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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Disfruten el capítulo.

Por entre los árboles, podía ver aquella casa; una casa demasiado grande para una familia tan pequeña, aunque a la vez demasiado pequeño a comparación de lo que esa familia estaba acostumbra. Pero, sin lugar a dudas, era un lugar quizás más de lo que hubiese podido imaginar, si el tiempo se hubiese dado para hacerlo.


Ron contemplaba atentamente la casa desde el lugar donde ambos seguían plantados después de haberse aparecido. No tenía noción exacta de que tan adentrados al bosque estaban, o si estaban a un simple límite del poblado de Castleton, más era capaz de asegurar que no había ninguna otra casa cercana a ellos; miraba hasta donde sus ojos alcanzaban, pero todo alrededor era pura arboleda, el bosque pintaba todo el paisaje con árboles grandes y frondosos, a pesar de que ya habían tirado bastantes hojas que estaban fundiéndose en la tierra y formando una capa que llenaba de aquellos colores marrones, rojizos y opacos en los aleñados de todo el lugar.


La casa se miraba bastante austera por fuera. Contaba con una especie de jardín, aún con tantas hojas cubriendo el suelo, parecía que el pasto estaba al ras en torno al hogar dándole el espacio necesario de cruce a la entrada y poniendo un tipo de limitación entre el bosque y el sitio. La fachada de madera forraba totalmente la casa, por lo que estaba seguro que si se alejaban más, la casa desparecería de vista al estar oculta por su apariencia entre tanto árbol inmenso. No había decoraciones externas, excepto por dos faroles -uno a cada lado de la puerta principal- para encender algo de luz, pero con nada más que pudiera contrastar con el aspecto leño de la vivienda. Y tal veía que esa casa se dividía en dos plantas. Intentó adivinar cuantas habitaciones podría tener aquella residencia, pero se podría esperar cualquier cosa viniendo de los Malfoy, así que no lo sabría hasta que entrara a ella.


Estaba impresionado. No se había esperado nada, eso era definitivo, pero se había llevado una gran sorpresa con lo maravilloso que se miraba todo y, sobre todo, el que la casa estuviera rodeada por la misma naturaleza solo lo hacía más bello aún. Sinceramente, esa sencillez le gustaba. Llegaba hasta sentir una apacible tranquilidad, más de la que ya había experimentado y pensaba que tal vez no era lo más correcto tomando en cuenta todo la desesperación y dolor que había estado sintiendo todo ese tiempo, pero también del mismo modo había sentido la calma y felicidad que no entendía porque lo abrumaba tanto, de buena y mala manera.


Volteó a ver a Lucius, como si eso le fuese a dar una respuesta a algo que ya sabía, más aún no vocalizaba, pero se quedó sin aliento casi de inmediato. Todo ruido a su alrededor se apagó en ese instante, no veía ni escuchaba nada más que a él, de tal manera como si no existieran más que ellos dos en aquel bosque. Solo él y Lucius. Sensaciones cargadas con intensidad, danzaban por todo su cuerpo, la mirada de Lucius sobre él con esa misma intensidad que hasta le comenzó a costar respirar y se estremeció de tal manera que sentía que las rodillas le temblaban.


Sin dejarse de mirar, acortó la poca distancia que había entre ambos y tomó su mano para de esa manera, juntos, salir de entre el refugio que daba estar entre los aquellos árboles. Ron no comentó nada al respecto ni tampoco preguntó, sabía a donde lo estaba guiando, así que simplemente se dejó llevar hasta ese lugar. Por el momento solo eso fue suficiente para él que no reparó en pensar en alguna consecuencia por si eran vistos, no importándole en absoluto. Menos cuando la mano de Lucius estuvo aferrada a él en ese trayecto, apretándola y dándole cierto confort. Así, entrelazados, llegaron hasta detenerse enfrente de la puerta.


Como si se hubieran sincronizado, ambos se voltearon a ver directamente. Ron no pudo evitar sonreírle mientras un sentimiento cálido pasaba por su pecho al no ver vacilación de Lucius en sus acciones, entonces se animó a deshacer con suavidad el agarre que los unía y deslizó su mano para repartir una leve caricia por su brazo. Quiso que algo saliera de su garganta, lo que fuese, pero toda intención murió cuando la puerta frente a ellos se abrió de golpe.


Ron dejó de ver a Lucius y dirigió su vista a la entrada ante el jadeó sorprendido que escuchó.


— ¡Draco! —llamó en un grito Astoria desde la puerta.—. ¡Están aquí! ¡No les sucedió nada!


Escuchó pasos apresurados resonar fuertemente en el piso. Soltó el brazo de Lucius justo al mismo tiempo que Draco se asomó por atrás de Astoria, la cual le dio paso para que pudiera posicionarse a su lado, y se sintió un poco intimidado cuando Draco comenzó a verlos de arriba-abajo, moviendo su cabeza de una manera rápida como queriendo verificar que estuviesen en una sola pieza o quisiera atravesarlos con la mirada, no podía identificar la verdadera intención de Draco.


— ¿Qué mierda les paso? —preguntó alterado y molesto. Después dirigió su vista detrás de ellos, observando rápidamente el terreno sobre sus espaldas—. ¿Por qué tardaron tanto? ¿Nadie los siguió?


— No. —negó Lucius con voz calmada ante la alteración de su hijo—. Déjanos pasar primero y adentro hablamos.


Debido a la orden, la pareja se hizo a un lado sin rechistar, dándoles paso completo al salón principal. Al entrar, Ron escuchó la puerta cerrarse a sus espaldas y observó el lugar rápidamente, dándose cuenta que el salón espacioso tenía la misma fachada de madera que tenía la casa por fuera y los muebles que ahí había decoraban el sitio de una manera muy rustica que iban totalmente a la intención de tener una casa dentro del bosque. La chimenea era bastante grande también y estaba situada frente a los sillones para brindar el calor necesario en la temporada invernal. Había varias puertas que dividían ese lugar, suponiendo que podían tratarse de algunas habitaciones y la cocina. El comedor, grande, se encontraba a solo unos cuantos pasos de donde estaban los sofás. Las escaleras que daban al segundo piso estaban al fondo del salón.


Pensaba en preguntar si podía sentarse en alguno de los sillones, no es que quisiera pedir permiso, pero estaba sucio al haber estado al exterior tanto tiempo que no deseaba ensuciar el pulcro sofá. Sin embargo, las ganas de simplemente hacerlo le estaban ganando, el cuerpo le seguía punzando del dolor y necesitaba recargarse en algo. Iba a abrir la boca cuando miró que Lucius caminó hasta quedar cerca de uno de los sofás, guardó su varita a la altura de su espalda dentro de su pantalón y se sentó sin meditarlo ni nada. Sabía que era probablemente su casa por lo que no tenía que preguntar, pero estaba tan cansado que se sintió con la confianza de imitarlo y sentarse a su lado; claro está que a una distancia prudente del mayor.


Los huesos de su cuerpo le protestaron y agradecieron al mismo tiempo. No había reparado en lo que le dolía caminar y en lo que le podía doler doblarse para sentarse, pero el alivio que sintió en su cuerpo al estar bajo algo acolchonado lo compensó y fue un alivio tan inmenso que soltó un gemido satisfactorio desde el fondo de su garganta.


— Deben estar muy cansados, ¿gustan que les traiga un poco de té? —preguntó Astoria con amabilidad mientras caminaba hacía ellos. Quiso asentir, pero se detuvo al verla, entonces volteó a ver a Draco -que se había sentado frente a ellos- y simplemente no pudo.


Su estómago gruñía y tenía demasiada sed, por lo que el pensar que algo cayera en este era todo lo que necesitaba para recuperar fuerzas y reponerse, pero se debatió el aceptar al ver las condiciones del matrimonio. Ellos también se notaban agotados; en sus rostros eran visibles esas ojeras de desvelo, marcadas en impresionantes tonos rojizos y amoratados en sus pálidas pieles que parecía como si no hubiesen dormido en toda la noche, realmente daban la impresión que si parpadeaban iban a caer presos en los brazos de Morfeo.


A Ron sencillamente le ganó la vergüenza. Igualmente, le dio remordimiento por haberse quedado fuera toda la noche cuando solamente hubiera podido convencer a Lucius de lo contrario y haberse aparecido con ellos en el momento que habían recuperado un poco de fuerza. Pero no fue su culpa el no haber visto al mayor en condiciones adecuadas para realizar una aparición y que justo no le hubiera parecido lo más correcto, más no negaba que pudo haber pensado en una solución mejor que pasar toda la noche afuera. Y si a eso se le sumaba que, al amanecer, no habían ido directamente con ellos y que se había tomado su tiempo dentro de aquel cementerio hablando con su familia, aunque de eso no tenía el más mínimo remordimiento, si estaba consciente de que perdieron mucho tiempo.


— Yo no, Astoria, gracias. —negó Ron finalmente. Le dio una sonrisa a modo de disculpa—. ¿Ustedes están bien?


— Sí. —afirmó Draco pesadamente, la posición en la que estaba sentado reflejaba la manera tensa en la que hablaba—. ¿Qué acaso no nos ves, cegatón? Pero como siempre tú-


— Draco, deja eso. —regañó Lucius entre dientes. La interrupción de Lucius había dejado a Ron con un reclamo hacía Draco en la punta de la lengua, se limitó a verlo con reproche y con cierta satisfacción por el regaño de su progenitor—. Mejor siéntese Astoria y díganme que fue lo que sucedió.


Astoria obedeció inmediatamente a lo que Lucius había ordenado, sentándose a lado de su marido sin decir una palabra más. Draco tampoco dijo una sola palabra. Suspiró al pensar que no querían hablar con Lucius sobre ese tema con él presente, pero no deseaba irse; más que por el dolor de su cuerpo engarrotado, él también quería saber la razón de esa salida tan apresurada, sobre todo, que era todo lo que sucedía alrededor de esa familia.


Tenía tantas preguntas en su cabeza que necesitaba responder para saber cómo actuar después, no podía quedarse solo observando con los brazos cruzados, por lo que ocupaban hablar con él quisieran o no. Ya estaba más que involucrado, era lo justo el discutir debidamente de la situación entre los cuatro. O los siete.


— ¿Dónde están los elfos? —preguntó Ron repentinamente, volteando a toda dirección asegurándose el no haberlos visto ahí dentro, pero nadie le respondió y al no verlos por ningún lugar, miró a Lucius molesto—. Me dijiste que estaban a salvo.


— No fue así. —contestó y volteó a verlo de reojo—. Lo que yo dije fue que nos estaban esperando en otra parte.


Ron jadeó indignado. Eso solo quería decir que Lucius le había mentido para convencerlo de irse con él sin más cuestionamientos de por medio y no sabía cómo sentirse al respecto ni tampoco lo que merecía que le dijera. Él sabía perfectamente con quien estaba tratando, pero no hubiera imaginado que, después de lo que ha sucedido, Lucius fuera capaz de calumniar solamente para que le hiciese caso. O sí. Lo había visto sufrir por esa clase de cosas, lo había visto llorar, sabía lo que le afectaría una situación así, por eso creyó que entre ellos las cosas habían cambiado significativamente y realmente no sabía que le molestaba más.


Apretó fuertemente sus puños al imaginar que los elfos estaban todavía dentro de la mansión, en peligro evidente. Tal vez para ellos no fueran seres importantes, pero para él lo eran; no importaba que no lo hubiese dicho como tal, lo demostraba en sus acciones hacía ellos y, estaba seguro, que toda esa familia lo había visto.


— Están aquí con nosotros, Ron. —informó Astoria tímidamente, rompiendo el silencio incómodo en el que se encontraban—. Están bien, solo están revisando el territorio, no deben de tardar mucho en llegar.


Cualquier protesta hacía Lucius, que Ron hubiese logrado maquinar, murió al escuchar la suave aclaración de Astoria. Le digirió una mirada irritada a Lucius antes de voltear con la chica y agradecerle silenciosamente, relajando todo su cuerpo de nuevo y pensando en lo bueno que era saber que no le había engañado, pero continuó molesto por haberle hecho creer lo contrario.


La presión revolvía todas las emociones. No era el mejor momento para estar guardando las apariencias.


— ¿Qué fue lo que paso? ¿Por qué una huida tan repentina? —preguntó Ron con cierto temor, pero con más curiosidad que nada y, deseando, retomar el tema de conversación inicial.


Draco guardó silencio por un momento y lo miraba atentamente. Se removió con un poco de incomodidad en su sitio y leves punzadas de dolor pasaron por su cuerpo debido a esos pequeños movimientos. No se quejó, en cambio, miró a Draco con la misma intensidad esperando una respuesta de su parte. 


— Padre, tenía usted razón. —habló al final dirigiéndose a Lucius—. Nos tendieron una trampa.


— Yo les dije que esa celebración era el pretexto perfecto.


— ¿Una trampa para qué? —cuestionó Ron sorprendido. Sin embargo, no lo estaba del todo, tenía una idea de porque les hubiesen tendido una trampa; los proclamados mortífagos ya les tenían saña desde antes de que ganaran y solo se había intensificado con su victoria. Si los deseaban cazar, era hasta cierto punto obvio el que aprovecharan, o inventaran una excusa, para poder tenerlos a su merced y con la guardia baja.


— ¿Para qué más? —Draco se carcajeó—. Ya debes de saber la situación en la que estamos parados, Weasley.


— Sé la falta de confianza hacía ustedes —contestó cansado—, pero ¿tener que llegar a esto? ¿A huir?


Draco resopló irritado—. Era eso o que nos mataran, ¿no hubieras hecho esto tú en nuestro lugar?


— Sí. —asintió decidido—. Pero aun así…


— ¿Cómo se dieron cuenta que era una trampa? —preguntó Lucius llamando nuevamente la atención de su hijo y de su nuera, los cuales se vieron mutuamente, preocupados, por unos segundos.


— Descubrieron que Draco seguía teniendo contacto con Blaise. —contestó Astoria después de que repuso su postura seria.


— ¿No te dije que tuvieras cuidado? —lanzó Lucius la pregunta estando totalmente molesto. No era necesario que Ron volteara a verlo para saber que el cuerpo del mayor se había tensado por completo.


— Lo vocearon antes de querer atacarnos. —habló Draco. Alcanzó a percibir un timbre temblante en su voz—. Bueno, en realidad…, tía Bellatrix fue la que lo canturreó a modo de burla. Todo parece indicar que no tuve el cuidado necesario y alguien me vio hablando con Blaise. —explicó poniéndose todavía más rígido—. Logramos huir a la mansión para avisarle como nos dijo, y como no llegaban, pensé que habíamos llegado demasiado tarde.


Ron torció su rostro en una mueca arrepentida al sentir todavía más culpa, en referencia a ese tema. Por lo que Draco le explicaba a su padre, ahora comprobaba que sí los habían preocupado con su ausencia de ellos que fue tan prolongada. Sin embargo, el haber escuchado el nombre de Blaise le pareció extraño, más por el contexto en el que expresó Draco la situación que los envolvía.


— Draco —Lucius dijo su nombre entre dientes—, lo único que te pedí fue que, si seguías viéndote con ese muchacho, debías de hacerlo con todas las medidas que te enseñé.


— ¡Lo hice! —protestó Draco inmediatamente, alterado ante el tono amenazante de su padre—. No sé qué fue lo que sucedió, quién me vio o cómo lo hicieron. No lo entiendo, ¡se lo juro!


Estaba perdido. Dejó de escucharlos en el momento que se puso a pensar si podrían estar hablando de otra persona que, coincidentemente, tuviera el mismo nombre, pero lo descartó al parecerle demasiada casualidad. La única persona que era posible tener ese nombre, era aquella que ambos conocían. Y su confusión se debía al no entender -o encontrar- el motivo por el cual sería una sentencia segura el hablar con Blaise Zabini porque, hasta donde recordaba, la Familia Zabini estaba del lado tenebroso, justo de ese lado del terror casi como todos los Slytherin. Incluso, había reclamado a Hermione y fue con ellos donde falleció, entonces no debían de tener tan mala estima dentro de ese grupo al haberles permitido tal cosa.


Aunque cabía la posibilidad que solo hubiesen aceptado el darles a Hermione por el dinero. Si lo razonaba mejor, los Malfoy no contaban de la simpatía con su gente y, aún así, él había terminado en la mansión solo por el pago que eso representó, por lo tanto, dentro de esa coyuntura únicamente se le encontraba el beneficio económico sin tomar en cuenta la postura de quienes pagaban por todos aquellos que estaban encerrados, jugando como transferencias.


Pero seguía sin quedarle clara la situación ni que tenía que ver una cosa con la otra.


— ¿Hablas de Blaise? —preguntó Ron para asegurarse, interrumpiendo la discusión que padre e hijo mantenían—. ¿Blaise Zabini?


Draco por un momento lo miró con confusión, pero después asintió—. ¿Por qué?


— ¿Por qué tendrían que terminarte de condenar por hablar con él? —cuestionó desconcertado—. ¿Qué no es parte de ustedes?


— A mí no me metas a la bolsa con todas esas sabandijas. —Draco apretó los dientes con fuerza, tensando la mandíbula—. Pero sí lo fue, Weasley.


— ¿Fue?


— Desde que asesinaron a Granger… —pausó vacilante. Ron se removió incómodo en su sitio—, huyó junto con su madre. No le iba a dar la espalda, él fue de las pocas personas que no me dio la espalda cuando mi familia fue condenada y dejada de lado por el Lord. Si él me apoyó, entonces yo también.


Ron observó a Draco más confundido que antes ante su explicación. Que Draco mostrara signos de lealtad hacía una persona le seguía resultado tan impresionante; al nunca haberlo visto en esa faceta noble, fiel, amigo, le hizo imaginarse muchas cosas durante su tiempo en Hogwarts sobre él. Élsiempre lo vio como alguien incapaz de brindar sentimientos tan nobles hacía alguien más que no fuese el mismo y que lo dijera abiertamente, demostrándolo además de todo, le dejaba un buen sabor de boca, dejándose ver que la guerra lo había cambiado y lo había hecho madurar respecto a ciertos temas. No terminaba de asombrarlo si era sincero.


No deteniéndose en esos pensares sino en lo más importante de toda esa enredosa conversación, la cabeza comenzó a dolerle por la falta de sentido en todo aquel embrollo e intentó lo más que pudo en atar cabos con toda la información con la que ya contaba, pero no lo lograba. Había un enorme hueco en toda la historia, uno que desconocía en su totalidad, y que creaba una brecha que no lo hacía alcanzar lo sensato.


Entonces, entre secretos y verdades a medias, fue que lo recordó.


Ron sintió como si le cayera un peso muerto sobre los hombros, dejándolo sin aire. Ese recuerdo en forma de sueño, o un sueño en forma de recuerdo, le invadió toda su mente, quemándole y ardiéndole en toda la piel de su cuerpo. Oh, Merlín. En ese momento lo percibió como una tortura y le atormentó con mil emociones al mismo tiempo que el odio a sí mismo se hizo tan potente debido a la rabia dirigida a su mente por jugar de esa manera con él. No obstante, pensó en lo lógico que era, entendiendo con más claridad la situación y preguntándose como no se lo cuestionó con anterioridad y el cómo pudo haberlo dejado pasar por alto.


— ¿Está huyendo porque lo descubrieron planeando algo con Hermione? —preguntó directamente a Draco sin reparos. Solo le bastó ese minúsculo segundo, en donde la cara de Draco cambió a una de total espanto, para confirmarlo.


Ahora comprendía porque Hermione le había dicho que se habían descuidado y que eso fue lo que terminó con su vida. Todo fue real. Realmente se lo había dicho frente a frente, y se descuidaron por estar armando planes para ayudar al lado que no les correspondía, estaba seguro de ello, y que por esa razón no los habían tratado mal cuando llegaron a sus grandes hogares; por eso todos los tratos habían sido decentes y de manera civilizada aún después de las diferencias de ideologías, desencadenando el haber llegado hasta ese momento exacto. Era eso, era tan obvio. Hermione al ser más lista que él, claro que se dio cuenta antes y quiso auxiliar al heredero Zabini con lo que estuvieran tramando Malfoy y él hasta que tuvo que dar su vida, sacrificándose, para salvaguardar a los que la habían ayudado en esos tiempos difíciles.


Caía en cuenta que debido a eso supieron lo que sucedió con el resto de su familia y pudieron darle la información; también por qué Lucius sabía dónde estaba enterrados, en un lugar secreto y abandonado. La idea de que tuvieran algún contacto con alguien de su lado que pudiera localizar a los demás o que hubiera sabido con anterioridad los paraderos, era sensato y congruente.


Oh. Entender tantas cosas de golpe le estaba volviendo loco. Tantas cosas en un corto lapso de tiempo eran demasiado para Ron.


Pero ahora, que el matrimonio hubiera estado preocupado por la seguridad del otro, todo cobraba sentido después de eso, porque sabían que la situación se les iba a salir de las manos al haberlo visto desde el caso de Blaise. Esa podría ser la manera en la que estaban redimiéndose, ayudando a cuanto pudieran y estuviese en peligro, pero no tenía sentido. No lograba comprender esa última cuestión. El motivo por el que estuvieran arriesgando la vida por sus contrarios no lo entendía, no tenía caso cuando la cacería estaba en su máximo esplendor; el riesgo de fallar cuando la situación estaba tan reciente llegaba hasta más allá del cielo y que podría llevar años incluso si se hacía de la manera correcta.


Le costó respirar de repente al sentir que la presión en sus hombros se hacía más pesada.


» ¡Lo sabía! —continuó, apuntándolo, en el momento en que Draco comenzó a querer buscar una excusa, tal parecía, al abrir y cerrar la boca logrando que salieran únicamente balbuceos inentendibles—. ¿Por qué demonios están arriesgando su vida por personas que, ante sus ojos, están acabadas?


— ¡No sé de dónde sacaste esa ridícula idea! —voceó Draco colérico—. ¡Yo nunca mencioné algo parecido!


— No… pero no hizo falta, no me sorprendería que traicionaras a los tuyos después de todo lo que les han hecho. —razonó—. No me sé toda la historia, más si sé que eres un completo doble cara y sé-


— Insúltame todo lo que quieras, imbécil. —interrumpió más molesto que antes—. Eres un malagradecido, estás con vida gracias a nosotros.


— Mira, Draco —Ron rodó los ojos—, que tratan de ayudarme a su manera. Pero si esto es alguna clase de venganza, se están yendo por el mal camino.


— ¿Hablas tú de venganza después de todo lo que hemos hecho por ti? No puedes ser más ingrato-


— Oh, entonces, agradecido estuviera si a mí también me hubieran dejado ayudarlos un poco con esa situación.


— Weasley —Lucius lo llamó por su apellido en un son de advertencia. Ron decidió no voltear a verlo para que no lo intimidara y lo quisiera hacer callar—, el punto de conversación no era ese. Por otro lugar, yo le dije que aquello noestaba en discusión.


— ¿Ayudarnos cómo en qué, según tú? —siseó Draco ignorando a su padre.


— ¡De muchas maneras! —contestó obviando sus posiciones—. Pero con esto, había pensado en que no tenían por qué estar cargando conmigo y que podría haberles dado tiempo si me entregaban-


— Ron, claro que no. —dijo Astoria en un indignado arrebató—. Eso no era ninguna opción-


— ¡Pero por supuesto, Astoria! ¡Es que aquí tenemos enfrente a Ronald Weasley, el segundo y bonachón héroe! —interrumpió Draco con ironía, apuntándolo con ambas manos—. ¿En qué piensas tú que iba a ayudar eso? ¿Eh? —preguntó enojado. Ron chasqueó la lengua mientras negaba—. ¿Querías que te dejáramos para que te mataran? ¿Tanto te quieres morir? Porque te informo que todavía estás a tiempo.


— Draco… —le susurró Astoria tratando de calmarlo. Pero no había funcionado, ambos la habían ignorado al estar tan sumergidos en esa discusión.


— No es eso, pero no vas a negarme que de ese modo hubieran ganado ciertos puntos con esa gente y, sumándole lo que les estaría estorbando en un enfrentamiento, soy inútil si algo-


— No todo se trata de ti, maldita comadreja. —dijo entre dientes—. Lo de que eres un inútil, ya lo sé y de sobra, y en lugar de agradecer el no haberte dejado a manos de quién sabe quién, te pones a discutir que eres un bueno para nada aun teniendo… —Draco detuvo su parloteo abruptamente y Ron se atragantó con su propia saliva cuando retuvo toda maldición que le iba lanza Draco al ver como el menor lo veía, pareciendo querer deducir algo. Se sintió nervioso de pronto por alguna razón—. Weasley, ¿dónde está?


— ¿Dónde está qué? —preguntó desorientado por el cambio tan abrupto de discusión.


— Tú sabes muy bien a que me refiero. —enfatizó cada palabra con rigidez. Varias opciones pasaron por su mente al tratar de adivinar de qué era lo que Draco hablaba tan de repente. Lo miró interrogante mientras negaba ligeramente con la cabeza hasta que se detuvo de golpe.


La varita.


Necesitaba buscar una manera de explicarle que la había dejado en su habitación sin delatar que Lucius no lo había dejado ir hasta ella; no era una opción viable el decir que ambos estaban juntos a tan altas horas de la noche, desviando también de Lucius que contaba con una varita. Las cosas estaban demasiado tensas como para añadirle ese dato contra Draco y él y hacer terminar de explotar las cosas.


— Lo siento, Draco. —dijo resignado. Fue lo mejor que se le pudo ocurrir y no supo si fue buena idea al ver la expresión de sorpresa que puso Draco.


— No es cierto… —murmuró mientras su mueca de asombro se hacía cada vez más notoria.


— No pude hacer nada. —suspiró al pensar en que al menos debía saber eso—. Salimos de la mansión en cuanto vimos las luces.


Apreció cuando la respiración de Draco se cortó. Se desconcertó por esa acción, incluso, al poner más atención, parecía que todo en él había dejado de funcionar. Ron no encontró lo impresionante en lo que acababa de decirle; no entendía el porqué de su reacción, menos cuando Astoria comenzó a verlo sorprendido a él también.


— Draco —lo llamó nerviosa, tomándolo fuertemente del brazo, pero al ver que no reaccionó, Astoria volteó al mismo tiempo que lo sacudía levemente para llamar su atención—, amor, creó que están muy cansados para seguir hablando y nosotros también necesitamos dormir un poco. —seguía sosteniéndolo del brazo cuando volteó a su dirección, viéndolos directamente a Lucius y a él—. Señor Malfoy, la habitación suya tiene un baño propio, es la que está hasta el final del pasillo a mano izquierda. Tu habitación Ron está también casi al final del pasillo, es la tercera puerta a mano derecha y el baño es la segunda puerta al lado de tu habitación.


— Gracias, Astoria. —agradeció Ron un tanto confundido ante la resistencia de Draco de reaccionar.


Astoria asintió mientras se levantaba, jalando a Draco del brazo—. Draco, vamos a nuestra habitación.


— No… —quiso hablar, pero detuvo lo que fuera a salir de su garganta al jadear con sorpresa.


— ¡Draco, vámonos, tengo sueño! —lo jaló con fuerza y está vez logrando que se levantara, posicionándose a un lado de ella—. Hay cositas para merendar en la cocina por si gustan comer algo, es la puerta que está delante del comedor. Aquellas —señaló las que se encontraban hasta el fondo cerca de las escaleras—, son el baño y la habitación de los elfos que, por cierto, harán la comida en cuanto regresen para que ustedes puedan descansar.


Fue lo último que dijo antes de despedirse con una inclinación de cabeza. Se percataba de como Draco iba murmurando de manera inentendible contra el oído de su esposa mientras ella lo arrastraba escaleras arriba sin contestarle a ninguna, de lo que podrían ser, protestas de su parte. Los dejó de ver hasta que desaparecieron en el último escalón visible y volteó hacía Lucius con confusión, solo para encontrarlo viéndolo del mismo modo.


— A veces se comportan de una manera muy extraña. —susurró Ron entre divertido y confundido después de que escuchó una puerta cerrarse con fuerza en la planta de arriba.


— Son tal para cual, no cabe duda.


A Ron le causó gracia la mueca de desaprobación que hizo Lucius después de su comentario. Se giró un poco hacía su dirección para verlo mejor, ignorando completamente los punzantes reclamos que su cuerpo le lanzaba y sin mostrar ningún índice de dolor.


— ¿Cómo lograron construir todo esto tan rápido? —preguntó Ron viendo a varias direcciones, contemplando mejor la vivienda. Se percató que en donde estaban no había ninguna ventana, extrañándose levemente por dicho diseño.


— Tengo entendido que ya estaba esto aquí —contestó al mismo tiempo que estiraba sus brazos y después movía su cuello a modo de, lo que parecía ser, desentumirse. A Ron le ganó un bostezo cuando Lucius terminó con sus estiramientos—, solamente lo arreglaron y remodelaron entre ellos dos. —finalizó de explicar con su mirada cansada fija en él.


— Eso quiere decir que no estamos tan lejos del poblado y que ya lo venían planeando desde hace tiempo. —Ron miró a Lucius con seriedad.


Lucius no contestó de inmediato, en lugar de eso, vaciló un momento con su respuesta, como si estuviese meditando que decir exactamente. El silencio podía sonar más fuerte que un grito, creía que si no le dicen nada concreto referente a sus especulaciones entonces, le hacía presentir a Ron, no estaban tan alejadas de la realidad y ya el que no quisieran decírselo era otro asunto, del cual, no esperaba una respuesta. Al menos, no por el día de hoy.


Bostezó de nuevo al mismo tiempo que se desplomaba en el sofá, deslizándose un poco para recargar su espalda y cabeza en el respaldo. Cerró los ojos al sentir su espalda cómoda después de todo el ajetreo y pensó que ya tendría para preocuparse por lo demás. Para él, ya era suficiente por un día, pasaron por demasiado, junto con tantas emociones, que solo deseaba descansar y dormir con la tranquilidad que había estado sintiendo hasta antes de entrar a la casa.


De repente, Ron sintió los dedos de Lucius sobre su rodilla comenzando a acariciándola con lentitud. Se le escapó un relajado suspiro ante la agradable caricia. Logró sentir como Lucius se removió sobre el asiento para poder sentarse más cerca de él, sus rodillas chocaron juntas y la mano de Lucius entabló un seguro camino desde su rodilla, pasando por su muslo, para terminar afianzada en su cadera. Abrió sus ojos cuando sintió a Lucius inclinarse sobre él, se sorprendió un poco de lo cerca que estaban sus rostros y pensó que lo besaría.


Sin embargo, no lo hizo.


Solamente lo observaba sin soltarlo. Ron contuvo la respiración debido a que los ojos de Lucius estaban con ese brillo en su mirada que los hacían parecer que centellaban. Le parecían tan maravillosos de ese modo y la piel le quemaba bajo esa potente mirada grisácea, quemaba tanto de una manera que le hacía estremecer todo el cuerpo.


Lucius coló alguno de sus dedos por entre la ropa, siguiendo repartiendo suaves caricias, hasta llegar a su espalda y, con la yema de uno de esos traviesos dedos, formó pequeños círculos sobre la piel que alcanzaba a tocar. Sonrió terminando de entregarse a aquel momento por completo, disfrutándolo, sin tomarle importancia a nada más a su alrededor que no fueran ellos dos. Entonces, Lucius se detuvo, pero aún con su mano puesta firmemente sobre su espalda.


— Sobre lo que dijiste hace unos momentos-


— ¡Ah, no! —bufó enfadado hacía Lucius por haber roto el momento. Ron se apartó un poco para encararlo, pero Lucius lo sujetó con más fuerza manteniéndolo en su sitio. Jadeó levemente por el fuerte agarre sobre él, sintiendo un poco de dolor por sus músculos engarrotados—. Si me vas a pedir que lo olvide, estás perdiendo tu tiempo porque yo lo voy a hacer. Dirás lo que quieras, pero a mí me suena lógico el que nos estén ayudando a su modo.


— Entonces no pienso hacerte cambiar de opinión… —la manera tan tranquila con la que Lucius murmuró mientras se acercaba más a él chocando su aliento cerca de sus mejillas, le erizó la piel—. Solo quiero que sepas que no es así.


— Y yo solo quiero que sepas que no les creeré. —habló Ron sin aliento debido a que Lucius comenzó a bajar su rostro, inclinándolo, buscando la piel expuesta, pero sin tocar nada con sus labios todavía.


— Somos muy egoístas como para estar ayudando a otros a cuesta de nuestra propia vida. —la oración fue murmurada muy bajo que apenas logró escucharla, rozó con sus labios la piel del final de su cuello.


— No funcionará…


— ¿Ni así?  


No logró pensar en lo que se refería cuando sintió los labios de Lucius, repartiendo largos besos, sobre parte de su clavícula, subiendo tal morosidad que no pudo controlar el gemido que salió desde el fondo de su garganta. El palpitar de su corazón se volvió frenético, golpeando fuertemente contra su pecho al recordar donde estaban y que esa casa no era lo suficientemente grande como para que no los escucharan; sabía que, si seguían de ese modo, no iban a detenerse ni percatarse de que alguien se acercaba a ellos. Entonces, quiso decir algo, pero nada salió de sus labios, menos cuando Lucius continuaba como si nada y fue tanto la emoción que su cuerpo se llenó de completa adrenalina.


— ¡Lucius, no, espera! —reaccionó en pánico empujando a Lucius con ambas manos, tratando de apartarlo de su lado. Su mirada viajó de las escaleras a Lucius varias veces consecutivas para cuidar que nadie los atrapara—. ¡Pueden bajar en cualquier segundo y vernos!


— Pues que lo hagan. —contestó Lucius suspirando y acariciando con su nariz la piel de su cuello.


— Claro, como a ti es al que no van a matar, por eso lo dices. —los empujes de Ron eran débiles al no querer separarse del todo del mayor, el cual, seguía dando beso tras beso en su piel, haciéndolo querer perderse en la sensación. Sintió un fuerte hormigueo en el área de su estómago, poniéndolo totalmente nervioso—. Basta —dijo entrecortado y haciéndose lo más atrás que podía para apartarse—, ¿no te da asco? Estoy sucio.


— Estoy pensando en algo interesante que podríamos hacer juntos en la ducha. —gruñó al apartarse un poco de él y verlo a la cara. Ron aprovechó que el agarre de Lucius sobre su espalda se debilitó para removerse en su lugar, tratando de acomodarse de nuevo.


— ¿Es qué tú no estás cansado? ¡Yo no puedo ni conmigo! —comentó Ron a modo de mofa ante el atrevimiento de Lucius, quien fue el que se terminó por separar de él, sentándose en su anterior posición—. Mejor ve a bañarte en lo que busco algo que podamos merendar mientras regresan los elfos. Muero de hambre.


— Tú siempre tienes el apetito encendido. —obvio mientras apoyaba las manos en sus rodillas para impulsarse y levantarse. Ron soltó una carcajada al ver como estaban los dos igual de adoloridos, pero que, a diferencia de él, Lucius solamente lo disimulaba, u ocultaba, a toda costa para no perder su imponente estilo.


— ¡Pues sí! Y estoy preocupado por cómo vamos a conseguir alimento en este lugar, ¿tienen dinero Muggle? —preguntó viendo a Lucius con fingida intriga, levantándose él también, pero de un impulso para evitar que los músculos de sus piernas dolieran lo menos posible—. Porque yo no pienso robar por ustedes si por ahí va la cosa. —dijo ahora indignado, cruzándose de brazos. Ambos mirándose ahora de frente—. Seremos pobres, pero somos gente honrada y nunca hicimos algo como eso.


Lucius se carcajeó—. Definitivamente, Ronald, a veces no sé de dónde es que sacas ideas tan… ¿cómo decirlo para no insultarte? —dudó por un momento mientras se acercaba a él, acortando la poca distancia que los separaba y lo tomó de una de sus manos acariciando sus dedos—. Absurdas.


— De absurdas nada. —jadeó molesto al sentirse insultado, aunque aceptando gustoso la caricia y sin apartarse está vez—. Ustedes me hacen pensar de ese modo.


— Seguro. —dijo irónico. Se miraron serios durante unos segundos hasta que Lucius le sonrió ladino, y aunque no lo pareciera a simple vista, se maravilló por aquel rostro risueño haciéndole soltar una carcajada al contagiarlo—. Te espero en la habitación.


Lucius le dio un último apretón a su mano, lo jaló un poco antes de inclinarse y plantarle un corto beso en la comisura de los labios. Ron chasqueó su lengua en modo de desaprobación y encogiéndose al sentir como se sonrojó levemente. Aun así, cuando le tocó alejarse, lo hizo con pereza y sin ganas, separándose completamente de Lucius una vez que sus manos se soltaron cuando sus brazos no pudieron estirarse más. Observó como el mayor le daba la espalda al caminar hasta las escaleras y las subía con prisa. 


Ron caminó arrastrando los pies hasta la puerta que Astoria indicó como la de la cocina y se adentró a ella. La observó a detalle desde el marco de la puerta, tenía exactamente las mismas características rusticas que el resto de la casa, aunque no dejaba de verse ostentosa justo como a lo que los Malfoy estaban acostumbrados a ver. Una barra era lo que se encontraba en medio de esa cocina con unos pares de sillas, lo que le sorprendió es que había una gran ventana en el área donde se preparaban los alimentos y una puerta de cristal hasta el otro extremo de la misma, ambas dando una vista completa del área boscosa. Agradeció que al menos en ese parte de la casa hubiera una manera de contemplar a los alrededores.


Comenzó a mirar sin saber que era lo que en realidad buscaba. La necesidad de alimentarse le estaba causando desespero que solo quería tomar lo primero que sus ojos vieran que fuera comestible. Había sido un día muy duro, se encontraba exhausto en más de un sentido y todavía tenía que reponerse de todo aquel alboroto. Se acercó al fregadero, tomó una de las llaves y la giró, exclamando victorioso al ver el agua salir. Unió ambas manos formando un cuenco para poder ingerir agua y mojarse después el rostro, limpiándolo en su totalidad.


No le importó lo fría que se sintió el agua sobre su piel. El que hubiera tuberías ahí, le confirmaba la cercanía que tenían ante el poblado, no obstante, eso era lo de menos en ese preciso momento; lo que más le alegraba de sobremanera era ya no tener que depender de los elfos a la hora de ducharse al necesitar pedirles agua suficiente para poder bañarse.


Estaba tan absortó en sus pensamientos que no fue capaz de escuchar los pasos detrás de él hasta que sintió un escalofrío pasarle por su espalda al sentirse rodeado por una especie de cuerdas, apretando sus brazos contra su torso. Volteó desconcertado a donde su cuerpo se sentía aplastado y solamente logró ver unas sogas de colores naranjas y dorados* terminando de rodear su torso cuando fue jalado con tanta fuerza que se tambaleó hasta caer de bruces contra el suelo, sintiendo un tremendo dolor en el área de su espalda.


Levantó la vista asustado para descubrir de quien se trataba. Pero cuando lo vio, acercándose a él, su miedo se intensificó ante la imagen furiosa que vio. No entendió que era lo que le sucedía, o que estaba pasando tan de pronto, fue a tal grado su desconcierto que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. Draco le dio una patada en el estómago que le sacó todo el aire de sus pulmones por todo el impulso que dio en aquel golpe. El grito quedó atrapado totalmente en su garganta, en lugar de eso, salió como un lastimero sofocado.


— Metiéndote con mi padre, maldito desgraciado. —escupió mientras le propinaba otra patada en la misma zona—. Después de todo lo que hice por ti.


El terror le recorrió todo el cuerpo, no le interesaba saber cómo los había descubierto o que había pasado, en ese momento Draco lo iba a coser a golpes y no encontraba la manera de defenderse de su furia sin empeorar más las cosas. Intentó hablar, pero no pudo cuando vio a Draco quitar una de sus manos de la varita y se inclinó a su altura para tomarlo del cabello, solamente gimió de dolor al mismo tiempo que lo levantó sin medir el daño que le estaba ocasionando. Ron quedó parado de tal manera que quedara más abajo que él menor.


— Draco, no, espera-


— ¡No intentes negarlo! —gritó fuera de sí—. Te lo advertí una vez, tuve la decencia de decírtelo, pero que va a saber de lo que es eso un tipo como tú.


— Draco, por favor —rogó Ron desesperado—, déjame explicarte-


— ¡Cállate! ¡Es demasiado tarde para explicaciones! —le jaloneó más el cabello, sacudiéndole fuertemente la cabeza. Le había comenzado a punzar la zona donde lo tenía agarrado y los ojos le estaban escociendo por las lágrimas—. Hablando de venganza cuando tú estabas revolcándote claramente con mi padre, entonces dime ¿está es la tuya hacía nosotros por todo lo que te hemos hecho?


El hechizo que lo ataba se deshizo al momento que Draco lo empujó contra la barra, quiso agarrar balance para evitar otra caída, pero no sirvieron sus débiles esfuerzos. Se enredó con sus propios pies y volvió a caer de lleno al suelo, está vez golpeando un costado de su cuerpo. Escuchó un gruñido exasperado por parte de Draco e intentó arrastrarse hacía la puerta en un intentó de huirle, pero Draco le dio una fuerte patada en su costado haciendo que se retorciera en el suelo por el dolor. Se cubrió con sus brazos como pudo al sentir como remataba patada tras patada sobre diversas partes de cuerpo.


Rogaba una y otra vez que toda esa tortura se detuviera.


— Te saqué de ese hoyo, te dejé entrar a nuestras vidas, ¡te cuidé las espaldas! —gritó Draco fuera de quicio dándole una última patada—. ¿Y así es como me pagas? ¿acostándote con mi papá?


No podía concebir lo que estaba pasando, no era capaz de asimilarlo. Era lo último que se podría haber imaginado que sucedería. Pero por ahora, la mente la tenía vacía.


A pesar de todo, Ron de lo único que era consciente era de que quería defenderse, levantarse, golpearlo, gritar, tomarlo de las piernas o hacer algo que pudiera detenerlo de otra sarta de patadas, pero no tenía nada de fuerzas. No contaba ni con la fuerza suficiente para mover los labios y lanzar mil explicaciones. Se encontraba destrozado, afligido, espantado, sentía que en cualquier momento iba a perderse preso de su pánico.


»Escúchame bien porque solo lo diré esta vez —continuó hablando entre dientes, queriendo contener su enojo. Draco se posicionó en cuclillas y lo tomó nuevamente del cabello para levantarle el rostro y verlo directamente a los ojos—: si le haces un mínimo de daño, te mataré. Y juro por lo que más quieras Weasley que está vez no habrá poder ni magia sobre este mundo que me haga evitarlo.


Ron no tuvo tiempo ni de escupirle en la cara, Draco golpeó su cabeza contra el amaderado suelo. Su vista se nubló por unos segundos y sintió como su saliva combinaba con la sangre que emanaba de su boca, propinándole arcadas. Se percató de como Draco se alejaba de él haciéndolo soltar un suspiro de alivio, sonando más en ese momento como un potente lamento.


— Quedas advertido. —sentenció antes de salir por la puerta.


Quiso incorporarse cuando escuchó la puerta cerrarse de un azote. Necesitaba salir de ese lugar de una vez por todas, no quería que nadie lo viera de ese modo, mucho menos Lucius, él no podía verlo de la manera en el que lo habían dejado. Pero sus brazos no le respondieron al estarle temblando descontrolados. Todo su cuerpo temblaba con un vigor sin igual. Un fuerte sollozó se escapó de él, de ese le siguió otro, otro, y otro más; las lágrimas se habían vuelto incontrolables de un momento a otro, imposibles de detenerlas y lo único que podía pensar era en como todo había dado un vuelco en un abrir y cerrar de ojos.


En ese momento, Ron se acurrucó sobre el suelo y se dejó guiar por su llanto. Algo se había roto y, de repente, se sintió más vacío que nunca.

Notas finales:

* El hechizo que Draco utilizó para atar a Ron es: Carpe Retractum. Este hechizo se manifiesta con cuerdas saliendo de la varita de color naranjas y oro.  

¡Ya por fin los descubrio el retoño! ¿Quién se esperaba esa reacción por parte de Draco? Pobre Ron, era lo que le faltaba. Pero todo será bonito, se los prometo :) solo que a Draquito se le mueven los cables. Por cierto, ¿ustedes creen la teoría de Ron? Ah, esos Malfoy y sus asuntos.

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, una disculpa de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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