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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo, personitas bellas! ¿Cómo han estado? Sé que me tardé más de lo dicho, pero no saben lo que me costó este capítulo. Casi lloraba cada vez que lo hacía y lo volvía a borrar, pues no me gustaba como quedaba. Pero, por fin, siento que ya quedó. Espero haya valido la pena la espera.

Advertencia: Mención de personaje muerto, abuso por vulnerabilidad, implicación de violación, negligencia parental.

¡Disfruten el capítulo!

En una noche bastante oscura, sin ninguna luna que iluminara el estrellado cielo y acompañado de las heladas temperaturas nocturnas, Ronald esperaba el amanecer.


Por alguna razón, no había podido dormirse. Trató, por lo que parecieron horas, el dormirse con los diversos métodos que se sabía, tales como: relajar su cuerpo, recitar canciones, contar números y después animales, buscar una posición cómoda y repetir todos esos procesos una vez tras otra. Pero nada le había funcionado. Parecía ser una de esas noches en las que, por más que intentabas y cerrabas los ojos con fuerza, no se lograba conciliar el sueño. Así que, maldiciendo a todo lo que conocía, se dio por vencido y decidió esperar que el sol saliese como todas las mañanas.


Ahora se encontraba boca arriba, con el torso descubierto, viendo supuestamente el techo y sintiéndose totalmente decepcionado por no conseguir dormirse. Probablemente, contemplar los brillantes colores del alba, funcionaba para que pudiera dejarse llevar por la inconciencia de una vez por todas. Sin embargo, esperar a que aquello sucediera, en medio de la oscuridad y donde no podía ver absolutamente nada, le estaba resultando un eterno suplicio. Más aún al no poder distraerse pensando un poco, ya que se encontraba con la mente en blanco.


Normalmente, Ron al encontrarse envuelto en esas sombrías noches, le hacían tomar rienda suelta a sus pensamientos. A causa de estar en medio de la oscuridad, tendía a pensar demasiado; era cuando más reflexionaba sobre las cosas buenas y malas de su vida, de las decisiones que ha tomado, del camino que ha tomado y de todo aquello que podía pasarle por la cabeza en momentos como esos. A veces era tedioso y otras veces no tanto, todo dependía del tipo de pensares que lo abrigaran, no obstante, siempre lograban distraerlo. Lo acompañaban y lo seguían de tal modo que el tiempo pasaba tan de prisa que, al final, no se daba cuenta cuando se quedaba dormido, como si lo arrullaran aun siendo pensamientos tormentosos.


Ladeó su cabeza hacía la izquierda e intentó enfocar su vista hacía donde, presuntamente, estaba la ventana. Aunque la intensa negrura fue la única que lo recibió, casi aseguraba que estaba viendo en la dirección correcta, ya que la habitación no era grande ni ostentosa comparada a como lo era la de la mansión; contaba con la cama al fondo y casi a la mitad de la recamara con dos mesas de noche a cada lado, un armario situado enfrente de la cama, el baño quedando a la derecha y la ventana justo en medio de la pared de la izquierda. Siendo así más fácil dar con el lugar exacto, aún en esas penumbras. Sin embargo, aquello no evitó que contuviera el suspiro de frustración por no poder ver nada y deseó que amaneciera pronto. O, por lo menos, quedarse dormido pronto. 


Ron tiró más de la cobija que cubría su cuerpo y la colocó hasta la altura de sus hombros, cubriendo sus brazos por el frío que sintió en ellos al dejarlos expuestos un tiempo prolongado. Cuando estuvo a punto de volver a cambiar de posición y acomodarse de lado, flexionar sus rodillas y terminar abrazándose a sí mismo en busca de más calor, recordó al hombre que dormía a su lado. Volteó a ver a Lucius, queriendo observar en la posición que el mayor se encontraba dormido, dado que el mayor tendía a dormir boca arriba cuando no estaban pegados uno con el otro.


Rememoró la ocasión en la que se dio cuenta que Lucius dormía de aquel modo; le pareció increíble cómo, hasta para descansar, tenía que hacerlo de una manera perfecta: recostado sobre su espalda, con piernas estiradas, los brazos a un costado y sin moverse ni un poco. Si no fuera por el apacible movimiento en su pecho, pensaba, Lucius pasaría por una completa escultura.


Divertido ante sus repentinos recuerdos, sonrió ladino. Aunque, no le duró demasiado aquella sonrisa al no poder distinguir la posición de Lucius con exactitud, por lo que ladeó su cuerpo para acercarse al mayor. Divisó rápidamente que no se encontraba en la posición que imaginó, sino de costado hacía su dirección. Sin pesarlo más, y con cuidado de no despertarlo, Ron terminó por acurrucarse a un lado de él, pegando sus brazos a su propio cuerpo para acoplarse con mayor facilidad entre el hueco que formaba el cuerpo de Lucius. Cuando sintió el calor que desprendía el cuerpo contrario, cerró sus ojos y frotó su nariz en el pecho de Lucius, aspirando aquella característica fragancia que lo llenaba mientras que una sonrisa satisfecha comenzaba a adornar su rostro está vez.


En el momento que percibió como el pecho de Lucius subía y baja calmadamente, le hizo olvidarse de su frustración inicial. Relajó todo su cuerpo al pensar que podía llegar a conciliar el sueño, sin tener que esperar más el amanecer, siguiendo a Lucius en su descanso con su respiración acompasada. De ese modo, eso que lo estaba manteniendo despierto desapareciera solamente con la cuestión de dejarse guiar y concentrar toda su atención a ese cuerpo que le brindaba una completa tranquilidad.


— ¿Qué sucede? —la ronca voz de Lucius sonó tan de repente y tan fuerte, llenando cada rincón de esa habitación, que lo sobresaltó al tomarlo completamente desprevenido. Su corazón dio un vuelco acelerado por dicha alteración. Lo escuchó carraspear, aclarándose la garganta, al mismo tiempo que uno de sus brazos comenzaba a rodearlo poco a poco y de manera perezosa.


— No era mi intención despertarte. —murmuró una disculpa, sintiéndose mal por haber terminado despertando al mayor cuando su intención había sido todo lo contrario. Despegó su rostro del pecho de Lucius, únicamente lo necesario que le permitiera poder verlo directamente.


— No estaba dormido. —objetó rápidamente con seguridad. Pero él notó la mentira en aquella contestación, ya que Lucius aún permanecía con los ojos cerrados y por el modo en que el brazo del mayor reposaba sobre su cintura, no ejerciendo presión o agarre alguno. Ron se sintió más culpable aún—. ¿Qué te mantiene despierto?


— Nada en particular, solo no podía dormir. —contestó en medio de un bostezo, volviendo a cerrar los ojos y acomodándose de nuevo contra el cuerpo de Lucius.


— ¿Algo en lo que pienses?


— No… o no lo sé. —dijo Ron sinceramente. A fin de cuentas, eso era lo que realmente le sucedía; no había estado pensando en nada desde que el insomnio decidió hacer presencia—. No es como si estuviese pensando en algo más que en mi frustración por no poder dormirme.


— Algo te preocupa entonces. —razonó Lucius al mismo tiempo que soltaba un suspiro. 


— Sí, digo, en esta situación es difícil no estar preocupado por algo. —soltó una carcajada nerviosa. A Ron le hubiese gustado responder con algo más, u otra cosa, pero la contestación había salido sola, para él no era fácil negarse cuando sí estaba preocupado. En esas dos semanas, se había cuestionado ciertas situaciones algunas veces y la seguridad era un tema que lo estaba queriendo consumir; sin embargo, tenía un par de asuntos en particular que lo mantenían ocupado y no le prestaba atención a lo demás. Por ese motivo, no quería hablar de sus dudas con Lucius aún, no hasta que pudiera solucionar lo que tenía pendiente—. Pero no estaba meditando nada en particular, nada más en que quería dormir y no lograba… —rezongó con molestia—. ¡Y sigo sin lograrlo!


Lucius no lanzó palabra alguna, sumergiéndolos a ambos en aquel nocturno silencio en el que se encontraban, antes de que Ron despertase al mayor e imaginó que Lucius se había vuelto a dormir. Así que, decidió continuar con su intentó de seguirlo al mismo tiempo que apoyaba su frente en el pecho del mayor, sintiéndose cálido y todavía más cómodo por el brazo que descansaba en él. Justo cuando iba a comenzar a imitar la suave respiración de Lucius, percibió el mismo brazo que lo rodeaba moverse y, antes de que pensara en lo que pudiese hacer, todo el aire salió de sus pulmones en el momento que sintió como Lucius acariciaba la parte baja de su espalda, formando círculos en ella y yendo hacía ninguna dirección; simplemente estaba acariciándolo de manera lenta, tranquila y apenas tocando con la yema de sus dedos.


Ron presionó ahora completamente su rostro contra el pecho de Lucius, soltando un suspiro relajado mientras cerraba los ojos con calma. Y, aunque se encontraba entrando en un estado sosegado, aquel toque tan sereno hizo que sintiera cierto nerviosismo y júbilo al mismo tiempo, porque era algo que no había tenido durante mucho tiempo.


Parecía que había pasado una eternidad; por la parte exagerada de su persona, así lo había sentido él, puesto que Lucius no lo había tocado, más allá de fugaces besos y leves roces, desde que habían llegado a ese lugar. Los primeros días no le pareció nada extraño, siquiera fue capaz de notarlo, ya que la situación en la que estaban metidos era tal que ni él tuvo cabeza para pensar en sus situaciones íntimas. Pero cuando pasó el primer septenario fue que se dio cuenta de ello e indagó en sí mismo, más no recordaba que Lucius hubiese demorado tanto en buscar un encuentro o acercamiento físico entre ambos, como hasta ese momento, y si bien lo confundió un tanto, no quiso tomarle importancia pese a lo inusual, ya           que no lo estaba evitando en absoluto.


Sin embargo, la curiosidad hizo estragos en Ron durante un par de noches tales como esa, justo en los momentos que Lucius estaba dormido a su lado, preguntándose qué podía estar sucediendo en la cabeza del mayor que impedía que iniciara con alguna actividad sexual o con algún simple contacto físico, así como ya estaban acostumbrados dado el tiempo que tenían compartiendo esa particular relación. Una de esas noches en especial, estuvo más que decidido en insinuársele; llegó a un punto el extraño comportamiento de Lucius que él estuvo dispuesto a insinuarse y provocar al mayor con algún movimiento, caricia, palabra o lo que fuese, simplemente para lograr que se le acercara como antes o, aunque sea, le explicara el motivo de que solo durmieran juntos y, de vez en cuando, se pegaran el uno con el otro.


Entonces lo entendió.


Esa misma noche, que había decidido ser quien se acercara primero, se percató de su estado en el instante que hizo un mal movimiento y su cuerpo le protestó adolorido. Por estar preocupado y enfocado en otras situaciones, había olvidado rotundamente que todo su torso, costados, brazos y hasta parte de su rostro, estaban cubierto por coloridos hematomas y que sus músculos aún estaban adoloridos, derivado todo eso de tremenda golpiza y dejándolo en no las mejores condiciones. Por lo tanto, al ver su malogrado cuerpo, razonó el motivo por el cual Lucius no iniciaba aquello que podía desencadenar el que tuviesen alguna intimidad.


Probablemente, Lucius, no deseaba verlo así tan golpeado.


Probablemente, Lucius, no quería pensar la razón que lo había dejado en ese estado o en quien lo había dejado de esa manera.


Probablemente.


Ron no averiguó ni tampoco lo cuestionó. Le costó no hacerlo, no iba a negarlo, pero por más que él hubiese querido y se dijese lo contrario, decidió darle su espacio. Tal vez esa era la razón de su comportamiento o tal vez no y, aun así, por el motivo que fuese, aceptó con la mejor sensatez, que pudo obtener, la silenciosa decisión de Lucius. A fin de cuentas, nada había cambiado entre ellos y no debía de darle más vueltas a algo que desapareciera justo en el momento que los hematomas se fueran; y recuerda exactamente aquel peculiar cosquilleo junto con un calor acogedor recorrerle el cuerpo, llenándolo por completo, para luego saborear hasta el cansancio el entrañable sentimiento que le dejó el reafirmar sobre la relación que manejaban Lucius y él: ya no era una meramente física, sino que se había desarrollado a una más consolidada. Avanzó de tal manera que ya necesitaban de una pésima excusa para estar cómodos uno con el otro sin ningún encuentro de por medio, solamente disfrutando la compañía mutua que ambos se entregaban.


Aunque se regocijara en su sentimentalismo, no quitaba el hecho de que no quisiera aquellas hábiles manos tentando su cuerpo. No había caído en cuenta de cuanto era que extrañaba esas caricias, la manera en la que eran repartidas y la forma con la que le estremecían cada parte de su ser, hasta ese preciso instante. Más adelante le recriminaría a Lucius por haberlo hecho tan lascivo, él nunca fue de esa manera, nunca se había visto tan desesperado por el más mínimo contacto físico y era impresionante como el mayor tenía tal efecto en él. Parecía que únicamente requería de un simple roce para tenerlo retorciéndose y gimiendo fuertemente bajo su toque, dejándolo sin respiración.


A pesar de que ese pensamiento pasaba por su mente, en realidad no le importaba nada de aquello en esos instantes. Lo único que él quería hacer era reposar, tirarse sobre aquel cuerpo junto al suyo y conciliar su sueño de una vez por todas; esperaba descansar lo que restaba de la noche mientras Lucius se prestaba a acariciarle la espalda, los brazos, sus costados o lo que estuviera a su alcance, solamente dejándolo disfrutar de sus caricias varios minutos antes de caer rendido por el agotamiento.


No obstante, de alguna manera u otra y aunque ese fuera su mayor deseo en esos instantes, sabía que no sería posible.


— Iré por un vaso de agua a la cocina —informó Ron con cierta desgana al mismo tiempo que se separaba un poco del hombre. Parpadeó despacio, adaptándose lo mejor que podía a la oscuridad del lugar y se encontró con Lucius atentamente en su persona. Se sintió un poco avergonzado, pues se preguntó en qué momento había empezado a verlo, a observarlo, si no había sentido esos ojos sobre él en ningún momento.


— Un vaso de agua siempre ayuda a conciliar el sueño —comentó Lucius, irónico.—. ¿Dónde aprendiste tal cosa?


Todo signo de bochorno desapareció en el instante que Lucius había decidido abrir la boca. Ron rodó sus ojos, después una mueca de total molestia se reflejó en su rostro, separando aún más del mayor en el proceso. Indignado, soltó una carcajada.


— Estoy tan tranquilo como para discutir contigo.


— Entonces no lo hagas.


— No, no te voy a dar el gusto. —bufó. De un rápido movimiento, se zafó del agarre de Lucius, quien chasqueó su lengua y se acomodó nuevamente en su anterior posición. Ron rodó fuera de la cama y, al tocar el frío suelo, sus pies descalzos protestaron por el ardor producido. Pero no iba a regresar dentro, realmente no deseaba pelear con el mayor esa noche, ambos estaban cansados y una discusión solo lo empeoraría—. Regreso en unos minutos.


Habló al mismo tiempo que caminaba fuera de la habitación. Cuando el frío pasillo le dio la bienvenida, se arrepintió tanto de haber salido de la cama sin ningún tipo de abrigo, no había tomado en cuenta lo helada que estaba la noche gracias a las cobijas y al calor que desprendía el cuerpo junto al suyo. Observó un poco los faroles que le daban la iluminación necesaria al corto pasillo, recordándole a los que estaban en la mansión; eran más pequeños, pero estaban situados de la misma manera, rectos, con la distancia prudente y nunca agotaban su luz. Se frotó las manos en ambos brazos, creando fricción y brindarse calor mientras comenzaba a ir directo a la cocina.


La madera hacía ruido bajo sus pies, tronando cada que él daba un paso hacia adelante. Maldecía ante los sonidos que dejaba, por lo que aligeró sus pasos al llegar a las escaleras para no hacer más sonido del necesario pues no deseaba despertar a los otros habitantes del hogar.


Soltó un respingo de sorpresa cuando, antes de siquiera tocar el primer escalón, escuchó la puerta de la primera habitación abrirse y cerrarse de un solo movimiento. Volteó hacía el sonido y observó a Draco Malfoy, parado justo a su lado. El menor de los Malfoy se encontraba en sus tan acostumbrados pijamas, viéndolo directamente sin ningún tipo de expresión en su rostro, pareciendo más que una simple ilusión ante sus ojos. De no ser porque su pecho subía y baja debido a la respiración, Ron hubiese creído que era producto de su imaginación producida por el cansancio.


Se debatió el irse nuevamente a la habitación o bajarse corriendo a la cocina. Sentía que un solo movimiento bastaría para hacer reaccionar a Draco y no deseaba pelearse con él en esos momentos. Sin embargo, no lograba mover ni un músculo de sus piernas.


— Weasley. —escuchar su apellido, siendo llamado, lo hizo paralizarse. Esa era la primera vez que Draco le hablaba después de todo ese desastre y no sabía cómo actuar al respecto, mucho menos cuando los ojos fríos del Draco, tan iguales a los de su padre y a la vez tan distintos, lo observaban reflejando cansancio. Ron alcanzó a percibir ese estado aun cuando el rostro contrario seguía totalmente inexpresivo.


— ¿Sucede algo? —preguntó con cierto temor antes de moverse y su cuerpo se terminó de tensar. Pero Draco no respondió, solamente se quedó parado en el mismo lugar, sin soltar ninguna otra palabra. Ron esperó un par de minutos a que su respuesta fuese contestada, pero nada pasaba y no escuchar nada salir de los labios de Draco, lo estaba poniendo demasiado nervioso.


Debía de analizar sus movimientos, no imaginaba para qué lo quisiese Draco ni para que lo llamó. Seguramente escuchó cuando salió de la habitación y sus pasos al caminar, tal vez el querer encontrarlo solo en medio del pasillo fue su propósito. Y Ron estaba desarmado. No pensó ni por un segundo que fuese a necesitar la varita únicamente por ir a la cocina en medio de la madrugada, no esperaba que Draco la tuviese consigo, no parecía tenerla en las manos o en alguna parte de su pijama, pero si así fuese y el menor decidía enfrentarse con él, tenía todas las de perder a menos que se agarrasen a golpe limpio en el pasillo.


— Estaba asustado.


Dejó de pensar en su posible escape en el instante que, aquel susurró suplicante, le llamó su atención. Después de semanas, el que Draco le hablase por primera vez para decirle esa oración, lo dejó confundido. Pensó cuál podría ser ese miedo, que podría tenerlo asustado y por qué decidió decirle exactamente eso a él si seguía tan molesto con sola presencia que ni quería verlo en pintura.


— ¿Por qué? —preguntó. En su estado de confusión, volteó todo su cuerpo a su dirección y aflojó el agarre de sus brazos que, hasta ese momento, seguía abrazado a sí mismo.


— Porque… —Draco calló ante toda explicación. Su expresión corporal era tensa, había dejado todo rastro de seriedad, ahora era como si no quisiese hablar, pero se estuviese obligando a hacerlo. A Ron no le agradó verlo de ese modo, si Draco aún no deseaba hablar con él, no debía de sentirse obligado a hacerlo. Si ambos iban a arreglar sus diferencias, era porque ambos así lo deseaban y no por sentir la presión de hacerlo, así no era como debían de arreglarse, ya que sería como no haber dado el paso nunca. Antes de que Ron pudiese decirle lo que pensaba, Draco le ganó la palabra, hablando de nuevo—: por favor, te lo ruego, por favor, dime que todo es consensuado.


— ¿De qué hablas? —tartamudeó ante la súplica desesperada del menor. Ron no encontraba que responder, no porque no pudiera, sino porque no entendía a que se refería o a qué punto quería llegar.


— Sabes de lo que hablo, no me hagas decirlo.


La inquietud lo comenzó a carcomer. Él no llevaba el hilo de la conversación muy bien hasta ese momento, no identificó en aquel instante la idea que Draco, tan agobiado, trató de transmitirle. Sentía que, esa desesperada oración, ocultó un enorme significado; uno donde fue tan pesado que no logró ni siquiera capaz de pronunciarlo. Entonces, hasta que vio en esos ojos, demasiado tormento, logró tomar aquella idea.


La magnitud que esa simple oración cargaba, lo dejó sin aliento y el estómago se le revolvió de repente. De solo pensar en la idea, le produjo unos escalofríos desde la parte más baja de su espalda y se preguntó la razón por la cual Draco pudo haberse imaginado una idea tan desagradable como esa, sobre todo de su padre a quien, se supone, conocía mucho mejor que nadie.


— ¿Crees-? —boqueó Ron, mirando a Draco completamente sorprendido, después de estar unos segundos sin poder pronunciar palabra alguna.—. Draco, ¿crees que Lucius me está obligando?


— ¿Cómo que «Lucius»? —preguntó escandalizado, pero casi al instante gruñó de manera frustrada—. ¡Solo respóndeme!


— ¡Claro que lo es! —afirmó, molesto e incrédulo a la vez. Por alguna razón, esperó a que Draco le respondiera con una negativa, una buena negación ante esa idea tan errónea que se había planteado, desgraciadamente no siendo este el caso, dejándolo con sentimientos encontrados—. Diablos, ¡¿cómo se te ocurre?! ¡Nunca dejaría que algo así sucediera! A mí nadie me obliga a nada, nadie. Todo lo que he hecho, lo he pensado y aceptado yo.


— Es más que eso, Ron-


— ¡¿Piensas que tu padre es capaz de algo así?!


— ¡No! —contestó Draco rápidamente—. ¡No lo sé! ¡No! Yo… —suspiró, rendido—, yo no sabía que pensar, estaba seguro que él no haría algo como eso. Sé que tiene sus límites, es consciente de lo que hace, pero empecé a notar cambios en ustedes y dudé de esos límites.


— ¿Qué cambios fueron los que viste? —Ron se relajó mientras hablaba, comprendiendo inmediatamente las razones que Draco le estaba externando. Tal vez, ante los ojos de los demás, las acciones que ambos habían decidido tomar no habían sido tan sutiles como así lo creyó—. Yo creía que…


— Fueron muy imperceptibles al principio. —se encogió de hombros—. Cuando empecé a notarlos, realmente no le tomé mucha importancia… como yo no estaba tanto tiempo en la mansión, y era con él con quien más pasabas tiempo, pues eran comprensibles los cambios; realmente era apenas algo notorio como para que llamara por completo mi atención, así que lo dejé pasar. Cada vez que los veía, me repetía una y otra vez que solamente eran cosas mías y que estaba viendo cosas donde no las había.


» Traté de convencerme que era solo mi imaginación, pero algo me hacía ponerme intranquilo, como si de un presentimiento se tratase y no me dejaba estar en paz… —pausó, tomando un poco de aire—, hasta tuve que pedirle a Seemey que pusiera atención en ustedes y me dijera si cualquier cosa pasaba. Lo cual no ayudó en nada, porque por más que ella me decía que todo estaba normal, esa sensación no se iba, Weasley.


» Se hizo más intensa cuando papá comenzó a evitar que te comentara algo relacionado con la situación en la estábamos. Nos ordenaba callar ante lo que estaba pasando, no quería involucrarte en absolutamente nada. Inclusive, aun sabiendo que podría haber riesgos, fue él el que me pidió buscar… —paró de manera abrupta su explicación. Ron, con paciencia, esperó a que continuara, no presionándolo ni con la mirada a pesar de que le gustaría seguirlo escuchando. Él también sentía la necesidad de continuar sabiendo todo lo que Draco pasó esos meses, llenos de incertidumbre, sin saber realmente lo que pasaba entre su padre y él.


» No lo entendía. —nuevamente, su voz llamó su atención por completo—. Demasiadas veces me pregunté que podía detenerlo, que era aquello que le mortificaba a tal grado de querer ocultarte la situación que nos envolvía. No sabes lo frustrante que fue no encontrar una respuesta, pero era tanta mi necesidad de tenerla que, entre mi confusión, pensé que te veía como un hijo.


» No sé cómo logré llegar a esa conclusión, pero me sonó tan lógico en ese momento, debido a tu insistencia por entablar una conexión con nosotros, sobrepasando a todo lo que estábamos acostumbrados; tanto así que, si yo pude verte como… , era razonable que mi padre te hubiese tomado cierto cariño. Más aun por todo lo que papá carga sobre sus hombros e ingenuamente creí que, el cuidarte de ese modo, debía ser la manera que él tenía para aligerar todo ese peso.


— Cuando me amenazaste aquella vez —recordó, razonando aquel momento—, ¿fue por eso?


— No. —respondió Draco torpemente—. Bueno y si así hubiera sido, ¿qué? —respondió, casi un instante después, de manera desafiante—. Era completamente humillante que mi padre estuviera cuidando de ti y me revolvía el estómago de solo pensar que se había refugiado en ti siendo un padre cuando ese instinto no le nació junto conmigo, como podrás haberlo visto.


Ron sabía que eso no era cierto. Draco aún no era capaz de notarlo, pero Lucius se preocupaba por su hijo, tal vez no de la manera convencional o afectiva; sin embargo, la preocupación por el bienestar de su progenitor, era genuina. Durante ese tiempo que llevaba conociéndolo, apreció esos momentos de cambio, de intriga, de dolor e incertidumbre en el Malfoy mayor y la forma en la que cuidaba a su hijo de la mejor manera que conocía.


Era una lástima que esas acciones no le hayan llegado a Draco.


— Ay, Draco, en serio…


— Pero no importaba que lo mirase de ese modo, esa corazonada no se largaba por nada y lo peor era que no iba a concentrarme mucho en ustedes debido a que tenía otros asuntos en los cuales estar. —Draco continuó hablando, dejando por un lado el tema parental—. Pese a eso, no me importó el que ya me tuviera harto, tuve que tomar mi prioridad y era más urgente realizar la boda cuanto antes que dejé pasar totalmente el asunto entre ustedes dos y me dediqué a planificarla. No te lo negaré, sí me sentí más tranquilo durante ese proceso al no verlos tanto tiempo juntos; todos estábamos ocupados, así que fue una manera de hacerme olvidar, durante un tiempo, aquello que podía estar pasando.


» Hasta que llegó el día de mi boda, más bien, el momento exacto de cuando vimos la habitación de mi padre toda destruida y sin signos de ti… —calló nuevamente, mostrándose inseguro por lo que iba a continuar relatando—, creo que sabes cómo es él y que no expresa mucho lo que piensa o sienta más allá de la imagen que un Malfoy debe de imponer, por lo que pocas veces lo he visto yo en un modo de angustia, pocas, y ese preciso instante fue una de ellas… 


» Verlo fue tan revelador y confuso al mismo tiempo que no lo entendí. Tan simple que seguía sin poder comprenderlo. Pero, desde ese día, algo me estaba diciendo que abriera los ojos y que pusiera atención, solo atención. Le di vueltas al asunto y lo hablé con Astoria tantas veces que hasta perdí la cuenta y curiosamente ella siempre me respondía: «eres un tonto, Draco», haciéndome sentir como si estuviera todo loco y paranoico. Pero no, el presentimiento seguía sin abandonarme, Weasley, y yo sabía que había algo más de lo que no me estaba dando cuenta.


» Entonces lo descubrí.


Ron cerró los ojos, no sabiendo como sentirse al respecto. Deseaba preguntarle muchas a Draco, cosas que no le había dicho en su corta platica, cosas que no eran fáciles de asimilar; comentarle sus puntos de vista, sus motivos, solamente ambos darse ese confort. Pero eran cosas que no estaba preparado para hablarlas ni Draco para oírlas, en ese instante solo quería que esa noche terminara de una vez por todas y el menor finalizará con lo que tuviera que decirle, después tendrían tiempo de continuar con las curiosidades sin resolver.


— ¿Cómo te diste cuenta? —preguntó al mismo tiempo que abría de nuevo los ojos.


— Unos días antes del treinta y uno, en la noche, fui a tu habitación para platicar contigo sobre la forma en la que te traté aquel día que te llevé a arreglar el problema que tenías con mi padre… —Ron, inevitablemente, rodó los ojos ante lo dicho por Draco—, se me hizo un poco extraño no verte en la cama, pero imaginé que podías estar en el baño y me senté a esperarte. Te llamé varias veces al percibir como el tiempo pasaba y pasaba y tú no salías del baño; tal fue mi sorpresa cuando me paré a buscarte y no encontrarte dentro.


Oh.


Oh.


— Oh. —fue lo único capaz de responder, ya que se había quedado en blanco. En ningún momento pensó en esa posibilidad. Una vez fue la que Draco había pisado su habitación en plena noche, por lo que no imaginó que sucedería nuevamente. No recordaba esa noche en específico, pero tuvo que haber sido una de aquellas donde Lucius y él se quedaban juntos, durmiendo uno al lado del otro, escondidos en aquella gran habitación de la mansión.


— Sí, oh. —lo imitó—. Ni tuve que pensarlo más. Fue tan rápida la manera en la que, en cuestión de segundos, todo encajó: los cambios sutiles, los mejores tratos, el cuidado, la angustia… y, te seré sincero, no tienes una idea de lo mal que me sentí.


— Lo siento.


— Así es, Ron, justamente esas dos palabras eran las que yo quise decirte a ti cada que te veía, porque yo… —Draco dejó de hablar al hacer una mueca, una mueca que sale natural al momento de contener el llanto—. No podía creer que mi padre estuviese haciendo algo como eso, que se hubiese atrevido a estar haciendo algo tan cruel y aprovecharse de ti. Para mí eso era lo que pasaba, no lograba verlo de otra forma más que se había aprovechado de tu vulnerabilidad para presionarte a que hicieras cosas con él que no querías.


» Realmente no tienes ni una puta idea de lo mal que la pasé por no saber que hacer. Ni siquiera tenía idea de cómo afrontar la situación, de cómo encarar a mi padre, de cómo mierda iba a ayudarte y librarte de él… lo único en lo que pensaba era en como eso había sido mi culpa.


» No había un maldito segundo en donde no me estuviera recordando que te había fallado, que había sido mi error el que no te defendieras, por haberlo dejado pasar, por omitirle importancia a lo que yo mismo miraba y, recriminándome hasta el cansancio, por haberte dejado a solas con él al estar fuera de la mansión tanto tiempo. Simplemente sentí que te había sacado de un infierno para meterte a otro peor y que había fracasado al no cumplir… —sacudió la cabeza, enojado—. ¡¿Qué otra mierda querías qué pensará?!


— No sé qué decirte, Draco. —Ron dijo con sinceridad. El dolor y la desesperación que le transmitía cada palabra dicha, le calaba en lo más profundo de su alma. Le daba tristeza que Draco hubiese pensando eso, que hubiese llegado a pensar que su padre y él estaban viviendo una relación basada en el abuso en donde él se adjuntaba la culpa de que hubiese sucedido; le era insoportable el simple hecho de escuchar por todo lo que tuvo que haber pasado, en cómo se martirizó pensando una y otra vez la manera en la pudiera ayudarlo, en la que pudiera rescatarlo. Ron dio unos cuantos pasos adelante, quedando más cerca del menor—.  Me gustaría explicarte-


— No. —Draco lo interrumpió, poniendo una de sus manos delante de su rostro, deteniendo inclusive su caminar—. Ahórratelas.


— No te estoy pidiendo permiso-


— Y yo no te lo estoy pidiendo. —respondió—. Iban a quedarse solos en la mansión el treinta y uno. —continuó. Ron cerró su boca, prestándole su total atención nuevamente. Si Draco no buscaba sus explicaciones en ese momento, ya tendrán todo el tiempo del mundo para hablar sobre ello—. Por cómo había visto la situación, era evidente que padre utilizaría ese día para tenerte con él… yo estaba seguro de lo que iba a pasar en Hallowe’en. Era indudable. No podía hablarlo contigo, padre se iba a dar cuenta y era arriesgarse demasiado.


» Pero tú no sabías ni un poco de lo que teníamos planeado hacer, no ibas a saber actuar y no pensaba dejarte desarmado bajo esa circunstancia; así que me di a la tarea de buscar una manera de tener conmigo tu varita, por si estabas con padre esa noche, para cuando nosotros llegáramos a la mansión solamente la buscaras y, al darte cuenta que no estaba en tu cuarto, vinieran hacía acá lo más pronto posible.


— Así fue como la obtuviste… —razonó en un susurro—, pero estaba escondida-


— Tampoco es como si en ese cuartucho pudieras esconder realmente algo. —dijo con sorna—. Esperé a que estuvieras preparando la cena para irla a buscar, también a que Astoria se estuviese arreglando porque no le había comentado nada para no alarmarla, y la encontré detrás del ropero. Imaginé que, al tú no saber dónde estaba, ibas a acercarte a mí a decírmelo, entonces yo te la daría e íbamos a poder hablar sobre lo que estaba pasándote y buscar juntos una solución… —fingió emoción en voz, saltando un poco en su sitio. Pero, no duró demasiado. El enojo reemplazó rápidamente cualquier otra emoción, los ojos de Draco parecían arder en llamas—. ¡Pero luego los escuché, maldita sea!


— ¿Qué? —alzó las cejas, sorprendido. De todo lo que Draco le estaba contando, no imaginó que los hubiera descubierto por estar platicando, una plática entre ambos fue lo que los delató y en ningún punto se habían dado cuenta que el único hijo de la familia los estaba espiando—. ¿Qué escuchaste?


— Iba a entregarte la estúpida varita y los escuché en medio de su sesión de besos.


— Tenía que ser... —murmuró para él mismo, avergonzado. De todas las maneras que Draco los pudo haber descubierto, justo fue cuando estaban besándose en la sala de estar. Aunque agradecía que no hubiese sido cuando estaban teniendo relaciones sexuales, aun así, no dejaba de ser menos vergonzoso.


— Aunque ya me imaginaba que iban a estar juntos, me sorprendí tanto cuando dijiste que salieron en cuanto vieron las luces. Para ti, seguía dentro de la mansión y eso me dio a entender que ni siquiera te tomaste la molestia de ir a buscar la varita, que únicamente obedeciste a lo que padre ordenó y salieron sin mirar atrás. —Draco lo observaba dolido esta vez—. El sentimiento de culpa se hizo peor aún, pensé que las cosas estaban sumamente jodidas por ya haberte sometido a su antojo y que hicieras lo que dijera sin protestar.


— No, Draco, así no son-


— Astoria se durmió casi de inmediato —interrumpió cualquier cosa que tenía por decirle—, y salí de la habitación decidido a parar con aquello; iba a enfrentar lo que fuera necesario para librarte de ese sufrimiento. Me dije que era ahora o nunca y que suficiente era suficiente. Pero me recibieron con eso.


» Estaba repasando todos los hechizos, encantamientos y maldiciones que me sabía a fin de confrontar todo tipo de escenarios posibles, pero decidiste hablar. Al oír su plática y escucharlos tan cómodos el uno con el otro, me hizo sentirme demasiado confundido, demasiado estúpido… —Draco rio sin ganas, sin ninguna intención de haber sonado gracioso. Ron se encogió en su sitio—. Mil cosas pasaron por mi cabeza, me pregunté por qué me estabas haciendo esto, cómo era posible que padre olvidará a mamá tan rápido como para meterse contigo, por qué me estabas traicionado de esa manera tan baja y tan ruin-


— Sé que me pediste disculpas, pero no las aceptaré porque no tengo nada que perdonarte. —cortó Ron aquella parte que Draco relataba, no deseando escuchar más esas palabras cargadas de ira y de sufrimiento. Entendía totalmente lo que el menor le estaba diciendo, comprendía cada una de esas palabras a pesar de no haberlas vivido él en su lugar, por lo que no hubo nada que perdonarle en primer lugar y, aunque lo hubiera golpeado, no le guardaba rencor por ello, mucho menos ahora que se había abierto ante él—. Comprendo tu reacción, yo no sé cómo hubiera reaccionado de haber estado en tus zapatos.


— ¿Lo tuyo y lo de mi padre es real? —preguntó en un susurro lastimero, un susurro que solo pudo haberse escuchado entre ellos dos; fue dicho de una manera tan silenciosa, hasta pudo haberlo hecho pasar por su imaginación—. ¿De verdad hay algo más que solo… lo que estén haciendo?


— Sí.


Ron se sorprendió por la rapidez con la que afirmó la pregunta. Y no parecía haber sido el único, la seguridad ante aquella respuesta, los dejó perplejos a ambos, tanto así que Draco lo miraba fijamente, sin parpadear, y parecía estar conteniendo la respiración. Comenzó a agitarse. No fue su intención decirlo así, nunca esperó declarar de esa manera lo que sucedía, sobre todo con la sinceridad con la que fue lanzada su respuesta.


— ¿Cómo te atreviste? —preguntó con rencor, apretando los dientes—. ¿Cómo se atrevieron? —a Ron se le contrajo el pecho al notar que Draco estaba al borde de las lágrimas, queriendo terminar de acortar la distancia entre los dos y abrazarlo con todas sus fuerzas. No obstante, estaba avergonzado, pensando en lo egoísta que fue por no haber contemplado el daño que podían haber causado sus acciones apresuradas. Siempre imaginó que Draco se enojaría con él, pues lo que estaba haciendo con su padre no era algo a la ligera, mas en ningún punto dimensionó el daño emocional que estaba dejando al menor de los Malfoy; fue algo que nunca contempló como opción—.  Debería de odiarlos.


—Draco-


— Me quitaron a mi mamá, Ron… —confesó, sollozando. Draco no fue capaz de contener más las lágrimas y sintió un nudo en el estómago cuando las vio bajar por las mejillas del menor. Ron ya sabía eso, sabía perfectamente lo que le había pasado a Narcissa Malfoy, pero el que Draco se lo confesara finalmente, se le hizo doloroso, más doloroso que cuando Lucius se lo dijo. Draco estaba hablándole desde el corazón, desde la decepción y el resentimiento, no se lo confesaba como su amigo, como alguien íntimo, solamente lo hacía para reprocharle sus acciones. Se sentía como una persona sin alma, sin bondad ni sentimientos que solamente llegó a esa familia a causarles más daño del que ya tenían. Sentía culpa, la misma culpa que sintió el día que lo había golpeado, una culpa solamente suya—, mataron a mi mamá y, aun así, ustedes se atrevieron a ser unos malditos-


— Draco, ya basta. —Lucius interrumpió a su hijo, haciendo notar su presencia con esa autoridad tan clara y propia de él. Ambos jóvenes voltearon, pasmados, hacía el pasillo. Ron se preguntó desde cuándo podría estar el hombre escuchando su conversación, por ende, de qué tanto pudo haberse enterado. Lucius, serio y en silenciosos pasos, se acercaba cada vez más a ellos.


— ¿Qué ya basta? —preguntó Draco, colérico, levantando la voz—. ¿Eso es todo?


— Sí, detente de una vez. —ordenó Lucius, acercándose a su hijo en cada palabra dicha—. Estás tocando temas que no le conciernan a Ronald.


— ¡Lo estás-! —cortó Draco casi de inmediato. Ron no lograba ver su expresión, pues había volteado su cuerpo en dirección a su padre, pero aseguraba era sorprendida, por la manera tan exaltada con la que quiso hablar. El ambiente se sentía más tenso con cada segundo que pasaba, tuvo tantas ganas de recriminarle a Lucius el que haya dicho lo que dijo; no midió la situación en la que estaban, importándole muy poco lo que Draco implicaba y deseaba desahogar. Si quería culparlo de todo lo que pasaba, estaba bien, cometió errores que no iba a ser capaz de reparar y por eso le interesaban. Más que nadie requería saber que fue lo que hizo mal, que hizo que todos llegaran hasta ese punto—. ¿Por qué no me quieres, papá?


— ¿Qué dices? —preguntó Lucius, molesto y asombrado al mismo tiempo. Ron vio a Draco desconcertado, primero por el cambio tan abrupto de tema y, segundo, por la pregunta dicha. En ese preciso momento confirmó que cualquier buena acción, que hubiese hecho Lucius para con su hijo, no la supo hacer llegar en ningún sentido—. ¿Cómo puedes preguntar tal cosa?


— Si me quisieses no hubieras hecho lo que hiciste, si me quisieses… —rió sarcásticamente—. ¿Sabes? Solías ser todo lo que yo admiraba, eras en lo que yo me quería convertir cuando fuera adulto y siempre busque llevar el apellido en alto, a cualquier costo, así como tanto querías… a pesar de que lo único que realmente deseaba era de tu aprobación, tu atención, tu cariño y… —cortó debido a los sollozos que dejaba soltar, parecía que en cualquier momento, el menor, se soltaría a llorar sin que nadie pudiese controlar eso—. Papá, ¿eres consciente que nunca me has acariciado ni un solo cabello?


Lucius boqueó sorprendido. En cuestión de segundos, abrió y cerró los labios sin decir palabra alguna. Aparentemente, nada salía de la boca del mayor debido al asombro que le generaron las palabras dichas por su único progenitor. Ron, de haber estado en su lugar, hubiera estado exactamente igual.


» ¿Por qué tiene que ser así, papá? ¿Por qué dejaste que esto nos sucediera? —cuestionó con el dolor marcado en su voz—. ¿Por qué permitiste que está oscuridad continuara en nuestras vidas después de todo lo que nos hicieron?


— Te fallé, Draco. —habló Lucius tan apresurado que, con trabajos, apenas logró entenderse—. Todo el tiempo pensé que lo que hacía era para dejarte un mundo mejor, un mundo ideal donde pudieras vivir y levantarte con orgullo… verdaderamente, era lo único que yo quería y por todo lo que luchaba.


— ¡Yo nunca pedí un mundo perfecto! —gritó Draco, alzando los brazos y luego golpeando sus costados—. Nunca… nunca… ¡Ni siquiera quería nada de esto!  —señaló con ira todo a su alrededor—. ¡Lo único que quise fue que lo arreglarás! Tuviste la oportunidad de hacerlo y no lo hiciste, preferiste seguir y no dejar de lado las etiquetas de “triunfador, sangre pura” y en cambio te dedicaste a proteger al Weasley y no a mí.


— Él no tiene nada que ver en esto, Draco —aclaró Lucius con decisión, mientras terminaba de acercarse a su hijo. Tomó la cara del menor entre sus manos, acunando sus mejillas y limpiando con sus pulgares las lágrimas que por ellas corrían—, quien estuvo tan ciego para no ver ese descuido tan grande ante mi único hijo, mi única adoración, soy yo. Sé que es demasiado tarde y lo he arruinado más cosas de las que puedo arreglar, pero lo lamento.


— Papá…, no puedo. —dijo entre hipidos provocados por el llanto—. No puedo..., tengo mucho miedo y ya no me quedan más fuerzas.


— No tienes por qué continuar con esto ni tener temor, pues estoy aquí, hijo mío. —le susurró Lucuis antes de arroparlo con sus brazos en un abrazo protector—. Estoy aquí, puedes llorar.


Ron, por primera vez, sintió que sobraba. No era su momento, no debía de seguir ahí observando, no deseaba estar más tiempo escuchando una conversación que todavía no había terminado, pero que no le consternaba ni interesaba escuchar más; no era un momento para él estar ahí estorbando. Así que, antes de irse, los contempló por última vez.


Sintió su alma relajada por lo que veía, ese abrazo entre padre e hijo se notaba tan confortante, tan cálido, tan necesitado, que le dieron unas inmensas ganas de llorar. Los sentimientos al presenciar aquel acto de amor puro y consuelo, lo abrumaron, le transmitieron cada una de las emociones experimentadas. Sin embargo, aunque tuviese inmensas ganas de soltar sus lágrimas, al final terminó sonriendo.


Sonriendo por lo que esa noche culminaba, sonriendo por lo que fueron, eran y estarán por ser, sonriendo por ese «perdón» aceptado, sonriendo por lo que habían sido capaces de soltar, sonriendo porque volverían a unirse más fuertes que nunca después de esto. sonriendo por la oportunidad que ambos tenían.


Sonrió por ellos.


Por ellos.


Él no había sido tan afortunado de vivir un momento así. Por lo que, si hubiese podido ver las estrellas, hubiera sonreído para ellas y que fuesen las únicas testigos de su dicha.

Notas finales:

Cualquier persona necesita sacar lo que lleva dentro y a Draco le urgía. El nene no tenía idea que aquel acercamiento fue, más que nada, en base a una soledad mutua y donde se aproximó a la persona más cercana en ese momento; él solamente se imaginó una situación de abuso (que es lógico, sobre todo por la diferencia de edades que, aunque ambos son adultos, sigue siendo larga) en la relación entre Lucius y Ron, siendo su colmo y ocupaba sacar todo de su sistema.

¡Alto ahí! Antes de continuar, me gustaría tocar un par de puntos con ustedes :)

«En la situación de esta trama, me base en los motivos de acercamiento hacía un encuentro sexual (independientes a las edades) y las consecuencias psicológicas, tanto positivas como negativas, que puede atraer un touch and go o casual sex, especialmente en los lazos emocionales que se crean con el paso del tiempo si es con la misma persona (claro, esto dependiendo del tipo de persona que seas, de tus creencias, crianzas, inteligencia emocional y/o uniones emocionales). Es por eso que, y repítanlo después de mí, el sexo casual no es para todos. Es común dejarse influenciar por experiencias ajenas, películas, novelas, series, vídeos, libros, relatos, etcétera, que lo único que crean son expectativas. Lo mejor es, y los aliento a, conocerse (física, mental y emocionalmente), averiguar los efectos del sexo casual y, ya con criterio propio, establecer sus propios límites si optan por llevarlo a cabo. Ustedes, de ese modo, podrán saber a lo que están dispuestos a llegar y se tomará una decisión con cuidado y responsabilidad.

Por si les interesa más el tema y quieren leer sobre ello, con gusto les hago llegar artículos en inglés y español.

Por otro lado, el abuso por situación de vulnerabilidad es un tema bastante complejo de tratar, más no quería dejar pasar la oportunidad para decirles que eso no sucede aquí. Si bien podría parecerlo, aclaro que no se llevó una modalidad de aprovechamiento en una situación de -aparente- vulnerabilidad por ninguna de las dos partes, ya que nada se manejó a ventaja ante situaciones de vulnerabilidad (económica, escolar, migratoria, familiar, trabajo, etcétera) ni con movimientos engañosos (manipulaciones) para beneficiarse de la ignorancia e ingenuidad de alguna de las partes y se terminara dando un consentimiento viciado, forzado o porque no había otra alternativa. Tampoco, nada se redujo a una absoluta esclavitud con alguno de los dos personajes, mucho menos con el propósito de obtener algo a cambio (que es mayormente monetario) más allá de mera compañía.

De igual modo, si desean saber más sobre el tema, con gusto les hago llegar artículos.

Pueden contactarme por Facebook o Twitter.»

Hay otro punto que me gustaría tomar, o más que nada darles como consejo, pero tendrá su lugar en el siguiente capítulo. Ya se volvió muy extensa está nota y no la alargaré más cuando el otro tema será tocado también.

Ahora sí, a lo que iba: ¡espero que les hayan llegado las emociones de Draquito! En lo que era originalmente el One-Shot, la situación estaba bien equis y, ahora que lo alargué, me tomó sudor y lágrimas el que quedarán súper bien plasmadas. Quería lograr que les llegarán esas emociones y las sintieran en el corazón pues… ¿lo logré? Porque, si así fue, entonces el objetivo se cumplió. Yay.

¡Esperó les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, una disculpa de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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