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Mi mejor Yule por Sh1m1

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Era su último año como estudiante, al siguiente Scorpius sería residente en San Mungo. Le gustaban las clases, pero estaba deseando ponerlo en práctica. Siempre había querido ser psicomago, y poder ayudar a otras personas.

Su abuelo no estaba muy contento, pero su padre era como un muro de contención inquebrantable, que no dejaba que a su hijo nadie le dijera lo que tenía que hacer. Salvo él, claro. Pero eso era un detalle, que el hombre no sabía ver.

Scorpius seguiría viviendo en el mismo apartamento, pero Albus había postulado para una maestría en pociones y se iría a Belfast.

Pero eso no era lo único que le preocupaba a Scorpius, sino algo que llevaba pasando desde el verano.

Fue el alcohol, Scorpius siempre diría que fue el alcohol. Cuando se besaron el día que terminaron sus exámenes estaban tan ebrios que en realidad podría haber besado una pared y le hubiera parecido genial.

Aunque para él, eso era falso. Casi se muere del gusto por besar a Albus al fin, acabar vomitando en su zapatos no era como él esperaba acabar en su primer beso.

Ninguno dijo nada al día siguiente, en realidad la resaca era tan grande que ni las pociones de Albus fueron capaces de hacerlos ser personas.

Para los días siguientes, Scorpius se sentía un poco avergonzado, y Albus amnésico perdido, era mejor dejarlo así.

Eso fue, hasta que volvió a besarlo. Claro.

Besos de borracho los denominó Scorpius, los únicos momento donde tenía valor para hacer lo que realmente quería. Y donde Albus sonreía estúpidamente para olvidarse al día siguiente.

Scorpius nunca pensó que besaría a su mejor amigo, que lo haría repetidas veces y que eso no tendría significado alguno. Que no cambiaría algo. Porque para él lo cambiaba todo.

Hasta tal punto que Scorpius dejó las fiestas y las bebidas alcohólicas por su primer trimestre.

Sabría que acabaría besando a Albus, que este le devolvería el beso, y que al día siguiente todo seguiría tal cual. Como si en vez de haberse estado comiendo la boca hubieran estado dándose un fraternal abrazo.

Y para Scorpius hacía tiempo que lo fraternal se había ido a la mierda.

Había una fiesta esa noche, su última fiesta de Solsticio como estudiante, el año siguiente sería un psicomago residente iniciando su carrera profesional.

Pero Scorpius estaba en pijama, con un chocolate caliente y viendo la televisión muggle en el salón de su apartamento.

Albus salió de su habitación vistiendo demasiado bien para el gusto de Scorpius, aunque a Albus todo le quedaba bien. Había atado su pelo negro y revoltoso en una goma y su rostro, ese que amaba tanto, lo miraba con sorpresa.

—¿No estás listo?

—No voy.

—¿Cómo que no vas?

Scorpius casi bufa, hacía tres meses que no iba a fiestas, desde luego a Albus se le pasaban demasiados detalles.

—No voy.

—Pero...

—No voy.

—Ya he entendido que no vas, ¿pero por qué?—Albus se sentó a su lado en el sofá.

—No tengo ganas de fiestas.—El chocolate estaba tan caliente que Scorpius casi se pela la lengua si Albus no hubiera soplado un hechizo refrigerador.

—A ti te encantan las fiestas, ¿ha pasado algo?—Pues claro que había pasado algo, pensó Scorpius enfurruñado, "que te beso y se te olvida".

Scorpius se quedó mirándole, incapaz de entender qué le pasaba por su cabeza en esos momentos y llegando a la conclusión de que daba igual.

—Luego nos vemos, pásatelo bien.

La televisión muggle era un invento tan genial que Scorpius se había hecho adicto, para él tenía más magia que mucho de los cachivaches mágicos que habían tratado de emularla.

Iba a tragarse una serie completa de lágrimas y amor, planazo.

Albus se desató el pelo, y se quitó los zapatos.

—¿Queda chocolate?—le preguntó.

—No, no queda.

Albus le quitó la taza, y le dio un sorbo.

—¿No vas?

—No sin ti.

Scorpius odiaba, y amaba esos momentos. Para Albus él era importante, era capaz de hacer cosas como esas, siempre las había hecho, demostrándole que lo importante era él.

Pero sin embargo...

Scorpius tenía guardado un libro de pociones avanzadas que su padre tenía guardado con mucho secretismo. Había pertenecido al hombre por el que Albus había recibido su segundo nombre, y sabía cuánto lo valoraría su amigo.

Pero se sintió egoísta, se sintió tonto, y caprichoso, y quizás un poco valiente.

Le quitó al taza de chocolate de las manos, y le giró el rostro perdido en las imágenes digitales de la pantalla.

Y le dio un beso, un beso sin alcohol, sin brumas y sin dudas. Un beso de verdad que fue devuelto como todos los otros, que les hizo rodar por el sofá.

Un beso que eran más que labios, porque las manos les acompañaron.

—Este no puedes olvidarlo—dijo Scorpius separándose apenas.

—No he olvidado ninguno.

Scorpius le hubiera pateado, pero en el fondo, estaba tan feliz que le daba igual todo. Y más cuando Albus fue el que le besó la siguiente vez, y la otra, y todas las demás.


 

Notas finales:

¡Beso! Y no uno, sino muchos.


Sé que les teníais pocas esperanzas a estos, pero hombre, es un Scorbus navideño, iban a acabar besándose como mínimo.


Mañana será el último capítulo de este fic cortito, solo quiero desearos que comencéis el 2021 bien, que nadie le pida que le sorprenda, ya hemos aprendido que no hay que retar al año, jajajaja.

Hasta mañana.

Besos

Shimi


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