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UNFORGETTABLE DUET #1 por 1DW01

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Notas del capitulo:

Debido a ciertos problemas, arreglos y otras cosas que se me habían pasado en la adaptación. Vuelvo a subir nuevamente éste fanfic.

Y ya, como habia dicho anteriormente. Este fanfic es una, Adaptación del libro: Forget Me Not, de BROOKE BLAINE. Todo los créditos a su autora, y las personas que se tomaron la molestia de traducirlo.

En fin. He modificado ciertas cosas (ligeramente) para darle más sentido a la lectura. Una vez más. Sean bienvenidos. Capitulo.

CAPITULO UNO

 

—Es lunes, y ya sabes lo que eso significa —dijo JongDae mientras apagaba el motor de Big Bertha* y me miraba expectante.

Palmee el bolsillo de mi pantalón para asegurarme de haber metido mi billetera dentro antes de salir esta mañana, y cuando sentí el contorno del tríptico, asentí.

—Sip. Café extra-negro viniendo —Cuando abrí la puerta del lado del pasajero, la mano de JongDae aterrizó firmemente en mi brazo, deteniéndome antes de que pudiera salir de la ambulancia, y lo miré por encima de mi hombro.

—Significa que no seas tonto, Yeol, eso es lo que significa.

Levantando mis cejas, miré alrededor, buscando a quien fuera con quien JongDae pensaba que estaba hablando, y cuando leyó mi expresión burlona, resopló.

—Sí, me refiero a ti —dijo.

—¿Estás hablando conmigo?

—Malditamente correcto que lo hago.

Agité mi cabeza—. No soy un tonto, y lo sabes.

JongDae se encogió de hombros y dejó ir mi brazo—. Bueno. Pruébalo.

—No puedo hacer eso.

—Tú puedes. Solo que no lo harás.

Si, como sea, me tenía allí. Algo siempre me retuvo de decirle hola al chico de los ajustados pantalones chinos y corbata y camisas almidonadas que veía casi todas las mañanas en el pasillo de café en Joe´s Grab ´N Go, y JongDae nunca podía resistir la oportunidad de atacarme por ello. Nunca debí haberle dicho sobre mi enamoramiento en primer lugar, pero ser mi mejor amigo y compañero de trabajo significaba que tendíamos a compartir mucho tiempo juntos entre llamadas de emergencia.

—Es heterosexual, JongDae. Déjalo en paz, ¿sí?

—No lo sabes con seguridad.

Tomé un recipiente de mentas y lancé un par a mi boca antes de tirarlo de nuevo en la consola—. Créeme. Lo sé.

—¿Le preguntaste desde la última vez que te vi?

Poniendo los ojos en blanco, ignoré su pregunta y abrí la puerta—. ¿Quieres ese café o no?

—Mhmm. Tenemos una cita, también.

—Jesús —murmuré, cerrando la puerta ante de que pudiera hacer cualquier otra petición. Podía escucharlo riéndose detrás de mí mientras iba a bombear gasolina. Y por el rabillo del ojo, un destello de color rojo entrando en un lote de estacionamiento tenia a mi corazón bombeando un poco más rápido. Era ridículo que incluso por un segundo me preguntara si lo vería, desde que apenas había pasado un día laborable en cuatro meses cuando no lo había visto. Pero ese aleteo de anticipación aún me emocionaba, los pocos minutos cuando podía verlo todas las mañanas siendo lo más destacable de mi día.

Eso es. Necesito poner mi maldita vida en orden de nuevo. Trabajar todos estos tiempos extras para conseguir algo de dinero adicional durante los días festivos—y darles a los chicos con familias algo de tiempo libre—había hecho que mis actividades extracurriculares fueran en descenso. Si no tenía sexo pronto, colapsaría y estallaría en llamas. O, peor, haría mi movimiento con el chico heterosexual.

Ey, Yeol —llamó JongDae, y me detuve con mi mano sobre la puerta de Grab ´N Go antes de moverme a un lado para dejar pasar a la dama detrás de mí. Cuando me di la vuelta, una sonrisa malvada jugaba en sus labios mientras metía la bomba de gasolina en el tanque de Big Bertha, y comenzó a mover sus caderas.

Oh, por el amor de…               

—Y mientras estas en eso, tal vez podrías traerme una de esas frituras de manzana, ¿lo harías? ¿Y una soda para después?

Demasiado para las resoluciones de Año Nuevo, pensé. Eso había durado menos de una semana. No es como si pudiera culparlo cuando la tentación venia en una atractiva canasta de productos recién horneados que había en el mostrador de Joe todas las mañanas—incluso a mí me costaba pasarlos de largo. Aun así, JongDae había querido perder las veinte libras que había arrastrado desde Halloween y me hizo jurarle que lo mantendría bajo control.

—¿Estás seguro de que quieres hacer eso? —le pregunté.

Mike miro fijamente el Mazda3 rojo y su sonrisa se ensanchó—. La vida es demasiado corta para dejar pasar las cosas buenas, ¿no te parece?

Ese cabrón. Sacudí la cabeza y lo fulminé con la mirada, y luego entré, ahora decidido a comprar los buñuelos de manzana y, personalmente, metérselos en su entrometida garganta.

—Buenos días, Oliver —me saludó Joe desde detrás del mostrador donde estaba atendiendo a un cliente, y le sonreí antes de agarrar una cesta con asa y dirigirme por el pasillo hacia la Sprite de Mike. Tomé la tercera botella de la parte delantera—sí, jamás tomaba la primera cosa de algo—y la dejé caer en la cesta cuando la puerta del congelador se cerró detrás de mí.

Mantuve un agarre firme en el asa mientras me tomaba mi tiempo para caminar hacia el pasillo lejano, la anticipación construyéndose en mis entrañas. Finalmente, doblé la esquina y, tal como sucedía cada día, Bluebird* estaba de pie frente a la estación de café, con la taza recargable en mano y de alguna manera luciendo aún más hermoso de lo que recordaba. Mi memoria nunca le hacía justicia.

No me moví cuando colocó su taza debajo de la boquilla de la máquina y presionó un botón, y sabía exactamente lo que tendría, lo mismo que todas las mañanas: un latte con leche y tres azucares, dos cremas.

Hoy estaba vestido con un par de pantalones negros, con una camisa blanca abotonada y una corbata azul medianoche—siempre puestas juntas muy bien, desde su cabello marrón oscuro elegantemente despeinado, tan oscuro que era casi negro, hasta sus mocasines negros. Un rastrojo de un par de días cubría su mandíbula usualmente recién afeitada, y me imaginé como se sentiría bajo mis manos mientras tomaba un lado de su rostro y lo atraía hacia el mío…

—¡Maldita sea!

La maldición de Bluebird me sacó de mi estupor cuando mis pies lograron moverse de nuevo, y al acercarme, vi que el habitual liquido marrón que salía de la maquina era un blanco turbio.

Dejó escapar un suspiro frustrado—. Ey, Joe —le gritó al dueño—. La máquina de latte esta averiada.

—¿De nuevo? —Joe se rascó la mandíbula y luego dijo—: Lo lamento por eso, JongIn. Haré que alguien venga a arreglarla hoy.

—No hay problema —respondió JongIn, arrojando el agua caliente de su taza en la bandeja y, hola, finalmente pude ponerle un nombre al rostro: JongIn. ¿Cómo era que había pasado tanto tiempo sin saberlo?

Saqué un par de tazas grandes desechables del estante y alcancé la cafetera al mismo tiempo que JongIn, nuestros dedos se rozaron ligeramente antes de que ambos retrocediéramos. Su toque atravesó como una sacudida eléctrica mi corazón, y la sorpresa que iluminó sus ojos me dijo que yo no fui el único afectado.

—Lo siento —dijo, y luego se aclaró la garganta—. Jodida estática.

Eso no fue estática, pensé, pero no estaba dispuesto a esclarecerlo, así que en cambio hice un gesto hacia la cafetería casi vacía—. No hay problema. Ve por ello.

—Oh…uh —Le echó un vistazo a lo poco que quedaba y sacudió la cabeza— . Está bien. Tú fuiste primero.

—Nah, adelante. Algo me dice que lo necesitas más que yo.

—¿Estás seguro? —preguntó JongIn, su frente se frunció como si no quisiera imponerse, pero no me habría importado que tomara el ultimo café cada día, siempre y cuando esos ojos chocolate oscuros permanecieran en mí.

—Insisto —dije, y luego me incliné para susurrar conspiradoramente—. Además, se dónde Joe guarda los repuestos. Solo haré otra tanda.

Una sonrisa agradecida curvó sus labios—. Gracias —luego se sirvió una taza llena de café y rascó su mandíbula cuando dijo—: ¿Alguna vez has tenido una de esas mañanas?

—Todo el tiempo.

JongIn me miró, y luego sus ojos se movieron hacia mi nombre y el titulo pegado en mi uniforme. Park ChanYeol. Paramédico—. Si, por supuesto que sí. Paramédico, ¿eh? No sé cómo lo haces.

—Ayuda que podamos filtrar la cafeína por vía intravenosa para un disparo más rápido en los días malos.

Se echó a reír mientras abría tres paquetes de azúcar y los echaba a su bebida—. Creo que estoy en el campo equivocado.

—¿Qué es lo que haces?

—Enseño educación musical en Castle Hill.

—¿A estudiantes de secundaria? —silbé—. Creo que me quedaré con mi trabajo.

—Algunos días no te culparía. En su mayoría son un buen grupo, pero hay unos pocos cuya misión es hacer huir a los nuevos profesores.

—¿Y tú eres uno de los nuevos?

—Cuatro meses, y corriendo —tiró los paquetes vacíos a la basura y luego me tendió la mano—. Soy JongIn, por cierto.

Miré su mano durante un par de latidos antes de tomarla en la mía. Sus largos dedos estaban fríos al tacto, a diferencia de mis dedos siempre calientes. Podría estar a -50 grados afuera, y mis manos aun estarían calientes.

—Yeol—dije, y luego negué—. Bueno, ChanYeol…pero todo el mundo me llama Yeol.

—Yeol —repitió JongIn, todavía estrechando mi mano—. Nunca he conocido a un Yeol antes.

—Mamá era una gran fan de EXO*. Me alegro que no haya ido con JungMyong —Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, me di cuenta de que era una referencia innecesaria porque él probablemente no tenía idea de quién demonios eran EXO, pero JongIn me sorprendió como la mierda al reír.

—Tu mamá tiene buen gusto. Solía escuchar esa cosa en casa de mi nana —dijo, y luego dejó ir mi mano.

Extrañé el contacto de inmediato.

Antes de que pudiera responder, los nudosos dedos de Joe se apretaron en mi brazo mientras se acercaba a nosotros y golpeaba el costado de la máquina de café con su bastón.

—No creo que responda a una paliza, Joe —dijo JongIn, mientras agitaba dos cremas en su café.

—Funcionó una vez antes. Por George, lo haré suceder de nuevo.

Cuando Joe golpeó la máquina, JongIn negó hacia el terco hombre. Luego tapó su taza y me sonrió—. Gracias de nuevo, Yeol. Te debo una.

—En cualquier momento —dije, y lo decía en serio—. Espero que tu mañana mejore.

—Cuento con ello. Adiós, Joe. Dejaré el dinero en el mostrador.

Joe gruñó lo que sonaba como un adiós y siguió jugueteando con la máquina de latte mientras yo enjuagaba la olla de la cafetera y empezaba a preparar una dosis recién hecha.

Tiempo después, dos humeantes tazas y una bolsa llena de buñuelos de manzana, volví a subir a Big Bertha, todavía recuperándome de mí charla con JongIn. Joder, era muy raro en mi estar en la luna por un chico, por el amor de Dios, pero había algo en el que me había llamado la atención desde el primer día y nunca la dejó ir. El encuentro de hoy solo había servido para despertar mi curiosidad. Siempre lo había creído mayor, tal vez a mediados o a finales de los veinte, pero dijo que solo había estado en Castle Hill desde hace cuatro meses. ¿Tal vez eso significaba que acababa de salir de la universidad? O podría ser que se había trasladado de alguna parte. Definitivamente en algún lugar todavía en el sur, desde que parecía tener los modos de alguien que había crecido con padres que usaban los convencionalismos de Si, señor y No… gracias, señora que hablan en esa parte del país, aunque su acento no lo traicionó mucho.

—Esa tiene que ser la sonrisa más grande y tonta que he visto en tu feo rostro —dijo JongDae, mirándome como si me hubieran crecido dos cabezas—. ¿Finalmente lo hiciste? ¿Lo invitaste a salir?

Tiré la bolsa de buñuelos y la soda en el regazo de JongDae—. Siéntete libre de ahogarte con eso.

—Ahh, voy a tomar eso como un sí, entonces. ¿Te derribó?

Después de colocar los cafés en la consola, abroché mi cinturón de seguridad y esperé a que JongDae entendiera la pista de que necesitábamos movernos.

—¿Qué demonios, hombre? —dijo—. ¿Me vas a dejar colgado?

Arqueé mi frente en su dirección, y cuando no dije nada, soltó un gruñido y comenzó a subir a la plataforma.

—Uno de estos días, Yeol —se quejó, saliendo de la estación de servicio—. Sabes toda mi mierda personal. A ver si vuelvo a derramar mis tripas de nuevo.

—No sabría qué hacer si no pudieras hablar sobre YiXin veinticuatro/siete.

—Ey, no es mi culpa que haya anotado una buena. Solo es para que todos sepan de lo que se están perdiendo —mientras JongDae se detenía detrás del tráfico, me miró y movió sus cejas negras.

—Asegúrate de hacernos un favor a todos y reparte bolsas para vomitar la próxima vez que comiences —asentí hacia la bolsa de pasteles en su regazo—. Y no le digas a YiXin que estoy haciendo un trabajo horrible para mantenerte en forma.

—No, a él le gustan mis lonjas de amor. —Maldita sea.

Se echó a reír y rasgó la bolsa de buñuelos con una mano, mientras mantenía la otra sobre el volante. Cuando me hizo jurar la semana pasada que lo mantendría en el buen camino mientras ¨cortaba la mierda¨, pensé que estaba loco. Incluso con veinte libras en su fuerte estructura de seis pies*, JongDae estaba tan atractivo como siempre. Rizos negros, muy recortados, un bronceado permanente y hoyuelos que solo parecían haberse profundizado en los últimos meses

Los más calientes siempre son heterosexuales. Lo son en Floyd Hills, al menos, pensé, mi mente corriendo de vuelta al hombre con el que siempre me aseguraba de encontrarme durante la semana. Y si, también recibí esa vibra recta de JongDae, aunque incluso él no podía negar la chispa que había estallado en llamas cuando nuestras manos se habían rozado entre sí. Sin embargo, eso no fue suficiente para colgar ninguna esperanza, por mucho que lo quisiera.

—Su nombre es JongIn —dije, rompiendo el silencio en la cabina, y cuando la cabeza de JongDae se sacudió en mi dirección, con un buñuelo medio metido en la boca, ya no pude evitar la sonrisa en mi rostro—. Enseña música en la escuela secundaria.

Mientras tomaba mi café casualmente, la mandíbula de JongDae prácticamente se estrelló contra el piso—. No, mierda —una bocina sonó detrás de nosotros, y JongDae pisó el acelerador, sacudiendo la cabeza—. Jodida maldita suerte. ¿De qué más hablaron?

—Nada. Joe se acercó para darle una conmoción cerebral a la máquina de café, y ese fue el final de eso.

—Maldición, Joe. Qué manera de ser un bloquea-pollas.

—No, él no lo sabía.

—Bueno, ahora tienes una oportunidad* —dijo JongDae, guiñándome un ojo—. Y eso fue solo un juego de palabras si quieres que lo sea.

—Oh, Jesús. Lo he hecho ahora.

—¿Qué?

—Creé un monstruo que usa juegos de palabras en mi contra.

JongDae se echó a reír mientras yo encendía la radio para ahogar cualquier otro comentario que su azúcar alta quisiera lanzar, pero cuando Bing Crosby comenzó a cantar sobre un país de las maravillas de invierno, JongDae gruñó y apretó los botones para cambiar el canal.

—No puedo creer que todavía estén tocando música navideña en enero. ¿No recibieron la nota de que Papá Noel ya vino a la ciudad y todo lo que trajo fue una maldita tormenta de nieve? ¿Cuándo diablos voy a usar una tormenta de nieve por aquí? Creo que mis suegros pidieron una.

Riendo, llevé mi café a mis labios y soplé suavemente, mientras JongDae continuaba hojeando las estaciones hasta que comenzó a sonar una canción country. Comenzó a cantar, algo sobre nombrar a bebés y perros, lo que normalmente me haría matarlo con los ojos. Pero como su boca ahora estaba ocupada y no buscaba más información sobre mí, no me molesté en luchar para cambiar la estación. Dejaría que pusiera “Boot Scootin Boogie” para todo lo que me importaba. Hasta que llegara una llamada, mi mente estaría ocupada en…otras cosas.

Un rápido tono de emergencia llegó a través de la radio, y apagué la música cuando una llamada llegó desde el despacho.

—Unidad 110, por favor responda Código 3 a la intersección de Mercer y Thomas en un accidente de varios vehículos con múltiples heridos. Los bomberos están respondiendo por posible extracción.

Tomé el receptor—. Diez-cuatro, Unidad 110 en ruta. ETA* menos de dos minutos —dije, mientras JongDae dejaba caer la bolsa de plástico en el piso a mis pies y encendía las luces y sirena.

—No es así como quiero que empiece mi día —dijo, cortando una intersección para hacer una vuelta a la izquierda en Mercer.

—Prepárate —dije—. Tengo la sensación de que va a ser uno largo.

El tráfico que se dirigía hacia el este ya comenzaba a retroceder, las carreteras congestionadas a la hora pico de la mañana, Ahora, con el accidente por delante y los autos sin poder moverse hacia un lado, JongDae tuvo que arrastrarnos al carril de suicidio para poder pasar. Desde la dirección opuesta, una unidad de respaldo, junto con dos autos de policía y un camión de bomberos, viró hacia la intersección, aunque parecía que nosotros llegaríamos primero.

Podía ver el humo elevándose hacia adelante y, a medida que nos acercábamos, parecía venir de debajo del capó de un camión negro cuatro por cuatro que se había estrellado contra un…

—Oh, mierda…Yeol…—la voz de JongDae se apagó cuando ambos vimos el lado del pasajero aplastado del auto que había sido deshuesado. El destrozado auto no había sido rival para el vehículo más grande; parecía que se habían deslizado en el centro de la intersección durante el impacto. El capó del auto se inclinaba en un ángulo antinatural con la mitad del camión dentro y los vidrios rotos cubriendo la carretera.

Había visto la escena tantas veces antes, pero nunca había tenido el aliento yendo apresuradamente en mis pulmones, nunca tuve un débil sonido de zumbido en mis oídos, y nunca tuve una sensación salvaje de pánico apoderándose de mi pecho como lo hice en ese momento.

Porque el auto destrozado, al que estaba respondiendo, no era otro que el brillante Mazda3 de JongIn.

Notas finales:

Aclaraciones

* Big Bertha: Traducido literalmente seria ¨Gran Bertha¨. Al ser un apodo se deja en el original

* Bluebird: Pájaro Azul. Se deja en el original por ser un apodo.

*”Mamá era una gran fan de EXO”. El texto original decía: Mamá era una gran fan de Laurel y Hardy; pero tuve que modificarlo para darle coherencia.

*Laurel y Hardy: Fueron un dúo de comediantes durante la primera era clásica de Hollywood. El equipo estaba compuesto por el inglés Stan Laurel (1890–1965) y el estadounidense Oliver Hardy (1892–1957). Se hicieron muy conocidos a finales de la década de 1920 hasta mediados de la década de 1940 por su comedia slapstick, con Laurel interpretando al torpe e infantil amigo del pomposo matón Hardy.

*Seis pies: 1.83 mts aprox.

*La frase que dice JongDae es ¨You have an opening now¨, que según el contexto se traduciría como ¨Tener pase libre para entrar¨. Se entiende que el doble sentido es una insinuación de que ahora Yeol tiene carta blanca para follarse a JongIn.

*ETA (Estimated Time of Arrival): Tiempo Estimado de Llegada.

 

 


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