El silencio del bosque se interrumpía por tres voces adolescentes y sus descuidadas pisadas. Con muchas inquietudes, los jóvenes avanzaban siguiendo fielmente a su sensei, los cuatros azorados por el intenso calor de verano.
–Kakashi-sensei, ¿ya estamos por llegar?
–Sí, sensei, ¿ya estamos por llegar? ¡Llevamos todo el día corriendo!
–Estas no son horas para estar bajo el sol. Encima, olvidé mi protector solar.
–Yo mi cantimplora. ¿Me da agua, sensei?
–¿No había una misión más cerca de la Aldea?
–¡Cierto que aún no nos dijo nada sobre la misión! ¿De qué rango es?
–Las últimas fueron de rango D, así que ya podría ser una C.
–No será otra misión buscando un gato, ¿no?
El ninja copia guardó silencio porque internamente se cuestionaba haber elegido la docencia. Esa catarata de preguntas por parte de Sasuke, Naruto y Sakura era más intensa que el calor mismo.
–Sensei, ¿Es otra misión de rescate de mascotas?
–Si guarda silencio, significa que sí. Otra misión aburrida.
–¿No había otra misión mejor? No quiero pasar cinco horas detrás de un gato, de nuevo.
–Eso fue por culpa de Naruto.
–¿Qué? ¡A quién se le escapó dos veces fue a ti, idiota!
–¡Sensei, responda! ¿Es otra misión donde debemos buscar un gato?
Kakashi suspiró. Podía sentir sobre su espalda la inquisitiva mirada de sus tres estudiantes.
–Sí, es otra misión de buscar un gato.
–¡¡Noooo!!
Los tres adolescentes gritaron ese no al mismo tiempo, aturdiendo al mayor, haciendo volar algunos pájaros y culminando con la paciencia del pobre sensei.
Kakashi frenó de golpe y los miró con suma seriedad.
–Escuchen una cosa, pequeños mocosos, si escucho una queja más, los perdidos serán ustedes. Somos ninjas, no hay horas de protección solar, no hay distancias largas o cortas, no hay otra misión mejor -esto último lo dijo con voz burlona-, la misión que se nos asigna es la que hace y punto. Y no, no estamos cerca de llegar. Denle agua a Naruto y continuaremos en s i l e n c i o.
Los tres chicos se quedaron atónitos y pálidos. Kakashi enojado era algo de temer.
–Y-ya no tengo sed.
Dijo el rubio con cierto temblor en el tono de voz.
–Continuemos, entonces. Uno detrás del otro, no se distancien demasiado y cuiden sus pisadas, que se escuchan desde Konoha.
Tal como les fue indicado, volvieron a marchar. No más quejas ni insistencias. Y con pisadas mucho más propias de un ninja.
Sin embargo, los jóvenes son inquietos, ruidosos, y aman desafiar los límites. Aún más cuando hay calor y aburrimiento.
Así fue que Sasuke sacó su cantimplora de agua, la destapó, y ofreció la misma a Naruto. Todo en sumo silencio. Este asintió al ofrecimiento, acortó la distancia, y alargó su mano en búsqueda de agarrar el contenedor de metal. Pero, apenas sus dígitos lo rozaron, el Uchiha la movió bruscamente haciendo que una gran parte del agua terminara en el rostro del rubio. La sonrisa maliciosa le confirmaba a Naruto que aquello había sido intencional. Quiso gritarle lo idiota que era, pero éste, aun sonriendo, llevo sus dedos a la boca, haciendo el gesto de que debían mantener silencio. Naruto frunció el ceño, y decidido a que aquello no quedaría así, tomó por la fuerza aquella fuente de agua y terminó por vaciarla encima de su compañero de equipo. Lo siguiente fue lo de siempre, un empujón un poco más fuerte de lo normal, y la inocente pelea se transformó en una batalla campal.
Ya no les importaba estar en silencio ni cuidar sus pisadas, sino que estaban uno encima del otro aplastándose la cara contra el pasto. Inmediatamente, Kakashi los separó sosteniendo a cada uno por el cuello de sus camisetas.
–¿Me pueden explicar qué está pasando aquí? ¿Y por qué están… mojados?
–¡Él empezó! Me ofreció agua y me la arrojó a la cara.
–No es mi culpa que seas tan torpe.
–¡Imbécil! ya verás cuando me suelte.
–¿Quieres seguir comiendo pasto?
–¡Bueno, basta los dos! No pueden comportarse así. Sasuke, mira el brazo de Naruto, le has dejado una marca– El nombrado vio el rastro de sus dígitos sobre la piel del rubio– Y Naruto, mira el rostro de Sasuke, esto es obra tuya–La mirada azul recorrió la blanca tez, ahora levemente enrojecida.
Ambos se miraron con recelo, y si no fuera porque su sensei aún los tenía agarrados, esa pelea tendría un segundo round.
Entre los chicos había una dinámica extraña, que Kakashi aún no podía descifrar. Cada uno sabía exactamente qué hacer para irritar al otro, para sacarlo de quicio, para llevarlo al límite. A veces bastaba una sola mirada para desatar una batalla entre los jóvenes. Pero, con esa misma velocidad, pasaban de una pelea revoltosa, inocente, a un verdadero combate. El jounin sabía que aquello había que resolverlo pronto, o sería una pequeña fisura por la cual el equipo 7 comenzaría a quebrarse.
Suspiró por décima vez en el día y soltó a los chicos. Se agachó hasta quedar a la altura de ambos.
–Esto no puede seguir así, un día yo no estaré para detenerlos, y se lastimarán gravemente. Somos compañeros de equipo, no nos tratamos de esta forma.
Necesito que se pidan perdón. Más que eso. Que se disculpen, se miren, y prometan que no lo harán de nuevo.
Ambos genin se miraron con desconfianza.
–No continuaremos hasta que no lo hagan.
Transcurrieron unos segundos, pero ninguno rompió el silencio.
–Umm, Kakashi-sensei, tengo una idea.
La chica de cabello rosado rompió el mutismo. Y, aunque ella solía mantenerse al margen de las peleas, también le preocupaban aquellas fricciones en el equipo.
–Hace unos días tuve una pelea muy fuerte con Ino, de ahí este golpe– dijo señalando su rodilla– y nos separó la mamá de ella. Luego, como castigo, hizo que Ino eligiera una flor de su florería y me la obsequiara. Yo hice lo mismo, porque también fue mi culpa esa pelea. En fin, desde ese día no volvimos a pelear porque no le quiero regalar nada más a esa estúpida.
Kakashi presionó el puente de su nariz.
–Sakura, creo que ese, precisamente, no era el mensaje que quiso darles la mamá de Ino.
La joven argumentó aquello, demostrando cada vez más que no había entendido el castigo impuesto, mientras Kakashi dejaba su mirada en el horizonte, deseando ser el gato perdido.
–A ver. Muchas gracias por tu sugerencia, Sakura. Pero no creo que eso no fun–
El ninja copia quedó en silencio ante la imagen que ahora veía.
–Toma, idiota. Lo siento. No lo volveré a hacer.
Sasuke le ofrecía a Naruto una flor amarilla, cuyos bordes se tornaban levemente rosados.
El rubio quedó algo turbado por lo inesperado de aquello, pensando que quizás era otro de sus juegos, pero igual la tomó. La giró entre sus dedos, deteniéndose a observar los detalles de la misma. Luego, miró a sus alrededores y realizó el mismo gesto.
–Toma, lamento haber marcado tu fea cara. No volveré a tocarla.
–¿Cómo que fea? Te voy a-
–Sasuke.
Kakashi movió su cabeza, indicando que tomara aquella ofrenda de paz.
El pelinegro bufó, pero finalmente tomó la delicada flor que Naruto le ofrecía y le agradeció por lo bajo.
–¡Bien! Excelente trabajo. ¿No es esto mejor que pelear?
Dijo Kakashi incorporándose y despeinando a los jóvenes, quiénes solo resoplaron en respuesta.
El resto de la misión sucedió tan en paz que Kakashi pensó en agradecerle a la mamá de Ino por la estrategia didáctica.
⁎
Un joven adulto Sasuke disfruta su primer café del día apoyado contra el mesón de la cocina. Mientras lo sorbe con cuidado de no quemarse, observa el desorden que reina en su hogar. No hay un lugar donde recaiga su mirada que no necesite de algo de atención. Entre el medio de las prendas tiradas, un apresurado Naruto se alista para ir a sus lecciones institucionales.
—¡Qué tarde es! No quiero que Iruka me regañe de nuevo ‘Un hokage no puede llegar tarde, denota falta de compromiso’. Dijo imitando la voz de su sensei y ahora instructor.
Sasuke seguía bebiendo su café, divertido con la escena.
El rubio terminó de alistarse y se acercó a su compañero, para robarle la taza de las manos y darle un par de sorbos.
—¿Tu qué harás, teme?
—Bueno, primero ordenar. Y luego me veré con Kakashi para entrenar.
—Oww, entonces, ¿Podemos almorzar los tres juntos? salgo al mediodía.
El Uchiha asintió y Naruto sonrió enormemente. Tomó su mochila y soltó un nos vemos más tarde. Aun así, sin llegar a la puerta, se volvió a donde estaba su compañero, ya no para robar café sino un beso. Sasuke lo recibió entre risas por esa errática secuencia y se miraron con dulzura. Acarició tiernamente el rostro sonrojado de su novio para dejarle un beso en la frente.
—Vete, que no quiero que Iruka me deje soltero.
Luego de terminar con la cocina, continuó ordenando el living, donde el principal foco caótico era la biblioteca. Se tomó el tiempo de guardar cada libro y de quitarle el polvo a los que eran menos usados. Uno de ellos se resbaló de sus manos y al caer al suelo reveló que en su interior guardaba algo más que una historieta cómica. Entre dos pedazos de papel de periódico se encontraba una flor disecada. Sus frágiles pétalos, ahora reducidos y quebradizos, aun mostraban el color amarillo y rosado que tenían cuando Sasuke la eligió para Naruto. El Uchiha sonrió conmovido al ver aquello, imaginando a un rubio adolescente guardando con sumo cuidado aquella ofrenda de perdón.
Ya era mediodía, Sasuke esperaba fuera de la oficina de misiones a su pareja. Inmediatamente escuchó unos rápidos pasos bajar por la escalera y lo siguiente que vio fue unos brillantes ojos azules acercándose con entusiasmo. Para ese tipo de eventos sí era un ninja puntual.
–Ya estoy libre. ¿Y Kakashi-sensei? Iremos al Ichiraku, ¿no?
Sasuke no respondió nada, solo le ofreció un ramo de flores. El rostro del rubio se iluminó al ver aquel obsequio y, aunque con cierta duda, lo aceptó.
–¿Son… para mí? ¿Ocurre algo?
–Encontré la flor que guardaste en un cómic, y quería regalarte algunas más, aunque no estemos peleados.
–¡N-no! No se suponía que encontraras eso– el rubió rió avergonzado– La guardé porque… bueno, porque eras tú quién me la habías dado. Era especial.
Sasuke le sonrió dulcemente, enternecido por aquella confesión. Acarició el rostro de Naruto con delicadeza. Le era difícil expresar con palabras la gratitud que sentía por el rubio y por la confianza que siempre tuvo en él. De jóvenes peleaban mucho, era verdad. Y de cierta manera, era una forma de testear esa relación, de ver hasta donde el otro seguía estando allí. Y, con flores de disculpas o no, Naruto siempre estuvo para Sasuke.
–Gracias por siempre pensar en mí de esa forma.
–Gracias a ti por esto, son hermosas.
Dicho esto, levantó la vista de su ramo, acortó la distancia y besó a su pareja. El aroma de las flores envolvió aquel beso, y ahora no era un signo de disculpas, sino de gratitud.
–Ahh, prefería cuando se peleaban. Dejen eso, vamos a almorzar.
Mientras caminaban por Konoha, Kakashi se preguntaba si esa dinámica entre sus estudiantes, esa puja que nunca había logrado entender, tenía que ver con esto, con que simplemente siempre habían estado locos el uno por el otro.