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Lo que me pertenece. por luky_luze

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Notas del fanfic:

Más de dos años en produccion y al fin esta listo :v

El cielo mostraba un panorama gris y sombrío. Era como si quisiera reflejar lo que en esos momentos pasaba en el interior de la mansión Akashi. Todos y cada uno de los empleados que conformaban el regimiento de limpieza estaban reunidos en la entrada principal. Dos hileras, uno de hombres y otra de mujeres, perfectamente arreglados, sin una mancha ni arruga en sus uniformes, lo mejor de lo mejor para servir a una de las familias más ostentosas y ricas de todo el archipiélago. Pero había algo que podías distinguir a simple vista en los rostros de cada mucama, cocinero y mayordomo, algo que hasta ese momento ninguno de ellos se atrevía a relatar, mucho menos a murmurar entre ellos.

Era más sencillo guardarlo que aceptarlo.

-¡Ja, ja, ja!- la risa escandalosa y exagerada de una rubia rompió la atmosfera pesada que había en la mansión. La chica se movía de un lado al otro, presumiendo sus escandalosos atributos a quien la viera, jugando con su cabello en un intento de parecer adorable y coqueta. Todos y cada uno de los empleados de esa casa le veían con resentimiento, pero por el bien de ellos no podían hacer nada –tu, tráeme otra copa de whisky, muévete que no tengo todo tu tiempo, complace a tu nueva señora, muchacha tonta- señalo a una castaña de ojos negros, que, tan luego tuvo la oportunidad de escapar de ese ambiente, salió corriendo directo a la cocina. Los demás que no tuvieron la dicha de hacer lo que ella, solo se mantuvieron la cabeza baja, en un intento de escapar de las escandalosas carcajadas de la rubia. ¿En qué momento aquella casa llena de amor y paz, se había vuelto tan lúgubre?

-Tks- una pelirroja de largo cabello y bellos ojos color rubí chasqueo la lengua en claro signo de indignación y resentimiento por esa mujer tan escandalosa y ruidosa. Gente como ella le caían en la punta del pie, tan fría y hueca, como odiaba tanto esa gente. En silencio subió las escaleras del recibidor, caminando a pasos apresurados por los pasillos de su hogar, si seguía estando ahí, no sabía que sería capaz de hacerle a la amante de su padre.

-¡Tienes todo el derecho de reclamar el divorcio!- detuvo sus pasos al escuchar la voz apacible de su hermano mayor, no era común escuchar como Senji perdía el control de sus emociones, era igual de frio y calculador que su padre, aunque tuviera el físico de su madre –el que sea mi padre eso no le da el derecho de meter a una mujer extraña a esta casa, lo sabes madre- se acercó a pasos cautelosos hasta donde quedaba la habitación de su madre, escuchando por la puerta lo que sucedía ahí adentro.

-Senji, no te alteres por favor- pidió la delicada voz de su madre, ¿Cómo podía seguir tan apacible con todo lo que estaba pasando allá abajo? –Y aunque me divorciara de tu padre, ya no hay remedio hijo-

-Pero…- trato de objetar el joven de 21 años, viendo con impotencia a su madre.

-Te pareces tanto a Seijuuro –murmuro con melancolía, viendo con cariño a su hijo- pero debes entender que hay cosas que ni a ti ni a tu hermana les corresponde lidiar, esos son temas de tu padre y yo Senji- agrego Kouki, acariciando la mejilla de su hijo mayor, era igual que Akashi solo que en el cuerpo de él cuándo era aún joven.

-Eres el dueño de la mitad de las acciones familiares, tienes que hacer algo con eso mamá- entro la peli roja, viendo con ojos llorosos a su hermano y después a su madre –debes defender tu lugar como la matriarca de la familia Akashi, porque ni pienses que Senji y yo veremos a esa mujer como la esposa de mi padre-

-Erika, cariño…- ahí fue cuando ya no pudo aguantar más las lágrimas que hace mucho no derramaba –siento mucho que a tus cortos 16 años tengas que madurar de esta forma- limpio sus lágrimas, viendo con añoranza a sus hijos, no todo estaba perdido.

-¿Qué vas a hacer con esa mujer? Si es que se le puede llamar eso mujer- pregunto el castaño más joven, viendo con seriedad a su madre y hermana.

-Lo que tuve que haber hecho hace mucho- contesto Kouki, cambiando su peculiar mirada dulce e inocente por una que hasta para sus hijos era muy raro de ver, una donde el mismo infierno empezaba a arder de solo presenciarla.

-¡ERES UNA INUTIL!- grito colérica la mujer, soltándole una bofetada a una de las jardineras de la mansión, causando un gran eco y revuelo entre los empleados de la familia Akashi –arruinaste el abrigo de piel que Sei me regalo en mi cumpleaños, esta me la pagas mocosa estúpida- levanto la mano con toda la intención de golpear a la empleada, pero una suave y pálida mano se lo impidió, tomándola fuertemente de la muñeca, aplicando presión en ella como si se tratara de un palo de madera.

-No me interesa que sea la amante de Seijuuro, señorita Kouro, pero en esta casa no se golpean a los empleados, aquí todos cumplen una función, y son parte de esta familia. Si no es capaz de ver esto, sugiero que se retire de la mansión ahora mismo- exclamo Kouki, viendo con frialdad y seriedad a la mujer que tenía frente suyo, por muy joven que sea ella, el seguía siendo el esposo de Akashi Seijuuro –Erika, cariño, llévate a Mori-chan a la cocina, tengo asuntos que arreglar con la señorita aquí presente. Los demás, pueden retirarse a sus habitaciones, hasta el día de mañana se presentaran a trabajar en sus horarios habituales- pidió, hablando con firmeza y seguridad en sus palabras. Todos y cada uno de los que trabajan para Kouki-sama sabían que cuando hablaba de esa manera, era mejor no interferir.

Por algo fue el favorito de entre todas las parejas que tuvo el señorito Seijuuro para ser el esposo del único hijo de Masoami-sama.

Una vez la habitación fue vaciada, los únicos que quedaron ahí eran Senji, Kouki y Kouro, se podía sentir el ambiente pesado en esa zona de la casa, en especial cuando eran Senji y la supuesta amante de su padre quienes se veían con resentimiento e indiferencia, Kouki solo veía con seriedad a la mujer rubia.

-Akashi-san, que sorpresa- hablo con desdén la joven, zafándose del agarre del que en algún momento fue llamado chihuahua por su amigos –creí que ya no estaría más con nosotros-

-Señorita Kouro, le pido de la manera más atenta que si tiene algo que decirme, sea lo más directa posible. Odio a las personas que no son capaces de afrontar sus temores con dignidad- un balde de agua fría cayó sobre los hombros de la de ojos azules, y una sonrisa de satisfacción se dibujó en las facciones de Senji, su madre era de temer cuando le colmaban la paciencia –pasando a otro tema, el que esté enfermo y convaleciente, no significa que tenga que descuidar mis responsabilidades como el esposo de Akashi-sama, esos son asuntos que a mí me corresponden lidiar como la madre de sus hijos, no de usted- agrego. Sentándose por un momento en uno de los costosos sillones de la mansión, siendo ayudado por su hijo mayor.

-Por ahora, Akashi-san…- le contesto triunfante la mujer, sonriendo al ver como la luz en los ojos de Kouki se escapaban poco a poco.

Una pequeña risotada se escuchó en el lugar, el castaño mayor trato de detener su risa más le fue imposible, que ingenua podía ser la gente –querida niña- la voz fría y sin sentimiento de Kouki le helo la sangre a la de ojos azules, sabia por experiencia propia que el castaño no se caracterizaba por ser alguien sádico con la gente que se metía con su familia o el apellido Akashi, sino alguien mucho peor –te refieres a mi esposo como si lo conocieras de toda una vida, pero sabes… no es así. No creas que Seijuuro te abrirá su corazón, no cariño, con el así no funcionan las cosas. Para el, tú en estos momentos solo eres algo que puede cambiar, un desecho, una basura para la sociedad en la que se criaron mis hijos. El que yo muera no cambiara en lo absoluto tu relación con él, mis hijos te odian, y para Sei no eres más que un mero escape de la realidad, porque sabe que en su vida volverá a encontrar a alguien como yo. Y si lo hace, esa persona no eres tú, querida niña- agrego, sonriéndole con elegancia y nitidez a la rubia, la cual se había molestado con esas palabras, levanto la mano con la intención de golpear al castaño, mas sin en cambio fue detenida de nuevo por una mano, pero esta vez mas varonil y fuerte, con intención de romperle la muñeca a la mujer de una vez por todas.

-Intenta poner una de tus sucias manos encima de mi madre y te juro que no quedara nada de ti ni de tu estúpida y patética familia- amenazo con desdén Senji, mostrándole a Kouro su ojo izquierdo dorado, no estaba jugando con esa tipa. Aplico un poco más de presión sobre la muñeca de la rubia, logrando que en el rostro de esta una mueca de dolor se dibujara, no pararía de lastimarla hasta verle arrodillada frente a su madre. Basuras como esas, no merecían siquiera respirar el aire que Kouki y el respiraban.

-Cariño, no es necesario llegar a la violencia- el mayor coloco una de sus manos encima de la de su hijo, indicándole que no era necesario llegar a esos extremos –la señorita Kouro ya se va ¿cierto?- la mujer asintió, aguantando las ganas de gritar del dolor en su muñeca, no fue hasta que el hijo mayor de la familia le soltó de manera violenta, importándole poco si había lastimado a la de ojos azules o no.

-¡Le diré a Sei sobre esto!- grito indignada la mujer, tomando su abrigo de manera violenta, una vez ese hombre estuviera muerto y bajo tierra, iba a hacer la vida imposible a los hijos de Seijuuro.

-¿Quién tiene las de perder?- pregunto Erika, viendo con indiferencia a la mujer frente a su ojos –hasta donde sé, tu solo eres el planto de segunda mesa, un pésimo y patético sustituto de lo que mi madre significa para mi padre, no intentes hacerte pasar por la victima aquí, querida. Mi padre tiene un límite con personas como tú, sea su amante o no. No tientes tu suerte- añadió, viendo con enojo a la amante de su padre, quizá ella no era igual de valiente o de decidida como lo era su familia, en especial Senji, pero también ella tenía un límite y este ya había llegado a su fin.

-Un último consejo antes de irse, señorita Kouro- hablo de manera tranquila y serena el mayor, había cerrado un momentos los ojos, los mareos de las quimioterapias lo tenían demasiado débil –no intente intimidar a mis hijos y esposo con amenazas y fundamentos estúpidos, le recuerdo que al igual que MI esposo, yo tengo influencias, y no solo es por ser parte de la familia Akashi, estas incluso las tengo antes de contraer matrimonio con Seijuuro, puedo hacer que todo lo que alguna vez conoció desaparezca en un abrir y cerrar de ojos- explico, viendo seriamente a la rubia –tenga cuidado con quien se está metiendo- añadió, obligando con la mirada a que la mujer desapareciera de su vista. Tan luego escucho un fuerte portazo en la entrada principal de la mansión, fue como pudo respirar tranquilo.

-¿Y ahora qué sigue?- pregunto Erika, sentándose a un lado del castaño mayor, tomando las manos de este.

-Lo que sigue ahora es que ustedes dos se vayan a descansar- contesto Kouki, viendo con cariño a sus hijos. Ya eran altas horas de la noche, y ya no era necesario que los chicos se quedaran con el –desgraciadamente mañana no podré hacer mucho en la mansión, pero estará Senji, sé que sabrá manejar la situación- viendo a su hijo mayor el cual asintió, obedeciendo a su madre.

-¿Qué ocurrirá con mi padre?- pregunto el castaño menor, manteniendo su semblante serio.

-Exactamente lo que su abuelo no quería que pasara con el- respondió, viendo con pesar a su hija menor –su abuelo fue muy específico conmigo en su momento, no quería que Seijuuro sufriera a causa mía, y viceversa. Pero como ven… las cosas no siempre salen como se esperan- siguió, suspirando fastidiado, el cansancio del día le exigía a su cuerpo un minuto para el –Masoami-sama no era precisamente el suegro más comprensivo del mundo pero, a su manera me quería, y daba su apoyo. Aunque claro, tuve que firmar un contrato prenupcial que por supuesto su padre desconocía su existencia. Ese claro, fue roto en cuanto supimos que Senji venía en camino- añadió, recordando las cosas que tuvo que hacer por la aprobación de su suegro.

-Eso significa que…- murmuro su hija menor.

Kouki asintió –me separare de su padre, es lo minino que nos merecemos todos. Ustedes porque no tienen por qué pasar por esto, ya suficiente tienen con mi enfermedad. Ustedes dos son mis hijos, y hare hasta lo imposible para cuidarlos, incluso si se trata de su propio padre. No pienso seguir permitiendo que Seijuuro los lastime más con sus acciones. Además, quiero estar lo más tranquilo posible durante todo este proceso ¿lo entienden, verdad?- los herederos del imperio Akashi asintieron, el mayor tenía razón.

-¿Y a dónde iremos?- pregunto Erika poniendo atención a su madre.

-Después les diré los detalles, por lo mientras ustedes ya deben estar en la cama señoritos- contesto, viendo con advertencia a sus hijos, estos a regañadientes aceptaron ir a descansar, aunque Senji no estaba aún del todo convencido en dejar solo a su madre con su padre.

Una vez que sus hijos subieron a sus aposentos, se encontraba solo en medio de esa enorme mansión, tal y como paso cuando trato por primera vez con su suegro, aquellos momentos felices que pasaron antes de la muerte del abuelo de sus hijos, antes de que todo lo que conociera se fuera a la basura.

“¿Qué te paso Seijuuro? ¿Dónde quedo el hombre valiente que no le temía a nada? Tanto te duele que no volvamos a vernos, no al menos en esta vida” pensó, reprimiendo sus ganas de llorar, esperaría hasta que su esposo llegara, tenía serios asuntos que tratar con él, quiera o no Akashi escucharle.

Vio todo a su alrededor con admiración, le parecía increíble estar sentado en el hogar de su novio. Y decía hogar dado que a Seijuuro no le gustaba que le recordaran que vivía en una mansión, cuando la persona que hizo ver aquel frio y solitario lugar un verdadero hogar estaba ahí, con cariño y amor, hace tiempo que no se veía así de colorida la mansión, no desde la muerte de la esposa y madre de los Akashi.

-Cancela todos los compromisos que tenga para el día de hoy y el resto de la semana- giro la cabeza hacia las escaletas de la mansión, viendo la figura intimidante e imponente de Akashi-san –cabeza alzada, espalda recta y cuello alineado Furihata-kun- obedeció al pie de la letra cada una de las palabras que salían de la boca del padre de su pareja, a pesar de que tenía la aprobación de este para su relación con Seijuuro, seguía causándole temor su manera de tratarlo –Rika la agenda y la pluma- demando, extendiendo la mano acercándose a la figura temblorosa del castaño.

-A-Akashi-san- murmuro temeroso Furi.

-No hables- ordeno el mayor, acentuando su mirada en el castaño viéndole con detenimiento, buscando algún desperfecto en las ropas viejas y maltratadas que ocupaba el novio de su hijo –suspira, que el aire de tus pulmones salga con lentitud. Puede que haya aceptado tu relación con Seijuuro y que incluso le haya permitido romper el compromiso que tenía planeado para el con la hija de uno de mis inversionistas, pero eso no significa que vaya a tolerar algún error de tu parte- explico, viendo como el chico frente a sus ojos se tensaba con esas palabras, le recordaba un poco a sus inicios de su esposa cuando entro a la familia Akashi –relájate, que tus hombros no estén tensos- añadió retirando con una mirada a su secretaria personal, lo que tenía que arreglar con Kouki eran asuntos de familia.

-N-no entiendo- se confundió un poco el repentino cambio en la actitud de Masoami.

-Por lo que supe de Seijuuro es que estudiaste administración de empresas, además de que fue gracias a uno de tus cursos adicionales en idiomas que se volvieron a ver. Tienes un punto a tu favor Kouki- comento, dándole en las manos al castaño la agenda y la pluma que su asistente hace unos minutos le había dado –en un futuro, posiblemente en tres meses contraigan matrimonio, lo que significa que Seijuuro tomara mi lugar en la compañía como presidente de Akashi corp. Tu deber será que el apellido Akashi se mantenga intacto, tal y como está ahora- siguió, leyendo cada una de las expresiones que su yerno estaba haciendo.

Igual que un chihuahua, pensó.

-¿Co-como hare eso Akashi-san?- pregunto, viendo con temor al peli rojo mayor.

-Esta semana estarás todo el día y toda la tarde conmigo, te enseñare historia, arte, música, literatura, economía, finanzas, bolsa de valores alrededor del mundo, además de otro idioma aparte de los que ya estudiaste en la licenciatura- explico, el castaño por instinto anotaba cada cosas que salía de los labios del mayor, temiendo a que se le escapara algo –después de que te cases con Seijuuro comenzaras a estudiar contabilidad, continuando con las clases que yo te seguiré impartiendo, te convertiré en aquello que en la sociedad en la que crie a mi hijo más le tema, alguien frio y calculador en cuanto negocios, el correcto señor de la casa, el abnegado esposo y el amoroso padre de mis nietos. Hare que tu actitud temerosa se vuelva fortaleza y seguridad en ti, sin miedo y sin intención de bajar la mirada ante quien se atreva a deshonrar el apellido Akashi ¿entendiste?- el castaño asintió tan luego termino de anotar lo último que había dicho Masoami.

-Si es con tal de estar con Seijuuro y que usted apruebe nuestra relación, lo hare Akashi-san- respondió con seguridad y firmeza el castaño, pues estar con la persona que más amaba era lo más importante para él.

-Mi hijo te quiere muchacho- exclamo Masoami, viendo casi como un hijo al castaño –pero no permitiré que el amor que te tiene afecte el estatus y el título de la familia en la sociedad- siguió, poniendo su mano en el hombro del temeroso muchacho –me recuerdas a Shiori, ella también tuvo que pasar por lo mismo que tú para que se volviera mi esposa, supongo que es de familia. No hagas que mis expectativas que tengo hacia ti cambien en este tiempo Furihata-kun- deseo, viendo con seriedad al castaño.

Después de eso, la relación entre suegro y yerno mejoro un poco. Seijuuro no pudo hacer mucho con la repentina actitud tomada por su padre y su pareja, pues su padre ya había hecho mucho con aceptarlos a los dos. Sumando el hecho de que será en cuestión de tiempo que él se volvería el jefe de Akashi corp. Estaba demasiado estresado respecto a eso, y esto Kouki lo comprendía. Un pequeño sacrificio de su parte para apoyar a su pareja le era justo para la felicidad de ambos. Además de que ayudaba Furihata a terminar de forjar su carácter valeroso, según las propias palabras del emperador.

Solo quería saber dónde había quedado el hombre valiente, sin temores y comprometido con su palabra del que se enamoró hace ya varios años.

Aunque después de eso, solo quería que su esposo se sintiera orgulloso de él. Como su suegro lo estuvo en su momento.

Salió de sus recuerdos al escuchar la puerta de la mansión abrirse de manera que esta no hiciera ruido y el eco del recibidor no alertara a sus habitantes y empleados. Era el momento de afrentar a su esposo.

-Kouki…- exclamo el peli rojo, acercándose presuroso hasta donde estaba su esposo -¿Qué haces despierto a estas horas? Tienes que estar descansando en estos momentos- siguió, dejando en el sofá donde estaba sentado el castaño su maletín y saco, junto con su fina y costosa corbata, atreviéndose acariciar la mejilla de su esposo.

-Necesito hablar contigo Seijuuro- murmuro Kouki, retirando con cuidado la mano del peli rojo de su rostro, tomando su mano entre las suyas –esto ya no puede seguir así- agrego, derramando un par de lágrimas.

-Sea lo que sea que quieras tratar conmigo puede esperar, voy a llevarte a tu habitación- contesto el emperador, con toda la intención de llevar a su esposo hacia sus aposentos. ¿Cómo era posible que su personal dejara a su pareja enferma en un lugar tan frio como el recibidor de la mansión?

-Esto no puede seguir postergándose por más tiempo, Seijuuro- explico, deteniendo cualquier intención de su esposo de tocarle, o si quiera llevarle de regreso a su habitación –hoy… tu amante irrumpió la tranquilidad de mi casa, Seijuuro- prefería mil veces terminar con todo esto que causarle más dolor a sus hijos, a personitas que no tenían por qué pagar por los errores de sus padres.

-Amante…- exclamo incrédulo y sorprendido el peli rojo, viendo con inquietud al castaño.

-No intentes negarlo por favor- pidió de manera serena, viendo con dolor a su esposo –creí que habíamos dicho que, si encontrábamos a otra persona, capaz de hacer que los sentimientos que sentimos por el otro cambiaran, se lo diríamos a la otra persona. Faltaste a tu promesa, Seijuuro-

-Yo no amo a esa mujer-

-¿Entonces admites que esa mujer si es tu amante?- pregunto, juntando sus manos en su pecho –está bien, no estoy enojado si es lo que piensas, es solo que creí que esperarías a que muriera para meter a otra persona en mi casa y hacer que “conviviera” con mis hijos-

-Tu no vas a morir, Kouki- negó el peli rojo, tomando las manos del castaño besándolas con cariño –no permitiere que te arrebaten de mi lado, tu no-

-Pero Sei…- exclamo con lágrimas en los ojos el castaño –tú has hecho con esto que muriera en vida. ¿Sabes lo que es ver a mi hija llorar por culpa de una mujer que no es nada de ella? ¿O como mi propio hijo es capaz de romper la muñeca de esa misma persona? Yo ya estoy muerto desde que… desde que te enredaste con esa… con esa- ya no pudo seguir así, su pecho comenzó a dolerle. No era un dolor físico si no emocional. Ya no quería más de esto.

-Fue un error mío, Kouki-

-Error que todos en esta casa estamos pagando, Seijuuro- explico -¿sabes? No me importo mucho que mi propio esposo no esperara hasta que ya estuviera bajo tierra para meter una desconocida a mi casa, ni tampoco me dolió ver con qué tipo de persona me cambio. Lo que me dolió fue ver decepción y resentimiento en los ojos de mis hijos, nunca había visto tan molesto y tan decepcionado a Senji y a Erika tan triste y temerosa- siguió retirando sus manos de las del peli rojo.

-Ellos…-

-¿Si lo sabían? Si, son tus hijos después de todo- que irónica era la vida, pensó –no debes ser muy listo para no darte cuenta que algo le pasa a tu padre, sus salidas constantes, sus infinitas excusas del interminable trabajo. Que tu esposo llegue a altas horas de la noche, se meta a tus aposentos oliendo a perfume europeo de mujer con labial rojo del número cinco en la solapa de su camisa, si… al igual que ellos ya sabía que me engañabas, y fue un alivio para mi saber que empezaste hacerlo desde que empezó mi enfermedad y no antes. Así sé a qué atenerme contigo- explico, viendo sin calidez o cariño al peli rojo, solo… solo quería que las cosas terminaran de una vez para él.

-Te amo Kouki, sigo haciendo como el primer día que te conocí- el castaño negó, ya no más mentiras.

-Tienes miedo, es normal sentirlo Seijuuro, pero tu dejaste de amarme mucho tiempo atrás, cuando supiste que esta enfermedad tendría un mayor porcentaje de me fuera consumiendo a que me ayudara todo el tratamiento que has pagado por mí. Por favor, deja de hacerme más daño- pidió, viendo al hombre que alguna vez quiso –quiero el divorcio-

-No- fue la corta respuesta del otro –no pienso dejar que…-

-Estoy cansado- exclamo Kouki –mi enfermedad, tu indiferencia y tu engaño me están perjudicando en vez de ayudarme, todo lo que quiero es estar en paz, ver lo poco que queda de mi vida en mis hijos, que ellos estén tranquilos antes de que muera. Quiero morir en un sitio donde pueda descansar. Un lugar donde no estés más tu o tus amantes- argumento, sin tentarse el corazón dejando atrás la máscara de mirada fría que se le enseño llevar cuando la situación lo requería y mostrar ante los ojos suplicantes y avergonzados de Seijuuro aquel miedo que no experimentaba desde joven, mostrando a luz la faceta de inseguridad y temor que le caracterizaba.

Por uno momento, por unos segundos, quería que todo volviera a hacer como antes. Cuando recién había conocido Akashi, cuando su temor a su persona era más latente que el temor de cometer algún error en alguna cena importante para este. La época donde el sueño del amor parecía eterno e inquebrantable.

Quería volver a aquella época donde Seijuuro le juraba amor eterno, en la salud y en la enfermedad. Antes de que el miedo a morir y ver morir a tu persona amada los consumiera.

Al tiempo donde su vida tenía sentido.

-¿Ya no me amas?- pregunto Akashi viendo fijamente al castaño, arrodillándose y poniendo su cabeza en sus piernas -¿es eso Kouki?-

-No eres nada justo conmigo Seijuuro- le reprocho el castaño, tentado a acariciar los cabellos rojizos, como solía hacerlo cuando el peli rojo iba a verlo a su habitación -¿Por qué me preguntas de algo a lo que ya tienes respuesta? Sabes que desde el inicio mi corazón es tuyo-

-¿Entonces? ¿Por qué quieres abandonarme?-

-Porque muchas veces es mejor aceptar haber perdido a la persona amada que vivir con el dolor de verle sufrir por un corazón egoísta- le expreso con pesar, pasando dos veces su mano por los cabellos de su esposo. Apretó los labios al sentir las lágrimas de Seijuuro mojar sus ropas.

Pero no desistiría.

Aquella noche seria el fin de su historia de amor.

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Dos años después.

Nunca le ha gustado estar en la playa. Pero admitía que el sonido de las olas al romperse con la arena le era relajante. Aspirar el aroma a sal y naturaleza. Ver a niños y niñas correr por los alrededores le era gratificante. Le ayudaba a des estresarse, a recordar lo viejos tiempos. La época en la que deseaba que todo volviera a ser sencillo para los suyos y el.

La época en la que no tenía que tomar el lugar de su padre en la empresa familiar. En donde solo se tenía que preocupar por el bienestar de su madre y su hermana menor. Donde el jugar con su abuelo era lo mejor del mundo, donde su padre lo ayudaba con sus clases de piano, donde convivir con sus amigos le era tan gratificante como una taza de café caliente en una mañana de invierno.

Aquella época ya no existía más. Tuvo que crecer, tuvo que madurar. Tomar decisiones que significaba mas allá de un cambio de planes. Dejar los sueños de un niño para volverlos hechos de un hombre de 23 años. Uno que continua siendo inexperto en otros aspectos pero un mago en lo que se dedicaba.

Un niño que estuvo a punto de perder a la persona más importante para él y su familia.

Para su hermana, un centro de apoyo.

Para la empresa, la matriarca de la compañía.

Para un hijo, lo que significaba Kouki como su madre.

Porque Kouki siempre seria su centro, la unión de todo lo bueno que conoció en su familia, su cariño, su fe. Todo lo que simbolizaba una madre para un niño de 23 años que tiene miedo a perderla.

Los suaves toques a la puerta le distrajeron de sus pensamientos, limpio la lagrima rebelde que se atrevía a rodar por su mejilla, no podía darse el lujo de parecer débil ahora que lo había recuperado.

-Senji- le llamo Erika, su vestido blanco y de delgada tela ceñía hermosamente su cuerpo de una señorita de 18 años, sonrió con melancolía, ya no defendería como antes a su hermanita menor –mamá quiere vernos- anuncio acercándose hasta su hermano mayor. Su cabello rojizo caía como cascada atrás de su espalda. Quien fuera el afortunado de poseer el corazón de su princesa se las vería con él a pulso de sangre.

-Iré en un momento- respondió, abrazando por los hombros a su hermana, besando su frente en el proceso. Los hermanos Akashi admiraban en un cálido y como silencio el atardecer que ese día les ofrecía la bahía de la costa española.

Un poco de luz después de aquel tortuoso y negro proceso.

***

-¿Has pensado en este tiempo regresar a Japón?- el castaño negó levemente ante la pregunta de su interlocutor. Aun no era el momento.

-Solo han pasado dos años desde que me separe de Seijuuro, Nijimura-san- respondió despacio el castaño, caminando por su habitación –además, el doctor aun no me dice si el cáncer ha desaparecido completamente de mi sistema-

-Han sido dos tortuosos años, quiero creer que tu cuerpo es igual de fuerte como tu espíritu de lucha, Kouki- comento Shuzo, acercándose a pasos lentos hacia donde se encontraba el castaño –eso es algo que siempre Masoami-san y yo hemos admirado de ti- agrego, logrando sonrojar al castaño.

-Nijimura-san basta, me abochorna- le reprendió divertido Kouki. Hace tanto extrañaba aquellas sonrías en el rostro de aquel ángel. Pensó para sus adentros el mano derecha de Seijuuro, disfrutando por lo menos unos minutos del castaño para sí solo.

-Pero es la verdad- admitió sin pena alguna el más alto, no mentiría ni aunque le ordenaran. Pero desde que había conocido al entonces novio de su mejor amigo, su corazón era completamente suyo. Todo de él le pertenecía al nuevamente Furihata Kouki. Más nunca dijo algo al respecto por respeto a su amistad con Seijuuro y al cariño incondicional que le tenía al yerno de Masoami-san –el abuelo de tus hijos no se equivocó contigo, eres alguien valioso para esta compañía y esta familia. Es una pena que Seijuuro no supo apreciarte y cuidarte cuando tuvo la oportunidad-

-Lo hizo, Shuzo-san- le corrigió el castaño –en nuestros mejores años siempre fui su prioridad. Después de que los niños llegaron ellos se volvieron su prioridad. Nunca había visto tanto cariño en los ojos de Seijuuro cuando tuve entre mis brazos a mi pequeña Erika y los ojos de admiración de mi Senji cuando vio a su hermanita por primera vez- aquel recuerdo le pesaba mucho el corazón –cuando supimos lo de mi enfermedad, bueno… supongo que sus prioridades fueron otras antes que nosotros. No lo culpo pero tampoco lo justifico. Supongo que el amor que me tenía no fue el mejor para superar esto- agrego para después sentarse en su cama, siendo seguido por el peli negro.

-¿Sigues amándolo?-

-Amo su recuerdo, a nuestros hijos y los años de vivir como pareja, el producto de nuestro amor. Decir que continúo amándolo sería mentirle y manchar el recuerdo de mis suegros- admitió sin pesar, pues esa era la verdad. Después de dos años, de duros tratamientos, de muchas lágrimas y una enorme ausencia de su parte podía decirlo sin temor a que su corazón lo engañara.

Ya no amaba a Akashi Seijuuro.

-¿Te enamorarías de nuevo?- pregunto con remarcado interés el mayor.

-¿A mi edad?- una suave risa divertida salió de sus labios –tengo más de 45 años, estoy enfermo de cáncer y tengo a dos hijos, un varón de 23 años y una hermosa señorita de 18 años ¿Quién sería tan loco y capaz de amar a alguien como yo? No tengo nada que ofrecer-

-Yo me ofrezco a ser ese loco- contesto Nijimura, tomando con delicadeza una de las manos del castaño, besándola con cariño –te ves tan joven como la primera vez que te vi a tus 18 años, estas por superar esta horrible enfermedad, las secuelas ya no están mas en tu cuerpo. Y respecto a tus hijos, yo no pienso ser un sustituto de Seijuuro en sus vidas, él es su padre, yo solo pretendo ser un soporte, una ayuda cuando lo necesiten, una voz que los escuche cuando se sientan perdidos. En especial Senji cuando ya es jefe de las empresas Akashi. Necesita alguien que le guie y no le diga que hacer. Perder y ganar es una ley natural de la vida. En cuento Erika, la amo como si hubiera sido mi hija, la he visto crecer, llorar. Quiero ser yo quien esté presente en su primera cita, su toma de mano cuando el chico que la corteje te venga a pedir su mano. Dejarla en el altar con su vestido blanco es un derecho que solo Seijuuro puede pedir. Y eso es algo que no estoy dispuesto a discutir con el- explico con toda la paciencia y cariño posible. Admitía que estaba temblando pero no iba a darlo a conocer.

-Ne-necesito tiempo para pensarlo- el sonrojo en las mejillas del castaño le confirmaban sus sospechas de todos esos años: era tan inocente que en todo este tiempo no se había dado cuenta de sus sentimientos hacia él. O quizá si se había percatado de eso, pero la sombra y el amor por Seijuuro eran tan fuertes que se veían opacados. De cualquier forma, admitía que era demasiado lindo verle de esa manera tan pura.

Shuzo soltó una suave carcajada, acaricio la mejilla sonrosada del castaño, después agrego –he estado enamorado de ti más de 27 años, unos meses más de espera no harán la diferencia- no supo identificar si la intensidad del carmín en las mejillas contrarias era debido a la vergüenza de saber esa información de su propia voz o era debido al calor del sol y la playa en donde estaban.

Quien sabe, pero lo que si sabía era que quería pasar el resto de sus días junto aquel hermoso castaño. Aun si su amigo decidía continuar luchando por él. Pero bien dice la canción:

“Estoy listo para perdonar, pero olvidar es una pelea más difícil”.

Pero sería paciente, como siempre lo ha sido con ese castaño. Una vida llena de recuerdos no se olvidaba de una noche a la mañana, pero él no estaba ahí para hacer olvidar. Estaba ahí para hacer que los fragmentos de un corazón se unieran de nuevo.

Y esta vez para siempre.

Notas finales:

Bueno, como ya saben amo el crack, demasiado ewe

Me gusta mucho esta ship y despues de dos años, al fin mi bebe vio la luz, estoy feliz con el resultado.

#NOMEARREPIENTODENADA :3 <3

Cuidense, besitos

Luky


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