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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron y/o comentaron!

Disfruten el capítulo.

Las palabras siempre salieron por sí solas, sin problema, a veces en forma de susurros, a veces como gritos, pero siempre fueron dichas como si no importara lo que se estuviese diciendo. Pero eso no era cierto, en realidad, era todo lo contrario. Importaba cada una de las palabras pronunciadas con una intensidad que calaba hasta el alma.

 

Ron lo conocía muy bien. Conoció lo que era pronunciar alguno de aquel conjunto de letras desde muy temprana edad, tal vez por la pasión del momento o por inmadurez al no saber lo que decía, pero lo hizo. No supo, hasta tiempo después, que todas esas palabras habían sido dichas con un vacío tremendo, porque en ese entonces no importaba lo que dijera un niño, de alguien que todavía no tenía ni razón para medir las consecuencias de lo que pronunciaba. Luego, aunque casi enseguida, se fue haciendo como una adicción, una tan fuerte e incontrolable que trajo como consecuencia que aquellas palabras fueran, cada vez más, pronunciadas con tanta fuerza hasta que se fue imposible no ser lanzadas en cada momento, por más ridículo que este fuese. Sin embargo, continuaban siendo palabras vacías, sin importar que tan fuertes eran dichas, pero aun así no le interesó. No se le tomó el debido cuidado a lo que se era dicho porque, con solo decirlas, se sentían bien y era lo único que tuvo relevancia todo ese tiempo.

 

Cuando fue consciente de la magnitud que era manifestar esta clase de palabras, fue en el momento que vio que el cumplir con ellas era un compromiso. Habían sido transformadas, ya que observó que no era el único en decir tales palabras. En ese preciso momento fue cuando entendió que no era solo decirlas, sino ejecutar lo dicho por más difícil que fuera realizarlas y hacerlas realidad. Fue un sí o sí, por algo se dijeron y por ese algo tenían que ser efectuadas con la misma intensidad con las que se decían.  Dejaron de ser simples palabras vacías, para verse convertidas en palabras llenas de significado y la responsabilidad dentro de ellas logró que se sintiera una mera esperanza tanto para él como para los demás, donde ya no solo sentían alivio al decirse sino también un sentido de protección.

 

Poco a poco percibió aquel tipo de palabras que eran dichas por todos sus allegados, dirigidas a él o a cualquiera que fuese especial para esa persona, eran para darle seguridad a las personas que se querían y para hacerles sentir que estaban seguras a donde fuesen porque aún quedaba alguien que tenía que cumplir con ese acuerdo que fue declarado.

 

Anteriormente, creyó que recitar tales cosas los mantenía luchando con todas sus fuerzas al no querer faltar a esa palabra. El hacer de ellas una responsabilidad, fue lo que los mantuvo siempre al borde, llenos de adrenalina, porque no tenían permitido fallar ni fallarle a las personas a las que les decían todas esas palabras. No era algo que se decidía hacer o no. Era todo un peso que caía en unas palabras al ser convertidas en un deber obligatorio, el cumplir con ellas era tan grande y tan potente que nadie se atrevía a tener el más mínimo error que impidiera el darle existencia a todo lo pronunciado.

 

Nadie tenía permitido fallar, porque una vez que se fallaba a estas palabras se ponía todo en juego, desde algo tan simple hasta la vida misma. El dolor y la decepción que quedaba detrás cuando se fracasaba era de lo más aplastante al no solo fallarse a uno mismo sino también a las personas a las que se les dijo algo. El sentimiento amargo que te albergaba era uno al que Ron estaba familiarizado a la perfección.

 

Ron había fallado a muchas de ellas a lo largo de su vida, sobre todo a las más importantes que pudo lanzar. El sufrimiento que le dejaba el saberse fracasar ante las personas que tenían sus esperanzas en él, era uno que no soltaba por más que se quisiera dejar atrás pues se quedaba como un recordatorio de haber dejado escapar una promesa sin poder hacer nada para evitarlo. Y no fue suficiente con solo haber fallado él a sus promesas; observó a la gente que lo rodeó fallar también a estás de igual manera, o peor aún el hacerlas de manera vacía, para que al final terminarán siendo una firma sin valor al no cumplir a las palabras dichas.

 

Su padre había fallado a ellas.

 

Su madre había fallado a ellas.

 

Sus hermanos habían fallado a ellas.

 

Harry había fallado a ellas.

 

Hermione había fallado a ellas.

 

Todos los que conocía habían fallado al menos a una promesa.

 

Por eso no le agradaban, le llenaba de pesadumbre hasta pensar en ellas. Era una verdadera aflicción para él el tener que prometerle cosas a alguien más cuando antes había pensado en las promesas como en un signo de honradez, de lealtad, hacía personas a las que amabas y deseabas proteger. Pero no era así una vez que las promesas eran rotas, o incumplidas, y dejaban de tener todo rastro de buena bondad.

 

Aunque era distinto el prometerse cosas a él mismo a prometerle cosas a alguien más, ya que si él se fallaba a sí mismo nadie lo sabría y él sería el único afectado a su propio incumplimiento; eso sí, siempre tratando de ponerse él ante todo peligro primero por si llegase a fracasar con lo que sea se haya pactado. En cambio, el hacer juramentos a alguien más era hacer un compromiso que no podía permitirse tan a la ligera si estaba destinado a fracasar a ellos y eso era lo que no le gustaba en primer lugar.

 

Había fallado a muchas, sí. A unas más importantes que otras, también. Sin embargo, no todo fue malo en aquellas promesas.

 

Una promesa, más que un simple pacto, era un juramento que te ataba a una persona a la que se le brindaba toda fidelidad, por eso no lograba dejar de comprender que eran necesarios aún por más que le ensombreciera todo. Más que necesarias, se hacían indispensables para poder vivir con la seguridad de que estás para alguien más o que alguien está para ti; era esa la razón por la cual él había hecho promesa tras promesa durante su vida, el decirlas a las personas que apreciabas siempre le dio esa seguridad de que él iba a hacer todo por ellas sin importar nada. Y así lo hizo. Hizo todo lo que estuvo en sus manos por ellas, porque fue gracias a esa seguridad que logró llegar hasta donde le fue posible al lado de todos ellos y todo se debió a las promesas que les había realizado a cada persona que significó algo para él.

 

Por eso, entendía perfectamente por qué Astoria se hubo acercado a él para pedirle una promesa de su parte. Ella se sentía igual que él al tener gente a su alrededor que le importaban y deseaba proteger mediante todos los recursos que tuviera a la mano. Esa chica, al igual que él, estaba dispuesta a sacrificar y aliarse con todo aquel ser de su confianza que pudiera brindarle protección, firmeza. Porque eso era. Así se manejaban las promesas, era una certeza, brindaban protección, tranquilidad, firmeza y hasta cierta inmunidad ante cualquier peligro, ya que alguien te daba esa garantía de defensa y esperanza.

 

— No te estoy exigiendo nada. —dijo Astoria después de un breve silencio—. Te lo estoy pidiendo, eres al único al que pudiera confiarle esto. Por favor.

 

Ron la miraba con duda ante la súplica que la chica estaba diciéndole. Sí, entendía la razón de porque Astoria se había acercado a él al verlo como una persona la cual pudiera llevar acabo sin ningún problema aquello que ella quería hacerle prometer; incluso, no era algo que no se hubiera planteado ya con anterioridad hacer, pero lo que no entendía era a que se debía tan repentina petición.

 

No estaba dispuesto a negarse, no tendría el corazón siquiera para negarle algo que Astoria le estaba pidiendo con desespero. Pero eso no acallaba sus pensamientos en donde él trataba de buscar más allá de toda razón lógica el motivo por el cual Astoria se hubiese inquietado a tal grado de llegar a pedirle prometer a él que protegería a Draco Malfoy de todas las personas. Desde que conocía a Draco, tenía la certeza de que este era un mago más que capaz para cuidarse solo, más sabiendo que se encontró todo el tiempo a la altura de Hermione y se daba una idea de su capacidad con eso; por lo cual, no es que necesitase la protección de alguien como él -y no es que se considerara alguien incapaz-, simplemente no tenía mucha sensatez aquello que Astoria le había pedido momentos atrás.

 

— ¿Por qué me pides eso tan de repente, Astoria? —preguntó, cauteloso—. Draco no es alguien que necesite protección y menos la mía-

 

— Si te lo pido es porque necesito la certeza de que no seré la única cuidando de él, menos cuando yo… —pausó y soltó un suspiro. Ron la miró sin comprender—. He estado pensando en lo que me dijiste hace unos días.

 

— ¿Sobre lo de los cuerpos y todo eso? —preguntó Ron mientras se recriminaba por dentro—. Si es por eso, olvídalo en serio-

 

— Te entiendo. —declaró, seriamente, mirándolo directamente a los ojos—. Ahora lo hago. Entiendo por qué tienes preguntas que quieres responder, comprendo la incertidumbre..., todo eso, y sé con certeza que no es algo por lo que yo quiero pasar.

 

Ron no sabía que responder al no comprender que era lo que sucedía con exactitud—. No entiendo, Astoria.

 

— ¿Recuerdas que te dije que las cosas no estaban bien afuera? —preguntó Astoria mientras se paraba con más firmeza delante de él. Ron asintió—. Primero tengo que decirte que nos hizo portar una clase de prendedor, son… —suspiró—. El color verde es para aquellos que están de su lado y en formación para tomar la marca, el color plateado es para aquellos que están de su lado, le profesan lealtad verdadera, por lo que no hay necesidad de adquirir la marca y el color negro son para aquellos que aceptaron que ganó y resignados no lucharan contra él, pero se niegan a tomar la marca.

 

— ¿Hay quienes no tienen uno? —preguntó una vez que proceso la información dada por Astoria y esta le confirmó su pregunta con un asentimiento de cabeza—. ¿Por qué?

 

— Los que no tienen ninguno es porque ya tienen la marca, no es necesario identificarlos.

 

Ron no tuvo los deseos de informarse por tanto tiempo sobre lo que sucedía en el mundo mágico que, al parecer, se había perdido demasiado de toda la situación que rodeaba todo del mundo por el que una vez peleó.  Y todo apuntaba a que se encontraba como tanto él lo temió o se llegó a imaginar en sus sueños; tenía cierta certeza de que se asemejaba, pero nunca pensó que Voldemort fuera a ser capaz de clasificar a las personas como si de animales se tratase.

 

Tanto había llegado su ambición de poder que le había dado por tener todo tan bajo control, a tal extremo de tener que catalogar a las personas por las decisiones que estaban dispuestas a tomar para sobrevivir ante el desgarrador giro que dieron todos los sucesos apuntando todo a ese nuevo mundo.

 

— Entonces, ¿qué sucede con los del prendedor negro? —preguntó Ron, angustiado—. Dices que se niegan a tomar la marca, y sin profesarle lealtad, debe de ser difícil para ellos.

 

— Los que tienen el prendedor negro eventualmente van adquiriendo cualquiera de los dos colores. —informó Astoria y Ron alcanzó a distinguir cierto pesar en su voz—. Aún no sé qué les hacen para solo aceptar y no negar la marca más o lealtad verdadera.

 

Ron suspiró. Era lógico que cambiasen de opinión y tenía una idea a que se debía ese cambio; si ya les encasquillaban aquellos prendedores, no le sorprendería para nada que los amenazaran hasta que lograsen cambiar de parecer y aceptasen sin más cualquiera de los dos primeros prendedores, menos si eran los que les garantizaban seguir con vida. Él no sabría qué decisión tomar de estar en esa posición.

 

— ¿Y qué hay sobre los que fueron capturados? —preguntó Ron en cuanto la idea se cruzó por su mente. Esa era otra cuestión a tomar, él lo había estado y le gustaría saber que era lo que tenían en mente para aquellos cuando los capturaban si las torturas estaban de más. Por lo cual, si Astoria estaba dispuesta a discutir con él sobre el mundo exterior, más ahora que ambos se encontraban totalmente solos en aquel salón de descanso sin temor a que alguien los fuera a interrumpir en un tiempo próximo. Estaba listo para sacarle toda la información que pudiera.

 

— No tengo mucho conocimiento sobre eso. —dijo con sinceridad—. Pero tengo entendido que los que son capturados son aquellos que su persona tiene un precio y los tienen para cuando paguen por ellos.

 

Ciertamente, no le sorprendió escuchar eso. No cuando había salido de la boca de unos mortífagos que su persona tenía un monto al que estaban dispuestos a cobrar por entregarlo a una persona en específico. Parecía que era la misma situación para todas esas personas que estaban dentro de esos calabozos tan asquerosos, hundidos totalmente en oscuridad y torturas constantes.

 

— Te preguntó porque yo lo estuve. —confesó Ron al momento que sintió un escalofrío recorrerlo cuando recordó el tiempo que estuvo realmente encerrado.

 

— ¿Lo estuviste? —Astoria lucía asombrada con tal revelación de su parte—. No lo sabía en realidad. Draco no me lo dijo como tal, pero tiene sentido el porque estás aquí... ¿y cómo es estar ahí?

 

— Horrible. —su rostro mostró total disgusto por las simples memorias—. De solo recordarlo me siguen doliendo las marcas de mi cuerpo. Me maldecían sin parar, me golpeaban con demasiada fuerza que hacían que me quedara sin energías de solo gritar, pero nunca me intentaron matar. Solo era tortura pura.

 

— Es lógico, si están esperando por un pago entonces no deben de matarlos.

 

Ron le dio la razón. No se tenía que tener gran capacidad deductiva como para no comprender que lo único que les importaba a esas personas era el poder y el dinero; que mejor conseguirlo mediante las personas que lucharon contra ellos, prácticamente siendo vendidos a el mejor postor como viles objetos. Se apoderaba de él el enojo al imaginar que los tenían ahí, encerrados, por ese motivo en especial.

 

— No puede ser que me hayan puesto algún tipo de precio, y eso tuvo que haber sido desde antes. —dedujo sin meditarlo en realidad. La mirada sorprendida que Astoria le lanzó hizo que le llegara una realización de golpe haciéndolo contener la respiración—. Pero si tenía precio, entonces…

 

Astoria soltó un jadeo, asombrada—. Pagaron por ti, Ron.

 

— Nunca me dijeron eso. —tartamudeó con rapidez—. A mí una bruja me dijo que me habían reclamado.

 

— Bueno, reclamar suena menos feo a pagar.

 

De todo lo que pudiera ser razonable dentro de toda esa situación que lo envolvía, el que los Malfoy hubieran estado dispuestos a pagar quien sabe cuánto dinero por él, únicamente para tenerlo ahí dentro de la mansión, era una de las cosas con menos lógica en todo aquello. Tendría lógica si lo hubieran hecho para humillarlo todo el tiempo por ser un Weasley o para matarlo después de un tiempo, pero entonces no habría avanzado hasta donde se encontraba, ni siquiera se lo hubieran permitido en todo caso.

 

Desgraciadamente, no era el momento para enfrascarse en ese sorpresivo descubrimiento. Debía de continuar con la conversación que llevaban para darle la fluidez de llegar por si sola a la respuesta que estaba buscando, luego tendría la manera de averiguar de primera mano el motivo por el cual decidieron pagar por él, porque estaba seguro debía de haber más de una razón aparte de esa disque tregua al rescate del heredero de la familia.

 

— Supongo que tu portabas un prendedor. —preguntó Ron con la intención de cambiar el tema y suspiró quedamente cuando vio a Astoria asentir—. ¿Qué prendedor tenías, Astoria?

 

— Yo tenía un pin negro.

 

La observó con asombro. Si creía que ya nada podía sorprenderlo toda esa conversación se había equivocado rotundamente—. No lo creo… ¡te negaste a aceptar la marca! ¿Qué sucedió después de eso?

 

— Desde que conocí a Draco me salvó. —dijo con alivio e inflando su pecho en un ademan de orgullo—. Mi hermana tiene sus ideales muy bien puestos, gracias a que es una bruja que acepta todo para tener la comodidad que siempre le han dado nuestros padres, pero yo no.

 

— ¿Por eso no querías aceptar?

 

— Sí, yo no quería seguir ese camino. —dijo Astoria con convicción—. Desde la guerra he visto como crueldad el tratar a alguien mal solo por ser de la sangre que es, ningún niño pide nacer dentro de una familia muggle, o ser un mestizo, y es inaceptable basar nuestro trato solo por eso.

 

Ron asintió—. En algo teníamos que estar de acuerdo.

 

— Tu sangre es roja, la mía es roja, entonces me preguntaba: ¿qué nos hace diferentes? —Astoria se encogió de hombros mientras suspiraba, soltando todo el aire de sus pulmones—. Hasta que llegue a mi respuesta. No somos iguales porque cada ser es un individuo sin igual y con un criterio propio, pero hay algo que nos une y siempre lo hará.

 

— ¿Qué es eso que nos une? —preguntó Ron con autentica curiosidad, aunque asintiendo por lo que Astoria había dicho.

 

— La magia. —respondió claramente—. Todos tenemos magia dentro de nosotros y eso lo compartiremos por más hijo de quien seas.

 

— No lo había pensado de ese modo, pero tienes razón. —dijo con asombro—. La magia es algo que correrá por nuestras venas no importa quién o qué seas.

 

— Pero eso es algo que este tipo de personas no entiende. Se creen superiores por venir de todo un extenso linaje de magos y brujas que no se ha mezclado, sin entender aún que aquellos que no nacieron con sus mismas características puristas son igual o más poderosos que ellos.

 

Ron la miró boquiabierto—. Impresionante…

 

— La magia se entrena y se aprende de ella, no importa que tan puro o no seas, si no sirves para ello, no sirves.

 

Había tratado de evitar abrir la boca debido a la impresión, pero simplemente no se pudo contener que le salió natural. No daba crédito a lo que sus oídos captaban. Que una Slytherin, de familia sangre pura, casada con una persona que se expresaba tan horrible de todo aquel que no estuviera a su nivel, era algo que no sucedía comúnmente. Es más, no era capaz de recordar a algún Slytherin que se expresara de ese modo sobre ese tema de las castas dentro del mundo mágico.

 

Astoria sin duda era única en su tipo. Debía ser eso por lo que Malfoy estaba tan maravillado con ella, tanto que se casó con la chica siendo tan jóvenes y a los pocos meses de conocerla.

 

— ¿Cómo es que terminaste con alguien como Draco pensando de ese modo? —preguntó Ron con total incredulidad—. ¿Cómo terminaste en esta casa aun sabiendo ellos como piensas?

 

— Es posible convivir con gente que tiene ideas diferentes a las tuyas, solo es cuestión de escuchar, asentir y callar..., de ese modo guardas respeto. Aparte, no son tan malos como parecen. —contestó con un movimiento de mano dándole a entender que le restaba importancia—. Son duros, sobre todo el señor Malfoy, pero les tocó vivir lo peor de ambos lados que se suavizaron un poco de algún modo.

 

— Pero ¿qué hay de tu familia? —preguntó aún con la misma incredulidad—. ¿Tomó bien tu decisión?

 

— A mi padre nunca le gustó que yo pensara así, que simpatizara con gente que no era mi de clase. —respondió Astoria, disgustada—. Yo lo soportaba porque solo eran leves regaños, pero todo cambio cuando Lord Voldemort ganó.

 

— Oh- entonces eso no fue bueno.

 

Astoria negó—. Pensé en mis opciones y lo que tenía a mi favor, lo medité tanto yo sola hasta que opté por aceptar, por mi bien, más no quería esa marca en mi cuerpo. No quería nada que me atara a aquel hombre, así que me negué.

 

— ¿Pasó algo con tu familia una vez que te negaste?

 

— Las leves peleas se convirtieron en gritos, los gritos en golpes y los golpes en maldiciones. —admitió Astoria, amargamente, con su rostro totalmente fruncido—. Pero no me importó nada de lo que me hicieran, siempre obtengo lo que quiero sin importar el costo y estaba dispuesta a llegar hasta mi último aliento con tal de no tener esa marca en mí.

 

Ron jadeó, angustiado—. Pero te maltrataban, Astoria…

 

Para él, era algo totalmente inentendible el cómo las familias que eran capaz de hacerle ese tipo de daño a sus propios hijos, sería algo que jamás entendería. No había razones para justificar tales acciones por parte de las personas que, se suponía, debían de ser las que te protegerían aún con su propia vida y no todo lo contrario. 

 

— ¿Ahora entiendes por qué busco tu promesa? —preguntó Astoria, viéndolo con preocupación—. Draco es lo único verdadero que tengo, no puedo perderlo.

 

— Astoria- ¿Qué hay de Lucius? Él está dispuesto de cuidar a su hijo ahora más que nunca.

 

— Sí, tienes razón, lo está. Pero… —cortó lo que iba a decir para luego verlo a él de manera suplicante—. Sé que me entiendes, sé que sabes el porque te lo pido, tú más que nadie eres capaz de entenderme. Por eso vine a ti.

 

Ron era totalmente incapaz de negarse ahora, si antes no pensaba hacerlo ahora no era una opción después de haber escuchado lo que Astoria le ha decido revelar. A Draco le había dicho que la protegería a ella, y tal parecía que ella estaba dispuesta a hacer lo mismo por él, por lo que había pensado en pedirle ayuda a él con una promesa de por medio.

 

Astoria necesitaba esa promesa que le diera la seguridad de que aquel juramento no iba a ser en vano y que lo que ellos estaban a nada de pactar fuera tan real como tocarlo. Bien. Entonces iba a regresarle el favor. Era cálido como el amor te hacía hacer cosas por otra persona, aliarte, buscar maneras y hasta lo imposible por garantizar el bienestar del ser amado, era aún más cálido el saber que él comprendía perfectamente la situación en la que se encontraban.

 

Porque, si bien no le agradaban las promesas, él las hizo, las hace y las hará. Su afecto era más grande que su desagrado, aparte que tenía total seguridad de que no se tratarían de promesas sin valor ni sentido. Estaba preparado para que a nadie de esa familia les hicieran daño, menos si él podía evitarlo y si para eso tenía que hacer una promesa, la haría.

 

— Entonces, ¿qué dices? Si dices que sí, ten por seguro que yo también protegeré a tu corazón. —Astoria lo dijo con una seguridad que lo hizo verla sin entender al no comprender a qué se refería con eso último, pero antes de que pudiera cuestionarla, le extendió la mano—. ¿Cuento contigo para proteger al mío?

 

Ron no tuvo nada más que pensar, no tenía por qué pensarlo más. Le dio la mejor de sus sonrisas y estrechó su mano con la que Astoria le ofrecía, ambos apretaron el agarre de manera inmediata mientras él le decía un fuerte y potente:

 

— Siempre.

Notas finales:

Tenía que usar el siempre, no pude evitarlo, jajajaj. Una pequeña platica con Astoria, tampoco estaba de más ;) Así me imagino la situación si hubiese ganado Voldy, separando a la población mágica dependiendo en lo que estuviesen dispuestas a aceptar a cambio de la vida, ¿ustedes se imaginaban algo parecido?

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, una disculpa de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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