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El plan perfecto por OlivierCash

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Notas del fanfic:

Hola, lo cierto es que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que subí un fanfic, así que todo ha cambiado muchísimo desde entonces. Este fanfic lo escribí hace ya años, pero había sido incapaz de corregirlo, pero ahora he podido y sigo teniendo fanfics escritos, pues aunque estos últimos años no haya subido nada, eso no implica que no haya escrito nada, tanto del Lost Canvas, como de otros fandoms a los que me he aficionado. Me gustaría creer que a partir de ahora voy a volver definitivamente a los fanfics, pero ni siquiera yo sé cómo irá esto. De todas formas, muchas gracias por leer mis mierdas mentales y espero que disfrutéis de este fanfic navideño. Por cierto, ¡feliz Navidad!


 


Saint Seiya The Lost Canvas no me pertenece, es propiedad de Masami Kurumada y Shiori Teshirogi.

Lo primero que hizo nada más despertarse ese frío día invernal, fue lanzarse hacia el calendario que decoraba la puerta del frigorífico, para asegurarse de que ese era el día. Lo segundo fue volver a su cuarto corriendo, pues debía recoger su móvil, situado sobre su mesilla de noche y así cerciorarse que ese era el día. Y lo tercero fue correr al cuarto de su hermano, quien continuaba durmiendo, aunque no por mucho tiempo, para saltarse encima sin compasión alguna. Su hermano contestó con varios rugidos malhumorados y pequeñas maldiciones en chino, idioma que él apenas entendía, mas su tono no dejaba lugar a dudas. Tras revolcarse un poco por la cama, acabó sentado sobre las piernas de su hermano, el cual estaba tumbado en su desastrosa cama, mirándolo con sus potentes ojos verdes. Era consciente de que su hermano no habría sido tan compasivo si el que le hubiera despertado hubiera sido otro.


 


—¿Qué hora es? —preguntó su hermano tras frotarse los ojos.


 


—¿Hoy es Nochebuena? —cuestionó, ignorando la somnolienta pregunta de su hermano.


 


El pelirrojo se giró un poco como pudo, tanteando la mesilla a la búsqueda de su despertador. Tras casi tirar varios objetos, como sus muñequitos de tigres o su lámpara, logró alcanzar su objetivo. Se lo acercó muchísimo, como si fuera un miope sin gafas y tras estar más rato del necesario mirándolo, se lo tiró. Para su fortuna, estaba acostumbrado a su hermano y tuvo los suficientes reflejos como para esquivarlo. El despertador rebotó contra la pared y cayó al suelo, por el ruido que hizo, las pilas se le debieron salir.


 


—¿Es Nochebuena? —insistió, dando unos pequeños botes sobre las piernas de su hermano, algo que tampoco le hizo gracia.


 


Su hermano acabó estirándose en la cama, con uno de los brazos colgando de esta. Como en el otro lado estaba la pared, ese brazo se quedó ahí apoyado.


 


—Sí Tenma, después del 23 de diciembre suele llegar el 24 —respondió, todavía somnoliento.


 


—Gracias.


 


Se marchó tan rápido como había llegado, dejando a su hermano con la palabra en la boca. Tenía la confirmación, la confirmación de que era el día, ya no tenía duda alguna. Eso lo inquieto, estaba realmente nervioso.


 


Fue a la búsqueda de su móvil, todavía eran las siete de la mañana, así que ninguno de sus amigos estaría despierto. Pero por otro lado, no pudo resistirse en enviarle un mensaje a uno:


 


No olvides lo de esta noche :D


 


Nunca me olvidaría :)


 


La respuesta inmediata le sobresaltó tanto como para hundirse un poco en el sillón.


 


Ya, pero quería asegurarme.


 


Lo que me extraña es verte despierto a estas horas, ¿estas bien?


 


Sí, lo estoy, es que quería ayudar un poco a Dohko con la cena ;D


 


Ah, entonces te dejo un rato, no quiero molestaros :)


 


Tú nunca molestas.


 


Dejó su móvil sobre la mesilla de cristal situada enfrente del sillón, para poder hundirse a gusto en este y proceder allevarse las manos a la cabeza para sentirse un idiota a gusto. Al abrir los ojos, se encontró con un espléndido desayudo ahí situado, junto a su hermano. El tiempo pasaba rápido cuando hablaba con Alone, sobre todo cuando pensaba cada palabra y reescribía mil veces cada frase antes de enviárselo, para no dejar en evidencia lo lerdo que podía llegar a ser.


 


—¿Me has levantado tan pronto para que te haga el desayuno mientras hablas con tu novio por el móvil? —preguntó Dohko con un tono de falsa ofensa, lo que no era tan falso era las poca gracia que le había hecho madrugar.


 


—¡No es mi novio! —se defendió al instante.


 


Su hermano se sentó con toda la calma del mundo sobre el sillón, colocando sobre la mesa su propio desayuna y cogiendo el mando de la televisión para poner alguna chorrada navideña que emitieran. Cuando más estúpido y cursi era un programa, a Dohko más le gustaba, a menos que fueran artes marciales, que eso lo superaba todo.


 


—Ya, pero te encantaría que así fuera.


 


Tras una retahíla de gritos, negaciones y demás frases sin sentido, Tenma comprendió que lo mejor era callarse, pues su hermano hacia rato que lo estaba ignorando. Imitando a Dohko, comenzó su desayuno, observando lo que echaban por la tele. Era una cursileria con artes marciales, por lo que esperaba que el humor de Dohko respecto al madrugón, mejorada. Acabaron el desayuno, mas ahí se quedaron mirando esa película cutre. Había visto a Dohko hacer cosas más sobradas en un entrenamiento cualquiera y solo porque sí, pero a este pareció darle igual, pues hasta que no finalizó la película, no volvió a tener hermano.


 


De pronto, escuchó como el armario de abría. Eso sólo podía significar una cosa, una maldita cosa. Esa noche era Nochebuena y él como un lerdo había olvidado la cena de Navidad. O más bien, el gusto de Dohko por prepararla.


 


Antes de que fuera demasiado tarde, cogió el móvil y se levantó corriendo hacia su habitación. Comenzó a rebuscar entre las ropas que tapaban el suelo algo que ponerse, si se daba prisa aún podría huir.


 


La puerta comenzó a abrirse con una tortuosa lentitud, Tenma se giró hacia ella sintiendo como un escalofrío recorría su cuerpo. Se encontró a su hermano apoyado sobre el marco de la puerta, estaba muy sonriente, demasiado y llevaba un cuchillo en la mano. No era un cuchillo cualquiera, era uno del pack de cuchillos de cocina que le regaló Shion las navidades pasadas. Ese pack que guardaba en el armario, sólo para cocinar en ocasiones especiales, como la cena de Nochebuena. Además cada cuchillo poseía una forma y color diferente, listos para cortar cualquier cosa.


 


—¿A dónde pensabas ir hermanito? —preguntó Dohko sonriente, demasiado sonriente.


 


Tenma iba a responder con alguna excusa tonta y sin fundamento. Pero cuando vio como Dohko tomaba el cuchillo por el filo, lo lanzaba al aire consiguiendo que diera varias vueltas y lo tomaba por el mango al caer, recordó la habilidad de su hermano con los cuchillos.


 


—A ayudarte con la cena.


 


El resto del día pasó entre terribles torturas y sufrimientos culinarios de una cena de la que, si tenía suerte, solo probaría las sobras. Esperaba que quienes la comieran, disfrutaran de esa comida constituida a base de su sangre y lágrimas. Nunca había tenido las habilidades con los cuchillos de su hermano. Por lo menos ya no quedaban tiritas con tigrecitos o pegasitos y pudo llenarse los dedos con tiritas sosas y normales. No quería imaginarse la cara de Alone como le viera llegar con las manos repletas de tiritas para niños.


 


Al final y visto su inutilidad, Dohko lo dejó libre. Por fin pudo salir de la cocina y tirarse en su cama. No pisaba su cuarto desde hacia varias horas, pues había comido comida precocinada en la cocina. Fue horrible comer eso rodeado de las delicias culinarias de su hermano, pero como se le hubiera ocurrido robar algo, habría salido de esa cocina con menos dedos que con los que entró.


 


Se tumbó en la cama con el móvil en las manos, primero echó una ojeada a las redes sociales. Se notaba que era Nochebuena y todo el mundo hablaba de eso. Pero más allá, no encontró nada interesante, Alone estaría ocupado, pues no había comentado nada por ningún sitio. Le dio apuro preguntarle directamente, de todas maneras, iba a verlo esa noche. Supuso que querría pasar el rato con Sasha. Miró la hora, ya no era una hora intempestiva para hablar con alguien, así que llamó a Yuzuriha. Lo más seguro era que Yato estaría con ella y la rubia, al contrario que su novio, era de las que siempre contestaban las llamadas.


 


Tenma, ¿qué ocurre?”


 


Respondió una voz al otro lado de la línea, de fondo escuchó algunos de los inequívocos gruñidos de Yato.


 


—Nada —respondió el aludido, quedándose en silencio. Yuzuriha no dijo una palabra, pero Tenma pudo escuchar como manipulaba el móvil—. He estado casi todo el día ayudando a Dohko con la cena navideña y eso que ni la voy a catar.


 


Alguien está nervioso porque tiene planeado declararse al amor de su vida”


 


Esa frase no fue de Yuzuriha, sino de Yato, quien soltó un repentino quejido de dolor. Yuzuriha habría puesto el móvil con el manos libres para que los tres pudieran hablar.


 


—¿Te recuerdo la semana que llevas por eso de pasar Nochebuena en la casa de la familia de Yuzuriha? —contraatacó tan rápido como pudo.


 


La semana y el día, que sigue intranquilo. Antes ha venido Manigoldo con un cuchillo porque estaba cortando carne y casi le acaba suplicando en el suelo por su vida”


 


¡No ha pasado eso! Bueno… no ha pasado de esa manera, ¡no iba a suplicarle!, sólo me he tropezado.”


 


¿También te has tropezado cuando Shion ha entrado con los adornos del árbol para preguntarnos si queríamos colaborar?”


 


Yato se abstuvo de contestar, pero esa conversación logró animar a Tenma, reírse de Yato siempre era divertido, sobre todo con Yuzuriha de su parte.


 


—A vosotros por lo menos os están cocinando la cena —soltó Tenma indignado—. Yo he cocinado la cena de Dohko, Hasgard y sus hijos —contiunó con la indignación—. Y si tengo la suerte de no tener que ayudar a Dohko a llevar toda la maldita comida a la casa de Hasgard, ya me puedo dar con un canto en los dientes. Mi hermano cuando cocina, parece que quiere inundar a la gente en comida.


 


Créeme, llevo toda la tarde viendo a Manigoldo cocinar y creo que su plan es engordarnos para vendernos a una bruja”


 


Soltó Yato con un tono de comprensión y temor.


 


Así se ahorra cocinar de nuevo para mañana”


 


Continuaron hablando de cosas estúpidas como las cenas de Navidad, o con quién comerían. Tenma pudo comprender el temor de Yato pues habían ido todos los familiares de la rubia, no sólo lo más cercanos. Si bien por una serie de razones conocía, por ejemplo, a Asmita, lo cierto era que no se imaginaba cómo sería una cena con tanta gente. Por su parte, Yuzuriha estaba tan tranquila como siempre, incluso de buen humor al tener la perspectiva de pasar la comida de Navidad en casa de Yato. Por su parte, Tenma llevaba tanto tiempo pensando esa noche, que lo que ocurriera al día sigiente no estaba en sus planes. Aunque lo más seguro sería pasarse el día de Navidad con Dohko.


 


¿Cómo llevas los nervios?”


 


Preguntó Yuzuriha con toda la calma y dulzura del mundo, tanto que el castaño casi no la vio venir. Tanta impresión le causó que a punto de caerse de la cama estuvo, más consiguió mantenerse en ella con todo su orgullo intacto.


 


—Bien, súper bien, en serio, nada de nervios, todo correcto y planeado. Sé que va a salir bien, lo he planeado un montón y me he esforzado para que esta noche sea perfecta, así que no tiene porque salir nada mal, todo va a ir bien, ni sé porqué me preguntas eso. Porque en serio, estoy bien, nada de lo que rallarme, todo va a ir bien, es Alone, nos conocemos desde pequeños y estoy acostumbrado a él. Es decir, lo veo de una manera diferente y quiero que nuestra relación vaya por otros derroteros, pero es Alone y todo está bien.


 


La respuesta fueron las risas de Yato y las ganas de Tenma de lanzar el móvil contra la pared. Notaba como el estómago le iba a estallar, por no hablar de cómo le ardía la cara. Era horrible. Entonces miró hacia su desordenado escritorio, repleto de papeles y ropa, en medio del caos en un marco un poco más grande que los otros, se encontraba un pequeño montaje de fotos que le hizo Sasha para un cumpleaños. Ahí se le veían a Alone y a él juntos, disfrutando de cosas tan banales como columpiarse en un parque infantil, pese a estar un poco creciditos, o cuando fueron a patinar. Tenma sonrió, observando ese pequeño paquete situado entre el desorden en frente de la mencionada foto. Aunque Alone le dijera que sólo lo veía como un amigo, por lo menos tenía la certeza de que lo vería sonreír.


 


¡Tenma! Todo saldrá bien”


 


Lo harás bien, aunque si fallas, a Alone no le importará, se derrite demasiado por ti”


 


Todo saldrá bien, pero si no es así, estaremos aquí para lo que necesites”


 


Si hubieran estado a su lado, los habría abrazado. Lo único que pudo hacer fue mirar la pantalla de su móvil, aparecía una foto de Yuzuriha, era una foto estúpida y vergonzosa que esta odiaba. Pero le sonrió a esa foto, le sonrió a sus amigos.


 


—Gracias.


 


Dohko entró a su cuarto antes de marcharse, ya llevaba puesto el abrigo y las bolsas con la comida estaban en la puerta. Tenma lo vio entrar, pero no comentó nada, bastante tenía con que su hermano le hubiera perdonado el tener que ayudarlo a llevar la comida. Aunque lo cierto era que el castaño se sintió un poco mal por hacer cargar a su hermano con tanta comida.


 


—¿No tenías ningún chándal limpio? —preguntó Dohko, mirando a su hermano extrañado desde el umbral de la puerta, mientras se ponía los guantes.


 


—Sí —contestó Tenma, mientras se metía cosas como la cartera o las llaves en los bolsillos del pantalón— ¿Por?


 


—No te veía con vaqueros desde… —se quedó pensativo— la última vez que Yuzuriha te amenazó para que te vistieras sin parecer un vagabundo —recorrió a su hermano con la mirada de arriba abajo—. Espero que te diviertas con Alone.


 


Dohko se marchó entre risas que el castaño no supo cómo tomarse. Lo único cierto fue que su hermano se marchó advirtiéndole que no le esperara despierto. Siendo que iba a cenar con Hasgard, Tenma ya sabía cómo iba a pasar el día de Navidad su hermano: con resaca. Al día siguiente, ya se encargaría de abrir todas las persianas para despertar a su hermano.


 


Poco tardó en acabar de vestirse y aún menos le costó peinarse, o pasarse los dedos por el pelo fingiendo que se peinaba. Cogió su bicicleta, la cual estaba apoyada sobre la pared del pasillo y tras bajar a la calle, se subió en ella para acudir raudo y veloz hasta Alone. O todo lo laudo y veloz que le permitía su cochambrosa bicicleta.


 


Cuando llegó a la esquina del parque, Alone estaba sentado en el banco esperándole. Alone era así, siempre llegaba pronto, como si pensara que hacer esperar a alguien fuera un acto horrible e imperdonable, propio de un pecador. Tenma podría estar esperándolo mil años sin tener la certeza de que acabaría apareciendo. El rubio estaba dibujando en un pequeño cuaderno que siempre lo acompañaba, seguramente estaría dibujado a las pocas personas que caminaban apuradas por la calle de esa invernal y festiva noche. Poco a poco, el Alone apartó la mirada del cuaderno, para dirigirla hacia donde se encontraba el castaño. Los ojos azules como el cielo lo miraron muy abiertos.


 


—¡Tenma cuidado!—gritó Alone de repente.


 


El moreno consiguió reaccionar lo suficientemente rápido como para frenar la bicicleta, quedándose a unos escasos centímetro de la farola que a punto había estado de comerse. Nada más frenar se bajó de la bicicleta, sonriendo como si eso lo hubiera hecho adrede por hacer el imbécil e intentando disimular, caminando hacia el rubio arrastrando la susodicha bicicleta.


 


—Hola Alone —lo saludó todo sonriente. Alone se le quedó mirando sin creerse mucho el que lo ocurrido no hubiera sido sin querer, mas al final se decantó por sonreír con amabilidad, cerrar y guardar su cuaderno y útiles de dibujo, para levantarse y abrazar a Tenma—. Felicidades—dijo el castaño correspondiendo el abrazo de muy buena gana.


 


Al separarse un poco se miraron con una gran sonrisa en la cara y Tenma sentía como algo dentro de él se derretía, como si solo mirar a Alone era una buena razón para estar contento y sentirse feliz durante cada segundo que pasaba a su lado. Y quiso decirle todo eso, aunque no fuero el momento que había pensado para hacerlo, se sintió capaz de ello. Pero en ese momento su bicicleta se cayó debido a que Tenma se había olvidado de esta. Por el estrepitoso ruido que provocó, el cual sirvió para sobresaltarlos y separarlos, pareció haberse roto, mas Tenma la recogió con toda la tranquilidad del mundo, poniéndola en pie.


 


—No te preocupes, se ha dado golpes mucho peores. Por lo menos esta vez no estaba yo encima —comentó Tenma quitándole hierro al asunto.


 


Intercambiaron algunas palabras más y decidieron ir hacia la pizzería a la que habían acordado ir a cenar. Caminaron el uno junto al otro, aunque el chirrido de las ruedas de la bicicleta de Temna rompiera todo el romanticismo que pudiera tener la escena. En verdad tendría que decirle a su hermano que estaría bien que Shion le echara un ojo a la chatarra con ruedas que empleaba como bicicleta.


 


—¿En verdad no te supone ningún inconveniente cenar hoy conmigo? —preguntó Alone.


 


—Claro que no, nunca me ha supuesto ningún problema pasar contigo el día de tu cumpleaños —aseguró Tenma sin necesitar pensárselo—. ¿A ti no te supone ningún problema no pasar la noche con Sasha?


 


—No, además he pasado todo el día con ella.


 


El resto del camino hasta la pizzería fue Tenma quejándose de como su hermano lo había obligado a sufrir la cena de Navidad en modo de su preparación, a lo que Alone soltó algún comentario jocoso sobre las nulas capacidades culinarias de su amigo. Una vez que Tenma hubo amarrado su bicicleta a una farola, entraron en la pizzería. Aunque a decir verdad, el que su bicicleta se encontrara tan destartalada era el mejor sistema antirrobo con el que contaba.


 


No había mucha gente en esa pizzería, algo que a ninguno de los dos pilló por sorpresa. La encargada de la pizzería tampoco parecía tener ninguna gana de estar ahí, algo que intuyeron, sobre todo porque la mujer lo dijo sin ningún pudor. Un poco enfadada los mandó a una mesa algo apartada, pero con unos asientos muy cómodos. La comida no tardó en llegar, no era la mejor pizza del mundo, pero era un bufete libre de comida y bebida muy barato, lo único que unos estudiantes como ellos podían permitirse.


 


—Me siento mal haciéndote venir aquí siendo que la comida que has hecho con tu hermano será de mucha mejor calidad —comentó Alone mientras se comía tan a gusto una pizza carbonara.


 


—Siendo que es contigo con quien estoy cenando, la comida es lo de menos —respondió Tenma en un arranque de sinceridad.


 


Alone se lo quedó mirando, tardando un poco en reaccionar. Ante eso Tenma temió haber metido la pata, pero como el rubio le sonrió y continuó comiendo, supuso que la cagada no habría sido tan gorda.


 


—A mi también me gusta pasar tiempo contigo —admitió Alone feliz.


 


Tenma sintió de nuevo como algo agradable se removía dentro de él. Ese momento de ternura pasó pronto porque el propio castaño cambió de tema para hablar de otros temas. Aunque en su interior maldecía no haber continuado por ese bonito hilo. Si bien tras unas cuantas pizzas acompañada de una divertida conversación, Tenma supuso que era el momento idóneo para llevar a cabo todo su plan. Cogió su abrigo, el cual estaba situado en el asiento a su lado, y de su bolsillo sacó un pequeño paquete envuelto con un papel infantil de pegasitos adorables.


 


—No hacia falta —se quejó Alone, una vez tuvo el pequeño paquete en las manos.


 


—Eres tú y es tu cumpleaños, por supuesto que hacía falta —apuntó Tenma— Y aunque no hubiera sido necesario, lo habría hecho igualmente.


 


Alone le sonrió y comenzó a inspeccionar el paquete, el rubio tenía la manía de observar los regalos e intentar adivinar qué había dentro del mismo, pero en esa ocasión no iba a poder hacerlo, pues por mucho que su intuición le advirtiera lo que era, su cabeza no creería a Tenma capaz de regalarle eso.


 


—Muy mono el papel de regalo, ¿es a juego con las tiritas que sueles usar?


 


—Abre el maldito regalo y no hablemos de eso.


 


Maldito Dohko y su gusto por las cosas adorables.


 


Por lo menos Alone no insistió en el tema y se dispuso a abrir el regalo. Su cara de sorpresa al ver esa caja metálica fue exactamente la misma que Tenma se había imaginado. Miró al castaño, luego volvió a mirar a la caja metálica, costándole asimilar que lo que tenía en las manos, era exactamente lo que estaba pensando. Abrió la caja para comprobarlo, le temblaban las manos, en verdad no se lo podía creer.


 


—No hacia falta —susurró, aun con incredulidad.


 


—Puede, pero quise regalarte eso.


 


—No sé que decir Tenma, esto es muy caro —dijo Alone, cerrando la caja y depositándola sobre la mesa.


 


—Estuve trabajando todo el verano, sino me lo hubiera podido permitir, no te lo habría comprado.


 


Desde que Alone comenzó sus estudios de artes, Tenma lo acompañó a una pequeña tienda en mil ocasiones y siempre observó como su amigo era incapaz de permitirse comprar ciertos materiales de mayor calidad. Como por ejemplo esas acuarelas tan buenas que tanto observaba y más de uno de sus compañeros podía comprarse, mientras el rubio debía continuar con unas básicas. Por ello Tenma decidió que se las regalaría a Alone, aunque tuviera que pasarse un año ahorrando para poder comprarlas. Para su fortuna consiguió trabajar en verano y pudo obtener el dinero para comprarle esas acuarelas a Alone, y algunas cosas para si mismo. Tenía tantas ganas de que llegara el cumpleaños de su amigo solo para poder ver su cara al observar el regalo.


 


—Aún así, en verdad que no hacía falta —Alone no podía para de coger la caja, abrirla para ver las acuarelas, cerrarla y dejarlas en la mesa—. Con cualquier cosa simple me habría conformado.


 


—Lo sé, pero eres una de las personas más importantes de mi vida y por una vez quería darte algo más que algo simple con lo que te conformarías.


 


Era el momento, Alone lo miró sobresaltado y algo sonrojado. Por fin había llegado el momento momento que tantas veces Tenma había repasado en su cabeza, por fin le diría lo que pensaba, se lo confesaría todo. Estaba decidido a hacerlo y ya había reunido todo el valor necesario para ello. Se irguió en su asiento, dispuesto a decirle a Alone todo lo que significaba para él.


 


—Disculpad acabar con todo el romanticismo, pero —la mujer de la pizzería miró a Tenma con su habitual cara de asco— te están robando ese montón de basura al que denominas bici.


 


Al escuchar esas palabras Tenma se levantó de inmediato y salió corriendo hasta donde estaba su bicicleta. Antes de salir pudo observar a través del escaparate como un joven al que solo pudo ver la espalda estaba intentando forzar la cadena que ataba su bicicleta a la farola.


 


—¿Qué mierdas estas intentando hacer? —gritó en cuanto salió por la puerta del establecimiento.


 


El ladrón salió corriendo al instante, con Tenma detrás de él gritándole toda clase de improperios e insultos. Escuchó como Alone lo llamaba a lo lejos, pero estaba demasiado ocupado persiguiendo al ladrón como para hacerle caso. Continuó corriendo por toda la avenida vacía hasta que en un momento dado el ladrón desapareció en una de las bocacalles. Tenma supuso que se habría escondido entre las malditas y enrevesadas callejuelas de la zona. Ante eso lo único que pudo hacer el castaño fue soltar toda clase de improperio, darle una patada a una lata, meterse las manos en los bolsillos y volver por donde había venido. A la vuelta comenzó a sentir el frío, con las prisas no había cogido el abrigo y podía ver el vaho saliendo de su boca. La calle estaba bastante tranquila, apenas pasaban coches o personas, si bien las casas se encontraban iluminadas, al igual que las farolas de las calles. Bajo una de esas farolas estaba Alone esperándolo junto a su bicicleta, la cual había cogido. Alone lo conocía demasiado bien como para saber en qué bolsillo del abrigo llevaba la llave del candado.


 


Al llegar no se dijeron nada, por lo menos habían pagado antes de ponerse a comer pizza y lo cierto es que ninguno de los dos tenía ya hambre como para seguir comiendo. Tenma se puso el abrigo que le pasó Alone y tomó el manillar de su bicicleta.


 


—Te acompaño a casa —le dijo Tenma a Alone.


 


—¿Seguro?


 


—Sí, así paso un poco más de tiempo contigo.


 


Emprendieron su camino a pie hacia casa de Alone, el cual aprovechando el lado en el que Tenma no llevaba la bicicleta, se le fue arrimando, tanto como para agarrarse al brazo del castaño, probablemente tenía frío.


 


—Fue estúpido correr detrás del ladrón —le increpó—. Te conozco y sé perfectamente que si lo hubieras alcanzado, lo único que habría hecho sería empezar una pelea, así que supongo que lo mejor es que no lo alcanzaras.


 


Lo cierto fue que Tenma no escuchó demasiado a Alone después de que este se le agarrara de esa manera al brazo, se sentía tan contento que casi le entraron ganas de dar saltitos de alegría. Alone se debió dar cuenta de que lo estaba ignorando un poco, sobre todo por la tos que soltó.


 


—Ah, lo siento, es que no estoy acostumbrado a correr con vaqueros y se me escapó por eso —se excusó de malas maneras.


 


—No te veía sin chándal desde la fiesta de fin de curso del instituto y fue porque Yuzuriha te chantajeó —recordó Alone, recorriendo a Tenma con la mirada—¿Cómo es que hoy llevas vaqueros?


 


—Dohko me ha dicho que o salía decentemente vestido, o no salía—respondió Tenma, dirigiendo su mirada hacia una farola cualquiera del camino.


 


—Diría que te quedan bien, pero lo cierto es que cualquier cosa que te pongas te queda igual de bien —soltó Alone algo apresurado. Tenma sin pretenderlo se paró en seco, confundido ante esas palabras y más rojo que un tomate—. Tenma…


 


Se giró para preguntarle a Alone qué quería, más la respuesta la obtuvo antes que la misma pregunta fuera formulada, pues no tardo en sentir una dulce presión en los labios y tan nervioso estaba, que le costó comprender lo que estaba pasando. Una vez finalizado, ambos se quedaron mirando sin saber muy bien qué decir o cómo mirarse, si bien coincidían en que se encontraban igual de rojos. Antes de que ninguno de los dos dijera algo, el castaño buscó los labios del rubio sin preocuparse por su chatarra con ruedas, la cual cayó al suelo soltando un estrepitoso sonido que ni siquiera los inmutó.


 


—¿Cómo te atreves a lanzarte de esa manera? —preguntó Tenma indignado, agarrando a Alone por los hombros. Ante esto el pobre rubio se le quedó mirando sin comprender del todo la situación, incluso encogiéndose un poco, asustado por la repentina decisión que había tomado—. Lo había planeado todo, había planeado cada momento y cada palabra que decirte para mi declaración y ahora vas tú y me saltas con este beso, en lugar de dejarme tomar la iniciativa.


 


En un principio lo único que pudo hacer Alone fue mirarle con los ojos muy abiertos, ladear la cabeza y poner una sonrisa nerviosa. Luego tomó algo de aire, logrando obtener las fuerzas para hablar.


 


—¿Qué era lo que querías decirme?


 


—Lo cierto es que no me acuerdo —farfulló Tenma, observando durante unos segundos el suelo, para después apresurarse a mirar al rubio a los ojos y apretar un poco sus hombros—. ¡Pero lo fundamental es que te quiero!


 


El rubio no pudo hacer nada más que reírse a carcajada limpia ante la perpleja mirada de un sonrojado Tenma. Si bien cuando al susodicho se le pasó un poco la risa, se apresuró a depositar otro tierno beso en los labios de Tenma, quien lo acabó abrazando, olvidándose del enfado y la indignación.


 


—Yo también te quiero.


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