Kyung Soo despertó cuando las mantas de su cama fueron retiradas y un pequeño cuerpo se aferro al suyo. Notó como después de acomodarse volvía a colocar las mantas como estaban.
-¿Samuel? ¿Qué tienes?- preguntó el mayor mientras correspondía el abrazo que el pequeño niño le daba.
- No quiero ir a clase, Samchon.- murmuró somnoliento mientras sentía que el sueño volvía a adueñarse de su cuerpo.
Kyung Soo sonrió y apretó el abrazo.
Quitó las mantas y aún con Samuel abrazado se levantó.
-Levántate y vamos a desayunar, venga.- dijo mientras le daba suaves palmadas en la espalda.
Samuel se revolvió pero finalmente se soltó y corrió hacia la cocina.
Bostezando siguió al pequeño y empezó a preparar todo lo necesario para el desayuno.
Una hora después ambos estaban en el colegio del menor, este último intentado persuadir a su tío para que le dejara faltar pero sin llegar a conseguirlo.
Cuando por fin consiguió que el niño entrara en el establecimiento volvió al coche y puso rumbo a su pastelería.
-¡Hyung-nim! Necesito que prepare otro pastel de queso y magdalenas de limón.- pidió el más joven de sus empleados. Un beta bastante liante.
-Deja de llamarme así, Seung Jun.- gruñó Kyung Soo mientras sacaba unas pastas del horno industrial.
-Pero...
-Basta. Apúntame lo que necesitas y en acabar me pongo a ello.
-Si, Hyung-nim.
Seung Jun huyó de la cocina mientras que Kyung Soo le tiraba todo lo que tenía a mano.
-¿Porqué le haces rabiar así?- le preguntó You Jin, el cajero.
-Es divertido.- murmuró encogiéndose de hombros mientras se acercaba a limpiar una mesa que ahora estaba vacía.
You Jin negó levemente con la cabeza y suspiró, Seung Jun siempre era así.
Con el paso de la mañana la cafetería se fue llenando de nuevos clientes y con ello el escaparatese se fue vaciando por lo que Kyung Soo no pudo parar de trabajar preparando una gran variedad de pasteles y dulces.
-Por fin un poco de paz...- murmuró Kyung Soo sentándose en una de las mesas.
Era medio día, la hora del descanso para la comida para ser exactos.
-Esta tarde tengo que hacer un par de cosas así que os tocará cerrar antes, ¿vale?
Había vuelto a casa para arreglar levemente y quitarse el olor a dulce que siempre llevaba encima después de trabajar. Tenía que ir a una pequeña empresa con la que ya había trabajado antes para algunos diseños y ahora necesitaba ayuda de nuevo.
Dándose un último vistazo y retocando su peinado salió a su encuentro.
Decidió ir caminando ya que no estaba demasiado lejos de su casa y además le iría bien dar un paseo. Lo que no se esperaba es que al entrar en la empresa le empujaran fuertemente y le tiraran al suelo.
-¡Tengo prisa, lo siento!- gritó el hombre alto que le había tirado al suelo.
Kyung Soo gruñó y se levantó dándose cuenta de que su traje ahora estaba sucio y de que ese hombre se reía mientras le miraba desde el ascensor mientras las puertas se cerraban.
-Estúpido alfa.
-¡Mocoso del demonio! ¡Levántate de una buena vez!
Chan Yeol se despertó asustado y desubicado al escuchar a su madre gritarle así. ¿Qué demonios estaba pasando?
-¡No me mires así! ¡Tienes la última entrevista de trabajo en menos de dos horas!- volvió a gritarle la mujer.
Chan Yeol se destapó y con un gesto le dijo a su madre que ya se levantaba él solo.
Sabía que si no le cogían en esa pequeña empresa ya no habría oportunidades para él. Tendría que buscar trabajo de algo más sencillo por el momento.
Lo más probable era que no le cogieran. Acaba de graduarse y no tenía nada de experiencia. Era lo de siempre.
Miró la hora y se dio cuenta de que ya era tarde para comer por lo que después de ducharse y arreglarse levemente se preparó una pequeña merienda que se fue comiendo por el camino a la empresa.
Parecer que se relajó demasiado por que cuando quiso darse cuenta estaba corriendo para no llegar tarde.
Chocó contra un pequeño hombre en la entrada de la empresa y con una rápida disculpa siguió corriendo hacia el ascensor.
Una vez dentro del ascensor observó al hombre que recién se levantaba mientras le miraba con una mirada demoníaca. Sonrió nervioso mientras las puertas se cerraban.
Abatido se sentó en un banco de un parque que encontró de casualidad. La entrevista había sido un desastre. Había llegado tarde y había demasiada competencia.
Jamás lograría que le escogieran por lo que necesitaba buscar un trabajo diferente por el momento.
Suspiró agotado. Reconocía no ser la persona más trabajadora del mundo, pero quería el trabajo.
Siguió pensando amargamente en lo que tendría que hacer de ahora en adelante hasta que un balón se estrelló contra su cabeza.
-¡Lo siento!- gritó un joven alto. Más alto que él incluso. -Está aprendiendo a jugar y aún no controla- dijo el joven señalando a un pequeño omega.
-No pasa nada, sólo me he asustado un poco.- murmuró con las mejillas rojas.
-¡Hyung, invítale a algo a la cafetería de Samchon!