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Hímero por Mascayeta

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—Su expresión, ¿cómo podría decirlo?

El hombre se llevó la mano a la cabeza tratando de buscar la palabra que indicaría la expresión de Mizuki.

—Miedo. No era normal en él tener ese gesto. Por mi trabajo como contratista viajo demasiado, pero en los seis meses que estuve en Londres, puedo decir que prácticamente se convirtió no solo en mi vecino sino en algo parecido a un amigo. Conocí a su pareja y por discreto que fuera, también sabía de sus gustos.

El encargado de hacer la entrevista en Ciudad de Panamá se sentó para continuar escuchando cada una de las palabras del hombre y grabarlas como respaldo del vídeo que se estaba haciendo.

Para su sorpresa la sinceridad en la expresión del hombre y la delicadeza en su expresión indicaba que el aprecio por el japonés era real, no escatimó en hablar de sus bondades, pero de igual manera lo hizo de sus defectos.

—Ese día fue diferente, por eso me acerque —justificó el hombre su acción en el parqueadero— lo que me sorprende es que hasta ahora pidieron mi declaración.

—¿Sabe la razón?

Negó con la cabeza, alzó los hombros y luego bebió del vaso frente a él.

—Voy a pasarle unas fotografías, por favor me dice si reconoce a la persona que acompañaba al occiso.

Con calma revisó las imágenes de personas conocidas en el mundo del BDSM pero que mantenían la constante de haberse sobrepasado con sus parejas y haber salido en los diarios reseñados por maltrato. Mezclados entre ellos aparecían los asociados de Usami Jewerly. 

Pasados unos diez minutos el encargado recibió dos fotografías.

—No es ninguno de ellos, pero estos dos si lo iban a visitar, uno de ellos, el productor sé que era su pareja, hablamos de vez en cuando, un hombre celoso, pero que lo trataba como una porcelana.

Era cierto, la primera correspondía a Ijuuin Kyo.

—El segundo en muy raras ocasiones lo vi, pero en cada una de ellas lo trataba como un hijo. Puedo decirle que hasta lo regañaba como un niño pequeño.

—Le agradezco su ayuda —estaba desconcertado, pero al menos sabía que Usami Akihiko no se había hecho presente en ese tiempo en el sitio de vivienda de Mizuki—. Por último, le solicito que pase a retratos hablados con el oficial y nos haga una descripción del sujeto.

El contratista extendió la mano al detective agradeciendo su atención, se dirigió a la puerta, pero antes de salir se giró para aclarar una duda que, por su expresión, se notaba le acababa de surgir:

—Solo del hombre o quiere también la de su otro acompañante.

 

Hatori apagó el vídeo y procedió a guardarlo en el paquete que le había llegado con las demás evidencias.

Sobó sus ojos y se encaminó a la cocina, prepararía algo rápido para poder trabajar toda la noche, sabía que pronto se despertaría Chiaki y normalmente lo primero que pedía después de un día como el vivido, era comida.

Le extraño no escuchar a Akihiko, pero en esos días parecía que el despecho lo había convertido en una especie de ermitaño. Apenas si compartía con ellos y las llamadas que recibía después de ver el identificador, las rechazaba sin siquiera hacer caso de responder con un mensaje.

Le preocupa su salud porque tampoco se alimentaba bien, y entre el cigarrillo y el café, su dieta prácticamente era solo lo que consumía en la noche.

Tal cual como lo vaticino, Yoshino lo abrazo por la espalda para depositar un suave beso sobre ella. La pregunta obligada le sacó una breve sonrisa. Pidiéndole se acomodará le sirvió y procedió a sentarse. El plato de Akihiko fue dejado sobre el mesón debidamente empacado por si deseaba comer algo más noche. Expresamente había pedido al ojiazul que por favor lo dejara descansar «demasiadas emociones», Tori le dio la razón a su pareja. No todos los días te enteras de que tu hermano quiere acusarte del robo qué él está realizando y además saber que, a pesar de haber desviado los fondos, tampoco tiene ni idea de donde se encuentran.

Hablaron un poco de todo, una vez terminaron, el abogado limpio la cocina mientras el revisor fiscal secaba los platos y los acomodaba en los estantes. Se compaginaban muy bien después de tantos años de conocerse, bien podían decir que era toda una vida.

Con una sonrisa inocente, Yoshino procuró tentar a su pareja para que jugaran un poco esa noche. Desde que había llegado Usagi-san no habían tenido ningún momento para entrar al cuarto especial y realmente lo anhelaba.

Dándole una nalgada lo suficientemente dura, le dictaminó dirigirse a la habitación, Tori por hoy tendría que negarse. Actuando más retador, Chiaki se opuso a la orden, era merecedor a un castigo y su Dom debía aplicarlo.

Yoshiyuki lo conocía demasiado bien, por eso pensó en complacerlo sin llegar a lo que su pequeño quería, se había sublevado a su mandato y ese iba a ser su correctivo.

Le pidió que se abriera la bata, descubrió que estaba desnudo debajo de la prenda de algodón. Le señaló con la mano que se acercara y se colocara en posición de firme. Una vez lo tuvo listo, tomó entre sus dientes el aro metálico del pezón izquierdo de su sumiso, mientras el otro lo tiró con la mano.

El gemido y la reacción inmediata del pene del ojiazul, hizo que el abogado lo reprendiera «no tienes permiso», solo obtuvo un nuevo jadeo. Con más fuerza tenso las tetillas del castaño, que se mantenía derecho, pero con un ligero temblor propio del placer dado por el dolor que le provocaban.

El castaño cogió el miembro de su pareja y comenzó a incitarlo mientras besaba intercaladamente su pecho halando de vez en cuando la cadena que unía las dos perforaciones.

Chiaki sabía que no podía cambiar de posición o expresar su gozo hasta que se le ordenara, pero la estimulación intercalada le hizo rogar por el alivio. Con un apretón fuerte a sus rasurados testículos entendió que la respuesta era negativa, lo que no esperaba era sentir la calidez de la boca de Yoshiyuki en su falo.

Próximo a venirse, su Dom detuvo cualquier caricia y se dirigió a la boca de su amante.

—Ve a la cama, por retarme ese es tu castigo.

El sumiso bajó la cabeza, cerró su bata y se dispuso a ir a la habitación, la mano de Tori cogió su cara y lo beso con rudeza, era más que suficiente por esa noche, era parte de su juego y sabía que lo que venía era mucho más prometedor.

Retomó el trabajo con dificultad, Yoshino era un pequeño demonio con cara de angelito que lo desubicaba sin darse cuenta.

Abrió uno de los sobres marcado como "Sospechosos", sacó las copias y sin pensar mucho se dirigió al cuarto de Akihiko. Cuando fue a tocar el teléfono sonó mostrando el nombre de Ishi.

—¡Tenemos que vernos de inmediato!

—¡Mierda! —el problema no fue lo dicho por el abogado de Ijuuin, fue darse cuenta de que el imbécil de su amigo se había escapado bajo sus narices.


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