Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Predestinación por millennialsoul

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! ♥
Disculpen la demora, les traigo un nuevo capítulo que me quedó bastante extenso asi que llamémoslo capítulo especial (?)
Espero que lo disfruten.

IV: Reunión. 

Cuando Viernes le avisó a Tony que Stephen ya había despertado, al fin pudo dejar ir ese molesto nudo en el estómago llamado “ansiedad y preocupación excesiva” que lo venía atormentando durante treinta y tres horas seguidas, que fue todo lo que duró la “pequeña” siesta del buen doctor.

Tony sirvió un vaso de agua fresca de su refrigerador y al llegar a la habitación, su habitación, el hechicero estaba sentado en la cama y charlando con Viernes. Punto para Stephen: él no estaba mirando al techo como casi todos solían hacer cuando hablaban con sus I.As.

"No me molestaría hacer más conjuros inofensivos para ti, para que puedas analizarlos todo lo que quieras".

“Gracias, doc. Realmente disfruté analizando su firma de energía”.

El doctor lo miró con ojos descansados, Tony decidió que le encantaba la combinación de Stephen y su cama, la forma en la que se veía al despertar, con el cabello revuelto y en una camiseta simple de su propio closet. Vulnerable, cotidiano, cálido. Lo único que desentonaba era la curiosa Capa flotando al otro lado de la cama, como un soldado en guardia.

"Me gusta tu inteligencia artificial", le dijo Stephen.

"Si, lo noté". Tony se sentó en el borde de la cama. “¿Cómo te sientes, Aurora?”

Éste sonrió y negó con la cabeza ante la referencia a la Bella Durmiente. “Bastante bien. ¿Cuánto tiempo estuve afuera?”

“Unas treinta y dos horas con cuarenta y siete minutos”.

Aquel no pareció sorprenderse con el dato. “Bueno, no estuvo tan mal.”

“¿Siempre sueles dormir tanto al volver de una misión? Dios, no puedo imaginarme a mí mismo durmiendo esa cantidad de horas, de hecho, tengo suerte si puedo pasar las cinco o seis horas de sueño ininterrumpido”.

“Estuve cinco días trabajando casi sin descanso. Nosotros, los Maestros de las Artes Místicas, extraemos energías del entorno, de la dimensión en la que nos encontramos para poder usar nuestros hechizos, y al volver estaba demasiado cansado como para poder pensar con claridad y concentrarme. Supongo que cuando curé al muchacho terminé gastando parte de mi energía personal y eso terminó de agotarme por completo”.

Tony hizo una mueca de desagrado y preocupación, y le tendió a Stephen el vaso con agua. Se lo terminó en un par de segundos. “No te preocupes, ya he recargado toda mi energía. Te dije que estoy bien, sólo tengo un poco de sed y muero de hambre. ¿Cómo se encuentra el muchacho?”

“Peter está bien, demasiado bien, de hecho. No quería irse hasta que despertaras para darte las gracias y se la pasó molestándome todo el rato. Tuve que amenazarlo con llamar a su tía si no volvía a su departamento”.

Stephen se quedó mirándolo con una expresión suave, sonriendo de forma sutil. Tony se preguntó que estaba pasando por ese complejo cerebro suyo.

“Me alegra que el niño esté bien, puedo ver lo importante que es para ti”.

Oh. Bueno, Tony no podía negar eso.

“Entonces…” continuó Stephen mirando a su alrededor con una ceja arqueada. “¿Es esta una habitación para invitados? Sabía que eras un billonario excéntrico, pero esto es demasiado.”

Tony sonrió con malicia. “Oh, no, por supuesto que no. Aunque las habitaciones para invitados también son impresionantes, sabes. Esta es mihabitación, de hecho.”

Stephen abrió los ojos grandes y no pudo evitar reírse de la confusión de aquel hombre.

“¡Tony! Pero qué demonios…” En ese momento, luego de otra mirada exhaustiva a su cuarto, el doctor pareció percatarse de algo. Tony pudo ver la lamparilla encendiéndose. “Es decir… ¿duermes sólo? ¿Acaso tú y la señorita Potts no son…?”

“… ¿Pareja?” Finalizó, acercándose un poco más para tomar la mano cubierta de cicatrices entre las suyas. “No, no lo somos, terminamos hace tiempo, pero seguimos siendo amigos. ¿Es por eso que siempre tenías excusas para vernos?”

Stephen enredó sus dedos con los suyos y Tony volvió a sumergirse en las sensaciones, cada vez más acostumbrado a ellas, anhelando tener un poco más.

“Sabes, podrías haberme preguntado…”

Los bonitos ojos verde-azules se enfocaron en él, estaban muy cerca. “Lo hubiese hecho, pero bueno, tú sabes… Emergencias pasan y te consumen el tiempo…”

Tony se rió, y notó al otro hombre acercándose para un beso, él también se acercó. “No eres bueno mintiendo.”

Era demasiado hermoso poder estar de nuevo en contacto con esos labios tan únicos y característicos de Stephen. Antes de cerrar los ojos notó el destello rojo abandonando velozmente la habitación. Esta vez fue el mago quien tomó la iniciativa y eso fue suficiente para que Tony suspirara como una colegiala enamorada. Una mano temblorosa se posó en su rostro y entonces profundizó el beso, encontrando que ambos estaban en perfecta sincronía, como si supieran exactamente como besaba el otro, como mover los labios, como girar el rostro.

Él jamás había sido la clase de persona que desperdiciaba oportunidades o pensaba demasiado las cosas cuando estaban sucediendo en ese preciso instante. Las personas solían llamarlo impulsivo o le decían que pensara más con la cabeza de arriba, y Tony a veces tenía que darles la razón. Después de todo, él siempre había sido la clase de hombre que tomaba lo que quería. Así que realmente no se sorprendió de sí mismo cuando se encontró sentado en el regazo de Stephen, besándolo con más fuerza, recibiendo un gemido profundo que entró directo por sus oídos y envió su sangre directo al sur.

“Tony…” jadeó Stephen y lo abrazó como si jamás quisiera dejarlo ir, moviendo sus labios para trazar un camino a lo largo de su mandíbula. Las manos de Tony se dirigieron al cabello del hombre y se sorprendió al encontrarlo tan suave y limpio, supuso que era la practicidad de la magia.

Estaba recibiendo una deliciosa cantidad de besos en su cuello cuando el estómago de Stephen sonó escandalosamente entre ambos hombres. Se congelaron por un segundo y luego se echaron a reír con ganas. Tony tomó el rostro avergonzado y sonriente del hechicero entre sus manos y acarició sus destacados y elegantes pómulos.

“Lo siento, no recuerdo cuando fue la última vez que comí bien”.

Tuvo que besarle la frente ante eso, abrumado por la urgente necesidad de atender y cuidar a otro ser humano. “¿Te gusta la pasta? Tengo una porción para ti que encargué al mediodía por si despertabas. Puedo recalentarla si quieres, o podría pedir otra cosa…”

“Pasta suena bien”, contestó Stephen, dándole un pequeño beso en los labios. “Ahora, necesito que te levantes, tengo que orinar”.

“Tu regazo es cómodo”, dijo, y movió las caderas provocadoramente. Valió la pena el gesto cuando vió a Stephen morder sus propios labios por la excitación.

“Si te bajas ahora, mañana te llevaré a cenar lo que quieras”.

“¿Mañana?” Preguntó impaciente. “¿No podría ser hoy?”

“He estado mucho tiempo fuera del Sanctum y tengo muchas cosas qué hacer, lo siento, Tony”.

Él no podía sentirse molesto cuando había una disculpa real en esos ojos, así que se bajó a regañadientes del regazo de Stephen. No sin antes robarle un beso más.

Con el doctor en el baño (se encargó de dejarle ropa limpia por si quería ducharse) se fue directo a la cocina a recalentar la pasta. Mientras esperaba le envió un mensaje a Peter diciéndole que Stephen ya había despertado y recibió casi al instante la respuesta entusiasta del adolescente, preguntando cuándo podría ir a verlo en persona. Él iba a encargarse de eso luego, sabía que Peter no iba a dejar de presionar hasta poder lograr un encuentro con su “salvador”.

Cuando Stephen se sentó a comer (otra vez el pedazo de tela viviente apareció para posarse sobre los hombros de su dueño) Tony realmente disfrutó de la vista, jamás pensó que algo tan mundano como ver a otra persona comiendo podría enviar un cosquilleo en sus entrañas. Hablaron un poco entre cada bocado, él ya había almorzado pero Stephen insistió en que se le uniera porque al parecer la mirada de Tony era algo incómoda, y mientras conversaban sobre el asalto al museo, entre otras cosas, dejó que su mente vagara entre los pensamientos nuevos que su mente insistía en analizar.

Él no podía negar que ya había algo construyéndose entre ellos dos. Basándose en sus sueños y visiones de su vida pasada, ya sabía lo compatibles que sus almas eran, lo enlazadas que estaban y que sin dudas el vínculo que ambos compartían era algo muy fuera de lo común. Sabía que era una cuestión de tiempo hasta que ambos compartieran un beso al fin. Sin embargo, él sabía que ese Tony no era el mismo que ésteTony, y podría decir lo mismo de Stephen. Ellos en realidad se conocían muy poco en esta vida, y aunque él iba a hacer todo lo posible por conocer más a ese hermoso hombre en su cocina, sus inseguridades y su autoestima no eran precisamente algo fácil con lo que otros pudieran lidiar. Basta con ver a Pepper, la pobre mujer decidió marcharse luego de intentarlo tantas veces.

Deseó saber de antemano si podría ser capaz de hacer funcionar algo así, porque de pronto se sintió vulnerable al pensar que no sabía si podría ser capaz de manejar otro corazón roto.

Stephen agradeció por la comida y con un gesto de su mano los platos y utensilios estaban limpios y relucientes. Y todo sin una varita mágica, el hombre podría ser la envidia de Harry Potter y compañía.  

“Entonces, ¿me acompañas al museo? Será un vistazo rápido.”

“Sí, seguro, deja que me cambie y nos vamos.” Contestó Tony poniéndose de pie y yendo a su habitación. Le insinuó a Stephen que lo acompañara, poniendo su mejor cara de seductor, pero éste sólo se rió y rechazó la oferta. Tony jamás había sido rechazado antes en lo que se refería al sexo, y eso hizo que el hechicero le gustara aún más. Él era un bastardo retorcido, no podía negarlo. Sin embargo la negativa de Stephen no lo desanimó en absoluto, ya que sabía (estaba seguro) que el deseo era mutuo y realmente apreció que al menos uno de los dos pudiera ser el sensato de la relación.

Sí, en la mente de Tony ellos ya estaban en una relación.


“Esta es la cita más inusual a la que me hayan traído”, dijo Tony con la mirada fija al museo.

Stephen se rió. “Al menos no puedes decir que nuestra primera cita no fue lo bastante original”.

Ellos entraron y recorrieron el lugar, cuando encontraron a un guardia de seguridad el tipo reconoció de inmediato a Tony y se ofreció a contestar todas las preguntas que desearan, agradecido por haberles salvado la vida.

Tony dejó a Stephen encargarse del asunto, después de todo ésta era su área. Estaba feliz con contemplar al hombre trabajando, siendo profesional a pesar de no llevar su atuendo de mago, salvo la Capa convertida en bufanda roja. Por supuesto que la cosa podía transformarse.  

El hombre de seguridad los llevó hacia la vitrina en donde al parecer estaba el artefacto que los terroristas querían robar. Se trataba de una cosa parecida a una linterna, parecía bastante antigua y la placa rezaba "Ojo de Avalon", al menos tenía un nombre imponente. Stephen a su lado sólo resopló y sonrió presumido, dejando un poco perplejo a Tony.

“¿Tanto escándalo por una réplica?” La empleada del museo parecía bastante escandalizada. Tony aguantó las ganas de reírse. “Esos idiotas fueron a la cárcel por un pedazo de metal con plástico que ni siquiera es antiguo”

La pobre mujer en pánico comenzó a gritar, y ella y Stephen discutieron un buen rato. Tony notó que el hechicero no era precisamente la persona más amable del mundo, de hecho, era bastante exasperante, altanero y sarcástico. Sin embargo, a Tony le encantó su forma de ser, casi parecía que este tipo y el que podía sonrojarse cuando estaba con él no eran la misma persona.

“Es falsa. No puedo sentir magia emanando de esto, ni siquiera es una buena imitación”. Le dijo a Tony mientras caminaban solos por el pasillo del museo, una vez que lograron deshacerse de la mujer. “El verdadero está en Kamar-Taj, y créeme, no se parece ni siquiera un poco. Es bastante poderoso…”

Stephen se distrajo con una de las vitrinas que estaban exhibidas en las paredes. Frunciendo el ceño, se acercó a una de las más pequeñas y Tony lo siguió, curioso de su comportamiento. Se trataba de una moneda antigua de lo más corriente, sin embargo, aquel la miraba como si estuviera en frente el Santo Grial.

“¿Qué pasa?” Preguntó tras segundos de silencio y la mirada sin parpadear de Stephen en el pequeño objeto.

“¿No lo sientes?” le preguntó, Tony negó con la cabeza, no sabiendo qué era lo que se suponía que debía sentir. Como Stephen no contestó, él se acercó al objeto y leyó la placa que rezaba debajo:

“Un OBOLO perteneciente al siglo V. a.C.”

Y nada más. Sólo es una moneda antigua, pensó Tony. Stephen pareció volver en sí al cabo de unos segundos. Le dijo que sintió una pequeña oleada de magia débil en ella, pero que no era nada que pudiera causar problemas ni algo digno de preocupación, así que Tony le restó importancia y siguió caminando junto al hechicero. Se preguntó si el hecho de poder sentir el aura, la magia y la energía de las cosas, como Strange le fue explicando al ir saliendo del edificio, era algo tedioso en ocasiones. Quiso saber cómo era su día a día, cómo hizo, siendo un hombre de ciencia, un doctor, para poder abrir su mente y asimilar el hecho de la existencia de la magia, de aceptar lo místico y poder sumergirse día a día en ese campo para nada predecible. Él deseó poder ver lo que Stephen veía, tenía curiosidad por saber qué tan diferente podía sentirse la magia atravesando tu cuerpo y ser convertida en un hechizo capaz de mandar a volar a alguien o de retenerlo en su lugar. 

Entonces la revelación lo golpeó un poco (bastante en realidad) fuerte: él ya no le temía a la magia, y estaba deseando poder conocer más del tema. O por lo menos eso era lo que Stephen despertaba en él.

Cuando el doctor ofreció crear un portal para llevar a Tony de regreso a su casa, él lo rechazó simplemente porque tenía ganas de caminar un poco y reflexionar. El doctor no se ofendió ni pidió explicaciones, algo que Tony agradeció y consideró agradable.

Sólo se molestaron un poco cuando ambos notaron que un par de personas estaban intentando tomar fotos en intentos muy pobremente discretos con sus celulares, y entonces ellos no pudieron darse un beso de despedida. Aún era muy pronto para que los medios enloquezcan y el anonimato de Stephen se vea perjudicado. Así que se fueron cada uno por su lado, Tony de regreso a su edificio y Stephen a buscar un callejón desierto para poder crear un portal directo a su guarida mágica, castillo, Sanctum algo.

A penas dos segundos de separarse habían pasado y él ya estaba deseando que el día pase rápido para poder tener esa cena con Stephen.

Cuando Tony se fue a dormir esa noche, aún seguía pensando en el mago. Él sabía que era demasiado pronto y se sentía bastante estúpido al ponerlo en palabras, pero la realidad era que estaba enamorándose a una velocidad peligrosa. No hacía mucho tiempo que había terminado con Pepper y lo que menos necesitaba ahora era tener a otra persona que termine cansándose de él y se fuera porque Tony era un paquete demasiado pesado para que cualquier humano pudiese manejar. Sin embargo, Stephen no era un humano ordinario y también ponía sus obligaciones como Hechicero Supremo por encima de lo personal, quizás con él no iba a tener que vivir dando explicaciones por tomar tantos recaudos, ni disculparse por su comportamiento obsesivo, el hombre parecía alguien con un pasado intenso y un mundo de responsabilidades y traumas también.

Quizás ambos eran distintas caras de una misma moneda y no pudo evitar pensar en sus similitudes de carácter y gustos.

Quizás la vida no lo odiaba tanto si había puesto a Stephen en su camino. Se quedó dormido con una sonrisa y fue una noche de sueños de otra vida.


Él estaba recostado sobre el cerezo de su jardín. La encantadora música de su esposo inundaba el bosque y como siempre, los animales comenzaron a aparecer entre los árboles atraídos por la mágica melodía. No había nada que le gustara más en el mundo que ver a su hombre componer y tocar su instrumento, sin dudas los dioses le habían dado muchos dones además de su impresionante belleza. Sus manos eran talentosas y ágiles, delicadas y minuciosas, y él las amaba.

Cuando la canción terminó, Tony aplaudió con entusiasmo y su marido sonrió un poco acalorado, se recostó sobre su pecho y el peso fue más que bienvenido. Sin embargo, había algo que quería preguntarle y que no estaba dispuesto a dejar pasar.

“¿Hay algo que esté preocupándote?”

El hombre simplemente suspiró con la cara enterrada en su cuello y Tony acarició su cabello castaño, jugando con uno de sus cortos rizos.

“¿Por qué lo dices?”

“La música que compones es un reflejo de tu corazón. Era una melodía magnífica, pero pude sentir un poco de incertidumbre en ella… Por eso quiero saber si hay algo que esté preocupándote.”

Pudo sentir la sonrisa esbozándose en su cuello.

“Eres tan perceptivo… Estoy bien, cariño. Sólo tengo un poco de sueño, no estoy durmiendo muy bien en las noches”.

Tony frunció los labios con eso. “¿Pesadillas otra vez?”

Stephen asintió con la cabeza y Tony se recostó mejor para que aquel estuviera más cómodo. “Intenta dormir un poco, yo estoy aquí… Siempre voy a estar contigo”.

Con el sonido del viento meciendo las hojas de los árboles y los murmullos de los animales, Tony fue quedándose dormido al igual que el hombre encima suyo. No hubo pesadillas para ninguno de los dos en esa ocasión.


 Resultó que al final ellos pudieron salir a cenar cuatro días después. Según Stephen, había demasiadas cosas de las que encargarse y que no podía dejar pasar. Tony le creyó, por supuesto, sin embargo no dejaba de estar ansioso por verlo de nuevo y pensó que algo de distracción vendría bien. Así que visitó a Peter, fue a una molesta y tediosa reunión con Ross que lo dejó echando chispas, se reunió con Pepper para firmar algunos papeles y trabajó en el Mark 50, su nuevo traje con nanotecnología.

Así, los días pasaron un poco más rápido y cuando Tony se metió dentro de su enorme closet para elegir lo que se pondría para su cita, no podía dejar de sonreír como un idiota. Por supuesto eso bastó para que Rhodey se burle sin descanso de él. A Tony no le molestó.

“¿Qué opinas de esta camisa?” Le preguntó a su mejor amigo, luciendo una camisa roja de Prada y ningún pantalón debajo. Rhodey negó con la cabeza y se rió.

“Opino que los calzoncillos con corazones no son muy elegantes.”

“No sabes nada, Rhodes. Además, si no le gusta estos calzoncillos tendrá que quitármelos rápido, ¿no crees? Todos ganamos al final.”

El Coronel se llevó ambas manos a su rostro. “Por Dios, no sé por qué estoy aquí en primer lugar.”

“Seguramente para decirme tu clásico sermón sobre el sexo seguro y aburrirme con unas mil preguntas sobre Stephen…” dijo distraídamente mientras se miraba al espejo. Él se fijó en un traje de tres piezas de color azabache y comenzó a probárselo.

“Es que no lo conozco, no sé si deberías ir, Tony. Podrías estar hechizado… Todo ese asunto de las almas gemelas y los sueños se me hace muy sospechoso.”

Cuando se miró al espejo, no estaba muy satisfecho con su aspecto, demasiado formal.

“Voy a estar bien, mamá.” Comentó rodando los ojos. “Es todo un caballero, ni siquiera me ha tocado debajo de la cintura y eso que me tuvo encima suyo en mi propia cama”.

Al parecer, Rhodey no quiso comentar nada sobre eso y Tony siguió en la búsqueda del atuendo ideal. Tomó un conjunto de pantalón y saco color vino y una camiseta negra con escote en V.

Ahora sí, bingo. Esa combinación iba llamar la atención de Stephen sin dudas. Además el pantalón tenía un corte muy elegante que resaltaba la forma de su trasero y la camiseta le aportaba un aire casual. Su amigo le dio un pulgar arriba cuando lo vio.

“Sigo pensando que debería conocerlo…” Continuó éste.

“Vas a conocerlo, cariño, va a pasar a buscarme en diez minutos” Se apresuró en arreglar su cabello con un poco de gel. “Además, si todo sale bien vas a tener que ver a Stephen paseando por aquí bastante seguido”.

Rhodey sonrió y le dio su clásica mirada de “si no hay más remedio”.

Estaba terminando de colocarse los zapatos cuando su teléfono sonó y Tony le contestó a Stephen que ya podía pasar a recogerlo a su habitación. Fue muy graciosa la expresión del Coronel al abrirse un portal justo a su lado, poniéndose de pie al instante. Él sonrió para disminuir un poco la tensión de su amigo y funcionó cuando Rhodey volvió a sentarse en la cama. Stephen entró entonces, quitándole la respiración al instante.

No llevaba sus atuendos de mago y estaba más que agradecido por eso, y también de que haya otra persona en la habitación, sino Tony se hubiera abalanzado sobre el hombre. La camisa de seda púrpura resaltaba su pálido color de piel, y el saco resaltaba su figura esbelta. Sus largas piernas sofocadas en pantalones muy finos haciendo juego con el saco.

“Buenas noches, Tony”. Dijo con su voz grave, sensual. De inmediato se fijó en el Coronel y le tendió su mano, Rhodey se puso de pie y la estrechó, mirando al hombre con intensidad. “Y tú debes ser el Coronel James Rhodas, Tony me habló mucho de ti. Prometo no propasarme con él”, bromeó para romper el hielo.

“Pero yo sí que voy a propasarme contigo, Merlín…” continuó con la broma, que sólo hizo que su amigo rodara los ojos. Stephen se sonrojó levemente y continuó con las presentaciones.

“Soy el doctor Stephen Strange, ex neurocirujano, Maestro de las Artes Místicas y más recientemente, Hechicero Supremo.”

Ok, eso sí que era querer impresionar. Rhodey sólo levantó una ceja y contestó “Coronel James Rhodes, como bien sabes. War Machine, miembro de los Avengers y aquel que va a patear tu trasero si le haces daño”.

Se quedaron mirándose por varios segundos, Tony sentía como si estuviera yendo a su baile de graduación y su pareja tenía que ganarse la aprobación de su padre.

“Vaya momento incómodo y cliché, ¿eh? ¿Nos vamos Stephen?”

“Claro…” Le contestó Stephen, sin despegar los ojos del hombre moreno. “Te prometo que no voy a lastimarlo, jamás me atrevería a jugar con él, Coronel.” La expresión de Stephen se suavizó y continuó hablando. “Mi intención es cuidarlo, al igual que tú. Buenas noches.”

Tony sintió su corazón calentarse al escuchar eso, Dios, se estaba muriendo de ganas por un beso. Stephen comenzó a conjurar otro portal y antes de cruzarlo le dijo a su mejor amigo “¿Lo ves? Todo un caballero.” Y entonces el portal se cerró.


Ellos estaban caminando por las calles de Londres, el clima esa noche era bastante agradable, ideal, diría él. Estaban decidiendo sobre qué lugar ir, y luego de unos minutos deliberando aparecieron en algún pueblo de Italia, con la esperanza de que pudieran cenar tranquilos y que los lugareños no reconozcan tan rápido a Tony. Esa parte del plan falló bastante rápido, ya que la recepcionista casi deja caer su tableta al ver a Stark parado delante de ella. Él le habló en fluido italiano, más que nada para impresionar a Stephen, y le pidió que sea discreta y le dé una mesa apartada del resto. La muchacha asintió y los llevó a un rincón VIP, Stephen también le agradeció en perfecto italiano y le guiñó el ojo seductoramente. Está bien, ahora la muchacha no era la única que estaba en llamas.

Las horas pasaban increíblemente rápido en aquella charla tan fluida e interesante, no recordaba cuando había sido la última vez que conversó tanto con alguien sin aburrirse y de no solamente de un tema en específico. Ellos comenzaron a hablar de magia y tecnología para la entrada, una botella de vino después se encontraban discutiendo sobre películas clásicas, para el plato principal Tony comenzó a contar su historia. Desde la cueva en Vietnam, hasta el búnker en Siberia.

Siempre había sido difícil para él hablar sobre su pasado con desconocidos o con cualquier persona que no fuera alguien muy íntimo, y sin embargo aún le costaba contar algunas cosas. Con Stephen no parecía ser el caso. Se encontró contándole cosas de las que hace mucho tiempo no hablaba y aunque dejó de lado muchos detalles, más por una cuestión de no querer irse por las ramas y terminar hablando sólo de él, pudo hasta llegar al punto de su pelea con Rogers.

“Nunca me gustó demasiado el Capitán Perfección”, le dijo Stephen, llevándose a la boca un bocado de su panna cotta, y Tony deseó poder saborear un poco de ese delicioso postre en los labios de aquel.

Se quedaron un poco más, incluso cuando ya habían comido lo suficiente. Después el hechicero propuso salir a estirar un poco las piernas y estuvo de acuerdo. Dejó una exagerada propina en la mesa y pagó la cuenta, negándose a que Stephen pague cuando sabía que ser hechicero no era una profesión paga. El otro aceptó a regañadientes cuando Tony le dijo que sólo la camiseta que llevaba puesta valía siete veces más que el dinero que estaba dejando en el restaurante.

Estaban caminando sobre una bonita calle de piedras cuando Stephen comenzó a contarle su historia. Tony ya sabía que era un neurocirujano y del accidente en auto, lo había buscado en Internet al poco tiempo de conocerlo, y luego no aparecía nada más en la red. Él entendió su dolor, escuchó todo muy atentamente y comentó algunas cosas, pero más que nada permaneció en silencio, respetando y agradeciendo poder ser alguien de confianza para aquel. Se enteró de Christine, de la muerte de Ancestral y de lo doloroso que había sido para Stephen, de las enseñanzas de su difunta y querida maestra, del incidente de Dormammu y de lo que tuvo que hacer para poder lograr alejarlo de la Tierra, de las secuelas que todavía tenía que seguir manejando por haber muerto tantas veces. Así que Stephen también tenía pesadillas…

Eran mucho más parecidos de lo que creía, al final. Ambos arrogantes egoístas que recibieron una lección de vida de una persona sabia a la que tuvieron que ver morir, cambiando el rumbo de su vida para bien y usando sus talentos para proteger el planeta. Repletos de traumas.

Comprendió que no eran más que un par de seres humanos rotos a la espera de su otra mitad, cargados de culpa por los errores de su vida pasada, solitarios y hambrientos de afecto.

Tony quería ser todo lo que Stephen deseara, necesitara.

Tony quería juntar todas las piezas rotas de Stephen y reparar su alma, como el mecánico que era.

Tony sabía que Stephen quería curar su corazón y su mente lastimada, como el doctor que era.

Cuando la historia terminó, ellos continuaron caminando en un agradable silencio que ninguno llenó con chistes estúpidos ni comentarios sarcásticos. Su brazo estaba enganchado del de Stephen, y Tony lo miró con atención. Su pálido rostro parecía brillar a la luz de la luna, los mechones de cabello blanco resaltando sobre la oscuridad del resto, los ojos claros curvándose al sonreír, porque notó la intensidad con la que estaba siendo observado y detuvo su caminata.

“¿Qué tanto está mirando, señor Stark?” preguntó el doctor, coqueto.

“Eres jodidamente hermoso… ¿Lo sabías?” dijo Tony, sin poder contenerse.

Stephen sonrió aún más y tomó su mano, arrastrándolo hacia la parte trasera de un edificio bastante desierto. Fue arrinconado contra la pared, en donde Stephen se inclinó para besarlo y Tony quería gritar de alegría, cuatro días sin un beso parecían ahora una eternidad. Atrajo el cuerpo esbelto del otro hombre, pegándose de inmediato y acariciando los costados de su torso, ansioso por sentir algo de piel debajo de la fina tela de su camisa. No fue consiente de cuantos besos ni de cuantos minutos pasaron, él sólo sentía los labios tocándolo, las lenguas compartiendo exquisitos sabores y los dientes a veces chocando y mordiendo. Todo era muy intenso, estaba quedándose sin aire y entonces tuvo que cortar el beso unos segundos.

“Dios, Stephen…” Susurró con urgencia, y el mencionado llevó su boca abierta directo a su cuello, recorriéndolo con desesperación, las manos temblorosas sin dejar de explorar su pecho vestido y su rostro.

Cuando Tony tironeó de la camisa y logró que sus dedos tocaran algo de piel, el hombre más alto soltó una especie de jadeo que lo volvió loco, y de nuevo sus bocas estaban luchando por dominar.

“¿Tu cama o la mía?” Preguntó agitado, mordiendo el labio inferior de Stephen.

“En el Sanctum está Wong. Vamos a tu habitación”, dijo, e inmediatamente se puso el anillo para crear un portal.

Cuando lo traspasaron, Tony arrojó su saco en algún lugar del suelo de su habitación y el doctor hizo lo mismo, una vez más encontrándose a medio camino para continuar con su sesión infinita de besos. Todo su cuerpo ardía, su mente estaba demasiado nublada por las hormonas y su corazón parecía querer atravesar su pecho. No se sentía así desde que era un adolescente y había descubierto el mundo del sexo. Stephen hacía que se sienta joven otra vez, desesperado y capaz de cualquier cosa por obtener un poco más.

Fue llevándolo hasta su cama, sin cortar el beso y haciéndolo caminar para atrás, hasta que sus largas piernas tocaron el borde de la cama y entonces el doctor se sentó en el borde del colchón. Tony se separó para apreciar la obra de arte que era su compañero, los labios rojos e hinchados, la camisa hecha un desastre al igual que su cabello y los ojos brillantes por el deseo. Sentía que iba a explotar si no hacía algo pronto, así que desabrochó por completo la camisa y admiró los músculos del hombre y la piel como porcelana, si bien él había visto hombres con más músculos en su vida (hola, él estaba en los Vengadores) le pareció que Stephen era perfecto.

“¿Vas a quedarte ahí mirando o vas a hacer algo al respecto?”, murmuró el doctor con voz aterciopelada, enviando escalofríos por su columna. Unos maravillosos dedos largos acariciaron su mejilla y el pulgar rozó sus labios, Tony mordió con suavidad la yema de ese dedo y el otro hombre suspiró pesadamente.

Entonces Tony se arrodilló como si fuese un creyente en presencia de su Dios todopoderoso y con la cara a la altura de la entrepierna de Stephen comenzó a desabrochar sus pantalones. Se atrevió a mirar hacia arriba, se encontró con una mirada negra de lujuria y aun así tan llena de amorque si continuaba mirándolo podría formarse un nudo en su garganta. Amasó el bulto duro dentro de los calzoncillos, escuchando el gemido de Stephen con cada caricia, y cuando por fin liberó la erección de la tela no se sorprendió (pero si que estaba feliz) al ver lo grande que era el hombre, por supuesto que iba a ser perfecto en todos los sentidos.

“Hora de lucir tus talentos, Tony”, se dijo a si mismo antes de besar cariñosamente la punta de la hombría del otro hombre. Él quería volver loco a Stephen, y se esforzó en darle la mejor mamada de su vida pese a que ya hacía mucho tiempo que Tony no hacía algo así, quizás desde el MIT, pero estas cosas son como andar en bicicleta.

Chupó la punta con esmero y fue metiéndose el cálido miembro poco a poco en su boca, lamiendo la vena del tronco y usando su mano también, su propia erección dolía cada vez que escuchaba a Stephen gemir. Una de las manos del doctor se enredó en su cabello, Tony no dejó de subir y bajar su cabeza, de chupar con ganas y de reprimir las arcadas cuando se lo metía muy profundo.

“Mírame, hermoso”, dijo aquel, y Tony obedeció ante el cariñoso apodo, regalándole además una sonrisa con la boca llena. “Vas a hacer que me corra demasiado rápido si sigues así, eres tan bueno en esto…”

Salió de Stephen con un ruidoso pop, y continuó masturbándolo con su mano. “¿No quieres venirte en mi boca?”

“Por Vishanti, sí que quiero, pero no ahora, no aún. Ven aquí, aún tienes demasiada ropa puesta”.

Él se subió a la cama y se dejó desnudar, sintiéndose inusualmente intimidado ante la mirada depredadora que Stephen estaba dándole a su cuerpo sin ropa. De pronto, fue consciente de la enorme cicatriz en su pecho y de lo mucho que odiaba mostrarla.

“Es frustrante, no sé por dónde empezar”, bromeó el doctor, quizás notando el cambio en el ánimo de Tony. “Te ves exquisito, cariño…”

Las palabras enviaron la suficiente calidez como para que él decida dejar ir por un momento sus inseguridades. El hechicero terminó de desnudarse y besó sus labios con una lentitud desesperante, los lamió una y otra vez, mientras envolvía con una de sus manos la necesitada erección de Tony, y éste no podía evitar que su respiración entrecortada se convierta en gemidos desesperados. Ambos hombres se acariciaron y besaron sin prisas, disfrutando del roce de las pieles cálidas desnudas. La boca de Stephen estaba sobre uno de sus pezones, y su lengua recorrió las maltratadas cicatrices, ya no sentía vergüenza, sino que las sensaciones eran tantas que su cuerpo no iba poder soportar mucho tiempo más de esa manera, tembló en anticipación cuando el doctor fue bajando por su estómago y se detuvo entre sus piernas. Las separó y tomó una de las extremidades, besando con cariño la cara interna de uno de sus muslos. Trazó un camino que se le hizo interminable hasta que llegó por fin a su miembro, al que Stephen engulló por completo de una vez. Tony gritó abrumado por el placer y los recuerdos de su vida pasada saturando su cerebro, mezclándose con los del presente. Era demasiado bueno, por momentos el hombre se movía rápido y succionaba fuerte, luego lamía y chupaba con suavidad, haciendo ruidos de lo más obscenos.

El ruido del cajón de su mesita de luz lo distrajo, y vio con sorpresa que la botellita de lubricante volaba hacia la mano abierta del doctor. Bendita la magia.

Stephen salió de su erección para abrir la botella simplemente con una mirada y guiñar descaradamente un ojo a Tony. Él podría haber dicho algo ingenioso, o gracioso, pero su cerebro estaba en cortocircuito y colapsó aún más cuando un par de dedos resbalosos y temblorosos comenzaron a acariciar su agujero.

“Si quieres que pare, sólo dímelo, ¿está bien?” Tony simplemente asintió con la cabeza, ansioso por más.

Stephen volvió a chuparlo con entusiasmo a la vez que metía muy despacio los dedos para estirarlo, siendo amable con aquella parte de su cuerpo que Tony no usaba para este tipo de actividades hace ya muchos años. El calor estaba creciendo en su vientre y el placer llegaba a su punto más alto cuando tres dedos entraban y salían de él, y Stephen no dejaba de chuparlo.

“Stephen… Aaaah… No creo poder aguantar mucho más”.

La respuesta del hombre fue aumentar el ritmo, Tony se movió desesperado en su intento de salirse de la boca de Stephen pero el hombre tomó sus caderas con ambas manos, manteniéndolo en el lugar. Él se corrió con un gemido lastimero y fuerte, con zumbidos en sus oídos y un hormigueo placentero en sus extremidades. Cuando bajó un poco de las alturas notó que Stephen se había tragado todo y se limpiaba la comisura de los labios con una de sus manos.

“Qué sucio eres, doctor… ¿Dónde has estado toda mi vida?”

El hombre se rió de eso, y volvió a hundir sus dedos en la entrada de Tony, para terminar de estirarlo. “Y tú eres jodidamente delicioso, estás volviéndome loco”.

Tony notó que su miembro ya estaba medio duro tan rápido, y en realidad era bastante comprensible dado lo increíblemente caliente que era su pareja y que aquel había sido el mejor orgasmo que había tenido en años.

“Ya estoy listo, necesito que me cojas en este preciso momento”. Stephen gimió ante el lenguaje sucio, y retiró los dedos. Tony se sentó en la cama para poder preparar al otro hombre. Colocó una buena cantidad de lubricante en su mano y comenzó a esparcirlo en la dura y larga erección, mientras buscaba sus labios para morderlos y besarlos con intensidad. Con gentileza, Stephen corrió su mano y envolvió el cuerpo de Tony con sus largos brazos, acostándolo de nuevo en la cama. Colocó varias almohadas debajo suyo y separó sus piernas, una vez más, Tony se encontró temblando por la anticipación.

Stephen fue metiéndose lentamente en él, dolía bastante, ardía con cada centímetro adentro, pero era un dolor bienvenido y soportable, no quería que se detuviera. Cuando al fin tocó fondo, Tony se sintió tan lleno que apenas podía respirar, tantas cosas atoradas en su garganta. El hechicero acarició sus caderas y se inclinó un poco hacia adelante, haciendo que Tony gimiera por sentirlo aún más profundo, y poso sus labios sobre los suyos, apenas rozándolo, ambos respirando el mismo aire.

“Eres mío Tony, no voy a dejarte ir nunca, cariño…”

Quizás fue por la forma en la que lo dijo o porque ya había comenzado a moverse, pese a que ya casi no dolía y el placer era desmesurado, pero un par de lágrimas inundaron los ojos de Tony. Al principio fueron movimientos lentos y profundos, algunos besos desparramados por su rostro sudoroso. Luego se tornaron duros y rápidos, y Tony aulló de placer cuando Stephen le hizo el amor de manera salvaje y cariñosa a la vez, el aire se llenó de gemidos y los chirridos de la cama, sus manos se sujetaron de la espalda de aquel, como si estuviera aferrándose a la vida.

Stephen lo besó muy duro y Tony ya estaba cerca, por la manera errática y desesperada con la que lo embestía supuso que era lo mismo para el otro hombre.

Entonces Tony, ya bastante perdido en el placer, notó algo tarde que, de hecho, él estaba hablando.

"Cuántos milenios he esperado para volver a tenerte... Creí que nunca más íbamos a volver a hacer el amor..."

Ni siquiera tuvo que preguntarse de dónde vino eso, ni cómo era posible que se sienta bastante como aquel Tony y su yo presente al mismo tiempo. Stephen, por supuesto, le contestó.

"Te prometí que te volvería a encontrar, sin importar qué... Te extrañé tanto".

Las manos de aquel apretaron con fuerza su trasero y entonces todo se hizo más ruidoso y caliente, ambos ya en el borde. La mano derecha de Tony viajó hasta su propia erección, ya no podía soportar más.

“Eso es, tócate a ti mismo, cariño…”

Un par de movimientos después Tony se vino una vez más en su propia mano y al contraer sus músculos por el orgasmo también pudo sentir a Stephen gimiendo pesadamente, pegado a sus labios, llenándolo de su esencia. Ambos hombres tardaron en salir de la bruma del placer, respirando con dificultad y sonriendo radiantes como los idiotas enamorados que eran.

Stephen se acostó a su lado y Tony se acurrucó en su costado, sintiéndose ahora un poco vacío al no tenerlo dentro suyo.

Stephen se colocó de costado también y los dos pares de ojos se encontraron. Tony quería saber tantas cosas ... Tantas que no podía formar una oración y se encontró balbuceando sin saber qué decir. Esperó que sus ojos podrían ser capaces de exteriorizar, y se dio cuenta por la mirada tan profunda y transparente de ese hombre que estaba teniendo el mismo dilema. Los ojos de Stephen estaban húmedos, brillantes y repletos de emoción, de amor. 

Se abrazaron y compartieron el beso más íntimo de sus vidas.

Sus almas llevaban siglos esperando reunirse.

No necesitaban palabras después de todo.

Ambos sabían lo mucho que se amaban.

Notas finales:

Comentarios son inspiración y amor ~~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).