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El tonto del corazón más grande por m4el1t0

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Notas del fanfic:

(actualizo cuando tenga que actualizar)

 

temas que se tocan en esta historia:

 

dependencia emocional, homofobia (interiorizada y sistemática) y misoginia

Notas del capitulo:

Disfruten la lectura!

17 de mayo de 1887

 

Joshua O'Connor se despertó en plena madrugada por el sonido de un tosco disparo en el sótano de su casa.

 

El ruido había alarmado a su familia y a varios vecinos. Su hermanita Martha y su hermanito Arthur de catorce y diez años estaban ansiosos por saber a qué se debía el alboroto, pero su hermana Catherine no los dejó bajar al sótano. Su madre se puso una bata sobre su camisón y encendió una vela para ir a ver lo qué sucedía. Josh, por su lado, tomó la carabina de su padre y acompañó a su madre hacia el sótano.

 

Hablando de su padre, no durmió en su cuarto esa noche. No era extraño ni alarmante, de todas formas; Cillian tenía la desagradable costumbre de quedarse en su oficina hasta altas horas y dormir ahí. Sophia ya había olvidado, incluso, el calor de su dulce esposo a su lado en la cama los últimos días. No que fuese una queja, ella lo amaba y estaba segura de que él la amaba a ella, sólo que era anticlimático de a ratos.

 

La mañana anterior habían ido a la misa dominical y su padre los había acompañado por primera vez en años. Luego de eso, dieron un paseo por el parque del centro de la ciudad que queda justo frente a la corte de Salem en la que Cillian trabajaba. En el parque, unos músicos independientes tocaban música clásica, y las parejas que iban de paso en el se dedicaban a bailar al son de la música. Sophia y Cillian se les unieron animadamente mientras sus hijos menores corrían por ahí. Josh recuerda sentarse con Catherine en una banca y encontrar la situación extraña pero encantadora. Después de aquello, le habían hecho una visita a su hermano mayor, Hassel, y a su esposa Mary. Josh vio de primera mano la sorpresa en el rostro de su hermano cuando fue visitado por su padre. 

 

Todos parecían estar extrañados por la repentina actitud del viejo Cillian. Todos excepto su querida esposa.

 

Sophia fue la primera en ver la escena del sótano, y dejó caer la vela con un grito agonizante y estridente. Dio unos pasos hacia atrás, temblando con violencia, y se dejó caer en el hombro de su hijo. Josh trataba de divisar bien la imagen ante sus ojos con la tenue luz de la luna a través de la rendija. Sólo sabía que el olor de la sangre lo aturdía.

 

Tanteando el suelo de cuclillas, levantó la vela y la encendió de nuevo con las cerillas que guardaba en el bolsillo. Habiendo visto la escena, quedó horrorizado.

 

Su padre, Cillian O'Connor, se había disparado en la cabeza con su vieja revolver aquella madrugada del diecisiete de Mayo. 

 

Josh no sentía nada. No sentía el calor de la vela, ni el gélido viento que se colaba por las delgadas paredes, ni la tierra bajo sus pies. No sentía nada. No podía estar sucediendo.

 

Cillian O'Connor no podía estar muerto.

 

Unos pasos apresurados a sus espaldas y un jadeo de asombro reveló la llegada de Catherine a la desagradable escena. Temblando, se aferró a su madre, quien no paraba de llorar desconsolada.

 

Josh no podía moverse; ¿Qué se supone que haces en una situación así? ¿Qué se supone que debes de pensar, sentir?

 

No había nada más que ruido blanco en sus oídos y un pensamiento que no le dejaría dormir:

 

¿Por qué? Se preguntaba ¿Qué te llevó a acabar con tu vida?

 

Cillian tenía una esposa, cinco maravillosos hijos y un nieto. Tenía un trabajo estable como abogado en la corte de Salem, siempre luchando inútilmente para convertirse en senador. Disfrutaba de unos amigos con los que beber una cerveza por la tarde y no le faltaba una migaja de comida en la cocina.

 

Entonces ¿Qué sucedía? ¿Qué le faltaba? ¿Qué le asfixiaba? ¿Qué aspecto de su vida era lo suficientemente terrible como para llevarla a su fin?

 

Joshua lo descubriría. No sabía cómo, pero lo haría. Tenía que darle un porqué a la muerte de su padre. Se lo debía. No podía estar años dándole la espalda para después irse sin ninguna expli

cación.

 

Tiene que darle sentido.

 


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