a los nobles.

 

-¡Nos traicionaste!-

 

-¡No puedes hacer esto!-

 

-Puedo hacerlo, ustedes han respondido a mi siguiente pedido. ¡Estaba por pedir que los asesinos de mi padre y mi hermano se levantaran!-

 

Entre gritos de protesta los hombres fueron llevados al calabozo donde los obligo a rezar toda la noche pidiendo absolución y al final los mando a empalar viéndolos desangrarse desde lo alto, con sus cuerpos vivos y espasmódicos atacados por los cuervos muriendo lentamente y en un interminable dolor.

 

Mientras era colocada una mesa por dos de sus sirvientes asustados que le servían la cena y llenaban su copa con la sangre de los nobles, la cual levanto hacia ellos para después beberla. Disfrutaría de la vista.

 

 

Poco después, masacro una de las ciudades Turcas donde había sido entregado su hermano, asesinando a la mayoría de civiles durante la batalla y los que aceptaron su culpa los obligo a cavar sus propias tumbas para después enterrarlos vivos.

 

 

El sultán turco enfurecido mando a atacar Rumania, quería hacerse de nuevo con Vlad y matarlo el mismo.

 

 

La guerra inundaba el país, el rey junto con algunos soldados peleaban contra el enemigo intentando detenerlos, sin embargo los superaban enormemente en número. Los cadáveres inundaban el lugar y el fuego se extendía levantándose por todos lados, personas gritaban huyendo por todas partes intentando salvar sus vidas, mientras otras caían muertas al suelo siendo aplastados por los que corrían.

 

 

Las tropas enemigas habían invadido Rumania por el mar negro, no resistirían mucho tiempo.

 

 

 

El rey se apresuraba matando a los soldados Otomanos uno tras otro, atravesándolos con su larga espada. Varios hombres lo rodearon y se lanzaron contra él, el enojo brotaba desde su cuerpo y el cansancio amenazaba con derribarlo, pero protegería el reino que tanto habían querido su padre y su hermano, los vengaría como lo había prometido tanto tiempo atrás y acabaría con ese maldito sultán que amenazaba con arrasar todos los países con su fuerza militar. 

 

 

Su cuerpo se tambaleo un poco y una espada atravesó uno de sus costados, jadeante se enderezo y asesino al causante de su herida cortándole el cuello mientras lo veía caer al suelo regando la sangre, continuo defendiendo a los pobladores, unos de sus pocos soldados que quedaban lo alcanzaron y le llevaron su fiel caballo.

 

 

Cabalgando llegaron avanzando hacia el bosque presionando al enemigo, con furia arrasaba contra sus enemigos decapitándolos a su paso blandiendo su espada, la mitad de su guardia real lo alcanzo apoyándolo, una lanza del enemigo lo hizo retroceder perforando su hombro frente a sus tropas quienes lo miraban con espanto, la sangre comenzó a cubrir su armadura negra pero eso carecía de importancia en ese momento, la tomo con su mano y la retiro con fuerza para continuar con su tarea, poco a poco sus hombres y compañeros fueron cayendo uno tras otro asesinados frente a él, grito con fuerza mientras blandía la espada aniquilando uno tras otro, cientos de flechas surcaron los aires dirigiéndose hacia ellos, sintió las puntas de las flechas que lo habían alcanzado perforando y quemando su pecho  y hombros tirándolo del caballo.

 

 

Uno de sus hombres se acercó rápidamente hacia el, viendo su estado y miro a otro soldado acercarse.

 

-¡Él no está muerto!-

 

Miro de nuevo a su rey.

 

-Mi rey, por favor despierte. Hágalo ahora… ¡Abra los ojos! ¡Lo necesitamos!-

 

No recibió respuesta, se pasó una mano por el cabello desesperado y el otro soldado se acercó rápidamente y arrastraron su cuerpo adentrándose en el bosque lejos de los enemigos, seguidos por otros de los soldados que habían sobrevivido hasta llegar a un lugar seguro en lo profundo del bosque.

 

No… No. No Podía morir no hasta matar a sus enemigos... No hasta vengar por completo la muerte de su padre y de su hermano. No hasta matar a aquel maldito sultán. Se retorció de dolor en el piso mientras su sangre formaba un charco bajo su cuerpo.

 

 

Sus hombres lo veían asustados ¿como es que podía seguir con vida después de todas aquellas heridas recibidas? quitaron las flechas y cubrieron sus heridas. Habían sobrevivido unos cuantos pero la ciudad había sido tomada. Mientras su rey estuviera con vida la recuperarían.

 

 

 

Habían pasado dos días y este no despertaba, sus hombres comenzaban a perder la esperanza y de pronto en algún momento dejo de respirar por lo que se dio a conocer su muerte en todo el reino.

 

 

El olor de aceites he inciensos inundaba el lugar y podía escuchar a lo lejos palabras desconocidas, sus ojos se movieron pero sin abrirse observando todo negro mientras su cuerpo se sentía pesado impidiéndole cualquier movimiento.

 

 

 

Una voz en su cabeza lo alerto y lo hizo tensarse.

 

-Rey, joven Rey…. Tu negativa a morir y tu gran furia al destrozar a tus enemigos han atraído mi atención, alégrate pues te dejare vivir para que completes tu venganza y a cambio cuando mueras descenderás conmigo al infierno donde devorare tu alma. Dame tu respuesta ahora-

 

-Si….-

 

Sus ojos se abrieron con sorpresa ¿Lo había soñado? No… no era así, aún estaba con vida. Poso una mano en su pecho sobre las vendas, las heridas ya no estaban, se levantó sorprendiendo a la curandera que realizaba sus rituales y salió de la carpa.

 

 

 

Los soldados que descansaban alrededor lo miraron con sorpresa y asustados dejando caer las botellas de agua y espadas que sostenían, algunos se levantaron del lugar para acercarse a él pensando que era un fantasma. Había hombres fabricando un ataúd de madera los cuales soltaron las herramientas con sorpresa arrodillándose ante él mientras rezaban.

 

-¡Mi rey pensamos que había muerto!-

 

-Sabes que es difícil destruirme, pero eso no importa ahora. Dime la situación-

 

-Esos bastardos se han apoderado del reino, creen que usted ha muerto y en unos días traerán uno de los suyos a reinar-

 

-Rey es nuestra oportunidad de reunir a todos para conseguir un golpe de estado y pedir ayuda a los países vecinos-

 

-No, eso nos tomaría mucho tiempo, reúne a todos los hombres que puedas encontrar dispuestos a pelear por su país. En cuanto llegue ese hombre nos infiltraremos al castillo y lo mataremos.-

 

-Entendido –

 

 

Los días pasaron y lograron conseguir apoyo de los habitantes que deseaban liberar su reino de la horrible dictadura que probablemente les esperaba.

 

 

 

Se infiltro en el castillo con ayuda de sus compañeros y espero un tiempo en la habitación a que el nuevo gobernante apareciera. Un hombre de cabello ensortijado cortó y rubio con elegante y exótico vestuario dorado que caía en lo ridículo apareció por la puerta adentrándose en la habitación.

 

 

Lo miro fijamente sin que este se diera cuenta y colocándose de lado de la puerta para evitar que intentara escapar hablo sorprendiendo al hombre frente a él.

 

-¿Así que eres el nuevo gobernante? No me hagan reír ¿Que tiene un tipo como tú de rey?-

 

-Pero que grosero, invadir así las habitaciones de tu nuevo rey ¿Quién eres tú?-

 

Se fijó en la espada que portaba y asustado retrocedió para intentar escapar.

 

-¿Ni siquiera sabes eso y te haces llamar nuevo rey?-

 

-¡Guardias! –

 

Se pegó contra la pared y miro al hombre frente a él, parecía amenazante y peligroso.

 

-Ya veo ni siquiera pelearas por ti mismo-

 

 

La puerta atrás de él se abrió dejando ver a sus hombres quienes se habían encargado de los guardias.

 

-Dale tu espada-

 

El soldado asintió y le tiro su espada al supuesto rey quien temblando la tomo.

 

-Defiéndete como el nuevo rey que se supone que eres, de lo contrario tomare de nuevo lo que me pertenece-

 

Desenfundando su espada se acercó al asustado hombre frente a él, no tenía tiempo que perder aún tenía que recuperar su país.

 

-No. ¡Espera por favor te daré lo que quieras!-

 

Con un rápido movimiento atravesó el pecho de este que se deslizo por la pared dejando un camino de sangre.

 

-Quiero mi reino de regreso-

 

Hablo con voz fría mientras el hombre lo miraba con ojos desorbitados y por su boca salía sangre.

 

 

Por todo el país y entre los enemigos corrían los rumores de que había muerto y vuelto a la vida, que era un demonio he incluso que era el mesías. Causándole más disgustos a la Iglesia Ortodoxa.

 

 

Después de lo ocurrido vivieron un tiempo de paz y su gente lo agradeció pues ya habían pasado por muchas guerras.

 

 

Un día llegaron a su castillo unos hombres mandados por el sultán, querían negociar.

 

 

Frente a él en la gran sala se encontraban tres hombres con sombreros y atuendos Turcos.

 

 

-Bienvenidos a Rumania ¿Qué puedo hacer por ustedes?-

 

-El hecho Vlad Dracula es que ha ignorado todo ofrecimiento diplomático previo, entonces nosotros…-

 

Levanto una mano indicándole que se detuviera un momento.

 

-Retírense el sombrero.-

 

Ordeno Vlad mirándolos desde su trono.

 

-Es costumbre de nuestro país nunca quitarnos  los sombreros en la corte-

 

-Ah, ya veo-

 

Hizo una seña a uno de sus guardias y este se acercó a él, para después mirar a los hombres y retirarse.

 

-Quisiera hablar solo con su representante un momento-

 

El hombre de adelante asintió y miro a los de atrás quienes acompañaron al guardia fuera de la habitación cerrando las puertas.

 

-¿Por qué han venido realmente?-

 

-Los tributos…-

 

-Desde el reinado de mi padre los tributos han sido negados, nunca se darán más tributos. Rumania ahora es libre y así seguirá-

 

-El sultán se está cansando de su impertinencia, si continua el atacara-

 

-No me someteré a los deseos del sultán-

 

-¿Entonces nos entendemos? No abra más advertencias-

 

-Entiendo-

 

El hombre asintió sonriendo y dándole la espalda comenzó a caminar hacia la puerta. Cuando de pronto esta se abrió y el guardia anterior entro jalando uno de los cuerpos de los hombres que habían dejado la sala minutos antes, este tenía en la cabeza clavado un cuchillo uniéndola a su sombrero y la sangre caía por su cara dejando un camino en el piso.

 

 

El representante miro sorprendido la escena y volteo a ver rápidamente al rey asustado.

 

Vlad se levantó y lo apunto con una mano.

 

-Esperemos que esto haya reforzado sus costumbres, y las dejen en su tierra donde pertenecen. Ahora llévate sus cuerpos y dile a tu asqueroso sultán que iré por el muy pronto-

 

 

 

 

 


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