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Un lugar llamado Forks por OnwardLostDream

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La luz brillante casi derrite mis retinas. Interpuse el brazo y aspire profundo, el olor en el aire era de un área esterilizada, como esos pabellones médicos. ¿Dónde demonios estaba?

—Estas en mi casa—

No tenía que preguntar para saber quién me lo dacia, solo Edward podía responder a una pregunta que no dije en voz alta. Es aterrador. Quizás sea uno de esos sujetos que puede hacer lecturas de microgestos o algo así.

Intente levantarme y me torcí por el dolor. Mire mi mano, tenía una gran férula. Casi lo había olvidado, caí en el bosque mientras corría. Dios. No debí actuar con tanto drama, pero ese chico. Había algo en el, su rechazo me causo un gran shock.

Ah si, estaba en casa de Edward, aún que no supiera donde era eso.

—¿Dónde está Isabella? — Pregunté buscando por la habitación, todo se veía como si me hubiesen cubierto la cabeza con un velo.

—Dime Bella, sabes que odio que me llamen así— Respondió ella sentándose delante de mi. Todo daba vueltas, quería vomitar —¿Qué ocurrió?— continúo.

—Encontré un chico en el bosque, todo estaba bien, pero…— Era vergonzoso, ¿Cómo le dices a otra persona que corriste por el bosque llorando solo por que un desconocido te trato de forma cortante?

—¿Pero?— Repitió Isabella, buscando mis ojos.

—No importa— no se lo diría.

—¿Quién era ese chico?— Pregunto Isabella. Tengo una semanas en Forks ¿Cómo yo iba a saberlo?

—Es Jacob— Intervino Edward. Cómo no, el siempre sabía todo, aún que ahora sabía el nombre del extrañó.

—Jacob— Murmure, era un lindo nombre.

—Se que no es el mejor momento— Dijo Isabella. Se mordió los labios, tendía a hacerlo cuando no sabía cómo decir algo incomodo—pero los padres de Edward desean conocerte—

—¿Por qué?— No había mucho en mi que presumir, ¿para que me necesitaban?

—Eres mi hermano— Dijo Isabella. Fue extraño, hace tiempo que no la escuchaba llamarse así.

—Yo no estoy seguro— baje la mirada ¿Qué se supone que diría?

—Muy tarde, estamos aquí—

Alice apareció con todo el grupo, detrás de ella una pareja de piel pálida y rasgos dorados. ¿No eran demasiado jóvenes para ser padres? Además si eran adoptados ¿Cómo es que todos compartían esos rasgos? ¿Acaso los iba buscando por ahí con las mismas características?

—Es un placer, mi nombre es Carslile— Dijo y tendiendo la mano. Acepte el saludo, estaba tan frío como Edward.

—Un placer tenerte en casa. Mi nombre es Esme— La mujer me abrazo, estaba fría también. Algo no estaba bien, no tenía duda.

Vi por encima de su hombro, Alice y Jasper me miraban con intensidad, como si se concentrarán en algo.

—Tu mano ¿Aun duele?— Pregunto Carslile.

—Solo un poco— Mentí, dolía demasiado.

Todos los Cullen estaban delante de mi: había miradas intensas, curiosas, preocupadas e indiferentes. Si no fuese por ese aspecto antinaturalmente hermoso y la piel fría, todo iría bien, serían como cualquier familia.

Me puse en pie y todo dio vueltas, caí de nuevo sobre la camilla. Vi como sus miradas se volvieron compasivas, creo que algo mas que mi mano y orgullo salió lastimado.

—Debes descansar— Dijo Carlisle presionando mi hombro con cuidado, este frío ¿Por qué? Solo durante invierno había sentido la piel fría de una persona, pero esto estaba por encima de ello. No tenía sentido. Me incline alejándome de su mano, no quería ser descortés, es solo que era incomodo.

 —Lo dejaremos a solas— Esme sonrió, la sonrisa de una madre comprensiva que utiliza para calmar cualquier situación. Todos salieron excepto Isabella.

—¿Quieres ir a casa?— Pregunto ella. Por supuesto que quería irme, este lugar era extraño. Asentí sobándome la nariz.

—Bien— Isabella se acercó a la puerta— Iremos a casa de Jacob, tengo que hablar con el—

—¡Espera!— Fue inútil, ya había salido de la habitación. ¿Ir con Jacob? No, bueno si lo deseaba, pero no lo quería. No estaba seguro. ¿Por qué me costaba tanto decidir?

Todo seguía dando vueltas, me arrastre hasta la puerta apoyándome en los muebles para no caer, escuché como un par de cosas cayeron al suelo, espere que no fuera nada costoso, aún que todo en esta casa parecía valer una fortuna.

El pasillo se estiraba, casi infinito, no me consideraba capaz de llegar a la entrada sin al menos caer cincuenta veces. Para mí suerte solo fueron cuarenta y nueve, Emmet salió a mi rescate con su sonrisa infantil, no dijo nada y solo me ayudó hasta llegar al feo y acogedor coche de Isabella.

—Si ese golpe no te mata seguro este cacharro lo hará— Dijo Emmet palmeando el toldo.

—Confió en las habilidades de tu padre—

El sonrió y se fue. Isabella llegó momentos más tarde y nos enfilamos a la carretera donde la mayor parte del camino fue silencio. En nuestra infancia solíamos ser callados, nunca tuvimos problemas más allá de discusiones ridículas. Suelo extrañar los días de mi niñez donde tuve la fortuna de disfrutar el calor de una familia, aunque fuese por poco.

En la distancia dentro del bosque había una cabaña veja, la madera estaba ennegrecida. Junto a la entrada estaba otro coche gigantesco y anticuado.

—Hemos llegado— Dijo Isabella aparcando a un lado del otro coche.

Sentí picazón en el brazo y bastante vergüenza ¿Qué haría Isabella? ¿Regañar a Jacob como una madre molesta? Espero que no.

Jacob, su nombre me llenaba de un sentimiento triste, no quería ver su cara molesta. Recordé su brillante sonrisa, una sonrisa que duro demasiado poco para mí gustó ¿Todo lo bueno en mi vida sería tan fugaz siempre?

Jacob salió, no llevaba camisa y andaba en shorts. Extendió sus brazos y con una enorme sonrisa atrapó a Isabella. Verlo sonreír, ver a Isabella siendo mimada por Jacob, está era la primera vez que experimentaba los celos. Deseaba que el sonriera de esa forma para mí.

Jacob la tomo del brazo e intento llevarla dentro de la casa, fue un poco doloroso, pero Isabella se resistió y apunto en mi dirección. Pude ver los ojos de Jacob siguiendo la línea imaginaria que Isabella había trazado. Su mirada fue como un golpe, o así lo sentí. No sonreí ni saludé en regreso, seguro se molestaría más.

El se cruzó de brazos. Isabella hizo un gesto con la cabeza para que los siguiera. De verdad no quería estar aquí, pero al mismo tiempo solo quería disculparme con Jacob y desaparecer. Salí del coche y perdí el balance, tuve que aferrarme al retrovisor para no caer. Isabella vino en mi auxilió, pero callo al suelo en medio camino, nunca fue muy equilibrada. Jacob la alzó en brazos como una princesas, como si no fuese más pesada que una espiga de trigo. Forcejeo con el, pero con todo el berrinche la llevo adentró.

En medio del bosque con el aire frío soplando y escociendo en mi piel tuve la misma sensación de soledad que no había experimentado en años, me quite un par de lágrimas de los ojos. Aspire profundo.

Mis piernas se volvieron fideos, no sería capaz de llegar a dentro sin arrastrarme por el suelo. ¿Cómo una muñeca fracturada podía tráeme tantos problemas?

—¡Hey! ¿Puedes solo?—

La voz de Jacob me tomo por sorpresa, alce la vista para verlo a unos metros de distancia de mi, aún tenía el mal gesto y estaba con brazos cruzados.

—S-si— Tartamudee. Di un paso y me arrepentí de haberlo hecho. Pude ver cómo la expresión de Jacob se suavizo al ver mi férula. Puse mi mejor cara y fingí una sonrisa —Estoy bien, puedo ir sólo—

—Pareces un cervatillo recién nacido—

¿Eso fue una broma o un insultó? Antes de poder ver su rostro el ya se encontraba alzándome en sus brazos y llevándome dentro. Yo no era precisamente una espiga, este chico de vedad era fuerte.

Olía bien y el calor intenso de su cuerpo fue agradable en contraste con el frío de Forks y la extraña familia Cullen.

Intente no sonreír, me sentía feliz de ser cargado, la sensación de protección en el era fuerte, casi salvaje. Encontré sus ojos mirándome y hubo un sentimiento que me cruzo como un relámpago, quería estar a su lado y a la vez había una fuerza que lo impedía, no pude ponerle nombre a esas sensaciones.

El se quedó viéndome como si dudará de algo que yo no entendía, pero todo eso se disipo cuando me dejó en el sillón de la estancia. Los muebles también eran de la misma madera que la casa y los cuadros colgados en los muros transmitían un sensación bastante hogareña.

—Bien Jacob ¿podrías decirme cómo es que ______ termino con el brazo así?— Dijo Isabella saliendo de una puerta.

—Estaba bien cuando lo deje— Respondió Jacob mirándome. Quería hundirme y desaparecer dentro del sofá.—¿Que acaso el chupasangre no pudo con su mente o es que tampoco puede?—

—¡Jacob!— Isabella cruzo en un segundo la estancia y empujo a Jacob aún que no lo movió ni un milímetro —¡Debes callarte!—

—¿No lo sabe?— Jacob levanto una ceja.

—¿Saber qué?— Pregunté confundido. Entonces si escondían algo. ¿Por qué los habrá llamado chupasangre? ¿Y a que se refería con no poder con mi mente?

—No es nada— Dijo Isabella, aún así estaba asesinado a Jacob con la mirada. Si era algo y parecía serio ¿en qué demonios se había metido esta chica?

El teléfono de Isabella sonó y se lo llevó a la oreja —Edward, espera un segundo— Isabella volvió a mirar a Jacob como algún tipo de advertencia, el levanto las manos y tomo asiento aún lado de mi — no es nada, vuelvo en un segundo— desapareció por dónde había llegado.

—Creo que voy a escuchar eso muy a menudo— Dije acurrucándome, me sentía exhausto.

—Mas vale que te acostumbres— respondió Jacob.

—Jacob— Fue extraño decir su nombre— Lamento lo del bosque no quería ofenderte—

Jacob me vio y luego sonrió, por fin, esa calidad sonrisa —Olvídalo, solo descansa te ves pálido y eso te hace ver horrible, no me gusta—

—Es el tonto frío de este lugar, si tuviera unas cuentas mantas—

—Tengo algo mejor— Dijo jacob. Cruzo un brazo por mi espalda y reclinó mi cabeza en su pecho, su corazón latía a un velocidad de vértigo, ¿estría nervioso?—¿Qué tal esto?—

—Mejor— Susurré, no supe en qué momento pero entre los latidos de su corazón y el compás de su respiración me quedé dormido.

 


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