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La marca del amor por Abyss

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Se toma su tiempo para hacer su camino de regreso, se olvida totalmente de su intención original y simplemente deja que sus pies lo guíen todo el trayecto mientras mantiene la cabeza en blanco, ignorando por completo a las personas con las que se cruzaba apenas y recordando avisar de su llegada cuando sus manos abrieron instintivamente la puerta de su hogar.

¿Qué se supone que tenía que hacer?

El chico de cabello blanco había sido mucho más directo que el castaño, no podían esperar toda la noche y mucho menos era seguro hacer varios viajes en lo que tomaba su decisión, esas horas eran las únicas que tenía para pensar en su futuro y el cómo deseaba terminar, claramente, tener una cicatriz en la mano no era el deseo más grande su vida, el monasterio era una buena opción, siempre y cuando pudiera mantener la marca lejos de los ojos de cualquiera.

Respiro profundo, cubriendo su rostro antes de dejarse caer contra la puerta de su habitación, donde no recordaba ni la manera de cómo había logrado subir los escalones pero que simplemente decidido seguir ignorando, tenía mejores cosas de las que preocuparse en ese momento.

Seguir a su alma gemela o quedarse en un frio paramo sin amor.

¿Ir o quedarse? 

[...] 

Sus nervios aumentan conforme la temperatura del lugar continúa descendiendo, ambos se siguen moviendo de un lado a otro mientras intentan mantener viva una fogata dentro de una pequeña cueva que están utilizando, asegurándose de que el brillo del fuego no se note ni siquiera en la entrada y turnándose para entrar y salir. La platica de medio día había sido muy insatisfecha, no solo no habían intercambiado nombres entre ellos, sino que, además, cuando su alma gemela dio la vuelta y regreso de nuevo dentro del pueblo amurallado, se quedó con un vacío en la boca del estómago, el presagio de que no iba a regresar, de que probablemente debieron de haberlo planeado mejor, dejarlo inconsciente y bajar la montaña con el sobre el hombro...

Pero el realmente no quería llevárselo de esa manera.

Aún tenía ese deseo infantil de que su alma gemela decidiera aceptara irse a su lado por amor, el mismo amor que lo llevo salir de su hogar y caminar sin rumbo fijo intentando dar con él, aun si la vida se le iba buscándolo, con ese pensamiento no pudo evitar sentirse agradecido por su compañero de cabello blanco, de no ser por el jamás se le hubiera ocurrido buscar arriba de una montaña tan fría, posiblemente hubiera muerto solo mientras seguía buscando eternamente.

—Oneiros, si él no... —se detuvo cuando camino al lado de su compañero de aventuras, deteniéndose justo en la entrada de la escondida cueva que estaban usando, se sentía demasiado egoísta sabiendo lo peligroso que era que siguieran esperando, no le importaba si a él lo atrapaban y lo mataban aquí mismo, pero su compañero ya tenía alguien que lo esperaba abajo en la montaña.

—Silencio Dohko —no duda ni un momento en responder, deteniéndose solo un paso después para sentir la protección de la piedra contra el frio viento, con la mirada fija al frente—. Hablaremos cuando estemos todos en la posada.

Los dedos de sus manos se retuercen dentro de los guantes que está utilizando, antes de seguir el ejemplo de su compañero y hacer su camino de nuevo hacia el exterior, dejando salir un suspiro mientras inspecciona a su alrededor, buscando señales de su alma gemela, siendo lo más cuidadoso posible para evitar que alguien más lo viera, aunque por como habían pasado todo el día, no parecía que la seguridad fuera excesiva encima de la montaña, con excepción de la torre que vieron a la distancia, la gente que vivía ahí parecía confiar mucho en el terreno que cubría a la simple vista y dudaba que extraños locos se atrevieran a permanecer ahí por demasiado tiempo, no solo por el frio, sino también por cualquier animal salvaje que les pudiera aparecer en cualquier momento, realmente dudaba que esas murallas fueran solo para protegerlos del aire.

Se recargo con cuidado contra un árbol, haciendo un esfuerzo por cubrirse del frio viento que soplaba con fuerza de vez en cuando, mirando con esperanza hacia el horizonte, esperando verlo aparecer en cualquier momento, por algún lado. 

[...] 

Abrocha con fuerza su abrigo, guiándose únicamente por la pálida luz de la luna, en la cama yace su bolso preparado, listo con algunas cuantas pertenencias de las que no era capaz de desprenderse, dinero u objetos que esperaba que tuvieran alguna clase de precio, confiar en un alma gemela parecía ser una reacción natural con tan solo pensar en él, pero aun así no podía evitar el querer ser cuidadoso y asegurarse al menos una pequeña entrada de dinero por si algo inesperado llegaba a suceder.

¿Y si no tenía dinero? ¿Y si lo abandonaba? ¿Qué tal si ya le debía dinero a ese tipo de cabello blanco?

Recordó el puesto donde lo conoció y con mayor razón tomo varias de sus cosas que, en ese tipo de temática, probablemente serian fáciles de vender a desconocidos que tuvieran una pizca de curiosidad, incluso podría invertir y conseguir algunos objetos para realizar collares y anillos tradiciones o parecidos, de seguro les vendría bien si necesitaban seguir manteniendo el dichoso puesto.

—Bien, tengo todo.

Su mochila se veía más pesada de lo que realmente esperaba, mucha de su ropa se ha quedado colgada en su closet, recuerda la temperatura de la aldea y por lo morena que parecía estar la piel del castaño, dudaba seriamente que fueran a vivir en un lugar de clima frio, así simplemente tomo lo más indispensable y ligero, antes de cerrar la bolsa y sentarse frente a la cama para observar toda su habitación detenidamente.

Tenía miedo y no estaba realmente seguro de lo que se encontraba haciendo.

Pensó en su padre una vez más, así como en la gente que conocía. La idea de marcharse le apretaba el corazón y le hacía dudar, ¿Realmente no había una manera en que pudiera vivir con su alma gemela y seguir manteniendo a su familia de toda la vida? ¿Por qué tenía que elegir uno de los dos lados? Ni siquiera tenía la opción de despedirse, tenía el deseo de confiar en su padre, pero el simple hecho de saber que podría encerrarlo y mandarlo a un lugar más apartado para casarse con algún desconocido.

Fue ese el pensamiento que finalmente lo impulso a tomar sus cosas y levantarse con una seguridad que no tenía, caminando lo más despacio posible para abrir la puerta de su habitación sin hacer ruido, mirando hacia todas partes esperando que su padre estuviera tan dormido como normalmente lo estaba.

No quería un matrimonio sin amor, ni tampoco que la palma de su mano fuera quemada, tal vez, si la posibilidad de unirse a la torre de vigía aun permaneciera ahí, posiblemente se quedaría, pero en cuanto descubrieran que el corazón ya no era negro...

Esta tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera se da cuenta del momento en que llega a la puerta trasera, hace lo posible porque sus manos no tiemblen mientras usa sus llaves para quitar el primer seguro, preocupado por el eco que resuena por toda la casa debido al silencio de la noche.

Su pecho tiembla cuando se desprende de las llaves, intenta respirar profundo y calmarse mientras busca el resto de la fuerza que necesita para tomar el pomo y salir de ahí, necesita irse ya, la noche es demasiado fría, si esperan más tiempo ellos podrían... Su alma gemela podría...

—Shion, ¿A dónde vas?

Su mano sostiene con fuerza el pomo de la puerta cuando la ronca voz de su padre suena a sus espaldas, el miedo llega nuevamente de golpe y su mente es un desastre, no tiene excusa, no tiene nada que decir sobre porque está ahí, con una mochila y porque abrió la puerta, no tiene nada que decirle a su padre. El miedo lo vuelve incapaz de girarse, así que solo permanece ahí, en silencio, esperando un milagro o que al menos su cuerpo responda para salir corriendo de ahí, consciente de que no será fácil huir de toda la gente de la aldea si su padre avisaba sobre su fuga.

—¿Sabes? Recuerdo que tu madre se marchó de la misma manera hace ya muchos años.

Siente las lágrimas acumularse, aun duda lo suficiente como para darse la vuelta y enfrentar a su padre, decirle la verdad, ¿se enojaría? ¿los iría a entregar personalmente ante los sacerdotes del lugar? El miedo sube lentamente por la espalda, la seguridad sobre sus acciones desaparece nuevamente al sentirse acorralado, el realmente no quiere irse, esta es la casa de su infancia, su padre se quedará solo si él se va, si tan solo hubiera una opción que le permitiera, al menos, descubrir si deseaba amar a su alma gemela o no, no haría esto, pero...

—Supongo que no estoy hecho para que las personas se queden conmigo, yo soy demasiado cobarde y viejo como para marcharme a estas alturas —camina unos cuantos pasos, palmeando la espalda de su hijo antes de darse la vuelta y caminar de regreso hacia su habitación, está cansado de todo esto, pero como dice, ya es demasiado tarde para él, intentar marcharse y empezar en otro lado es demasiado fantasioso a estas alturas de su edad—. Al menos, sé que él se fue para mejor, espero que ese también sea tu caso, hijo. 

Escucha los pasos de su padre alejándose y posteriormente el crujir de una puerta al abrir y cerrarse, las lágrimas corren por su mejilla, pero aun así no se gira, solo se queda tieso frente a la puerta mientras siente como un peso se va de sus hombros. Su padre le está permitiendo irse, sin preguntar u obligarlo a hablar, simplemente lo acepta, como si fuera inevitable.

¿Siempre lo habrá cuidado sabiendo que algo así podría pasar?

Respira profundo, abriendo la puerta con cuidado, de esa manera en que planeaba hacerlo con el pensamiento de que su padre está durmiendo y no quiere despertarlo, desapareciendo en la noche, con la nieve cayendo lentamente, pero de manera segura para encubrir las huellas que se va dejando detrás, borrando un camino por el cual no pensaba regresar.


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