Bruce
Bruce Wayne presidente de las compañías Wayne, se encontraba sentado en su oficina escribiendo furiosamente sobre su teclado. Era poco después de la media noche y él deseaba abandonar ya ese lugar para poder ir a patrullar su ciudad. Sin embargo el proyecto en el que estaba trabajando era demasiado importante como para dejar su papeleo a medias, después de todo, mañana en la mañana iba a presentar esta propuesta a la junta directiva. Aunque él ya había decidido que, con o sin apoyo de la junta, este proyecto sería llevado a cabo, aún así era prudente mantener la ilusión de que los miembros de la junta tenían un poco de poder sobre el, después de todo esa arrogancia le podría presentar alguna ventaja en el futuro.
A pesar de no estar preocupado por la inminente participación de su compañía en este proyecto, aun quedaba un cabo suelto, confirmar la disponibilidad de la pieza clave de este proyecto: Gabriel Agreste, el famoso diseñador de modas parisino.
Por lo que había logrado averiguar del Sr. Agreste , era muy poco probable que este aceptara su propuesta sin antes estar totalmente seguro de los resultados del proyecto, pues era muy conocido que el Sr. Agreste odiaba perder su tiempo en cosas que no traerían algún beneficio a su nombre o genio artístico y no duda en decir lo que piensa, sin importarle el renombre o los sentimientos de su victima . Por ello Bruce se debía asegurar de que la propuesta fuera perfecta, pues si ésta no lograba convencer a su junta directiva, dudaba mucho que lo hiciera con el Agreste.
A pesar de no estar emocionado con la idea de trabajar con alguien de carácter tan impredecible como ese parisino, admitía que el trabajo de ese hombre justificaba su arrogancia pues la fama de Agreste no se trataba del nombre, sino de un innegable talento y pasión por la moda. Y eso era lo que necesitaba para asegurar el excito del proyecto, después de todo él contaba con la pasión del Agreste para motivarlo a ampliar sus horizontes en lo que respecta a materiales y herramientas de alta costura.
Con unos lentos golpeteos en el teclado, Bruce se detuvo al fin y revisó por ultima vez el documento en busca de algún error en la redacción del texto. Al no encontrar nada insatisfactorio, guardó el archivo y lo mandó al correo de su secretaria con la orden de prepararlo para la reunión del día siguiente.
Estirando sus brazos sobre su cabeza, Bruce dio por terminado su trabajo y con parsimonia se dirigió a la puerta de su oficina para salir y dirigirse a su casa, en la cual, con suerte, sería recibido por la silenciosa calma de la noche. Fue con ese alegre pensamiento que se metió en el ascensor y con una exhausta alegría presiono el botón que lo llevaría al estacionamiento.
-¡Mierda!- Exclamó Bruce de repente. Acababa de recordar, que esa noche Damian y Jason patrullarían juntos sin Dick presente para limar las asperezas entre los chicos. Ya casi podía escuchar los gritos que resonarían el la baticueva al terminar la patrulla.
DÍAS DESPUÉS
Puede que no fuera tan imposible que el Agreste acepte el trato, pero aún así Bruce no pudo evitar sorprenderse de que el diseñador hubiera dicho que si a la asociación, algo que tampoco se hubiese esperado (jamás) es que en lugar de exigir más del 35% de ganancias que se le habían ofrecido, el hombre pusiera como única condición que su hijo y principal modelo fuera el rostro que aparecería en toda la publicidad del proyecto, el cual por cierto sería llevado a cabo en Gótica.
El hombre había pedido que trataran al chico como un trabajador mas, sin embargo Alfred y sus agentes de relaciones publicas le habían enseñado bien y por ello él inmediatamente le aseguró que su gente se encargaría de la estancia del joven Agreste por lo que durase su contrato, convirtiéndolo inmediatamente en un invitado de negocios.
Y así después de aclarar ese y otros puntos en presencia de sus abogados, firmaron sus respectivos contratos y cerraron el trato.
Ahora faltaba solo un día para que el chico llegase a Gótica y aunque tenía todo listo para recibirlo, no pudo resistir el impulso de mandar a Damián para asegurarse de que todo estuviera en orden.
Ese fue un gran error.
Damián
Damián no entendía por qué su padre le había encargado vigilar aquél departamento. ¿El tipo que iba a vivir ahí era tan importante? ¿Por qué era necesario vigilar el lugar antes de que llegase su inquilino? Tal vez, el sujeto estaba trabajando en un experimento tan importante que corría el riesgo de ser saboteando por personas que no querían que su trabajo saliera a la luz o el tipo se había metido con las personas equivocadas y éstas ahora querían rendir cuentas con él, algo que en realidad era muy común en Gótica .
Si, eso debía ser. ¿Porqué otra razón padre lo mandaría a vigilar ("revisar" en las palabras de padre) el lugar antes de que llegase el sujeto? Ja, fue una buena idea venir en traje de Robin y no como Damián Wayne, de esa forma sería más fácil defender el lugar en caso de que se pudiese presentar alguien sospechoso.
En realidad, su padre había tomado una buena decisión al confiar en él y no en los adoptados incompetentes para realizar esta tarea. Pues dudaba que alguno de los otros hubiese tomado la precaución de vigilar el lugar un par de horas, para asegurarse de que no hubieran actividades sospechosas en los alrededores.
En ese momento, Damián se encontraba montando guardia desde el techo de uno de los edificios adyacentes al departamento, llevaba poco más de 3 horas en el lugar y ya comenzaba a aburrirse, puede que al inicio la tensión de vigilar las posibles amenazas lo hubiese mantenido alerta, pero a estas alturas de la noche, dónde la actividad criminal comenzaba a disminuir y el frío calzaba en los huesos si no se estaba bien abrigado o en constante movimiento, Damián había perdido todo el interés en cuidar un lugar dónde no era seguro que llegase a ocurrir algún accidente.
Con un suspiro agotado, el más joven de los Wayne decidió abandonar el lugar y aprovechar el poco tiempo que le quedaba de patrulla para detener los crímenes que se pudiera encontrar en el camino a la cueva.
Lentamente se puso de pie y con satisfacción estiró sus tensas extremidades mientras le daba un último vistazo al lugar que había sido su centro de atención durante horas. Puede que el chico no tuviera idea de quien era el futuro inquilino, pero no pudo evitar desearle suerte al pobre bastado que se había visto obligado a mudarse a Gótica. Después de todo, aunque se tratara de la amada ciudad de su padre, la mayoría de la gente que se muda a Gótica lo hace porque no tiene otra opción.
Fue con eso en mente, que Damián se acercó al borde del edificio y disparó su gancho, para bajar a las calles y combatir al crimen sin demora.
Totalmente ignorante de los ojos que lo veían alejarse.