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Nuestra forma de ser por Deka2min

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Notas del capitulo:

Drabble 2

Desde que estamos en el vientre de nuestra madre, hemos oído historias…

—…muchos afirmaban que era hermosa. Su belleza exótica cautivaba y sus ojos podían hacer que tu corazón se acelerara, y sus labios dulces…

…ya sean cuentos, leyendas o mitos, fabulas, moralejas; románticas o trágicas. Por siempre habrá una historia que contar a los demás.

—Huyo lejos, muy lejos donde nadie pudiera apreciar su belleza y dominarla como antaño.

Historias que pueden ser verdaderas o simples mentiras inventadas por el humano.

—La Belladona, el ser que con solo la muerte obtuvo su libertad.

Sin embargo,para un niño de solo siete años que oía atento aquella historia que su abuelo contaba a la luz de la luna, donde él y otros niños del pueblo escuchaban con la fogata dándoles cobijo, era el relato más increíble que nunca haya escuchado en sus cortos años de vida.

*

La alarma sonó estruendosa, siendo apagada inmediatamente por el joven de diecinueve años; quien se ducho y vistió rápidamente, bajando presuroso por la escalera hasta llegar a la cocina donde su madrugadora madre ya tenía servido sobre la mesa un apetitoso y generoso desayuno.

—Hijo, ¿qué haces despierto tan temprano?— dijo ella, mostrando la sorpresa en su voz como cada mañana.

Eran vacaciones, pero su hijo seguía levantándose temprano desde hace una semana, y aun no podía comprender el porqué.

Solo recibió un beso en la mejilla, para luego ver como se sentaba en la mesa y comenzar a comer.

—Buenos días familia —hablo el dueño de casa, bajando las escaleras.

— ¡Gracias por la comida, mamá! ¡Buenos días papá! —se levantó de la mesa tomando de un trago su vaso de leche— ¡nos vemos!

Sin tiempo a que ninguno pudiera hablar, su hijo salió de la casa, dejando detrás de sí, el ruido de la puerta la ser cerrada.

—Estoy preocupada, SeokJi.

La mujer se acercó a la mesa sirviéndole el café a su marido, quien abrió el periódico y tomo una tostada dándole un gran bocado para luego responder.

—Ya hablamos, mujer. Nuestro muchacho es mayor y sabe lo que hace además, nunca se ha metido en problemas.

—Pero es que… olvídalo, tienes razón. Solo son ideas mías. —susurro sentándose para desayunar.

Sin embargo, durante toda la mañana no estuvo tranquila. Esperaba que su instinto de madre esta vez estuviera equivocado.

*

Sus cabellos eran desordenados por el viento y sus mejillas besadas por los rayos del sol mientras corría. La sonrisa en su rostro no desaparecía y no demoro en perderse por el bosque como cada día. El olor a humedad, combinado con el dulzor de las bayas, lo guiaban por su camino hasta que... aparecía.

Ahí, de pie bajo el sauce dándole sombra y sobre el suelo rico en limo, estaba él. Su pálida piel brillaba por la escasa luz que lograba infiltrarse por las hebras del árbol, su largo cabello rubio caía por sus estrechos hombros hasta tocar el suelo con las violáceas puntas; contorneando la esbelta figura, mientras sus brazos se elevaban grácilmente para tomar una flor del árbol.

Sus mejillas no demoraron en sonrojarse y desviar sus ojos hacia el suelo. Porque estaba desnudo, al igual que la primera vez que lo había encontrado.

Su pie hizo crujir una rama, captando la atención del joven que inmediatamente se giró en su dirección, retrocediendo varios pasos y con la intención de correr.

— ¡Detente, soy yo! —exclamo evitando que se alejara—. Soy MinHo.

Se quedó observándolo, hasta que asintió con reconocimiento y una imperceptible mueca en forma de sonrisa apareció. MinHo atravesó la cortina de hojas, quitándose la polera para luego tendérsela. Él, Torpemente se la puso luego de algunos minutos, ocultando así la desnudes de su cuerpo para luego sentarse en la escasa hierba que ahí crecía, aspirando el olor que desprendía la prenda.

MinHo no dudo en sentarse cerca de él, como siempre. Pasaron varios minutos en silencio, en el que solo se quedó observando como las hojas se mecían por la brisa, dejando pasar escasos rayos de luz que provocaban algunas sombras complejas en el lugar. No comprendía porque siempre estaba ahí, y nunca había preguntado, pero supuso que el chico tendría baja tolerancia al sol, ya que su cuerpo era bastante níveo.

Comenzó a hablar, mientras él solo lo escuchaba con la mirada perdida en el suelo. MinHo no esperaba una respuesta, después de todo el chico nunca le había hablado y tampoco mirado directamente a los ojos. MinHo no sabía nada de él, ni su nombre, pero aun así se había enamorado.

El cómodo silencio volvió a aparecer, sintiendo como el aroma con notas de tierra y bayas se mezclaban dando un acogedor aroma al lugar.

Ese lugar que nunca había conocido a pesar de llevar viviendo toda su vida ahí, en el pueblo. Nunca se lo había topado, menos en las excursiones que hacía con sus amigos o cuando salía a recoger leña con su abuelo. Por eso, desde que lo había encontrado, ese se había vuelto su lugar secreto y favorito. Solo porque él estaba ahí.

Despacio se fue girando, encontrándose con el rostro ajeno que lo miraba. Sus mejillas ardieron y su corazón latió desbocado cuando miro las perlas negras y, como si estuviera hipnotizado, se dio el atrevimiento de acercarse y enmarcar con sus manos el delicado rostro, acercándose a esos labios entreabiertos a la espera de ser tomados. Dudo, pero el cálido aliento dulce lo incentivaba a acortar la distancia, y así fue.

Solo fue un roce, una leve presión contra los labios ajenos que se prolongó durante eternos segundos hasta que sus cerrados parpados se abrieron para observar el hermoso rostro cubierto en lágrimas; solo eso necesito para separarse casi con miedo por haberlo lastimado o asustando con su osadía.

—Perdón, yo, y-yo no

—No…

La suave melodía golpeo sus sentidos y la sorpresa quedo reflejada en su rostro al saber que él había hablado.

—Has, h-has hablado. Dios, he podido oír tu voz. —sonrió.

Él solo asintió mientras las lágrimas seguían cayendo por esos ojos que se habían vuelto repentinamente verdes, pero que MinHo había ignorado, porque no podía con la dicha de haberlo besado y escuchado su voz. Sin embargo, no se veía enojado como creyó, más bien triste y arrepentido.

—Perdóname, MinHo —acercó su pálida mano hasta acunar la mejilla ajena—. Por favor, perdónenme…

Eso fue lo último que logro escuchar porque su cabeza comenzó a latir fuerte y el ritmo de su corazón a aselarse. Su mirada pronto se nublo, viendo borrosa la silueta del chico. Quiso alcanzarlo, pero el mundo giro dejando todo negro.

 

 

Drabble [EPC]: 1100 palabras

Palabra por: Usagi_skyblue

Notas finales:

Abrazos~


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