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Elephant Gun por Lady_yuu

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Notas del capitulo:

La acción. 

Lemon yaoi aunque es más erótico porque no lo escribí explicito. 

 Parte 2

Far from home, elephant gun

Let's take them down one by one

We'll lay it down, it's not been found, it's not around

 

Para el amanecer  Radamanthys ya no estaba en el ferri. Ni en el cumpleaños, no había más fiesta y mucho menos la sonrisa de su prima. Se fue junto con un grupo de lanchas a un barco pesquero color azul con blanco a mitad del Mediterráneo, antes de llegar al Líbano. Significaba que estos “piratas” utilizaban la pesca legal como camuflaje para sus trastadas.

Durante el trayecto, vio pasar a la guardia costera. No paso absolutamente nada, fue como encontrar pescadores comunes en el área.

- ¿Te sorprende?- preguntó un hombre de aspecto cadavérico de cabello corto oscuro.

Radamanthys no respondió. Al llegar al barco, notó que estaba demasiado bien equipado. Incluso contaban con aparatos sofisticados para la pesca. Herramientas tecnológicas y hasta un radio que sonaba música en inglés. Sí, le sorprendía porque generalmente los piratas son gente humilde, con pocos recursos y por ello se dedicaban a robar. Esa era la visión actual de un pirata. Como los somalíes, ruandeses o mayor parte de África del Sur.

Dos de los marinos vaciaron el botín en una mesa de madera y comenzaron a separarla. Hablaron del mercado negro. Las ventas, los encargos y las próximas subastas. No se iban a quedar con nada. Miró al jefe, rondaría alrededor de los treinta y sin embargo, se veía joven y fresco. Lo observaba detenidamente.

Deseaba que su padre pagara el rescate rápido. Se sintió incómodo. Existía algo alrededor que no le daba confianza, no tanto porque se trataran de malandros, el barco en general tenía un encanto que lo hizo dudar. Había detalles que llamaron su atención. En las paredes de los pasillos y el metal había tritones, sirenas y un hermoso Dios de los Mares frente al mástil principal.

-Kanon, el director está al teléfono- informó el muchacho con la cicatriz en el ojo que miró al intruso con despreció. Luego se acercó a los demás para apreciar las joyas.

Conoció el nombre del líder que desapareció en cuanto lo llamarón. Miró de nuevo el tesoro robado. En medio de todo debía estar su anillo. Pensó en su novia y lo neurótica que estaría al saber que ya no lo tenía. Que importaba el anillo, que importaba ella,  cuando su familia estaba a salvo.

Radamanthys observaba el mar y el barco desde una caja de madera donde lo sentó el hombre llamado Baian. Las cadenas le estaban cortando la piel y necesitaba ir al sanitario.

- ¿Alguno de ustedes puede llevarme al servicio?

No supo que les causo tanta gracia, si pedirles que lo llevaran al sanitario o la palabra servicio.

-Esos ingleses son un chiste- dijo el de cabello rosa, su acento era peculiar, parecía latino o españolr13; anda Caça, llévalo tú al “servicio”r13; de nuevo rieron como idiotas.

- ¿Por qué yo? Es el señorito de Kanon- respondió y las risas no paraban.

- Dejen de ser idiotas… si se orina en los pantalones será desagradable-  comentó el gigante de la mohicana. Lo tomó con brusquedad del brazo hasta el sanitario, abrió las cadenas y lo empujó adentro.

Los oyó volver a reír. No sabía que le dio más asco si el olor del sanitario o la forma de humillarlo. Suspiró, bajó el cierre del pantalón y comenzó a orinar. Sus manos temblaban y estaba seguro que su estancia en ese barco marcaría su vida.

A medio día le dieron de comer un sándwich de jamón de pavo y leche fría. El llamado Kanon hablaba poco. Pensó que iba a desquitarse por no permitir traer alguna mujer, sin embargo, estaba callado y comía tranquilamente. Los cinco hombres lo imitaban.

- Isaac- llamó Kanon- lleva la mercancía a Túnez, ya sabes dónde. El director ya dio órdenes de donde se venderá. Me parece que Sorrento estará esperándote ya sabes dónde.

Sus sospechas fueron acertadas. Se trataba del mercado negro y ese Director debía ser el líder de la mafia.

- ¿Ahora?- preguntó el jovencito.

- Termina de comer y toma un bote.- Explicó Kanon con calma. Partió un pedazo de pan para sumergirlo en leche tibia -después te veremos en Grecia.

El hermetismo y descaro con el que trataban todo el asunto frente a él no era natural. Natural dentro de sus conocimientos de barbaron y malandros. Esos muchachos llevaban buenas ropas, buenas armas y zapatos adecuados para la pesca. No quiso perder detalle de su entorno. El capitán era también salido de un cuento. Con una playera negra, jeans azules y botas gruesas. El cabello estaba atado en una coleta y llevaba las orejas adornadas con aretes.

Por la tarde, Kanon llevó a Radamanthys a una habitación con aire acondicionado. Pensaba en su padre, si ya habían llegado a Malta, si ya comenzó con la transacción del dinero. Las pocas horas de espera eran una eternidad. ¿Cómo estaría Chris? Si alguien le avisó a la novia. ¿Su madre controlaría su neurosis?

- Como verás no hay mucho espacio en el barco para prisioneros… así que te quedarás en mi camarote. ¿Te gusta? ¿Es sofisticado para usted, My Lord? ¿Necesita algo más?- escupía los insultos con despreció.

- Como sea- respondió Radamanthys.

- Esos no son modales de un inglés. Mejor hubiera traído a tu prima.

- ¡Hey! No vuelvas a mencionar a mi prima, tú… con esa boca de cerdo que tienes- respondió con furia, mostrando los dientes. Plantándole la cara sin miedo.

Kanon rió fuerte. La presencia del inglés lo entretenía. A decir verdad, todos los ricachones europeos le parecían divertidos y pobres imbéciles que eran felices a costa de otros. Molestarlo se convirtió en un privilegio.

- ¿No crees que es enfermizo defender a la prima de esa manera? ¿No será que…?

Ante la acusación, escupió su rostro. Nadie lo había ofendido de tal manera. Para sus costumbres que cuidara a su prima de esa forma lo hacía ver como un caballero, responsable y confiable. ¿Qué se creía ese sucio marinero para denigrar de esa forma su afecto?

Como respuesta, Kanon azotó su cabeza en la pared del camerino entre un guarda ropa y el espejo. Seguía sonriendo, satisfecho por hacerle mella en el orgullo al inglés. Radamanthys dio una patada en el estómago del peliazul que lo hizo dar a la cama.

- ¿Quieres pelear burguesito?

El joven Walden se había peleado cinco veces en su vida, todas por defender siempre a Chris. Consiguiendo victorias sencillas, otras complicadas, pero siempre vencía. Llevando como trofeo sangre del enemigo en sus ropas, moretones en los brazos, rasguños y dos veces tabiques heridos que dejaban hilos de sangre salir de su nariz. Nunca dejo que lastimaran a su prima ni física ni emocionalmente. ¿Por qué? La pobre al ser la hija menor de un matrimonio casi en los cuarenta, fue menos afortunada de atención y afecto. Úrsula siempre obtuvo la mejor parte. Por si fuera poco, tenía problemas del habla. Consiguió hablar  sin problemas después de los doce años. Le causaba pena. La consideraba su hermana menor más que su prima. ¿Por qué tenían que joderle con la pendejada de que sentía atracción sexual por ella? ¿A caso el mundo era tan degenerado que no cabía un amor fraternal y limpio entre parientes?

Kanon representó todos esos estigmas sobre el cariño hacia su prima. Radamanthys era todo lo que Kanon odiaba, los ricos y poderosos que se aprovechan de otros.

Enzarzándose en un pelea dentro de un espacio reducido. Chocando sus cuerpos con las paredes del camarote. Tirando objetos, moviendo el mismo barco con sus cuerpos proyectados en el suelo y las paredes. Llamarón la atención de los demás tripulantes. Quienes al percatarse de la pelea, decidieron dejarlos. Entre risas y burlas. “El jefe necesitaba este tipo de ejercicio” dijo Krishna.

La sangre se asomaba de la boca de Kanon que lanzó su puño en la mejilla derecha del rubio. Con el rostro hinchado y las costillas molidas, pateó el pecho del comandante marino que lo hizo caer el suelo. Aprovechando propinarle una lluvia de patadas. Kanon cubrió su rostro con los brazos. Escuchaba las maldiciones en inglés y la agitación de sus pulmones. Tomó ventaja cuando se detuvo, tiró de una de sus piernas haciéndolo caer sobre él.

- Eres lento, Walden- susurró al oído del rubio. Al mismo tiempo que lo giraba para quedar sobre él y golpear sus costillas ya lastimadas y el pecho.

A causa de ello, Radamanthys no pudo moverse más, sólo proteger la cabeza con ambos brazos. Sin embargo, Kanon continuó golpeándolo hasta dejar morada la piel blanca. La sangre manchaba ambas ropas y las quejas del inglés lo estimularon como una droga. Quiso ver su expresión de dolor. Demostrarle quien dominaba. Con violencia apartó los brazos de la cara del inglés. Apreció su rostro lacerado y la mirada ardiente. Dejó caer otro golpe más al rostro para asegurar su victoria sobre él.

Radamanthys no se movió, el último impacto en su mejilla lo debilitó. Por más que intentara moverse, no podía. Su cuerpo estaba molido y la respiración le fallaba. Kanon sobre él sonreía agitado. Limpió el sudor de su frente pero no se alejó.

El rubio lo miró cansado y furioso. Sus labios estaban inflamados, el hilo que bajaba de su nariz llegó hasta su cuello, la mejilla derecha tenía un rojo escalofriante que sabía le dejaría su atractivo rostro inflamado por un par de días. El marinero en cambio no tenía más que moretones y una leve contusión en la espalda.

Hace cuánto tiempo no peleaba de esa forma, salvaje y primitiva. Desde que dejo Grecia y peleaba con las bandas vecinas del barrio por el territorio. No recordaba con precisión cuando fue la última vez que alguien le había dado batalla, quien se atrevía a retarlo sin miedo, sin tener nada que perder.

- Nunca tuviste oportunidad- Kanon se levantó y antes alejarse de él le dio otra patada en las costillas, lo que hizo que Radamanthys se retorciera de dolor- basta ya… - hizo a un lado al costal de carne molida que era el inglés. Metió su mano bajo la cama.

Radamanthys estaba alerta. No perdía de vista las acciones del marino. Sacó un botiquín médico y lo abrió. Comenzó a sanar sus heridas. Rompiendo las gasas con los dientes, llevándose a la boca pastillas y quejándose levemente por el ardor del alcohol.

- Hay analgésicos, vendas y algunas pomadas… de lo contrario se infectaran tus heridas.

El rubio no respondió, le dio la espalda.

- Le dije a tu padre que regresarías entero… y mira ya te destruí tu cara de burgués.

Siguió sin responder, dedicándole miradas confusas y agresivas.  Kanon terminó untar ungüento en el brazo y se marchó. De mala manera tomó las pastillas y los analgésicos, los necesitaba, no soportaba el dolor en la mejilla, casi le rompe una muela.

Antes de curarse, lavó su cuerpo con el agua del lavabo. Se observó al espejo, era un desastre. No sólo por el labio inflamado y la mejilla roja, las costillas tenían un color espantoso. La sangre amoratada resaltaba más sobre su piel pálida. Se tomó un par de analgésicos y antes de untarse clorhidrato de bencidamina para la inflamación, el tapón fue a dar bajo el escusado. Llevandolo a la misteriosa placa de fabricación. Confirmando todas sus sospechas sobre los piratas y la pesca. Después el atardecer llegó de forma repentina. El cielo anaranjado se observó desde la ventana del camerino. Ahora contemplaba la vista oceánica con más certezas y la situación bajo control.

Por la noche regresó Kanon. Llevaba un bonito golpe en la frente. Se miraron en silenció. El marinero le dejó dejo un vaso de leche y un sándwich de jamón con queso en una mesa cercana. Observó que sanó sus heridas con el material de curación que dejo. Bajó la inflamación de su rostro gracias a los analgésicos. 

-No quedaste tan mal, pensé que tendrías una contusión o tu atractivo rostro ya estaba hinchado de dolor- Kanon se quitó la camisa como si se encontrara solor13; ¿necesita algo mi Lord?

Ya no había respuestas para esos sarcasmos. Estaba cansado y aturdido. Por su cabeza se formaban telarañas que lo llevaban a presentimientos escabrosos, corruptos y tracciones. Tenía muchas preguntas y no sabía cómo comenzar. Ese hombre podía matarlo en cualquier momento si lo deseaba. Aunque no vio algún arma cerca, reconocía era fuerte. Debía intentarlo, necesitaba al menos una pista. Después de todo no lo mataría pues sabía que su padre entregaría el dinero.

Kanon se sentó a su lado y observó su obra maestra, la cicatriz en el labio, la leve inflamación en la mejilla derecha y sus ojos ámbar.

- ¿Qué peculiar color de ojos? El color del azufre, es lo primero que llegó a la mente- dejo que lo observara, estaba demasiado cansado física y mentalmente para discutir. Las pastillas le provocaban un poco de sueño- de donde vengo, creemos que quienes poseen los ojos ámbar son hijos de Hades ya sabes el inframundo, las animas, dolor… - luego se echó a reír- la verdad es que, siempre me han gustado las personas de cabellos amarillos y piel insípida. Los encuentro ajenos. Como sí vinieran de otro mundo. Altos, atléticos, cabellos dorados. Hijos de Apolo.

No entendía porque le decía todo eso. Era incómodo y hasta de mal gusto. Tampoco respondió, suspiró fastidiado, esperando que ese gesto lo hiciera marcharse. Porque su cabeza seguía atando nudos, desenredando serpientes. Nidos de ratas que se comían sus neuronas y éste sujeto queriendo filosofar con su linaje.

- Te he visto en revistas de socialite. En eventos políticos, portales de internet. Siempre con ese porte serio, inmaculado. Transpirando nobleza. Ya te había visto, pero nunca me detuve a ver tus ojos.

- ¿Qué quieres?- al final su voz tuvo sonido.

- Nada… aunque pienso que me hubiera gustado conocerte en otra situación.  Me gustas.

Radamanthys lo miró incrédulo. Hace unas horas habían tenido una de las peleas más salvajes en sus vidas y ahora él tipo decía de la forma más natural que le gustaba. El mar volvía locos a los marineros.

- Disculpa

- Me gustas. ¿Qué? Es muy extraño. Lo has de escuchar diario…  Si te portas bien, tendré mejores tratos contigo- sintió las manos huesudas del peliazul acariciando su mejilla inflamada.

No tenía muchas fuerzas para quitarlo así que simplemente cerró los ojos. “Maldito enfermo, ahora me quiere…” Una idea grotesca y mal sana cruzó por su mente. Había muchas imágenes recientes en su cabeza que comenzaron a tomar un hilo conductor. Como un mapa mental en donde Kanon era la llave para abrir las puertas de la duda. Resignado lo miró.

- Quieres tener sexo conmigo. ¿Cierto?

Esta vez fue Kanon el confuso. Levantó las cejas con sorpresa.

- Sí- respondió seguro. Dejando caer su mano descaradamente sobre su sexo- ¿Podríamos divertirnos antes de que te mate si tu papá no nos da el dinero?

Antes de responder clavó sus ojos ámbar en las esmeraldas brillantes. Deseaba atravesarlo con la mirada. No entendía el giro que dio la situación. El tal Kanon parecía muy complacido por lo ocurrido y se divertía a sus expensas. Para Radamanthys esa actitud libertina le daba preeminencia.

- Sabes que mi padre pagara- afirmó. Quitó la mano de Kanon con desprecio y tomó el sándwich que había traído para él.

Tomó ventaja de aquel encuentro y de la fascinación que Kanon afirmó por él. Estrechando un lazo de cordialidad o de amantes. 

- Conoces a mi padre - rectificó

- ¿Qué te hace creer eso?- preguntó Kanon sentándose en la orilla de la cama.

- Al parecer también la relación cercana con mi prima. Sabían que navegaríamos por estos días. ¿Quién te dio la información?

- Investigamos a las víctimas.

- ¿Por  eso es qué el barco es propiedad de las empresas Solo?- preguntó Radamanthys triunfante con una enorme sonrisa- cuéntame que pasa en realidad. La familia Solo son accionistas en algunas de nuestras empresas. ¿Esto estaba planeado desde hace meses?

- Vaya, me dejas sin palabras- respondió con asombró e ironía.

Kanon se echó a reír. Movió su dedo índice de arriba hacia abajo apuntando a su prisionero. Radamanthys ya había hilado un poco los hechos. No imaginó que los Solo estuvieran dentro de la mafia aunque no le sorprendía, desde que el hijo tomó posesión de la empresa, todo cambió. La relación con Lord Walden era cortante y había amenazado con retirar acciones de los bancos. Julián Solo tenía otros planes para su empresa y para sí mismo.

- Qué astuto… ¿Por qué crees que el barco es propiedad de los Solo?

- No soy idiota. Dentro del baño todo tiene la marca de la familia así como la placa que está en el pasillo- dijo sacudiendo las migajas de pan de sus manos- observó todo… Cuéntame la verdad.

Kanon se sentó a su lado, lo miró con picardía mientras sonreía, lamió sus labios. Le gustaba esa astucia detectivesca y al mismo tiempo su actitud retadora. Le gustaban los hombres sin miedo, que tuvieran los cojones en su lugar y saber para qué sirven. Coraje, eso le gustaba de los hombres.

- Dame un beso y te digo lo que quieras.

El rubio se tiró a reír. Su risa fue apagada por un apasionado beso y unas manos traviesas que comenzaron a recorrer su entre pierna. Radamanthys lo alejó con brusquedad.

- Dime todo y dejo que me hagas lo que quieras… vamos, habla.

- Vaya… el heredero sabe negociar. Serás un buen perro del Estado. Okey, okey,  no me mires de esa forma, sé que deseas matarme... -Radamanthys intentó cambiar la severidad de sus ojosr13; No me interesa lo que suceda entre tu familia y los  Solo. Yo trabajo por encargo.

- Y tú encargo fue secuestrar al heredero de los Walden y pedir cinco millones de libras.

Kanon encogió los hombros.

- Tú prima sólo fue la excusa para atraerte aquí como rehénr13; confesór13; en el plan no estaba hacer algo o a las mujeres de tu familia. Era parte del show.

Radamanthys apretó los puños dejando que la sangre se acumulara. Quería golpear, romper, asesinar si fuera necesario a ese Julián. Kanon se acercó solicito y sonriente.

- ¿De verdad haríamos el dulce amor si te cuento todo?

- Claro

- Y yo soy un idiota- una fuerte carcajada azotó por las paredes hasta volver a los oídos- no me vendo por un acostón. Ofrece más.

- Ven conmigo a Londres. Te daré un empleo a ti y a tus hombres.

- Me hiciste sentir como la mujerzuela a la que le quieren poner casa y sacarla de la prostitución- su risa fue débil.

- Piénsalo. Porque no le va a quedar mucho a Julián de su imperio…

- Uy… ya hice que dos grandes consorcios entren en discusión… sólo falta que entre a la lucha los Rothschild, Rockford o los Kido. - el marinero meditó por segundos- ¿Tanto poder tienen los Walden o esto es sólo tuyo?

- Mío. Tengo contactos, sé mover el ajedrezr13; Radamanthys se acercó al oído del peliazul- ni te imaginas lo que es el imperio Walden tú sólo has visto la base del iceberg.

Sí, el heredero Walden era bueno haciendo negocios, no por nada se especializó en Administración para mantener las empresas donde están y más arriba. Sí, era bueno obteniendo lo que deseaba aún si fuera con los medios más bajos y vulgares. Lo aprendió así, porque así funcionaba el mundo. Lo sabía, aunque Kanon siguiera creyendo que era un rico mimado. No lo era. Era más crudo que su padre, más intolerante que su madre. Estaba furioso por la traición del accionista más importante. El socio con quien las relaciones se habían incrementado. Julián Solo quería destruir a los Walden y que mejor manera que robando, traumando y aterrorizándolos. Él sabía cuándo y dónde sería el festejo. Su padre lo invitó personalmente. Todo tenía sentido.

- Convénceme… así se hacen los negocios, niño rubio- acto seguido desabrochó su pantalón.

- ¿Qué? No, espera… primero debes decirme lo que sabes y…

No terminó de hablar, un beso ávido y violento lo calló.

- Me gustas porque te pones difícil…-seguido de una ligera mordida en su labio inferior.r13; Estás en el mar y aquí se siguen las reglas del mar- dijo entre besos.

Mientras besaba la boca del marino que le daba lastima, se juró regresarle el mismo daño. No sabía cómo, pero lo haría.

Los besos de Radamanthys llevaban una rabia desconocida para él mismo. Dejo que Kanon guiará porque él no tenía experiencia. Dejarlo hacer y dominar. Porque eso les gusta a los hombres, lo sabe porque el padece del mismo mal. Todo para que aceptara irse con él y poder utilizarlo.

Las pequeñas quejas del rubio al intentar moverse le provocaron un cosquilleo entre el abdomen y la entre pierna. Desesperado arrancó la camisa blanca dejando a la vista el dorso amoratado. Bajo el bello en pecho había hematomas y un dulce sonido de dolor.  Mordió el cuello al mismo tiempo que tiraba de sus cabellos. Oyó un gemido que le calentó la piel.

Se fue encima como una animal hambriento sobre su presa muerta. Arrancó los pantalones, saboreó la pálida piel. Sintió el contacto de sus cuerpos calientes. Rosando sus sexos, haciendo presión con su propio peso. Se besaron. Radamanthys lo abrazó con fiereza tirando de sus largos cabellos. Sintió el peso de aquel hombre sudoroso y delgado. ¿Qué pasaba? ¿Así terminan todas las peleas los marineros? ¿Así arreglan sus discusiones los nobles ingleses?

Ver al rubio retorcerse bajo su cuerpo, entre sus brazos, a causa de sus embestidas, reafirmó cuanto le gustan las personas de cabellos dorados y piel pálida. Porque parecían de otro mundo, sacados de una pintura. Hechos con otros colores. Su aroma era fuerte, intenso, como una fuerte poción sexual. Radamanthys se dejó llevar. ¿Hace cuánto que no cogía? Es más, ¿cogía? Respetaba las decisiones  de su novia que por el momento no quería irse a la cama con él. ¿Qué van a pensar de ella? De por si la familia Walden conservadora.

Dos cuerpos deformados por las posiciones y el hervidero de sensaciones se revolcaban en la cama distendida. Mezclados por fluidos estériles. Dejando escapar gemidos y palabras sucias al oído. ¿De qué otra forma tienen sexo dos hombres que no los une el amor?

Kanon lo supo, fue el primero en penetrar ese robusto cuerpo. El primero en mostrarle las artes del eros entre hombres, entre pares, iguales. Un espejo de la conexión similar. Sólo un hombre puede darte el mayor placer, porque se conoce, se sabe, porque puede manifestar en ti lo que desearía para él. Y Radamanthys no estaba decepcionado. Aquellas emociones eran nuevas, fugases e indescifrables. Para Kanon esto era rutinario, le gustaba experimentar con desconocidos para no romper su reputación de macho viril sobre el mar.

El dolor ocasionado por los golpes desapareció. Había en el camerino un olor que embriagó los sentidos del joven lord y lo estimulaba a moverse de forma obscena arriba de las caderas del dueño de unos cabellos azules que se extendían sobre la cama como si cobrasen vida. ¿De dónde era ese hombre que olía a mar? Llevaba un hermoso tatuaje en el pecho, el sigilo de géminis así como una cadena gruesa con el dije de un tridente. Ese hombre no era quién si no qué… ¿Por qué le permitió arrastrarlo a la degradación? Pero se sentía bien, el contacto de su mano fina acariciando su sexo. Los besos en las tetillas que lo llevaron al orgasmo más de tres veces. Se encontró queriendo más, arriba, abajo, lo que quisiera, él también lo descontrolaba.

-  No es mi costumbre, pero me la pusiste dura- se excusó Kanon al terminar, sacó un cigarro de la cajetilla, luego ofreció uno al rubio-ahora me gustas más- confesó sin mirarlo.

Radamanthys aceptó sin decir una palabra. Fumó del cigarro prendido. Luego cerró los ojos, queriendo capturar esos espasmos que no había sentido en años o quizá nunca por eso quería rememorarlo. Su cuerpo estaba relajado, con pequeños dolores por los golpes y creía no se podría sentar en un par de horas. Aún tenía la sensación de la penetración entre sus piernas.

- El plan era traerte aquí y esperar el rescate. Tú padre no tendrá problemas… Y lo que acaba de pasar…  No

El inglés escuchaba con los ojos cerrados, dormitando o descansando. Esa era su justificación, una especie de disculpa. Confesión como pago por dejarse coger. No tenía ganas de responder en ese momento. Estaba demasiado confundido y extasiado.

- Va, cállate ya- dijo Radamanthys intentando conciliar el sueño. No quería tocar el tema, sentía demasiada vergüenza.

- Significa que te gusto, quieres más- dijo riendo- lo sé, una vez lo pruebas ya no lo dejas.

- ¡Lárgate! Déjame sólo un momento…

Radamanthys no entendía porque, quizá había desfogado todas sus frustraciones en la pelea y el sexo. Se sentía físicamente adolorido pero moralmente, placentero. Le hubiera gustado mantener esa relación en otras circunstancias. No donde fuera la carnada, una moneda de cambio. Aun así, pese a negociar con el  marino. No bajaría la guardia. El tipo estuvo a dos de asesinar a su familia y amigos. Podía matarlo en cualquier momento. Aunque algo en esa verde mirada le decía que no era tan miserable como se hacía creer. Sus sospechas comenzaron a incrementarse por la actitud del marinero.

Apagó el cigarro en una lata de cerveza. Salió del camerino a mitad de la noche. Extasiado y atrayendo todo el aire y la maresia a sus pulmones.

Habló con sus compañeros que sospechaban lo sucedido gracias a los fuertes ruidos que salieron de su camarote. Isaac marchó hacía un par de horas a las costas de Líbano para llevar la mercancía que sería vendida en el mercado negro. El Director se comunicó antes de la merienda con Kanon. Quería conocer las operaciones y el estado del rehén. Por su parte el director ya había enviado a alguien a la pequeña isla de Grecia para recibir el dinero cuando llegara.

El barco pesquero servía perfecto como camuflaje. Había sido una buena idea de Kanon después de enrolarse en esa empresa. Por necesidad que por gusto. La crisis lo había orillado a terminar como bandido. Su hermano ganaba poco como profesor en un instituto y su padre fue despedido en la empresa donde trabajaba. Se dedicaba a la herrería y no dejaba mucho. Gracias a ese nuevo empleo podía mantener a sus padres y ayudarle al hermano mayor.

Al entrar al camarote, Radamanthys seguía dormido, cubierto por una sabana de las caderas hacia los pies. Lo llamó por su nombre y despertó.

- Sigues molesto. Actúas como si fueras una chica, víctima de las perversiones del villano.

- ¿No crees que tienes muchas atenciones con un rehén?- preguntó el rubio estirando los brazosr13; o también es parte del show.

- Después de lo hace rato, te trato como amante no como rehén- río ante su idiotez. Radamanthys casi se ahoga con la leche por el mismo motivo.

- Entonces, cuenta a tu amante lo que necesita saber

Kanon gateó hasta llegar juntar sus labios con los del joven amo. Tocó su cabello sedoso y aspiró el aroma de su nuca. Era mejor que las anfetaminas o la coca que se solía meter para aguantar las largas jornadas en el mar. Radamanthys acarició sus mejillas.

- Habla… ¿acaso no tienes palabra?

- Los piratas no tenemos palabra tenemos honor…- se giró para sentarse a su lado en la cama. Prendió un cigarro y comenzó a explicar- Julián Solo, me contrató hace cuatro años para este trabajo. Piratería marina, hacer la competencia con los somalíes que estaban muy perros en el terreno y también para expandir su mercado negro. Yo propuse que, para no levantar sospechas y hacer los atracos limpios y pacticos, nos diera un barco de pesca con el que simular… Julián Solo está metido con la mafia rusa, tráfico de armas y hasta trata de blancas. Yo necesitaba dinero. De donde vengo todo se fue a la mierda. Soy griego- Radamanthys escuchaba con atención, como si estuviera en una conferencia de prensa, oyendo un artículo de sumo interés. Kanon le contó sobre su familia pobre y las necesidades de teníanr13; no tuve más opción que esto. Me pagan bien, al igual que a mi equipo. Todos somos marginados por sus pueblos capitalistas. Buscamos donde encajar y sobrevivir. Dudo que sepas lo que significa, has nacido en cuna de oro.

- ¿El dinero es para él o para ustedes?- omitió la acusación.

- Para él, yo tengo mi paga aparte… así funciona el mundo globalizado. ¿Por qué te sorprendes? Ustedes los ricos siempre viven en su burbuja y por eso los más poderosos se los jodenr13; Kanon se dejó caer boca arriba en la cama, sus manos buscaban bajo las sabanas las piernas fuertes del inglésr13; ya te conté la verdad… vamos a tener sexo y después, que sea lo que el mar diga.

- Espera… ¿Julián quiere la fortuna de mi familia?

- Haces muchas preguntas… - Kanon gimoteó como lo haría un niño pequeño. Se acercó a Radamanthys, tan cerca que olió su respiración- no lo sé, yo sólo hago lo que me dice a cambio de una buena suma. Cuando regreses a tu trono, principito, lo averiguarás. Ahora… quiero- no terminó de hablar, Radamanthys lo besó.

- ¡Sólo era una vez!-gritó el rubio- ¡Aún no me has dicho todo!

- ¡Nunca establecimos ese trato…!- exclamó Kanonr13; si no te lo he dicho todo, es porque quiero seguir disfrutando tu cuerpo. Ahora abre las piernas, las segundas veces ya no duele tanto, te lo juro.

Rendido y sin poder escapar. Subió sus piernas a los hombros de Kanon para poder enredarlas en su cuello.

- Sí vas a ser quien domine, va a costarte…

- Por eso me gustas… por difícil- y de una embestida lo penetró.

t0;t1;

El trayecto a Malta fue silencioso. La madre de Radamanthys estaba hecha un mar de llanto después de disminuir su histeria. Su padre estaba al teléfono desde que se llevaron a su hijo. Exigía y ordenaba a los bancos que se consiguiera el dinero como fuera. Pedía también que no se hiciera un escándalo de todo ello. No necesitaba más disgustos. No necesitaba ser la burla de todo Reino Unido. No quería lastimas y preguntas. Suficiente tendría con este mal recuerdo.

Chris volvió a callar. Con el trabajo que le costó regresar el habla. Radamanthys ayudó con eso y ahora ya nada salía de su pequeña boca rosada. Úrsula no dejaba de beber, lo que provocó indignación entre su madre y tías. La consternación y preocupación invadió a los Walden. No había a quien culpar aunque la abuela buscara señalar a alguien. Por ejemplo, la madre de Chris por su genial idea de un crucero para festejar a la hija. Aunque le haya parecido la mejor idea del mundo al inicio.

Lord Walden gritaba y maldecía en inglés. El barco no se daba prisa en llegar a su destino. Algunos tíos y primos pensaban llamar a la policía cosa que indignó a la madre de Radamanthys, su hijo estaba en peligro. De pensar que podía morir, que estaba en manos de desalmados y perversos hombres, la regresaban a su desgracia. Dejando bolitas de papel alrededor de la mesa, con un vaso de ron. Una de sus hermanas la consolaba. ¿Qué consuelo puede tener una madre cuando su hijo desapareció?

Finalmente, el padre de Radamanthys consiguió que el dinero se cambiara a una cuenta privada que usaba para emergencias. Ahí podía sacar el efectivo y llevarlo a donde ordenaron. Si todo marchaba como deseaba, tendrían un día de ventaja.

 

Notas finales:

-o-


Continúa…


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