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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Disfruten el capítulo.

Las cosas, entre él y Draco, habían mejorado de una manera significativa desde aquella conversación que tuvieron en el comedor de la mansión. No había contado con ello, si bien ya había pensado en simpatizar con los dos hombres, para poder hacer una estrategia de escape, no había decidido que relacionarse fuera de manera sincera.


Ron supo que fue como si toda la incomodidad y la inseguridad que sentían en el ambiente, cuando estaban cerca, se hubiera esfumado así de simple. Habían recuperado su rivalidad en los tiempos de Hogwarts y, de algún modo, esta se sentía sana. Ya no solo hablaban para insultarse, tenían conversaciones civilizadas de vez en cuando, ciegamente se tenían confianza uno con el otro, aunque no lo quisieran admitir.


En las últimas semanas, cuando estaba con Draco, era olvidar que todo estaba mal afuera y le hacía abandonar todos aquellos pensamientos pesimistas, por lo que todas sus ganas de irse de ese lugar en la primera oportunidad que tuviera, se esfumaban momentáneamente. Sentía que con él no había pasado nada y que su situación no era la actual. Sabía que no era una amistad o algo cercado a lo que tenía con Harry o Hermione, pero era algo; algo que decidió llamar como su distractor mental y emocional.


Aunque era una lástima que casi no estuviera en la mansión.


No sabía, ni entendía, cuáles eran los negocios que lo tenían fuera la mayor parte del tiempo, nunca hablaban de eso y Ron optaba por no preguntar. No creía que fuera adecuado saberlo, intuía que tenían que ver con el nuevo régimen y con Voldemort, así que mejor omitía esos puntos de la vida del menor de los Malfoy.


También, en ese lapso de tiempo, se había tomado la oportunidad para pensar que era lo que iba a hacer con más determinación. Lo había motivado el pensar que estaba siendo egoísta por haber dejado pasar más de dos meses -a eso sumándole lo que estuvo encerrado- y no haber intentado nada para para llegar a los suyos y cumplir su promesa de rescatar a los que estuvieran en su misma situación.


Tanto fue su pensar que, al final, había elegido por lo inevitable.


Si bien la relación con Draco ya no era mala, la que tenía con Lucius no mejoraba para nada y necesitaba ganarse su confianza para que le regalará la libertad que requería para estar libre por la mansión o por los jardines. Tenía que haber una manera de escapar, el lugar no era irrompible, y comprendía que no iba a saber cuál era su debilidad sino se acercaba a Lucius y obtenía, aunque sea, un poco de familiaridad.


Pero eso lo hacía inquietarse.


No sabía cómo acercarse a él, más que nada, le tenía miedo a que lo lastimara físicamente, más porque no podía pensar en algo apropiado para empezar a romper el hielo. Todas las ideas que había tenido las descartaba de inmediato. Aparte, el hombre no le ayudaba en nada. Lucius no hablaba absolutamente para nada y, para lo único que abría la boca, era para maldecir y regañar a todo lo que se moviera.


Inclusive, ya se había instalado en él la comprensión hacía Draco. Llegó a un punto en el que entendía la razón de porque el joven mago estaba tan amargado y se desquitaba con todo mundo. Si con su persona las cosas estaban difíciles, no se quería ni imaginar lo horrible que debe ser tener a Lucius como padre.


Sabía que escapar no era la única razón por la que quería tener un mejor trato con él. No lo quería aceptar, se negaba a aceptar ese motivo. Era algo que nunca en su vida se lo hubiera planteado y eso lo atribuía por encontrarse en la posición en la que estaba. Pero sin más, sabía que era cierto y era igual de fuerte que sus ganas de escapar.


Y su juicio le decía que. si no lo hacía, iba a entrar de lleno en alguna clase de locura o depresión por la soledad que lo abrumaba.


Ron nunca se caracterizó por ser una persona solitaria, era de una familia grande, necesitaba compañía para sentirse vivo y perteneciente. Muy en el fondo de su ser, sabía que ese había sido uno de sus impulsos para hablar con Draco más de lo necesario. Más con Draco era comprensible, era alguien conocido, pero no con Lucius. Ese señor que tan altanero, tan soberbio, tan arrogante, que siempre despreció a su padre, que siempre habló mal de su familia.


Algo, dentro en él, le estaba gritando por su compañía.


Era inútil negarlo ya. Sentía que ese silencio lo estaba asfixiando y ya no podía soportarlo más. Debía encontrar la valentía para hablarle. Algo tenía que llenarlo de valentía para hacer que se acercaran.


Elevó su vista, volteando a verlo y, como si la vida se estuviera burlando de él, se encontró con los ojos de Lucius mirándolo fijamente. Sus ojos grises, tan fríos que no parecían reflejar ninguna emoción que alojara en su alma, le hicieron temblar ligeramente. Parecía como si le estuvieran llamando, o retando, a hacer algún movimiento y no pensaba en atreverse, estaba seguro que no era bueno que lo estuviera viendo y que lo iba a golpear si movía un solo músculo de su cuerpo.


— Dígame que tanto es lo que me ve, Ronald. —le ordenó Lucius con un tono de voz semejante a la molestia, empeorando su temor al ver que su rostro reflejaba esa molestia. Ron no contestó y solo atinó a mirarlo. En cuestión de segundos, logró relajarse y pensó en que no todo parecía tan malo, tal vez no tendría que verlo como una burla por parte de su mala suerte, sino como una oportunidad para poder iniciar con lo que tenía que hacer—. ¡Contéstame!


Ron reaccionó rápido ante el grito irritado de Lucius—. Lord Malfoy, solo estaba pensando en si podía prestarme uno de sus libros de la biblioteca.


Lo había hecho. Había dicho lo primero que le vino a la mente y no pudo ni meditar un momento la estupidez que había salido de su boca. No obstante, ya no podía echarse para atrás.


— ¿Para qué quieres uno de mis libros?


El rostro de Lucius había regresado a su habitual seriedad y su fija mirada parecía que quería atravesarlo hasta verle el alma, oh, Merlín, sentía que le encendía la piel. Ron carraspeó nervioso por la repentina seriedad del mayor.


— Siento que con el silencio que hay me voy a quedar dormido en cualquier segundo. —se atrevió a bromear un poco para aligerar el ambiente—. Antes no era ningún fanático de la lectura, pero veo que hay demasiados libros aquí, así que cualquiera que pueda ofrecerme para distraerme se lo agradecería.


Lucius había dejado de lado los papeles que sostenía y se puso de pie. Su instinto no le había dicho que corría peligro, pero debió suponerlo. No tuvo tiempo de reaccionar para cuando Lucius ya lo había jalado de sus ropas y de un fuerte empujón lo había aventado hacía su escritorio.


— ¿Crees que no sé lo que planeas? —le preguntó con la misma calma que su rostro reflejaba.—. ¿Me crees tan estúpido como para creer en que no haces esto por conveniencia?


— No sé de qué está hablándome. —había logrado decir. ¿Lo había descubierto? Sentía un terrible nudo en la garganta que temía no le permitiera hablar.


— Claro que sabes de que te estoy hablando. ¿O qué, Ronald? ¿No sabes que veo cómo te acercaste a mi hijo? —preguntó con una sonrisa ladina en su rostro—. Te conviene, ¿verdad? Te conviene que Draco este de tu lado para que te cuide las espaldas.


Ron no sabía que decir, no comprendía que había pasado, que había dicho mal para que el hombre actuara de esa manera. En su pensar, era imposible que él supiera lo que Ron tramaba, ni siquiera era un plan como tal, no tenía estrategias, no tenía nada todavía, aparte no era su único motivo, ¿cómo era posible?


El rostro de Lucius no concordaba con la mirada alterada que le lanzaba y eso logró que por su cuerpo recorriera el puro sentimiento de terror y dejó de respirar.


— Señor-


— Cuando creas que estás un paso delante de mí, quiero que sepas que yo ya estaré dos. Si quieres jugar, juguemos, Ronald. —Lucius le hablaba con calma, con una calma que hipnotiza, logrando que se aterrara—. Este puede ser un juego de dos, pero que te quede muy claro que aquí el que manda soy yo.


Se le acercó más a su cuerpo, acorralándolo más entre él y el escritorio, como si de su presa se tratara. Su mente, en algún punto de esa conversación, le había dejado de funcionar y la cercanía de sus cuerpos no le ayudaba en nada. Sintió a un cosquilleó extraño en su estómago y un calor que le recorría por todo el cuerpo.


Observó como en el rostro de Lucius, aparecía ahora una sonrisa burlesca—. Dime, Ronald, ¿qué estás dispuesto a hacer para que yo este de tu lado?


A Ron eso le pareció ser una insinuación que no le apetecía en nada indagar a que se refería y decidió mejor no contestar, no podía, el nudo en su garganta se había intensificado y, combinado con el miedo, no lo hacían hablar.


— Draco siempre se quejaba de lo contestón que era, joven Weasley. ¿Acaso le comieron la lengua?


Reaccionó un poco y trató de empujar el cuerpo de Lucius para que lo soltara, pero el hombre era demasiado fuerte y con cada pequeño esfuerzo que hacía, se le acercaba aún más de ser así posible. Estaba casi recostado en el escritorio y estaba comenzando a desesperarse.


¿En qué estaba pensando? Sabía que era una mala idea, maldijo la hora en que abrió la boca. Tenía mucho miedo, ya no quería estar ahí y había comenzado a sentir ganas de llorar. Odiaba no poder usar su magia para defenderse, se sentía indefenso sin una varita y lo que podía utilizar no le servía para defenderse de un individuo poderoso como lo era Lucius. Soltó, sin desearlo, un sollozo que tenía atorado en el fondo garganta y en Lucius miró, lo que parecía ser, regocijando con su creciente desespero.


— Padre, necesito a Weasley para que me ayude con algo.


La voz de Draco los había distraído y Lucius había volteado sobre sus hombros para ver a su hijo. Ron aprovechó esa distracción para empujar con más fuerza a Lucius y quitárselo de encima. Sus piernas le temblaban, pero, como pudo, se situó detrás de unas sillas que estaban en la oficina, escondiendo su cuerpo para que no lo volviera a agarrar.


Respiraba con dificultad y posicionaba su mirada en ambos hombres por igual. Draco miraba a su padre con seriedad y Lucius miraba a su primogénito con una creciente irritación que hizo a Ron ponerse rígido.


— ¿Para qué lo necesitas? —preguntó dedicándole una de sus peores miradas.


— Lo necesito en el jardín. Ocupo unas flores y yo no pienso llenarme de tierra. —explicó Draco con la mayor naturalidad que le fue posible. Ron sabía que estaba intranquilo, sus brazos estaban tensos. Le había lanzado una mirada rápida que se lo confirmo.


— ¿Tan tarde?


— Tengo una cita.


Lucius comenzó a caminar hacía Draco y se había detenido unos pasos delante de él. En momentos como ese, Ron admiraba la valentía de Draco, ¿cómo podía decir que no era valeroso? Ante su padre siempre trataba de actuar con tranquilidad y le sostenía sus fuertes miradas, algo que ni él podía hacer.


— Cuando se desocupen, quiero que lo mandes a su habitación. —le ordenó con voz severa y Draco asintió sin decir nada más.


Lucius había regresado a su puesto detrás del escritorio y le había destinado una última mirada antes de que Draco lo sacara rápidamente de ahí. Lo había jaloneado de uno de sus brazos y, con la adrenalina corriendo por sus venas, había comenzado a agitarse ante su toque.


Draco se detuvo lo bastante lejos de la oficina y lo soltó.


— ¿Qué pasó? —le preguntó enojado y Ron trató de ocultarle su mirada. No quería verse vulnerable ante Draco, no iba a apreciar ver la lástima de nuevo en su rostro.


— No lo sé.


— ¿Qué te hizo? —demandó saber.


— No lo sé —volvió a responder.


— ¿Cómo qué no lo sabes, Weasley? ¡Estaba casi encima de ti!


Ron estaba demasiado abatido, en realidad no sabía que era lo que había pasado. Según él, y analizando lo más rápido que podía ese asunto, no había dicho nada malo o, al menos, no para hacer que Lucius sospechara de algo para que se alterara de aquella manera, ni tampoco para que le lanzara esa insinuación.


— Yo solo le pedí un libro, Malfoy. —respondió finalmente Ron de manera resignada.


— ¿Tú? —Draco lo miró con incredulidad—. ¿Un libro? ¡Eres idiota, Weasley! Él sabe por mí que evitabas los libros como la peste.


— No quería nada más que eso. Lo juro. —contestó decaído. No pretendía sonar así, pero así era su sentir, no lo podía ocultar.


Ya no podía huirle más la mirada a Draco y lo vio con sus ojos empañados. No podía explicar la mirada de Draco, pero algo en él hizo que terminara de quebrarse. Y, sin esperarlo, se sintió que algo en su pecho se oprimió cuando una de las manos de Draco se cerró alrededor de su hombro en lo que parecía ser un apretón.


— ¿Y las flores? —preguntó repentinamente debido a la impresión que le había dado ese acto por parte de Draco.


Draco se rió—. Son para mañana.


No comprendía cuales eran sus verdaderas intenciones, era demasiado para él. A su entendimiento, Draco le hacía ver que con esas acciones se estaba redimiendo por todo el martirio que le hizo pasar en Hogwarts a él y a sus amigos. O bien, la opción que más le daba coherencia era solamente que hacía eso por lástima. Sin embargo, prefería pensar que Draco, a final de cuentas, sí contaba con un corazón, uno que hacía que sus repentinas acciones por ayudarlo, fueran para advertirle algo que no deseará que pasara. Solo por esa ocasión, se dejó llevar por todas sus emociones delante de él y Ron lloró abiertamente enfrente de Draco.


— No tienes porque ayudarme. —logró decirle entre hipidos, después de calmarse un poco, queriéndole hacer saber que no deseaba que se metiera en problemas con su padre por su culpa.


Había pensado que no lo valía. No valía la pena lo que Draco intentaba hacer por él o por quién fuese. Si Draco estaba decidiendo a ayudarlo, podía hacerlo con su compañía, no así y poniéndose en peligro. Él podía perfectamente encontrar la manera de salir, ya muchas veces se había librado de cosas semejantes sin ayuda. Era su problema y él sabría cómo salir de el sin arrastrar a más gente.


— Lo sé. —contestó después de un largo silencio.


— Aún así, gracias. —le dijo con toda la honestidad que le podía profesar en ese agradecimiento y sintió que el menor de los Malfoy apretó más el agarre en su hombro. Escuchó como Draco soltó un suspiró para después refunfuñar entre dientes.


— Mañana saldremos al jardín, es verdad que yo no pienso revolcarme en tierra, para eso estás tú. Vete a tu habitación. —le mandó Draco, soltándolo. Sin esperar respuesta por parte de él, se dio media vuelta y se fue, dejándolo solo en ese largo pasillo.


Ron sintió un estremecimiento y, mientras veía a Draco alejarse, se sintió vigilado de pronto. Por lo que decidió moverse lo más rápido posible. No deseaba hacerle caso a su paranoia, a lo mejor está vez no se trataba de eso, y si era Lucius el que lo estaba vigilando, no quería toparse de nuevo con él. Con la vista trató de ubicar en que parte de la mansión se encontraba y caminó lo más rápido que podía sin correr hasta que se logró encerrar en la habitación.


Decir que estaba sorprendido, cuando encendió la vela y ver que, situado en una de las orillas de la cama, estaba un libro, era quedarse corto.

Notas finales:

Ya quiere ir agarrando forma esto, y no se preocupen, realmente esto no es algo así oscuro, pero debido a las circunstancias... ;)

¡Espero y les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, disculpen de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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