Si de algo tenían la certeza, era que cuando Orochimaru llegaba tarde de una misión, hiper cansado de tanto haber cumplido con su deber. Lo único que deseaba hacer era tomar un relajante té verde y acurrucarse en los brazos de Jiraiya, aquellos dos factores mínimos lo transportaban a un mundo de relajante placer sin llegar a nada sexual, el cariño era más que suficiente.
— Jiraiya — Murmuró dejando la taza humeante en la mesa, ambos estaban en el sofá, con una manta cubriendo — ¿Tienes trabajo matutino mañana?
— Creo que no Orochi, podemos quedarnos en cama todo el día si quieres, te noto muy cansado hoy y de seguro se pasará al día siguiente — Este acariciaba el cabello largo de su pareja, sintiendo aquella suavidad.
— Seria perfecto, hace demasiado tiempo no nos dábamos esos gustos... Sobretodo desde que comenzaste a escribir ese tonto libro.
— ¿Tonto libro dices? Oh vamos cariño, tu debes entender que eres mi musa en aquella obra literaria llena de buena narrativa y prosa.
— ¿Lo dices enserio o solo deseas molestar? Lo único de lo que trata ese libro, es de como tener sexo con alguien — Tras decir aquello se cruzo de brazos bastante enojado.
— Ya me disculpado cariño, pero no tengo la culpa de que nuestros encuentros sean tan especiales como para utilizarlos de inspiración.
— Solo callate y dame un abrazo, necesito sentir tu calor, esta helando últimamente.
— Como gustes mi serpiente querida — Se rió leve, comenzando a tocarlo provocando espasmos en él.
Sus momentos de tranquilos eran esos, discutir una muy pequeña y corta cantidad de tiempo, terminar hablando del maldito libro de su pareja, solo para terminar cerrando con unos cuantos besos como abrazos.
— Cuando eramos jóvenes odiabas esto, decías que yo era un pesado que solo quería molestar — Era cuando apenas iniciaban su romance — Eras simplemente cruel, muy cruel.
— Oye no me culpes, tu eras el que iba y veía a cualquiera desnuda o desnudo, tenia algo de asco de ser tocado por alguien así, luego me di cuenta que ibas enserio conmigo y aquella fue otra historia, ahora mismo solo dedicate a amarme.
— ¿A amarte? Cariño eso no hago desde la primera vez que te ví y pensé que eras un niño arrogante, uno presumido por sus habilidades pero con una belleza increíble.
— Oh no, ya vas a empezar a hablar de que creías que yo era una niña, de que mi apariencia se asemejaba a una.
— Y aun lo sigo pensando, pareces una doncella solo que con el rostro más definido.
Tras decir aquello sus labios se unieron en un tierno beso, se tocaron con sus manos entrelazando y sus cuerpos de a poco de pegaban al otro, la taza de recién ya no humeaba, el sol de la bella tarde ya no alumbraba, la brisa de la noche se abría paso al sitio pero ellos dos no la sentían. Tan acurrucados que el helar de un prominente invierno no les afectaba en lo mas mínimo, quizás una pareja a prueba de cualquier clima y sumamente enamorada.
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