Hojas de tonos amarillentos y marrones caen irremediablemente de los árboles de este parque, de esta ciudad…
El viento las arrastra sin piedad alejándolas de aquel que ha sido su hogar y que ahora dejan atrás para caer al suelo sin vida, muertas.
Recuerdos de tiempos pasados, de tiempos felices vuelven para azotar mi corazón, clavándose en mi alma como cuchillos ardientes y tu imagen vuelve otra vez a mi mente como un fantasma atacándome cuando menos lo espero, derrumbando todo mi mundo.
Duele…
Siento que todo mi ser aúlla de dolor.
Bailando van las hojas secas…
bailando van en remolinos
el viento las arrastra y lleva
como haces tu con mi cariño.
Desde el banco que tantas reconciliaciones nuestras ha presenciado contemplo a los niños que juegan despreocupadamente y, observando sus inocentes sonrisas cargadas de felicidad, me doy cuenta de la crueldad de la vida, que como un niño caprichoso, acoge a los pequeños dotándoles de esa felicidad inocente y despreocupada que ahora contemplo en las caritas sucias de estos que juegan delante de mi, para luego romper la delicia burbuja de cristal que los rodea estrellándolos cruelmente con la realidad, como un día hizo con migo.
Los niños juegan en la plaza
tratando de alcanzar palomas
así intento alcanzarte y pasas
de viaje por mi corazón
Hundo mi rostro entre mis manos y enredo con furia mis dedos entre mis rosados cabellos tratando en vano de mitigar el dolor que inunda mi alma, un dolor que me azota día y noche desde que ya no estas aquí con migo.
Y otra vez esa pregunta resuena en mi cabeza, una pregunta para la que, me temo, nunca encontraré respuesta.
¿Por qué?
No pregunto porque ya no estas aquí, ni porque pasó lo que pasó entre nosotros, conozco las respuestas a esas preguntas demasiado bien y, por mucho que me duela, sé perfectamente lo que fui para ti.
Pero no, no es eso lo que quiero averiguar, sino porque te conocí aquel día, aquel maldito y bendito día, porque tuve que enamorarme de ti y sobre todo porque te sigo amando todavía, porque soy incapaz de olvidarte.
Porque se me ocurrió quererte
porque tuve que conocerte
quisiera ser como la luz
y desaparecerme
porque el amor es incurable
porque el dolor es indomable
es imposible olvidarte
no se porque.
Nubes grises comienzan a cubrir el cielo amenazando con llover. Poco a poco el parque va quedando vació, en silencio y los recuerdos regresan con mayor intensidad, las imágenes se forman en mi mente sin que pueda hacer nada para detenerlas.
Este parque, una hoja arrastrada por el viento, tú, tu frialdad, tu desprecio.
Una noche de luna llena, tú, yo, nuestros cuerpos abrazándose, amándose.
Tus grititos, los míos y después, silencio, dolor…
Dos lágrimas escapan de mis ojos y resbalan por mi rostro, las recojo suavemente, ya no hay más. Ya no lloro como antes, siento que no puedo hacerlo, que el dolor es demasiado fuerte, resulta irónico ¿verdad?
Recuerdo las palabras de Hiro:
- Shuichi, ¿por qué no lloras, acaso no te importa que se haya ido?
- Me importa Hiro, me importa demasiado…
- Entonces, dime, ¿por qué no te desahogas?, ¿por qué no has derramado ni una sola lágrima?
- Los muertos no pueden llorar…
Una amarga sonrisa se forma en mis labios, en eso también he cambiado, ya no hay más sonrisas, mi risa se apagó hace ya mucho tiempo, tú la apagaste, tú, el mismo que me mataste rompiendo mi frágil corazón, ahora no soy más que un muñeco, un muñeco vacío, roto. Y aún así no soy capaz de dejar de amarte ¿patético verdad?
El cielo gris se va cerrando
los días de llorar se cansan
la risa se me esta apagando
lo mismo que las esperanzas
Todos los días me pregunto que será de ti, dónde estarás, si habrás conocido a alguien a quien seas capaz de amar, aunque no creo que sea así, eres incapaz de amar, puede que no sea culpa tuya, puede que no seas consciente del daño que causas, del daño que me causaste a mí.
Te envidio, cada fibra de mi ser te envidia, y cada día ruego por que esa insensibilidad tuya se haga presente en mi ¿cómo lo haces?, dímelo por favor, dime que tengo que hacer para arrancar este amor que me consume día tras día.
Y tú dónde andarás ahora
quizás estés enamorado
sufriendo porque no te aman
desesperado como yo.
Gotas de lluvia comienzan a mojar mi cuerpo, no me importa, mi cuerpo y mi mente ya no reaccionan, mi alma rota, destrozada por el ser amado, ruega por su liberación y espera ansiosa el día en que lo único que la ata todavía a este mundo, enjaulándola, muera para poder morir ella también. Estoy vivo por simple hecho de que mi corazón bombea sangre y mi cuerpo, obsceno, se niega a darme la libertad que mi alma anhela.
Y otra vez esa pregunta sin respuesta azota mi mente…
Porque se me ocurrió quererte
porque tuve que conocerte
quisiera ser como la luz
y desaparecerme
porque el amor es incurable
porque el dolor es indomable
es imposible olvidarte
no se porque.
Entro en mi departamento, sí, tengo uno propio. Pensaste que volvería a la casa de mis padres o, quizás que me refugiaría en casa de Hiro como tantas veces hice cuando me volvía demasiado molesto para ti, yo también pensé que lo haría pero no, no pude.
Hecho un vistazo a mí alrededor, está todo tirado, los platos se amontonan en el fregadero y la ropa sucia está allí por donde paso.
Sillas vacías
vasos usados
cuentas vecidas
cuartos cerrados
si ya no estas conmigo
de que me sirve tanto espacio.
Me dirijo a mi habitación y me desplomo sobre la amplia cama. Como extraño sentir tu calor junto a mí, tus ojos mirándome con deseo, tus manos acariciando todo mi cuerpo…
Ahora estoy solo en esta cama, en este departamento, en esta vida, pues sin ti, no tengo nada.
Un grito desgarrador escapa de mi garganta con toda la fuerza de mi desesperación, es un grito de socorro…
Porque se me ocurrió quererte
porque tuve que conocerte
quisiera ser como la luz
y desaparecerme
porque el amor es incurable
porque el dolor es indomable
es imposible olvidarte
no se porque.
El silencio es la única respuesta que obtengo y, allí, arropado por la luz de la luna que se cuela por la ventana, el sueño empieza a tomar posesión de mi cuerpo. Antes de que mis ojos se cierren por completo realizo la misma petición de todas las noches, no volver a despertar, dormir… dormir para siempre.
Sin embargo sé de antemano que mi petición no se cumplirá, nunca lo hace. Una sutil sonrisa asoma en mis labios, soñaré con tigo, lo se, lo hago desde el primer día que te vi.
Antes de caer preso del sueño por completo vuelvo a repetir la misma pregunta, ¿por qué?, ¿por qué, Yuki?
Porque...
...no se
porque se me ocurrió quererte
porque tuve que conocerte
quisiera ser como la luz y desaparecerme
porque el amor es incurable
porque el dolor es indomable
es imposible olvidarte
no se porque
porque, porque
no se porque
porque...
es imposible.
“Porque el amor es eterno pero el dolor es infinito”