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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

Sorry por no haber actualizado ayer, ¿me creerán que andaba toda confundida con los días? Si no hubiera sido por un filtro de Instagram, no me daba cuenta que no era martes sino miércoles. Oops.

¡Gracias a todas las personitas que leyeron y/o comentaron!

Disfruten el capítulo.

Ron sentía que todo se estaba desmoronando.


La oscuridad era real, al igual que las tragedias que lo perseguían y el dolor que experimentaba. Todo era real. Lo había comprobado de la peor manera que la vida le pudo dar, se lo remarcó en sus errores, en sus fallas, en sus derrotas, en sus pérdidas, en lo que debió hacer y sabía que no había manera de librarse de todo eso, no había una manera de escapar de las cosas que se hacían en el pasado y de las consecuencias que repercutían en su presente.


Una vez que se detuvo a pensarlo, con más claridad, fue que se dio cuenta como todo había sido tan simple y lo único que todo aquello se había resumido era tan sencillo: morir. Así se acababa, de ese modo se iba la vida de alguien, como si fuera un hecho tan natural, algo que no importaba y donde no había cavidad para las despedidas porque así era como funcionaba la muerte.


Muerte.


El querer encontrar respuestas ante algo tan complejo como lo era la propia muerte era hundirse en un abismo de desesperanza, dolor, desesperación, angustia, simplemente porque no había manera de contestar cualquier pregunta que surgiera en base a la misma. Era buscar inútilmente algo que no entendías, que lo único que lograba era dejarte perdido, enojado, asustado, solo y vacío.


Ron entendía que la vida era un ciclo, la misma vida te iba enseñando que todo era temporal y que en algún momento está iba a llegar a su fin, que se iba a extinguir como lo era quedarse dormido, pero solo que para no despertar jamás. Él comprendía eso. Estaba preparado para eso, los más viejos se iban mientras los que se quedaban, continuaban y nueva vida llegaba, así se manejaba o así era como debía manejarse.


Nunca le gustó pensar en que alguien externo te arrebatara la vida en un pestañeo. Le revolvía el estómago la simple manera que tenían unas personas de solo arrebatarte la vida en automático, sin transcendencia, ignorando todo lo que esa persona podía dejar atrás tras su muerte y no era hasta ahora que le afectaba que miraba desde ambas perspectivas como las vidas eran arrebatadas sin miramientos y con crueldad.


Antes, le había parecido muy justo el matar por una ideología, él mismo se había regido por eso al estar frente la guerra: los que dañan son los malos y lo merecen. Pero en la guerra, se preguntaba, ¿había malos y buenos? Entendía que no era así y que solo había sujetos siguiendo otros sujetos para defender aquello que se les fue impuesto. Sin embargo, nadie se merece el decidir quién moría y quién no únicamente por estar en cierto bando, ya que ambos lados tenían a los buenos y a los malos; él siempre miró a los que no eran de los suyos como los malos y, suponía, también era a la inversa. El matar por regirte en eso era una vil manera para tapar los daños en los que la guerra consumía a cada individuo.


Entonces, si entendía todo eso, ¿por qué seguía dividido entre luz y oscuridad? ¿Entre lo bueno y lo malo? ¿En lo que era correcto e incorrecto? Seguía queriendo que derrotaran al lado que le arrebató todo lo que tuvo y le perteneció, deseaba que todos los que alguna vez estuvieron de acuerdo con todo aquello pagasen justo como lo habían hecho con él. Eran cosas tan subjetivas que la contradicción que sentía era tan fuerte y lo hacía molestarse con él mismo, porque era cuando se ponía a pensar en todo lo que vivieron, en la derrota, en las aventuras experimentadas, en los sacrificios, en las peleas y se cuestionaba muchas veces si había valido realmente la pena el sacrificio o si había valido la pena pelear hasta el grado que la muerte los alcanzó.


Pensaba como fue posible que no lucharan con más fuerza, que no pensarán que al morir iban a dejarlo a él atrás, que no pensarán en nadie más y no fueran egoístas, porque no valía la pena morir para no llegar al propósito por el que se sacrificaron, no dejaba nada más que dolor y, a ese punto, para Ron no había valido la pena ningún sacrificio. El haber perdido lo que amaba, no lo había valido al final.


Se llamaba a sí mismo ingrato por desear que las personas que quería, dejarán de luchar para que siguieran con vida y estuvieran a su lado, pero es que no podía evitarlo y menos en ese momento que no fue hasta que personas cercanas a él perdieron la vida que; comprendió las verdaderas consecuencias de todo lo que hicieron, de todo lo que pudieron hacer, de todo lo que no hicieron y de todo lo que no lograron, no era el haber perdido, sino la misma muerte.


Perder era algo relativo si lo pensaba con más detenimiento. En realidad, nadie ganada y nadie perdía dentro de la guerra, pues ahora cobró verdadero sentido que las pérdidas eran el verdadero significado de la guerra, la muerte era la única que ganaba siempre, ningún bando se libraba de sus garras, no era justa y arrancaba con crueldad, dejando a los sobrevivientes en un mundo lleno de dolor, de oscuridad, de tristeza y resentimiento.


Su primer paso había sido aceptar. Él aceptaba todas consecuencias de sus actos, aceptaba todo lo que lo llevó al lugar donde estaba, aceptaba lo que sus sueños le mostraban y, sobre todo, aceptaba el dolor porque aprendió que en la vida no se puede vivir sin él. El dolor te acompañaba para bien o para mal, te hacía saber que estaría contigo en una clase de sube y baja, recordándote que aún eras un ser humano capaz de seguir sintiendo, era constante, punzante, siguiéndote hasta que te alcanzaba y no daba marcha atrás.


Pero había aprendido que aceptarlo no hacía que dejara de doler menos.


Su segundo paso había sido un fallido intentó por alejarse. Necesitaba pensar, meditar que era lo que iba a hacer ahora, necesitaba encontrar aunque sea esa respuesta y ver si lograba soltar poco a poco aquella oscuridad que lo había envuelto. Mas no lo logró. Quiso alejarse de Draco no hablándole por más que le insistiera, y del mismo modo con Lucius, rechazando todo intento de cercanía. Creyó que, al apartarse de ellos, de quienes hasta ese momento lo habían acompañado, iba a encontrar la paz mental que necesitaba, pero al tratar de alejarse lo único que había logrado era que el dolor se intensificará, se vio más solo de lo que alguna vez se sintió. Se hundió por un par de días en la miseria al encerrar todos sus sueños y pensando que no los quería más por la angustia que le daban; reflexionó y se dio cuenta que eso no era propio de él y captó que no fue buena idea alejarse de lo poco que le daba una chispa de destello a su ser.


Se hubiese reído cuando regresó a los brazos de Lucius, buscando su consuelo, de no haber sido porque estaba llorando. Quiso reírse por lo ridículo que se veía, por lo difícil que era creer lo dependiente que se había vuelto a esas personas, de cómo los necesitaba ahora, de cómo habían volcado todo en él a tal grado de que parecía urgir por sus compañías, sobre todo, la de aquel hombre al que nunca imaginó verse atado, al que nunca imaginó querer.


Logró sentir repudió por el mismo unos momentos. Odió esa dependencia, odió no poder alejarse ahora de Lucius, odió lo injusto que era eso, odió haberlo convertido en algo más que solo «aquel hombre que insultaba a mi familia y mano derecha de Voldemort» y más odió sentir ese odio porque no estaba justificado. Para su suerte, logró acallarlo. Lo necesitaba tanto que prefirió enterrar todo sentimiento desagradable al dejarse envolver por las palabras que le había dicho Seemey, por las que Hermione le había regalado, por sus sentimientos y pensó entonces que debería sentirse tranquilo.    


Ahí fue cuando se dio cuenta que no iba a poder superar todo eso solo.


«No es tu culpa» le repetía Lucius una y otra vez últimamente cuando lo tenía protegido entre sus brazos. Una clase de consuelo que él no pidió, porque sentía la mentira en ella. Aún así, el mayor se la hacía saber cada que tenía oportunidad y él sentía que en esa pequeña frase estaba adornada de una disculpa que no deseaba escuchar, pero que de todas maneras aceptaba.


Para él, era una mentira que se decían para justificar que las vidas se habían perdido en consecuencia a actos que se les ataban automáticamente y era una manera de decir que debían continuar. Comprendía que para poder lograr que el dolor se apaciguará, tenía que soltar y dejar ir; entonces, se cuestionaba cómo se continuaba cuando te arrebatan algo que querías. Ron sentía que la única manera en la que se podía continuar era ante esa pequeña oportunidad de despedirse, un solo momento para celebrar y decir un adiós a todo aquello que se perdió para poder dejar ir y seguir avanzando. Pero no hay manera, era imposible y entendió que hay otras maneras para lograr continuar.


Ron sabía que no debía atarse a todo eso. Atarse al dolor sería una vida interminable a sufrir y él no quería eso para su vida, no cuando sabía que las tragedias y el dolor eran parte de su camino, que ambas iban a ir y venir todo lo que se les placiera y él no podía hacer nada para evitarlo, ya que fue un camino que él eligió a sabiendas de todo lo que podía pasar.


«Todo estará bien» escuchaba a Lucius susurrarle al oído, mientras le repartía leves caricias en su espalda, cuando creía que él estaba dormido. Ron no se engañaba, sabía que detrás de eso estaba la costumbre y aceptaba que era cierto; el dolor no desaparecía, solo se aprendía a lidiar con ello. Lo único que podía hacer era acostumbrarse, acostumbrar a todo su ser ese sentimiento de dolor, acostumbrarse a las muertes, a las derrotas y sobrellevarlo. Y eso estaba bien porque la vida seguía avanzando junto con ellos.


Entonces comprendía que el dolor era necesario por todos los motivos. No debía cegarse ante él. El dolor llevaba a más emociones, emociones negativas tales como el odio, el resentimiento, la amargura, el enojo y sería todo un ciclo sin fin. Él no era esa clase de persona, su coraje y positivismo no lo dejarían hundirse por más que quisiese y simplemente no podía rendirse tan fácil, no cuando todavía quedaba alguien que lo rescatará, alguien que lo escuchará, alguien le dijera que todo pasará y hacía que todo su dolor desapareciera.


— Siento que no fui suficiente. —dijo Ron en un leve susurró una vez que la frase llegó a él. Estaba acomodado entre las piernas de Lucius, como últimamente se posicionaban al no tener ánimos de llegar a algo más debido a las circunstancias y solamente se quedaban de ese modo, hasta que alguno de los dos se durmiese primero.


Lo escuchó suspirar a sus espaldas al momento que con una de sus manos lo pegó más a su dorso. Ron supo que el patriarca ya no sabía cómo hacerle entender que no era así, se lo había dicho de todas las maneras que él creía posibles y no es que Ron no le creyese, trataba de hacerlo y trataba de convencerse él también a sí mismo, pero simplemente no había podido evitar el que ese pensamiento saliera de sus labios, se instaló tan rápido en su cabeza que no lo pudo analizar y simplemente salió sin más.


— ¿Por qué piensas eso? —preguntó Lucius después de un silencio.


— No pude protegerlos, no hice suficiente para poder mantenerlos a salvo-


— ¿Qué era lo que podías hacer? —cuestionó con suavidad, interrumpiéndolo—. Ellos dieron su vida por lo que creían y tú no podías detenerlos.


— No, no podía detenerlos porque antes yo también estaba dispuesto a dar mi vida por defender lo que yo creía era lo correcto. —confesó con voz temblorosa—. Pero eso no quita el hecho que los haya abandonado y los abandoné cuando debí haber estado a su lado.


— No, te equivocas, no abandonaste a nadie. —la manera tan tranquila con la que Lucius habló lo hizo pegarse aún más al mayor, buscando su calor—. Ellos tenían su propósito y su destino sellados, no había nadie que pudiera quitarlos de su camino.


Ron pensaba que Lucius tenía razón. Todo lo que le había dicho era cierto. Los propósitos eran lo que hacía de aquello una verdadera batalla y el como los demás se desvivían ante dichos propósitos sin cuestionarlos de tal manera que nadie podía hacerlos cambiar de parecer. Pero eso no lo calmaba ante la sola idea de que él pudo haber dado más por ellos.


— Si yo hubiera-


— No. —negó Lucius de manera apresurada—. Los hubiera son cosas que no pasarán, no sirven en aliviar el dolor que nos dejan los arrebatos, solo te hunden más.


Ron suspiró—. Es inevitable no hacerlo.


— Sí, lo sé, pero no ayudan. —Ron no supo que contestar ante eso, así que solo se limitó a asentir. Lo hecho, hecho estaba. No había manera posible de regresar aquellos días, por lo que entendía lo que Lucius le decía, imaginarse cosas no servía de nada, no lo valía, no servía porque son actos que no podían hacerse por más que se deseará lo contrario. Lucius comenzó a repartir leves caricias en su abdomen desnudo, logrando leves cosquilleos sobre la piel que tocaba, sintiéndose relajado de pronto y una leve sonrisa adornó sus labios—. He querido hablar contigo sobre algo.


— Sabes que puedes hacerlo, no te detendré. —contestó Ron sin dudar y, de manera fugaz, pensó que podría Lucius querer hablar con él, si tendría que decirle sobre algo más que pudo no haberle dicho aquel fatídico día; se dio cuenta que no tenía idea alguna de lo que pudiera ser realmente. Podía esperar cualquier cosa viniendo por parte del mayor.


— Cuando estuve en Azkaban, yo creía que todo estaba perdido para mí y para mi familia. —admitió Lucius levemente, entre susurros apenas perceptibles para su oído—. Fue un año en donde me di cuenta de muchas cosas y me pregunté sin parar si había valido haber terminado en ese lugar por todo lo que yo defendía.


Ron se estremeció de solo pensarlo. Realmente nunca imaginó que el mayor llegará a abrirse a tal grado de confesar lo que sintió, o pudo haber vivido, al estar dentro de esa cárcel. Sintió a Lucius tensarse a sus espaldas y pensó que no debería hablar si no quería, él mismo había sido capaz de vivir un encierro y sabía la clase de pensamientos que podían acompañarte en esos días negros.


— No tienes que hablar de eso-


— Solo escúchame, Ron. —demandó Lucius antes de que las palabras de Ron terminarán de salir de su boca.  Al parecer, Lucius estaba dispuesto a charlar con él sobre eso o, tal vez, solo quería desahogarse. El mayor siempre se miraba con una carga sobre sus hombros, una que parecía no poder soltar del todo y probablemente solo quería a alguien que lo escuchase para lograr aligerar ese peso.


— Está bien. —suspiró con ligera resignación. Iba a darle la oportunidad de esa liberación al mayor, Ron ya lo había hecho por bastantes días y Lucius siempre escuchaba atento cada uno de sus lamentos, consolándolo y dándole palabras de aliento lo mejor que podía, lo justo era que tenía que ser reciproco con él.


— Recuerdo perfectamente como sentía que había arruinado a mi familia, que había arrastrado a mi hijo a una vida de miseria, pero de alguna manera me repetía que hice lo correcto y que nada estaba perdido, ya que, para mí, todo iba a valer la pena una vez que ganáramos nosotros. —dijo con ironía. Ron contuvo la mueca de desagrado ante lo dicho, gracias a ese tono de voz que Lucius utilizó—. Entonces salí de ahí y creí que todo seguiría su curso, pero me equivoqué.


— ¿Qué sucedió? —preguntó Ron después que notó que Lucius no iba a continuar con su relato.


Él me dio la espalda. —contestó Lucius entre dientes, molesto. Ron soltó un jadeo sorprendido, no pudiendo creer lo que le decía—. Lo soporté, soporté sus humillaciones, sus torturas, soporté todo lo que me hiciera con tal de volver a ganar su confianza. Hasta que mi casa fue tomada como base de esas personas y ahí supe que mi familia estaba todo menos a salvo.


— Lucius-


— No dormía, no había noche en la que pudiera estar en paz, sabiendo que mi familia estaba en peligro con ellos aquí y que podían matarlos si decían o hacían algo mal. —dijo Lucius con pesar—. Toqué fondo cuando Narcissa dejó de confiar en mí, yo no podía con eso, que mi compañera, quien se suponía era mi mano derecha, hubiera dejado de confiar en mí por todo lo que hice fue…


Lucius pausó y a Ron se le contrajo el corazón, adivinando a qué se debía al repentino silencio, si a la mención de aquel nombre que se había vuelto una clase de tabú para él o al imaginarse el calvario que tuvo que haber sido para Lucius vivir todo eso. Primero haber tenido que pasar por Azkaban, para que al salir te humillará la persona a la que seguías fielmente y que al final te castigará de la peor manera al poner a la familia de por medio, en peligro.


Una parte recóndita de su cerebro le decía que era lo menos que Lucius se podía merecer por todo el daño que causó en base a tantos años, que se había ganado todo aquello a pulso y que todo lo malo que acumuló, se le había regresado de esa manera. Expulsó esos pensamientos rápidamente. Ninguna persona se merecía estar en esa posición, ningún padre debería de estar preocupado por si su hijo iba a sobrevivir al estar rodeado de gente sin corazón y temiendo que en cualquier momento pudiesen matar a los que aprecias, por un simple error.


Comprendía lo que era saber que tu familia estuviera en peligro y que no pudieses hacer nada para protegerlos o que, si dabas un mal paso, sería tú culpa que acabasen con ellos, logrando que la carga que llegarás a tener se hiciese todavía más grande. Así que, no, nadie se merecía esa clase de tortura mental, de ninguna manera.


— No tienes que continuar si no quieres. —habló Ron al final y con una de sus manos, comenzó a acariciar el brazo que lo rodeaba para brindarle alguna tranquilidad al hombre que cada vez se encontraba más tenso detrás suyo.


— Se dedicó a cuidar a Draco por su cuenta, hizo todo lo que pudo por protegerlo, hizo todo lo que yo no fui capaz de hacer por nuestro hijo. —Lucius continuó después de esa pausa. Ron volvió a ponerse atento—. A pesar de eso, logramos llegar a un acuerdo y acordamos ser neutrales, quedar del lado ganador sin importar cual fuera.


Ron no pudo evitar bufar—. No puedes escoger de que lado estar una vez que se haya ganado, Lucius, así no funciona.


— Sí, sí lo hace, porque gracias a eso mi hijo es libre, está con vida y, al tener la marca, supimos mover la situación a nuestra conveniencia. —dijo Lucius con firmeza, podía hasta jurar que un tono orgulloso salió en aquella oración, lo que hizo que negara con la cabeza.


—  Oh, Merlín…


Mera hipocresía o supervivencia, pensó. Evidentemente, los Malfoy habían sabido jugar muy bien sus cartas dentro de esa catástrofe. El ingenio ante esas situaciones era inimaginable, a él nunca se le hubiera podido haber ocurrido algo como eso de no haberlo escuchado ahora.


» Nosotros estábamos seguros que tu amigo iba a ganar, pero yo todavía era capaz de darle el beneficio de la duda. —declaró Lucius—. Narcissa no y ese fue su error, confiar ciegamente en un solo lado.


Ron se extrañó con lo que Lucius le confesaba y se encontraba un poco confundido. Que los Malfoy hubieran decidido quedarse al margen ante la batalla, era una cosa, y hasta cierto punto comprendía que Lucius estuviese dudando, suponía, por motivos de sus creencias, mas no encontraba el error en que Narcissa hubiese confiado en su totalidad del que fue su lado.


— ¿Qué pasó? —preguntó Ron con inintencionada curiosidad.


— Ella se acercó al cuerpo de Potter cuando el Lord creyó haberlo asesinado en el Bosque Prohibido y... mintió. —admitió Lucius, enojado. Ron no se esperó para nada esa declaración y se enderezó rápidamente, acomodándose de tal manera en la que pudiera verle el rostro a Lucius y aligerando el agarre entre ambos—. Dijo que Potter había muerto cuando no fue así.


Ron no sabía que pensar, estaba totalmente en blanco, realmente no confiaba en que alguna palabra pudiese salir de su boca debido a la impresión. Estaba seguro que su cara reflejaba exactamente el como se estaba sintiendo, la incredulidad era tanta que pudo apreciar a Lucius hacer su gesto de enfado aún más intenso.


— ¿Por qué hizo tal cosa? —cuestionó Ron entre balbuceos.


— Por Draco. —contestó, mirándolo fijamente—. Cuando se dio cuenta que estaba vivo, le preguntó si Draco seguía con vida y él se lo confirmó, se sintió tan aliviada por eso que le dio la oportunidad a tu amigo de fingir y ganar si podía. Ya no le importaba el Lord, solo quería llegar a Draco y ponerlo a salvo.


Ron se removió en su sitio—. Pero entonces Harry murió…


— Y con ello Narcissa también. —Lucius ultimó en un resoplido—. El Lord no dudo ni un segundo en cazarla y no logramos sacarla de Inglaterra a tiempo, la capturó y la tuvo encerrada por unos días.


Se sintió tan afligido de repente que la sorpresa inmediatamente pasó a ser segundo plano. Increíble. Le parecía increíble el como una madre llegaba a tal grado de riesgo únicamente por el bienestar de su hijo, arriesgando todo con tal de saber si encontraban a salvo o no. Con su madre lo había visto, lo había vivido, sabía que el amor de madre sobrepasaba cualquier muralla, pero nunca llegó a imaginarse que alguien como Narcissa pudiese hacer eso por su hijo y eso era lo que lo hacía aún más increíble, el demostrar el amor de esa manera tan pura.


— ¿Cómo tú y Draco siguen con vida? —preguntó ingenuo.


— Ella me pidió mentir. —respondió con honestidad—. Me rogó que, si caía, debía de cuidar y velar por Draco, era lo único que le importaba a ella y no iba a descansar si lo dejaba solo o si lo asesinaban, ella decía que entonces no iba a valer todo lo que hizo.


— Supongo que lo hiciste tan bien que fue creíble...


— Sí. Dije que ni Draco ni yo sabíamos de todo lo que planeaba, que la traición fue completamente de su parte. —dijo con seriedad. Ron sabía la seriedad que Lucius trataba de reflejar, era totalmente fingida, había algo en sus ojos que lo delataba—. Logré verla y pude disculparme con ella… pude hacerlo antes de que la asesinara su hermana.


A Narcissa se la llevó la guerra. Ahora comprendía aquella penumbra que rodeaba a la familia, ahora comprendía porque los Malfoy se miraba tan diferentes, tan afligidos que a veces parecían almas sin propósito alguno. Era que ahí estaba la respuesta ante ese pesar que tenían ambos hombres y, sinceramente, nunca lo hubiese podido imaginar ni por asomo. Narcissa ya no estaba.


Entonces supo porque Lucius lo miró con entendimiento todas aquellas veces que se desahogó con él. Era así, lo entendía. Lucius entendía todos sus pesares porque los vivió él también, el mayor lo entendía, entendía que era lo que te quitarán la libertad, el temer por las personas que amabas, el que te las arrebatarán sin poder hacer nada. Lo entendía realmente. Todo este tiempo lo hizo y el mayor cargó solo con aquellos pesares, sin decir una sola palabra.


— Lo siento. —susurró Ron con sinceridad, viéndolo directamente.


— No tanto como nosotros. —respondió Lucius con franqueza—. Si bien lo que tenía con ella fue más una costumbre que se acercaba al cariño sincero, era especial para mí por el simple hecho de haberme acompañado tantos años sin darme la espalda ni un solo día y por todo lo que hizo por nuestro hijo.


Ron lamentó el haber sentido alguna molestia con Narcissa a causa de Lucius. Había estado experimentando sentimientos de resentimiento hacía una persona que ya no estaba viva, que ya no iba a regresar y, aunque de algún modo no era su culpa al no saber, no ayudaba a que se sintiera menos arrepentido por cualquier cosa que hubiese llegado a pensar en todo ese tiempo y ante sus heridos pensares. Que burla.


— ¿Por qué decidiste decirme todo esto? —preguntó mientras se acomodaba de mejor manera en su sitio, sentándose frente a Lucius y soltándose ahora en su totalidad del mayor.


— Porque yo pensaba igual que tú. —contestó Lucius claramente—. Pensaba en que hubiera pasado si la hubiese podido salvar, en si me hubiese puesto en su lugar, pensaba tanto en esas fantasías y en lo que pude haber hecho por ella que me estaba perdiendo, me estaba ahogando en ellas hasta que logré darme cuenta que no valía la pena, no servía de nada pensar en todo aquello porque no iba a poder cambiar algo que ya estaba hecho.


Ron asintió—. ¿Cómo le hiciste?


— Encontré mi lucha de nuevo en Draco. No podía abandonarlo. Comencé a avanzar de nuevo por y para él, pues me necesitaba a su lado.


— ¿Así de simple? —dudó unos momentos—. ¿Solo avanzar?


— No, no es así de simple. —respondió Lucius, negando—. Toma tiempo, toma tiempo superarlo para comenzar a seguir viviendo.


— Pero tú lo tenías a él-


— Tus hermanos están desaparecidos y esa es buena señal. —dijo repentinamente y Ron hizo una mueca de dolor ante la mención de la situación de sus hermanos. Ya había pensado algo como eso antes, que era mejor que estuviesen desaparecidos a muertos, al menos de esa manera él podía imaginar que estaban a salvo y con vida fuera de ese lugar—. Tienes que vivir por los que ya no están, tienes que vivir por ellos, sobreviviste por una razón y tienes que seguir viviendo en su lugar para llegar a eso que te mantiene con vida.


— Una esperanza. —concluyó. Lucius asintió con su vista fija en él—. Tu esperanza es Draco.


— Sí y no. —contestó Lucius vacilante—. Draco es mi lucha, mi deber, pero mi esperanza está en otra parte.


Ron sabía a lo que se refería y como todo eran cosas distintas. El mismo tenía todo divido para tener sus propósitos con más claridad y que no todo se fuera enfocado en una sola cosa o persona, no debía ser así por si eso llegaba a faltarte; ya que, iba a ser como quedarse varado, flotando, en medio de la nada sin saber que hacer. Se debía buscar más opciones en donde depositar todos tus motivos en la vida para poder luchar, para poder vivir, para poder tener tranquilidad y coraje. Era ahí donde era lo más correcto regirse, lo más digno.


— ¿Y si yo no fuera capaz de encontrar dicha esperanza? —preguntó Ron bajo la atenta mirada grisácea. Él sabía que preguntar eso no tenía lugar, hace bastantes días que el descubrió aquella nueva esperanza que estaba deseando nacer en él, mas no podía decirla todavía.


Se negaba a ser él quien diera ese paso, menos ciegamente, al no saber lo que Lucius pensaba sobre él; no podría equivocarse con eso, ya que no sabría que hacer. Aferrarse a alguien era lo más difícil al no poder soltarse cuando uno quisiera, al menos, necesitaba más señales por parte del mayor para poder terminar de admitir esa nueva esperanza y entregarle, con facilidad, a Lucius ese poder sobre él, sin que sintiera temores ante lo que pudiese pasar.


— Todo lo que te dije cuando llegaste no era verdad o puede que no todo lo era; como el obligarte o que si desobedecías acabaría contigo, que era un juego..., todas esas cosas no eran verdad. —expresó Lucius mientras le tomaba la cintura con una de sus manos y con otra le tomaba el mentón, haciendo que sus miradas quedaran adheridas una de la otra—. Era solamente para intimidarte y que no fueras a escapar.


— ¿Por qué hubieras querido mantenerme aquí? —preguntó, perdido en la mirada de Lucius.


— Draco me contó sobre el incendio y tú seguías con vida, así que no podíamos deberte esa tregua. Al principio, me negaba a traerte, pero… —la mano que sostenía su rostro, pasó a tomar una de sus manos, uniéndolas al entrelazarlas—. Sabes que aquí estás a salvo, ¿cierto?


— Es extraño que preguntes eso y estés hablando sobre sentimientos. —dijo con burla al no saber que expresar por la repentina vergüenza que sintió, a causa de lo dicho por Lucius, su intensa mirada y de sus acciones—. No es muy Slytherin de tu parte.


— Eso es lo que me gano al abrirme contigo. —dijo mientras rodeaba los ojos y le soltaba la mano.


Ron rió con ligereza, tomando ahora él esa mano libre de Lucius—. Sabes que solo bromeo.


Lucius, de repente, en un solo movimiento se inclinó, cortando la distancia entre ambos y lo besó. Sintió un breve estremecimiento ante el inesperado arrebato, pero regresó el beso con satisfacción. Un calor recorrió su cuerpo al sentir la lengua de Lucius contra sus labios, sus mejillas comenzaron a sentirse más enrojecidas cuando le permitió el paso dentro de su boca. Se encontraba algo avergonzado de pronto. La lentitud en ese beso se estaba sintiendo más íntima que otras ocasiones. Estaba tan sumergido en ello que no se dio cuenta que Lucius lo había estado empujando hacía atrás hasta que sintió el colchón contra su espalda y jadeó contra la boca de Lucius.


— Sé no puedes usar tu magia, no hay manera si no tienes tu varita, pero ¿confías en que puedo protegerte si algo llegará a suceder? —preguntó Lucius entre rápidos besos contra sus labios y su corazón latió de prisa ante dicha pregunta—. ¿Confías en mí?


— ¿Debería hacerlo? —preguntó Ron sin meditar absolutamente nada, no estaba tan concentrado como creyó, no cuando Lucius seguía besándolo y sus manos habían comenzado a tirar de su ropa para quitarla—. ¿Puedo hacerlo?


— He cometido más errores de los que pude admitir hoy, he lastimado gente inocente…, no puedo borrar todo lo que he hecho, pero sí puedo demostrar- —cortó abruptamente, soltando un suspiro frustrado. Lucius se apartó un poco de él para poder hablar con más claridad—. ¿Qué es lo que te impide hacerlo?


Ron, de prisa, trató pensar algo coherente que pudiera decir—. Tú me dijiste que no buscará-


— Olvida eso, olvida lo que te haya dicho antes y solo déjame… —murmuró Lucius mientras lo miraba, su mirada había viajado hacía él y Ron jadeó suavemente ante esos ojos que lo observaban como si ardieran—. ¿No lo entiendes?


La respiración de Ron se atoró en su garganta al contemplar por completo esa mirada y su cuerpo se incendió totalmente. No comprendía a que quería llegar Lucius con aquella pregunta, pero, en ese momento, Lucius se veía muy diferente. Sus ojos parecían querer transmitirle algo, pero no descifraba en su totalidad que podía ser, tantas emociones pasaban por ellos que era difícil de leer: necesidad, deseo, desesperación, felicidad, indignación, amor.


Ron no se molestó en responder, simplemente tomó a Lucius de los hombros y lo acercó a él para besarlo con fuerza, con urgencia, deseando con todo su ser que en aquel beso se pudiera transmitir lo que él estaba sintiendo, suplicando con desesperación que su beso hablara por él y lo ayudará a llegar a Lucius.


.


Sí lo entendía.


Lucius pareció captar algo en ese beso porque presionó su cuerpo contra el suyo, haciéndolo gemir. Una de sus manos acariciaba la piel apenas expuesta de su cadera, mientras la otra pasaba a enredarse con sus rojizos cabellos. Bufó cuando los labios de Lucius abandonaron su boca, pero rápidamente soltó un gemido e inclinó su cabeza hacia un lado cuando Lucius posó sus labios en su cuello, mordiendo y succionando la piel que ahí se encontraba descubierta.


Sí.


Definitivamente todo se estaba desmoronando, pero no de mala manera.


Todo se desmoronaba para volverse a acomodar y tomar un camino diferente.

Notas finales:

Ya finalmente se supo que sucedió con Narcissa. Una charla de sentimientos, de corazón a corazón, nunca hace daño, facilita las cosas, ¿a qué sí? jajajaja.

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a seguir subiendo el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, una disculpa de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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