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Niñero por una Noche por Emmyllie Saiyan

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Notas del capitulo:

¡Hola mis amores!

Siglos sin actualizar este fic, pero al fin saqué algo de tiempo para escribir el penúltimo capítulo. Porque sí; la siguiente parte que suba será el final uwu

Es corto, pero estuvo planeado así desde el principio. Meterle más cosas lo haría quedar forzado, así que disculpas de antemano. Pero les prometo que el siguiente compensará la longitud de este, ya que será mucho más largo e interesante *inserte cara pervertida aquí*

Espero lo disfruten, saben que va con todo el oscuro amor que alberga mi pequeño corazón <3

¡A leer!

Capítulo 7: ¿Lo prometes, Vegeta?

Cuando el último de los niños se hubo duchado, Vegeta se aseguró que se arroparan en sus respectivas camas para dormir. Raditz no fue problema, ya que sin que le dijera nada se metió entre las mantas y apagó la luz de su cuarto, al igual que Gohan que sólo necesitó buscar una posición cómoda entre sus almohadas para caer rendido en brazos de Morfeo. Lo complejo para el adolescente fue acostar a los gemelos, ya que en cuanto estuvieron solos en su habitación, empezaron a discutir acaloradamente, por poco yéndose a los golpes de no ser por su rápida y oportuna intervención.

—¿Ahora qué pasa con ustedes dos?— reprendió, sosteniéndolos de los antebrazos para separarlos.

Kakarotto se soltó de su agarre, más brusco y enfadado de lo normal, evadiendo su mirada interrogante y dirigiéndose hacia su cama en completo silencio. Saiyan observó como se recostaba de espaldas a él, cubriéndose con el edredón hasta la cabeza.

Miró a Black con una ceja alzada, preguntando en silencio si sabía qué rayos le sucedía a su hermano. Éste se encogió de hombros, sonriéndole de lado con malicia, y se zafó de su mano también, yendo hasta su propia cama y tirándose en ella boca arriba, sin molestarse en cubrirse.

Reprimiendo un bufido, el chico apagó la luz y salió de la habitación, respirando aliviado al comenzar a descender por las escaleras. Al fin tenía algo de paz, bien merecida por cierto, así que se dispuso a revisar sus redes sociales en su celular. Sentado en un sillón individual en la sala de estar, se entretuvo un buen rato hablando por mensaje con Bulma, quien era su mejor amiga, disfrutando de la tranquilidad deliciosa que se percibía en el aire al estar los niños ya dormidos.

Luego de un tiempo, observó el reloj; eran casi las diez de la noche y le había entrado algo de sueño. Las mini bestias agotaron a tal grado sus energías, que la idea de recostarse en el sofá se le antojaba celestial. ¿Qué podría suceder si dormía unas horas? Tenía a mano el monitor de Near, cualquier cosa que le ocurriera al bebé, él iría de inmediato. Y los mocosos mayores no tenían por qué despertar durante la noche, por lo que no había nada de malo en reponer fuerzas.

Con ese pensamiento se acomodó de costado en el enorme sofá de tres cuerpos, casi ronroneando ante lo cómodo que lo sintió. Puso un brazo bajo su cabeza y recogió un poco sus piernas, cayendo rendido de cansancio en cuestión de segundos.

                                                     ~~~         

El roce de algo cálido en su mejilla lo arrojó de regreso a la realidad, haciéndolo sobresaltarse y abrir los ojos asustado. En su rango de visión apareció un rostro de facciones suaves y delicadas, adornado por una sonrisa apenada, que le pareció jodidamente angelical. Kakarotto lo contemplaba con ojos brillantes, apostado de rodillas sobre la alfombra en un costado del sofá.

Por inercia consultó la hora otra vez, sorprendiéndose al notar que ya pasaba de la media noche.

—¿Por qué no estás dormido?— demandó saber, en tono mucho menos molesto del que se propuso.

—Yo...— titubeó el niño, desviando la mirada, sus níveas mejillas teñidas dulcemente de rubor. —Yo tuve una pesadilla y... y pensé que tú... tú...— su voz se apagó, sesgada por el nerviosismo.

Vegeta lo escrutó en silencio, conteniendo un suspiro.

Kakarotto era tan adorable, que se creía incapaz de herir sus sentimientos con algún asomo de frío sarcasmo, o al menos no siendo consciente de hacerlo en realidad.

Le regaló un toque suave a su rebelde cabellera azabache, sonriéndole sutil para infundirle confianza. El pequeño le devolvió el gesto, acercándose más a él para acomodarse a su lado. El adolescente le cedió espacio, sujetándolo en una especie de abrazo por el hombro, apegándolo sin mucha consciencia hacia el costado de su cuerpo. El menor de los gemelos se dejó hacer, disfrutando en silencio de la grata calidez que irradiaba la piel de Saiyan a través de sus prendas.

—¿Qué pesadilla tuviste?— quiso saber el mayor, paseando distraídamente sus dedos por esas sedosas hebras de ébano.

Kakarotto sonrió embelesado, apegándose más contra él, complacido ante la gentil caricia sobre sus alborotados cabellos.

—Soñé que— empezó, sus labios frunciéndose en un triste mohín, —te ibas y no regresabas nunca.

Vegeta suspiró, girándose para quedar viéndolo de frente, sin menguar la cercanía entre los dos.

—Eso va a pasar, Kakarotto— anunció a su pesar, enlazando sus miradas. —Tus padres me contrataron para cuidarlos sólo por esta noche... no es sano que te aferres a mí— ultimó, abatido.

—Pero... pero eres mi príncipe... eres el amor de mi vida— exclamó el pequeño, sus ojos llenándose de lágrimas. —No puedes pretender que simplemente me olvide de ti... que reprima estos sentimientos que sólo tú despiertas en mi corazón— declaró, posando un puño sobre su pecho en gesto angustiado. —¡Te necesito a mi lado, Vegeta! No puedes irte y dejarme atrás... no puedes dejarme así, sabiendo que te a—

—Woah, tranquilo— lo interrumpió el adolescente, silenciándolo con el índice sobre sus labios. —Kakarotto, hemos hablado de esto ya... eres demasiado joven para enamorarte— suspiró, entrecerrando sus párpados, visiblemente contrariado. —Y aunque así fuera, no sería correcto... ni ante la ley, ni ante el mundo. Eres un niño, ¿lo entiendes? Te llevo seis años, lo que pides es algo inconcebible en muchas formas. Debes conocer a más personas, crecer y adquirir experiencias. No está bien que te aferres así de alguien a quien apenas acabas de conocer— advirtió, apenado.

El niño guardó silencio, rastros de cristal resbalando en cascada por sus tersas y pálidas mejillas.

—Entonces... — dijo con la voz quebrada, observando a Saiyan directamente a los ojos. —Espérame, Vegeta. Espera a que conozca más personas, crezca y adquiera experiencias. Cuando eso suceda, dame la oportunidad de demostrarte que mis sentimientos van muy en serio. Y si aun así sigo siendo muy joven para ti, juro que me haré a un lado y nunca más te molestaré. Pero ahora, sólo necesito que me prometas que esperarás hasta entonces — pidió, sujetando entre las suyas las manos de su joven e inexperto niñero.

Y sin saber por qué, éste accedió al pedido, regalándole una pequeña, pero genuina sonrisa.

—Te esperaré — declaró, apartándole hacia un costado el flequillo. —Lo prometo, Kakarotto.

Su mini galán sonrió pletórico, dejando un fugaz beso en la mejilla contraria, el cual esparció una inexplicable ola de calidez sobre su piel.

—No te arrepentirás— le aseguró, bajando de un brinco del sofá. —Buenas noches, mi príncipe.

Acto seguido, corrió cual rayo escaleras arriba, irradiando tanta felicidad, que hizo al adolescente sonreír también.

—Buenas noches, mi pequeño ángel.                                                                   

Se reacomodó entre los mullidos cojines, contemplando absorto el techo, sin dejar de sonreír.

Sabía que Kakarotto olvidaría pronto su existencia, ya que él no sería en su vida más que otro extraño para conocer. Sin embargo, en el fondo de su corazón, allí donde ni Vegeta mismo sabía qué se tejía realmente, deseaba que algún día la vida le concediera la fortuna de volverlo a ver.

Notas finales:

De antemano, muchas gracias por leer c:

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