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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a las personitas que leyeron!

Disfruten el capítulo.

La primera semana de agosto había dado a su fin. El clima, cada vez más fresco, les regalaba ligeras brisas acompañadas del aroma mojado de los árboles y pasto que se estaban impregnando en cada rincón, haciendo los días más relajados dándole la bienvenida al venidero otoño.

Ron, con cada día que pasaba, se sentía más y más cómodo en la mansión. Se estaba acostumbrando a la rutina que se le fue impuesta desde el momento que llegó y su actitud se vio mejorada, llenándose con una pisca de tranquilidad, al sentir que la situación era cada vez más manejable hasta con el asunto de Lucius.

Siéndose sincero, sabía que gran parte de esa «pisca de tranquilidad» se debía a que no se había topado con Lucius desde hace unos días, más específicamente desde aquella tarde en su oficina que casi lo hacía uno con el escritorio, por lo que se había tomado un poco el tiempo de pensar en lo ocurrido sin llegar a darle muchos rodeos. Últimamente no tenía demasiado tiempo para estar pensando y perdiéndose entre sus pensamientos. Draco lo mantenía ocupado la mayor parte de su tiempo libre, haciendo que arreglara y preparara los jardines para el próximo cambio de estación. No sabía si agradecerle o maldecirlo con todos sus fuerzas.

Estaba tan enfrascado en eso que no se había tomado ni el tiempo de poder leer el libro que Lucius le había prestado, solamente leyó las primeras páginas y se sorprendió cuando no le resultaron tan malas, ya que tenía buena información sobre las primeras hipótesis de la manera en la que inicio el mundo mágico.

Como se había enojado cuando leyó el título de aquel libro. Cuando salió de su impresión inicial, tomó el libro entre sus manos con demasiada cautela; se podía esperar cualquier cosa de ese hombre, así que agarró el libro con sumo cuidado, probando que no estuviera hechizado o maldecido, y cuando confirmó que no era así, leyó el título y después lo releyó con recelo. Creyó y juró que aquel hombre, tan desalmado como solo él podía llegar a ser, se estaba burlando de él: «Inicios de la magia y por qué es importante mantener su pureza», pensó en que demonios pasó por su cabeza al ofrecerle algo así. Porque, claramente, eso debió haber sido un chiste cruel, donde se preguntó qué era lo que quería hacerle ver. Para Ron, ya era suficiente que hubieran ganado la guerra como para que todavía se lo restregara en la cara. Y luego de que manera.

Esa misma noche, dejó el libro en la esquina más lejana del cuarto, maldiciendo a él, a todos sus ancestros y hasta a sus futuras generaciones. Pero, justo cuando se despertó, lo analizó mejor y pensó que no le iba a dar el gusto de verlo enojado con él e iba a leer ese maldito libro hasta terminarlo y le iba a pedir otro prestado cuando terminara, para así ver quién se hartaba primero.

Sin embargo, no tenía ni cabeza para estar pensando en eso ahora, estos Malfoy y sus enormes jardines, se preguntaba para qué querían tanto verde y flores si ni salían a esos lugares del hogar. Arreglar todo eso, para la estación de otoño, no era nada fácil como lo sería teniendo una varita o pudiendo usar un poco de magia. Si bien le gustaba poder estar libre afuera en los jardines e invernaderos, hacer todo a su simple conocimiento, sin magia, era un martirio. Se tomaba horas enteres llenándose de quién sabe que cosas, las cuales le entregaba Draco para que trabajara, y tratando de entender cómo hacer funcionar todo eso más que con sus simples manos. Tanto era lo que se le dificultaba que, a veces, llegaba a frustrase tanto a tal punto de pretender que había hecho algo solamente para al final dejar todo tirado.

Seemey salía con él y lo ayudaba, pero no le era justo cargarle la mano a la elfina y aprovecharse de ella nada más porque podía usar magia. No le agradaba esa idea, mucho menos a ella que era la que le tenía más paciencia de los tres. Le pedía ayuda con cosas que no podía hacer, mas luego la dejaba hacer las tareas más fáciles y él prefería llevarse lo más laborioso.

¡Seemey, es verdad!

Los elfos estaban demasiado inquietos desde que los vio en la mañana preparando el desayuno. Iban y venían de un lado a otro, aseando aquí y allá con insistencia, murmurando que todo debía estar perfecto y que no debía de verse nada fuera de lugar.

Ron los dejó ser esa mañana y no preguntó nada, pensando que se les pudo haber zafado un tornillo y habían amanecido muy hacendosos de lo normal o que, tal vez, Lucius los había regañado y trataban de ponerlo contento. Ante esa idea, rodó sus ojos y se dispuso a hacer las obligaciones mañaneras, en la cocina, mirando todo el desastre -no desastre- que se armaban los elfos.

Creyó que se habían relajado una vez que los Malfoy dejaron el comedor y se fueron a sus respectivos sitios a trabajar. Sin embargo, no fue así. Ya era casi la hora de preparar la comida del día y únicamente se pusieron peor. No le hubiera molestado tenerlos así todo el día, mejor para él si limpiaban lo que a él le correspondía, le iban a quitar deberes de encima, pero ya los había cansado. Esa actitud estaba muy extraña, limpiaban y ordenaban como desquiciados, se aseguraban dos o tres veces que todo estuviera como lo dejaron y luego lo volvían a limpiar y a acomodar. Ron se cansó de solo verlos.

Algo les pasaba a los pobres seres.

— Oigan, chicos, no es que me queje de que limpien o cumplan los deberes, pero ¿qué rayos les pasa? —los encaró una vez que los pudo agarrar a los tres en la cocina. Estaban murmurando entre ellos unas cosas que no alcanzó a escuchar.

Los tres elfos dejaron de hablar y lo miraban con sus ojos muy bien abiertos, examinándolo. Ron se cruzó de brazos mientras esperaba alguna respuesta.

— Es una fecha importante hoy, joven Ronald. —contestó Seemey con timidez.

— Él no lo sabe, es nuevo aquí. —dijo Vadkey con un poco de fastidio en su voz y Boorey le dio un codazo, golpeando en uno de sus brazos.

Ron soltó un suspiro exasperado—. Si es tan importante pueden decirme, los puedo ayudar en lo que están haciendo.

— Tiene algo que ver con el amo Lucius, joven Ronald. —confesó Seemey rápidamente, tanto así que se trabó al querer completar la oración.

— Claro que tiene que ver con él. —dijo Ron, fingiendo sorpresa—. Díganme en que les ayudo y así terminan más rápido.

— Pero tiene que irse a realizar las tareas del jardín. —le dijo Seemey preocupada, negando con ambas manos ante su sugerencia.

— Aparte de que ya es tarde, por un día que no haga algo allá afuera no pasa nada. Ya me cansé de ver cómo van y vienen. Se los juro que van a hacer agujeros en el piso por estar pasando y pasando por el mismo lugar.

Los tres voltearon a verse nuevamente para después volver a murmurar cosas entre ellos. Al parecer no pensaban decirle nada, así que, decidió irse a hacer otras cosas y dejarlos volverse locos entre ellos, pero se detuvo cuando vio como entre Boorey y Vadkey empujaban, hacía su dirección, a Seemey.

— Es un día importante, pero el amito Draco nos dijo que no ocupábamos hacer algo este día, ¡pero simplemente no podemos dejarlo pasar, eso es desleal! —Seemey jugaba nerviosa con sus manos—. Es un día importante porque es el cumpleaños del amo Lucius, joven Ronald.

Ron se sorprendió ante el dato que dijo Seemey y se sorprendió más al confirmar la lealtad que tenían los elfos para con sus amos. Recordó entonces que Hermione ya le había hablado sobre eso, que ellos servían a sus amos por más horrible que los tratasen, que estaba en sus enseñanzas el conectar así con las personas que los compraban, o adquirían, esa era una de las razones a las cuáles a Hermione se le hacía todo ese asunto injusto para esos seres mágicos.

— ¿Y pensaban hacer algo? —preguntó aún en su asombro.

— Un cumpleaños siempre es digno de ser celebrado, joven Ronald, y no podemos dejar pasar así el del amo Lucius. —dijo Boorey indignado.

Así que por eso estaban así, supuso que, el que Draco les hubiera dicho que no hicieran nada por ese día, no fue de su simpatía. Esa era la razón que lo que los tenía de cabeza, todo al no saber que hacer. Debían estar pensando en mil y un cosas que podían hacer por Lucius y no llegaban a nada, porque sería desobedecer a Draco. Miró a los elfos divertidos.

— Pero desobedecerían al amito Draco. —dijo y evitó con todas sus fuerzas no reírse ante la cara de espanto que pusieron los tres elfos.

— ¡Por eso no sabemos que hacer! —dijo Vadkey asustado y Boorey le volvió a propinar un golpe con el codo, haciéndolo callar.

— Queríamos hacer algo, aunque sea algo pequeño, pero…

— Este año no habrá fiesta. —interrumpió Boorey a Seemey con pesar. Al ver dicha reacción, a Ron ya no le pareció tan divertida la situación de pronto.

Imaginó que sería un fastidio tener a Draco molesto por haber desobedecido órdenes, pero ya estaban demasiado estresados con ello como para no ayudarles, y pensó que al menos los podía ayudar a que planearan algo. Podían planificar una algo de tal manera que él se llevase toda la culpa y que no los castigaran a ellos. Los elfos tenían la mejor de las intenciones, en querer hacer ese por su amo, y que los castigaran estaba fuera de lugar.

— Saben que pueden meternos en problemas, ¿verdad? —les dijo Ron, más que nada para advertirles en lo que se podían meter si decidían desobedecer órdenes y vio a los tres elfos asentir al mismo tiempo—. Bien, yo me llevaré toda la culpa.

Ron volvió a contener la risa ante la cara de pánico de los elfos.

— ¡Claro que no!

— ¡Nosotros fuimos lo que le dijimos!

— ¡No podemos hacer que haga eso!

Gritaron los tres al mismo tiempo y Ron ya no pudo contener más la risa. Los elfos eran seres exagerados, pero no podía simplemente dejar que los castigarán por ese gesto, no se lo merecían para nada e iban a valer la pena el castigo que le dieran a él. Aparte, ellos le habían ayudado en todo momento y era una buena ocasión para regresarles un poco el favor.

— Tranquilos, chicos. Déjenme manejar eso a mí. Ustedes dirán que fue mi idea y que fue el que hice todo, ¿de acuerdo? —dijo divertido para después comenzar a moverse en la cocina—. Ustedes asuman la culpa cuando sea el cumpleaños de Draco.

Seemey soltó un lamento indignada—. El cumpleaños del amito Draco fue el cinco de junio.

Ron dejó de buscar unos utensilios, que necesitaba empezar con lo que tenía en mente, y volteó a verlos a los tres, extrañado. Para esa fecha él ya estaba ahí, apenas tenía un par de días de haber llegado, mas nunca se enteró. Iba a preguntar la razón de no haber sabido nada, pero Boorey se adelantó.

— No nos dejó hacer nada tampoco.

— Y esa vez sí dejó muy en claro que no quería absolutamente nada y solo obedecimos. —dijo Vadkey resentido.

Ron se sintió conmovido, y apenado, por la actitud de los elfos. Si con Lucius estaban volviéndose locos, debió haber sido muy difícil para ellos el no poder hacer, aunque sea, algo mínimo por el cumpleaños de Draco. Rápidamente la idea que tenía en mente se amplió y les sonrió.

— ¡Hay que hacerles un banquete a los dos entonces! Ya no se partan la cabeza pensando, vamos a cocinarles lo que les gusta. —dijo satisfecho con su idea—. Y para eso ocupo tu ayuda Seemey, ¡ustedes dos! Vayan a pulir la mejor vajilla que tengan aquí y arreglen el comedor. Déjennos a Seemey y a mí la comida de los descoloridos.

Los elfos lo miraron molestos ante como llamo a sus amos, pero contentos se pusieron a correr de inmediato de nuevo de un lado al otro. Ron soltó una carcajada y justo antes de ponerse a buscar los utensilios, que anteriormente estaba buscando para poder cocinar, la mano de Seemey había tomado la suya y, cuando volteó a verla, esta lo miraba con los ojos tan brillantes que parecía que iba a llorar.

— Seemey está agradecida. —le susurró y Ron sintió una calidez en su pecho que no pudo evitar asentir ante ese sincero agradecimiento.

No iba a negar que no solo lo hacía por ellos; era la ocasión perfecta para agradecer toda la paciencia y el conocimiento que los elfos le brindaron en estos meses, pero también era una manera de darle las gracias a los Malfoy por lo que han hecho por él. Aún cuando sus familias eran enemigas, aún cuando estuviera ahí de sirviente y a veces lo hacían enojar, aún así, le habían dado una habitación donde dormir, baño propio, ropa nueva, comida, el trato no era tan malo como pensó, pero lo que más importante era que lo habían sacado de ese calabozo. Definitivamente también aprovecharía la ocasión, dándoles a entender, que se sentía un poco agradecido con ellos.

Seemey le fue indicando, y ayudando, con la preparación comida y no arruinarla.

La elfina todavía se reía de él por las primeras veces que cocinó para la familia. Fueron un total desastre sus alimentos. Comer era lo suyo, no cocinarla, y Seemey se ofreció a siempre estar a su lado cuando era la hora de preparar las comidas. Aunque, no todo era tan malo, había visto a su madre cocinar en muchas ocasiones en esa pequeña, pero acogerdora, cocina de La Madriguera y trataba de imitar lo que aprendió con solo verla; solamente tenía que ponerse un poco creativo para que, entre él y Seemey, preparan los alimentos correctos durante el día.

Se tardaron más de lo normal porque Seemey, de último minuto, había decidido en preparar un pequeño pastel para el postre y que se viera que era para la ocasión del cumpleaños del mayor. Esperando que no se molestaran por la leve tardanza, se puso a revisar que todo estuviera en órden.

La vajilla estaba tan bien pulida que brillaba, los candelabros, situados en el comedor, tenían todas las velas encendidas. El único momento que tuvieron de estrés, Seemey y él, fue al momento de ordenar la mesa y que todo se mirara perfectamente. Celebraron cuando lo lograron y la mesa estaba ordenada de tal modo que los dos pudieran tomar los alimentos sin problemas.

Una vez que todo estaba puesto en su lugar, Seemey y Vadkey se metieron a la cocina y le dijo a Boorey que fuera por los amos para que se pusieran a comer. Era la comida favorita de los dos, a lo que le había dicho Seemey, dijo que ni ella sabía si tenían una, pero era lo que pedían para cocinar en esas ocasiones. Los gustos de Draco y los de Lucius no variaban demasiado, ambos platillos principales consistían en carne de pato y patatas acompañados de una copa con agua y otra con vino, el aperitivo una sopa de verduras y otra de cebolla, pan con mantequilla y una barra de mantequilla extra y de postre el pastel de chocolate para ambos.

En el momento que padre e hijo entraron por las puertas del comedor, contuvo su respiración para luego soltarla cuando les vio las caras de sorpresa.

— La comida está servida, señores. —dijo Ron sin poder ocultar un poco su orgullo ante la reacción de los Malfoy. Se esperaba enojo, pero no eso.

— ¿Qué es todo esto, Weasley? —le preguntó Draco serio.

— La idea fue mía. —contestó, encogiéndose de hombros—. Feliz cumpleaños, señor Malfoy y atrasados para ti, Malfoy. Espero les gusten los alimentos y, si me necesitan, estaré limpiando la cocina.

Ron salió rápidamente de ahí, regresando hacía la cocina y tomando ventaja de la sorpresa total de los dos Malfoy. Ay, Merlín, que hasta le dieron miedo que no se movieron, ni dijeran nada, por lo que prefirió correr y esconderse en la cocina antes de que le empezaran a gritar. Miró a los elfos comiendo y decidió unírseles para ya no pensar en sí hizo bien en huir o no.

Pasó bastante tiempo metido en la cocina, esperando a que alguno de los dos se apareciera y, al menos, le dijera una grosería. No obstante, solo hubo silencio. Había preparado todo para lavar los platos que entrarían flotando a la cocina en ese tiempo, que ya se los tenía medido, y nada pasaba. Vadkey salió a ver qué había sucedido y lo único que salía y venían eran lo que se utilizó para la comida.

Todos se desconcertaron, sobre todo los elfos que se quedaron inquietos, pero cuando terminaron de tener todo limpió, los elfos se fueron a descasar, resignados, y él estuvo a punto de hacerlo, mas su curiosidad ganó y se asomó al comedor para toparse con nadie. No había nadie ahí y sintió un pequeño sentimiento de ira crecer en su estómago.

— Desgraciados malagradecidos. —murmuró molesto y, bufando, se encaminó a su habitación—. Ni por mera cortesía, tanto tiempo metidos en la cocina ni eso merece, tenían que ser ellos, claro.

Subió las escaleras haciendo un escándalo con los pies y tomó la perilla de la puerta con más fuerza de la necesaria, dispuesto a seguir con su rabieta. Pero, cuando azotó la puerta, prendió la vela para no quedarse a oscuras y fue como si todo su coraje nunca hubiera existido.

Una nota y un trozo de pastel estaban en la mesita de noche.

Se acercó incrédulo a tomar la nota y sus mejillas ardieron en el momento que la leyó.

Gracias.
L.

No lo podía creer, Lucius, Lucius Malfoy, la persona que no le daba ni los buenos días, le había agradecido por el detalle. Le tendría que informar mañana a primera hora a los elfos que se quedaron desconcertados al ver que sus amos se fueron sin avisar. Así podría calmarlos, dejarles saber que no hicieron nada malo y que no estaban molestos con ellos. Ya luego Draco le diría si fue algo demasiado inoportuno o no, pero sigue firme en recibir él solo el castigo. Sintió un repentino hormigueo en el estómago, no supo si por la vergüenza del agradecimiento o por haberse enojado por nada.

Sacudió su cabeza, dejando su inesperada vergüenza de lado. Tomó el plato entre sus manos y se sentó en el piso, justo después posicionó la vela y el pastel delante de él. Necesitaba esperar despierto a que fueran las doce de la noche, iba a aprovechar ese pastel para la ocasión, el reloj grande de la mansión le informaría con su canto cuando fuera la hora.

El día no podía terminar sin un poco de melancolía y no podía empezar el siguiente sin un poco de tristeza y dolor por las sombras que todavía cargaba, de las cuáles, no sabía absolutamente nada todavía. El dolor que le abrumaba, aún por las noches, le asfixiaba y lo hacía sufrir al recordar todo. Ya no quería recordar, el daño era irreversible, pero era como una clase de tortura que, en la oscuridad, siempre le embargaba y eran días como ese en los que se sentía tan resignado.

Ya estaba cansado, cansado de sentir eso.

Fue cuando escuchó el reloj que, con lagrimas en los ojos y un nudo en la garganta, logró susurrar:

— Feliz cumpleaños, Ginny.

Notas finales:

Es algo así como un extra, jajaja, y la verdad no supe el cumpleaños exacto de Lucius así que decidí ponerlo ahí para aprovechar el pastel (8

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me animaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortogradía, disculpen de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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