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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron

Disfruten el capítulo.

Soñar despierto siempre le pareció tan natural.


Ron llegó a comprender, conforme la experiencia, que los deseos ante las carencias era lo que hablaba durante los lapsos de esos sueños. Son sueños que te llegan desde pequeño y te acompañan a lo largo de la vida, modificándose de acuerdo a la etapa en la que se estuviera; mas seguían siendo los mismos. Era una manera de darse esperanza a un futuro mejor, te obligaban a trabajar duro para llegar a eso que te daba ilusión y optimismo; sueños disfrazados de futuro que invadían el alma para no irse, ya que una vez que eran planteados, marcaban fuertemente la conciencia y solamente se intensificaban con el pasar del tiempo.


Él recordaba perfectamente cada uno de sus sueños, sobre todo los más significativos. Los primeros claramente siendo a una edad muy temprana. Cuando se era un niño, los adultos tendían a asumir que la niñez era acompañada con la ignorancia y falta de observación siendo, en realidad, todo lo contrario. A él le gustó observar todo a su alrededor desde muy pequeño, por lo que se dio cuenta la escasez sufrida dentro de su familia cuando sus padres no querían hacerlo notar ante ellos, pero para él fue inevitable el que no notase las cosas que los demás niños tenían y preguntarse porqué ellos no contaban con nada de eso; no se avergonzaba de su familia, se avergonzaba de la situación que vivía y la vergüenza que sentía debido a esa pobreza le fue tan grande por muchos años que, entonces, su primer sueño tomó forma: él sería rico cuando fuese adulto.


Al ser aún un niño, no sabía cómo ni cuándo, solo era conocedor de ese sueño en donde se visualizaba una vida en la cual no tuviera que renegar por no tener nada propio, donde no tuviera que recibir todo de sus hermanos y, sobre todo, una donde pudiera comprarse todos los dulces del mundo. Sin embargo, no fue hasta su estadía en Hogwarts que ese sueño tomó otra forma. Al ver a sus compañeros no pudo evitar compararse, por lo que supo que para alcanzar su sueño tenía que buscar métodos para llegar a él porque no llegaría de la nada; concluyó entonces: tenía que ser el mejor mago. Él solo sabía que de ese modo iba a tener un excelente trabajo que le diera el suficiente dinero y debía de trabajar para que ese sueño se cumpliese.


En Hogwarts también llegó su sueño por la atención a su persona. Ron era el hijo barón más joven, siendo el menor de seis hermanos, por lo que nunca recibió la atención que a él le hubiese gustado ni por parte de sus padres ni por parte de sus hermanos debido a que cada uno tenía asuntos que les correspondía hacer y lo dejaban a él de lado; incluso Ginny se llevaba más atención que él al ser la única mujer Weasley en generaciones. Su primer sueño, referente a eso, se planteó una noche: tendría tantos amigos que no podría ni contarlos. Así iba a ser más seguro tener toda la atención para él solo sin tener que compartirla con nadie más.


Entonces, con el tiempo, se modificó. Tenía amigos, pero parecía que arrastró su mala racha hasta en Hogwarts, porque al tener amigos como Harry Potter o Hermione Granger, no lo hicieron más que sentirse tan excluido a veces. Uno el salvador del mundo mágico y una de las más listas de toda la escuela. Se sintió celoso cuando toda la atención se iba a sus dos mejores amigos todo el tiempo, sintió que solamente era la sombra de ellos dos, que le estaban haciendo un favor al hablarle; por lo tanto, harto y enfadado, tuvo que cambiar sus sueños hacía otros rumbos: tendría los amigos justos y necesarios, pero trabajaría para ser sus iguales. Al ser sus iguales, los demás tendrían que voltear a verlo y tomarlo por fin en cuenta, tuvo todo el sentido del mundo.


Se visualizó de muchas maneras a lo largo de su adolescencia, pero el sueño que más le hacía suspirar y sentirse anhelante era: tener una familia propia. Su sueño se formó una vez que veía, y escuchaba, sobre el amor entre sus amigos, entre sus padres, entre sus hermanos y personas ajenas a él. Aunque, primeramente, soñó con tener aquel amor del que tanto su madre le había hablado, un amor sincero solo para él y alguien con quien compartir sus dichas y desdichas de manera mutua hasta formar ese sueño que tanto deseaba.


Él soñaba con tener una familia grande, en una casa grande, con una pareja que lo amará y sin todas las carencias que había estado sufriendo él desde que tenía uso de razón. Ron podía quejarse de muchas cosas, pero nunca del amor. El haber visto el amor de sus padres, el que su madre le platicara sobre él, le hizo desear con tener todo eso algún día en su vida, junto con todo lo demás que había estado anhelando. Se sintió tan esperanzado, sobre todo porque estaba trabajando muy duro en llegar a cumplir ese sueño.


Hasta que las cosas comenzaron a ir mal.


Todos sus sueños se tuvieron que ver modificados debido a que la muerte comenzó a respirarles en la nuca, buscándolos sin cesar y sin detenerse. Hubo noches que incluso platicó con los chicos sobre el frío de la muerte siguiéndoles sus pasos que parecía que los rodeaba todos los días con gracia, burlándose de ellos, al decirles que pronto iba a ir por cada uno. Fue hasta que su vida se vio convertida en una llena de peligros y adrenalina que tuvo que pausar todos sus sueños y soñar con algo que siempre dio por sentado: vivir. O sobrevivir para poder vivir, cual fuese el caso.


Para todos ellos, siempre fue una broma, una cruel broma de la cual se divertían y diciéndose entre risas que podían no volver a verse las caras nunca más y que debían de vivir todo lo que les placiera y buscar todo de manera apresurada para no perderse de nada antes de morir en esa lucha. Por lo cual, sus sueños sobre el amor y la familia cambiaron a lo que los demás le dijeron y los transformó al vivir con intensidad.  Él vivió esa rapidez. Con Lavender había vivido un poco de ese amor aprisa que nunca lo dejó satisfecho ni feliz, fue incómodo y no salió como hubiese querido, nunca fue lo que tanto él buscó, pero en ese momento para él fue la mejor idea. Nadie le pudo decir realmente nada. Nadie lo juzgó, no tuvieron porqué. A fin de cuentas, era lo que ellos siempre decían.


Sin embargo, aún a pesar de todo eso, su sueño de querer una familia era fuerte y no se había ido por más que lo intentó alejar. Menos cuando veía a toda su familia junta. Las reuniones familiares eran lo mejor entre los Weasley, tan llenas de todas clases de emociones, pero la alegría siempre se sobreponía. No fue hasta en la boda de su hermano mayor, Bill, fue que el desear por una familia le quedo más claro.


Siguió soñando a cuesta de todo.


Siguió soñando todo lo que podía cuando estuvo fuera en la búsqueda de aquello que ocupaban derrotar.


Siguió soñando, porque eso levantaba su esperanza en esos días.


Siguió soñando con una victoria, por más que la daba por sentada.


Siguió soñando a eso dónde quería llegar.


Siguió soñando y soñando.


Entonces todo terminó. Una maldición que acabó con todo lo que tenía y más aquello con lo que pudo alguna vez soñar. En menos de un parpadeo todo se desmoronó. Y fue justo en ese momento que comenzó a soñar con los ojos cerrados.


No podía soñar despierto ahora, ya que dejó de soñar con un futuro. Ahora soñaba por medio de la añoranza, con aquello que extrañaba y no estaba, porque era cuando cerraba los ojos que podía ver todo lo que perdió. Si cerraba los ojos, los veía a todos y a cada uno. Si cerraba los ojos, todos estaban a su lado, sonriéndole. Si cerraba los ojos, escuchaba sus voces, hablando, riendo y contando historias de todo tipo. Si cerraba los ojos, él lograba ser feliz de nuevo y su corazón volvía a latir al ritmo de las risas que se sabía de memoria.


Había estado soñando con los ojos cerrados desde ese día.


Para él no tenía caso volver a sus sueños anhelantes si ya no iba a poder cumplir con ninguno de ellos, sería solo una pérdida de tiempo y lo único que hacía era amplificar su tormento. Lo mejor fue encerrar cada sueño bajo llave y solo mantener los ojos cerrados, porque así no había nada a lo que temer, ni nada por lo cual sufrir.


Hasta que, por alguna razón, comenzó a escuchar una lejana voz que le susurraba al oído, una voz que le decía tantas cosas y nada a la vez, pero que lo obligó a abrir esos ojos azulados de nuevo.


— ¿Crees que me perdonen algún día? —preguntó al aire mientras miraba el techo fijamente, como si fuese la cosa más interesante de la habitación y pudiera ver las estrellas que en el cielo habitaban.


Estaba acostado al lado de él, juntos, pegados hombro con hombro, sintiendo como ambos desprendían ese cálido calor desde su cuerpo. Tenían poco tiempo de haberse recuperado del encuentro que acababan de consumir, por lo que sus cuerpos aún estaban ardiendo en un cálido fuego. Sabía que no era un momento para preguntar algo como eso o tocar dicho tema, pero la pregunta había salido de sus labios sin que lo pensara, ya que todavía se encontraba un poco en las nubes y en cuanto la pensó, salió sin sentirla.


— ¿Quiénes? —preguntó Lucius en un susurro. Sintió como se removió un poco, también sintió su mirada penetrante sobre él, y por más que estuvo tentado a desviar su mirada a esos ojos que le hacían suspirar, continúo con su vista en el techo.


— Mi familia. —respondió con simpleza. Escuchó a Lucius suspirar, pero no respondió, surgiéndolos a ambos en el silencio y Ron no presionó.


Era algo en lo que había estado pensando últimamente. La misma pregunta rondaba por su cabeza sin que pudiera detenerla, aunque realmente no deseaba hacerlo al ser una pregunta inofensiva. No dolía como creyó que debía a hacerlo, terminando sorprendiéndose con él mismo debido a ese hecho; el que no doliera le debía decir que estaba avanzando, que seguía andando como si todo estuviera diluyéndose con el pasar de los días.


Aun así, buscaba el perdón de su familia.


Quería ser perdonado por el abandono.


Quería ser perdonado por no luchar por ellos.


Quería ser perdonado por no cumplir lo que prometió.


Quería ser perdonado por considerar a los Malfoy ahora parte de él.


Quería que lo perdonarán por tantas cosas que se perdía al enumerarlas, pero no iba a ser posible saberlo. Ron sabía que estaba buscando por un perdón que nunca iba a escuchar, no al menos si seguía con vida, y no pensaba llegar a esa respuesta por un tiempo muy largo si era posible, así que solo quedaba en aceptarla y fusionarla con él.


Sin embargo, tenía un motivo más fuerte por la que empezó a hacerse esa pregunta.


— No creo que tengan algo que perdonarte. —habló Lucius finalmente. Ron decidió voltear a verlo, se sintió estremecer cuando sus ojos fueron capaces de ver como esos orbes grises brillaban entre la oscuridad.


— ¿Tú crees?


— Sí. —contestó Lucius, aún sin apartar la mirada de él—. ¿Por qué te preguntas eso de todos modos?


— Porque yo creo que… —suspiró—. Lucius, ¿qué estamos haciendo?


— ¿A qué te refieres?


— Nosotros… —pausó, pensando mejor su respuesta—, quiero decir, mi familia nunca perdonaría esto.


—Bueno —Lucius parpadeó un par de veces antes de responder—, lo importante es lo que pienses tú.


Ron no dijo nada, dándole la razón a lo dicho. Comprendía que realmente lo que importaba era solo su opinión y no la de su familia, por más que los amara, sabía perfectamente que no podía dejarse domar por la familia si la felicidad estaba en otra parte. En varias ocasiones así lo demostró, puso a otros primero sobre los miembros de su familia cuando algo no le pareció justo. Pero ese no era el punto que quería tratar con Lucius exactamente.


— Sé que por tu culpa sucedieron muchas cosas. —susurró suavemente. Observó como Lucius fruncía totalmente el ceño al mismo tiempo que todo su cuerpo se tensaba con rapidez.


— Yo nunca he matado a nadie, si es que a eso quieres llegar. —respondió duramente, incorporándose para poder quedar sentando, recargando su espalda en el respaldo de la cama. Ron suspiró, no dudaba de lo que Lucius le decía, si bien era un alivio el saber que no había sido capaz de dañar a alguien a tal grado de matarlo, no quitaba o le restaba culpabilidad por las consecuencias de sus acciones pasadas.


— La muerte de Sirius fue tu culpa. —agregó Ron más suavemente, incorporándose él también del mismo modo—. No lo asesinaste, pero no te hace menos culpable.


— La asquerosa de Bellatrix le lanzó la maldición. —se defendió con firmeza.


— Y ella también torturó a Hermione aquí en está mansión. —señaló—. Gracias a que él ganó es que me sucedió todo lo que me ha pasado y tú luchaste por ello. —volvió a señalar—. Trataste mal a mi padre un sinfín de veces, llegaron incluso hasta los golpes-


— ¿Todo esto es porque quieres reclamarme? —Lucius alzó una de sus cejas. Ron lo miró seriamente, pensando en lo predecible que el mayor llegaba a ser, se esperó totalmente esa reacción incluso sin haber pensado previamente en esa posible conversación—. ¿Por dónde quieres que te de libertad de empezar exactamente? —terminó de preguntar Lucius totalmente molesto.


Ron rodó los ojos—. No te pongas a la defensiva, esa no es mi intención. Solo quiero que veas que, aunque por tus acciones sucedieron cosas malas-


— ¿Crees que no sé eso? ¿Crees que esas malas decisiones no me alcanzaron?


— Sucedieron cosas malas… —continuó con paciencia al ver el enojo de Lucius, no queriendo que se intensificara más—, pero dentro de lo malo siempre hay algo bueno.


— ¿De qué hablas? —preguntó inmediatamente, relajando todo su cuerpo en el proceso. Ron agradeció que el enojo se fuera de Lucius así tan rápido como llegó, lo necesitaba sereno para poder decirle lo que tenía pensado y alterado podía que pasaran muchas cosas que no deseaba.


— La oscuridad siempre ocupa de la luz, así como de la luz ocupa de la oscuridad. Se subsiste de ese modo…. —Ron sacudió la cabeza al sentir que se desviaba del tema al que quería llegar—. Mira, lo que quiero decir es que el mal es necesario para hacer que nos demos cuenta que, por más que perdamos cosas, aún podemos encontrarnos.


— No entiendo a qué punto quieres llegar. —dijo Lucius confundido y Ron, al ver su evidente confusión, trató de buscar la mejor manera en la que pudiera expresarse.


— Tengo la obligación de informarte que la gente que antes intentó protegerme, está muerta ahora. —puntualizó Ron.


— Sigo sin entender tu punto.


— La muerte está detrás de mí todo el tiempo.


— ¿Todo esto sigue siendo por lo de la varita? Yo te dije-


— No, no es por eso. —interrumpió Ron con ligero exaspero—. A lo que quiero llegar es que… sé que no van a perdonarme porque, a pesar de todo lo que has hecho, no puedo dejar de sentirme así.


— ¿Sentirte así? —cuestionó Lucius con cierto desconcierto. Ese tono de voz, hizo que se planteara por unos momentos lo que estaba a punto de decir, estaba seguro que solo tenía dos opciones: podía echar todo a perder o podría salir todo bien. Aunque esperaba que fuera lo último, nunca lo sabría si no se arriesgaba a hablar.


— Siempre soñé con muchas cosas que se me fueron arrebatadas y lo que más soñaba era con el afecto, en tener una familia, algo que fuera mío. —dijo Ron después de un silencio, arrastrando cada una de las palabras—. Pero entonces todo salió mal.


— Lo siento. —susurró levemente. Desvió por unos segundos la mirada, haciendo que Ron se sintiera frustrado y sorprendido a la vez; Lucius era una persona que raramente se disculpaba, pocas veces lo había escuchado pues su orgullo podía más que eso, lo agradecía, mas no era ese tipo de reacción lo que esperaba ante sus palabras dichas.


— No, no entiendes. —dijo, apresurado—. Lo soñé por tanto tiempo, que ahora… —bufó al ver que Lucius no había regresado su mirada a él—. Dime que no soy el único que lo siente, que no soy el único que también lo está anhelando.


Hubiera deseado no soltar eso así, pero sintió que sería la única manera. A fin de cuentas era como se sentía, porque se dio cuenta que ya no deseaba cerrar los ojos para seguir soñando, tampoco quería soñar despierto más. Desde que había comenzado a escuchar aquella voz que le susurraba, fue como ver una luz detrás de sus párpados, donde figuras comenzaban a bailar tomando forma de sombras.


Entonces siguió esa voz y abrió los ojos. Fue hasta que sus ojos se fijaron en los de Lucius con más atención que la necesidad de soñar le pareció tan descabellada. Él ya no se sentía a gusto con los ojos cerrados, no tenía necesidad, ya que si permanecía con los ojos cerrados entonces no podría verlo a él. Si permanecía con los ojos cerrados, no podría ser capaz de verlos a ambos agarrados de la mano. Si permanecía con los ojos cerrados, no podría ver esa sonrisa sutil cuando le decía un mal chiste o algo sin sentido. Si permanecía con los ojos cerrados, se perdería de todo lo que Lucius le ofrecía, porque él tenía que llegar a ello. Si permanecía con los ojos cerrados, estaba destinado a no poder ver su rostro, sus ojos, su largo cabello, su pálida piel, estaba destinado a no ver nada de él.


Entendió que necesitaba abrir sus ojos. De ahora en adelante, deseaba contemplar con los ojos abiertos. No quería soñar más. Todo eso con lo que alguna vez anheló, todo eso que su madre le platicó, todo eso que vio y deseó para él, todo eso ahora lo tenía justo enfrente. Lo había encontrado por fin.


— ¿Quieres decir que…? —Lucius posó sus ojos sobre él, pero ahora le miraba con asombro—. ¿Después de todo lo que somos?


Ron asintió—. Me dieron un mal trago al principio, pero… sí.


— ¿Ya no te importa esto? —preguntó Lucius, mostrándole la Marca Tenebrosa. Ron la observó con detalle, observó esa tinta negra que manchaba la piel del mayor, contemplando a la serpiente enredada en el cráneo. Sin poder contenerse, llevó una de sus manos cerca de ella y, con uno de sus dedos, trazó la figura sin tocarla realmente, haciéndolo lo más alejado del contorno posible. Sintió como Lucius se estremecía bajo su delicado tacto.


— Por eso necesito saber que estamos haciendo. —Ron estuvo a punto de suplicar mientras negaba—. Si esto es algo real o no.


— ¿Por qué?


— Porque siempre me dedique a soñar… solo ya no quiero hacerlo más, quiero que se haga realidad. —confesó con sinceridad, viéndolo ahora fijamente a los ojos. Deseó con todo su ser que sus ojos pudieran transmitirle a Lucius todo lo que pensaba, sobre todo lo que estaba sintiendo—. ¿Entonces tú también lo sientes?


Ron se encogió en su sitio al ver que Lucius no respondía y permanecía con una expresión totalmente seria. Pensó que había hablado de más o demasiado pronto y, justo cuando iba a soltar el brazo de Lucius para rescatar un poco de su dignidad e irse, el mayor movió su mano rápidamente, tomándolo de uno de sus brazos y jalándolo hacía él uniendo sus labios en un beso. Ron gimió, sorprendido ante el apresurado gesto, pero lo devolvió mientras Lucius lo atraía más hacía él, apretándolo contra su cuerpo. Tembló al sentir la profundidad del beso y de cómo sus torsos desnudos chocaban contra sí.


— Eres demasiado joven. —susurró Lucius contra sus labios una vez que dejó de besarlo. Ron se desoriento un poco, pero trató de concentrarse en recuperar su respiración primero.


— ¿Eso es una molestia ahora? —preguntó con un tono de burla en su voz. Sonrió contra los labios de Lucius cuando comenzó a repartir rápidos besos sobre los suyos una y otra vez. 


— ¿Cómo sabes que no lo ha sido antes? —preguntó en el mismo tono que él había utilizado anteriormente.


Ron soltó una carcajeada mientras separaba para verlo al rostro—. Y yo pienso que eres un viejo, pero en realidad no me importa demasiado.


Lucius no respondió, en cambio, tomó una de sus manos y la posó sobre su pecho. Ron lo miró confundido, pero se percató del fuerte palpitar bajo su palma.


— Espero que termines de entenderlo ahora. —murmuró con suavidad mientras apretaba su mano sobre la suya, dándole como una caricia de cariño. Ron lo miró conmovido antes de cerrar brevemente los ojos. Al cerrar los ojos, Ron pudo ver el rostro de las personas que había perdido, sonriéndole tan ampliamente que todos sus nombres hacían eco en sus oídos. Lo sentía.


Hace poco tiempo, Ron soñó con la victoria, Voldemort se la arrebató. Ron soñó con vivir una vida libre, Voldemort quitó toda libertad. Ron soñó con estar al lado de su familia hasta que la muerte los arropara en su naturalidad, Voldemort cruelmente se apoderó de la muerte y le arrancó a parte de su familia. Ron soñó convertirse en alguien, salir adelante, en tener una familia propia, Voldemort le arrancó ese futuro. Pero ya no lo iba a alcanzar.


Abrió sus ojos, mirando está vez a Lucius con decisión. Él sabrá enfrentar lo que vendrá en un futuro, algo en él vibraba al presentir que algo se venía y estaba dispuesto a acabar con todo el mal desde la raíz de ser necesario. Si la muerte estaba decidida a seguirlo y continuar dejando su frío aliento detrás de su nuca, ahora estaba decido a voltear hacia ella y retarla, iba a pelear por su nueva familia con todo lo que le quedaba, con uñas y dientes. Recordaba la promesa que se hizo a él mismo, tomó más profundidad y sentido en el momento que se dio cuenta que consideraba a los Malfoy familia, más a Lucius -sobre todo a Lucius-, y era con lo que contaba, lo que tenía, de lo poco que le quedaba y estaba aferrados a ellos hasta que estuvieran a salvo.


Porque había encontrado más de lo que hubiese soñado. En su corazón, lo inalcanzable no tenía cavidad, y los sueños eran todo menos inalcanzables. Y el mundo giraba de nuevo, porque lo había conseguido, volvió a encontrarse, aunque ahora sin necesidad soñar más y dispuesto a pelear costará lo que le costará.

Notas finales:

Sin que se lo hubieran propuesto, esto es lo más cercano a un «Te quiero» por parte de ambos, aaaaah, que bonito, ¿no lo creen?

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, una disculpa de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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