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Shout Love por Sigyn

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Notas del capitulo:

 

 

  El carruaje se detuvo frente a las largas escaleras doradas que conducían hacia el castillo de Asgard, que se alzaba majestuoso ante los ojos de la reina. Fey suspiró y con toda la elegancia que le caracterizaba, bajó del fino carruaje de Oro blanco.

  El vestido de color azul oscuro que la Reina de Jotuheim llevaba, dejaba impresionado a cualquiera que la viera. La tela tan brillante y sedosa le brindaba un atractivo excepcional, con un corsét que le resaltaba la hermosa figura que poseía y una cola que le brindaba una estela a su andar. Subir las largas escaleras con elegancia y gracia, era lo que la caracterizaba como una reina.

  Odín observaba atentamente a su futura esposa con una cálida sonrisa, Fey era una victoria segura: era gracia, belleza, inteligencia y astucia en una sola mujer. Los negros cabellos trenzados y adornados con las más finas joyas, despejaba su hermosa y fina cara. Con los labios carmín y las pestañas largas, lucia su natural belleza. Sin falta que en todo el conjunto lo que más resaltaba era aquel collar de oro y urú que él mismo le había regalado.

  Cuando finalmente Fey llegó ante el Rey de Asgard, se inclinó suavemente, recibiendo el mismo gesto de parte de Odin, éste le tomo la mano y la besó delicadamente.

—Mi reina —. Pronunció sin despegar sus ojos de ella.

—Mi Rey —. Sonrió Fey mientras pasaba a saludar a los dos príncipes que se encontraban al lado de padre de todo.

—Balder —. Pronunció la reina mientras observaba como el nombrado le besaba la palma de su mano y le brindaba una mirada que a Fey poco le gustaba.

  Cierto es que encontrarse y relacionarse con el asesino de su marido y rey, ha sido toda una tarea muy admirable de parte de la reina de Jotuheim para perseverar la paz. Balder siempre le observaba con aquella marchita y recelosa mirada, más la educación que ambos tenían lograba aplacar aquellos oscuros y rebeldes pensamientos que ambos se tenían cuando se miraban el uno al otro.

—Mi Reina —. El primero de los Odinson, miró fijamente aquellos ojos hermosamente grises y sonrió levemente.

  Fey levantó la ceja ligeramente al ver aquella sonrisa que le ofrecía el líder del ejercito asgardiano, dudando un poco de su sinceridad y procedió a saludar al joven rubio.

—Thor —. Pronunció calidamente Laufey mientras extendía su mano al príncipe heredero de Asgard.

  Para la reina de los reinos helados, aquel joven de cabello largo y rubio le provocaba una intensa ternura. Thor era un guerrero admirable, pero su aura era honesta y honorable. Aunque conocía de sus hazañas y de toda la sangre que derramó en su pueblo, le ocurría lo contrario que con su hermano Balder. Se veía que Thor iba a ser un gran Rey cuando llegue el momento, era un joven que buscaba la paz e intentaba siempre hacer las cosas lo mejor posible antes de llegar a la guerra sangrienta. Más forzado por la guerra entre los reinos salia a obedecer los mandatos de su Padre.

  Durante todas sus visitas a la ciudad dorada, siempre le encantaba tomar el té con Thor en los hermosos jardines del reino, en honor a su madre, a la Reina Frigga. Ahí, en esos breves instantes mantenía conversaciones amenas e interesantes con el menor de los Odinson. Conociéndolo más y entendiendo sus pensamientos, sus creencias y sus objetivos, para asegurarse que en efecto, será un gran Rey el día que tome la sucesión.

—Mi Reina —.Saludó el joven mientras besaba la delgada y fina mano ofrecida.

  Una vez que Thor volvió a mirarla a los ojos, Fey sonrió y se acercó al joven caballero.

—Loki le manda un cálido saludo —. Sonrió la reina al ver como la sonrisa del joven se ensanchaba ante aquel comentario y volvía la mirada a su prometido.

—¿Vamos? —.Dijo Odín mientras le ofrecía su brazo a la hermosa dama.

  Fey acepto el brazo que le era ofrecido gustosamente, que la invitaba a entrar al majestuoso castillo asgardiano, con una picara sonrisa en los labios.

  Cierto es que aunque Thor y Loki trataran de ocultar la evidente atracción que ambos se tenían, era imposible. Thor observaba a Loki de una manera tan especial que se podía observar todos los sentimientos que el joven asgardiano le profesaba a su hijo. Y su hijo era un libro abierto pintado de colores cada que veía al rubio. A ella particularmente no le molestaba aquel echo, lo veía como un amor juvenil y totalmente natural, algo de la niñez. Más para Odín era otro cantar.

  El Rey de Asgard se enfurecía solo de aquel pensamiento, ¿Cómo su hijo podría enamorarse de quien será su hermanastro? Era simplemente ridículo. Aquel día que decidieron hablar de sus sospechas en voz alta, fue un caos. Laufey decidió recatarse ante la explosión de escepticismo de su prometido.

  Pero ella lo encontraba gracioso y encantador. Los inicios del amor siempre son hermosos, aunque hablábamos de uno ‘imposible’ entre dos hermanastros, pero cierto es que, Loki cambió mucho desde que Thor entro a su vida. Siempre su hijo ha sido tímido y reservado, gracias a la sobre protección que ella y su hermano le brindaron. Más desde que el de rubios cabellos hizo aparición, su sonrisa cada vez se hizo más frecuente, sus preguntas sobre temas poco comunes entre ellos, comenzaron a surgir y logró relacionarse más íntimamente cuando poco a poco Loki le fue abriendo su corazón a su madre.

  Fey estaba feliz por el cambio de su hijo, pero en el fondo le entristecía la situación, ya que pronto Loki alcanzaría la mayoría de edad y debía de casarlo, y al ella casarse con Odín, no valía casarlo con algún asgardiano. Políticamente hablando, Loki debía de casarse con algún príncipe elfo de Alfheim para juntar reinos y extender la era de paz que quería crear. Su corazón dolía, porque sabía que Loki aceptaría, aunque no era su deseo.

  Ella había peleado tanto por la tranquilidad y la felicidad de su pequeño Jotun, más le había fallado en algo que no podía controlar. No podía controlar los sentimientos de su pequeño, no podía controlar sus deseos y sus sueños. Quizás era una lección que le daba la vida, quizás.

—¿Te encuentras bien? —Preguntó Odín al sentir como levemente la dama apretaba su brazo de una manera muy particular.

—Excelentemente, Mi Rey —Contestó mientras aliviaba el agarre y le sonreía al hombre que la miraba preocupado.

—Te dejaré en tu habitación para que reposes de tu viaje y te prepares para el banquete de esta noche —Dijo Padre de todo, mientras indicaba en el enorme pasillo la habitación que iba a ocupar la Reina de Jotunheim.

  Fey simplemente asintió, dejándose guiar por esos largos y dorados pasillos del gran castillo de Asgard. El olor a flores inundaba sus fosas nasales e inmediatamente pensó en su hijo y como estaba deseoso de oler aquello. Loki, curioso por conocerlo todo más allá de los libros de su gran biblioteca, estaba ansioso de conocer los nueve mundos y maravillarse de todo lo que éstos podían ofrecer. Más aún no estaba listo, tenía que dominar mejor sus hechizos de cambia formas para poder llevarlo a recorrer el mundo.

  Los Jotun no tienen buena reputación, a través de los años, los reyes de Jotunheim se han dedicado a mancharla más, masacrando y matando sin piedad, ignorando los tratados de paz, robando los frutos de los otros reinos y siendo los ‘salvajes’ como solían calificarlos. Pero cuando Farbuati tomó el poder, coronándose como rey y desposando a Laufey para volverse su reina, decidieron cambiar y abrirse paso a una nueva era. Más la naturaleza salvaje que poseía su rey Farbuati, complicaba el camino hacia la paz que tanto deseaba Fey.

  Farbuati creció con el odio inculcado por generaciones a los Aesir y aunque se intentó crear un tratado de paz para evitar la guerra que llevaban centurias efectuándose, nunca se realizó. El ego y el orgullo estaban muy engrandecidos cuándo se intentó un tratado de paz entre dos jóvenes reyes, hambrientos de poder y domino. Fey aceptó su destino, al verse envuelta en tanto odio y se rindió al querer cambiar las cosas, pero no fue hasta que quedó embarazada que comenzó a creer lo contrario.

  Cuándo Býleistr nació y abrió sus ojos en aquel gélido mundo, fue un cambio importante en la vida de Fey. Todo el reino se regocijó de felicidad al verse con un heredero saludable y fuerte, tan grande como los gigantes de hielo que eran, lleno de vitalidad y esperanza. Para la reina su hijo lo era todo y siempre se cuestionaba el por qué debía su hijo de crecer bajo la premisa del odio y la venganza. Más no fue cuando seis años después, luego de varios hijos no natos, desalentada porque no se veía capaz de dar vida, le dio vida a su precioso y adorado príncipe: Loki.

  Loki desde sus comienzos fue diferente, no era grande como un gigante, de hecho era muy pequeño. Farbuati creía que iba a morir como sus anteriores hijos en una semanas, cuando el gélido frío se le colara por los huesos, haciendo su corazón detenerse y sus pulmones congelarse. Pero sorpresivamente no fue así. Loki resistió a las bajas temperaturas y a la poca expectativa de vida que los sanadores le daban. Más Fey nunca creyó ni una palabra, su sexto sentido le brindaba la seguridad que aquel niño iba crecer fuerte e iba a marcar una diferencia, puesto en su sangre se sentía la magia que poseía.

  Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, Loki no dejaba de mejorar y volverse cada vez más sano, pequeño, pero sano. Fey le daba un cuidado especial a su pequeño, Farbuati consentía uno que otro capricho de la reina con respecto a su hijo y Býleistr no terminaba de congeniar con su tan pequeño hermano.

  La guerra se agravó en los primeros años de vida de su pequeño, Farbuati poco estaba, se dedicaba a conquistar terrenos de otros reinos y traer regalos de gran valor a su familia, los Aesir declararon muerte al Rey de los gigantes de hielo y aquello asustó a la Reina. Observaba a su pequeño y volvían a surgirle las mismas dudas, ¿Éste era el futuro que quería brindarle a sus hijos? ¿Býleistr y Loki merecían morir también en una guerra como todos sus ancestros?

  Fey se aterraba ante todas las preguntas que su mente maquinaba y todas las respuestas posibles. Más el miedo se hizo real cuando el cuerpo sin vida de su esposo y rey llegó de una de las tantas batallas.

—Aquí está su habitación —. Dijo aquel modesto hombre que servia en el castillo de Asgard.

  Laufey volvió a la realidad observando aquella amplia habitación que la invitaba a entrar y relajarse, volteó a ver a Odín quien le sonreía tenuemente.

—Gracias, nos vemos más tarde —Y con un movimiento se deshizo del agarre que el Rey de Asgard le ofrecía y se adentró a la habitación.

—Nos vemos más tarde, Mi Reina —Se despidió Odín con un casto beso en los carnosos labios de Fey.

  Una vez dentro le pidió a la servidumbre que la dejaran sola, para descansar. Sin decir ni una palabra, cada una de las personas que se disponían a satisfacer las peticiones de la reina de Jotuheim, desaparecieron por la amplia puerta de la habitación, dejándola completamente sola.

  Con paso cansado se sentó en aquel gran tocador de madera maciza. Y suspiró fuertemente.

—Ya estas por lograrlo —Se dijo a si misma frente al espejo una vez sola, ahuyentando aquellos pensamientos del pasado. —Hoy es el último gran banquete antes de la ceremonia, lo has hecho muy bien —. Suspiró con una sonrisa esperanzadora.

 

 

Notas finales:

Bueno, otro capitulo para ponernos un poco al corriente de toda la situación antes de adentrarnos en el Thorki como tal. 

Espero que les haya gustado y ya saben, dejen algún Review con su humilde opinión. 

 

¡Gracias por leer! 


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