Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

ACCIÓN DE CENTRAMIENTO por Jeffy

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

El coso este es imaginación mía, por eso es tan malo XD

Notas del capitulo:

Espero que os guste~

Otro día como el resto, el sonido del despertador taladrando mis oídos sin muestra de piedad.

 

Odiaba esa maldita melodía, temiendo la noche anterior, y desvelándome el mero hecho de que la volvería a escuchar en sólo unas horas.

 

Ya hacía tiempo que aprendí el no poner nunca una canción que te guste para despertarte por las mañanas.

 

Sobre todo si no sabes si ni por qué te despiertas por las mañanas.

 

Ese vacío existencial que a todos alguna vez nos había acechado era todo lo que me quedaba una vez me propuse el dejar de sentir. Lo que no me esperaba en absoluto era lo asombrosamente bien que podía llegar a dárseme.

 

Consciente de que no es como si tuviera nada que hacer, apagué el aparato del demonio de un manotazo y me puse en pie con parsimonia.

 

Me miré en el espejo que había integrado en la pared de mi armario empotrado, quizá debiera cortarme el pelo, lo pensé en más de una ocasión, sin hacer nunca nada al respecto. Éste tan sólo continuaba creciendo, haciéndome parecer más un vagabundo de lo que mis formas y mi aspecto descuidado general ya me proporcionaban.

 

Realmente no había una razón clara para levantarme a las ocho de la mañana, es decir, ya hacía tiempo me había graduado y con mi trabajo actual, podía permitirme flexibilizar mis horarios, pero, ¿para qué?

 

Supongo que el levantarme temprano por las mañanas era sólo una excusa de mi mente para intentarme hacer creer que realmente estaba haciendo algo con mi vida, aunque sabía de sobra que no era así.

 

Me había perdido en una rutina absurda y aburrida, de la que ni había intentado, ni tenía intención de escapar.

 

Me preparé mi café de por la mañana, al menos debía intentar ser persona, y era necesario despejarme para ello.

 

Nuevamente, como todos los días, me equivoqué al pulsar las teclas del estúpido microondas y lo calenté de más, viéndome forzado a esperarme a que se enfriara. Esto de daba todas las mañanas sin excepción. Algún día encontraré el manual del cacharro y veré cómo no abrasar lo que meto.

 

Me olí. Suena raro, pero, si no lo hacía, ni siquiera me percataba de cuándo necesitaba ducharme, vivir solo y no tener contacto con otros seres humanos salvo para lo exclusivamente necesario e inalienable es lo que tiene.

 

  • Vale, o hay un cadáver en mi apartamento, o yo apesto a muerto- lo dije en voz alta, de vez en cuando acababa hablando solo sin darme cuenta, y tengo la sensación de que esto es un chequeo de mi subconsciente, para comprobar que sigo teniendo la capacidad del habla, que raramente ejercitaba. Ciertamente, todo lo que pudiera expresar perdería sentido, las palabras se las lleva el viento, así que nunca le vi una razón real a hablar si no era necesario.

 

Entré al cuarto de baño sin prisa alguna y abrí el grifo.

 

  • Mierda...- ya me había vuelto a meter con la ropa puesta.

 

Lo cierto es que todo atuendo en mi poder era prácticamente indistinguible del resto, y tampoco es que me cambiara con frecuencia, siempre andaba en chándal o en pijama, que, para mí, venía a ser lo mismo.

 

Tiré la ropa al bidé, ya la quitaría de ahí si me acordaba.

 

El agua, caliente a más no poder -sin exagerar dado que el grifo realmente estaba al máximo en cuanto a temperatura- corría por mi cuerpo, y sentí cómo me quedé embobado y perdido en mis propios pensamientos, induciéndome a acabar discutiendo conmigo mismo acerca de filosofía y distintas posturas, añadiendo a todo esto mi propia visión. No es que me considerara un genio, mi potencial no se desbordaba hasta tal punto, pero sabía utilizar lo que la naturaleza me había dado en mi propio beneficio.

 

Al salir, con una toalla anudada a la cintura, y siendo consciente de cómo estaba dejando el suelo teniendo en cuenta que seguía empapado, miré la hora y me felicité. Hoy había logrado entretenerme dos horas sólo con la ducha y el desayuno.

 

Mi vista se desvió al calendario. Chisté con absoluta molestia.

 

Hoy sería el día en que el editor vendría a revisar mi manuscrito personalmente.

 

Esto no sería así normalmente, yo sólo tendría que enviarle todo en un PDF, y Josh señalarme qué partes tendría que cambiar.

 

Pero, por desgracia para mi huraña persona, los planetas se alinearon y mi estado de reflexión y tranquilidad habría de ser perturbado por el chalado que presumía ser mi nuevo editor.

 

Un tipo extrovertido y muy audaz, o al menos, así pareció por teléfono cuando me llamó.

 

Por su culpa casi me infarto, se me había olvidado que esas cosas servían para llamar y al oír el politono -que era el que venía por defecto- ni siquiera supe de dónde venía ese terrible ruido en un principio.

 

Lo peor, era el carácter del hombre, que con su voz grave, y su par de huevos dijo QUE IBA A PRESENTARSE EN MI PISO.

 

¡Así, a lo loco, sin pedir permiso ni nada!

 

Sin importar cuánto le colgara o pidiera que me lo cambiaran por otro, se ve que no era algo que yo pudiera elegir (ni que hubiera tanta diferencia entre él y un tazo) y me tuve que aguantar.

 

Mirándolo por el lado bueno, hoy debía llegar mi pedido de Amazon. Sonreí para mis adentros, pensaba devorar todo el contenido sin pasar un solo detalle de ningún libro o manga de la caja por alto.

 

El timbre sonó, y, contento, pensando en mi nuevo contenido lúdico, me aproximé a la puerta y abrí sin tan siquiera preguntar quién era.

 

Y entonces recordé por qué se tiene que preguntar antes de disparar.

 

Un tío alto como un armario se me plantó delante, Y SIN PAQUETE. Bueno, a ver, tenía paquete, pero no el que yo quería. Creo.

 

  • ¿Y mi caja?- le miré molesto, frunciendo el ceñó.

 

  • Eh... ¿Tú eres el dibujante?- me miró de arriba a abajo en lo que no se demoró mucho, no es que yo sea especialmente alto- ¿qué haces desnudo?- me di cuenta de que sólo llevaba la toalla y me importó más bien poco- oh~ ¿así es cómo vas a darle la bienvenida a tu nuevo editor?- sonrió pícaro, a lo que yo me limité a cerrarle la puerta en las narices.

 

Una vez lo perdí de vista, noté algo raro en mi cara. Parece ser que me estaba riendo. ¿Y cómo no? El muy imbécil estaba para encerrarlo en un manicomio.

 

  • ¡NATHAN, ABRE LA PUERTA!- me gritó desde fuera.

 

  • Que te jodan- le contesté desde dentro- si quieres un polvo mañanero, te haces un colacao, a mí déjame en paz- se carcajeó fuertemente al otro lado de la puerta.

 

  • Venga, abre, no seas imbécil, que sólo voy a revisar el manga- todo esto lo dijo sin dejar de reírse. Qué capullo.

     

Decidí no perder el tiempo y abrirle, cuanto antes lo vea, antes se va, ¿no?

 

El tío entró con toda tranquilidad y se paseó por mi piso como Pedro por su casa. Una vez husmeó todo lo que quiso y más, me agarró del brazo y me arrastró a mi cuarto, espero que no para "el colacao".

 

  • Vístete- le tiré la toalla mojada a la cabeza y me senté en la cama cruzado de brazos.

 

  • ¿Y por qué cojones voy a tener que obedecer yo una orden tuya? Para empezar, ¿tú quién te crees que eres para ordenarme nada?- si las miradas mataran, este ya llevaba muerto un buen rato.

 

  • ...- abrió el armario, sacó lo primero que vio y me lo tiró a la cara- soy TU JEFE y vas a hacer lo que a mí me salga de los mismísimos cojones. Vístete.

 

Le saqué el dedo del medio y fui a la mesita de noche a por una pistola que tenía por si las moscas. No estaba cargada, pero con un poco de suerte se acojonaría y se iría. Difícil ver cómo en menos de diez minutos pude conocerle y ya estar apuntándole con un arma.

 

Pero, en contra de mis espectativas, el tío sólo se cabreó más, haciéndome tirar la pistola con un golpe seco en la muñeca y vistiéndome él mismo. Yo lo mato.

 

Dando igual cuánto forcejeara, su potencia física era superior a la mía, así que tuve que jugar sucio.

 

En parte, la patada que le di me dolió hasta a mí. No soy especialmente empático, pero como hombre, sé bien lo sensible que es esa zona.

 

Lo siguiente que recuerdo es a nosotros dándonos de hostias en mi cuarto, dos lámaparas rotas y...

 

Miré a mi izquierda. Ahí estábamos los dos, en el salón, borrachos como cubas, y narrando lo inenarrable a alguien con quien hasta hacía no mucho tiempo, intentó matarse a golpe seco.

 

Fin del capítulo piloto.

Notas finales:

¡NO OLVIDÉIS DEJAR UN COMENTARIO! Cuando lleguemos a 5 reviews, subo el siguiente capítulo. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).