Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hímero por Mascayeta

[Reviews - 38]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Entramos al salón con la firme intención de darle la mejor despedida de soltero a Miyagi, era el primero en abandonar el grupo y con una mujer hermosa e inteligente.

Abrace a Tori y le pronostique que pronto él sería el siguiente. Con sarcasmo le recordé como su familia y la de sus vecinos contaban los meses para que "el joven abogado" se comprometa con la castaña que se desvivía por atenderlo cada vez que asoma sus narices por esa casa.

Agradecí que a mi padre le valía cinco con quien me metiera, ya le había dejado claro cuales eran mis gustos, así que si quería celebrar una ceremonia con pompa o nietos, debía pedírselos a Haruhiko. Mi querido hermano era el ejemplo del hijo modelo, dos años mayor que yo, se había graduado con honores y se encontraba escalando posiciones dentro de la joyería por mérito y no por su apellido. Cosas de nuestra queridisima abuelastra Deane Vinstone. Aunque lejos, su poder llegaba a nosotros.

—¿Así que buscan placeres diferentes? —la pregunta y la cantidad de licor que habíamos consumido nos hizo reír como idiotas.

Afirmamos con la cabeza y seguimos al tipo que nos llevó por un corredor a la parte trasera del local. Al abrir la puerta fue como entrar a otro mundo. Uno que inmediatamente nos quitó la borrachera de encima.

Tanto Yoshiyuki como You me miraron, no se si me estaban pidiendo permiso para irse, lo cierto es que no me podía mover, mis piernas no respondían, y debo decir que mi curiosidad se incrementó al ver a los hombres que ahí se encontraban.

Era un bar de BDSM, había escuchado de ellos en esa calle, pero nunca me imagine entrar a uno. La mano de un joven se deslizó por la mía para posteriormente arrodillarse.

—Amo, ¿puedo ser su sumiso esta noche?

 

Observó la mano que tomaba la de Yokozawa mientras hablaba con Iwaki-san, deseo que esa frase dicha por un desconocido años atrás y que marcó su gusto por ese tipo de juegos, se la dijera él en ese instante; pero las circunstancias los alejaban colocándolo en brazos de su antiguo amante.

Zen notó los ojos del vicepresidente de la joyería. Por el espíritu de competencia que le caracterizaba, se aproximó más de lo apropiado a su amigo, deslizando su mano por la cintura del azabache para afianzar su posesión.

Después de esa noche ambos habían conversado, y aclarado la situación. En ningún momento se retractaba de lo que le había dicho. Prefería compartir su tiempo y cariño, pero siempre y cuando estuviese seguro que ese alguien no le causaría daño, y Akihiko con cada oportunidad que le daba, demostraba que no era el más apropiado para su examante.

Yokozawa y Kirishima definieron sus sentimientos por el otro, y conscientes que para ambos la prioridad era Hiyori, determinaron que la niña necesitaba saber que su padre le brindaría estabilidad y seguridad, no solo en ese instante donde su madre no se encontraba, sino durante toda su vida.

Takafumi aceptó la cercanía del castaño, había visto a Usagi-san entrar a la empresa con Hatori y como sus ojos inmediatamente lo analizaron.

Los mensajes llegaron uno tras otro a su celular desde el día que lo encontró con Misaki semanas atrás. Verse abocado a esa escena fue el producto de su capricho por querer hablar con el abogado. Por eso le propuso a Chiaki acompañarlo al apartamento y que trabajaran los archivos y carpetas que no alcanzaron a revisar en la oficina; se arrepintió cuando al entrar hallaron al fotógrafo hincado ante el peliplata y este sonriéndole.

Dio media vuelta y salió pidiéndole al revisor fiscal que no pronunciaba ninguna palabra, no era necesario dar explicaciones a una imagen que se repetía cada vez que ellos estaban juntos ¿cuántas veces más requería para entender que no era suyo? Por eso corrió a buscar a Kirishima. El amor y la devoción que le demostró esa noche le hicieron recobrar algo de la autoestima que desde inicio de año había perdido. No obstante, al día siguiente dejó caer el celular con lo enviado por el abogado.

Hoy frente a la inquisitiva mirada del vicepresidente de la compañía, el ojimiel seguía demostrando que siempre sería su apoyo incondicional, por eso cuando se volteó a mirarlo, en un impulso lo beso suavemente en la mejilla.

—Si son tantas las ganas, debían pagar un hotel —las palabras se escaparon de los labios de Usami-san más por celos que por la razón correcta de llamarles la atención por el lugar donde estaban.

Tori procuró desviar la atención de los tres hombres que tan pronto escucharon el reclamo lo encararon.

—¡Yokozawa-san! —el aludido se inclinó para saludar— Yoshino solicita que se encuentre disponible en su oficina con los reportes, puede ser que se requiera su presencia.

El ojiazul aceptó para retirarse. Desafortunadamente tuvo que subir al ascensor con ellos para disponer todo de acuerdo con las recomendaciones del revisor fiscal. Antes de poder cambiar la situación, en un rápido movimiento Yoshiyuki los dejó solos dentro del aparato.

Debían llegar al piso siete, y luego caminar en direcciones opuestas. ¿Ironía o predicción?

—No quiero que te alejes de mi.

—Demasiado tarde, no tengo porque obedecerte, o lo has olvidado.

Era la primera vez que lo escuchaba responderle con fuerza, apretó los puños dentro del abrigo porque no podía permitir que su sumiso se opusiera a su solicitud. Observó el piso en el que se encontraban, y presiono el botón que permitía detener el ascensor.

—¡Oye! —el remezón casi hace caer a Yokozawa que reclamó airado para acercarse al tablero. Usami-san lo enfrentó, el calor que comenzó a percibir le hizo pensar que el lugar era demasiado pequeño para ambos.

—Se que no me he portado correctamente, pero también tu actuación y el enterarme de la relación con Deane, me hace...—se corrigió— me predispuso contra ti.

El vendedor entorno los ojos, así que la culpa de todo era suya. Bien se recostó contra la pared del fondo del ascensor y le indicó que lo escuchaba. No se moverían de allí por un rato, así que no había nada que perder.

—Soy consciente que no has robado un peso de mi familia —al fin una frase en la cual no lo ofendía—. Deseo poder seguir contigo, no tengo ninguna razón para alejarte de mi lado.

El bufido le mostró a Akihiko que no sonaba convincente, ¿cómo quejarse? Avanzó hacia él, necesitaba saber si le permitiría tocarlo. Se quitó el guante de cuero para pasar su mano sobre la mejilla del hombre que tantas veces mancilló.

Le debía tanto tiempo, si pudiese tenerlo como a principio de año al lado suyo. Esa noche en el apartamento del ojiazul no experimentaron más que el sexo vainilla, el cual fue más que ilustrativo para poder conocer cada uno de los lugares que estimulaban el cuerpo que estaba frente suyo.

El azabache se tensó, Zen se lo había dicho, necesitaba aclarar sus sentimientos y conversar con Akihiko. Debía saber si su relación era lo que esperaba, pero sobre todo, si era lo que quería. Las pocas veces que habían estado juntos terminaban en situaciones comprometedoras y sexuales, nunca hablaron, no se dedicaron el tiempo a conocerse, a ninguno parecía preocuparle encontrar la ocasión para hacerlo.

—Termine con Misaki definitivamente... él me ayudó a entender lo que significas para mi, que tanto te necesito.

Los fríos dedos de la mano intrusa que se movía bajo el saco que llevaba puesto le estaban nublando la atención, el aliento acercándose a su rostro alcanzó a tentarlo, pero súbitamente la historia de Kisa, las frases de Isaka y la palabra que acababa de decir, le dieron el valor para detenerlo.

Lo empujó sorprendiendo al ojilila. Activó el ascensor, acomodó su ropa y al abrirse las puertas buscó la cara de Hatori para fulminarlo con la mirada. Levantando los hombros, el abogado aceptó su responsabilidad por el error cometido.

Bien, debía demostrar que algo había aprendido con tantos golpes, además ahora sabía que no estaba solo, tenía personas que lo protegían.

—Por mi parte le aseguro que no creo nada de lo que tenga para decir, y mucho menos me importa lo que desee hacer.

Yokozawa respiró profundo y con una venia se despidió dejando a los dos amigos sin qué decir.

Akihiko comenzó a caminar con dirección a la oficina donde su padre, su hermano y los otros accionistas lo esperaban. Ingresaron para ocupar sus puestos y revisar la carpeta frente a ellos.

—Podría saberse el motivo de la sonrisa —preguntó Haruhiko un poco molesto.

No se había dado cuenta que la tenía, asintió para responder con tranquilidad.

—¿Qué te parece si lo intentamos de nuevo?

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).